Operaciones para la instalación de jardines y zonas verdes. AGAO0208

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2.5. El paisaje inglés

Hacia 1700 los jardines palaciegos europeos que colonizaban desde Flandes a Sicilia por medio de la escuadra y el cartabón hacían buena la tesis “Burnett”, entraron en declive como lo entró la sociedad absolutista. Con el paso de la hegemonía política por parte de Francia a Inglaterra a lo largo del siglo XVIII, se dan manifestaciones de cambios culturales que se alinean en un romanticismo que queda expresado tanto en la pintura como en la literatura y que aboga en un hondo interés hacia el mundo natural. No por casualidad estamos ante un cambio de cánones que se producía en un país que por sus especiales circunstancias sociales, climáticas y paisajísticas, siempre anduvo de espaldas al modelo renacentista italiano o francés de “Le Nôtre”, ya que ni el primero cuyo objeto era ser como una sala más del hogar ni el segundo dedicado a acontecimientos, eventos y su contemplación pasiva, eran válidos en los Países Bajos en forma alguna. La climatología adversa para desarrollar estas vivencias y usos del jardín, así como el propio modus vivendi de los ingleses y en concreto su amor por los deportes, impedían en definitiva que estos espacios abiertos fueran ámbitos para ejercitarse, pasear o cazar y de esta forma quedaron obsoletos y sobre todo anticuados, para una sociedad que apoyada sobre todo en los literatos, abordó de una forma aplastante el formalismo en el tratamiento del paisaje. Considerando que todo lo que fuese tratar las plantaciones de forma manipuladora, era una agresión a la madre naturaleza, se hace fehaciente un frente de opinión al mundo natural y contrario a la artificiosidad. Con ello se acuñan definitivamente la tesis de eliminar todo lo artificial del jardín. Se fue desprendiendo de elementos legados de unas y otras fuentes extranjeras, para dejar al desnudo un modelo que además descubre intelectualmente la cultura china, circunstancia esta última de vital importancia en los nuevos planes del paisaje que se lanzarían desde Inglaterra. En este sentido sería Sir William Temple, con los jardines del Epicuro, el que públicamente rompió con unos cánones que llega a considerar de infantiles por jugar a alinear cosas al lado de una jardinería, la oriental, que requiere de mucha imaginación y destreza. Estábamos ante la negativa ante lo hecho hasta ahora y se quería un modelo que obviando todo lo anterior buscara y encontrara, ahora sí, en la naturaleza, el “genio del lugar”.



Sabía que...

En 1597 Francis Bacon, lanza unas primeras razones sobre este aspecto idealizando una naturaleza más fructífera y evocadora.

Del autor que se puede fechar como primer jardín paisajista, el arquitecto William Kent, se acuñó la frase de “la naturaleza aborrece la línea recta” y con esta rotundidad se celebró el arranque de una teoría aún vigente, en conceptos claves como son el que el jardín natural es una intervención que quiere ocuparlo todo y que no entiende de opresiones, de ahí ese gran salto que supuso el invento del “Ha-Ha”, elemento que permitió derribar el muro perimetral que sociedad tras sociedad, cultura tras cultura, incorporaba en su particular forma de entender el jardín y que en todas se hizo común hasta la llegada del jardín paisajista. El jardín inglés trata el paisaje como lo es, sin estridencias, recreando una naturaleza de suaves ondulaciones que unían lo lejano y lo hacían armonioso en todo su conjunto. Se hacia un énfasis inusitado en la asimetría y en la incorporación de variedad de elementos que expresaban de igual forma un sentido de unidad que venía dado por la creatividad en la unión de los mismos, expresando perspectivas y fondos a los que ayudaban las propias sombras arrojadas. El jardín inglés había de ser un paisaje privilegiado, de praderas de suaves ondulaciones que se encuentran con el ecotono natural de unos estratos arbustivos y arbóreos sutilmente dispuestos y que ayudan a marcar circulaciones. Los espacios centrales merecen el vacío espacial para contrastar con los bordes en luminosidad, texturas y siluetas. Una composición que es difícil de apreciar hasta por el diestro.


Nota

En realidad se pretende un nuevo modelo en el que naturaleza y genio del lugar se unan para contraer una nueva imagen de la primeriza naturaleza.

