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Manifiesto por el progreso social
Manifiesto por el progreso social
Ideas para una sociedad mejor
MARC FLEURBAEY CON OLIVIER BOUIN, MARIE-LAURE SALLES-DJELIC, RAVI KANBUR, HELGA NOWOTNY Y ELISA REIS
Traducción de
Ana Inés Fernández Ayala
Primera edición, 2020 | Primera edición en inglés, 2018
© Cambridge University Press, 2018
This translation of A Manifesto for Social Progress.
Ideas for a Better Society is published by arrangement
with Cambridge University Press
Traducción: Ana Inés Fernández Ayala
Diseño de portada: León Muñoz Santini y Andrea García Flores
D. R. © 2020, Centro de Investigación y Docencia Económicas, AC
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ISBN 978-607-98762-5-8 (Grano de Sal)
Índice
Prólogo, por AMARTYA SEN
Prefacio
Agradecimientos
Introducción: el futuro está en nuestras manos
Parte I | Fuentes de preocupación, razones para la esperanza
1. Éxitos globales y catástrofes inminentes
2. Globalización y tecnología: decisiones y contingencias
3. El círculo extensivo del respeto y la dignidad
4. El gran reto
Parte II | Acciones para el progreso social
5. En busca de una nueva “tercera vía”
6. Reformar el capitalismo
7. Del Estado de bienestar al Estado emancipador
8. De la polarítica a la política
Conclusión: movilizar a los que harán el cambio
Apéndice. Índice de Repensar la sociedad para el siglo XXI. Informe del Panel Internacional sobre Progreso Social
Bibliografía
Prólogo
AMARTYA SEN
¿Se puede cultivar la justicia social? ¿Se puede impulsar el progreso social mediante la investigación dedicada y su aplicación? Este manifiesto —con su poderosa visión y sus recomendaciones prácticas— se basa en investigaciones individuales y colaborativas de más de 300 científicos sociales. Un equipo guiado por Marc Fleurbaey reunió aquí los hallazgos con claridad y fuerza.
Si el mensaje epistémico subyacente del Manifiesto del Partido Comunista publicado hace 170 años fue el diagnóstico de que “la historia de toda sociedad existente es la historia de la lucha de clases”, el mensaje principal del presente manifiesto por el progreso social es que la justicia sí puede cultivarse y que el progreso social puede impulsarse de manera sustancial combinando una visión constructiva con cambios bien planeados en instituciones y convenciones. En los debates contemporáneos sobre economía política se ha dedicado demasiado tiempo a argumentar a favor o en contra de la economía de mercado. Necesitamos avanzar y reconocer que las instituciones de mercado son necesarias, pero que están muy lejos de ser suficientes como base de una sociedad justa, una sociedad que garantice justicia y dignidad humana, así como sustentabilidad y solidez. El capitalismo contemporáneo va más allá de usar la economía de mercado —muchas veces de manera poco crítica— reforzando ciertas prioridades y exclusiones, las cuales están sometidas a cuestionamientos y a un escrutinio cuidadoso. Son este cuestionamiento y este escrutinio los que identifican en este manifiesto los cambios institucionales y de comportamiento que exige el progreso social justo.
Sería un error pensar que la necesidad de un manifiesto de esta naturaleza surgió sólo de las recientes manifestaciones de inequidad y fragilidad que hoy vive el mundo. Como apuntó Adam Smith hace más de dos siglos, la economía de mercado necesitaba —incluso entonces— tanto apoyo como escepticismo. Él era partidario de permitir que los mercados funcionaran en circunstancias normales, pero también de tener instituciones que restringieran las actividades de mercado contraproducentes llevadas a cabo por “pródigos y proyectistas”, y de permitir que el Estado hiciera las cosas esenciales que sólo el Estado puede hacer bien. Si tal equilibrio era necesario en el siglo XVIII, en los albores del capitalismo moderno, es totalmente esencial en el próspero y sin embargo injusto mundo en el que vivimos hoy.
Espero de verdad que este manifiesto, basado en hallazgos de investigación exhaustiva, genere iniciativas que puedan cambiarle el rostro al orbe entero. Se necesitan cambios radicales en el mundo golpeado e injusto en el que vivimos, y hay buenas razones para pensar que la visión positiva y las propuestas constructivas presentadas en este manifiesto contribuirán de forma sustancial a esa tan necesaria transformación. Es difícil exagerar la importancia global de un manifiesto de gran alcance como éste.
