Correr con el alma es posible

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Por qué empecé a correr

Mi experiencia profesional como odontólogo comenzaba a causarme algunos problemas de estrés. Mi trabajo entre las cuatro paredes del consultorio, con luz artificial, sin ver el cielo y en contacto con el dolor. Al cabo de algunos años mi cuerpo pedía algo distinto. Piensen que nadie viene contento al odontólogo, todos nos asocian con el sufrimiento y antes o después ese sentimiento se contagia. Comencé a sentir malestar.

Tomé el firme propósito de cambiar. ¿Qué necesitaba? Básicamente moverme. Mover mi cuerpo en ambientes abiertos, salir del encierro. Eso me satisfacía. Me puse zapatillas y pantalones cortos y salí a correr al parque. Comencé por dar una sola vuelta de 800 metros, el perímetro del lago, luego caminaba. Me gustó y poco a poco fui incrementando las vueltas al lago, dos, tres, cuatro. Me sentía muy muy bien cuando terminaba mi rutina. Y encontré nuevos amigos que hacían lo mismo que yo y por las mismas razones. Y también se da el efecto contagio.

Un día mientras elongaba me encontré con un corredor que había visto antes. Nos pusimos a charlar y me comentó que ese día había completado 30 km –y yo que me sentía realizado porque había dado tres vueltas al lago-. Él estaba menos cansado que yo, más entero, no se agitaba como estaba yo. Conocerlo disparó en mí otras aspiraciones y comencé a trabajar en eso. Fue como una ráfaga de viento que pasó por mi mente… y todo cambió. Como dijo Alfredo Barragán cuando terminó la expedición Atlantis: que el hombre sepa que el hombre puede.

No cambio mi rutina porque es la única manera de lograr mi propósito. Entreno de martes a sábado todas las mañanas. Salgo bien temprano del departamento ya sea invierno o verano. No cambia con las estaciones. Empiezo con 12 km, luego 18 km hasta 20 km agregando cada día. El domingo agrego más horas y más kilómetros sin detenerme. Corro en el piedemonte de la cordillera y eso significa desniveles importantes desde la base hasta los 1000 m de altura.

Llego en bicicleta al club Regatas que se encuentra en el parque, me cambio allí y salgo a correr. Por lo general una distancia de 36 km en 4 horas. Es como si corriera una maratón todos los domingos por el desnivel. Cuando estoy preparándome para una maratón de autosuficiencia entreno con sobrecarga: una mochila de 5 a 9 kg. Luego vuelvo al club, me baño, me cambio y regreso a casa en la bicicleta.

Esta rutina la realizo desde hace 10 años y creo tener asistencia perfecta. En el transcurso del mes entreno entre 300 a 400 km. No excedo esa distancia porque me siento bien y me da tiempo para recuperarme sin fatigas ni dolor. La vida requiere equilibrio y prudencia. No me detiene el frío ni la lluvia ni el sol. Ni el granizo, que me sorprendió y yo no tenía dónde refugiarme. También me sorprendieron delincuentes que me robaron hasta las zapatillas. Tuve que llegar al club descalzo y fue una experiencia horrible, que no quiero recordar. Agradezco a mi madre que está en el cielo que me haya hecho tan cabeza dura.

Puedo decir a esta altura de mi vida, que lo más importante es la actitud, que no es necesario gastar en equipos caros. Esos no garantizan ningún resultado. Aprendí de los keniatas y de los etíopes que ganan maratones sin equipos y con zapatillas comunes. Los indios rarámuri que habitan en barrancas de cobre en México corren con unas sandalias de cuero, camisa, un paño en la cintura. Corrían más de 100 km hasta avanzada edad. Ellos me ensañaron que correr es una sabiduría, no una mercancía. Se trata de construir en nuestro interior un nuevo hombre.

