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Las aventuras del dragonesa Centella

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Capitulo 11: Belleza especial en días lluviosos junto al mar

En los días lluviosos, cuando el cielo se cubría de nubes grises y el agua caía suavemente sobre la tierra, Centella encontraba una belleza especial en esos momentos. Aunque muchos podrían considerar que la lluvia arruinaba sus planes o les causaba tristeza, Centella veía la magia que se escondía detrás de cada gota.

Caminando por la playa en un día lluvioso, Centella podía sentir la calma y la serenidad que envolvían el ambiente. El sonido de las olas era más suave, como si el mar estuviera susurrando secretos al viento. Las gotas de lluvia caían sobre su piel, creando una sensación refrescante y rejuvenecedora.

El paisaje también adquiría una nueva vida en los días de lluvia. Los colores se volvían más intensos y vibrantes, como si la naturaleza quisiera compensar la falta de sol con su propia paleta de colores. Los tonos verdes de los árboles y las plantas parecían brillar bajo la lluvia, mientras que las flores se erguían orgullosas, mostrando su belleza al mundo.

Centella caminaba por la orilla, observando cómo las olas se volvían más suaves y tranquilas en los días lluviosos. El mar parecía estar en paz consigo mismo, como si disfrutara de la lluvia tanto como ella. Las aves marinas volaban cerca de la costa, buscando refugio en los acantilados o en los árboles cercanos, mientras que los cangrejos se escondían en sus madrigueras, esperando a que la lluvia pasara.

A medida que caminaba, Centella notaba cómo la lluvia lavaba el mundo, limpiando cualquier rastro de preocupación o tristeza. Sentía cómo su corazón se llenaba de gratitud por la naturaleza y por la oportunidad de estar allí, en ese momento, disfrutando de la belleza del mundo.

En esos días lluviosos, Centella también encontraba consuelo en la soledad de la playa. No había muchas personas allí, ya que muchos preferían quedarse en casa resguardados de la lluvia. Pero para Centella, era el momento perfecto para estar a solas con sus pensamientos y reflexionar sobre la vida.

Se sentaba en la arena mojada y observaba cómo las olas rompían suavemente en la orilla. Cerraba los ojos y dejaba que el sonido de la lluvia y del mar la envolviera, creando una sensación de paz interior. En esos momentos, Centella sentía una conexión profunda con el mundo que la rodeaba y se daba cuenta de lo pequeña que era en comparación con la inmensidad del universo.

Capitulo 12: Noches estrelladas junto al mar

Después de un tiempo, Centella se levantaba y regresaba a casa, llevando consigo la tranquilidad y la serenidad que había encontrado en ese día lluvioso en la playa. Sabía que, aunque el sol pudiera estar oculto detrás de las nubes, siempre habría belleza y magia en el mundo si solo se tomaba el tiempo para buscarla. Y así, Centella esperaba con ansias los días lluviosos, sabiendo que le ofrecerían una nueva perspectiva y la oportunidad de encontrar paz en medio de la tormenta.


En las noches claras, cuando el cielo se pintaba de un profundo azul oscuro y las estrellas comenzaban a brillar, Centella se dirigía hacia la playa para contemplar el cielo estrellado. Eran momentos mágicos, en los que el universo parecía abrirse ante sus ojos y revelar todos sus secretos.


Caminando por la arena suave y fresca, Centella sentía una sensación de asombro y admiración. El aire estaba lleno de una calma especial, como si el mundo entero se detuviera para contemplar la belleza del firmamento. El sonido de las olas rompiendo en la orilla era suave y reconfortante, como una canción de cuna que acompañaba su caminar.


Al llegar a un lugar tranquilo, Centella se tumbaba en la arena y levantaba la vista hacia el cielo. Las estrellas parecían pequeñas joyas brillantes esparcidas por el universo. Algunas eran más brillantes que otras, como si quisieran llamar su atención. Centella imaginaba que cada estrella tenía su propia historia y que todas juntas formaban un mosaico de sueños y esperanzas.


Pero lo que más le fascinaba eran las constelaciones que se formaban en el cielo nocturno. Centella conocía muchas de ellas y podía reconocerlas fácilmente. Levantaba un dedo y trazaba mentalmente las líneas imaginarias que unían las estrellas, creando figuras familiares. Veía al cazador Orión con su cinturón brillante, a la Osa Mayor guiando a los marineros perdidos y al Dragón, que parecía nadar entre las estrellas.


Las constelaciones en el cielo nocturno eran como mapas de historias antiguas, que hablaban de héroes y dioses, de amores imposibles y batallas épicas. Centella se dejaba envolver por la magia de esas historias y se sentía parte de algo más grande que ella misma. Era como si las estrellas le susurraran al oído secretos ancestrales y le recordaran que ella también formaba parte de ese vasto universo.


En esas noches estrelladas, Centella sentía una profunda conexión con la naturaleza y con todo lo que la rodeaba. Se daba cuenta de lo pequeña que era en comparación con la inmensidad del cosmos, pero también se sentía parte de él. Sentía que las estrellas le recordaban su propia luz interior y le recordaban que, al igual que ellas, podía brillar en la oscuridad.


Después de pasar un tiempo contemplando las estrellas, Centella se levantaba y regresaba a casa, llevando consigo la magia y la belleza que había encontrado en el cielo nocturno. Sabía que siempre podría volver a ese lugar especial, donde el universo le mostraba su grandeza y le recordaba su propio poder.


Así, Centella continuaba su viaje por el mundo, sabiendo que cada experiencia, ya sea bajo la lluvia o bajo las estrellas, le ofrecía una nueva perspectiva y la oportunidad de encontrar belleza y magia en cada rincón del universo.