Santa María de Montesa

Text
Author:
From the series: Nexus #2
Read preview
Mark as finished
How to read the book after purchase
Font:Smaller АаLarger Aa

13. La concesión incluía autorización para enajenar bienes, y sería confirmada por el abad de Morimond en el transcurso de su estancia en la Península en 1307: AHN, OOMM, Calatrava, carp. 462, docs. 182 y 185. Con todo, no era este el único medio que encontró el maestre para blindar posiciones. Sabemos que más adelante, en 1311, López de Padilla se comprometía a entregar anualmente dos caballos al cardenal Pietro Colonna, protector de la Orden en la curia pontificia, con el fin de facilitar la defensa de sus causas. AHN, OOMM, REOC, V, 1345 C, f. 86r. Cit. Ph. Josserand: Église et pouvoir..., pp. 128-129, n. 180. Otro cardenal, Francisco de Santa María in Cosmedin, acogía ese mismo año bajo su protección a las personas y bienes de la Orden de Calatrava (BC, p. 164).

14. AHN, OOMM, Calatrava, carp. 462, doc. 179. Cit. Ph. Josserand: Église et pouvoir..., p. 291, n. 334.

15. Se trataba, en cualquier caso, de una ofensiva conjunta de castellanos y aragoneses contra el emir de Granada. Lo cierto es que en ella contamos con claros testimonios de la participación de la Orden de Calatrava. Cuando las Cortes de Madrid, en las que se votaron los correspondientes servicios, aún no habían concluido, el maestre García López de Padilla había protagonizado una acción de cierta resonancia contra el arráez de Andarax, obteniendo al frente de 400 jinetes copioso botín (A. Giménez Soler: Don Juan Manuel..., doc. cxcii, p. 364). Un poco más adelante, en septiembre de 1309, el maestre se hallaba junto al rey en el cerco de Algeciras y participaba en la conquista de Gibraltar, al tiempo que algunos comendadores castellanos cum bonis familiis equitum colaboraban con el rey de Aragón, junto a los freires calatravos de Alcañiz, en el coetáneo sitio de Almería (BC, p. 758). Fernando IV reconoció expresamente esta colaboración en forma de significativas concesiones, como la entrega vitalicia a favor del maestre de todos los servicios que los vasallos de la Orden debían satisfacer al rey (AHN, OOMM, REOC, V, 1345 C, ff. 68-69; AHN, OOMM, Calatrava, carp. 428, doc. 175; A. Benavides: Memorias de don Fernando IV, II, doc. dxxxii, pp. 773-775).

16. El arcediano de Tarazona Domingo García de Echauri, en carta a Jaime II fechada en septiembre de 1311, comentaba que «tan grandes son los bolicios e assi con mal leuantados que ni el rey puede saber sy quienta sera la fin ny cuando» (A. Giménez Soler: Don Juan Manuel..., doc. ccxxxii, p. 400). Cit. C. González Mínguez: Fernando IV de Castilla (1295-1312). La Guerra civil y el predominio de la nobleza, Universidad de Valladolid, 1976, p. 315.

17. C. de Ayala: «Un cuestionario sobre una conspiración...», pp. 77-82.

18. «Y porque era ya muy público que la orden de los templarios se había de deshacer y que sus rentas se aplicarían a la orden del Espital, llevaban instrucción estos embajadores [del rey de Aragón] que se suplicase al papa que se instituyese, de las rentas que tenían en sus reinos, un maestrazgo de la orden de Calatrava que tenía origen y dependencia de la orden de Cistel, con que no fuese sujeto ni a corrección ni visitación del maestre ni del convento de Calatrava de Castilla, sino que estuviese subordinado a la corrección y visitación del convento y monasterio de La Gran Selva o de Fonfrida de la orden de Cistel». J. Zurita: Anales de la Corona de Aragón, 2, lib. V, caps. xciii y ci, Zaragoza, 1977, pp. 748-749; C. de Ayala: «Un cuestionario sobre una conspiración...», p. 82; Ph. Josserand: Église et pouvoir..., p. 50, n. 86; a él debemos confirmación de que el dato cronístico tardío tiene base documental. H. Finke: Papsttum und Untergang des Templerordens, Münster, 1907, II, doc. 143, pp. 291-293.