Prefacio
Las décadas recientes han vivido el declive de la pobreza mundial y la ampliación de la democracia en muchos países del mundo. No obstante, mucha gente siente que también ha sido un periodo de reveses sociales; reina una atmósfera general de escepticismo sobre la posibilidad de un progreso social de largo plazo, por no mencionar la de una transformación más profunda que revierta las injusticias sociales prevalecientes. La mayoría de los intelectuales se alejan no sólo del pensamiento utópico, sino de cualquier análisis prospectivo de largo plazo de las estructuras sociales. La crisis de la democracia social tras el colapso del imperio soviético parece, en Occidente, haber disminuido las esperanzas de conseguir una sociedad justa, al tiempo que las condiciones de vida de cientos de millones de personas en las economías emergentes mejoran drásticamente. Sin embargo, esos países ya también abandonaron la búsqueda de un camino diferente hacia el desarrollo; la tendencia actual es imitar a los países desarrollados en lugar de inventar un nuevo modelo, aunque en los países en desarrollo campean las adversidades sociales que nos recuerdan la primera fase del capitalismo occidental.
Pero ni el colapso de las ilusiones ni el auge del capitalismo en los países en desarrollo deberían marcar el fin de la búsqueda de justicia. Dada sus especiales competencias, los científicos sociales deben pensar en la transformación de la sociedad, junto con los estudiosos de las humanidades y de las ciencias duras. Si la esperanza de progreso es posible, ellos deberían despertarla. Y si no es posible, deberían explicar por qué no lo es.
Paradójicamente, los científicos sociales nunca han estado tan bien preparados para asumir tal responsabilidad, gracias al desarrollo desde la segunda Guerra Mundial de todas las disciplinas relevantes. Pero el auge de esas disciplinas, su creciente especialización y la globalización de la producción académica han impedido que incluso las mentes más brillantes capten, ellas solas, la complejidad de los mecanismos sociales y que hagan propuestas serias para transformar las instituciones y las estructuras sociales. Esa tarea ahora debe ser colectiva e interdisciplinaria.
PANEL INTERNACIONAL SOBRE PROGRESO SOCIAL
El International Panel on Social Progress (IPSP), conocido en español como Panel Internacional sobre Progreso Social (www.ipsp.org), se desarrolló para desempeñar esa tarea. Reunió a más de 300 académicos —de todas las disciplinas, las perspectivas y las principales regiones del mundo— dispuestos a y capaces de involucrarse en un verdadero diálogo interdisciplinario sobre las dimensiones clave del progreso social. Con base en estudios novedosos, dichos científicos sociales revisaron qué tan deseables y posibles eran todas las formas relevantes del cambio social de largo plazo, exploraron los retos actuales y sintetizaron su conocimiento sobre los principios, las posibilidades y los métodos para mejorar las principales instituciones de las sociedades modernas.
El panel es un esfuerzo verdaderamente colaborativo en su organización y en su financiamiento, proveniente de múltiples fuentes. Busca trabajar de acuerdo con los valores y los principios clave que sustentan su misión: bienestar y libertad, seguridad y solidaridad, pluralismo e inclusión, justicia distributiva e igualdad, conservación ambiental, transparencia y democracia.1 El grupo ha producido un extenso informe en tres volúmenes: Rethinking Society for the 21st Century, que cubre las dimensiones socioeconómica, política y cultural del progreso social, y explora los valores, las oportunidades y las restricciones que subyacen al conocimiento de punta sobre las posibles mejorías en las instituciones y las políticas públicas. El informe abarca temas globales y regionales, y considera el futuro de diferentes regiones del mundo: se ocupa de la diversidad de retos y de su interacción.
Todos los capítulos del informe del IPSP se enfocan en un conjunto particular de temas a partir de la doble perspectiva de entender 1] cuáles son los principales riesgos y retos actualmente y 2] cómo se pueden mejorar las instituciones y las políticas públicas si se quieren combatir las plagas de la desigualdad, la segregación, la intolerancia, la exclusión y la violencia. El índice completo de contenidos y autores está en el apéndice de este volumen.
