El búfalo de agua. Tomo 2

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Requerimientos de proteína para el mantenimiento

A diferencia de los vacunos, los búfalos son rumiantes capaces de utilizar de manera más eficiente la proteína, y esto permite que su requerimiento de mantenimiento sea menor hasta en un 16 %[26e]. En un estudio, Kearl[26f] propuso un requerimiento para búfalos de 2.54 g de PD por cada kilogramo de peso metabólico (PW0,75) al día. Para las búfalas lactantes se debe considerar el requerimiento de proteína para el mantenimiento y el que se necesita para la producción de leche (Cuadro 4)[19g].

Requerimientos de proteína para la producción de leche

La proteína representa uno de los componentes más importantes en los productos lácteos, lo que indica que un alto contenido de este parámetro tiene beneficios para la salud y nutrición humana, de ahí la importancia de que la leche de búfala sea una fuente rica en proteínas séricas y aminoácidos esenciales[36]. Diferentes autores se han referido a la demanda de proteína cruda en la dieta dependiendo de su contenido en la leche, Proto[15d] y Zicarelli[14f] sugieren que el requerimiento es de 2.742 g de PC por cada gramo de proteína en la leche. Para Paul, et al.[19h], el requerimiento de PC y PD necesario para producir un kilogramo de leche depende del contenido de grasa de esta última (Cuadro 4).

En cuanto al requerimiento total de PC en la dieta de la búfala no lactante, Proto[15e], Bertoni, et al.[37] y Terramoccia, et al.[30b], sugieren que es similar al de la búfala lactante, es decir, del 10-11 % de PC de la dieta total. Las cantidades de proteína en las raciones deben ser superiores al 10 % porque con una cantidad más baja la actividad del rumen se puede ver comprometida y, por tanto, la digestibilidad del forraje[37b].

Requerimientos para la ganancia de peso

Las necesidades de proteína para los búfalos en crecimiento se encuentran alrededor del 0.36 g PC por cada gramo de ganancia diaria de peso (GDP)[38], dato similar al reportado por Paul, et al.[19i], que indica que para producir un g de carne se requieren 0.33 g de PC y 0.23 g de PD (Cuadro 4).

Requerimientos de minerales

Adicionalmente a los requerimientos de energía y proteína, la demanda de minerales también se debe considerar importante dado que los búfalos tienen necesidades específicas que varían según la edad, el peso corporal y la reproducción, de carne y leche. Los minerales también son esenciales para la reproducción ya que intervienen en la acción de hormonas necesarias para esta función fisiológica[27b]. Los minerales más importantes por cantidad requerida y función fisiológica son el calcio (Ca), el fósforo (P) y el magnesio (Mg), por lo general los forrajes son una buena fuente, sin embargo, su concentración varía y depende de su disponibilidad en el suelo y de la especie de planta que consume el animal[39].

Por lo general, en la alimentación tradicional los animales se enfrentan a problemas en el consumo de minerales por las inadecuadas proporciones de Ca: P que presentan ciertos forrajes, en donde la relación está por fuera del ideal de 2.5:1. Por tanto, las deficiencias de Ca ocurren principalmente en animales que se alimentan con forrajes bajos en Ca y altos en P[40]. Estudios han demostrado un mejor desempeño cuando el búfalo consume 0.75 % de Ca y 0.31 % de P en el total de su dieta diaria[40b]. Es decir, que si el animal consume en el día 16 kg de MS deberá consumir 120 g de Ca y 49.6 g de P. Algunos autores indican que por cada 100 kg de peso vivo el búfalo requiere para su mantenimiento 6.5 g de Ca, 2.5 g de P y 0.9 g de Mg; además, debe existir un aporte de minerales para la producción de carne y leche. Proto[15f] sugiere valores muy similares al requerimiento de mantenimiento para la producción de 1 kg de leche: 6.7 g calcio, 2.2 g fósforo y 0.9 g de magnesio. Para la producción de carne (Cuadro 6) los requerimientos minerales se proponen a partir de lo que indica el NRC[27c].

Cuadro 6. Requerimientos de calcio y fósforo para búfalos en crecimiento


GDP (kg) Ca (g/d) P (g/d)
0.200 17 15
0.400 20 16
0.600 24 17
0.800 27 18
1.000 30 19
1.200 33 20
1.400 36 21

Fuente: Adaptada del NRC[27d].

GDP: ganancia diaria de peso, Ca: calcio, P: fósforo.