2.6. El jardín japonés y de extremo oriente

Pronunciado el balance positivo que supuso el jardín oriental sobre el inglés y europeo del siglo XVIII, hemos de apreciar más que sus influencias sobre el modelo occidental, su gran valor intrínseco. Y de ello hay que responsabilizar en mucho a la alta carga religiosa con que se dota e impregnan las realizaciones orientales, las cuales lejos de los referentes religiosos occidentales en las que el hombre es dominador total de los terrenos, encuentran un contraste máximo en unas sociedades, que ponen a la madre naturaleza como cenit de todo y en la que en ningún modo el hombre podrá intervenirla. Dicho de otra forma, cualquier paisaje natural no podrá sufrir mejora alguna al ser esa su definición potencial máxima. Con ello, en función del valor y belleza natural que adopte el espacio natural, será motivo de exaltación y reconocimientos o simplemente será naturaleza. Este valor que imprimen a la naturaleza desde los principios de su historia, es un culmen en el que el alma presente en cada elemento terráqueo no tiene parangón alguno en lo físico o en lo filosófico para el pueblo chino.


De la clasificación que hacen en lo femenino (yin) y lo masculino (yan) o lo que es lo mismo en la pareja de contrarios y complementarios, se fija siempre el valor de los jardines a exaltar y que será motivo y principio de las nuevas concepciones jardineras de origen humano. De esta manera por ejemplo, el contraste entre un árbol erguido y de porte muy estridente habrá de encontrar la suavidad de la tenue y sutil nevada en su base. Siempre serán motivos contrapuestos a la vez que necesitados de sí, los que eleven la protección a reverencial y de aquí a su imitación, copia y distribución en ejercicios profesionales. El simbolismo es base de un trazado que siendo imposible reproducir físicamente ha de buscar al menos el idéntico efecto sensorial en escala reducida. Por ejemplo, una montaña (piedra singular) junto a una ladera boscosa de gramíneas (musgo).



Recuerde

El jardín se convierte en reproducción a escala reducida del paisaje.

La sociedad japonesa perfeccionó y aumentó con creces el valor paisajístico del jardín oriental, dotándolo de una tecnología más sutil aún. Llegado el siglo XV, llegan a definir hasta tres tipologías bien definidas de intervenciones: jardín colina, jardín llano y jardín de té. En función al grado de definición que adoptaran estos podrán ser además: acabados, semiacabados o inacabados, todos y cada unos de los elementos que componían las intervenciones incorporaban una simbología además de su propia función. De los tres el jardín de té resolvía un grado de excelencia y sofisticación que difícilmente encuentra similitud alguna en cualquier modelo paisajístico. Su denominación que viene dada por el requerimiento tan preciso y complejo que adopta el hecho de tomar el té, suponía además de una intervención paisajística de gran calado, todo un guión ceremonial que aglutinaba y requería un gran número de elementos compositivos de un jardín en el que el individuo había de encontrar grandes virtudes.


Recuerde

La base del trazado del jardín oriental y en especial del japonés era el simbolismo.

2.7. Las vanguardias del paisaje

El desarrollo del siglo XX era caldo de cultivo perfecto para un dinamismo en el diseño jardinero sin precedentes. La calidad de vida y la velocidad de vértigo que se adopta, configura una situación de consumo y hábito jardinero que tiene como primera connotación el pronunciamiento del que será el nuevo profesional habilitado en la creación de jardines: el paisajista.


El jardín impersonal o pintoresco del siglo XX mezcla de todo un poco: topiaria, praderas y parterres…

Sobre este recae la búsqueda de soluciones ante una situación que ciertamente era desconsoladora a finales del XIX y principios del XX, por la acusada pérdida de identidad manifestada y que situaba al jardín europeo en una monotonía e impersonalidad desmesurada por el acusado uso de un descafeinado modelo paisajístico inglés.

 

El ambiente de crecimiento económico y los nuevos ímpetus sociales, ponen de manifiesto ligeramente nuevas necesidades paisajísticas que han de ser además muy sensibles con la nueva situación medioambiental. Arrancaría el siglo XX con un modelo en boga en el que la horticultura floral toma el jardín, la botánica, el color y el cultivo de plantas alóctonas se aviva de una forma incontestable. Con el avance del siglo va posponiéndose el consumo florístico para dar más cabida al diseño.