19. En efecto, en septiembre de 1311 –la misma data del documento del arcediano de Tarazona a la que aludíamos en la nota 16–, y fechado en el Magistrado, García López informaba a un consejero del rey de Aragón de la alianza conformada en Castilla por infantes y ricoshombres en contra de Fernando IV, a cuyo hijo recién nacido se negaban a prestar homenaje (A. Giménez Soler: Don Juan Manuel..., doc. ccxxxi, p. 397).

20. Sirva como un ejemplo más el acuerdo alcanzado unos años antes, en 1313, entre el maestre y los hermanos Raimundo y Arnal Guillén Catalán, ciudadanos de Valencia, por el que recibían el arriendo por cinco años del 50 % de los estratégicos pozos de Almadén; de las ganancias del acuerdo, dos tercios de ellas irían a parar a los mercaderes valencianos (AHN, OOMM, REOC, V, 1345 C, f. 97r). Ese mismo año el maestre recordaba al rey Alfonso XI que las rentas de los pozos iban destinadas al mantenimiento de los castillos fronterizos de la Orden (AHN, OOMM, Calatrava, carp. 428, doc. 180; publ. E. González Crespo: «Castillos andaluces en época de Alfonso XI», Castillos de España, 91, 1986, doc. 1, p. 49). Pues bien, una buena parte de esas rentas beneficiaban a súbditos del rey de Aragón.

21. La boda entre el infante castellano Pedro y la infanta aragonesa María, hija de Jaime II, se había producido años antes, en enero de 1312, en un preciso contexto político. Á. Masiá de Ros: Relación castellano-aragonesa desde Jaime II a Pedro el Ceremonioso, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1994, I, pp. 179-184. Solo dos años después, cuando don Juan Manuel procediera a la detención del maestre López de Padilla, Jaime II informaría a su yerno, el infante don Pedro, de las gestiones llevadas a cabo para liberarlo y trasladarlo a Valencia (A. Giménez Soler: Don Juan Manuel..., docs. cclxxxviii, cclxxxix y ccxcii, pp. 442-444).

22. En efecto, esa colaboración se escenificó en medio de un panorama aparentemente tenso. Pensemos que el acuerdo inicial entre el papa y las autoridades aragonesas, contenido en la bula de 10 de junio de 1317 que daba paso a la constitución de la Orden de Montesa, incluía extremos en principio inaceptables para el maestre calatravo (BC, pp. 169-173). Aunque se reconocía el control disciplinario de Calatrava sobre la nueva milicia mediante las preceptivas visitas, ese control se hallaba condicionado por el protagonismo concedido al monasterio dinástico de Santes Creus y su filial valenciana de Valldigna. Por si fuera poco, y según el planteamiento recogido en la documentación pontificia, esta tímida sujeción calatravo-cisterciense de la nueva entidad debería acarrear la supresión de la encomienda mayor de Alcañiz, al menos como enclave calatravo en el Reino de Aragón directamente dependiente del maestrazgo castellano, y ello porque, tal y como expresaba una segunda bula de Juan XXII dirigida al maestre castellano fechada al día siguiente de la fundacional, era deseable la aplicación a la nueva Orden de Montesa de cuantos bienes disfrutara la institución calatrava en los dominios del rey Jaime II (J. Villarroya: Real Maestrazgo de Montesa. Tratado de todos los derechos, bienes y pertenencias del patrimonio y maestrazgo de la real y militar Orden de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama, Valencia, 1787, II, pp. 16-19). En principio, por tanto, es fácil de entender el recelo que provocaría en el maestre García López de Padilla la propuesta inicial sancionada por Juan XXII. Ello explica la ralentización de movimientos por parte del maestre, que debió de ser amenazado con la excomunión por el papa para dar finalmente su consentimiento al nuevo proyecto montesiano, cuyo convento finalmente quedó constituido en julio de 1319 (H. de Samper y Gordejuela: Montesa Ilustrada, Valencia, 1669, I, pp. 30-55; J. F. O’Callaghan: «Las definiciones medievales de la Orden de Montesa, 1326-1468», Miscelánea de Textos Medievales, I, 1972, p. 214, n. 8 [reed. ibíd.: The Order of Calatrava, X]; E. Guinot: «La fundación de la Orden Militar de Santa María de Montesa», Saitabi, XXXV, 1985, pp. 73-86). Lo cierto es que, no sin algunos desencuentros previos, el rey aragonés acabó aceptando la exigencia del maestre de que los bienes calatravos aragoneses no pasaran a formar parte del patrimonio de la nueva orden. Este acuerdo final facilitó la definitiva aprobación del proyecto por parte del capítulo general del Císter en 1321 (BC, pp. 186-187; H. de Samper: Montesa Ilustrada..., I, pp. 124 y 127; J. Villarroya: Real Maestrazgo de Montesa..., II, pp. 46 y 47-50; C. de Ayala Martínez: Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media [siglos XII-XV], Madrid, Marcial Pons, 2003, pp. 91-95).

