Ofrezco respeto, recibo respeto

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Introducción

Este libro se ofrece con la convicción de que la crianza es una de las actividades más importantes, más gratificantes y más exigentes que los seres humanos llevan a cabo. El libro presenta 7 claves para liberar e inspirar capacidades específicas de la crianza, haciendo hincapié en generar respeto y cooperación en el seno de la familia. Dichas capacidades incluyen educar con un propósito claro en mente, mirar más allá de las conductas para ver las necesidades que las motivan y elegir activamente las estructuras y prácticas que están al servicio de los propósitos e intenciones propios.

Todavía recordamos de forma muy intensa nuestra juventud; cuando a los veinte fuimos madres primerizas; cuando a los treinta nuestros niños y niñas iban a la escuela; cuando a nuestros cuarenta iban al instituto. A lo largo de todo ese tiempo, siempre quisimos más comprensión, más claridad y más apoyo con la crianza. Lo que experimentábamos entonces iba a contracorriente respecto a las ideas prevalecientes en la sociedad acerca de la crianza y la educación. Veíamos una integridad y una perfección en nuestras hijas e hijos con las que queríamos interactuar para maravillarnos y aprender de ellos y ellas. Veíamos posibilidades de crecer y aprender conjuntamente y de llegar a comprender más profundamente el mundo por medio de nuestras interacciones con nuestras pequeñas y pequeños. En ese momento, en los años setenta y ochenta, la mayor parte del apoyo a la crianza no se centraba en cómo reducir los conflictos familiares y disfrutar de estar con los niños y las niñas, sino que se promovían maneras de gestionar los conflictos controlando su comportamiento.

Este enfoque de la crianza que se centra en manejar el comportamiento infantil sigue vigente hoy en día. Cada año se publican cientos de libros y artículos que enseñan a los padres a conseguir que sus hijas e hijos hagan lo que ellos quieren que hagan por medio de la inducción de culpa o vergüenza, por miedo al castigo o con la promesa de obtener una recompensa. En las últimas décadas este enfoque se ha suavizado un poco. Los términos que se usan actualmente, como “consecuencias naturales”, “tiempo fuera” o “incentivos positivos” suenan más amables, pero el objetivo final es el mismo: controlar el comportamiento infantil.

La mayoría de madres y padres que conocemos han probado al menos algunos de estos enfoques basados en el manejo del comportamiento infantil y los han encontrado poco satisfactorios. Aunque esos consejos y métodos a veces ayudan a conseguir que niños y niñas se comporten más veces como quieren sus padres y madres y a reducir el conflicto durante un tiempo, las ganancias son siempre a corto plazo y conllevan un coste muy alto: cuanto más intentan controlar el comportamiento de sus hijas e hijos sentando las reglas, imponiendo consecuencias y motivando a base de recompensas, más se encuentran con luchas de poder, peleas a gritos, portazos, lágrimas y miradas de hielo. Muchas madres y padres nos dicen que estos enfoques basados en el control del comportamiento infantil les resultan difíciles de aplicar porque van contra sus instintos y contra su deseo de crear buena voluntad y una conexión de corazón con sus hijas e hijos.

Lo que usted vive es lo que aprenden

Esta obra ofrece un enfoque innovador, alternativo al de la crianza basada en el control del comportamiento infantil. La buena noticia es que no es necesario desentrañar cómo cambiar el comportamiento de sus hijos e hijas ni controlar nada para acabar con los conflictos. La crianza por la que noso-tras abogamos es en muchos aspectos mucho más sencilla y más instintiva. También es más efectiva a la hora de satisfacer las necesidades de todas las personas en la familia, a corto y en especial a largo plazo. Se va construyendo sobre los buenos sentimientos que usted y sus hijos e hijas experimentan en los momentos de mayor conexión, y solo aborda un comportamiento (el único que puede cambiar en realidad): el suyo propio. Lo maravilloso de esto es que cuando usted cambie su comportamiento, el comportamiento de sus hijas e hijos también cambiará.

