La literatura medieval hispánica en la imprenta (1475-1600)

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From the series: Parnaseo #28
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La propia materialidad de ambos textos —la Leyenda de los santos ocupaba la mitad de las páginas que un Flos Sanctorum impreso, además, en folio prolongado— delata toda su distancia. Todo parece indicar que el lugar del Flos Sanctorum renacentista se hallaba en los anaqueles de la biblioteca conventual, como lectura de refectorio incluso, como declaraba el citado Pedro de la Vega en la epístola que encabezaba la edición de 1521. A cambio, la Leyenda de los santos parece destinada a un público más amplio y menos exigente, en muchos casos seglar, como aquel joven Íñigo de Loyola convaleciente en la casa familia de Azpeitia. A esa luz cobran un nuevo sentido numerosos detalles de ambos legendarios. Por ejemplo, la presencia de un par de leves «imposturas» en dos ediciones de la Leyenda de los santos de mediados del Quinientos. La impresión de la obra debida a Juan Ferrer en 1554, en efecto, aparecía encabezada por un paratexto que nada tenía que ver con ella: la epístola proemial que el insigne corrector del Flos Sanctorum renacentista, Pedro de la Vega, había ubicado al frente de este último texto en su edición de 1521. La siguiente Leyenda de los santos de la que tenemos noticia —la impresa por Sebastián Martínez, en Alcalá de Henares, en 1567— aparecerá también adornada con un prólogo usurpado al Flos Sanctorum: el preparado por el franciscano Martín de Lilio para su revisión de este último texto, en 1556. La presencia de esos paratextos impostados al frente de la Leyenda de los santos no aspiraba, seguramente, a engañar a ninguno de sus lectores. Pero quizá sí a diluir un tanto toda la distancia existente entre ambos proyectos hagiográficos, cobrando para sí algo del prestigio ganado por el Flos Sanctorum renacentista a lo largo del siglo.25 A la altura de 1578, la aparición en el horizonte editorial de un novedoso santoral —el debido al maestro toledano Alonso de Villegas— cerraría para siempre esa tensión entre ambos proyectos hagiográficos, por la vía de su desaparición. Con ello, se abriría una nueva era en la historia de nuestro legendario, curiosamente tejida también sobre la competencia entre dos textos: el citado Flos Sanctorum de Villegas y el santoral homónimo —algo más tardío y sin duda más exigente— del jesuita Pedro de Ribadeneyra.

1. El presente trabajo forma parte del Proyecto de Investigación I+D FFI2012-32259 «Reescrituras y relecturas: hacia un catálogo de obras medievales impresas en castellano hasta 1600», concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad. Se inscribe en el grupo investigador «Clarisel», que cuenta con la participación económica tanto del Departamento de Ciencia, Tecnología y Universidad del Gobierno de Aragón como del Fondo Social Europeo.