23. En 1318 suscribía un primer pacto de hermandad con los maestres de Santiago y Alcántara. El acuerdo contemplaba aspectos de colaboración que iban mucho más allá de los relativos a la guerra con los musulmanes: incluía cláusulas de apoyo mutuo con vistas a la consolidación de los derechos y libertades de todas las órdenes, así como cara a la defensa de su integridad patrimonial; significativamente se contemplaban también garantías de solidaridad frente a eventuales conspiraciones interiores (B. Palacios (ed.): Colección diplomática de la orden de Alcántara..., I, doc. 485, pp. 325-328).

24. A finales de 1319 el maestre García de Padilla se sumaba a la hermandad de ciudades y villas andaluzas dispuestas a vetar el nombramiento de cualquier tutor del rey o adelantado de la frontera que no contara con su aquiescencia (AHN, OOMM, REOC, V, 1345 C, ff. 186-188r).

 

25. En agosto de 1321, en un clima de inestabilidad política creciente, el maestre calatravo suscribía un acuerdo con el arzobispo Juan de Toledo, al que también se sumaba el maestre santiaguista García Fernández, a fin de procurar la paz y el sosiego de la tierra (A. F. Aguado de Cordova, A. A. Alemán y Rosales y J. López Agurleta: Bullarium Equestris Ordinis S. Iacobi de Spatha, Madrid, 1719, p. 288).

26. La presión del papa tampoco ayudaba mucho en estos momentos. En agosto de 1319 Juan XXII exhortaba al maestre y Orden de Calatrava a combatir contra los infieles en defensa de la Cristiandad, ya que la existencia de un periodo de debilitamiento general por razones políticas había tenido funestas consecuencias para la frontera (AHN, OOMM, REOC, V, 1345 C, ff. 199-299).

27. C. de Ayala Martínez: «Guerra santa y secularización. El ideal caballeresco de Alfonso XI de Castilla», en C. de Ayala Martínez, J. S. Palacios Ontalva y S. Martín Ríos (eds.): Guerra santa y cruzada en el Estrecho. El occidente peninsular en la primera mitad del siglo XIV, Madrid, Sílex, 2016, pp. 23-63.

28. Ph. Josserand: Église et pouvoir..., pp. 542-543.

29. BC, pp. 756-760. El asunto colearía años después, y el intervencionismo de Pedro IV el Ceremonioso en los asuntos internos de las órdenes de Calatrava y Santiago formaría parte de las reclamaciones de Pedro I de Castilla a su homónimo aragonés en vísperas de la «Guerra de los Dos Pedros». A. Masiá de Ros: Relación castellano-aragonesa..., II, docs. 201/22 y 203/38, pp. 386 y 394.

