En unión sagrada con un pastor

Text
Read preview
Mark as finished
How to read the book after purchase
Font:Smaller АаLarger Aa

Así que, muchas de las labores de Mary involucraban mano de obra para dirigir el hogar. Temprano en su ministerio, ella llegó a frustrarse y deprimirse diciendo, “¿Ésta es la clase de trabajo por la cual he dejado mi casa y amigos y pasar el resto de mi vida en esta tierra desagradable y pagana?” En su biografía se escribe,

Dentro de ella, debido a la fuerza de su fe y de su profundo compromiso, ya casi olvidado, una voz dijo: ´Si fuera una figura de madera y un cajón de agua en el templo de mi Dios, ¿No sería aun así bendecida y privilegiada?’ Este momento se volvió un parteaguas. Nada cambio en lo que concierne a los esfuerzos físicos, pero sus prioridades fueron restauradas.3

Utilizó sus dones de la práctica, administración y enseñanza al máximo, al momento de trabajar junto con su esposo, lo cual resultó ser un rol muy satisfactorio para ella.

¡Qué ejemplo tan increíble es Mary para mí! Sirvió fielmente y pasó por dificultades horrendas al lado de su esposo por 50 años. Enterraron en África 5 hijos, de 10 que tuvieron. Ella se hubiera puesto furiosa ante la sugerencia de que Robert Moffat debería trabajar sólo. Me es difícil identificarme ante este servicio tan sacrificial, pero me motiva profundamente a llegar a un mayor compromiso.

Al seguir a Cristo y al servir al lado de nuestro esposo, seremos ejemplo a las demás mujeres de la grey. Nos guste o no, somos sus modelos. Cualquier cosa que tú y yo hagamos, las mujeres de nuestra iglesia querrán hacerlo también. Tendremos que ser cuidadosas en las decisiones que tomemos. Por ejemplo, cuando comenzamos a plantar una nueva iglesia y no teníamos para el depósito de una casa, les hicimos saber a los miembros de la iglesia que yo trabajaría como maestra por unos cuantos años. Nuestros hijos tenían cinco y seis años de edad. Inmediatamente, una madre joven de la iglesia usó mi situación para insistirle a su esposo que ella debería de salir y buscar un empleo. Al final, Bob y yo cambiamos de parecer acerca de mi trabajo de maestra y, al final de todo, me quedé en casa. La mujer que estaba utilizando mi situación de excusa para trabajar fuera de casa, después dijo que, gracias a esto, perdió el poder de convencimiento con su marido.

A veces, pareciera ser más productivo conseguir un trabajo y generar ingresos extra. Pero Proverbios 31:27 habla de la importancia del rol de una esposa como cuidadora del hogar. “Considera la marcha de su casa”. La palabra Hebrea para “considera” es la palabra que se utiliza para un guardián que cuida a la ciudad de los enemigos invasores. Así como no te gustaría tener un velador cansado y tenso a causa de otro trabajo, tampoco te agradaría tener a la veladora de tu casa gastando todo su esfuerzo y energía en alcanzar otras metas, dando lo que sobra a su familia. De cualquier forma, cada pareja debe decidir ante Dios cuál es la mejor manera para esa esposa, para que ella pueda cumplir con sus responsabilidades de ama de casa y de ser un verdadero ejemplo a la grey. Al buscar el reino de Dios y Su justicia, Él promete suplir todas nuestras necesidades. Sin embargo, esto no significa que estaremos exentas de sufrir.

Tu rol dentro del Cuerpo de Cristo

Como hemos visto, nuestro primer llamado es hacia nuestro Dios y Salvador, después a nuestros esposos e hijos. ¿Significa esto que debemos dejar que sea nuestro esposo el que realice todo el trabajo de la iglesia? ¿Cuál exactamente en nuestro rol? También tenemos el llamado de usar nuestros dones espirituales como miembros del cuerpo de Cristo. Todos tenemos dones. Encontramos listas de dones en Romanos 12:3-8; 1 Pedro 4:10 y 1 Corintios 12. Algunos son dones de comunicación y otros de servicio. Si alguien no está utilizando sus dones, la iglesia se vuelve inválida. Así que, no intentes ser un oído cuando eres un ojo. Si eres un ojo, sé el mejor ojo que pueda haber, no intentes escuchar o saborear también. Eres libre de servir con todo tu corazón y alma para la gloria de Dios como cualquier otro miembro de la iglesia lo haría, en el poder de Espíritu.

