Formar para transformar en comunidad

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Formar para transformar en comunidad
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FORMAR PARA TRANSFORMAR EN COMUNIDAD

El Proyecto Formativo de la Universidad Francisco de Vitoria

Madrid 2021


© 2021 Editorial UFV

Universidad Francisco de Vitoria

Crta. Pozuelo-Majadahonda, km 1,800

28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid)

editorial@ufv.es

www.editorialufv.es

Primera edición: febrero de 2021

ISBN edición impresa: 978-84-18360-86-2

ISBN edición PDF: 978-84-18360-87-9

ISBN edición EPUB: 978-84-18360-88-6

Depósito legal: M-4827-2021

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

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Impreso en España - Printed in Spain

Índice

PRESENTACIÓN

I. MODELO EDUCATIVO (PILARES DE LA MISIÓN UFV)

La fuente última

Centralidad de la persona

Somos comunidad

Búsqueda comunitaria de la verdad, el bien y la belleza

Formación integral

Síntesis de saberes

Servicio al bien común

Acompañamiento personal

II. MODELO PEDAGÓGICO

Una pedagogía del encuentro

Despertar: asombro y pregunta

Descubrir: discernimiento y certeza

Decidir: conclusión y acción

Repensar y repensarnos

III. MODELO DIDÁCTICO

Aprendizaje por y con competencias

Metodología experiencial

Aprendizaje significativo

Transversalidad y transdisciplinariedad

Amplitud de espacios para el aprendizaje

Exigencia que brota del amor

Evaluación formativa

IV. MODELO CURRICULAR

Nuestra propuesta y su marco legal

Formación humanística

Prácticas sociales

Habilidades y Competencias de la Persona (HCP)

Actividades formativas complementarias

Internacionalización

Viajes y peregrinaciones

Prácticas externas

Trabajo de fin de grado

La vida en el campus

Presentación

Hace 25 años, varias personas unidas por una misma visión y, sobre todo, por una experiencia común de la vida universitaria se embarcaron en el proyecto de crear un ámbito desde el que ofrecer a la sociedad española la vivencia de la formación superior que a ellas se les había regalado. Comenzó entonces una andadura durante la cual muchas otras personas que se han reconocido en esta misma pasión por la universidad se han ido comprometiendo con el proyecto hasta el despliegue de lo que es hoy la Universidad Francisco de Vitoria. En las siguientes páginas se presentan las líneas fundamentales de nuestro proyecto formativo, líneas que, en sus contornos esenciales, ya daban forma a las intuiciones de los comienzos y que se han ido perfilando según la sociedad se transformaba y la realidad y la vida les iban enseñando.

Este documento se estructura en cuatro grandes partes. Primero se expondrán los pilares —los fundamentos filosóficos, antropológicos, epistemológicos y axiológicos—que sustentan nuestra propuesta y constituyen nuestro modelo educativo.1 En esta parte se encontrará una determinada comprensión de la educación superior, derivada de una cierta visión del ser humano. Nuestro modelo educativo es nuestra manera de responder a quiénes somos y qué queremos aportar como institución educativa de formación superior. En él se describe, pues, nuestra identidad y nuestra Misión. Es el núcleo fontanal de toda nuestra propuesta, fuente de sentido e inspiración, así como referencia constante, guía y orientación para nuestro quehacer universitario. Remitimos al documento Nuestra Misión hoy para un desarrollo más extenso y profundo de estos aspectos, de los cuales aquí se ofrece un destilado.

En segundo lugar, a partir de las premisas sentadas en el modelo educativo, entraremos en el núcleo del proceso formativo como tal, para intentar describir el dinamismo que lo dirige e impulsa. Este dinamismo, como veremos, tiene su epicentro en la relación y, concretamente, en ese tipo de relación que, siguiendo la filosofía personalista y dialógica, llamamos encuentro: encuentro del educador con el educando y encuentro de ambos con la realidad. Se trata, en suma, de lo que sería nuestro modelo pedagógico, es decir, la descripción de lo que queremos que suceda en nuestra universidad, en sus aulas —es decir, en el seno de la relación entre profesor y alumno— y más allá de las aulas. Buscamos que ese dinamismo se active por toda la riquísima trama de relaciones que se entreteje en torno a la experiencia universitaria, incluyendo y dando un protagonismo especial al PAS, a las familias de los alumnos y a los Alumni. Todos están llamados a experimentar la fecundidad formativa de la dinámica del encuentro, que es la energía de la que se nutre nuestro modelo pedagógico. Lo que este pretende es describir el tipo de experiencia formativa que queremos provocar, pero no trata de enumerar y explicar aquellas estrategias que se van a desplegar de modo concreto en los distintos entornos de aprendizaje para que ello suceda.

