De mujeres y partos

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De mujeres y partos
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DE MUJERES Y PARTOS

MATRONAS Y CAMBIO SOCIAL EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX

Mª JOSÉ ALEMANY

DE MUJERES Y PARTOS

MATRONAS Y CAMBIO SOCIAL EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX

UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, de ninguna forma ni por ningún medio, sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso de la editorial.

© Mª José Alemany Anchel, 2016

© De la presente edición:

Universitat de València, 2016

www.uv.es/publicacions

publicacions@uv.es

Coordinación editorial: Vicent Olmos

Diseño de la maqueta: Vicent Olmos

Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera

Imagen de la cubierta: Hospital General de Valencia, años setenta del siglo XX. Archivo de Ana Martínez

ISBN: 978-84-370-9970-5

ÍNDICE

PRÓLOGO

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO 1. DE TEORÍA Y METODOLOGÍA

1.1. En torno a los fundamentos teóricos

1.2. Androcentrismo, género e investigación en historia de la ciencia

1.3. Corrientes feministas y sus aportaciones en la salud de las mujeres

1.4. La utilización de fuentes orales en la historia de las mujeres

CAPÍTULO 2. MUJERES, MATRONAS Y PARTOS. DE CASA AL HOSPITAL

2.1. Matronas de antes de la guerra

2.2. Esposas y madres ante el discurso contradictorio franquista

2.3. El desarrollismo sanitario. Las ciudades sanitarias y sus paritorios

2.4. Memorias para hacer historia

2.5. Sobre la experiencia de las matronas en la asistencia del parto en el domicilio: Nuestras informantes

2.5.1. La formación

2.5.2. El trabajo

2.5.3. El prestigio y la autoridad

2.5.4. La vida cotidiana

CAPÍTULO 3. MUJERES, MATRONAS Y PARTOS. EVOLUCIÓN Y CAMBIOS EN EL PARTO HOSPITALARIO. LOS ÚLTIMOS TREINTA AÑOS DEL SIGLO XX

3.1. Apuntes sobre las décadas finales del siglo XX

3.2. Sobre la experiencia de las matronas en la asistencia del parto en el Hospital La Fe: Nuestras informantes

3.2.1. La formación

3.2.2. El ámbito laboral en la gestión

3.2.3. El ámbito laboral asistencial

3.2.4. El ámbito laboral en la Atención Primaria

3.2.5. El ámbito laboral en la docencia

3.2.6. Del parto dirigido al parto mínimamente intervenido

3.2.7. Las relaciones entre matronas y médicos en el ámbito hospitalario

3.2.8. Prestigio y reconocimiento de las matronas: las mujeres y los médicos

3.2.9. Compatibilizar la vida personal y la laboral

A MODO DE CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

PRÓLOGO

El libro de Mª José Alemany De Mujeres y partos: Matronas y cambio social en la segunda mitad del siglo XX es una importante e interesante contribución al estudio de la construcción histórica de la maternidad, de las prácticas en torno al parto y al nacimiento, y además, y en un sentido más amplio, una contribución al conocimiento de la experiencia de las mujeres en las últimas décadas. Entre otras razones, porque es un libro que plantea un interesante análisis sobre las experiencias y las propuestas de un colectivo fundamental en la historia de la sanidad en España como es el de las matronas en la segunda mitad del siglo XX. En este sentido, es un trabajo que –tanto para la historia como para la historia de las mujeres y para la historia de la medicina y la sanidad–amplía el conocimiento sobre el significado y las consecuencias de la implantación de las grandes unidades hospitalarias en los años setenta respecto a la atención al parto de las mujeres, particularmente en el territorio valenciano.

