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Tras la Noticia…

© Arturo Guerra Arias, LC

Primera edición digital: 2020

ISBN: 978-607-9417-92-5

Derechos reservados

© Legionarios de Cristo AR


Dirección General: Dolores Quintanilla Rodríguez

Coordinador de Producción: Miguel Gaona

Editor de Contenido: Valdemar Ayala Gándara

Editora de Arte: Jazmín Esparza Fuentes

Diseño editorial: Nereida Moreno

Diseño de cubierta: Estefanía Nicté Estrada

Ilustración de cubierta: Ariel Leviel

Enlace Administrativo: Carmen González Cruz

Ventas: María Isabel Reyna Ibargüengoitia

D.R. Quintanilla Ediciones

Josefina Rodríguez 1027, Col. Los Maestros.

C.P. 25260. Saltillo, Coahuila

www.quintanillaediciones.com

editorial@quintanillaediciones.com

Editorial afiliada a la CANIEM

Índice

Presentación

Prólogo


O.Una interrupción
I.De monja en monjaOficina, marzo 1997Teresa de Calcuta (1910-1997)La Iglesia: ¿merecería existir en el siglo XXI?
II.¡Vaya viaje!Cracovia, Polonia, 1922Maximiliano Kolbe (1894-1941)¿Para qué los curas y las monjas?
III.¡Vaya conferencia de prensa!Lisieux, Francia, 1890Teresa de Lisieux (1873-1897)Fe: ¿acto irracional y fanático?
IV.Ya empezaba a acostumbrarmeTurín, 1883Juan Bosco (1815-1888)La confesión: ¿sistema de control de las conciencias?
V.A la colaArs, Francia, 1852Juan María Vianney (1786-1859)Moral católica: ¿asfixiante y trasnochada?
VI.A pura plumaNápoles, 1749Alfonso de Ligorio (1696-1787)¿Creer donde hay corrupción?
VII.Tras la tempestadRoma,1657Gregorio Barbarigo (1625-1697)Martirio: ¿loca barbaridad?
VIII.Tensa calmaGrandes Lagos, América, 1649Juan de Brebeuf (1593-1649)¿Morir por una mera cuestión de fe?
IX.Entrevista exprésFriburgo, Suiza, 1614Fidel de Sigmaringa (1578-1622)Pero, ¿existe Dios?
X.A falta de acreditaciones de prensaToledo, España, 1578Juan de la Cruz (1542-1591)Conversión: ¿lavado de cerebro?
XI.Tienda de objetos exóticosParís, 1536Íñigo de Loyola (1491-1556)Moral católica: ¿desafío a las leyes de estados civilizados?
XII. Una cita sudadaLondres, 1529Tomás Moro (1478-1535)Iglesia: ¿propoderoso y antidébil?
XIII.Investigación de cariz religiosoSalamanca, España, 1471Juan de Sahagún (1430-1479)Cuerpos incorruptos: ¿artimaña balsámica?
XIV. Bagatelas de merolicoAlcalá de Henares, cerca de Madrid, 1460Diego de Alcalá (1400-1463)Evangelización: ¿apisonadora de la tolerancia?
XV.En palacioAviñón, Francia, 1394Vicente Ferrer (1350-1419)Iglesia: ¿arrincona a la mujer?
XVI.Allá en la fuenteRoma, 1350Brígida de Suecia (1303-1373)Religión: ¿droga blanda o dura?
XVII.Secreto profesionalRattenberg, Tirol alemán, 1305Notburga (1265-1313)Teología: ¿encarcelada en el Vaticano?
XVIII.A la veraLyon, Francia, 1274Buenaventura (1218-1274)Castidad: ¿capricho antinatural de la Iglesia?
XIX.InstrumentoAsís, Italia, 1250Clara de Asís (1193-1253)Obediencia: ¿destrucción de la libertad?
XX.Por encargo realAsís, pero 1226Francisco de Asís (1182-1226)Reliquias y peregrinaciones: ¿vestigios de la superchería?
XXI.De la mangaPisa, 1207Bona de Pisa (1156-1207)Iglesia: ¿eterna interferencia en la política?
XXII.Del destierroCanterbury, 1170Tomás Becket (1118-1170)Iglesia: ¿poderosa multinacional?
XXIII.De un reino lejanoMagdeburgo, Bohemia, 1130Norberto (1080-1134)Oración: ¿autosugestión insana?
XXIV.Con cartuja pacienciaGrenoble, Francia, 1089Bruno (1033-1101)Iglesias, santuarios, ermitas: ¿triste desperdicio del espacio?
XXV.Sonido ambienteHildesheim, tierras germanas, 1030Gotardo (960-1038)Iglesia: ¿enemiga del estado del bienestar?
XXVI.Una frontera másQuedlimburgo, 968Matilde (895-968)Edad Media: ¿oscurantismo vergonzoso?
XXVII.Un mapaCluny, Francia, 927Odón de Cluny (879-942)Evangelización: ¿destrucción de las culturas?
XXVIII.Recién desempacadoMoravia, tierras eslavas, 863Metodio (815-885)¿Por qué el sufrimiento? ¿Para qué?
XXIX.A tomar el solLanguedoc, tierra gala, 781Benito de Aniano (750-821)Papado vitalicio: ¿obsesión inhumana?
XXX.Un entremésDokkum, tierra holandesa, 754Bonifacio (680-755)Unidad de la Iglesia: ¿atentado a la pluralidad?
XXXI.La agenda-settingYork, Inglaterra, 690Wilfrido (634-709)Remordimiento: ¿opresión psicológica inventada por el sistema?
XXXIIPantalón de mezclillaMetz, Francia, 627Arnulfo de Metz (582-641)Religión: ¿filosofía de esclavos?
XXXIIISatisfactoriamente informadoBobbio, Italia, 614Columbano (528-615)Ortodoxia: ¿totalitarismo ideológico?
XXXIV. Susto tripleJerusalén, 481Sabas (439-532)El perdón cristiano: ¿acto inhumano que viola la justicia?
XXXV.Todo verdeDown (actual Downpatrick, norte de Irlanda) 461Patricio (385-461)Cristianismo: ¿etérea utopía?
XXXVI. De tierra bárbaraHipona (actual Bona, Argelia) 430Agustín de Hipona (354-430)Monjes y monjas: ¿cobarde huída del mundo?
XXXVII.Volumen altoMar Rojo, 356Antonio Abad (251-356)Iglesia: ¿el anatema y el terror como método?
XXXVIII.El pequeño periodistaCartago, norte de África, 251Cipriano (200-258)Dogma católico: ¿intento de petrificar lo siempre cambiante?
XXXIX.Sin golosinasLyon, en las Galias, 180Ireneo (130-202)¿Por qué la locura de morir por una fe?
XL.Una buena noticiaEsmirna, en tierras turcas, 155Policarpo de Esmirna (70-155)Dios: ¿la frustración y miedo del hombre proyectado en un concepto?
XLI.Ni modoEsmirna, unos años atrásJuan, hijo de Zebedeo (4?-90?)Veracidad del cristianismo: ¿todo por un oscuro galileo mitificado?
XLII.Fuentes contrastadasJerusalén, año 29Jesús de NazarethJesús de Nazareth: ¿quién eres?
XLIII.¡Vaya vuelta!Oficina, septiembre 1997