Esto último es el objeto propio del modelo didáctico, que consiste en la explicitación de la forma como queremos que se impartan las enseñanzas universitarias. Con ese fin, se enuncian en él las estrategias y metodologías docentes fundamentales. Dentro del modelo didáctico se especifica también qué tipo de metodología evaluativa responde a nuestro modelo pedagógico. Se incluye también el modelo curricular, que es la forma específica de organizar los planes de estudio de los distintos grados y cursos, estableciendo una determinada distribución, gradualidad y temporalización de los contenidos y experiencias educativas a través de los diversos programas y asignaturas.

El último engranaje de la propuesta lo constituye el modelo de organización, gestión y dirección, que establece la forma ideal en que una institución educativa como la nuestra ha de organizarse para cumplir su misión.

 

Este último aspecto o modelo organizativo no se desarrolla en este documento. Como principios generales para detallarlo en un documento específico, diríamos que debe propiciar la corresponsabilidad y la involucración de todos —cada uno desde su cometido concreto— en la Misión compartida de hacer realidad el proyecto formativo contenido en estas páginas. Aunque para entendernos hablamos de personal docente y personal administrativo y de servicios, no deberían concebirse y vivirse como dos silos separados que casi no se conocen ni se entienden. La forma de organizarse debe reflejar y fomentar la comunidad UFV, una realidad que es una —pues nos une una misma Misión— en la diversidad —pues cada departamento contribuye de un modo propio a esa Misión común.

Finalmente, es importante aclarar que, cuando hablamos de modelo, nuestra intención no es ofrecer un esquema rígido al que debería ajustarse nuestra universidad, ni responder exhaustivamente a cualquier tipo de cuestión que su funcionamiento, en cada uno de los niveles —educativo, pedagógico, didáctico, curricular y organizativo— pueda implicar. Una universidad es una realidad viva que no puede ser atrapada o encorsetada en un esquema férreo salvo a costa de hacerle perder parte de su vigor y frescura. Un modelo es solo un bosquejo teórico de una realidad o sistema complejos que no trata de agotarlos ni de dar todas las respuestas, sino que marca un camino que se debe ir descubriendo y aterrizando en franco y constante diálogo con la vida.

I
Modelo educativo (pilares de la Misión UFV)
LA FUENTE ÚLTIMA

Un modelo educativo es una forma de presentar y proponer el hecho educativo —en nuestro caso, en el nivel superior— que «cuelga» de una determinada forma de comprender al ser humano (una antropología), el conocimiento y la investigación (una epistemología), la acción (una ética) y, en definitiva, el sentido de la existencia. Describir nuestro modelo educativo es poner boca arriba nuestras cartas, manifestar quiénes somos como institución educativa universitaria —nuestra identidad— y qué nos proponemos aportar a la sociedad —nuestra misión—. Todo esto no es sino la fuente última de la que mana toda nuestra propuesta formativa. Los principios o intuiciones básicas que brotan de esta fuente y constituyen nuestro modelo educativo irán descendiendo y aterrizándose en cascada para dar forma sucesivamente a los modelos pedagógico, didáctico, curricular y organizativo.

Como se ha dicho, lo que hay en la base de nuestra propuesta de educación superior es una determinada visión del hombre y de la vida. Este no es el lugar para hacer una presentación exhaustiva de la misma. Es importante, no obstante, brindar los rasgos esenciales y esquemáticos de nuestra antropología, cuyas implicaciones para el hecho educativo y la formación universitaria irán desgranándose en el resto del documento.