Y la autora, Mª José Alemany, ha estado y está en condiciones especialmente indicadas para la realización de este excelente estudio sobre los discursos y las prácticas en torno a la maternidad y al parto. En primer lugar, por su trabajo profesional, tanto como matrona dedicada a la actividad asistencial en un paritorio de la sanidad pública durante más de veinte años, como por su condición de profesora de enfermeras y matronas. Y en segundo lugar, porque además es licenciada en historia, y está en posesión de una amplia formación académica en estudios de género y teoría feminista. Esta síntesis entre experiencia y formación profesional y académica permite a la autora abordar desde varias perspectivas el estudio de la historia y el significado de la transición del parto a domicilio al que se realiza actualmente de modelo hospitalario. Y sobre todo, le permite enmarcar este fenómeno en el amplio escenario de la historia de la maternidad y reflexionar teórica, histórica y sociológicamente, sobre los efectos y las repercusiones que estos cambios tuvieron tanto sobre las mujeres que han dado a luz como sobre las matronas.

Un correcto análisis del tema requería que éste interrelacionase varias perspectivas metodológicas, pero que se plantease fundamentalmente –como ha hecho la autora– desde la perspectiva de género y desde la teoría feminista. Porque estos planteamientos teóricos y metodológicos permiten detectar y calibrar las relaciones sociales y las jerarquías de poder históricas y culturales entre mujeres y hombres en cada momento histórico, incorporando elementos de análisis de la teoría de género para la interpretación de las fuentes cuantitativas y cualitativas. Y en efecto, la perspectiva de género configura en el presente estudio las hipótesis de partida, el estado de la cuestión, la elección y el tratamiento de las fuentes primarias –entre ellas, las de procedencia jurídica–, y muy particularmente, la utilización de las fuentes orales. Desde estas bases teóricas y metodológicas, la autora ha realizado un minucioso estudio en el que se interrelacionan dos cuestiones, la evolución contemporánea de la práctica profesional de las matronas y de las prácticas y agencia femenina en torno al parto. Y para ello se toma como punto de inflexión el cambio representado por el paso del parto en el domicilio al parto hospitalario.

Así, el estudio se sitúa cronológicamente en el período comprendido entre el final del franquismo y la transición y consolidación a la democracia en España. Y para explicar las características de los cambios sanitarios y del parto en dicho período, se realiza un recorrido histórico sobre los antecedentes de estas prácticas en los siglos anteriores. Porque, en efecto, a lo largo de la historia, en diferentes momentos y contextos históricos, las mujeres han sido tradicionalmente las protagonistas no sólo del inicio de la vida, del parto, sino también de la ayuda, la asistencia y la compañía en el mismo. Sería con las revoluciones liberal-burguesas y la construcción de la medicina como ciencia cuando los médicos –varones todos en esos momentos– comenzaron a tener un rol decisivo en este proceso, desplazando el saber y la cultura depositada históricamente en manos femeninas.

En el caso de la sociedad española, hasta fechas muy recientes el parto ha sido un acto sanitario a domicilio ayudado por una matrona. Y los cambios en este sentido se iniciarían a partir del Plan de Estabilización franquista de 1959. Una fecha que marca el inicio del desarrollismo, y en el ámbito de la salud concretamente, este desarrollismo franquista se plasmó en la construcción de hospitales públicos y de las llamadas Ciudades Sanitarias. Ciertamente, este cambio mejoró sustancialmente la asistencia médica a la población en general, pero por otro lado también comportó cierta deshumanización y tecnificación en la asistencia a los y las pacientes. Y esto se hizo especialmente evidente en el caso estudiado, en la atención al parto de las mujeres, de tal manera que reconocidas historiadoras de la medicina como Teresa Ortiz señalan en este ámbito una mayor evidencia de las relaciones de hegemonía de cirujanos y médicos varones, y la subordinación de las matronas mujeres respecto a su autoridad profesional.