Carta de Goyo a un editor

Post-it y referencias bibliográficas que acompañaban los textos originales

Post-it de la cubierta del libro enviado desde Calcuta

Separador encontrado en el libro enviado desde Calcuta

Epílogo

PRESENTACIÓN

Hoy al recibir la invitación para que la presentación que hice a este libro en el 2014 fuera parte de su segunda edición, vinieron a mi cabeza una serie de recuerdos.

Un día mi buena amiga Dolores Quintanilla me contactó para comentarme que estaba editando un libro del Padre Arturo Guerra y que estaba muy interesante. Además, Dolores me dijo que la llamada también era para invitarme, a nombre del autor, a ser parte de los presentadores del libro.

Para mí fue un poco extraño, porque nunca había recibido una invitación para presentar un libro que no fuera de algunos de mis colegas y sobre líneas de investigación muy terrenales. No sabía quién era el Padre Arturo, y me preguntaba si estaría preparada para interpretar un texto en esta línea de la comunicación.

Pero Dolores es muy audaz y persistente, al final me convenció, y el 6 de mayo de 2014 me dirigí al auditorio del Instituto Cumbres y Alpes de Saltillo, donde iba a tener lugar el evento. Caminaba con temor y mis palabras de presentación que guardaba en una carpeta las tomaba con fuerza en medio del nerviosismo.