Son innumerables los beneficios para la salud que correr significa: aumenta la capacidad pulmonar porque la respiración se hace más profunda, y como se corre al aire libre, el aire es más puro. La respiración profunda aumenta el oxígeno que entra al organismo y por ende la energía que se siente es mayor. Mejora el funcionamiento del corazón porque la circulación mejora también. Todo el aparato circulatorio mejora porque se abren más los capilares y favorece la aportación de oxígeno a los músculos. Además, se eliminan mejor las sustancias tóxicas relacionadas con la fatiga. También a nivel hormonal hay mejoras muy importantes y es especial para combatir la diabetes por el aumento de la capacidad muscular. Disminuye la necesidad de ingerir insulina exógena. Se pierde masa magra, es decir, grasa y por eso previene la obesidad.

A nivel mental, disminuye notablemente ansiedad y la depresión por el ejercicio de resistencia y el despeje, mejorando la calidad de vida. El intercambio de energías con la naturaleza: aire, sol, tierra y agua nos aporta mayor secreción de endorfinas, que es un analgésico interior por la mayor actividad glandular.

Cuando se corre maratones de fondo la mente se despeja y los pensamientos fluyen con claridad. Llega un momento en que dejamos de pensar y solo queda el acto de correr, que es una forma de meditación en movimiento en el aquí y ahora y alcanzamos un estado gozoso del ser. He logrado un estilo de correr meditativo que me da paz interior y alegría de vivir.

La endorfina se torna adictiva. Entonces los que corremos y hemos hecho de este deporte un hábito, sentimos la necesidad imperiosa de salir a correr porque el cuerpo lo pide con fuerza. Es una terapia muy simple, saludable y gratis. Solo hacen falta unas zapatillas y ropa cómoda. Y agua de la canilla, corriente, no de botellas. Recomiendo que cuando tengan un problema, salgan a correr o caminar o lo que se pueda unas cuantas horas, si al salir el problema era de valor 100, al regreso será de valor 30 o 20. Todo el organismo se activará y no serán los mismos luego de ese ejercicio. Les puedo asegurar que hasta retrasa el envejecimiento porque permite la regeneración de una partícula celular llamada telomerasa que tiene que ver con la vejez. La edad real es la nos que informan las células de nuestro cuerpo. Un 30 % depende de nuestros genes y el otro 70 % de nuestro estilo de vida.

Investigaciones científicas en los últimos diez años demostraron que el ejercicio físico tiene efectos en la neurogénesis adulta. Las neuronas tienen la capacidad de trasmitir impulsos a otras células del cuerpo como las musculares y generar movimiento. A través de las neuronas se transmiten señales eléctricas denominadas impulsos nerviosos. La conexión entre ellas se llama sinapsis. Con el ejercicio aumenta dicha conexión. La neurogénesis en los adultos fue descubierta apenas en el último tercio del siglo XX.

Considerando estos datos y otros que sería muy largo de especificar, podemos asegurar que una persona de 80 años puede hacer la misma intensidad de ejercicios que una persona de 20: la persona de 80 años puede trotar a 10 km por hora, su 20 % va a ser 2 km por hora. Si el joven puede trotar 20 km en una hora su 20 % va a ser 4 km por hora. Son intensidades diferentes en números absolutos, pero en términos relativos, de acuerdo con su capacidad, los dos están trotando al 10 o 20 % de su máxima capacidad.

Esto porque nuestro genoma está hecho para dos cosas básicamente mientras se vive: comer y hacer ejercicio, lo que equivale a gastar las energías ingeridas al comer. Por eso el ejercicio debe estar en la vida de todos y la salud basada en la actividad física. Cuando uno recurre a los fármacos, un 10 % lo hace la medicina y el 90 % la naturaleza. Entonces insisto en buen alimento, buen ejercicio, buen descanso es la mejor inversión en salud. En nuestra sociedad no es fácil porque está organizada para la vida sedentaria y el alimento procesado. Es necesario tomar conciencia de esto y hacer de nuestra vida lo mejor para nosotros, ser soberanos de nuestra salud. Tampoco es imposible, no es costoso. Más bien es gratis.