 

En este sentido, Mª José Alemany ha rastreado en este estudio cómo estas prácticas sanitarias se han caracterizado en las décadas estudiadas por una progresiva pérdida de autoridad de las matronas en el proceso de colaboración con las mujeres de parto en beneficio de los médicos varones, y también por el desarrollo de rígidos protocolos y técnicas hospitalarias, utilizadas en ocasiones abusivamente. Esta primacía de protocolos asistenciales en los paritorios hospitalarios ha minimizado el papel de las mujeres en las decisiones de su propio parto, en beneficio de mayor comodidad médica, que se ha presentado siempre como mayor seguridad asistencial. Es en este proceso en el que la autora se plantea la hipótesis en torno a la existencia o no de posibles resistencias por parte de las matronas ante la progresiva pérdida de su agencia, autoridad y autonomía. También, ante la disolución de la voluntad de la mujer parturienta en beneficio de su consideración como una enferma hospitalaria. Y sin embargo, el estudio concluye que no hubo resistencia sino aceptación ante las ventajas del nuevo sistema, y que en los casos en que se pudo producir dicha resistencia, lo hizo sólo con estrategias de no confrontación a las nuevas normas.

Para analizar este proceso la autora ha recurrido de una forma especial, pero no exclusiva, a las fuentes orales, mediante entrevistas a las protagonistas, analizando cualitativa y rigurosamente los testimonios de las matronas, a partir de sus experiencias, sus actitudes, sus prácticas y su subjetividad. La utilización de fuentes orales ha permitido recoger los testimonios de matronas que trabajaron en distintas instituciones sanitarias, tanto en Valencia –la construcción y puesta en funcionamiento en 1971 del Hospital La Fe es el eje vertebrador del libro– como en otras ciudades españolas, en la segunda mitad del siglo XX. Las experiencias recogidas reflejan distintos posicionamientos personales, en función de las circunstancias o vivencias individuales que tuvieron, y también planteamientos que forman parte del discurso colectivo del grupo al que pertenecían. Estos discursos muestran, lógicamente, la existencia de contradicciones internas, solapamientos, o tensiones con otros discursos y propuestas existentes. Muestran igualmente la pérdida de poder y de autonomía tanto de las matronas como de las madres en el proceso de hospitalización de los partos. Y al mismo tiempo, reflejan como comentábamos la inexistencia de resistencias significativas de las matronas a este proceso, y la utilización por ellas de mecanismos de aceptación y de no enfrentamiento, revelándose tan sólo puntualmente ante situaciones médicas concretas, pero sin cuestionar el modelo.

En este mismo sentido, es relevante la constatación de que de forma paralela al proceso de aceptación del discurso médico hegemónico, las matronas que habían atendido partos en los domicilios experimentaron una clara mejora en sus condiciones de trabajo y de vida cuando pasaron al sistema hospitalario. Como se recoge en el libro, por primera vez comenzaron a tener un trabajo regular, una jornada laboral con un salario fijo mensual sin depender del número de partos que hicieran, con días reglados de descanso y de vacaciones. Así, resulta particularmente interesante la heterogeneidad de percepciones, opiniones y experiencias de las matronas, sus distintos planteamientos ideológicos, culturales y profesionales con relación a las resistencias o no a los cambios, a las actitudes de subordinación o no a los médicos, al rechazo o a la aceptación de la coordinación entre distintas posturas. Y esta complejidad revela que frente a una de las hipótesis que implícitamente la autora se planteó inicialmente –una posible mayor resistencia por parte de matronas combativas ante la pérdida de autonomía al llegar al hospital–, los testimonios recogidos muestran no sólo la aceptación, sino más aún, una acogida positiva más o menos generalizada. Con todo, también son significativos los testimonios de algunas matronas muy atentas a las novedades científicas y dispuestas a mantener una relación no jerarquizada con médicos y mujeres.