El gozo de cumplir con tu rol bíblico

¿No lo ves, querida hermana?, Hay una maravillosa libertad que viene de comprender nuestro rol bíblico. Cuando nos “limitamos” a complacer a Dios, eres liberada de la presión de cumplir con expectativas inalcanzables. Quedas libre de tratar de hacer malabares en tu vida con dos o tres carreras. Has descubierto que el rol de una esposa de un hombre en el ministerio no es diferente a cualquier otra mujer ejemplar de la iglesia. Eres libre de concentrarte en tu propio carácter, en tu esposo, en tu hogar y, después, en las áreas específicas de los dones espirituales. Ten en mente que no te encuentras en un pedestal por ser esposa de un ministro. Tanto tú como yo somos simples pecadoras salvadas por Su gracia incomparable. No tenemos nada de qué jactarnos en nuestras propias fuerzas.

Y sin embargo, incluso las pocas responsabilidades que debemos cumplir podrían parecer desalentadoras. Esto es porque nos es imposible hacerlas en nuestra propia fuerza. Afortunadamente, tenemos la promesa de Dios de que Él nos ayudará. ¿No estás agradecida de que tienes la gracia de Dios, no sólo para sobrevivir, sino también para florecer en tu rol? Él te llamó y Él te capacitará para ello. Esta es la promesa: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, tengamos siempre en todas las cosas todo lo suficiente y abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).

Por fe, podremos apropiarnos diariamente de la increíble gracia de Dios para cumplir tu rol bíblico como esposa de un ministro. Cuando nos enfocamos en lo esencial, encontraremos el gozo de haber realizado un buen trabajo. Serás capaz de examinar cuidadosamente las diversas expectativas y evaluaciones de la multitud y podrás escuchar la voz que debes escuchar: la de tu esposo, diciendo, “Muchas mujeres hicieron el bien; más tú sobrepasas a todas”; y más valiosa aún, la voz de tu Dios, elogiándote como un “Buen siervo y fiel”.

2
Enfrentando las demandas físicas del ministerio

El ministerio pastoral es vivir con la grey y estar disponible para ella. No importa qué tan grande sea el tamaño de la grey a la que sirves, sentirás que existen cosas que no has hecho y que sería bueno hacer. En ocasiones te sentirás físicamente agotada. Siempre has servido de todo corazón junto a tu esposo, cargando con las preocupaciones que también él lleva. Eso incluye dar consuelo y aliento a aquellos en necesidad, visitar a los enfermos y a los nuevos asistentes, así como estar con personas en medio de sus problemas. Tal vez también te haces cargo de todas las tareas que nadie quiere o puede hacer —atender el cuarto de cunas, realizar el boletín, limpieza, informar a las personas de eventos que se aproximan, ministerio de las mujeres, escuela bíblica de verano, entre otras cosas—. Como resultado de todo esto, te encuentras constantemente bajo el peso del ministerio.

Tú quisieras tener la vida enfocada y simple de la cual hablamos en el primer capítulo, pero no encuentras la manera de evitar que tu vida sea envuelta por las demandas del ministerio. Así es que, en este capítulo quiero darte doce consejos prácticos para enfrentar las demandas físicas del ministerio. Si tú sigues estos consejos, los cuales hemos descubierto a través de los años, encontrarás que tu vida en el ministerio puede transformarse en una vida más balanceada y enriquecedora.

Doce maneras de aminorar las demandas físicas del ministerio

1) Enfócate en tu rol en el Cuerpo de Cristo

Encontraremos nuestro mayor gozo cuando usemos adecuadamente en la iglesia los dones que Dios nos ha dado.

“Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén (1 Pedro 4:11).”

¿Qué posiciones están abiertas para nosotras como mujeres que buscamos utilizar nuestros dones en la iglesia? Dios nos ha instruido a través del apóstol Pablo que primero debemos aprender en la iglesia con una actitud de sumisión hacia nuestros líderes (1 Timoteo 2:9-15). Así como para todos los creyentes, nuestra responsabilidad es someternos y brindar apoyo a aquellos a quienes Dios ha puesto en liderazgo en la iglesia.

