100 años de periodismo en el Perú

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1.4.2 Temas y actores





La Prensa

 publicitó ampliamente la aparición de su vespertino una semana antes, el viernes 6 de enero de 1950, bajo el eslogan “La próxima semana,

Última Hora

”, entre otros avisos de autopublicidad y campañas de regalos. El diario empezó a circular así, con gran avisaje. Se vendió a cuarenta centavos, tenía dieciséis páginas y salía de lunes a sábado (en 1953 aparece todos los días). La redacción se instaló “en el tercer piso de Baquijano 745, edificio de

La Prensa

”, con la que compartía local y talleres. Como recordó Recavarren, “los más de nosotros —con excepción de Orlando Cabrera Leyva, jefe de redacción, y de Eudocio Ravines— nada sabíamos de periodismo diario”. Se trató de un equipo de jóvenes periodistas a los que tomó algunos meses consolidarse como redactores y afinar un periódico.



Mientras

La Prensa

 tenía una reconocida agenda política (que se atemperó cuando su director formó parte del gobierno odriista),

Última Hora

 trató de eludir ese tema, salvo cuando fue cerrado por quince días y al reaparecer publicó un editorial en primera página titulado “Sin miedo y sin tacha”. O cuando el país vivió un clima convulso, en los últimos días del gobierno de Manuel Prado, más tarde derrocado por la Junta Militar de Ricardo Pérez Godoy. Entonces, defendió el Estado de derecho en el editorial del 13 de enero de 1960:



Última Hora

 cree firmemente en la bondad del régimen democrático y se opone a toda clase de totalitarismo vertical, que subordina el individuo al Estado. En el sistema que hemos escogido, la ciudadanía decide su propio destino por medio de elecciones universales y secretas.



Se ocupó de la noticia política durante su primera etapa, para la campaña electoral que llevó a la Presidencia a Odría, y luego en el resto de procesos electorales y cuando la democracia estuvo amenazada. Sin embargo, su agenda predilecta fueron los temas deportivos y sobre todo los policiales, de los cuales extrajo la materia prima para elaborar sus pintorescos titulares de la portada, sobre todo a partir de 1952.



Prefirió los casos humanos, de la vida diaria (“Brrr, frío dio/eclipse de hoy”; 20 de agosto de 1952, página 1) y anecdóticos (“Fue lanzado al espacio desde un avión q’ volaba”; 26 de diciembre de 1950, página 5), o levantó los temas internacionales más sensacionales: el hombre en la Luna (“Conrad caminó a las 6.45 am. Se demoró la pisada”; 19 de noviembre de 1969). La Segunda Guerra Mundial se enfocó con estilo sensacionalista:





El fantasma de A. Hitler





Londres (Standard).- Lo que es realmente notable, a sólo 5 años de la terminación de la guerra más terrible que haya conocido la historia, no es que se haya hilvanado una a dos leyendas de él según las cuales el conquistador del mundo y jefe terrenal Adolfo Hitler se ha convertido en un seudo monje tibetano, calvo y afeitado o, según otra versión, se haya ocultado tras una gruesa barba en algún lugar de la América del Sur. Lo que es notable, repito, es que existan muchas leyendas de esta clase (13 de diciembre de 1950, página 9).



En los primeros años, el editorial salía en diferentes páginas, incluyendo las deportivas, junto a la columna de Orlando Cabrera (“Yo maté a Vides Mosquera”) o la de Lolo Fernández. Hacia 1953, se ubicó finalmente en la página de opinión, junto con artículos y columnas (

recuadro 9

).



El logo del diario también cambió. Se movía en la portada de acuerdo con las necesidades de la fotografía y los titulares. En el primer año apareció acompañado de una frase célebre: “El periodismo es, en lo externo, una profesión; en lo interno, un sacerdocio” o “Pasan las horas, pasan los días, pasa la vida”. En 1952 era el “Diario moderno de la tarde” (29 de mayo de 1952). A partir del 1 de junio de 1952 hasta su desaparición, en 1984, “El periódico de mayor circulación en el Perú”, en mención al reconocimiento que le hizo la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en 1952.



