CANCIÓN DEL FINANCIERO
¡Cuidado, cuidado!
Que viene el financiero.
Yo veo mesas y sillas,
él ve sólo dinero.
¡Cuidado, cuidado!
Que viene la tijera.
Nos visten de cochinos
que San Martín se acerca.
Dinero poderoso,
por todos adorado,
para tu sacrificio
estamos preparados.
¡Peligro, peligro!
Hay que ajustar los costes:
Castigos al currante,
lisonjas al preboste.
¡Peligro, peligro!
Que viene el consultor.
Es la gallina ciega,
cerebro de extintor.
Dinero poderoso,
por todos adorado,
para tu sacrificio
estamos preparados.
¡Alarma, alarma!
Los santos inocentes:
Herodes financiero,
quiere hablar con la gente.
¡Alarma, alarma!
Estemos preparados.
No entendemos por qué
pero nos ha tocado.
Dinero poderoso,
por todos adorado,
para tu sacrificio
estamos preparados.
LA CRISIS
Aquí está la crisis con su mano invisible,
te coge de las tripas
y aprieta.
Aquí está de visita el gélido despido,
de visita, esperamos,
algunos desesperan.
Aquí vienen los nervios amargos
que todo emborronan
y confunden.
Aquí pega la violencia del pánico,
que a tantos transforma
y envilece.
Sapo de hiel, hachazo de amargura,
precipicios de odio me amenazan.
Aliento de Medusa (¡no la escuches!)
susurra:
“disfruta de esta caza,
odia y serás libre”
(¡no la mires!
Tu corazón se helará como una piedra).
Qué difícil caminar contra el viento huracanado.
Qué difícil no rodar por la pendiente.
Qué difícil decir no al odio.
Aquí está la crisis con su negra mano,
te tapa la boca
y te asfixia.
PREFIERO TU AMOR
Un nuevo milagro cada primavera,
aunque haya crisis, aunque la acción baje,
aunque el futuro sea oscuro,
y cada día más duro.
Un concierto en trinos cada amanecer,
aunque suba el paro y suba el IPC,
aunque la cuesta sea cada vez más terrible
y el crecimiento del PIB insostenible.
Un amor ardiente en tu corazón,
aunque los EBITDAs se vistan de rojo,
aunque el financiero nos mire sediento
y siempre rememos en contra del viento.
Una risa fresca entre tú y yo,
aunque quiebre hasta el apuntador.
Porque la vida es amar yo prefiero
tu risa, los trinos, la luz, tu calor.
Me río de la crisis si tengo tu amor.
CORREOS ENTRE SEMANA
¿Quién puede detener esta diarrea
de nosecuantas mierdas por segundo?
Este mail que tortura mis minutos
llenándolos de espinas.
El barco de mi tiempo se me hunde
achicando basuras.
El peso de los temas escabrosos
me sepulta hasta el cuello,
y nada les detiene,
ahí siguen cayendo,
sobre mis brazos rendidos,
impotentes, como clavos torcidos.
Hasta el cuello me llega la agonía esperando a mañana,
que seguro que será peor y más duro,
y estaré más cansado.
Pero será mañana, al fin y al cabo, con un poco de suerte.
Y mañana: mañana,
en pocos días llegaremos al viernes.
Bendito viernes gozoso que todo lo redime.
LO QUE HAY QUE AGUANTAR
Lo que hay que aguantar,
¡Señor! Todos los días.
Lo que hay que aguantar.
Que te pisen la memoria,
que te hurguen en la herida.
Que te escupan el esfuerzo,
que te compliquen la vida.
Lo que hay que aguantar,
sin derecho a quejarse,
sin poder reprochar.
Porque otros hay peor
que no pueden respirar,
al menos, yo tengo aire
aunque huela un poco mal.
Lo que hay que aguantar,
¡Señor! Y lo que queda,
que no ha hecho más que empezar.
Cuando vienen los bufones
con sonrisas de cartón,
se me revuelven las tripas
y se encrespa el corazón.
Si yo tuviera una espada
afilada, medieval...
... ¡Lo que hay que aguantar, Señor!
Y yo, tan enfurecido,
y con este mal humor:
¡lo que tendrán que aguantar
los que tengo alrededor!