Dios también nos ha instruido a no “enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre” (1 Timoteo 2:12), es decir, sobre el pastor y los demás líderes, cuyo rol es el pastorear al rebaño. Podemos servir en cualquier área de la iglesia de la que la Escritura no nos excluya.

Hay muchas áreas de vital importancia abiertas para nosotras. Como hemos visto, a las mujeres maduras se les ordena enseñar a las más jóvenes en la fe. Podemos tener un rol muy especial en enseñar, aconsejar y consolar a las mujeres y niños. Podemos así mismo involucrarnos en el ministerio de la música, trabajo de oficina, ministerio de mujeres, ayudar con las visitas y demás.

Sólo mira a la iglesia primitiva. Se nos han dado ejemplos de mujeres que tenían roles clave y que trabajaron con gran poder para Dios. Febe era una sierva en la iglesia, a quien Pablo alabó y a través de ella hizo llegar su carta a la iglesia en Roma (Romanos 16:1-2). Priscila participaba en el evangelismo junto a su esposo Aquila. Eran amigos cercanos a Pablo y expusieron sus vidas por él (Romanos 16:4; Hechos 18:2). Lidia era una exitosa mujer de negocios en Filipo y una de las fundadoras de la iglesia local. Cuando ella llegó a conocer a Cristo como su Salvador, ella abrió las puertas de su casa para el equipo misionero y para la iglesia (Hechos 16:14,40).

 

Si no estás segura de cuáles son tus dones, estudia los pasajes bíblicos que hablan sobre ellos (Romanos 12:4-8; 1 Corintios 12:1-14:40). Después pide la ayuda de tu esposo para lograr identificar tus dones. Puedes también considerar la opinión de tu círculo de amigas. ¿Cuáles son tus intereses o gustos? ¿Qué necesidades te producen más carga? ¿Cuáles son las áreas de servicio en donde produces más fruto? Estas son probablemente las cosas que disfrutas hacer más y esa es una señal fuerte de las áreas en las que Dios te ha dado dones. Estoy segura que si tú oras y le pides al Señor que te muestre cuáles son tus dones, Él lo hará. Ahora, ¡usa esos dones!

Cualesquiera que sean tus dones espirituales, trabaja para desarrollarlos a su mayor capacidad. Muchas esposas acuden a conferencias sobre consejería y liderazgo para prepararse y equiparse con más herramientas para el ministerio. Mi entrenamiento en el seminario fue una gran bendición mientras Bob y yo entramos en el ministerio y yo usé ese entrenamiento en mi rol de una esposa de pastor. Muchas otras mujeres de Dios, a través de sus consejos o libros que han escrito, también me han enseñado.

Enfócate en las áreas donde tienes dones. No gastes tu energía en otras áreas. A pesar de que puede ser difícil, debemos confiarle al Señor aquellas cosas que no son nuestra responsabilidad. Si el hablar en público no es tu don, confía en que el Señor traerá personas que puedan enseñar y liderar grupos. Yo he visto que eso sucede aún en iglesias pequeñas. Yo nunca he dirigido el ministerio de mujeres en nuestras iglesias, pero he alentado a otras mujeres a que usen sus dones para dirigir esos programas. Esto me ha ayudado a enfocarme en mis fortalezas: hacer visitas con mi esposo Bob y usar mis dones para administrar y aconsejar. Sólo en estos últimos años he estado escribiendo e impartiendo pláticas de una forma más regular.

Por 14 años, mi esposo me ha alentado a usar mis dones para desarrollar y administrar el programa Young Life (Vida Joven) para asignar mentoras a madres solteras adolescentes, con el propósito de presentarles el evangelio y hacer discipulado. Las mentoras no son sólo de nuestra iglesia, sino también de otras iglesias de nuestra comunidad, lo que me provee de un gran número de amigas. Es un gozo para mí, el usar mis dones dos veces a la semana al servicio del Cuerpo de Cristo. Estimo en gran manera el apoyo que mi esposo me brinda en el ministerio.

Si servimos en el área que involucre nuestros dones, ¿significa que debemos rechazar las oportunidades de servir en otras áreas? No siempre, ya que hemos sido instruidas así: “…según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10).