EL PROPÓSITO DE ESTE LIBRO
Este manifiesto está dirigido a un público amplio con el fin de compartir el mensaje de esperanza del informe completo: es posible una mejor sociedad, sus límites pueden describirse en términos generales y lo único que necesitamos es reunir fuerzas para alcanzar la meta. Aunque se basa a grandes rasgos en el informe, es complementario y ofrece su propia perspectiva original mediante un análisis coherente. No busca resumir el informe con toda su riqueza de temas ni pretende reflejar toda la diversidad de visiones de los miembros del panel. Es una invitación a tomarse en serio los temas y a explorarlos más profundamente con ayuda del informe completo.
El equipo que escribió este libro estuvo en el centro de los trabajos del IPSP y está formado por estudiosos comprometidos con la investigación científica y con lograr que las ciencias sociales sirvan al bien común:
▸OLIVIER BOUIN, director de la Fondation Réseau Français des Instituts d’Études Avancées y ex director del Collège d’Études Mondiales, de la FMSH
▸MARIE-LAURE SALLES-DJELIC, profesora y codirectora de la École du Management et de l’Innovation, de Sciences Po
▸MARC FLEURBAEY, titular de la cátedra R. E. Kuenne de economía y estudios humanísticos en la Universidad de Princeton y miembro del Collège d’Études Mondiales, de la FMSH
▸RAVI KANBUR, titular de la cátedra T. H. Lee de asuntos mundiales, profesor internacional de economía aplicada y profesor de economía en la Universidad de Cornell
▸HELGA NOWOTNY, profesora emérita de estudios sociales sobre las ciencias en la ETH Zürich y ex presidenta del European Research Council
▸ELISA REIS, profesora de sociología, Universidade Federal do Rio de Janeiro
Se invita a los lectores a seguir el trabajo, ver los videos y asistir a los eventos públicos del IPSP; la información está disponible en www.ipsp.org y en YouTube, Facebook y Twitter.
Nota
1 Una discusión detallada de los valores y los principios del progreso social está disponible en IPSP (2018a: capítulo 2).
Agradecimientos
Mucha gente ha contribuido a la realización de este libro y merece agradecimientos especiales. Damien Capelle, Brian Jabarian y Flora Vourch fueron excelentes asistentes de investigación. Ottmar Edenhofer brindó consejos muy útiles sobre impuestos al carbono y al ingreso, así como Jean-Paul Vallée sobre iniciativas de los movimientos de base. En varias etapas de preparación del texto, Nico Cloete, David de la Croix, Fernando Filgueira, Nancy Folbre, Jeff Hearn, Nora Lustig, Wolfgang Lutz, Anne Monier, Fabian Muniesa, Gian Paolo Rossini, Saskia Sassen, Erik Schokkaert, Simon Schwarzman, Noah Scovronick, Greg Shaffer, Christiane Spiel, Alexander Stingl, Lorraine Talbot, Peter Wallensteen, Finn Wölm y otros tres revisores anónimos hicieron comentarios con gran generosidad. Las instituciones que han apoyado todo el proyecto del IPSP también merecen reconocimiento especial, sobre todo el Center for Human Values [Centro por los Valores Humanos] de la Universidad de Princeton, el Collège d’Études Mondiales [Colegio de Estudios Mundiales] del FMSH, en París, y el Institute for Future Studies [Instituto de Estudios del Futuro], en Estocolmo, entre más de una treintena. Por último, pero de igual importancia, el apoyo del equipo de Cambridge University Press (en particular Karen Maloney, Stephen Acerra, Adam Hooper, Gail Welsh y Kristina Deusch) ha sido muy importante para que este proyecto viera la luz en conjunto con el informe.
Introducción: el futuro está en nuestras manos
En los tiempos que corren, mucha gente ha perdido la esperanza en el futuro y cree que la siguiente generación estará peor. No sólo ven aumentar las dificultades en la vida diaria, sino que ya no creen en las ideologías y sus promesas sobre el futuro, ésas que inspiraron los movimientos sociales y políticos del siglo XX. El comunismo perdió el alma en el gulag y ahora ya ni siquiera en China mantiene vivo el sueño de una sociedad radicalmente distinta y mucho mejor. Las ideas libertarias resurgieron bajo la etiqueta de “neoliberales” y tuvieron gran influencia en las últimas décadas en varios países, hasta que la Gran Recesión cimbró la fe en el libre mercado que muchos analistas mostraban.