Así, la ruptura definitiva en el modelo de parto en el domicilio –el considerado tradicionalmente el normal–, producida a comienzos de los años setenta del siglo pasado con la extensión del Seguro Obligatorio de Enfermedad y tras la construcción de hospitales públicos, comportó importantes cambios en la mentalidad de las mujeres y en la de sus familias, que identificaban el parto en el hospital con la seguridad requerida para un parto especial y complicado. Pero como decíamos, al mismo tiempo la agencia de las mujeres –en este caso, las que daban a luz– fue desapareciendo y fue concentrándose en los profesionales sanitarios especializados. El segundo período de este proceso se dio en los años ochenta, cuando ya es el parto hospitalario el que ha pasado a considerarse el normal, sin contemplarse la posibilidad de ningún otro escenario. Finalmente, a partir de los años noventa con la Promulgación de la Ley General de Sanidad, y sobre todo en las últimas décadas con el desarrollo jurídico de los derechos de las y los pacientes, se ha ido produciendo cierta recuperación de la capacidad de decisión tanto de las matronas como de las mujeres parturientas. Y éstas han comenzado a plantearse distintas maneras de vivir el parto, con mayor información y capacidad de agencia. Es en este último contexto en el que se han abierto posibilidades múltiples en torno a las vivencias del parto, y entre sus consecuencias, puede detectarse cómo la función de las matronas ha ido deviniendo de nuevo una función clave, desarrollando nuevas perspectivas profesionales, funciones de educación sanitaria y de educación maternal, informando y formando a las mujeres.

En definitiva, Mª José Alemany ha realizado en el presente libro un detallado estudio sobre este proceso de cambio estructural, jurídico y médico en las prácticas sanitarias, sociales y culturales en torno al parto, así como las experiencias y testimonios de sus protagonistas, las mujeres parturientas y las matronas. Y por ello, su estudio constituye un excelente ejemplo sobre la construcción histórica y social de la maternidad. Desde la explicación histórica, comprobamos que mujeres y hombres estamos construidos culturalmente en un orden simbólico preestablecido, que es asimétrico y jerárquico, en el que las mujeres han ocupado y ocupan un lugar subordinado. Y la medicina y la sanidad, la ciencia en un sentido amplio, han participado históricamente de los discursos construidos por la cultura androcéntrica en base a un orden (simbólico), que conforman lo que en una sociedad concreta se entiende por ser mujer o ser hombre, por la feminidad y la masculinidad hegemónicas, y condicionan las prácticas y las relaciones de género existentes tanto en la vida privada como en la vida pública. Las experiencias público/privadas femeninas aquí recogidas lo muestran acertadamente.

ANA AGUADO

Universitat de València

INTRODUCCIÓN

No deja de tener sentido la idea de que las condiciones materiales determinan la existencia de las personas. Permítasenos tomar la idea como entradilla a nuestra forma de justificar el trabajo que presentamos. Una matrona con décadas de ejercicio profesional en la asistencia hospitalaria; una matrona que hace años que forma a enfermeras y a matronas y que, además, tiene una licenciatura en historia parece ser –concédasenos el beneficio de la duda–una persona con el perfil adecuado para abordar el estudio de los cambios producidos en la atención al parto en la España de las últimas décadas.

Como matrona dedicada a la actividad asistencial en un paritorio de la sanidad pública durante más de veinte años, el hecho de estar día a día acompañando a las mujeres en su proceso de parto me ha hecho reflexionar sobre el papel de éstas en un momento clave como es el de dar a luz a un hijo. En la actualidad, son los obstetras, amparados en un sistema sanitario altamente tecnificado y medicalizado, los que toman las decisiones y le indican a la mujer cómo debe parir. Las matronas, situadas en un lugar inferior en la jerarquía hospitalaria, acompañan y ofrecen sus cuidados a las gestantes, pero sin contravenir el orden establecido. Las figuras centrales de este acto, las mujeres de parto, desconfían de su propia capacidad de tener un parto normal y se someten a los protocolos médicos. La pregunta es inevitable ¿qué ha pasado en estos últimos cuarenta años para que las mujeres hayan olvidado la capacidad de su cuerpo para tener un parto espontáneo?

Bien es cierto que desde dentro del sistema sanitario no existe total homogeneidad y ya hace décadas que diversos grupos de matronas y de obstetras han mantenido una asistencia al parto basada en el respeto a la individualidad de cada mujer y a sus elecciones, dejando que la fisiología haga su trabajo sin intervenir con fármacos o con tecnología. Se mantiene una actitud de acompañamiento que comprueba que el proceso evoluciona dentro de la normalidad para solo actuar cuando aparecen complicaciones. Ese y no otro sería el momento de utilizar los avances científicos para ayudar a las gestantes con el objetivo compartido de obtener un nacimiento saludable tanto para la madre como para su hija o hijo.