En nuestra primera iglesia en Nueva Jersey, serví en la guardería por un tiempo considerable. Nuestros hijos eran pequeños, así que era muy natural estar en este lugar. A pesar de que no es una de mis áreas fuertes, la ayuda era necesaria. Gracias a Dios no me perdí los sermones de Bob, ya que podía escucharlos a través de un sistema de sonido que instalaron en el cuarto de cunas.

Cuando vinimos a California a comenzar una iglesia de ocho familias, la oficina de la iglesia estuvo en nuestra casa durante 10 años. Eso significa que tuve una gran cantidad de oportunidades para hacer muchas cosas que no se relacionaban directamente a mis dones o a mi educación. Tenía que atender el teléfono para que mi esposo dedicara tiempo al estudio. Los niños eran pequeños y eduqué en casa por varios años.

¿Fue un reto el tener un balance entre hogar, escuela, oficina y el ministerio? ¡Sin duda! Muchas veces dije “estoy exhausta” y me sentí abrumada en muchas ocasiones. A menudo, nos vimos obligados a clamar por la promesa que se encuentra en Isaías 40:31, esperando en Él, momento a momento, y Su fuerza siempre estuvo ahí para nosotros. Yo doy testimonio de que Dios nos dio su fuerza sobrenatural y su poder durante esos años frenéticos.

¿Te has percatado de que al ser llamado a dar más allá de tus recursos y a esperar en el Señor, Él te da el poder para hacerlo? Es una experiencia de “levantar alas como las águilas”. Dios nos lleva a través del camino y, al mirar atrás, preguntamos, “¿Cómo hicimos todo eso?” ¡Fue Dios!

2) Reclutar y entrenar a otros

A pesar de que Dios te fortalece para hacer cosas más allá de tus habilidades y posibilidades, si ellas se encuentran en áreas que no van acorde a tus dones, deberías ver el servicio en ellas como un rol transicional. Busca constantemente a alguien que sea más adecuado para la tarea. Entonces puedes incorporar a esa persona y enseñarle a usar sus dones en esta área. Cuando ella esté lista, puede quedar a cargo y de esta manera tú quedarás libre, permitiendo que el cuerpo trabaje de una mejor manera.

3) Priorizar y organizar

Jesús nos ha dado el principio de “primero lo primero” (establecer prioridades). Él dijo que debemos buscar primero el reino de Dios y su justicia y lo demás nos será añadido (Mateo 6:33). ¿Cuál debería ser nuestra prioridad? Nuestra relación con Cristo. Si no tenemos suficiente tiempo para Él, entonces estamos demasiado ocupados. Una esposa de pastor se lamentó de que no tenía el tiempo suficiente para llevar la vida de oración que le gustaría. ¡Me puedo identificar con eso!

Déjame animarte a mirar detenidamente a los compromisos que has hecho a través de tu vida. ¿Debes decirle no a algunas cosas? ¡Sí! Debes aceptar sólo las cosas que se relacionan a tu llamado divino y rechazar los extras. En un principio, esto puede ser difícil de realizar, pero es mucho mejor para nosotros el hacer nuestras prioridades bien, que tratar de hacer todo pobremente.

Existe la posibilidad de agotarse físicamente y eso nos puede llevar a experimentar respuestas emocionales que no deseamos. En lugar de estar atrapados por la tiranía de lo urgente, debemos crear un plan para hacer el mejor uso de nuestro tiempo.

Aún más, como amas de casa, necesitamos organizarnos (2 Corintios 14:40). Puedes hacer una gráfica para mostrar las horas de la semana y realizar una agenda. En la mía, lo primero que hago es agendar las cosas importantes que debo realizar en el día. Como no utilizamos un reloj marcador para llevar el tiempo, este puede escaparse fácilmente, y podremos notar al final del día que a veces no cumplimos con las cosas más importantes. Como Dios es lo primero, podemos dejar que Él reacomode nuestra agenda en cualquier momento, y debemos permitírselo sin vacilar.

Hay muy buenos libros que hablan sobre cómo podemos desarrollar habilidades organizacionales, con el fin de hacer más, sin tanto estrés. Sé que tú, al igual que yo, deseas estudiar para ser la mejor para tu esposo y para la gloria de Dios. Consulta mis Recursos Recomendados en el apéndice.