La muerte de las ideologías debería ser bien recibida. Ofrece una ventana de oportunidad para abandonar los viejos dogmas y repensar el camino a seguir. Tras la devastadora competencia entre el comunismo y el capitalismo rampante, ¿qué podemos inventar? Esta ventana también es, al parecer, la última oportunidad para ajustar nuestra forma de pensar y actuar antes de que estallen las inminentes catástrofes, como el colapso de los sistemas sociales y ecológicos. Este libro está animado por una sensación de urgencia y de gravedad. Los investigadores,1 los ciudadanos, los agentes de cambio: todos tenemos la responsabilidad de estar a la altura de los retos de nuestra época y de encontrar soluciones antes de que los problemas acumulados se conviertan en crisis vitales.
Este capítulo introductorio resume los mensajes clave y el discurso principal de este manifiesto. Aclara nuestra concepción del progreso social y expone algunos de los errores comunes en la sabiduría convencional de nuestra época que deben disiparse para dar paso a un pensamiento mejor. El lector con prisa recibirá los elementos clave al leerlo.
¿QUÉ ES PROGRESO SOCIAL?
Este libro está escrito por investigadores, pero va más allá de presentar datos y hechos científicos. Toma posturas en el debate sobre la dirección que deberían seguir las políticas públicas y los agentes de cambio, pues, bajo algunos supuestos básicos de lo que sería una buena sociedad, hay cosas que se deben hacer y otras que no, así como algunas ideas prometedoras que deben explorarse y con las cuales conviene experimentar.
La idea nodal de una buena sociedad se inicia con que cada ser humano tiene derecho a una dignidad íntegra, sin importar el género, la raza, la religión, la educación, el talento ni las capacidades productivas. Esa idea de dignidad incluye la posibilidad de participar en la vida social en igualdad de circunstancias y de controlar las dimensiones importantes de su propia vida. Mientras que la dignidad igualitaria a veces se percibe como una noción mínima, nos basamos en la Agenda 2030 de la ONU y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y entendemos dignidad como una palabra poderosa, con implicaciones prácticas sustanciales. De hecho, cuando aparecen desigualdades estructurales en las relaciones sociales, la dignidad está en peligro. Si observas la sociedad que te rodea y te preguntas si todos realmente tenemos la misma dignidad, encontrarás repetidos ejemplos de dignidades desiguales que se derivan de desigualdades grandes o sutiles en el estatus, los recursos y el poder.
Como el esfuerzo por construir una mejor sociedad debería ser amplio e inclusivo, este libro no se compromete con una teoría precisa de justicia social, pero sostiene valores y principios que pueden encontrarse en la mayoría de las culturas del mundo. Sin embargo, debemos admitir que el ideal de dignidad igualitaria choca con ciertas concepciones que atribuyen un nivel distinto de inclusión y de dignidad a los géneros, a los grupos étnicos o a la gente con orientaciones sexuales diferentes. Si crees que el papel de la mujer es servir a su esposo y criar a sus hijos, que hay una jerarquía natural de las razas o que los homosexuales son inferiores o repugnantes, este libro chocará con tus posturas. Si crees que es buena la dignidad igualitaria, pero que cada comunidad debería mantener su pureza y evitar la migración y el mestizaje, este libro también irá contra tus posturas, pues pone la dignidad y el florecimiento de la persona por encima de la preservación de los grupos y las naciones, y trata de evitar formas estrechas de individualismo.
Los valores y los principios que subyacen a este libro incluyen bienestar y libertad, seguridad y solidaridad, pluralismo y tolerancia, justicia distributiva y equidad, conservación ambiental, transparencia y democracia.2 Cualquier proyecto que choque de forma severa con cualquiera de estos valores y principios se considera aquí objetable.
IDEAS FALSAS Y ERRORES COMUNES
No se espera que todos los lectores queden totalmente convencidos por los argumentos del libro, pero ojalá que todos se sientan orillados a deshacerse de esas partes de la sabiduría convencional que encarcelan la mente de la gente hoy en día y que se han convertido en obstáculos graves en el camino hacia una mejor sociedad.