Última Hora

 también se preocupó por reconocer a los nuevos actores de la sociedad peruana y limeña: los migrantes. En las primeras ediciones abordó las necesidades de los pobladores de Tres de Octubre, barriada que se formó en el gobierno de Odría en 1949 y con el correr del tiempo se convirtió en el distrito de San Martín de Porres, o las notas sobre Ciudad de Dios de 1954, asentamiento humano que más tarde formó parte del distrito de San Juan de Miraflores. La iniciativa del proyecto correspondió a Beltrán, Ravines, Cabrera —periodista chileno de amplia experiencia y primer jefe de redacción—, Recavarren y Bernardo Ortiz de Zevallos, y a personajes del entorno político-periodístico del director de

La Prensa,

 como Carlos Rizo Patrón.



En 1957 circulaba de lunes a domingo, e ingresó a la década de 1960 con un número variable de páginas (de catorce a veintidós), un nuevo precio (un sol) y más colaboradores y columnistas. En 1961 las notas informativas llevaban la firma de los periodistas. El director era Bernardo Ortiz de Zevallos. En 1963 se incluyen los primeros avisos económicos.



Última Hora

 avivó el espíritu de la competencia con

La Crónica

 respecto de sus páginas de cine, de deportes y sobre todo policiales, la sección más importante. Además, propuso un modelo de periodismo que fue seguido por otros medios. “Fue el abuelo de todos”, dijo Gargurevich en entrevista para esta investigación, realizada el 6 de mayo del 2008.



Cuarenta años después, dicho modelo intentó ser replicado por la impresentable prensa tabloide llamada “chicha” o popular, que usó la jerga de los bajos fondos, así como formatos y estilos similares. Como veremos, en algunos casos el lenguaje funcionó, en otros fue un fracaso, probablemente porque Lima no era ya la de los años cincuenta.






Recuadro 9







El

boom

 del columnismo





Llama la atención la cantidad de columnas que tenía

Última Hora

. Como escribió el 13 de enero de 1971, en su aniversario número 21, estas fueron uno de sus mayores aportes al periodismo limeño. Las definía como “los espacios periodísticos en los que su autor pone su sello personal en lo que escribe, enfoca la noticia desde un ángulo totalmente distinto. El éxito de esta innovación está reflejado en todos los periódicos del país: no hay diario que no tenga una o varias columnas en sus páginas”.



Muchos columnistas nacieron en

Última Hora

: “Al margen del día” y “Buenas tardes” salieron en el primer número; y al día siguiente aparecieron “Sanfilípicas” y “Tierra derecha” en la página de hípica. Y aunque por definición la columna debe ir firmada, estas aparecieron sin el nombre de sus autores.



“Qué pasa en la radio” fue la primera columna de Guido Monteverde, apareció en setiembre de 1950; y la segunda la famosa “Antipasto gagá”, en 1954. Más tarde, Juan Gonzalo Rose y Carlos Castillo escribieron “Sencillamente humano”.



Luis Loli firmó “A golpe de doce” en 1952 y Guillermo Cortez Núñez “Barra brava”, bajo el seudónimo de Cuatacho, y luego, en 1958, “Días sin huellas”.



En 1951 apareció la columna del director, Raúl Villarán, llamada “Estrictamente confidencial”. Otro de sus directores, Guido Chirinos Lizares, escribió “Al filo de la navaja”.



“Primer plano” salió en 1958, en la sección Deportes a cargo de Rodolfo Espinar, que se sumó a “Correo del corazón” y “Hoy por ti”, sin firma o autor reconocible.



A partir de 1971, la lista es larga: “Primera columna”, “Café express”, “Sin pelos en la lengua”, “Luqueando firme”, “Montepobre”, “De mujer a mujer”, “Rosa Le Blanc”, “La cocina de Lucci”, “Estudio 71”, “Hollywood y todas partes”, entre otras.







1.4.3 Los últimos años





Durante el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, cuestionó la expropiación de

Expreso

 y

Extra

, el 5 de marzo de 1970. Antes, en 1968, en el golpe de Estado contra el primer gobierno de Belaunde, escribió:





Golpe





Y una vez más fieles a nuestra indeclinable fe democrática, tenemos que lamentar la ruptura del orden constitucional; una vez más tenemos que elevar nuestra voz de protesta y rechazo contra el golpe que ha derrocado a un gobierno legítimamente elegido . Demandamos a las Fuerzas Armadas la pronta restitución por la tranquilidad ciudadana (

Última Hora

, 4 de octubre de 1968).