Quiero confesar que era la primera vez que presentaba un libro cuyo tema central no era de mi especialidad. Todavía recuerdo algunos de mis pensamientos: “¿Y yo qué haré presentando un libro católico?” Ya que como dice Chuy (el protagonista del libro), yo también “provengo de una tradición que nada tiene que ver con monaguillos, sacristías ni vinos de misa”, aunque en la familia de mis padres haya misioneras y sacerdotes… Así que, por todo esto, aquella presentación supuso para mí un reto.

Es un libro que atrapa desde el inicio. Su título: Tras la Noticia… Crónica de un periodista trotasiglos tras los orígenes del cristianismo es interesante, y creo que todos los que queramos conocer datos importantes sobre el catolicismo deberíamos leer este libro.

En esta obra, el Padre Arturo, como buen comunicador y con gran maestría, nos lleva de la mano para acompañar en su viaje a Chuy, un periodista de oficio con muchas preguntas e inquietudes, a quien las circunstancias le han puesto de frente al cristianismo.

Durante el desarrollo de los capítulos, Chuy tratará de encontrar respuestas a preguntas suyas que bien pueden ser las que muchas personas siempre nos hemos hecho: ¿es la fe un acto irracional y fanático?; ¿por qué sufrir y para qué?; ¿por qué la locura de morir por una fe?; ¿debe existir la Iglesia tal como la conocemos hoy? Y finalmente, una pregunta crucial: ¿quién es Jesús de Nazaret?...

Antes de iniciar la aventura nos encontraremos a Chuy aburrido frente a su máquina de escribir. Aburrido de los mismos temas, de los mismos personajes que a nosotros, como periodistas, en algunas ocasiones nos toca entrevistar o abordar con el fin de satisfacer los requerimientos de los medios de comunicación, sean estos escritos o audiovisuales, tradicionales o digitales, pero que al final, cuando revisamos los contenidos de un periódico durante los últimos 30 años, los temas siempre serán los mismos: la economía, los problemas del agua, la pobreza, entre otros.

Me parece magistral la forma en la que el Padre Arturo va entrelazando las historias de cada capítulo.

Por un lado nos lleva de la mano de la historia y de algunos personajes claves del cristianismo que darán ciertas pistas para resolver las grandes interrogantes de Chuy con respecto a esta religión. El viaje en la historia nos lleva de 1997 al año 29 en la ciudad de Jerusalén, y de nuevo a 1997. Cada uno de los 43 pasajes nos presentará a un personaje y una pregunta. El lector, en el conjunto de todo el libro, podrá encontrar pistas de respuestas a las preguntas de Chuy y de muchos de nosotros.

Por otro lado también nos lleva de la mano a quienes enseñamos en las escuelas de comunicación, para rescatar las principales cualidades que un verdadero periodista debe tener: pasión por indagar, buscar, preguntar, investigar, insistir, ir tras la información para comprender lo que sucede a nuestro alrededor y poder ofrecer una visión de las cosas a las audiencias, que posteriormente complementaremos con nuevas informaciones y nuevos datos.

Si bien sigue siendo cierto que estaba ante un libro que no era de mi especialidad, mientras pasaba más páginas fui descubriendo que estaba ante un libro que sí era de mi especialidad. Creo que Tras la Noticia… está llamado a ser un libro de lectura obligada para los estudiantes de las carreras de comunicación y para los que nos dedicamos profesionalmente a la comunicación o a enseñarla, porque bien puede ser un manual de metodología para el periodista.

Finalmente reconozco que el hecho de que este libro haya caído en mis manos no fue fortuito. He descubierto un gran mensaje para mí y agradezco a Dios esta experiencia…

Dra. Julieta I. Carabaza González

Coordinadora de Comunicación Institucional de la Universidad Autónoma de Coahuila

Saltillo, Coah., a 1 de octubre de 2018

PRÓLOGO

Verba volant, scripta manent, proclamó un atardecer de agosto Cayo Tito ante el Senado romano, advirtiendo que: “A las palabras se las lleva el viento, mas lo escrito permanece”.