Margaret Thatcher, quien promovió de manera vigorosa una agenda de libre mercado, popularizó la primera idea falsa que debe enfrentarse: “no hay alternativa”. También la diseminó Francis Fukuyama (1992) con su tesis de “el fin de la historia”, según la cual la democracia liberal y el sistema capitalista eran la cúspide de los logros humanos. Es irónico que dicha idea fuera impulsada por Thatcher, política que hizo importantes y estratégicas maniobras de políticas públicas con consecuencias de largo plazo. En realidad, existen muchas posibilidades para el futuro, incluso sin innovar ni experimentar con nuevas ideas. Hay muchas variantes del capitalismo ya establecidas, algunas mucho mejores que otras para promover el florecimiento humano. La tesis de que “no hay alternativa” es engañosamente atractiva porque se funda en el evidente fracaso de las opciones socialistas que se intentaron en la antigua URSS, en China y en la ex Yugoslavia. Sin duda contiene una pizca de verdad: no hay alternativa que no incluya un papel central del mercado como mecanismo económico (con sus salvaguardas). El gran error, no obstante, es creer que mantener un lugar para las transacciones de mercado significa adoptar un capitalismo irrestricto. De hecho, como han afirmado muchos pensadores con el paso de las generaciones, el mercado sí es compatible con la idea de que la gente debería dominar las cosas, y no al revés. La mano de obra puede contratar al capital, en lugar de ser contratada por éste y servirle. En ese sentido, este libro incluso afirma que una economía de mercado no necesita ser parte de una sociedad capitalista. Así, se vuelven posibles muchas más alternativas que las variantes actuales del capitalismo. De hecho, ya se están experimentando por aquí y por allá, y pueden proliferar. En resumen, hemos identificado no sólo una, sino dos ideas falsas: 1] que no hay alternativa al sistema actual —de hecho, ni siquiera hay un solo sistema actual, sino muchas variantes alrededor del mundo— y 2] que la economía de mercado y el capitalismo son lo mismo, y que impulsar la primera implica aceptar el segundo; de hecho, el mercado es necesario, pero puede superarse el capitalismo.
Sobre la misma línea, una idea falsa y perniciosa, especialmente extendida en los medios de comunicación, es que las causas sociales tradicionales han sido reemplazadas por objeciones más complejas y vagas al statu quo, relacionadas con problemas culturales e identitarios o con crisis ambientales, y que ya no generan conflictos sociales y políticos masivos. Este error se debe a la confusión entre el declive de algunos movimientos particulares y la aparente desaparición de los problemas sociales subyacentes, y está influido por la idea de que, si no hay alternativa, entonces todos los movimientos que promueven alternativas se han vuelto irrelevantes y por ello simplemente pueden ignorarse. Así que dejemos en claro de una vez por todas: la labor de liberar a las mujeres, a los trabajadores y a varios grupos étnicos de su posición de subordinación que tienen desde hace siglos no está terminada. La labor de incluir por completo a los discapacitados, tampoco. Ni la integración de los migrantes con trasfondos culturales que difieren de los de su nueva comunidad. Dichas causas tradicionales siguen siendo esenciales y tan urgentes como siempre. Es verdad que las dificultades de la comunidad LGBTQI han surgido recientemente en nuestra conciencia colectiva y merecen añadirse a esta lista, y en definitiva es cierto que la devastación de los ecosistemas y las especies ha alcanzado una escala que exige acciones urgentes. El reciente surgimiento del movimiento #MeToo [#YoTambién] contra la agresión sexual hacia las mujeres ha llevado a un momento crítico de epifanía en muchas culturas y continentes. Pero, a fin de cuentas, la autocomplacencia de los expertos sobre el sufrimiento social tradicional es inadmisible.
Otra idea falsa pero extendida es que la salvación proviene de la política y de los cambios en las políticas públicas. La mayoría de la gente cree que hay demasiada o muy poca intervención gubernamental en la economía y en la sociedad, y que la principal solución a nuestros predicamentos actuales consiste en cambiar ese aspecto. Lo que afirma este libro es que, a largo plazo, los cambios sociales se inician en capas mucho más profundas de la sociedad, mediante la transformación de métodos y convenciones, normas y hábitos, y que las políticas públicas por lo común llegan después a estabilizar y coordinar la nueva normalidad. Por lo tanto, aunque el juego político siga siendo importante, para nada es la única manera de esperar un cambio y trabajar por él. No tenemos que volvernos políticos ni activistas para generar los cambios.
Hay muchas otras ideas falsas que se abordarán en el libro; por ejemplo, que el progreso tecnológico sigue una trayectoria determinista en la que no podemos influir, que la globalización implica convergencia de las economías y el choque de las civilizaciones, o que el progreso social requiere crecimiento económico acompañado de destrucción ambiental. Las trataremos en su debido momento en los capítulos siguientes.