Lugares elegidos para correr

Empecé corriendo maratones de calle de 42 km en distintas ciudades del mundo. He realizado casi 50 maratones y me dio experiencia suficiente para tomar la determinación de no correr más maratones sobre asfalto y con multitud de participantes. Comencé a sentirme incómodo en esas carreras, no las disfrutaba ni me gustaban. Participaba porque mis amigos entrañables me invitaban y no quería desairarlos. Diariamente, al abrir mi computadora, aparecían muchos correos invitándome a maratones nacionales o en el exterior. Aceptaba tres o cuatro por año y las que rechazaba, agradecía la invitación. El entrenamiento lleva tiempo, uno debe estar bien preparado y no es posible estar corriendo todo el tiempo.

Pero, esa multitud de gente, las publicidades, las bebidas energéticas, las marcas de ropa deportiva, los aparatos que quieren vender para medir frecuencia cardíaca, oxígeno y qué se yo qué más, han convertido las carreras en un mercado de consumo y se alejan del verdadero sentido de este deporte: silencio, naturaleza, aire puro, encuentro con nuestro interior. Yo no necesito nada de lo que las dos cuadras de stands de cosas ofrecen y todo ese mercadeo y bullicio me molesta mucho.

Buda decía: ser feliz no es una cuestión del destino, sino una elección, una actitud ante la vida que cada uno decide, no depende de los demás sino de cada uno . Cuando corro contacto con la naturaleza, por eso no corro en ciudades, y establezco una verdadera comunión con el entorno. Respiro el perfume de cada flor, disfruto de cada árbol y vuelo con cada pájaro, encuentro belleza en todas partes. La libertad que siento me da un combustible increíble al alma.

El objetivo de correr es ayudarme, convertirme en un ser consciente, saludable, feliz, completo, es un aprendizaje para el resto de las cosas que hago en mi vida.

Llevo en mi mente grandes pensadores, filósofos y escritores que pensaban mientras caminaban para lograr crear en libertad, como Rousseau, Thoreau, Nietzsche, Ghandi. Ellos se desplazaban por lugares fuera de la ciudad en los que se respiraba a pleno pulmón, lejos del ruido y así podían mantener una conversación interna, buceaban dentro de sí mismos para encontrar la verdad. Federico Gros sostiene que caminar es una ruptura frente al caos, el ruido del mundo y las tensiones. Además, explica cómo la dinámica corporal se relaciona con la dinámica espiritual. Andar tiene que ver con la espiritualidad, con la rebeldía, la humildad, y ha sido el camino de grandes revolucionarios. Nietzsche decía que se escribe con los pies. Es decir, alejado del escritorio porque los libros de aquellos autores prisioneros de paredes, atados a la silla, son indigestos y pesados. Es mejor pensar al aire libre, ligeros.

 

Mahatma Ghandi decía en la campaña para liberar a India en paz y sin derramar sangre, recorrió gran parte del territorio a pie, y cuando le ofrecían trasladarlos de un lugar a otro, respondía que cuando más caminaba, más se inspiraba y más claro veía los problemas y las soluciones.

Caminar es más que un paréntesis, una simple pausa para relajarse. Es el elemento mismo de la creación, inspiración de libertad. Por eso corro en estado meditativo. He tomado decisiones importantes de mi vida mientras corría o caminaba porque surgió con claridad qué debía hacer.

El ejercicio requiere dejar la zona de confort y eso cuesta porque estar inactivo impulsa más inactividad y terminamos atontados. Cuesta romper ese estado cómodo. Debemos comenzar a movernos a ritmo propio, escapar del imperativo de la velocidad y de la competición. Lo bueno de esto es no tener la necesidad de ser alguien o demostrar lo que somos o aparentamos ser. Lo bueno es que somos lo que somos y felices de serlo y estar solos con nuestro íntimo ser, libremente íntimos. Todo pierde consistencia. Nos volvemos contemplativos en plenitud y serenamente. Me preocupa ser más que pertenecer. Un desafío lúdico que nos invita a crecer.

Energía

Energía es la fuerza vital que mueve el universo, es vida en movimiento. Cuando se bloquea y se paraliza la energía deja de moverse, la vida va muriendo. Es como el agua estancada, se pudre. Los seres humanos se enferman. La acupuntura china se basa en el desbloqueo de la energía para curar el cuerpo.