2. La distinción entre la Compilación A y la Compilación B (y el descubrimiento de la filiación de la primera con el Flos Sanctorum renacentista) se deben a Billy Bussell Thompson y John K. Walsh, «Old Spanish Manuscripts of Prose Lives of the Saints and Their Affiliations. I: Compilation A (the Gran flos sanctorum)», La Corónica, 15, 1 (1986-1987), pp. 17-28. Aunque fue Galo Francisco González el primero en diferenciar «dos grupos de manuscritos que se corresponden a dos traducciones distintas», como ha recordado recientemente Fernando Baños Vallejo, «Para Isabel la Católica: la singularidad de un Flos sanctorum (Ms. h.II.18 de El Escorial)», en Los códices literarios de la Edad Media. Interpretación, historia, técnicas y catalogación, eds. P. M. Cátedra, E. B. Carro Carbajal y J. Durán Barceló, Salamanca, Cilengua-Instituto de Historia del Libro y de la Lectura, 2009, pp. 161-193, esp. p. 166, de acuerdo con María Mercedes Rodríguez Temperley. La vinculación entre la Compilación B, el Flos Sanctorum con sus ethimologías y la Leyenda de los santos aparecía ya insinuada en un trabajo de Carlos Alberto Vega, La «Vida de San Alejo». Versiones castellanas, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991. Ofrezco un sucinto análisis de la trayectoria de ambas familias en José Aragüés Aldaz, «Los flores sanctorum medievales y renacentistas: brevísimo panorama crítico», en Literatura medieval y renacentista: líneas y pautas, eds. N. Fernández Rodríguez y M. Fernández Ferreiro, Salamanca, La Semyr, 2012, pp. 349-361. Para una visión de conjunto de ambas compilaciones medievales, añádanse los panoramas de Fernando Baños Vallejo, «Flos Sanctorum en castellano (o Leyenda de los santos)», en Diccionario Filológico de Literatura Medieval Española. Textos y transmisión, eds. C. Alvar y J. M. Lucía Megías, Madrid, Castalia, 2002, pp. 568-574, y Las Vidas de Santos en la Edad Media, Madrid, Ediciones del Laberinto, 2003, pp. 102-106; 229-231; 240-245, José Aragüés Aldaz, «Para el estudio del Flos Sanctorum renacentista (I). La conformación de un género», en Homenaje a Henri Guerreiro. La hagiografía entre historia y literatura en la España de la Edad Media y del Siglo de Oro, ed. M. Vitse, Madrid, Iberoamericana, 2005, pp. 97-147, y Vanesa Hernández Ámez, «Censo bibliográfico de la hagiografía medieval castellana», en Boletín Bibliográfico de la AHLM, Cuaderno bibliográfico 26 (2004), pp. 369-439, esp. pp. 407-419; disponible en red, en F. Baños Vallejo, Coordinación de la Edición de Hagiografía Castellana [Web], Oviedo, Universidad de Oviedo, 2014, <http://www.unioviedo.es/CEHC/pdf/Censo/Censo.pdf> [Consulta: abril 2015]. A esta última autora se debe un estudio mucho más específico, Descripción y filiación de los «Flores Sanctorum» medievales castellanos, tesis doctoral dirigida por F. Baños Vallejo, Universidad de Oviedo, leída en 2006; disponible en red, en Hagiografía Hispánica [Web], dirs. M. García Sempere y F. Baños Vallejo, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2014, <http://www.cervantesvirtual.com/obra/descripcion-y-filiacion-de-los-flores-sanctorum-medievales-castellanos> [Consulta: abril de 2015], donde se ofrece la datación de los testimonios, su descripción codicológica y una detallada presentación de sus contenidos, con útiles tablas de correspondencias (aunque sus conclusiones a propósito de la filiación de los testimonios eran, lógicamente, muy provisionales todavía). Para la posesión nobiliaria de los códices, vid. Fernando Baños Vallejo, «Para Isabel la Católica...», art. cit., y «Vidas de santos en manos de nobles: mecenas y coleccionistas», en Estudios sobre la Edad Media, el Renacimiento y la Temprana Modernidad, eds. F. Bautista y J. Gamba, San Millán de la Cogolla, Semyr-Cilengua, 2010, pp, 61-76. Un excelente análisis del santoral incluido en el ms. de la BNE 10252, ajeno a las dos familias aquí mencionadas, en Francisco Bautista, «Bernardo de Brihuega y la colección hagiográfica del ms. BNE 10252», Zeitschrift fur Romanische Philologie, 130 (2014), pp. 71-104. De los legendarios de Villegas y Ribadeneyra, por su parte, me ocupé en José Aragüés Aldaz, «El santoral castellano en los siglos XVI y XVII. Un itinerario hagiográfico», Analecta Bollandiana, 118 (2000), pp. 329-386. Y cf. también Helena Carvajal González y Silvia González-Sarasa, «Los Flos sanctorum: la impronta de la tradición manuscrita en la evolución de un producto editorial», en Literatura medieval..., ob. cit., pp. 433-442. Ofrezco una bibliografía más extensa y algunos materiales complementarios, en «Tendencias y realizaciones en el campo de la Hagiografía en España (con algunos datos para el estudio de los legendarios hispánicos)», en Actas del XVIII Congreso de la Asociación de Archiveros de la Iglesia en España = Memoria Ecclesiae, ed. A. Hevia Ballina, 24 (2004), pp. 441-560, y en Carlota Abad Asín y José Aragüés Aldaz, «Bibliografía áurea y dieciochesca», en Hagiografía Hispánica [Web], dirs. M. García Sempere y F. Baños Vallejo, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2014<http://www.cervantesvirtual.com/obra/bibliografia-hagiografica-aurea-y-dieciochesca> [Consulta: mayo de 2015].