A pesar del loable trabajo realizado por estos grupos de profesionales, consideramos que se hace necesaria una revisión de los procedimientos actuales para adecuarlos a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y a las demandas –tanto de profesionales como de mujeres–, que abogan por superar el paradigma biomédico que considera el parto como un proceso potencialmente peligroso.

Aunque la incursión de los médicos varones en la asistencia al parto puede rastrearse en nuestro país desde el siglo XVIII, la generalización de su presencia y su autoridad como algo indiscutible se produjo en la segunda mitad del siglo pasado aparejada a un cambio de escenario: de la casa al hospital. Los cambios en la situación económica, la incursión de los tecnócratas en los ministerios franquistas y la legislación sanitaria fueron el motor de este cambio.

Con esta investigación nos propusimos profundizar en el análisis de dichos cambios y para ello trabajamos, además de las fuentes secundarias que nos han ayudado a conocer el estado de la cuestión, con fuentes primarias que nos han permitido contrastar lo que está escrito con la valoración que de ello hacen las matronas que pasaron de atender los partos en los domicilios a formar parte de la plantilla de los hospitales.

La realización de cincuenta y dos entrevistas en profundidad a matronas nos ha permitido utilizar los testimonios recogidos como una fuente primaria –sometida a la crítica como cualquier otro documento histórico–, pero teniendo en cuenta la existencia de otras voces que no han sido contempladas en los libros científicos sobre obstetricia ni en los documentos oficiales.

Entre los años cincuenta y finales de los años noventa del siglo pasado, España experimentó un carrusel de transformaciones sociales, económicas y culturales que vistas desde nuestro presente se nos antojan casi revolucionarias. Los cambios que se producen en la situación de la mujer favorecen la evolución desde una ancestral sociedad patriarcal hasta su incorporación, de manera paulatina eso sí, como un importante agente económico y social. Dichos cambios han sido analizados desde una perspectiva que ha primado la relación entre mujeres (matronas y parturientas), así como la centralidad de las mujeres que ejercían una profesión remunerada (las propias matronas). Doce de las entrevistadas fueron testigos de unas modificaciones sustanciales en las que además participaron como mujeres y como profesionales. Estas matronas son, en principio, profesionales que trabajaron, incluso después de casadas, en una sociedad en la que la mujer estaba lejos de ocupar un lugar algo más que testimonial en el mercado laboral. Además, esas matronas son mujeres que ejercieron su profesión –con mujeres y para las mujeres– en una sociedad regida por hombres. Otra informante más de las que asistieron partos en el domicilio era partera, es decir, una mujer sin formación reglada que también nos aportó su experiencia. Además, existen dos tipos de hombre con los que las matronas se relacionaron de forma ineludible: los maridos de las gestantes que iban a parir y los médicos.

 

Si, como hemos dicho, una docena de las matronas que han sido informantes en nuestra investigación han trabajado en la atención de partos en el domicilio, cuarenta han ejercido su profesión en el espacio hospitalario. De éstas, trece también lo hicieron en Atención Primaria una vez promulgada la Ley General de Sanidad (1986). De nuestra muestra de matronas, treinta y siete han ejercido su profesión en Valencia y quince han trabajado en otras ciudades del país. A este respecto tenemos que hacer una aclaración sobre la elección del grupo de informantes. El objeto central de esta parte del estudio eran las matronas que tuvieron vínculo laboral con el Hospital Maternal de La Fe. Aun así tuvimos oportunidad de entrevistar a profesionales de otros hospitales y de otras ciudades, lo que nos permitió contrastar la forma de atender los partos durante la segunda mitad del siglo pasado en distintos lugares del territorio español.