El 26 de julio de 1974, el diario fue expropiado y asumió la dirección Ismael Frías quien sería reemplazado por Francisco Guerra García, Miguel Yi y más tarde por el mismo Jorge Luis Recavarren, su primer director. Salvo algunos cambios de forma (logo, diagramación a seis columnas y uso de recuadros y líneas para separar notas), el modelo siguió siendo el de los años cincuenta.



Como sucedió con los medios expropiados, el diario asintió ante el advenimiento de la intervención militar con el editorial titulado “Auténtica libertad de prensa” (27 de julio de 1974). Debajo del logo, a la derecha, se leía: “Diario asignado a las organizaciones de servicios”, que eran, según el Decreto Ley respectivo, las cooperativas, las mutuales, los bancos, las casas de comercio y los gremios de transportistas. En la práctica tal representación no funcionó y



la expropiación no se completó nunca, quedando reducida la toma del diario a una mera confiscación. Sirvió, como los otros, de instrumento propagandístico del gobierno militar y especialmente entre 1975 y 1980, durante la Segunda Fase del general Morales Bermúdez (Gargurevich 2000: 219).

 



En los casos de

Última Hora

 y de

La Prensa

 la confiscación las colocó en una situación económica crítica, como señaló en su editorial del 30 de julio de 1980:





Somos libres





La “socialización de la prensa”, que no fue sino un pretexto para acallar las críticas de los órganos de prensa independientes, causó grave daño a la imagen del país en el exterior, e impidió que se ejerciera el libre derecho a la crítica, y propició el alegre despilfarro de los recursos de los diarios confiscados, muchos de los cuales quedan en crítica situación económica.



Recavarren reconoció que durante la dictadura militar sus antecesores pusieron el acento en lo político y lo polémico, desde sus respectivas posiciones ideológicas. Hacia 1976 se retornó a las fuentes policiales y bajo su dirección, a partir de 1977, buscó “situar la tónica policial en el lugar que le corresponde: mera información como todas las demás, suprimiendo lo morboso o impropio que encierra todo sensacionalismo”. Además, no se desterró “del periódico los titulares que expresan modismos propios del lenguaje popular”, aunque la redacción de las noticias “se ajustó al imperio de las reglas del idioma y a la técnica de la información breve a base de la pirámide invertida” (Recavarren 1980).



Cuando los diarios fueron devueltos a sus propietarios, en 1980, asumió la dirección Alfredo Fernández Cano y luego Guido Chirinos Lizares. El periódico se publicó hasta el 12 de setiembre de 1984. Un intento por reflotarlo, en 1990, culminó sin éxito.







1.4.4 Las otras

Última Hora





A comienzos de siglo circuló en Lima más de un periódico con el nombre

Última Hora

. Más allá de la razón social, no guardaban relación con el exitoso tabloide que apareció en los años cincuenta. Es más, el publicado en 1916 era estándar; salió y cerró sus puertas en tres ocasiones, con direcciones periodísticas diferentes, número de páginas y formatos distintos. Juan Pedro Paz Soldán y César A. Durand estuvieron al frente del diario entre 1916 y 1920. Luego, desapareció para volver —solo durante un año, en 1932— bajo la conducción de César Durand y Walter Stubbs. Finalmente, la Biblioteca Nacional tenía una colección de ejemplares de un diario con el mismo logo fechado en 1946 y dirigido por Valentín Gazzani Cisneros. En todos los casos se declararon independientes y estuvieron reñidos con la política.