La inactividad, la vida sedentaria hacen que la energía del cuerpo se estanque y crea las condiciones para que el cuerpo enferme. Lo contrario, la actividad física propicia flujos de energía y evita el bloqueo. La energía es movimiento y el movimiento es vida.

La palabra energía proviene del término griego en que significa dentro y ergon que significa que significa trabajo, actividad, acción. Es decir, la actividad, el trabajo, la acción dentro de uno. El universo es una unidad compuesta por diversas manifestaciones de energía, pues todo lo que existe se encuentra en movimiento perpetuo.

La energía cósmica mantiene vivo el universo, es responsable de su permanente evolución y movimiento, así como de su armonía. Desde el micro al macro cosmos, todo es energía.

Es la sustancia esencial que cuenta con las siguientes características: omnipresente: es decir, que existe en todo espacio y tiempo; inagotable: no perece ni se acaba; gratuita y direccional: puede dirigirse a un fin específico como para alcanzar la meta propuesta cuando se tiene un objetivo o se quiere mejorar la salud.

A esta fuerza sutil los chinos la llaman chi, los vedas prana, los occidentales energía cósmica o fuerza vital. La humanidad vive inmersa en un océano energético no obstante la poca conciencia que se tiene de su presencia. Afortunadamente, desde los albores de la humanidad, esos pocos conscientes, a través de la observación y métodos diversos fueron desarrollando técnicas para captar más energía con el objetivo de lograr mejor capacidad física, salud y armonía. El hombre sano es aquel que ha conseguido un yo en armonía, un yo permanente, integral, capaz de explorar el propio campo de energía con equilibrio y medida, consciente y dispuesto a nutrirse de emociones y pensamientos positivos para vivir una vida en alegría.

Este conocimiento ancestral se ha ido pasando de generación en generación, de maestros a discípulos. Dentro de la tradición hindú, a estos vórtices o centros energéticos se los conoce con el término chakra, que en lengua sánscrita quiere decir rueda en movimiento.

Los centros energéticos son siete y están alineados a lo largo de la columna vertebral de la cabeza al perineo. En los seres humanos son puntos específicos y bien localizados que funcionan como verdaderos receptores y transmisores de energía cósmica. Trabajan como si fueran torbellinos o vórtices girando a gran velocidad y permiten de ese modo que exista un intercambio de energía entre el ser humano y el universo. A más velocidad en el giro, más energía se involucra y se mejora la salud y el rendimiento físico. Cada centro es responsable del buen funcionamiento de determinados sistemas y órganos que están bajo su control: habrá salud si existe una recarga y flujo adecuado de energía. Por el contrario, la enfermedad aparecerá ante la incapacidad de los centros para absorber y distribuir adecuadamente la energía cósmica.

Me detuve en este tema de la energía porque ser consciente de ello y direccionarla me permiten tener salud, meditar, correr, siempre conectado con el intercambio de energía cósmica equilibrada. Correr con la columna recta, el mentón recogido es fundamental para que circule y se distribuya correctamente.

Esta energía sutil en occidente es ignorada porque no la pueden desmontar científicamente, pero existe, es real, se comprueba teniendo buena salud, corriendo, meditando y logrando alegría de vivir, pensamientos positivos y venciendo limitaciones mentales. La mente es el motor que genera los pensamientos que son vibraciones de ondas de energía. Cuando la emitimos positivas, éstas regresan frutos que hemos pensado. El universo es un eco de nuestros pensamientos por la ley de causa efecto: todo fluye y refluye, nada está quieto, es el principio de la polaridad . Es necesario prestar atención a lo que se piensa y se dice o se hace en uno y otro polo: positivo o negativo, porque todo vuelve.