Permanecer es el destino de Tras la Noticia…, obra escrita por el P. Arturo Guerra Arias, L.C., quien quedará para siempre como un adalid que desde sus páginas pregona una enseñanza suprema: la manifestación del espíritu amoroso de Dios. Es la misión del padre Arturo: difundir en su desempeño sacerdotal el Reino de Cristo. Es su vocación. Su carisma. Su deleite.

Antes de continuar hablando acerca de esta obra, tengo algo que decir. Hace cinco años no conocía al padre Arturo. Soy muy afecto a los Legionarios de Cristo, pues con ellos estudió Jorge, mi hijo, y en las aulas del Instituto Cumbres de Saltillo fue preparado para recibir por primera vez a Cristo en su corazón, de manos del inolvidable padre Herminio Morelos, L.C. Años después fui invitado varias veces como conferencista en los Congresos Anuales de la Familia organizados por FAME (Familia Mexicana, A.C.). En esas andanzas conocí a destacadas personalidades con quienes alterné: Valentina Alasraki, Pedro Ferriz de Con, el padre Chinchachoma, Maruca Serrano, Armando Valladares.

Pasado más tiempo, en mayo de 2012, recibí una llamada telefónica que no olvidaré: era el sacerdote Arturo Guerra, L.C., del Instituto Cumbres de Saltillo, invitándome a participar, ahí en el colegio, en un “Foro de Debate Salud y Fe”. La Encíclica Fides et ratio, emitida por S.S. Juan Pablo II, continuaba causando polémica en los medios intelectuales, y algunas personas no creyentes intentaban “desmitificar” (en palabras de uno de ellos) tal documento pontificio. El padre Arturo buscaba tender puentes de diálogo y mostrar la profundidad y solidez de nuestra fe. Fue entonces que conocí de qué madera estaba hecho este sacerdote. Y me agradó que no solamente había sido forjado por Dios de madera fina y firme, sino que esa madera suya formaba parte de un árbol: el árbol de su propia persona. ¡Qué bien se cumplían en él aquellas palabras de nuestro Señor Jesucristo de que el Reino de los cielos es semejante a una pequeña semilla de mostaza que crece hasta formar un árbol frondoso en el que anidan los pájaros!

Y mira amiga, amigo, que lees este prólogo, qué cantidad de aves recibieron albergue vital en esas frondas generosas: me refiero a las obras inusitadas que surgían de la iniciativa del padre Arturo. Digo inusitadas porque al menos yo no había visto nada parecido. He aquí que se le vino a ocurrir dentro de su misión apostólica en Saltillo adecuar la predicación del Reino de Cristo a los tiempos y costumbres del mundo actual. Era lograr la difícil combinación de un aggiornamento con una inculturación. Diré en seguida qué hizo el padre Arturo para conseguir esta hazaña apostólica.

La juventud y los padres de familia con quienes el padre tenía contacto en su mundo académico y sacerdotal vivían en medio de un mundo que, encarémoslo, ha echado a Dios por la ventana. Mundo dado al placer, al tener, al poder, con Dios al margen. Pues allí estaba el flanco por donde Dios iluminó al Padre Arturo para llegar al abordaje y diseminar la Palabra del Reino.

Y vino a suceder que fundó una serie de pláticas con los padres de familia del colegio, a las que llamó: Beer and faith. Así, tomando una cerveza, el padre les explicaba en un formato de debate muy participativo las entrañables cosas de Jesucristo, y lo hizo con tanto éxito, que sus públicos nunca salieron embriagados por el alcohol, pero sí por la Palabra de Cristo que, a través del padre Arturo, llegaba a sus corazones.

Ahora el padre Arturo nos presenta esta obra. Veo que en ella despliega, sin pretenderlo, una verdadera hagiografía, revelando los rasgos espirituales que dieron fundamento al alma de las mujeres y los hombres elevados a la santidad por la Iglesia. Mas para ir recorriendo la esencia de cada una de esas almas que figuran en el Catálogo de los Santos, el padre Arturo se vale de un recurso muy peculiar con patente de su inventiva: el de hacer una “pregunta descarada”, valiente, de esas que van dirigidas a la yugular y que, de no ser contestadas, arrancan el pedazo y matan. Porque en esas dudas de trascendencia vital nos jugamos nuestro destino eterno. Pero en este libro sucede que la pregunta no mata, sino que, al contrario, ¡da vida!