Requerimiento de vitaminas

Las vitaminas son esenciales para promover el crecimiento, la producción de carne y leche, la reproducción y la resistencia a enfermedades, pero no solo de las especies bufalinas, sino de todas las demás. En la actualidad existe poca información acerca de las necesidades de vitaminas en los búfalos[41]. Cuando se trata de tejidos, los búfalos requieren de las mismas vitaminas que otros mamíferos, sin embargo, la flora ruminal tiene la capacidad de producir vitaminas del complejo B, C y vitamina K. La vitamina A y E no son sintetizadas por la flora ruminal, por tanto, debe suministrarse en el alimento; en cuanto a la vitamina D, una parte es suministrada por autosíntesis y la otra debe aportarla el alimento[41b], [42].

Conclusiones

La producción bubalina es una gran alternativa para la producción de carne y leche de alto valor nutricional, no solo por las características fisiológicas de adaptación a las diferentes condiciones climáticas, sino por la capacidad de la especie de aprovechar los diferentes tipos de forrajes que ofrece la pradera, los cuales aportan nutrientes en diferentes niveles. Por tanto, es esencial conocer los requerimientos nutricionales del búfalo en cada una de sus etapas fisiológicas, de esta forma se garantizan las condiciones de alimentación para mantener una óptima producción y reproducción de la especie.

La producción de búfalos es importante en zonas tropicales porque sus características fisiológicas le permiten adaptarse al clima y aprovechar los forrajes que crecen en estas condiciones. La variedad de especies que encuentran en estos lugares les aportan diferentes nutrientes que les proporcionan los requerimientos nutricionales necesarios para producir carne y leche de alto valor nutricional.


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42 [42] Agudelo, G. Fundamentos de nutrición animal aplicada. Medellín, Colombia: Editorial Universidad de Antioquia, 2008.


Calostro en el neonato y manejo de la alimentación de bucerros en desarrollo

José Raúl López Álvarez, Patricia Roldán-Santiago, Mélanis Dominguez Lima y Luis Alberto de la Cruz-Cruz

Introducción

De los rumiantes que sirven al hombre, el búfalo de río (Bubalus bubalis) se considera el de mayor promesa y potencial para la producción animal en el mundo en lo que respecta a la producción de leche, carne, cuero y a su empleo como animal de trabajo[1], [2]. Durante cientos de años existió el criterio generalizado del buen comportamiento y desarrollo de la especie bubalina en condiciones que serían adversas para otros herbívoros, en áreas de alimento de baja calidad y gramíneas nativas con limitados aportes nutritivos[3], [4]. Este consenso condujo al desarrollo de los sistemas de producción actuales en donde predominan los pastos naturales, prácticamente sin suplementación y dietas desbalanceadas[5], de ahí que esta sea la base de la alimentación en el trópico[6] y que el comportamiento de la especie exprese, en muchos casos, bajas tasas de crecimiento pre y posdeteste[7], [8], [9].

 

En este sentido, Deb et al.[3b] y Presicce[4b] indicaron que el buen reemplazo lechero se logra con sistemas alimentarios eficientes que garanticen altas ganancias de peso, aspectos que determinan la sustentabilidad y los ingresos futuros en las empresas bubalinas. Sin embargo, la nutrición de los bucerros y el manejo alimentario son las áreas más descuidadas de la ganadería del búfalo y de la investigación. De ahí que el buen cuidado de los bucerros en los sistemas de crianza del trópico proporciona una excelente oportunidad para potenciar el crecimiento estable de los hatos y su productividad en el futuro.

Es importante señalar que el sistema de manejo y alimentación para bucerros no puede ser un esquema estático de recomendaciones que se instaure en la unidad con base en un resultado obtenido. Lo que debe ser es un sistema armónico de buenas prácticas, en donde se favorezca la integración e innovación de las mejores experiencias de diversos sistemas en función de potenciar la estabilidad y el crecimiento del hato. En este sentido, es acertado observar las experiencias de los sistemas de cría intensivos para bucerros y adecuarlos a las condiciones de crianza y manejo del trópico. Por ello, el objetivo del presente capítulo es identificar las principales prácticas de manejo y alimentación para bucerros y hembras en crecimiento.

Importancia del calostro y alimentación en los bucerros

El período neonatal se plantea como una de las etapas más críticas en los sistemas de crianza bubalina porque es cuando el bucerro debe adaptarse a la vida extrauterina[10]. En esta etapa las pérdidas por mortalidad pueden ser considerables y alcanzar valores de 17 y hasta 36 %[11]. Algunos autores mencionan que en las granjas bien manejadas la mortalidad no debe exceder el 5 % desde el nacimiento hasta los 30 días de edad[12], [13]. En un estudio realizado por Wynn, et al.[14] se informa que las altas tasas de mortalidad en bucerros pueden ser atribuidas principalmente a la baja calidad, ingestión y absorción de calostro, así como a prácticas deficientes del manejo alimenticio durante los primeros tres meses de edad. Como consecuencia, los neonatos que no recibieron calostro adecuadamente tienen mayor riesgo de desarrollar diarrea y 74 veces más probabilidades de morir en los primeros 21 días de vida[15]. Al respecto, Radostits y Done[16] indican que las tasas de mortalidad cercanas al 20 % provocan una reducción del 38 % en los ingresos de la unidad de producción. Asimismo, se ha informado que las malas prácticas de alimentación y manejo podrían generar tasas de mortalidad de hasta el 85.2 %, así como tasas de crecimiento bajas indicadas por un menor peso vivo corporal de alrededor de 60-80 kg al final del primer año de vida[17].