30. Algunos especialistas tienden a retrasar estos fenómenos de aristocratización. Ph. Josserand: Église et pouvoir..., pp. 374 y ss.

31. Obviamente, la creación de redes comendatarias es anterior a la constitución propiamente dicha de las mesas maestrales, aunque en realidad no muy anterior, si consideramos dichas redes como el resultado de una evolución territorial que las va convirtiendo en un sistema sólido, eficaz y bien articulado. C. de Ayala Martínez: «Comendadores y encomiendas. Orígenes y evolución en las órdenes militares castellano-leonesas de la Edad Media», en Ordens Militares. Guerra, religião, poder e cultura. Actas do III Encontro sobre Ordens Militares, Lisboa-Palmela, 1999, I, pp. 101-147; ibíd., Las órdenes militares hispánicas..., pp. 332-336.

32. C. de Ayala Martínez: «Las órdenes militares en el siglo XIII castellano. La consolidación de los maestrazgos», Anuario de Estudios Medievales, 27(1), 1997, pp. 239-279; C. de Ayala Martínez: «Maestres y maestrazgos en la Corona de Castilla (siglos XII-XV)», en R. Izquierdo Benito y F. Ruiz Gómez (eds.): Las Órdenes Militares en la Península Ibérica, I. Edad Media, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2000, pp. 325-378; íd., Las órdenes militares hispánicas..., pp. 205-208.

33. Se trata de un documento en el que García López de Padilla concedía al concejo de Berninches libertad de uso del horno local y autorización de construir otros a cambio del pago de un censo a la «mesa maestral». AHN, OOMM, Calatrava, carp. 470, doc. 384. Cit. E. Rodríguez-Picavea Matilla: La formación del feudalismo en la mesa meridional castellana. Los señoríos de la Orden de Calatrava en los siglos XII y XIII, Madrid, Siglo XXI, p. 163; E. Rodríguez-Picavea Matilla: «Evolución de la orden de Calatrava durante el reinado de Alfonso X», Alcanate, 2, 2000-2001, p. 69, n. 5. Como ya hemos indicado, antes de esta fecha el maestre, en septiembre de 1311, databa en el Magistrado, un documento dirigido a la corte aragonesa (A. Giménez Soler: Don Juan Manuel..., doc. ccxxxi, p. 397).

L’ORDE DE L’HOSPITAL I L’HERÈNCIA DEL TEMPLE A LA CORONA D’ARAGÓ

Politització i internacionalització

Maria Bonet Donato Universitat Rovira i Virgili

L’abolició de l’orde del Temple va significar la reconfiguració del mapa dels ordes militars a la Corona d’Aragó, quan el de l’Hospital de Sant Joan de Jerusalem experimentà una important transformació patrimonial, administrativa, i una transcendent reorientació en les seves funcions i en les relacions de poder. En aquest sentit, es produí una clara politització i major internacionalització de la institució, que van ser conseqüències remarcables del procés de recepció de l’herència del Temple a Aragó i Catalunya. La transcendència de la intervenció del Temple explica, en part, la destacada atenció historiogràfica que ha merescut,1 que ens permet analitzar i repensar el què, el perquè, i el com de la recomposició de l’Hospital a la Corona d’Aragó.2 En certa forma, i com es mostra en aquestes pàgines, es va produir la refundació de l’orde.