El común denominador que nos une a los que practicamos ultra deporte extremo, aventuras y desafíos constantes en la vida diaria son los pensamientos positivos. Más importante que nuestra capacidad es esa vocecita interna que dice yo puedo. Todo lo que logramos en la vida es por nuestra forma de pensar y cómo usamos la mente. Cuando cambia nuestra forma de pensar cambia nuestra vida. El ser humano es la única especie viviente que puede elegir cómo pensar: es el libre albedrío. La fuerza de la mente es algo tan importante como la física, por eso tenemos que lograr dirigir la mente para enfocarnos en nuestra vida. Es tan importante el poder del pensamiento positivo, de lograr una actitud mental positiva que nos predispone a pensar sobre personas, situaciones, metas, trabajos, problemas que vamos encontrarnos todos los días de manera positiva.

Es indicador de cómo es una persona en su interior, las circunstancias no hacen al hombre, simplemente reflejan su interior. Es el poder del pensamiento, es la raíz. La actitud mental positiva o negativa está determinada por nuestras expectativas. Si éstas son potentes ejercen una influencia dominante en nuestra personalidad.

Fuente de energía: es la fortaleza que surge de un canal de energía en el centro del cuerpo. La meditación es la llave que abre la posibilidad de sustentarla y canalizarla porque la fuente de todo poder está dentro de uno mismo. Encontrar esa fuente de energía y de poder llena de alegría las acciones, canalizarlo es nuestra responsabilidad: la fuente de energía comienza en el cuerpo y se extiende al espíritu.

También existe energía química esencial compuesta por hormonas, nutrición, alimentos, genéticas. Lo espiritual surge de esas sustancias.

Podemos concluir en que somos todo energía. Podemos llamarla de muchas maneras: Dios, vida, conciencia, prana. Hacer fluir esa energía por el cuerpo y por la mente permite sentir la vida con fuerza y plenitud, conectado con el universo donde el macro cosmos y el micro cosmos son la misma cosa. Tenemos alma y espíritu y tenemos la posibilidad de encontrarlos a través de lo profundo y universal y al sentirnos plenos podemos disfrutar de la vida. Finalmente debemos estar conscientes que la voluntad de superación es la fuerza interior que tenemos y nos empuja a llevar a cabo lo que nos proponemos. Vale recordar que solo los fuertes de espíritu tienen voluntad, los demás tienen deseos.

Potencial humano

Su fórmula es P.H = (C.I + C.D) · AP. El potencial humano es dar lo máximo de sí mismo para lograr el éxito. Es igual a la cualidad innata que cada persona tiene desde el nacimiento, el lado genético, más la cualidad desarrollada, la que cada uno ha trabajado durante años. Está influenciada por la habilidad, el talento, el conocimiento. Todos están bajo nuestro control: la actitud personal, la actitud mental positiva, la forma en que enfrentamos nuestra vida, la predisposición de pensar con optimismo, todo conforma la energía mental emocional que invertimos.

La cualidad innata más la desarrollada nos acerca al éxito que está bajo nuestro control.

El pensador chino Confucio, cuya doctrina se llama confucionismo afirmaba: tu voluntad de ganar, tu deseo de tener éxito, tus ganas de llegar al máximo potencial, es la llave que te abrirán las puertas a tu máxima realización.

La clave está, según esta filosofía, en la actitud personal. Esa actitud es el factor multiplicador de las cualidades propias. La actitud mental positiva se puede desarrollar tanto como se quiere. Una forma es repetir como un mantra: T.P. es decir, tú puedes, todo pasa: el cansancio pasa, el dolor pasa, todo pasa y solo queda la satisfacción del logro.

Correr con el chi es posible

Vuelvo a mi propia experiencia. En la búsqueda de encontrar la plenitud, a los 35 años empecé mis prácticas de thai chi. Comprendí la esencia de esa cultura china milenaria transmitida por Lao Tse en su libro sagrado Tao te ching. El taoísmo es una doctrina iniciática que implica la realización del orden metafísico del yin yang que constituye una explicación de la dinámica del mundo en las fuerzas opuestas de atracción y repulsión. Son principios polares complementarios y el desequilibrio entre ellos determina la falta de armonía.

Así el yin yang está determinado por principios metafísicos y, en forma subordinada, por aspecto de la naturaleza del cosmos, de la especie humana, de los animales y las plantas y hasta las cosas que son concebidas como inanimadas porque también llevan las fuerzas del yin y yang. En ella está la dinámica de la vida universal, pero relacionada con su naturaleza metafísica, dependiente del orden superior que es el tao.