3. Ofrezco un análisis más detallado de la filiación entre esos testimonios en José Aragüés Aldaz, «La Leyenda de los santos: orígenes medievales e itinerario renacentista», Memorabilia, en prensa. Allí se encontrará una nómina de estudios consagrados al análisis individual de algunos relatos presentes en los manuscritos.

4. El texto del incunable (Washington, Library of Congress, X-F-59) puede leerse en la edición de Marcos Cortés Guadarrama, El «Flos Sanctorum con sus ethimologías». Estudio y edición, tesis doctoral dirigida por F. Baños Vallejo, Universidad de Oviedo, leída en 2010; disponible en red, en Hagiografía Hispánica [Web], dirs. M. García Sempere y F. Baños Vallejo, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2014 <http://www.cervantesvirtual.com/obra/el-flos-sanctorum-con-sus-ethimologias-edicion-y-estudio> [Consulta: abril de 2015]. Para su deuda con la versión B1 y la relectura de la Legenda aurea latina que transparenta su redacción, José Aragüés Aldaz, «La Leyenda de los santos...», art. cit. No faltan algunos acercamientos parciales a sus contenidos. Véanse, ante todo, Marcos Cortés Guadarrama, «Santo Toribio: una variante primitiva de la leyenda en el Flos Sanctorum con sus ethimologías», Medievalia, 37 (2010), pp. 431-448, «De la Transfiguración de nuestro Señor en el Flos Sanctorum con sus ethimologías», en Estudios sobre la Edad Media, ob. cit., pp. 117-128, «“Para saber del Anticristo e de otras cosas”: sobre un índice comentado en el Flos Sanctorum con sus ethimologías», en Actas del XIII Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval (Valladolid, 15-19 de septiembre de 2009). In Memoriam Alan Deyermond, eds. J. M. Fradejas, D. Dietrick, D. Martín y M. J. Díez, Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid-Universidad de Valladolid, 2010, I, pp. 583-598. Y añádanse los primeros trabajos de Fernando Baños Vallejo, «El Flos Sanctorum con sus ethimologías. Primer incunable del género», Natalia Fernández Rodríguez, «El Flos Sanctorum con sus ethimologías. Más allá de la Legenda aurea: San Julián y Santa Basilisa», Vanesa Hernández Ámez «El Flos Sanctorum con sus ethimologías: relaciones con la tradición manuscrita medieval», y José Aragüés Aldaz, «El Flos Sanctorum con sus ethimologías: el incunable, la Compilación B y la Leyenda de los santos», en Actas del XI Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval (León, 16 a 21 de septiembre de 2005), eds. A. López Castro y M. L. Cuesta Torre, León, Universidad de León, 2007, II, pp. 287-297; 543-550; 673-684 y 197-215.

 