4) Mantener a la familia primero

Cuando participas en el llamado de tu esposo, te conviene hacerlo de tal forma que no domine tu vida familiar. No necesitas vivir, respirar, comer y dormir su ministerio. Pablo le dijo a Timoteo que un obispo debía gobernar bien su casa; de lo contrario, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios? (1 Timoteo 3:4-5) El hogar y la iglesia son dos responsabilidades diferentes y tu esposo deberá manejar ambas de manera eficiente. Bajo su autoridad, tú deberás manejar el hogar.

Tú, como esposa, puedes tratar de asegurar que tu familia no termine enfocándose en las necesidades de la congregación todo el tiempo. Los niños pueden conocer algunas de las necesidades y orar como familia por ellas; sin embargo, no tienen que dominar tu vida familiar. Debemos mantener nuestras prioridades: la familia primero, después el ministerio y, por último, la recreación y otros intereses. No queremos que nuestros hijos se sientan menos importantes que el ministerio. Se necesita un esfuerzo consciente para continuar asegurándoles que ellos son nuestra prioridad y nuestra mayor bendición.

Estar al cuidado de padres enfermos o ancianos también será prioridad. Tuvimos a mi padre en nuestra casa el último año de su vida, cuando él necesitaba cuidado constante. No es necesario decir que gran parte de nuestro tiempo se consumía por eso, pero la familia y la iglesia comprendían la situación y nos alentaban a continuar.

5) No añadir a la carga de tu marido

¿Podría la siguiente situación pasar en tu hogar? “Cariño, ¿te has percatado que el cuarto de cunas necesita pintarse?” “La iglesia que está cerca de la nuestra tienen una cartelera muy llamativa, ¿no deberíamos hacer lo mismo?” “¿Cuándo vas a mandar a limpiar las hojas que se han acumulado por la oficina?” ¡Y así seguimos y seguimos! Si eres como yo, harás notar las necesidades que consideras que tu marido debe atender —personas que requieren ser visitadas o contactadas telefónicamente, cosas que requieren arreglo en la iglesia y eventos que deben estar en el calendario de la iglesia.

Nuestros maridos no necesitan presión extra de nuestra parte. Es su responsabilidad manejar la iglesia de Dios, no la nuestra. La Escritura nos dice, “Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga” (Gálatas 6:1-5). Sin embargo, bastante a menudo, nosotros como esposas tomamos cargas que no nos corresponden y después pasamos esas cargas a nuestros maridos.

¿Cómo entonces podemos aligerar la carga de nuestro marido en lugar de añadir a ella? Para ayudar a mi esposo, los lunes por la mañana hago una lista con las necesidades que vi en la iglesia el domingo. Durante la semana, trabajo en esa lista (me gusta enviar tarjetas de “mejórate pronto”, notas de aliento, cartas de ánimo y tarjetas felicitando por un nuevo nacimiento). Esto ayuda a tomar algo de responsabilidad en el ministerio, sin añadir carga a mi esposo.

Si aún vemos la necesidad de darle alguna sugerencia, debemos tener cuidado en encontrar el tiempo indicado para hacerlo. Es especialmente importante el no traer el ministerio a la cama. Necesitamos dejar que nuestros esposos vayan a la cama en paz, sin un recordatorio de cosas que están pendientes por realizar. Esto es una tentación muy real, debido a que, muchas veces, es la única ocasión que tenemos la atención total de nuestro esposo. Pero, a esa hora del día, cuando ya nada productivo puede hacerse, las sugerencias parecen ser quejas.

Es bueno poner límites. Ya es suficiente, no podemos hacer todo. Por lo tanto, debemos confiar en que la gente de la iglesia se haga cargo de ciertas cosas, o bien, atenderlas en otro momento. Una grey bien instruida regularmente se hará cargo de las necesidades de otras personas, incluso antes de que lleguen a oídos del pastor.

6) Aceptar ayuda de otros

De la misma manera en que recibimos mayor gozo al dar que al recibir, debemos permitir a otros que nos ministren como familia. Así, ellos también podrán experimentar ese gozo. Pablo escribió lo siguiente sobre las iglesias en Macedonia,

Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios (2 Corintios 8:3-5).