EL PROJECTE D’UN «NOU ORDE» EN UN CONTEXT POLÍTIC I CROAT CANVIANT

La refundació de l’orde hospitaler responia a les directrius del papat de crear un nou orde, tal com Climent V va anunciar als reis, oficials i prelats hispans, l’Hospital es faria càrrec del patrimoni del Temple el 1312.3 La proposta de fusió de tots els ordes militars en un de sol s’havia plantejat en el concili de Lió de 1274 a instàncies del pontífex, però s’advertí que els reis d’Espanya no ho acceptarien perquè en tenien uns quants sota la seva dominació.4 Posteriorment, Ramon Llull va concebre la unió d’alguns ordes militars sota el comandament d’un rex bellator,5 que probablement hauria identificat amb Jaume II.6 Les noves idees responien a la necessitat de reformar el moviment croat, entès com un mitjà en el pensament lul·lià, i cercaven superar les crítiques que requeien en els instituts militars per la desfeta croada a Orient, circumstància que havia propiciat la proposta de fusió.7 Val a dir, però, que el projecte d’unir-los havia ocasionat l’oposició del mestre del Temple, qui assenyalà l’animositat entre els templers i hospitalers com un inconvenient.8 Tanmateix, després del traspàs dels béns templers alguns parlaven dels «hospitalers templers», i per tant, en certa manera es reconeixia la unió entre ells.9

La pèrdua de crèdit d’ambdós ordes coincidí amb la competència i l’augment de tensió amb altres poders, com ara els agents del sistema monàrquic a la Corona d’Aragó. En el darrer terç del segle XIII, templers i santjoanistes van pugnar amb els delegats del rei en contra de les exigències de tributs dels quals n’estaven exempts, la imposició de jurisdicció del rei, del mer i mixt imperi i les actuacions en el seu patrimoni.10 La nova definició dels ordes militars i dels seus dominis en temps de Jaume II s’explica en aquest nou escenari ideològic i polític. De fet, un parell d’actuacions del rei d’Aragó en el patrimoni d’aquests, formalitzades com a permutes, prefiguraven i apuntaven a la intervenció en els béns del Temple. El rei Pere el Gran el 1280, i Jaume II el 1294, van forçar que els hospitalers i els templers abandonessin dos centres principals com eren Amposta i Tortosa, amb fortificacions destacades en la cruïlla dels tres territoris principals del rei. Així, el poder reial aconseguí un control més directe sobre la regió fronterera entre els tres regnes i en l’estratègica sortida al mar del territori aragonès.11 A Amposta hi havia la seu hospitalera i Tortosa era una comanda templera força rica, que segurament eren dominis més valuosos que els obtinguts a canvi a Onda i Gallur; i Peníscola respectivament. Les dues institucions van retenir patrimoni a Amposta i Tortosa, cosa que demostra l’interès que tenien en aquests llocs. Les accions dels reis s’emparaven en el fet que els seus avantpassats havien estat benefactors importants, com ho recordava el Papa Climent V al rei Jaume II a propòsit de l’Hospital: «...que volrets quels Espitalers vos serversquen... per ço han aut de vostres predecessors ço que han...».12 El mateix Jaume II havia reivindicat els seus antecessors com a promotors del Temple a l’hora d’intervenir en temes interns.13 Semblantment, va recordar al mestre de Rodes que els seus avantpassats havien fet donacions i havien privilegiat els hospitalers, com també els templers.14

Després de la caiguda d’Acre el 1291, algunes de les crítiques van recaure directament en el patrimoni dels ordes, i des de la mateixa església s’emfasitzà la necessitat que els recursos occidentals d’aquests es destinessin estrictament a la defensa de Terra Santa. Fins i tot Pere Dubois va defensar en el De recuperatione Terre Sancte que els hospitalers i els templers devien subsistir únicament de les propietats a Síria i que les occidentals, un cop confiscades, servirien per a proveir subsidis per a les croades.15 Mentrestant, els dos instituts militars miraven d’instal·lar-se en altres indrets, i quan l’Hospital s’establí a Rodes el 1309 va quedar com a defensor de la Cristiandat llatina a Ultramar. Climent V (1305-1314) i Joan XXII (1316-1334) van reivindicar aquest paper de defensor de la Cristiandat i del sosteniment de Terra Santa en moltes de les butlles i missives emeses en relació amb la institució.16 S’iniciava un procés de llarga durada on l’orde hospitaler era identificat com a principal sustentador de la Cristiandat enfront dels perills musulmans a la Mediterrània oriental.