Es común la creencia de que el cometido de madres y padres es instruir a sus hijos e hijas e inculcarles valores culturales. Los métodos habituales para hacerlo incluyen echar sermones, dar consejos, soltar exigencias y corregir el comportamiento infantil. Esta orientación del “padre/madre-docente” es, desafortunadamente, un arreglo que resulta frustrante para madres y padres, irritante para niños y niñas, y en cualquier caso conflictivo. Mientras que como madre o padre usted hace todo lo que puede para inculcar valores culturales a sus hijas e hijos, ellas y ellos hacen todo lo que pueden para desarrollar un sentido de autodirección y autorespeto. Con demasiada frecuencia, hacen oídos sordos a sus consejos. Evitan decir algo que pueda desencadenar la siguiente charla, el siguiente sermón o el próximo ultimátum, pues todo esto les recuerda que no logran estar a la altura de sus expectativas.

Como madre o padre, por supuesto, usted quiere tener influencia sobre sus hijas e hijos; quiere traspasarles valores y guiarles para así contribuir a su felicidad y a su éxito en la vida. La pregunta es: ¿cómo puede usted tener más influencia? ¿A base de charlas y tareas impuestas o viviendo sus valores y compartiéndolos con ellas y ellos?

Todo el mundo sabe que los actos dicen más que las palabras. De hecho, hay estudios que muestran que solo el 5% de lo que aprendemos en la vida proviene de la educación: el 95% de lo que recordamos proviene de las interacciones familiares y sociales1. Es probable que ya sepa que sus hijos e hijas aprenden más de lo que usted hace que de lo que usted dice. Tal vez le parezca escuchar su propia voz cuando oye conversaciones entre hermanas o hermanos. Tal vez escuche a sus hijos e hijas usar la misma línea de razonamiento que usted haya empleado en casa.

Piense por un momento sobre lo que aprendió de su padre y de su madre. ¿Aprendió más por escuchar lo que le decían? ¿O de lo que les vio hacer y de cómo vivían sus vidas? Muchas madres y muchos padres nos dicen que aprendieron de las experiencias dolorosas con sus propias madres y padres lo que no querían hacer con sus hijos e hijas. Tanto si fueron modelos positivos como negativos, las acciones de su padre y de su madre son una fuerza primaria que motiva cómo aborda usted la crianza y cómo vive su vida en este momento.

Las niñas y los niños necesitan padres y madres que vivan con honestidad y se comprometan con sus valores. Las madres y los padres tienen la oportunidad de ser ejemplo y modelo de lo que quieren que sus hijos e hijas aprendan y vivan. Esto es una invitación y una oportunidad, y para muchas personas, un incentivo poderoso para aclararse acerca de qué tiene sentido y propósito en su caso particular y para hacer lo posible por vivir en armonía con ello.

El objetivo es vivir de forma auténtica, con claridad sobre lo que es importante y verdadero para usted. El objetivo no es alcanzar la perfección. Abandonar el ideal de perfección como madre o padre puede ser un alivio enorme. Cuando meta la pata y haga cosas que no concuerdan con sus valores –cosa que sin duda hará– no se deje llevar por la espiral de la autorrepulsa: usted será capaz de disfrutar la oportunidad de expresarse con honestidad hacia sus hijas e hijos, que de paso aprenderán lo que es la honestidad. Y puesto que no espera alcanzar la perfección como padre o madre, será menos probable que espere la perfección de sus hijos e hijas.

Aumente su capacidad de crear un hogar lleno de amor

Su hogar es el lugar donde sus hijas e hijos aprenden las lecciones más elementales de la vida humana: cómo cuidar de sus propias necesidades y cómo contribuir a cuidar las necesidades de las demás personas. El hogar establece los cimientos de las relaciones futuras de sus hijos e hijas con sus cónyuges, parejas, madres, padres, tías, tíos, abuelas, abuelos, buenos amigos y amigas, miembros de la comunidad, colegas de profesión y guardianes del planeta. Y el hogar es un santuario para proteger a sus hijas e hijos para que puedan aprender lecciones sobre el cuidado y la contribución a su propio ritmo de desarrollo con su apoyo, guía y respeto.