Con respecto a la profesión de matrona, en 1986 se suspendió su formación porque el Plan de Estudios tenía que adaptarse a las directrices de la Comunidad Europea. Tras seis años de interrupción en la formación de nuevas matronas, en 1992 se promulgó una Orden Ministerial que estableció los requisitos mínimos para la puesta en marcha de la especialidad de Enfermería Obstétrico-Ginecológica/Matrona, ahora adaptada a las directrices comunitarias. Desde entonces quien firma estas páginas es profesora de la Unidad Docente de Matronas en la Escuela Valenciana de Estudios para la Salud (EVES) y he impartido dos asignaturas, Asistencia al parto e Historia de la profesión de matrona.

La segunda asignatura citada, la que en definitiva justifica mi interés por el tema elegido, es la historia de la profesión de matrona. Desde aquella primera promoción me permití apostillar al enunciado una coletilla que anunciara a las residentes cuál era mi posición como historiadora ante el tema de estudio: Historia de la profesión de matrona desde una perspectiva de género.

Desde nuestro punto de vista era imprescindible analizar la profesión en cada una de las etapas en las que tradicionalmente se ha dividido la historia para desentrañar las razones por las cuales, las parteras1 en un principio y las matronas en los dos últimos siglos, habían pasado de ser las responsables de la asistencia al parto y las que tenían autoridad y reconocimiento, a tener una posición subalterna (Spivak, 1985, pp. 330-363), que implicaba sometimiento a las órdenes médicas dentro de la jerarquía hospitalaria.

Este texto que presentamos tiene diversas singularidades. La primera atiende la articulación de los cambios sociales y culturales de la España del período con las modificaciones sustantivas que se producen tanto en el marco legal del ordenamiento sanitario, en el proceso de tránsito de la atención al parto como acto íntimo y doméstico a un acto médico altamente tecnificado y, por ende, de menor cercanía humana entre la mujer y las profesionales que le ayudan en su parto. La segunda singularidad se hace patente en el tratamiento que damos a la documentación primaria resultante de nuestra labor con informantes orales.

Hemos intentado responder a lo largo de nuestro trabajo a una serie de interrogantes. ¿Qué pasó con esas mujeres, con las matronas y con las parturientas, en el proceso de atención al parto durante esos años vitales de nuestra historia reciente? ¿Cómo influyeron los cambios sociales en esas mujeres y en sus relaciones personales y familiares? ¿Qué significó, realmente, el tránsito del parto domiciliario al parto hospitalario?

Estas preguntas determinan la orientación metodológica que hemos dado a nuestra investigación con las informantes. Est es, hemos realizado encuestas cerradas y entrevistas semi-estructuradas en profundidad a las matronas que han conformado nuestra muestra, centrándonos en el ejercicio profesional de cada una de las informantes, pero también en las vivencias de la mujer que es matrona. Hemos recabado información sobre aspectos relacionados con su formación académica, su desarrollo profesional, su jornada laboral, su actividad asistencial en el domicilio de las parturientas o en los paritorios de los hospitales, así como sobre su compleja relación con el obstetra, con el médico varón, tanto en el acto médico domiciliario como en el hospitalario. En el segundo aspecto, centramos nuestra atención sobre la matrona-mujer y su vida personal así como la matrona-mujer que ayuda a otras mujeres.

La adopción de una línea de investigación es siempre un ejercicio de riesgo. Y esto es así, en nuestra opinión, por diversas razones: de entrada porque entendemos que debe tener interés académico pero también debe ser socialmente útil y, al mismo tiempo, debe ser apasionante para la persona que va a trabajar en él ya que van a ser muchas las horas de trabajo que se le habrá de dedicar; en segundo lugar, porque debe tratarse de un tema respecto al cual tengamos una ventaja comparativa clara. Como ya se ha dicho anteriormente, mi condición de matrona, de profesora de futuras enfermeras y de futuras matronas y, además, de licenciada en Historia me ha permitido vivir de cerca tanto los avances en el ejercicio de la profesión de matrona, como los avances historiográficos que sobre la temática se han producido en los últimos años.