Antes de los años veinte






Nombre

Última Hora

 (1916-1920)

Fundación

Enero 1916 / noviembre de 1920

Directores

Juan Pedro Paz Soldán / César A. Durand

Formato

Estándar / 25 cm x 17 cm

Páginas

4/10

Impresión

Empresa Editora SudamericanaCalle La Unión La Pescadería 133

Periodicidad

Irregular

Precio

3 centavos / 20 centavos



El siguiente es un pasaje de su nota editorial cuando empezó a circular:



Los periódicos de un partido tienen rara vez vida propia. Según el periodista Eusebio Blas “La gloria de un periódico satírico consiste en satirizar a todo el mundo, sin ofender a nadie”. En ese principio y en suministrar a nuestros lectores el mayor número de noticias y pasatiempos, dentro del menor espacio posible, estriba todo el programa de

Última Hora

 . No somos pues intérpretes de liberales ni de bloquistas, de constitucionales, ni demócratas . No somos organistas de nadie, o mejor dicho, lo somos del público en masa . Los aficionados a los artículos de tiro pesado y a la gruesa pedantería que no busquen este diario (enero de 1916).





En los años treinta






Nombre

Última Hora

 (1932)

Fundación

Abril 1932

Director

César A. Durand / Ricardo Walter Stubbs

Formato

Estándar (42 cm x 28 cm)

Páginas

4

Impresión

Empresa Editora La Patria

Periodicidad

Diario vespertino (lunes a sábado)

Precio

10 centavos



Y en su editorial del 9 de septiembre de 1932 se pronunció así:



Justamente, después de 4 meses

Ultima Hora

 vuelve a ocupar su puesto en el periodismo nacional, como orientador, sincero y desapasionado, de la opinión pública. No queremos expresar opinión sobre nuestra forzosa paralización solo diremos que volvimos a la diaria lucha periodística, sin amarguras, sin rencores, sin odios . No tenemos ni partido, ni bandera alguna. Servimos, única y exclusivamente, a la opinión pública del país, teniendo en cuenta los altos intereses de la patria.





En los años cuarenta






Nombre

Última Hora

Fundación

Junio de 1946

Director

Valentín Gazzani Cisneros

Formato

Tabloide (42 cm x 28 cm)

Páginas

8

Impresión

Empresa Editora Peruana

Periodicidad

N/P

Precio

15 centavos



Cuando retornó al mercado periodístico en junio de 1946 señaló:



Hay tiempo para rectificarse, y, para lograrlo, vamos a colaborar desde estas columnas con la exposición y análisis de los problemas, con la crítica severa e imparcial —pero también implacable— de los errores, y con el planteamiento de iniciativas capaces de conducir a verdaderas soluciones . Frente a este panorama,

Última Hora

 sale a cumplir su tarea patriótica.








1.5 La modernización de los diarios





Como en sus inicios,

La Prensa

 impuso en la década de 1950 una nueva forma de hacer periodismo, más moderna y basada en el modelo estadounidense. Puntualmente la referencia fue el

New York Herald Tribune

, diario fundado en 1924 y que desapareció en 1967. Artículos de firmas locales o extranjeras —una de ellas era de Walter Lippmann—, se reprodujeron en su página editorial.



En este período el matutino inició una revolución periodística liderada por Pedro Beltrán, que marcó un hito en ese medio y en el periodismo peruano en general. Cambios de forma y de fondo que mostraron un modo totalmente diferente de ejercer la profesión en el país (

recuadro 10

).



La receta fue clara, como explicó

La Prensa

 en el artículo titulado “Quién es Beltrán”, del 9 de marzo de 1956 (Zanutelli 2008: 67):





Quién es Beltrán





a) Uniformidad tipográfica del diario, noción hasta entonces ignorada por el diarismo peruano; b) Catalogación de tipos, establecimiento de sistemas de contabilidad, e introducción de la carilla milimetrada que permite conocer la medida de los escritos antes que el texto sea compuesto por el linotipo, unidad y armonía en la armadura, a base de pautas elaboradas en la redacción y no en el taller; c) Estudio y aplicación de nuevos métodos para la circulación y su respectivo control por medio de organismos como el que la Sociedad Interamericana de Prensa efectuó el año pasado con nuestro diario y que dio la cifra exacta de ejemplares que vendemos al público; d) Introducción de un nuevo sentido en la publicidad; e) Concepción objetiva de la noticia, la cual se publica sin ser deformada o mutilada, con el fin de que el lector se forme, a base de ella, un concepto propio del suceso.