Un hogar lleno de amor está libre de miedo, que es la fuente de todo conflicto. Es un lugar donde las niñas y los niños confían en que sus necesiidades importan y en que las necesidades de todas las personas –las suyas incluidas– serán tenidas en cuenta y cuidadas. Así, pueden relajarse y entregarse a la vida, que les requiere con urgencia, y encontrar su lugar en la red del dar y recibir que forma una familia, una comunidad, una nación, y un mundo.

Este libro trata sobre todo las relaciones que mantienen madres y padres con sus hijos e hijas. Los procesos y sugerencias para mejorar el respeto yla cooperación se aplican a todas las edades y son también muy efectivos en la comunicación con otras personas adultas de la familia. Cada una de las tres partes de este libro contribuirá a que aumente la capacidad de los padres y las madres de crear un hogar lleno de amor y respeto.

Parte I. Los cimientos del respeto y la cooperación

Los tres capítulos de la Parte I se centran en las dinámicas subyacentes que vinculan lo que padres y madres dicen que más desean: respeto y cooperación.

Parte II. Las 7 claves para la cooperación

Las 7 claves que conforman la Parte II sirven para desarrollar gradualmente la capacidad de padres y madres de establecer un “hogar sin culpas”: un lugar en el que se valoran por igual las necesidades de todos los miembros de la familia y se hace lo posible para satisfacerlas, en lugar de buscar faltas, culpabilizar y motivar por medio de castigos y recompensas.

 

Parte III. Actividades familiares y relatos desde la Zona Sin Culpas

En la Parte III se proporcionan una amplia variedad de juegos, actividades y recortables para desarrollar las nuevas destrezas y también para pasarlo bien y seguir explorando. Si busca inspiración e historias reales de familias que utilizan los procesos presentados en este libro, vaya al final de la Parte III, donde encontrará los relatos de la Zona Sin Culpas (en todas las historias que aparecen en este libro se usan nombres ficticios).

Unas líneas sobre la Comunicación NoViolenta

Si bien la Comunicación NoViolenta (CNV) es el elemento que constituye la base de este libro, se presenta aquí como vehículo para alcanzar un estado de mente y de corazón que constituye el objetivo más profundo. Aunque los componentes específicos de la Comunicación NoViolenta se presentan en la Clave 5, el énfasis de este libro no está tanto en la mecánica del lenguaje como en adoptar una postura interna de crianza respetuosa. La práctica de la CNV transforma el pensamiento dualista, antagonista y basado en el miedo –que es la fuente de los conflictos internos y externos– en una conciencia respetuosa y llena de amor de las necesidades humanas, que enriquecen la vida y están detrás de todo comportamiento.

PARTE I

Los cimientos del respeto y la cooperación

Los tres capítulos de la Parte I se centran en todo lo que tiene que ver con dar respeto y con la cooperación, que es lo que madres y padres echan más en falta.

Capítulo 1

Respeto y cooperación: lo que quieren padres y madres y cómo conseguirlo

En este capítulo se presenta la cooperación como una vía de doble sentido y se señala la distinción funcional que hay entre ejercer poder sobre los niños y las niñas e implicarse para ejercer “poder con” ellas y ellos.

Capítulo 2

Tenerse respeto: madres y padres también tienen necesidades

En este capítulo se hace hincapié en la importancia de que padres y madres cuiden de sus propias e incuestionables necesidades.

Capítulo 3

¿Qué es lo que hace tan difícil la cooperación?

En este capítulo se presentan los hábitos de pensamiento y expresión que dificultan la cooperación.

Capítulo 1

Respeto y cooperación: lo que quieren madres y padres y cómo conseguirlo

El respeto y la cooperación ocupan una posición muy alta en la lista de aquello que madres y padres nos cuentan que esperan de sus hijos e hijas. Tal vez sea una de esas personas que en medio de una discusión oye dispararse automáticamente en su interior una voz que dice: “¡por favor, necesito más respeto y cooperación!” Tal vez sea una de esas personas que se preguntan qué le impide recibir el respeto y la cooperación que desea de sus hijas e hijos. Después de todo lo que hace por ellos y ellas, podría decirse que no es pedir demasiado. ¿O sí? Sí y no. El respeto y la cooperación son cosas sencillas porque se trata de necesidades básicas que todos tenemos. Por otro lado, establecer las condiciones para que puedan darse requiere más atención de la que podría imaginar.