5. Al respecto de esa mixtura de fuentes en la Leyenda de los santos y de la trayectoria de la obra en las prensas —resumida en las páginas que siguen—, vid., de nuevo, José Aragüés Aldaz, «La Leyenda de los santos...», art. cit. La reconstrucción de esa trayectoria debe mucho a un par de estudios interesados por un relato incorporado al texto (la Historia del glorioso mártir sant Víctores, escrita por Andrés Gutiérrez de Cerezo), debidos a Víctor Infantes, «Pormenores de la filología impresa. Hacia el texto editorial (I)», en Filologia dei testi a stampa (Area Iberica), eds. P. Botta, A. Garribba y E. Vaccaro, Módena, Mucchi Editore, 2005, pp. 282-308, y Fernando Baños Vallejo, «San Vítores en otro incunable (II): edición de Juan de Burgos (1499)», en Homenaje a Isabel Uría Maqua = Archivum, 54-55 (2004-2005), pp. 395-419. También analizan la presencia de ese relato en la obra Marco A. Gutiérrez, Pasión, historia y vida de San Víctor[es]. Estudio filológico, Cerezo del Río Tirón, Ayuntamiento, 2004, y Marino Pérez Avellaneda, San Vítores: iconografía y culto, Vitoria, Asociación Cultural Cerasio, 2009. Al citado propósito de la trayectoria editorial de la Leyenda de los santos, resultan igualmente imprescindibles los trabajos del mismo Fernando Baños, «La transformación del Flos Sanctorum castellano en la imprenta», en Vides medievals de sants: difusió, tradició i llegenda, eds. M. Garcia Sempere y M. À. Llorca Tonda, Alicante, Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana, 2012, pp. 65-97, y de António-José de Almeida, «Vidas e ilustrações das santas penitentes desnudas no deserto e em peregrinação, no Flos Sanctorum de 1513», Via Spiritus, 16 (2009), pp. 109-158, detenidos en algunas de las xilografías que adornan los volúmenes. A ellos deben añadirse los conocidos trabajos de Carlos A. Vega sobre las hagiografías de San Alejo y San Amaro, con presencia también en la obra (Hagiografía y literatura. La Vida de San Amaro, Madrid, El Crotalón, 1987, y La «Vida de San Alejo»..., ob. cit.), y sobre otros aspectos de esta última: «Erotismo y ascetismo: imagen y texto en un incunable hagiográfico», en Erotismo en las letras hispánicas: aspectos, modos y fronteras, eds. L. López-Baralt y F. Márquez Villanueva, México, El Colegio de México-Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, 1995, pp. 479-499, y «La hagiografía popular del siglo XV: Santos, santas y travestíes», en Vides medievals de sants..., ob. cit., pp. 123-142. Otros capítulos de la Leyenda de los santos que han merecido la atención de la crítica son los dedicados a Santa María y San José, analizados en los trabajos de Laurentino María Herrán, «San José en las Vidas de Cristo y de María del siglo XVI», en Actas del II Simposio Internacional «San José en el Renacimiento (1450-1600)» (Toledo, 19-26 septiembre 1976) = Estudios Josefinos, 61-62 (1977), pp. 447-475, y «Santa María en los Flos Sanctorum», Scripta de María, IV (1981), pp. 211-260, y V (1982), pp. 349-381, y Simeón Tomás Fernández, «En el Flos Sanctorum del 1520 la primera Vida de San José en castellano», Actas del XVIII Congreso de la Asociación de Archiveros..., ob. cit., pp. 409-426, y el consagrado a Santiago Apóstol, estudiado por Fernando Baños Vallejo y Vanessa Hernández Ámez, «La más breve Vida de Santiago. Leyenda de los santos, Juan de Burgos (1499)», en Formas narrativas breves en la Edad Media, ed. E. Fidalgo, Santiago de Compostela, Universidade, 2005, pp. 93-122.

6. Esto último es lo que sugiere, en efecto, la reutilización de una de sus xilografías (la correspondiente a la vida de San Eustaquio) en una obra salida del mismo taller burgalés en febrero de 1498 (el Baladro del sabio Merlín). El dato fue apuntado en fechas recientes por Fernando Baños, quien anotaba de paso la coincidencia de esa datación temprana con las primeras observaciones de Vindel en «La transformación del Flos Sanctorum castellano en la imprenta...», ob. cit., pp. 85-86. El volumen, en Londres, British Library, IB 53312.