Pablo permitió que los cristianos atendieran sus necesidades. Él les dijo que serían enriquecidos por la libertad de dar para el ministerio (2 Corintios 9:11). Si nosotros no permitimos que la grey atienda nuestras necesidades, entonces les estamos quitando la bendición.

Sería bueno que nos examináramos en esta área. ¿Sofocamos a veces los deseos que las personas tienen de ayudarnos, al no hacerle saber a nadie nuestras necesidades? Una forma de recibir ayuda y aliento es pedirle a una esposa de pastor más madura que nos enseñe, ya sea en persona o a través de una llamada telefónica. ¡Qué gran bendición puede ser esto para ambas!

7) Descansar un día a la semana

Bob y yo estábamos muy interesados en escuchar lo que el presidente de nuestro seminario diría en su conferencia titulada: “Cómo Sobreponerse al Estrés del Ministerio”. Su punto principal establecía que la mejor manera de manejar el estrés es el tener un día de descanso cada semana—eso es, obedecer el cuarto mandamiento. ¡Qué solución tan sencilla para un problema tan grande!

Descansar un día a la semana, no es sólo una buena idea, es idea de Dios, una ordenanza de la creación.

 

Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó (Éxodo 20:9-11).

Dios siempre sabe lo que es mejor. No puedo exagerar esta verdad. Debemos descansar. Es por el bien de nuestro cuerpo y alma, y para tener una mayor productividad que debemos seguir el patrón establecido por Dios. Es especialmente importante debido al peso constante de las responsabilidades del ministerio sobre nuestros hombros.

Entender nuestras limitantes físicas es parte del cuidado de nuestro cuerpo, el cual es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19-20). No hay duda de que tener el tiempo adecuado de descanso debe ser una prioridad.

Ya que el domingo no es un día de descanso para nosotros en el ministerio, como debe serlo para los demás en nuestras iglesias, sería sabio el tener otro día libre de ser posible. El personal de nuestra iglesia toma los viernes como descanso. La razón para tomar este día es porque toda la preparación para el domingo está terminada, y los pastores pueden relajarse de una mejor manera que si descansaran los lunes. Algunos pastores eligen descansar el lunes porque necesitan reposo después de un día en donde han estado muy ocupados enseñando y predicando. Nos hemos percatado de que es importante hacer algo divertido y relajante durante nuestro día libre, cosas como conducir a la montaña, leer en nuestras sillas de patio, hacer una caminata o jugar tenis. Un cambio de ritmo es importante para nuestra salud emocional y espiritual—especialmente porque estamos rodeados de gente casi todo el tiempo. Las actividades al aire libre parecen particularmente refrescantes, debido a que nuestros esposos pasan la mayor parte del tiempo en una oficina.

Una meta que tengo es tener las tareas de la casa hechas, para que Bob no tenga que ayudarme con ellas en su día de descanso. Hay ocasiones en que las hacemos juntos, si ha sido una semana muy ocupada para mí. Entonces, el sábado lo usamos como la mayoría de la gente. Hacemos tareas en casa, trabajo de mantenimiento o vamos de compras. Es parte de los seis días en los que debemos laborar y hacer todo nuestro trabajo. Cuando nuestras tareas del sábado están terminadas, entonces podemos tomar algo de tiempo para recreación.

¿Qué debe hacer una esposa cuando su esposo no toma un día libre? Se sabe de un pastor que dijo, “El diablo no toma un día de descanso, así que ¿por qué debería hacerlo yo?” a ello le respondieron, “No sabía que el diablo era nuestro ejemplo.” Eso es muy cierto. Dios es nuestro ejemplo en que Él descansó en el séptimo día.

Desafortunadamente, algunos hombres en el ministerio no toman tiempo para dedicar a sus familias. Su vida es el ministerio y a la familia, si acaso, apenas se le da el tiempo sobrante. Una esposa expresó, “Para poder pasar un momento con mi marido, tendría que tener un problema a solucionar. Entonces podría hacer una cita para que me dé una hora de su tiempo.” Esto es muy triste, ya que el primer ministerio que un ministro tiene es su familia.