EXCESO DE TRABAJO
Las redes se colmaron de alegría,
las líneas bromeaban,
los routers recitaban poesías.
El firmware se llenó de primavera,
un interfaz cantaba y otro se reía,
el software meneaba las caderas.
Los bits estaban locos,
jugando a los vaqueros,
corrían sin descanso, unos y ceros,
de un lado para otro.
Contando cotilleos
el SNMP parloteaba
hablando sin parar de esto y de aquello.
El sol resplandecía.
Untado bien en crema,
el BGP moreno se ponía.
El ISIS se tomó una Coca-Cola.
La brisa refrescaba.
El firewall me invitó a una gominola.
Y así pase la noche
de picnic y soñando con las redes.
Y estaban todas locas.
LA CUEVA
Si pudiera subirme a una nube
para dar volteretas
y, colgando las piernas,
saludar a los niños que juegan.
Si pudiera nadar por los mares,
bucear el océano,
con delfines saltar entre olas
y cantar con sirenas.
Pero no. Yo trabajo en la cueva
de cristales ahumados,
encerrado entre luces sin sombra
con aire sin viento.
Así me gano el pan,
sin sudor en la frente.
Van mis dedos bailando furiosos
por las teclas crujientes.
Con los nervios tensados, al borde
de saltar en pedazos,
y la copa de las ambiciones
tendiendo su lazo.
En el fondo, hago cosas bonitas
para quien las entienda:
en mis manos sujeto el timón
hacia el sol que despierta,
y disfruto,
pero en el aire hay algo nocivo,
con dolor lo presiento;
no es normal descubrir con sorpresa que
de lunes a viernes
también sale el sol y recorre su trecho,
mientras yo, recluido en mi cueva
me entero de que es primavera
porque viene marcado en mi agenda.
II. Desahogos a la Sombra...
EL BUZO DE LA ISLA
Mi mundo interior, la verdad rocosa,
mi luna, sus estrellas,
mi sol y mis poemas,
la playa de mi cuerpo rodea mi extraña isla.
Los demás, nadan y viven en el mar inhóspito.
¿Y el aire, no necesitan aire?
De vez en cuando asoman y no parecen verme.
Mi trabajo es estar bajo el agua con ellos,
se creen que soy un pez un poco raro.
Pero vuelvo a la orilla y vuelvo solo.
¿No necesitan aire? Me pregunto.
Soy un buzo no un pez,
pero ellos no entienden,
se creen que mis agallas son de aluminio y goma.
Por más que les explico,
ellos no, no me entienden.
Pero ellos no son peces tampoco,
son buzos que olvidaron su regreso.
Pero tampoco entienden,
por más que les explico
no me escuchan,
no me entienden.
EL JARDÍN DE LOS PROYECTOS
Si regreso al jardín de los proyectos
de aquella juventud llena de fuerza,
fractura y soledad llenan mi mundo,
caminando entre ruinas y tristeza.
¿Dónde quedaron tantas ambiciones
de gracia, de heroísmo? ¿Vanidad?
En vez de hacerse humildes e invencibles,
se perdieron en difusa vaguedad.
Vosotros, compañeros de camino,
lo fuisteis en su día, ya lejano,
sinceros camaradas en la lucha,
amigos confidentes, mis hermanos.
Y de pronto, me vuelvo, y estoy solo.
Os busco a mi lado y no os encuentro.
Amigos, convertidos en extraños,
me habláis en un lenguaje que no entiendo.
Tanto os echo de menos, tanto, tanto.
San Basilio escucha mi lamento,
lamento solitario en el camino,
que brota, incontenible, en mis adentros.
¿Qué puedo hacer para que la nostalgia
no me consuma con su fuego ardiente?
¿Existe una forma de recuperar
la amistad del fondo del mar de la muerte?
Si regreso al jardín de los proyectos
me encuentro con un sitio abandonado.
No distingo arriates ni paseos.
El castaño frondoso se ha secado.
Qué dura decepción, qué desengaño.
Qué ciego estuve ayer al engañarme.
Despierto, al fin, dolido, escarmentado.
Soñar fue un gran error, sí, perdonadme.