Nosotras hemos descubierto que puede avivar el flujo del respeto mutuo y la cooperación si está dispuesta o dispuesto a hacer lo siguiente:

¿Qué pasaría si tan solo una generación fuera criada con respeto y sin violencia?

Gloria Steinem

Recordar que sus hijas e hijos aprenden de lo que usted vive.

Cooperar con sus hijas e hijos.

Valorar por igual sus necesidades y las de sus hijos e hijas.

Revisar lo que cree que sabe sobre niños y niñas.

Desarrollar y practicar las 7 claves que constituyen la esencia de la crianza respetuosa.

Aunque madres y padres hablan mucho de respeto y cooperación, nosotras pensamos que la confusión en torno a estos términos es enorme. Cuando se pregunta a madres y padres, no tienen del todo claro qué quieren decir en las ocasiones en que usan esas palabras; incluso pueden querer decir cosas diferentes en momentos diferentes. Y, para colmo, la manera en que tratan de conseguir respeto y cooperación por parte de sus hijas e hijos con frecuencia se les vuelve en contra porque no han sido capaces de demostrarles ni respeto ni cooperación, al menos según entendemos dichos términos en este libro.

La cooperación es una vía de doble sentido

Resulta que muchos padres y madres, en lugar de entender la cooperación como una relación que funciona en dos sentidos, piensan que su único propósito es conseguir que sus hijos e hijas hagan lo que sus padres y madres quieren que hagan. Cuando niñas y niños no hacen lo que se espera, se les reprocha que no colaboran, y a partir de ese punto la situación puede derivar fácilmente a insultos, críticas, culpabilización, discusiones y peleas. Más tarde, al intentar arreglar las cosas, a menudo se recurre a cesiones, negociaciones y regateos, mediante los cuales raramente se satisfacen plenamente las necesidades de nadie.

Explore por su cuenta

¿Qué significa para usted la palabra cooperar?

¿Alguna vez ha dicho a su hijo o hija algo parecido a: Tu habitación está hecha un desastre; quiero que la limpies antes de irte a jugar? Seguramente luego se preguntó por qué no le había obedecido enseguida y sin perder la sonrisa. Usted tomó una decisión unilateral y esperaba de su hija o hijo que obedeciera y cumpliera con sus expectativas en cuanto al momento de limpiar y los estándares de limpieza. Porque, al fin y al cabo, ¡yo soy la madre! (o el padre). Esta actitud, sin embargo, no toma en consideración el punto de vista de su hija o hijo. Cuando no toma en consideración los pensamientos, sentimientos y necesidades de sus hijos e hijas ni las posibles soluciones que pueden aportar para terminar con la habitación limpia, corre el riesgo de perder su respeto y buena voluntad. Esas quejas y resistencias son consecuencias naturales de su decisión de actuar sin tener en cuenta la opinión de sus hijas o hijos.

El prefijo co- de cooperación significa conjuntamente, como en co-creación y co-autora. Oper quiere decir trabajar, de modo que cooperar significa trabajar conjuntamente. La verdadera cooperación no es algo que se pueda imponer. Cuando no se trabaja conjuntamente en el funcionamiento de un hogar –con acuerdos mutuos sobre las reglas que afectan a la vida de los niños y las niñas y recurriendo a la resolución conjunta de problemas y a la toma conjunta de decisiones– cabe esperar las siguientes consecuencias: resistencias, discusiones, sentimientos heridos, luchas para imponer la propia voluntad y dependencia de los castigos y las recompensas. Una ley fundamental de las relaciones humanas es: si no hay coen el funcionamiento del hogar, se genera resistencia, que a su vez conduce al uso de castigos y recompensas para forzar a la otra persona a obedecer, lo que a su vez provoca todavía más resistencia, y así sucesivamente. Las madres y los padres que eliminan el co- del funcionamiento de sus hogares están destinados a cosechar las consecuencias de dicha omisión. Si no está trabajando de manera conjunta con sus hijas e hijos, ellas y ellos no van a querer trabajar con usted.