El thai chi es zen, es meditación en movimiento, es yoga. Son términos diferentes que señalan el camino que sólo a través de la experiencia se comprende. Es una disciplina poderosa, una herramienta para estar más en contacto con uno mismo. Es una manera de permitirse funcionar de modo natural y plácido, sin confundirse con las expectativas, deberes y esperanzas, temores y otras fantasías que interfieren con el flujo natural.

Esta disciplina, después de más de ocho años de práctica, me cambió la forma de ver la vida. Lo aplico en todos los aspectos de mi propia experiencia. Puedo ir a todas partes llevando este centro en mi interior porque si estoy equilibrado puedo moverme en cualquier dirección que desee sin peligro de caerme y mi contacto con el mundo es sólido y real porque llega desde la raíz de mi existencia. Aprender ese arte especial me enseñó a hacer todo sin esfuerzo, de una manera fácil, sin cansarme. Si es necesario forzarlo es porque algo anda mal. Así, cuando corro, lo hago en forma relajada, natural, flexible, serena, armónica, disfrutando lo que hago porque el chi, energía, adquiere poder, que no es fuerza bruta sino esencia de identificación con la energía del universo.

El propio estilo de los movimientos fáciles del thai chi que fluyen oscilando y volviendo sin pausa, con fortaleza, sin fuerza me permite continuar sin descansar practicando el chi. Es bueno para los atletas poder disfrutar del proceso, vivir intensamente lo que se hace sin pretensiones y con gran claridad, belleza, vitalidad, aceptando lo que nos va sucediendo y de esa manera poder reír, celebrar y aliviar los esfuerzos. Es el sentido de ser libres.

 

Energía es también un término engañoso. No implica tensión nerviosa ni un anhelo mental fabricado artificialmente. Es algo sutil y poderoso que circula continuamente en el propio yo, por la mente y por el cuerpo. La acupuntura muestra los caminos de esta energía: el chi: es abierta, de libre movimiento y fluye espontáneamente como la circulación de la sangre o como la respiración, sin trabas y básicamente indefinible. El chi fluye en los meridianos corporales cuando un cuerpo está en estado de perfecta naturalidad y salud. La energía es la fuerza vital que surge espontáneamente adquiriendo potencia y poder.

El símbolo del yin y yang es el entrelazamiento y la fusión del flujo de movimientos dentro de un círculo que está dividido en dos áreas equilibradas: una blanca y otra negra, cada una de las cuales tiene la forma de pez. Esta imagen muestra que dentro de la unidad existe la dualidad, la polaridad, contraste. La única forma de hallar el equilibro real es cuando las energías opuestas se mueven juntas y armoniosamente entrelazadas. Es la interacción en la unión, fluyentes, como la consumación entre dos fuerzas: macho y hembra, mente y cuerpo, bien y mal. Es el aspecto esencial de la vida.

Para recuperar el equilibrio debemos darle la mayor importancia a la parte física y trabajar con cuerpo y mente en unidad. El proceso básico del movimiento es un sentido de conciencia y una sensación de ser, de estar unido, significa estar centrado en sí mismo: cuerpo y mente funcionando juntos.

La práctica de thai chi me enseñó a soltarme, dejar que las cosas ocurran, lo que sea y cuando sea, aceptar, dejar ir sin esfuerzos, así las tensiones disminuyen. Dejar que esa fuerza que la gravedad trae, su efecto pueda fluir y atraerme al suelo, entregarme a esas fuerzas sin necesidad de ser débiles ni fuertes. Aprendí a no resistir, a aceptar y me predispuse a entregarme. Finalmente, el chi es una disciplina que nos ayuda a encontrar una comprensión constante del equilibrio viviente que hallamos en nuestro cuerpo. La resistencia provoca tensión, rigidez y es inútil, bloquea la energía. Debemos ser como el bambú: flexible como una caña y entonces es cuando se puede vencer el peso. La energía debe usarse como impulso.