Pues bien, partimos de una concepción personalista del hombre; vemos al ser humano como persona: alguien y no algo. Es un ser en el que se da una riquísima multiplicidad de aspectos y dimensiones —afectividad, inteligencia, voluntad, corporeidad, etc.— integrados en una unidad profunda en su ser y en su actuar. Y aunque podemos enumerar todos estos aspectos de la persona —que constituirían algo así como su esencia o naturaleza—, lo propio de la persona es su absoluta individualidad y singularidad. Cada persona es más que la especie, una novedad radical en el universo.

En su individualidad, la persona —lejos de estar clausurada y vuelta sobre sí misma— está abierta a lo que la rodea, especialmente las otras personas. Es un ser de encuentro, caracterizado por su radical apertura al mundo, que se manifiesta en su sed de conocimiento, en su capacidad de hacerse preguntas y buscar la verdad de las cosas, en su deseo de comprender el sentido de la realidad y de su propia vida. Es la misma apertura que lo lleva a anhelar una relación profunda, en la entrega y olvido de sí, con el otro.

Es un ser con capacidad de iniciativa, libre y en camino, esencialmente dinámico, en crecimiento durante toda su vida, en tensión hacia aquello que ya es, pero no todavía de forma completa, proyectado a una plenitud que no se encuentra en este mundo, pero se puede empezar a experimentar ya en él. Al mismo tiempo, vive —a veces dramáticamente— su propia limitación y vulnerabilidad, y necesita por ello ser acogido, cuidado, levantado, consolado, iluminado, guiado, amado…

Por su condición de Homo viator, el hombre es un ens educandum y comitandum, un ser que ha de ser necesariamente educado y acompañado. Y un ser llamado también a la misión de acompañar a otros a través de la paternidad, la educación, la amistad, el desempeño profesional, etc. Somos seres que caminan y que buscan, y que en ese camino y esa búsqueda acompañan y son acompañados, se saben necesarios para el otro, al tiempo que necesitados del otro. El hombre es el ser que tiene que ser educado y es también el ser que no puede dejar de educar, pues ‚desde el momento en que vive y se relaciona, ya está haciendo una oferta, una propuesta de vida a quienes le rodean.

La educación es, pues, el itinerario a través del cual se van desplegando las potencialidades de cada ser humano individual y concreto. Y la misión del educador es servir, acompañar, guiar y ayudar en ese proceso al educando, a cada educando. Como dijo san Juan Pablo II:

La educación consiste en que el hombre llegue a ser cada vez más hombre, que pueda ser más y no solo que pueda tener más, y que, en consecuencia, a través de todo lo que tiene, todo lo que posee, sepa ser más plenamente hombre.2

Este camino comienza cuando una persona viene a este mundo, en el ámbito primordial de la familia, continúa con la colaboración de la escuela durante la infancia y la adolescencia y se extiende a toda la vida, pues no acaba nunca. En la etapa de la juventud, tan singular y trascendente para el futuro de la persona —«Toda la vida seréis —dice Gregorio Marañón— lo que seáis capaces de ser desde jóvenes»—, entra en escena la universidad. Es un momento de la existencia en el que se acentúan las preguntas y en que la persona anhela, quizá con más fuerza que nunca, respuestas verdaderas acerca de lo que ella misma es y a lo que está proyectada. La universidad, por lo tanto, está llamada a desempeñar una misión importantísima, pues ella «ha sido, y ha de ser siempre, la casa donde se busca la verdad propia de la persona humana».3 Esto es lo que la Universidad Francisco de Vitoria aspira a ser, este es el servicio a los jóvenes y a la sociedad que pretende desempeñar. Los rasgos que definen cómo entiende nuestra universidad dicho servicio, es decir, cómo entiende y quiere vivir su misión, se explican sintéticamente en los siguientes puntos. Son, por consiguiente, los pilares de nuestra misión:

Centralidad de la persona

Somos comunidad

Búsqueda comunitaria de la verdad, el bien y la belleza

Formación integral

Síntesis de saberes

Servicio al bien común

Acompañamiento personal y comunitario

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