¿Realmente existe Dios?, ¿es la fe un acto irracional y fanático?, ¿para qué la Iglesia?, ¿por qué los católicos dedican tanto tiempo a la oración?, Jesús de Nazaret: ¿quién eres?...

El autor hace que estos y otros muchos cuestionamientos, así de arduos, encuentren respuesta a través de santos que supieron contestarlos con su vida misma, vida fecunda de espiritualidad que aquí relata el padre en amena y precisa síntesis.

Así, Tras la Noticia… se convierte en un verdadero compendio de vidas ejemplares de santas y santos, y marca un hito en la bibliografía religiosa, cultural e histórica de nuestro tiempo.

Estamos ante un libro distinto, ameno, admirable, porque el autor es un sacerdote que, además de su ministerio, de tener sus manos consagradas para consumar el inmenso, intenso portento de la Eucaristía, tiene sus manos también habilitadas para utilizar una Olivetti (si es que en esto sigue los pasos del protagonista del libro…).

Yo sé, a través de mi experiencia de médico escritor, de los riesgos que entraña el hecho de enfrentar la opinión de la gente publicando un libro. Pero tras leer ésta, su obra Tras la Noticia…, sé también que el padre saldrá no sólo airoso de su lance literario, sino bendecido por Dios por haber difundido a través de estas páginas, y de manera tan magistral, el Reino de Cristo.

Dr. Jorge Fuentes Aguirre

En la festividad de Nuestra Señora del Carmen

Saltillo, Coahuila, México, julio de 2018.

GRACIAS

A Jesucristo, quien empezó la cosa en Galilea...


Otra vez me encontraba ante mi vieja máquina de escribir. Cuando ya todos mis colegas usaban majestuosas PC’s, yo seguía con mi veterana Olivetti. No era que no lo hubiera intentado ya. En una ocasión, durante toda una semana, me había propuesto usar una de esas cosas que se llaman computadoras, pero aquello se convirtió en pesadilla: que si el cable de la pantalla, que si el interruptor escondido, que si la clave de acceso, que si cuál programa, que si lo grabé o no lo grabé, que lo grabé pero quién sabe en cuál de las 453 carpetas existentes... A punto estuve de tirar todo por la ventana... Una vez más salía convencido de que –al menos para redactar mi noticia– no había como la máquina de escribir. ¡Sí, en pleno ocaso del siglo XX!... La computadora la dejaba sólo para eso de los e-mails, y siempre con un buen asistente técnico a la mano...

Pensaba con desgana en las primeras palabras para abrir la noticia sobre el congreso de los diputados, cuando un compañero de la redacción se acercó y me dijo que el jefe me llamaba...

Nunca hubiera imaginado hasta dónde me llevaría aquella interrupción...

I

De monja en monja

Oficina, marzo 1997

De hecho, me encontraba aburrido, arrutinado en mi trabajo. En los últimos cuatro meses no había estado haciendo otra cosa que cubrir información del congreso. La misma historia todos los días: Levantarte temprano, irte para allá, tratar de sacar tres o cuatro palabritas interesantes... No siempre es fácil salir de ahí con algún material enjundioso para los periódicos del día siguiente.

Entré a la oficina del jefe para ponerme a sus órdenes:

– Buenos días, señor Bonilla, me comentó Goyo que usted quería... ¡Ah!, perdón, no sabía que estaba con una llamada.

Esperé pacientemente... Por fin, se dirigió a mí:

– Sí, Chuy, mira, resulta que la monja esta, Teresa de Calcuta, está en la ciudad para visitar una de esas sus casas, donde se dedican a dar de comer a los pordioseros y a atender a los enfermos de sida. De arriba nos piden un pequeño reportaje. Así que será bueno que mañana te des una vuelta y le hagas alguna pregunta. Llévate la grabadora. Tú sabes, ella está de moda, y cualquier noticia sobre esta monja no le vendrá mal a nuestra edición de pasado mañana. Así que, ¡manos a la obra!, ve preparando la pregunta que le vas a formular. En cuanto a mañana, no te preocupes del congreso. Total, por un día que no vayas, no se va a caer la nación.

– Es cierto, incluso si dejo de ir unos seis meses podría ser hasta saludable.

– ¡No, hombre, Chuy! Tampoco es para tanto.