Enrique Chirinos Soto añade que la revolución periodística consistió en separar la información (

news

) de la opinión (

views

), y recuperar la primera página, hasta entonces poblada de avisos; procurar la objetividad en la presentación de los hechos —“lejos de los prejuicios o las preferencias de quien la relata”—, la independencia en los editoriales, confiados a su propia página, y de los artículos firmados. “Informar —dice

La Prensa

 — es un deber; opinar es un derecho. Además y fundamentalmente, los trabajadores del diario, empezando por los periodistas, reciben decorosa remuneración” (Chirinos Soto 1984: 16-17).






Recuadro 10







Un innovador





Pedro Beltrán Espantoso (1897-1979) fue un innovador en la economía, en el periodismo y en la política. De carácter enérgico y áspero, se educó en el Colegio de la Recoleta y en 1918 obtiene el grado de bachiller en Ciencias Económicas en el London School of Economics de la Universidad de Londres. De regreso al país, se dedicó a la agricultura, en el valle de Cañete, alcanzando gran representatividad en ese sector. Fue primero presidente de la Asociación de Agricultores y, entre 1927 y 1934 asumió el liderazgo en la Sociedad Nacional Agraria, además de representar a entidades bancarias y otros organismos locales. Entre 1944 y 1946, durante el gobierno de Bustamante y Rivero, representó al Perú en Washington como embajador. A fines de 1949, durante el régimen de Odría, presidió el Banco Central de Reserva (Zanutelli 2008: 67-68).



Es reconocido como uno de los primeros voceros del liberalismo económico en el Perú.



En paralelo con estas actividades económicas y políticas, Beltrán se vinculó al periodismo en 1934, pero es en 1950 cuando le dio a

La Prensa

 un nuevo perfil, otra imagen gráfica y un concepto diferente.



Fue convocado por el segundo gobierno de Manuel Prado, quien “atacado por

El Comercio

 y

La Prensa

, comprende que no puede hacer frente a tal artillería periodística . Don Pedro vacila. Inicialmente se rehúsa. Por fin acepta” (Chirinos Soto 1984: 20).



Fue presidente del Consejo de Ministros y ministro de Hacienda y Comercio, entre 1959 y 1960. En 1962, asumió el cargo de vicepresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y en 1964 la presidencia de ese organismo, convirtiéndose en el primer peruano en asumir tal distinción.



En 1974, al ser intervenida

La Prensa

 por el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, Beltrán abandonó el país. Nunca regresó a la dirección del diario, pero sí al Perú. Lo hizo cuando Velasco dejó el poder. “Se convierte ocasionalmente en contertulio de la redacción de

Opinión Libre

, el semanario o bisemanario que los antiguos periodistas de Baquíjano habíamos fundado, bajo la dirección de Guido Chirinos Lizares” (Chirinos Soto 1984: 22). Cuando el Gobierno devolvió los diarios a sus legítimos dueños en 1980, varios periodistas que lo acompañaron en su aventura periodística se hicieron propietarios con acciones en

La Prensa, Última Hora

 y la Imprenta Helvética.







1.5.1 ‘La Escuelita’ de Beltrán





Mario Miglio afirma que las innovaciones producidas en

La Prensa

 permitieron la revalorización de las fotografías e ilustraciones, la uniformidad de la tipografía, la simplificación y condensación del lenguaje en los titulares, la supresión de términos rimbombantes —como “excelentísimo”, para referirse a los políticos—, la institucionalización de la hora de cierre para que el diario llegue a tiempo a provincias, la eliminación de la publicidad en la primera plana y los pases para las páginas interiores, la introducción del periodismo escolar a cargo de conocidos maestros (Miglio 2000: 30).



También, la inauguración de la llamada ‘La Escuelita’ de Pedro Beltrán que, para algunos periodistas, fue el mejor esfuerzo de planificación aplicado por entonces en el proceso de construcción de las noticias en un periódico de Lima; un ejercicio de autocrítica diaria que redundó en la calidad de la información.