Una joven compartió la siguiente historia con nosotras: su padre solía obligarla a limpiar su habitación según unas especificaciones muy estrictas; llegaba incluso a levantar el borde de la alfombra para revisar si había limpiado por debajo y, si encontraba unas migas sin barrer, la castigaba. Cuanto más insistía él en que ella hiciera las cosas así, más crecía la hostilidad y la resistencia de ella. La hija limpiaba la habitación porque tenía miedo de su padre y temía lo que le podría suceder si no lo hacía. La limpiaba con rencor en lugar de hacerlo movida por el deseo de cooperar y contribuir al buen funcionamiento del hogar.

Juntas, las personas podemos ser más sabias de lo que cualquiera sería sola.Necesitamos saber cómo hacer que esa sabiduría fluya.

Tom Atlee

¿Hasta qué punto podría haber sido diferente esta situación si ella y su padre hubieran acordado los estándares de limpieza juntos, si ella hubiera sido incluida a la hora de juzgar si la habitación estaba limpia o no?

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¿De qué manera podría estar olvidando el code cooperación en el funcionamiento de su hogar?

Si está omitiendo el co- en su manera de hacer, ¿cuáles son las consecuencias de sus acciones?

Escriba al menos una cosa que podría hacer para contribuir a que aumente la cooperación en su hogar.

La cooperación es una técnica de supervivencia

La cooperación es un objetivo para madres y padres; se trata de algo que desean que esté más presente, más a menudo. También es una competencia que hay que desarrollar. A fin de sobrevivir y prosperar, todas las especies de este planeta tienen que adquirir esa habilidad. Nuestra capacidad de sobrevivir como seres humanos y de prosperar en una sociedad global cada vez más interconectada pasa por aprender y poner en practica los matices de la cooperación.

Los seres humanos han estado funcionando de un modo fieramente competitivo durante más de diez mil años2, ejerciendo poder los unos sobre los otros para obtener privilegios tribales, nacionales o personales. El desequilibrio de poder, la no consideración de las necesidades básicas de millones de personas, así como las de especies no humanas y de la propia Tierra, han tenido como resultado conflictos inacabables, guerras y devastación. Hay muchos indicadores económicos, sociales y ecológicos de que la forma en que nuestra especie ha estado funcionando es insostenible, de modo que se hace necesaria una nueva manera de cooperar o compartir el poder. Cuando madres y padres fomentan la cooperación en sus familias, se convierten en modelos de cambio para sus hijos e hijas, otras familias y otros miembros de la comunidad, además de tomar parte activa en la creación de un cambio evolutivo hacia la paz y la sostenibilidad global.

La cooperación: una habilidad para la supervivencia

Según la bióloga evolutiva Elisabet Sahtouris, la cooperación es el único camino hacia la sostenibilidad. Los ecosistemas maduros, como las praderas y los bosques pluviales, evolucionan cuando hay más cooperación que competición hostil. El enormemente complejo ecosistema del bosque pluvial es un ejemplo particularmente gráfico de un sistema maduro que ha sobrevivido a lo largo de millones de años porque susespecies han aprendido a cooperar las unas con las otras. En el bosque pluvial, “toda especie está plenamente implicada, todas trabajan de forma cooperativa mientras reciclan todos sus recursos, y todos los productos y servicios se distribuyen de manera que todas las especies se mantengan sanas. Eso es sostenibilidad3”.