D’aquesta manera, un conjunt de canvis ideològics, polítics, geopolítics a la Mediterrània i també eclesials van propiciar la reorganització dels ordes militars internacionals en els territoris de la Corona d’Aragó a inicis del segle XIV. El resultat va ser una major incidència i tutela envers els hospitalers per part del poder polític des del regnat del rei Jaume II, i una major intervenció del papat en defensa dels seus drets i com a principals valedors del projecte croat. Els pontífexs van vetllar per la integritat patrimonial, la preservació del funcionament independent de l’orde, de les seves institucions i per la viabilitat del centre de poder a Rodes, però des de l’exercici de la realpolitik, que va permetre refundar l’Hospital. La institució assentada en un nou context mediterrani reforçà l’engranatge administratiu internacional, en especial en la provisió de rendes per al convent, tot aixoplugant-se en el papat i sovint per a limitar l’intervencionisme monàrquic en auge. D’altra banda, en el primer terç del segle XIV, el rei va propiciar una nova configuració patrimonial de l’orde santjoanista, que esdevingué un instrument del desplegament polític reial, sense menyscapte de les obligacions militars. Alternativament, el pontificat i el mestre de Rodes van emfasitzar els seus lideratges i activitat política en i a través de la institució. En aquest sentit, els fonaments de poder patrimonial i militar assolits anteriorment van culminar en la politització de l’orde, sovint relacionada amb la seva organització internacional. Les solucions derivades de la intervenció del patrimoni templer van ser el punt d’inflexió en la renovació de l’Hospital, que es convertí en una entitat política principal a l’empara del rei, del papa, del mestre de Rodes, i també a voltes dels estaments. La major operativitat internacional coincidí amb un desenvolupament administratiu i econòmic extraordinari, atractiu per als poders regionals i necessari per a la seva condició de peça destacada en el tauler polític internacional.

 

LA INTERVENCIÓ DEL TEMPLE I LA INCIDÈNCIA EN L’ORDE DE L’HOSPITAL A ARAGÓ I A CATALUNYA

L’abolició de l’orde del Temple va ser un procés polític que, conduït pel rei i avalat pel pontífex, va permetre que en el concili provincial de Tarragona de 1308, el rei Jaume II obtingués l’autorització per a detenir els templers i confiscar-ne les propietats.17 L’apropiació del patrimoni era central en el procés en contra de l’orde, i de fet el mateix Jaume II ja havia endegat el procés d’emparar-se dels béns a darreries del 1307.18 A més, poc abans una comissió de templers li havia manifestat la preocupació que les propietats fossin atacades per nobles.19 Els setges per a reduir els templers van ser llargs, en total es prolongaren més d’un any i mig, i el rei hi va negociar abans d’arribar a l’assalt final. Les tropes reials van trobar resistència en fortificacions com Miravet i Montsó, que van caure a finals del 1308 i el 1309, i a localitats veïnes que no volien abandonar els seus senyors com ara Cantavieja o Chalamera.20 En cap lloc de l’Occident feudal els templers van mostrar tanta oposició, i això segurament té relació amb l’envergadura de les fortificacions, l’organització militar i les adhesions dels dependents.

L’estabilització de l’Hospital a Rodes va permetre al papat defensar-lo com a beneficiari del patrimoni del Temple. Així es resolgué en el concili de Viena del Delfinat el 1312, on es va proclamar la dissolució del Temple i s’establí la transferència dels béns a l’Hospital amb la butlla Ad providam Christi del papa Climent V.21 Pocs dies després, el pontífex va exceptuar els territoris hispans i va suspendre la resolució, per bé que la va reservar a la seu apostòlica.22 En l’àmbit de la Corona d’Aragó es reuní un altre concili a Tarragona,23 que a diferència de França, establí l’absolució dels templers, ara subjectes al diocesà, i alguns d’ells van quedar-se en les seves comandes pensionats vitalíciament.24