7. Mário Martins, «Santos “extravagantes”, num Flos Sanctorum de 1513», Brotéria, 60 (1955), pp. 264-276, y «O original em castelhano do Flos Sanctorum de 1513», Brotéria, 71 (1960), pp. 585-594, Harvey L. Sharrer, «The Life of St. Eustace in Ho flos sanctorum em lingoagem portugues (Lisbon, 1513)» en Saints and their Authors: Studies in Medieval Hispanic Hagiography in Honor of John K. Walsh, eds. J. E. Connolly, A. D. Deyermond y B. Dutton, Madison, The Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1990, pp. 181-196, y «Juan de Burgos: impresor y refundidor de libros caballerescos», en El libro antiguo español. Actas del primer Coloquio Internacional (Madrid, del 18 al 20 de diciembre de 1986), eds. M. L. López Vidriero y P. M. Cátedra, Salamanca, Universidad de Salamanca-Biblioteca Nacional de Madrid-Sociedad Española de Historia del Libro, 1993, pp. 361-369, Cristina Sobral, «Eremitas orientais na Leyenda de los Santos (Burgos, 1500) e no Flos Sanctorum (Lisboa, 1513)», en Medievalismo en Extremadura. Estudios sobre Literatura y Cultura Hispánicas de la Edad Media, eds. J. Cañas Murillo, F. J. Grande Quejigo y J. Roso Díaz, Cáceres, Universidad de Extremadura, 2010, pp. 589-610.

8. B. Iacopo da Varazze, O.P., Leyenda de los santos (que vulgarmente Flos Santorum llaman), ed. F. J. Cabasés, Madrid, Universidad Pontificia de Comillas-Institutum Historicum Societatis Iesu (MHSI, series nova, 3), 2007. Y léanse allí las pp. XXVI-XXXIX, para esa casi segura identificación de la Leyenda de los santos con el libro leído por San Ignacio, y al propósito de la tardía llegada del ejemplar actualmente custodiado en el Archivo (sign. 30-20 19). El libro procedería de la venta de los libros del Príncipe Borghese, en 1892. Como recuerda Simeón Tomás Fernández, «En el Flos Sanctorum del 1520...», art. cit., pp. 410-411, dicha procedencia resulta difícilmente compatible con otra hipótesis sobre el origen del ejemplar, que lo hacía formar parte de los libros aportados al Santuario por el Padre Arévalo tras el restablecimiento de la Compañía, en torno a 1816. El volumen de Loyola había merecido ya la atención del P. Leturia, quien ofrecía un cumplido análisis de algunos de sus contenidos en «El “Reino de Cristo” y los prólogos del Flos Sanctorum de Loyola», Manresa, 4 (1928), pp. 334-349; y cf., del mismo autor, El gentilhombre Íñigo López de Mendoza, Barcelona, Labor, 1941. Por lo que respecta al interés bibliológico despertado por el ejemplar, vid. Víctor Infantes, «Pormenores de la filología...», ob. cit., p. 302. La identificación del taller y de la fecha de impresión son asuntos muy recientes (y no coincidentes en el tiempo). La pertenencia del volumen al taller sevillano de Juan Varela fue señalada por Emília Colomer Amat, «El Flos Sanctorum de Loyola y las distintas ediciones de la Leyenda de los santos. Contribución al catálogo de Juan Varela de Salamanca», Analecta Sacra Tarraconensia, 72 (1999), pp. 109-142. La misma autora apuntaba la fecha de 1520 para el volumen, adscribiéndolo así a la misma edición postulada por Norton para algunos folios sueltos conservados, pertenecientes a otro ejemplar. Sin embargo, Julián Martín Abad, Post-incunables ibéricos, Madrid, Ollero y Ramos, 2001, n. 709-710, ha mostrado que se trata de dos ediciones distintas producidas en el mismo taller de Juan Varela, manteniendo para los folios sueltos la fecha de 1520 y asignando al volumen de Loyola una datación algo más tardía: 1520-1521.

9. Cf. respectivamente: Munich, Bayerische Staats Bibliothek, 2 V.ss.c.71; Praga, Národní knihovna, 21 F 59; Madrid, Biblioteca Nacional de España, R-520; Oxford, Balliol College Library, Spec. Coll. 0550 e 05.