La manera más eficiente para disminuir las pérdidas económicas debido a las altas tasas de mortalidad radica en lograr que los bucerros realicen un consumo adecuado de calostro y, por ende, aumenten la inmunidad pasiva[18], [19]; con ello también se contribuye a que tengan una alimentación correcta y a la estimulación temprana del funcionamiento ruminal durante su desarrollo[17b]. Se ha demostrado en vacunos que el adecuado consumo de calostro de los terneros, además de disminuir el riesgo de morbilidad y mortalidad antes del destete, genera beneficios adicionales a largo plazo que incluyen la reducción de mortalidad posdestete, mejores ganancias de peso, disminución de la edad al primer parto, mejor producción de leche en la primera y segunda lactancia y una reducción en el descarte[20].

Nutrientes e inmunoglobulinas en el calostro

El calostro bovino tiene diferentes componentes bioactivos provenientes de una mezcla de secreciones lácteas y constituyentes del suero sanguíneo que se acumulan en las glándulas mamarias durante el período seco. Este proceso comienza varias semanas antes del parto, bajo la influencia de hormonas lactogénicas, incluida la prolactina[20b], [21], [22].

El calostro contiene los principales nutrientes que requiere un bucerro neonato como los ácidos grasos, proteínas, carbohidratos, vitaminas (A, B6, B12, C, etc.), minerales (Ca2+, Na+, Mg, P, Cl, K, etc.), compuestos inmunológicos (inmunoglobulinas como IgG, IgA e IgM), hormonas y enzimas. Es la única fuente natural de los cuatro principales componentes del crecimiento entre los que se encuentran los factores de crecimiento alfa (TGF-α) y beta (TGF-β), así como los factores de crecimiento similares a la insulina 1 (IGF-1) y 2 (IGF-2)[23]. De ahí que sea un alimento vital para el neonato después del parto[24], pero su empleo en bucerros de mayor edad es ineficiente ya que suele provocarles trastornos digestivos (principalmente diarreas). De lo anterior se deriva la importancia de no acelerar el ordeño de las búfalas[5b], teniendo en consideración que la desnutrición y el mal cuidado de los bucerros trae como consecuencia un bajo crecimiento, un sistema inmunológico pobre, vitalidad suprimida y más propensión a enfermedades.

En estudios comparativos realizados en Egipto[21b], [24b] se encontró que el calostro de búfala presentó concentraciones más altas de sólidos totales, grasa, minerales, lactosa, vitamina E, P e IgF, así como concentraciones más bajas de Mg, K+, Na+, Zn, vitamina A y lactoferrina en comparación con el calostro vacuno (Cuadro 1). Adicionalmente, en ambas especies se observó que todos los componentes disminuyeron gradualmente a medida que avanzaba el período posparto, excepto en lactosa, que inversamente aumentó. Los autores concluyeron que existen cambios importantes desde el primer ordeño hasta el quinto día posparto, de tal manera que la composición de calostro en ambas especies se aproxima a la de la leche normal dentro de los 5 días posteriores al parto, sin presentar diferencias importantes dentro de los 14 días posparto[24c].

Cuadro 1. Contenido nutricional del calostro al momento del parto de búfalas egipcias y vacas Holstein de segunda lactancia


Componente ABúfala AVaca BBúfala BVaca
Sólidos totales (%) 26.7 24.2 26.67 24.19
Total de proteína (%) 13.5 13.4 13.46 13.45
Proteína del suero (%) - - 11.80 11.90
Grasa (%) 9.9 8 9.59 8.04
Lactosa (%) 2.4 1.7 2.7 1.89
Minerales (%) 1.3 1.0 1.26 1.03
Ca2+ (mg/100 g) - - 279.60 281.40
Mg2+ (mg/100 g) - - 35.52 42.86
Na+ (mg/100 g) - - 150.50 212.80
K (mg/100 g) - - 107.00 179.50
P (mg/100 g) - - 58 53
Fe (mg/100 g) - - 2.36 2.21
Cu (mg/100 g) - - 0.18 0.18
Zn (mg/100 g) - - 0.23 0.27
Pb (mg/100 g) - - 0.02 0.04
IGF-1 (ng/ml) 1,021 991 801.90 721.90
Lactoferrina (mg/ml) 0.9 1.0 1.08 1.19
Viscosidad 20.5 19.6 - -