El rei Jaume II no estava disposat a acceptar la proposta de passar el patrimoni del Temple a l’Hospital i va endegar una complicada negociació amb els papes Climent V i Joan XXII, així com amb altres representats de l’església. Joan XXII va manifestar que la «unió» dels ordes era perniciosa en el cas d’Espanya, a diferència d’altres llocs, però va precisar que no seria correcte «desfer» allò que havia previst el seu predecessor.25 El monarca volia mantenir dos ordes,26 perquè temia l’agrupació de patrimonis si se’n concentraven dos tan importants, i que això ocasionés una acumulació de poder, perquè «tot príncep e a tot senyor...» si té sotmès «al massa poderós ho ha a aver difícilment e trobay a vegades gran rebel·lió...». Per tant, el poder excessiu del nou institut militar podia desembocar en rebel·lió, a més advertia del perill que significaria per al rei, que, d’altra part, no seria d’utilitat per als senyors com ho havia estat anteriorment.27 Altres dignataris es feien ressò del «perill» que corria el regne si s’unien els ordes, clarament en institucions com les corts, segons el bisbe de València explicava al papa.28 El mateix pontífex va indicar als cardenals que la unió no es podia dur a terme als territoris del rei Jaume II a causa dels perills i perjudicis que li podien causar, així com al regne.29 A més d’això, es podria formar una franja de domini hospitaler en el corredor de l’Ebre i les comandes més enllà del riu Sènia, que separaria València d’Aragó i de Catalunya,30 situació que de forma més limitada ja havia estat objecte de les intervencions de 1280 i 1294.

En un altre ordre de coses, Jaume II volia fer-se amb el control de castells templers que tenien interès estratègic i patrimonial31 i a més planejava crear un nou orde amb els béns templers a València que tindria Montesa com a centre i estaria lligat a Calatrava. Argumentava que la pujança d’un nou orde hospitaler posaria en risc la defensa de la frontera situada en el regne de València, en quedar un únic orde que intervindria des d’un sol lloc. Així, era indispensable crear una cavalleria permanent i forta, que ocupés els castells d’aquella regió.32 Ja Pere el Catòlic havia fundat un orde sota la seva tutela per a la defensa costera a sant Jordi d’Alfama, el 1201, en un àrea de forta implantació hospitalera i templera, que, per cert, acabaria en mans de Montesa el 1400.

Mentre van durar les negociacions pel patrimoni templer, des de 1307 a 1317, el rei Jaume II va ser força escrupolós amb aquests béns.33 Així, va recuperar apropiacions en mans privades,34 tot i què va utilitzar beneficis i béns mobles dels templers per a recobrar el que havia gastat en els setges, per les elevades pensions dels frares, per a pagaments de tota mena i va ingressar sumes a la hisenda reial en una època de grans necessitats financeres.35

Finalment, el papa Joan XXII establí que tot el patrimoni templer havia de passar a mans dels hospitalers en el regne d’Aragó i a Catalunya, segons havien acordat amb el representant del rei Vidal de Vilanova. La butlla Ad fructus uberes del juny de 1317 va fixar les condicions en què s’havia d’executar el traspàs i de la nova configuració dels dominis dels hereus.36 En les primeres ratlles d’aquesta missiva dirigida a l’arquebisbe de Tarragona i altres prelats, el pontífex reivindicava l’Hospital, que n’era institució beneficiària. D’aquesta manera, destacava que els seus membres havien estat defensors de la fe ortodoxa, de la religió cristiana i que obraven pro recuperatione Terre Sancte. Calia remarcar la «utilitat» funcional d’una institució que, propera al Temple, ara havia de servir a l’eventual recuperació de Terra Santa. Per això i per la seva condició de fidelitat a l’ortodòxia, els hospitalers no podrien ser acusat de càrrecs que havien acabat amb els seus correligionaris. El pontífex feia, també, un breu recompte de com el papat havia previst la transferència del patrimoni del Temple a l’Hospital des de 1308. Després estipulava que en el cas del regne de València, el monestir de Montesa, al castell de Montesa, es quedaria amb el patrimoni dels hospitalers i templers, a excepció de la comanda de Torrent de València i les possessions a València dels hospitalers.37