Al día siguiente, temprano, con mi cámara de fotos, mi pluma, mi cuaderno y mi grabadora, me fui a buscar a la viejecita en cuestión. Yo que provengo más bien de una tradición que nada tiene que ver con monaguillos, sacristías ni vinos de misa... Es cierto que mi mamá me bautizó a pesar de que mi padre se oponía... Pero, bueno, el caso es que pronto iba a hablar con esta monjita y debía sacarle algo interesante. Al prepararme no olvidé la vieja recomendación de uno de mis profesores de la carrera: Nos insistía en que las preguntas de una entrevista nunca debían estar formuladas de manera que la respuesta fuera un simple monosílabo como sí o como no. Estacioné el coche y entré en aquella casa. Afuera había una larga cola de mendigos esperando no sé qué. La verdad nunca había visto tantos vagabundos juntos. Entré por la puerta principal y no tardé mucho en encontrar a Teresa de Calcuta; su cara me sonaba... No sé... De alguna foto quizá... Me la encontré en cuclillas con una cosa en la mano, un raro instrumento típico de viejitas usado para repetir muchas veces una oración. “Lo que es no tener nada que hacer” –me dije para mis adentros–.

Aprovechando que estaba sola me acerqué, le comenté que yo era periodista, que pretendía hacerle una breve entrevista y que, si a ella no le importaba, la grabaría. Aceptó. Sólo me pidió que le permitiera tres minutos para acabar su oración. Cuando terminó, lancé la cuestión:

– Señora Teresa, a lo largo de la historia la Iglesia Católica ha ido acumulando grandes cotas de poder. ¿Qué busca la Iglesia Católica? En una época tan pluralista, tolerante y democrática como la nuestra, ¿sigue teniendo sentido una organización como la Iglesia?

La monjita me miró, sin desdibujarse ni un momento de su rostro una extraña sonrisa. Y me respondió:

– Ven y ve... Si pudieras ver al padre Kolbe... Yo creo que él es una respuesta.

Enseguida una de sus monjas se acercó para explicarle algo en un idioma extraño que supuse era el bengalí o alguno de esos dialectos de la India, ya que sus facciones la delataban. Luego Teresa me miró y se disculpó:

– Me vas a perdonar, pero uno de nuestros moribundos está a punto de irse al cielo.

¡Vaya forma de decir que el moribundo se moría! Y la monja se me fue... Después de todo, el único permiso que yo había solicitado era el de una entrevista breve; y ella había cumplido, aunque a su manera...

En ese momento no entendí nada. Era la primera vez que escuchaba la palabra Colbe. Luego, investigando un poco, me daría cuenta de que Colbe se escribía con K.

La verdad sea dicha, esta monjita picó mi curiosidad periodística. Ése sí que es uno de mis grandes defectos: Soy demasiado curioso. Para mis profesores en la universidad era el indicio más seguro de la existencia de una clara vocación periodística.

Así que me propuse llegar hasta el fondo de la lacónica respuesta monjil...

Esa tarde me fui a las oficinas del periódico y solicité al Departamento de Documentación que me averiguara datos sobre un supuesto Colbe. Me dieron una noticia del 13 de julio de 1995 donde se citaban las declaraciones de un diputado estatal que se oponía a una ley sobre las licencias de manejar para menores de 18 años. Concluí que posiblemente no se refería a este Colbe la monjita. Fue entonces cuando se me ocurrió ir a una librería religiosa. Ahí había una monja, otra monja más vieja que la que entrevisté esa mañana. Le expresé:

– Disculpe, vengo buscando algún libro que hable de un tal Colbe.

– ¿Cómo, mijito? ¡Habla un poco más fuerte porque estoy medio sorda!

– ¡Que si tiene algo sobre Colbe!

– ¿Dices Colbe, hijo?

– ¡Sí!

– ¡Ah! ¿Te refieres al padre Kolbe?

– Pues sí, será...

– ¡Pero si es santo de mi devoción, hijo mío!

Ella se sabía todo. Me recomendó tres libros y de paso me regañó:

– Pero, ¿cómo que no sabes quién fue, con lo famoso que es? Tú... ¿qué eres?

– Soy periodista, licenciado en ciencias de la información.

– ¡Santo Dios!, estos periodistas de hoy en día qué mal informados están sobre la Iglesia. Precisamente, hijo, el padre Kolbe fue, entre otras cosas, periodista; tenía su periódico de gran tiraje; fíjate nomás... Tú, sé buen periodista, infórmate bien... Mira que no saber quién es el padre Kolbe, mijito...