En ese entonces el diario estaba en manos de un grupo integrado por dos empresas que tenían la mayoría del accionariado: la Compañía Nacional de Inversiones S. A. y la Compañía Peruana de Promociones e Inversiones S. A. Los accionistas de la primera eran Félix Navarro Grau, Felipe Beltrán, Jacobo Rey, Felipe Thorndike y Pedro Beltrán. En la segunda se hallaban Gustavo Aspíllaga, Carlos Rizo Patrón y el multimillonario Pablo Roselló Truel, “todos personajes conocidos como relevantes en diversos campos de la industria y el comercio pero especialmente del sector agrario” (Gargurevich 1991: 156-157).

3

 



La presencia de Beltrán en ese nuevo proceso fue determinante. Él había llegado al diario en 1934, después de que los propietarios decidieron relanzar el periódico cuando les fue devuelto por el gobierno de Sánchez Cerro. Arturo Salazar Larraín, uno de sus principales colaboradores y más tarde director de

La Prensa

, dice que aquella época fue un ensayo periodístico para Beltrán. Y trabajó de tal manera que le dio un

surmenage

 que lo obligó a abandonar la organización y la dirección del diario, que retomó casi dos décadas después, al retornar a Lima. “Viajó a Europa y a su regreso a Lima se abocó a actividades relacionadas con el agro, pero seguía con la idea del periódico hasta que logra hacerse de la mayoría de las acciones del diario” (entrevista a Arturo Salazar Larraín, 16 de mayo del 2008).



Salazar Larraín agrega que, para el segundo intento,



Beltrán había recorrido el mundo obteniendo información y estudiando cada detalle o cada modalidad del periodismo. Quienes lo acompañamos en esta segunda aventura periodística fuimos sorprendidos por los conocimientos que mostraba en cada aspecto de la organización: reporterismo, redacción, archivos, administración, publicidad, promoción, comercialización y estructura de una empresa periodística, maquinaria y hasta tipografía.



Entre ellos se encontraban jóvenes periodistas con notables perspectivas, que se integraron a

La Prensa

 o a

Última Hora

, para ejercer un periodismo objetivo.



Al empezar la década de 1950,

La Prensa

 tenía, como otros diarios, publicidad en la primera página y, a diferencia de lo sucedido a comienzos de siglo, sus comentarios políticos lucían mesurados, al punto de que la información política salía confundida con la local o la de la ciudad en las páginas 2 y 4. La revolución empezó en abril de 1950, y a fines de ese año se empezaron a percibir los cambios.



La Prensa

 y

Última Hora

 eran periódicos de derecha en lo político y liberales en lo económico.



En cuanto a la forma, el diario volvió a insertar noticias en la primera página, bajo la estructura de la pirámide invertida. Los avisos se redujeron a la mitad, permitiendo que allí se ubicaran notas cablegráficas del recientemente contratado servicio de la

Agencia France Press

, cuyas oficinas funcionaban en el tercer piso del edificio del jirón de la Unión. El servicio de

France Press

 era completo —desde noticias hasta artículos— y en todos los temas, incluyendo deportes y modas:





Un nuevo servicio





“La Prensa” se complace en ofrecer desde hoy a sus lectores un nuevo servicio de noticias cablegráficas . Ha contratado los servicios exclusivos para el país de la prestigiosa agencia de noticias France Presse . Desde hoy, primer día del año 1951, aparecerán en nuestro diario las noticias del servicio general internacional de esa agencia y las de los diferentes servicios especiales que ella brinda, entre los que incluyen comentarios que provienen de los más reputados escritores y políticos, la más completa información deportiva del mundo entero y un servicio exclusivo de información sobre moda directamente desde París .



“La Prensa” pretende con este esfuerzo retribuir el favor que le brinda su público lector, ofreciéndole en adelante una amplia información internacional a través de dos agencias de noticias de prestigio mundial: United Press Association y France Presse (

La Prensa

, 1 de enero de 1951, página 1).



Salazar Larraín recibió el encargo —a regañadientes, confesó— de reformar la tipografía, los encabezamientos y las medidas. También elaboró los manuales y catálogos que sirvieran de base para uniformizar los titulares y las “bajadas”. Hasta entonces, el personal de los talleres de composición acostumbraba colocar los textos sin mayores exigencias, según llegaban y donde entraran; “había que lidiar con la composición en caliente y vigilar lo que se ponía en cada página”.