Las personas que viven en granjas familiares o pequeñas comunidades no necesitan que se les recuerde la necesidad de cooperar. La construcción colectiva de graneros, las comidas en las que cada cual aporta algo y las cosechas comunitarias han sido la norma durante cientos de años. Sin embargo, las personas que vivimos en unidades familiares más aisladas corremos el riesgo de olvidar que todas pisamos el terreno de la interconexión. Podemos olvidarlo, claro, mientras las cosas fluyen, hasta que sucede algo que afecta al conjunto. Cuando una gran empresa cierra en una comunidad, todo el mundo siente el impacto económico, social y personal del cierre. En 2004, cuando un desprendimiento de tierras en una montaña enterró varios hogares en la aldea de La Conchita (California), las personas de los pueblos vecinos sintieron el impacto y se implicaron, organizándose para apoyar a las familias que perdieron sus hogares y a sus seres queridos. Y un año después, cuando los huracanes Katrina y Rita provocaron inundaciones que destruyeron miles de vidas en Nueva Orleans y otras ciudades y pueblos del sur de los Estados Unidos, todo el país vibró como una red interconectada de dolor y preocupaciones personales, sociales, económicas y ambientales.

 

Cuando el flujo de la vida comunitaria se interrumpe a causa de crisis naturales o debidas a la acción humana –y la supervivencia se ve claramente comprometida– algo se mueve en nuestro interior, y nos hacemos conscientes de la base de interconexión sobre la que nos sustentamos como comunidad y como especie. Este reconocimiento de nuestra interdependencia –de que todos formamos parte de una gran red de vida, y de que nuestro bienestar está íntimamente ligado al bienestar de las demás personas– nos muestra por qué la cooperación es una habilidad que es importante desarrollar, no solo en aras de la armonía del hogar, sino también por nuestra supervivencia como familia humana.

Las familias son nudos esenciales en nuestra red de interdependencia, y el impacto de las relaciones que se dan en su familia lo sentirán varias generaciones más a través de las vidas de sus hijos e hijas, nietas y nietos. Su forma de abordar la crianza no solo afectará a su familia, sino también a las vidas de cientos y tal vez miles de personas que estarán presentes en el futuro de sus hijas e hijos. No puede elegir si afecta o no a la red de interdependencia; sin embargo, sí puede elegir de qué manera va a hacerlo.

Cooperación es ejercer el poder con sus hijos e hijas

Tenga en cuenta que en todo momento sus interacciones con sus hijas e hijos se basan bien en ejercer poder sobre, bien en ejercer poder con. Tal vez conozca bien ambas interacciones; lo más probable es que una de ellas predomine en su vida familiar. ¿Cuál es?

Crianza ejerciendo poder sobre

Expresiones de este tipo de crianza:

Quiero que hagas esto ahora mismo. Si no lo haces...

¡No me hagas pedírtelo otra vez!

Tienes que hacer lo que se te dice y punto.

¡No me contestes!

¡Me da igual lo que te parezca!

Ya sé que quieres jugar, pero tienes que...

¿Cuántas veces tengo que decírtelo?

Construir unos cimientos de poder sobre implica que usted determina lo que es mejor y lo que es correcto para sus hijos e hijas, les das instrucciones y les fuerza a obedecer. Cuando se opta por esta orientación, se dedica mucho tiempo a echar sermones, aconsejar, discutir, analizar y, sea como sea, a tratar de controlar su comportamiento para que cumplan una serie de expectativas que se aceptan como la única manera correcta de hacer las cosas. En sus esfuerzos por asegurarse de que sus hijas e hijos cumplan las expectativas, madres y padres se encuentran con frecuencia dando órdenes y exigiendo, usando expresiones como tienes que,debes, deberías. También tienen que asegurar la obediencia mediante amenazas de castigos y promesas de recompensas. Los niños y niñas no tienen opciones o tienen muy pocas; y es muy poco frecuente, cuando se da, que se les pida opinión o colaboración para resolver sus propios problemas.

El alma se vacía completamente de su propio contenido para recibir al ser al que está mirando tal como es, en toda su verdad.

Simone Weil

Crianza ejerciendo poder con”

Expresiones de este tipo de crianza:

Me gustaría que encontráramos una solución que funcione para ti y para mí.

Me siento feliz cuando trabajamos conjuntamente.

Me siento triste cuando alguien no toma parte en las decisiones.

Me gustaría saber qué te parece esto a ti.

Me pregunto qué necesitas ahora mismo.

¿Estarías dispuesto a...?

Por favor, ayúdame a entender lo que tienes en mente.