Mientras le escuchaba me acordé de la broma de un profesor que nos decía que si los médicos estuvieran formados como lo están los periodistas, el índice de defunciones aumentaría notablemente... Pero, bueno, tampoco hay que generalizar.

Por fin terminó su sermón la monja. Compré los tres libros y mientras pagaba, le pedí de favor que me relatara a grandes rasgos la vida de este hombre. Amablemente accedió...

– Vamos a ver, ¿por dónde empezamos?... Mira, el padre Kolbe, de nombre Raymundo, nació en 1893, un 27 de diciembre, en Zdunska-Wola, una población polaca, hijo. A los 16 años, tras sentir el llamado de Dios, entró en la orden de los franciscanos conventuales, adoptando el nombre de Maximiliano María. Dos años después viajó a Roma para continuar sus estudios. En 1917 fundó la Milicia de la Inmaculada, que era una asociación pía que buscaba la conversión de los pecadores a través de la devoción a la Virgen María (fíjate que llegó a contar con varios millones de miembros). Así como lo oyes, hijo. En 1918 fue ordenado sacerdote y al año siguiente era ya doctor en filosofía y teología por la Universidad Gregoriana. Desde joven, pobrecito, el padre Kolbe contrajo una tuberculosis que arrastró toda la vida. Su primer trabajo como sacerdote fue la enseñanza y luego la predicación, pero su mala salud complicaba las cosas. Al final de 1921 llegó a Cracovia para lanzar un periódico mariano que sirviera de punto de unión para todos los miembros de su Milicia (acuérdate que te dije que fue periodista). A sus colaboradores les decía:“No escriban nada que no pueda firmar la Virgen María”. (¿A que no te vendría mal seguir este consejo, mijito?). ¿Y sabes qué nombre le puso al periódico? Pues, El Caballero de la Inmaculada. El presupuesto era más bien escaso, 16 páginas, papel barato... Contaba con el permiso de sus superiores pero la financiación y el riesgo de quiebra debían correr por cuenta suya... Luego, hijo...

Al ver que lo de a grandes rasgos no se lo tomó muy en serio y que además comenzaba a ponerme medio nervioso con tanto hijo, mijito, tuve que interrumpir a la monjita:

– Perdone, la verdad, suena interesante pero por desgracia tengo un poco de prisa y debo partir...

– Bueno, mijito, tú te lo pierdes. Ni modo. De todas maneras podrás verlo con más calma en uno de los libros que te llevas. Ve con Dios.

– Gracias por todo.

Aquella noche, al volver a casa, después de organizar el material de la entrevista de la mañana, empecé a leer el libro de Kolbe que me vendió la monja...

Resulta que de aquella publicación, imprimió cinco mil ejemplares del primer número y los distribuyó por las casas... La acogida fue aceptable. Recibió algunos donativos... En un momento apurado, después de celebrar la misa, encontró una bolsa sobre el altar con una nota: “Para mi querida mamá la Inmaculada” (obsequio de algún parroquiano generoso y anónimo). Así pudo solventar los gastos más urgentes. En el interior de la caja que usaba para las dádivas pegó la imagen de Cottolengo, uno de sus santos preferidos y que había sido un religioso fundador cuya orden, por norma, carecía de cuentas de banco (como una expresión de querer vivir de la generosidad de los demás, al día).

Los impresores absorbían la mayor parte de su presupuesto. Un buen día, un sacerdote americano le regaló cien dólares. Con ello pudo comprar una rotativa manual a unas monjas que habían dejado de utilizarla. Y un 8 de diciembre le donaron una máquina de composición.

Como el taller crecía, se suscitaron nuevos problemas logísticos. Sus superiores, entonces, decidieron enviar a Kolbe y sus máquinas a Grodno, un pueblo situado a 600 kilómetros de Cracovia. Partió con dos compañeros franciscanos.Ya en Grodno, para las salidas del convento los frailes contaban con un abrigo y un par de zapatos para los tres. En casa, andaban descalzos. Pagaban una pensión y colaboraban en la atención a la parroquia franciscana de esa zona... La tirada de la revista aumentó. En poco tiempo, de cinco mil pasó a 60 mil. Y la multiplicación no se estancó ahí...

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