10. La edición toledana de 1511 es citada en el Regestrum colombino con la entrada 2158: «Legenda seu flos sanctorum in lingua hispanica (...) Imp. en Toledo anno .1511. augusti .25.». La atribución a Juan Varela, en Víctor Infantes, «Pormenores de la filología...», ob. cit., pp. 302-303. Por lo que respecta a las ediciones sevillanas, cf. supra nuestra nota 8. La impresión zaragozana de 1551 fue descrita por Juan Manuel Sánchez, Bibliografía aragonesa del siglo XVI, Madrid, Imprenta Clásica Española, 1913-1914: II, 5-7, nota 315, quien reproducía su portada. El propio Infantes, «Pormenores de la filología...», ob. cit., p. 303, recuerda que la obra no figura hoy entre los fondos de la Real Academia de la Lengua, donde la ubicaba Sánchez.

11. El paratexto es una aprobación firmada por el Dr. Millán a 12 de octubre de 1567, incluida en la última edición conocida del texto (la sevillana de 1579): «Vi el Flos Santorum impreso en Alcalá de Henares por Andrés de Angulo, y corregido por el Doctor Majuelo, y con licencia del doctor Valboa, vicario general de la dicha Alcalá, el cual tiene CCLXXVIII hojas, y comienza deste manera: “Comienza el prólogo, &c.”. Y acaba: “a los que con devoción a él han reclamado”. Y juntamente la Vida de los Cartujos, y la de sant Cosme y Damian, y la concepción de Nuestra Señora. Lo cual se añedió al dicho Flos Sanctorum para que quedase con más integridad y perfección». Los nombres del impresor y el corrector (Andrés Angulo y el Dr. Majuelo, respectivamente) y la referencia a esos tres capítulos añadidos permiten distinguir esta impresión de la ofrecida por Sebastián Martínez de un texto corregido por el Dr. Carrasco, en el que, por lo demás, tan solo se hallaba presente el capítulo sobre san Cosme y san Damián. Esta última —con licencia de impresión dada a 10 de octubre de 1566— es así levemente anterior.

12. Harvey L. Sharrer, «The Life of St. Eustace...» ob. cit., Víctor Infantes, «Pormenores de la filología...», ob. cit., pp. 299-304, Fernando Baños Vallejo, «San Vítores en otro incunable...», ob. cit. Y vid. además Cristina Sobral, «Eremitas orientais...», ob. cit.

13. Miguel Ángel Pallarés Jiménez, La imprenta de los incunables de Zaragoza y el comercio internacional del libro a finales del siglo XV, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 2003, pp. 114-117.

14. Cf. infra nuestra nota 19.

 

15. Cf. infra nuestra nota 18.

16. Los ejemplares de los preliminares sueltos, en Boston, The Boston Public Library, Q.403.88, y Londres, British Library, IB 53235 (donde se hallan encuadernados, de modo facticio, con el volumen correspondiente a la citada edición de la Leyenda de los santos de Juan de Burgos). La constatación de que ambos preliminares corresponden a dos impresiones distintas es asunto reciente. Al respecto, Fernando Baños Vallejo, «La transformación del Flos Sanctorum castellano en la imprenta...», ob. cit., p. 83.

17. António-José de Almeida, «Vidas e ilustrações das santas penitentes...», art. cit., y Fernando Baños Vallejo, «La transformación del Flos Sanctorum castellano en la imprenta...», ob. cit.