Ya cuando recibía mis clases en la Facultad de Medicina de Valencia durante mi formación académica como matrona, comencé a vislumbrar algunos interrogantes sobre la ausencia de las mujeres en los discursos científicos recibidos. Me resultaba sorprendente y poco comprensible que estuviera formándome en una disciplina donde el saber emanaba de textos escritos por médicos ilustres, donde los descubrimientos habían surgido de investigadores varones y los avances científicos se habían producido con el paso del tiempo gracias a la iniciativa de prestigiosos obstetras. ¿Cómo era posible que desde el origen de la vida humana en el planeta ninguna matrona hubiera destacado por su notable experiencia, por su atención y cuidados durante el trabajo de parto, o por su descubrimiento de que determinadas posturas eran más favorecedoras para el descenso del feto a través del canal del parto?

Ahora sabemos que en la disputa de poder que comenzó varios siglos antes entre cirujanos –varones– y matronas –mujeres–, estas últimas siempre mantuvieron una posición subordinada respecto a los primeros. En la memoria colectiva de la sociedad contemporánea la ciencia, la sabiduría, el prestigio y la autoridad están asociados a la medicina, y tanto la enfermería como el denominado arte de partear son considerados de segunda categoría, dependientes y subalternos.

Más allá de los excelentes resultados recogidos por la historiografía general realizada desde una perspectiva de género, respecto a lo que podríamos llamar la historia de las matronas, seguimos sin contar –a nuestro juicio– con un texto de referencia en el que se expliquen los cambios en el llamado “arte de partear” acaecidos en la España de las últimas décadas del siglo pasado. Existe, es verdad, alguna monografía, pero siempre dedicada a un período más largo, lo que, lógicamente, afecta a la profundidad del análisis. Existen, también, títulos de interés dedicados a la historia de la medicina o de la enfermería en los que con mayor o menor énfasis se aborda el conocimiento de la profesión de matrona. Sin embargo, como decíamos, no contamos con un trabajo de calidad que nos permita conocer esa evolución que se produce en las décadas finales del siglo pasado: aquellas en las que, de la mano del desarrollo y la modernización que vive España, la vivencia del parto se traslada desde el domicilio de la parturienta hasta el hospital de la Seguridad Social.

Este texto es el resultado de nuestra apuesta por avanzar en el conocimiento de lo que significó la implantación de las grandes unidades hospitalarias de los años setenta respecto a la atención al parto de las mujeres valencianas. Ha sido ese objetivo el que nos ha hecho centrar el interés en un colectivo sanitario clave como son las matronas.

Desde los tiempos que la memoria recuerda han sido mujeres las que han ayudado a las otras mujeres a parir. Más allá del papel que los médicos –varones– comenzaran a jugar en la sociedad burguesa, en nuestro país el parto fue un acto sanitario a domicilio que se producía básicamente con la ayuda de una matrona titulada. Al menos así fue durante los años que abarca nuestro estudio. En el ámbito de la salud, el llamado desarrollismo franquista se plasmó en la construcción de las llamadas Ciudades Sanitarias. Este cambio, si por un lado mejoró sustancialmente la asistencia médica de la población en general, no dejó de tener efectos secundarios negativos en la medida que deshumanizó y tecnificó en exceso la asistencia a los pacientes. Un terreno en el que esto se hizo especialmente evidente fue en el de la atención al parto de las mujeres.

El texto que presentamos arranca en su orientación metodológica de lo que llamamos una perspectiva de género. No podría ser de otra forma. Aquí vamos a encontrar mujeres en los diversos planos en los cuales, a efectos analíticos, hemos diseccionado la sociedad que transitó desde la larga noche de la dictadura hasta los primeros pasos y el afianzamiento posterior de la sociedad democrática. La perspectiva de género, pues, nos ha conducido desde las hipótesis de partida hasta la elaboración de un estado de la cuestión. Entre las fuentes primarias utilizadas cabe destacar –además de las de procedencia jurídica, imprescindibles para el conocimiento de la evolución del marco legal cambiante–, las fuentes orales. Hemos realizado un acercamiento a la realidad de las mujeres-matronas, a partir de sus vivencias, sus experiencias y su subjetividad analizando sus discursos y buscando la existencia de contradicciones internas, solapamientos o tensiones con otros discursos existentes.