Me pregunto qué piensas cuando escuchas eso.

Construir unos cimientos de poder con implica que los miembros de la familia cooperan para determinar lo que es mejor para las niñas y las niños, lo que se hace se decide en base a acuerdos mutuos y hay reuniones periódicas para revisar los acuerdos que se han tomado. Los padres y las madres que optan por esta orientación emplean su precioso tiempo de crianza escuchando activamente a sus hijas e hijos y tratando de entenderlos escuchando sus sentimientos, necesidades y deseos. El mensaje principal que envían estos padres es: quiero que encontremos estrategias y soluciones que funcionen para todas las personas implicadas. Estoy dispuesta a r el asunto contigo hasta que lo logremos. Por lo general tendemos a ceder, negociar y regatear – la que normalmente conlleva que alguna persona quede insatisfecha–, en lugar de abordar la raíz de los problemas y preocuparnos por cubrir necesidades de forma que todas las personas implicadas queden satisfechas.

Los padres y las madres que deciden ejercer el poder con sus hijas e hijos no tienen miedo de escuchar sus opiniones. De hecho, es algo que alientan. Se dan cuenta de que escuchar a los niños y a las niñas no necesariamente implica que estén de acuerdo con lo que dicen.Saben que escuchar suele ser solo el principio de un diálogo y que, si primero escuchan, seguramente también tendrán la oportunidad de compartir honestamente sus propios pensamientos, sentimientos y necesidades.

La crianza tiene lugar en un intercambio dinámico entre todos los miembros de la familia. Al vivir de manera auténtica en relación unas personas con otras, hay una sensación de vitalidad y alegría que no tenemos cuando nuestro objetivo es enseñar, predicar o conseguir que los demás hagan lo que queremos.

Simone Weil

Tanto si los cimientos que está construyendo son de poder sobre como de poder con, sus hijas e hijos están aprendiendo de todo lo que dice y hace. Los niños y las niñas asimilan las tácticas que usa y las ponen en práctica con sus hermanos, hermanas, amigas y amigos. Se llevan esas tácticas al colegio, como cimientos basando en ellas su interacción con sus compañeros y compañeras, y las usan para construir los cimientos de sus futuras relaciones.

El respeto es una forma de ver

La buena noticia es que la cooperación voluntaria entre usted y su hijo o hija no solo es posible, sino una consecuencia natural dentro de una relación en la que hay respeto mutuo. El respeto, como la cooperación, también suele malinterpretarse y emplearse de diversas formas.

¿Qué quiere decir cuando pide más respeto a sus hijos e hijas? ¿Quiere que estén más dispuestos a escucharle y a aprender de usted? ¿Quiere más comprensión acerca de sus circunstancias y necesidades como madre o padre? ¿Le gustaría que sus hijas e hijos vieran que su punto de vista es acertado? ¿Quiere decir que necesita la admiración y la estima de sus hijos e hijas? ¿O quiere que hagan lo que usted diga sin cuestionar nada? ¿O quizá todo esto? Con tantas maneras de entender el respeto, ¿es de extrañar que sea tan difícil pedirlo y conseguirlo? Para la mayoría de madres y padres, respeto es una palabra comodín que implica muchos pensamientos, sentimientos y necesidades.

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¿Qué significa la palabra respeto para usted?

El significado esencial de la palabra respeto es mirar. ¿Pero mirar qué? Nosotras creemos que respetar a otra persona es mirar lo que experimenta; concretamente, observar con respeto los sentimientos y necesidades que tiene en ese momento.

Cuando usted mira a su hijo o hija, siempre puede elegir dónde centrar su atención. Puede observar su comportamiento desde su propio punto de vista, a partir de sus deseos y sus juicios. O puede hacerlo desde el punto de vista de su hija o hijo, con respeto por lo que vive y por lo que necesita.

Centrarse en el mal comportamiento

Cuando se centra en lo que su hijo o hija “hace mal”, podría decir algo así: ¿Cómo puedes ser tan descuidado? ¡Pensaba que eras más madura! ¿Qué pasa contigo? Tú sabes hacerlo mejor; debería darte vergüenza.