Fuente: AAbd El-Fattah, et al.[21c] y BAbd El-Fattah, et al.[24d]

Se ha determinado que al momento del parto, la concentración de proteínas totales y de suero es similar entre búfalas y vacas[24e]. En general, se sabe que el calostro bubalino y vacuno contiene tres tipos de inmunoglobulinas (Ig) particularmente importantes: IgG, IgA e IgM[22b]. No obstante, en un estudio en India se observó que los valores promedio de Ig en búfalas y vacas previo al parto fue de 126.63 y 92.42 mg/ml, respectivamente; pero después del parto estos niveles se incrementaron a 201.75 y 149.29 mg/ml, respectivamente, encontrándose niveles más altos en las búfalas[25]. En otro estudio se observó que los niveles de IgG en búfalas oscilaron entre 11.22 y 185.1 mg/ml con una media de IgG de 51.71 mg/ml al momento del parto[26]. En búfalas Murrah se observó que el nivel de IgG fue de 54 mg/ml al parto, además, se advirtió una disminución en los días 2, 3, 4 y 5 después del parto. Mientras que los niveles de IgA e IgM en el día 1 fueron de 3.22 mg/ml y 5.22 mg/ml, respectivamente, ambas disminuyeron durante los primeros cinco días después del parto[22c].

La IgG es responsable de la inmunidad de los bucerros durante el primer mes de vida y representa el 86 % de las Ig totales en el calostro de búfalo[27], se consideran los anticuerpos más pequeños pero más comunes en el calostro y tienen un papel fundamental contra las infecciones bacterianas y virales[22d]. El predominio del IgG se debe a receptores activos y selectivos en el epitelio de la glándula mamaria[27b]. Por otro lado, la IgA representa alrededor del 8 % de las Ig y actúa protegiendo las superficies corporales que están expuestas a sustancias extrañas externas[22e]. Finalmente, las IgM representan alrededor del 6 % de las Ig[27c], son los anticuerpos más grandes, son el primer tipo de anticuerpos producidos por las células B activas y son especialmente eficaces para activar las proteínas del sistema de complemento como respuesta a una infección[22f], [28].

La composición del calostro y su calidad están influenciados por una variedad de factores que incluyen la edad materna, el número de parto, la raza, el estado nutricional, la duración del período seco, la vacunación, el estado de salud en general, la época del año y los factores de manipulación del calostro (acumulación y temperatura de almacenamiento)[24f], [29]. La alimentación durante la gestación tardía ayuda a lograr un crecimiento fetal óptimo, mejor producción de leche y reinicio más rápido de la actividad ovárica posparto [15b]. Se sabe que las hembras incrementan sus necesidades nutricionales durante los últimos 60 días previos a la fecha probable de parto, por lo que los animales deben alimentarse de forma adecuada durante este período[15c].

En un estudio previo se evaluó la suplementación de la alimentación con concentrado durante el período preparto (1-12 semanas antes), y se encontró que las búfalas que fueron alimentadas con 2-2.5 kg por día junto con la dieta basal ad libitum presentaron mayor producción de calostro (12.5 versus 8.08 kg), sólidos totales (25.67 versus 24.07 %), proteína (17.36 versus 15.66 %), IgG (54.70 versus 45.68 mg/ml), IgM (4.81 versus 4.08 mg/m) y total de Ig (61.7 versus 52.9 mg/ml) en comparación con las búfalas de control. En el caso de los bucerros se observó mayor peso al nacer (31.68 versus 24.2 kg, respectivamente) y mejor transferencia de la inmunidad pasiva[29b].

Por otro lado, en otra investigación se evaluó la eficacia de la administración de 10 ml de vitamina E-selenio (50 mg de vitamina E y 0.5 mg de selenito de sodio/ml) durante el último mes de gestación para mejorar la productividad y el rendimiento reproductivo de los búfalos lecheros y el rendimiento de crecimiento de los bucerros Nili- Ravi. Los resultados señalaron que las búfalas suplementadas tuvieron mayor producción de calostro (14.15 l versus 11.51 l, respectivamente), mayor producción de leche durante los primeros 90 días de lactancia (706.90 versus 663.85 l, respectivamente) en comparación con las búfalas no suplementadas. Asimismo, los bucerros de las búfalas suplementadas mostraron mayor peso al nacer (entre 3-13 %) y a las 4 semanas de edad en comparación con las búfalas que no recibieron suplementación[30].