18. Vagad había nacido en Zaragoza en el primer cuarto del siglo XV (según Latassa). Fue portaestandarte del arzobispo de Zaragoza D. Juan de Aragón. Profesó en el monasterio cisterciense de Santa Fe, de Zaragoza, y de allí pasó a San Juan de la Peña. Fue en 1495 cuando obtuvo el cargo de cronista oficial del reino, a instancias del arzobispo de Zaragoza, Alonso de Aragón. Al respecto, Mário Martins, «O original em castelhano...», art. cit., p. 589, y Carmelo Lisón Tolosana, «Vagad o la identidad aragonesa en el siglo XV (Antropología social e Historia)», en Culturas Populares. Diferencias, divergencias, conflictos. Actas del Coloquio celebrado en la Casa de Velázquez (30 de noviembre, 1-2 de diciembre de 1983), eds. Y-R. Fonquerne y A. Esteban, Madrid, Casa de Velázquez-Universidad Complutense, 1986, pp. 287-328, esp. pp. 96-100. El Monotessaron de Gerson constituía, en efecto, una narración concordada de los cuatro evangelios, desde la Encarnación hasta la Ascensión, aunque los capítulos sobre la Pasión también circulaban exentos en el siglo XV (al respecto, vid. de nuevo Mário Martins, «O original em castelhano...», art. cit., pp. 589-590). A propósito de la segunda de las cartas citadas, vid. Hugo Óscar Bizzarri y Carlos N. Sainz de la Maza, «La “Carta de Lentulo al senado de Roma”: fortuna de un retrato de Cristo en la Baja Edad Media castellana», Rilce, 10 (1994), pp. 43-58. La posibilidad de que la edición zaragozana de 1490 incorporara ya el apéndice de «extravagantes» viene sugerida por su propia extensión: cuarenta cuadernos conformaban la obra en esa impresión, según sabemos por el contrato entre Juan Hurus y Malférit, y treinta y ocho tiene, con ese apéndice y sin los preliminares, la Leyenda de los santos impresa por Juan de Burgos

19. La relación entre las Vidas de los santos religiosos de Egipto y la Leyenda de los santos fue desvelada por Cristina Sobral, «Eremitas orientáis...», ob. cit. Gonzalo García de Santa María, jurista, historiador y traductor, formaba parte del círculo de protegidos del arzobispo Alonso de Aragón, junto a Vagad y otros humanistas (como Lucio Marineo Sículo). Fue él quien convenció al impresor Hurus para que permaneciese con su taller en Zaragoza. En este sentido, son varias las obras debidas a su pluma que vieron la luz en los talleres del impresor. Al respecto, de nuevo Sobral, «Eremitas orientáis...», ob. cit. Y vid. también Carmelo Lisón Tolosana, «Vagad o la identidad...», ob. cit., p. 101, Robert B. Tate, «Gonzalo García de Santa María, bibliófilo, jurista, historiador», en Ensayos sobre la historiografía peninsular del siglo XV, Madrid, Gredos, 1970, pp. 212-227, y Ana Mateo Palacios ed., Las vidas de los sanctos religiosos de Egipto traducidas por micer Gonzalo García de Santa María, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 2015.

20. Al respecto de la sección, vid. Félix J. Cabasés, ed. cit., pp. XLIII-XLIV. Para la nota del Regestrum colombino, Víctor Infantes, «Pormenores de la filología...», ob. cit., pp. 301-302.

21. Véanse, de modo respectivo, Fernando Baños Vallejo, «San Vítores en otro incunable...», art. cit., pp. 401-402, y José Aragüés Aldaz, «La Leyenda de los santos...», art. cit.

22. De nuevo, Fernando Baños Vallejo, «San Vítores en otro incunable...», art. cit., pp. 402-403. Y cf. José Aragüés Aldaz, «La Leyenda de los santos...», art. cit., donde se hallará una descripción más pormenorizada de esos cotejos.

23. Al respecto de esa trayectoria, me permito remitir a un trabajo anterior: José Aragüés Aldaz, «Para el estudio del Flos Sanctorum renacentista...», art. cit.

24. Cf. supra nuestra nota 11.

25. Del trasvase de esos paratextos, y de la competencia entre ambos santorales, me ocupé en un estudio reciente: José Aragüés Aldaz, «La difusa autoría del Flos Sanctorum: silencios, presencias, imposturas», en El autor oculto en la literatura española. Siglos XIV a XVIII, ed. M. Le Guellec, Madrid, Casa de Velázquez, 2014, pp. 21-40.