Un grupo de periodistas hizo después un libro de estilo, pero antes se tuvo que aprender a pautear. Hasta entonces no había pautas, es decir, unas hojas grandes de papel cuadriculadas utilizadas para diagramar el periódico del día siguiente, que se enviaban a los talleres como guías para que allí se armaran las páginas. Los redactores comenzaron a escribir en carillas centimetradas, con una determinada extensión acorde con los espacios disponibles y la diagramación.



Alfonso Grados Bertorini y Mario Miglio Manini enseñaron, de manera práctica, cómo escribir las informaciones y sobre todo las entradillas; y otros asumieron la evaluación periodística de las fotografías que se elegían después de varias deliberaciones para optar por las mejores.



Miglio fue convocado por Rizo Patrón, gracias a una recomendación de sus amigos Jorge Moral y Carlos Wiesse, para hacerse cargo de una sección nueva: la de “Redactores Revisores Responsables”, más conocida como “RRR” o el “Escritorio”. Se trataba de un antecedente de las secciones de corrección de originales de los periódicos actuales, aunque con mayores tareas, pues no solo debían revisar todo el material noticioso —producido dentro o fuera del diario, incluyendo los cables—, sino colocarles un titular atractivo.



Acepté sin comprender del todo la responsabilidad que asumía, alentado quizá por el sueldo de 800 soles mensuales que se me fijó. Terminada la cita, Rizo Patrón me condujo a la oficina donde funcionaba el “Escritorio”, a pocos pasos de la dirección del diario. Estaban los RRR Jorge Moral, jefe de la sección; Carlos Wiesse T., Arturo Salazar Larraín y Guido Chirinos Lizares. Allí Rizo Patrón les hizo saber el acuerdo tomado y quedé a cargo de la sección. Moral, según ya había sido dispuesto, pasó a ejercer la jefatura de información local . Los RRR éramos el último filtro por el que pasaba toda la información antes de su transformación, entonces a puro plomo, para su impresión final en la rotativa.



La Prensa

 fue el primer diario en el Perú en poner en funcionamiento una sección de esa naturaleza, cuenta Miglio, quien luego se desempeñó como subdirector de Informaciones, director de organización y, finalmente en 1959, director del diario, cuando Beltrán fue nombrado presidente del Consejo de Ministros y ministro de Hacienda del segundo gobierno de Manuel Prado (Miglio 2000: 26-27).



Los RRR hacían dos tipos de revisión: ortografía y sintaxis. Se cuidaba la concordancia, pero sobre todo la verosimilitud. Si se hallaba algo que no se podía comprobar, no iba. “Esa institución se ha perdido en el periodismo actual. Aún se diferenciaba la información de la opinión, que

La Prensa

 identificaba como dos áreas independientes en materia de personal y la toma de decisiones: la informativa y la editorial”, indica Salazar Larraín, en la entrevista referida anteriormente. La primera era responsable de no menos del 90 por ciento del contenido del diario, y en 1950 estaba en manos de Grados Bertorini, a la sazón director de informaciones. La segunda estaba a cargo de Federico Costa Laurent (

recuadro 11

).






Recuadro 11







Testimonio: El florecimiento del periodismo





Los periodistas de

La Prensa

 guardan gratos recuerdos y vivencias de los años cincuenta. Para Arturo Salazar Larraín simbolizaron el florecimiento del periodismo:



La aventura empezó en la Facultad de Letras de San Marcos. Pertenecíamos a un grupo integrado entre otros por Alejandro Romualdo, Carlos Germán Belli, Fernando Quíspez Asín, Juan Zegarra Russo… Un día (diciembre de 1947) decidimos publicar y nació

Epsilón

, una revista que salía cuando Dios quería. Nos empezamos a aficionar al periodismo y no lo hicimos mal. Sin embargo, muchos nos trasladamos después a la Facultad de Derecho y allí comenzó la pesca. A mí me llamaron de la revista

Pan

, que dirigía Alfonso Tealdo, y a Grados Bertorini del semanario

¡Ya!

 Después pasé al semanario

Etcétera

 de Carlos Rizo Patrón.