Si tu esposo no descansa, deberías apelar a él con espíritu de mansedumbre y orar para que Dios le haga sensible a tu preocupación. Podrías decir, “quisiera tener la oportunidad de preguntarte algo. ¿Puedes en este momento?” Si puede, entonces procede a decirle algo así: “¿Cómo crees que podamos planear tomarnos un día a la semana como día de descanso? ¿Qué podría hacer yo para que esto ocurra? Debido a que llevas una carga muy pesada en lo que haces, creo que es importante que descanses. Sé que yo lo necesito también.”

Esto debería iniciar una buena plática sobre tus preocupaciones. Si tu esposo no está convencido sobre la importancia del descanso, tienes dos opciones. Puedes pedirle a Dios las fuerzas necesarias para seguir apoyando a tu esposo (1 Pedro 4:8), o puedes confrontarlo bíblicamente siguiendo el proceso que indica Mateo 18:15-29. Sea lo que sea que hagas, no debes dejar que el odio y el resentimiento se aniden en tu corazón. Dios puede darte paciencia y perseverancia, a medida él trabaja en el corazón de tu esposo.

La razón por la que puedes decidir seguir el proceso de Mateo 18 es porque tu esposo también es tu hermano en Cristo. El pasaje dice “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra (Mateo 18:15-16). Si le pides a un líder de la iglesia que te acompañe a hablar con tu esposo sobre este asunto, muy probablemente tu esposo atenderá antes de que el problema avance más. La mayoría de los líderes se preocupan por las necesidades de la familia del pastor, por lo que con gusto animarán al pastor a tomar un día de descanso. El mismo principio aplica para cualquier persona a la que tengas que enfrentar sobre un pecado.

8) Cuidar de tu cuerpo

Aceptémoslo, el ministerio nos pasa factura físicamente. Nos cansamos y agotamos. Pablo comparó nuestro cuerpo a un tesoro en un vaso de barro. Un vaso de barro es frágil y fácilmente se astilla y rompe. Nos cansamos y enfermamos y estamos sujetos a padecimientos que limitan nuestra capacidad en el ministerio.

A veces, al estar tan ocupadas, no comemos, descansamos o nos ejercitamos lo suficiente para estar en condiciones óptimas. Bob y yo nos hemos percatado que nos sentimos mejor y tenemos más energía cuando nos ejercitamos varias veces en la semana. El ejercicio mejora nuestra energía, resistencia y bienestar físico.

Si estamos sobrecargados, necesitamos encontrar el motivo, debido a que la sobrecarga añade mayor tensión a nuestros cuerpos. Si tenemos un desorden alimenticio, debemos de someterlo al control del Espíritu Santo. El estar en el ministerio, a menudo significa que nos ofrecerán comidas que incluyen ricos postres. En nuestra primera iglesia, las mujeres creían que su tarea era engordar a su joven pastor. Debemos de encontrar respuestas amables para rechazar alimentos que pueden ser dañinos para nuestra salud. Pablo dijo, “sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:27).

Somos llamados a ser buenos mayordomos de nuestros cuerpos y eso incluye pedir a Dios que nos provea de auto-control y crear disciplina para la piedad (1 Timoteo 4:7). Aunque nuestra apariencia física no es el factor más importante de nuestra vida, debemos de cuidar de nosotros mismos en una forma que refleje positivamente a Dios y le traiga gloria.

Del gran reformador Juan Calvino, se dice que fue a su tumba a una edad temprana, a los 55 años, debido a la vida sedentaria que llevaba y aunado a su enorme carga de trabajo, lo que finalmente lo llevo a ser víctima de enfermedades.4

Dios mediante, con un cuidado apropiado de nuestros cuerpos, podremos disfrutar de un largo y saludable ministerio para la gloria de Dios.

9) Tomar Vacaciones

Algunos pueden ver las vacaciones como un lujo, pero es una obligación para las familias del ministerio. La mayoría de las iglesias reconocen la necesidad de un descanso completo de las presiones del ministerio y permiten que el pastor tome un mes o más de vacaciones. Nosotros tomamos cinco semanas de vacaciones y aprovechamos parte de ese tiempo para ir a conferencias en donde Bob y yo generalmente servimos como expositores. Pero cuando hacemos esto, el propósito de las vacaciones no se cumple debido a que no tomamos un descanso completo de nuestras responsabilidades en el ministerio.