Cuando la energía se almacena en nuestro interior sin una descarga natural, comenzamos a generar tensión debido a que esa fuerza nos da la vida diariamente. Es necesario liberarla cuando sea necesario y regenerarla.

La idea fundamental se basa en meditación y movimiento, flujo y conciencia.

Encontrar el centro del movimiento

La energía que utilizamos al movernos, el chi, es la energía respiratoria. Se ubica justo debajo del ombligo a cuatro dedos de éste, denominado tant-ien, se considera que es tanto un recipiente para el chi, como el centro desde el cual se originan nuestros movimientos. También significa campo o lugar. El tant–ien es el campo de energía intrínseca, el depósito de nuestra fuerza vital. Como es fuente de vida segura, el hará de los japoneses y el kath de los sufís se corresponden con el tant- ien.

Un buen modo de centrarse es enfocar la atención hacia la respiración y tant – ien. Un patrón respiratorio circular y continuo significa que no se detiene la inspiración ni la expiración. El flujo circular de la respiración sube por la espalda, llega a la cabeza y baja por el pecho hasta el tant – ien, el círculo se extiende alrededor. Es importante que se pueda percibir la sensación del flujo, la secuencia completa del flujo de energía se inicia en el tant – ien y regresa a él.

Toda expansión del cuerpo tiene su origen en el centro y vuelve a él. El espacio que nos rodea es llamado yin, al contrario que el espacio yang, que es el que ocupa el cuerpo. Tomar conciencia del espacio que nos rodea, como si fuera agua, como si estuviéramos sumergidos en ella, nos despierta el estado de equilibrio y conexión con lo que nos rodea. Cuando se confía en el movimiento suave y fluido, sin pensar ni frenarlo, el movimiento siempre ocurre. Es un dejarse ir de la conciencia.

Mantener un estado de apertura a todo lo que nos rodea, sin perder el centro es la forma de lograr meditación en movimiento.

El thai chi es un arte, no puede ser enseñado, debe ser experimentado con la práctica y encontrar lo que es adecuado para cada uno.

Técnicas para correr

Con una buena biomecánica de tu cuerpo y utilizando el chi, se puede correr como empujado por la gravedad, sin utilizar la fuerza, sin cansarse demasiado. Se logra eficiencia energética con disposición de generar más energía, se logra correr más relajado, flexible y en forma lo más natural posible, preservando la salud, evitando las lesiones. De manera que se disfrute del correr como lo hacen los niños, que corren con naturalidad y con alegría.

Es muy importante prestar atención a la postura del cuerpo: el cuerpo debe estar en línea recta desde la cabeza, los hombros, la cadera hasta los tobillos y ligeramente inclinado hacia adelante para que se sienta atraído por la gravedad. La inclinación permite que la gravedad empuje el cuerpo hacia adelante, aliviando las piernas. Es fundamental la inclinación para que el centro de gravedad se mueva hasta caer frente al propio punto de contacto con el suelo y aterrizar suavemente debajo de la rodilla doblada, evitando el exceso de zancada. No se debe doblar la cintura, y es necesario mantener el pecho y las caderas hacia adelante, los hombros hacia atrás, mirar siempre hacia adelante con el mentón recogido para mantener la cabeza y la columna recta.

Los brazos deben estar doblados en ángulo de 90 grados con movimientos cortos, compactos, relajados, como péndulos balanceando de adelante hacia atrás. Los codos no deben extenderse delante de la cintura. Las manos entreabiertas, relajadas, no se deben cerrar los puños y el pulgar hacia arriba.

Los pies deben pisar con la parte delantera en el aterrizaje. Primero con la parte central y anterior del pie para entrar en contacto en forma gradual, suave y ligero, porque los pies están controlados por las pantorrillas. La contracción muscular absorbe mucho más la fuerza y el impacto sobre las extremidades es menor. Lo contrario, si primero golpean los talones, el golpe es más fuerte sin amortiguar la caída.

Cadencia: de ser posible mantener una cadencia de 170 a 180 pasos por minuto.

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