Joan XXII destacava el paper que els montesians havien de jugar en la defensa del regne de València i dels cristians que hi vivien, així com en termes més generals en destacava que servirien per exaltar la Cristiandat i per a oprimir als infidels. Consignes semblants havien estat assignades als altres ordes militars en l’expansió de la Corona d’Aragó, però ara l’accent requeia en la defensa del regne i en atribuir tasques diferents als hospitalers, implicats en el rellançament del projecte croat. Des del punt de vista pontifical, cada institució havia de servir per a propòsits específics i s’assignava un rol regional i internacional a una i l’altra institució. Els hospitalers van consentir la cessió dels seus béns a canvi dels templers a Catalunya i Aragó.38

En atribuir el patrimoni templer als santjoanistes, el papa va disposar que el castellà d’Amposta, és a dir el principal mandatari a la Corona d’Aragó, i els comanadors haurien de prestar homenatge al rei en prendre possessió del seu domini. Aquesta exigència situava els dignataris santjoanistes en una posició de vassallatge envers el rei, i assimilava el priorat o castellania d’Amposta i les comandes en àmbits dependents del rei, més que en els temps anteriors.

Les garanties en la transferència dels béns als hospitalers

El papa Joan XXII va desplegar moltes accions per a garantir el procés de transferència dels béns als hospitalers, i per això va demanar a Jaume II que desemparés l’Hospital dels que havien estat del Temple i va revocar qualsevol alienació.39 Jaume II va lliurar finalment divuit comandes templeres a Catalunya i vint a Aragó al castellà d’Amposta, a les quals va afegir les de València i Mallorca el 1317, però hi hagué múltiples dificultats en l’acompliment definitiu del traspàs patrimonial.

A darreries de l’any 1317 es van fer els actes de presa de possessió per part del castellà d’Amposta davant del notari del rei. Aleshores, fra Martí Pérez d’Orós accedí al castell d’Ascó i localitats de la comanda, on va rebre el jurament de fidelitat dels jurats en nom de les respectives universitats després d’ocupar el lloc.40 En el document notarial s’explicava que la situació era el resultat de «la unió» dels béns del Temple amb l’Hospital per rescriptum papale sigilatum et bullatum, i que el castellà havia mostrat als homes d’Ascó i Riba-roja la carta del rei Jaume, on ordenava la transferència i el jurament de fidelitat d’aquells homes. Amb les referències als documents papal i reial, així com amb als juraments, es legitimava la presa de possessió per part dels hospitalers gràcies als registres escrits i expressions gestuals. En l’entrada de l’església del Temple a Tortosa, una làpida va servir per a perpetuar l’acte de presa de possessió feta pel castellà de tots els béns templers a Tortosa i, segons deia, de tot el que tenien a Catalunya i Aragó: «e puys aprés de tots los altres béns en Aragó e en Catalunya».41 Sembla força rellevant que la institució fes memòria dels actes que legalitzaven i garantien el canvi de la dominació feudal, i sobretot que en fes publicitat, en un lloc tan emblemàtic com Tortosa, en un gravat en pedra a l’entrada de l’església. D'aquesta manera, la presa de possessió seria recordada per sempre.

A més d’això, el pontífex va implicar els poders diocesans per a assegurar la correcta transferència dels béns, i va enviar missives amb instruccions generals i particulars per tal de restituir, o fins i tot defensar per la via judicial el patrimoni dels hospitalers que havia caigut en mans d’eclesiàstics i, sobretot, de laics.42 En aquest sentit, cal destacar la intervenció del papat, que fins aquelles dates havia estat un referent principal en la legitimació i defensa dels ordes en un pla més teòric que efectiu. En canvi, amb la seva actuació havia aconseguit que l’herència del Temple quedés en mans de l’Església i que l’Hospital fos una destacadíssima institució en les relacions internacionals, sobretot a l’àmbit mediterrani.