Los paisajistas del último tercio de siglo atomizados por los pujantes y mediáticos arquitectos elevan el listón del diseño ayudando a ello además el fuerte empuje que desde oriente se refleja y que se hace patente hacia unas formas de intervención minimalista. Era el momento de confrontar las vanguardias y la ecología hacia el urbanita del siglo XXI. Sin embargo, las necesidades sociales, los problemas medioambientales y la sostenibilidad económica de los proyectos han supuesto una parada de orden.


Aplicación práctica

Por un momento nos vamos a trasladar a la Francia de Luís XIV, trabajando como profesional en sus jardines el “Rey Sol” le encarga que la realización de un jardín palaciego, explique qué características tendría el espacio que va a usar para su realización y cómo lo realizaría.

SOLUCIÓN

Tendríamos que contar con un espacio de terreno de dimensiones considerables, en una planicie sin especiales accidentes naturales para que la visión sea lo más profunda posible. En la periferia de la misma habría de darse vegetación boscosa o una topografía más ondulada que encuadre y sirva a la vez de punto focal donde integrar y dirigir las perspectivas principales. Su trazado sería muy rígido y geométrico, conformado por infinidad de setos poligonales, juegos de agua o esculturas que hacen de puntos focales.

3. Zonificación de jardines y zonas verdes

En un jardín es necesario que se puedan diferenciar determinadas zonas, estas van a disponerse atendiendo a diferentes principios o jerarquías, de los que se hablarán a continuación.

3.1. Clasificación de las distintas zonas. Jerarquías

En la habilidad del paisajista se deposita el que un jardín encuentre el debido equilibrio en sus funciones. En ello la estructura del mismo juega un importantísimo papel, debiéndose haber consumado el debido análisis del programa de necesidades requerido y con él, plasmar a nivel proyectual el argumento que habrá de seguir la realización que se propone. Por tanto de la estructura cabe esperar que sea lo más nítida y precisa en lo que respecta a la superposición de espacios funcionales. Si esta escala no es perceptible, la legibilidad jerárquica no existe. En un mismo sentido, el espacio a crear no puede obviar el ámbito donde se erige y la armonía entre la nueva concepción y el paisaje circundante habrán de tener una buena transición de cara a ser imperceptibles.


Nota

Se ha de plasmar y con ello expresar por ejemplo qué espacios son accesibles, cuáles no, crear inquietudes de vista e incentivos…

3.2. Características propias de cada zona. Estructuras, zonificación y usos

El componente estructural que hemos de considerar en el jardín así como sus funciones son:

1 Acceso: este debe ser limpio y totalmente perceptible, creando incluso el deseo de descubrir los entresijos paisajísticos que alberga tras él.

2 Aparcamientos: estacionamiento de vehículos a motor y sitio de almacenaje en su caso. En las escalas mayores alberga el punto de partida.

3 Circulaciones y transiciones: estructuran y combinan límites haciendo accesibles los distintos espacios del jardín. Es conveniente crear zonas de transición entre dos ámbitos distintos a modo de filtro. Los ejes de referencia tendrán en este ámbito cierta hegemonía, insinuando, guiando o en su caso evitando los sectores.

4 Zonas estanciales: el jardín debe contar con zonas abrigadas, ausentes o simplemente reservadas, creando con ello ambientes de diversa índole, escala o función. Estas zonas deben de recepcionar el mobiliario oportuno para el descanso.

5 Cerramientos: en función de la seguridad que se le quiera administrar al jardín, se producirá un cerramiento más o menos opaco. Su existencia tanto en uno como en otro caso tienen sentido de cara a establecer límites.

6 Quioscos y estructuras: son elementos productivos u ornamentales que se pueden integrar en el jardín con total solvencia. Su destino es más lógico en el jardín medio y grande, no desmereciéndolo tampoco el pequeño, siempre y cuando la escala sea la idónea para el espacio tratado.

7 Flora y huertos: elemento primordial que se adaptará al estilo, necesidades de los usuarios así como otros objetivos ambientales. La huerta puede ser un elemento a integrar tanto en la pequeña como en la gran escala.

8 Agua: tanto para las necesidades fisiológicas de la vegetación como para el mantenimiento general del jardín, el agua es básica a pie del mismo. En función de la disponibilidad de esta se podrán integrar juegos y láminas.

9 Fauna: puede ser un elemento interesante de integrar, aunque lleve sujeta determinadas normas y registros de seguridad.

10 Mobiliario: es básico en la estructura del jardín. Su funcionalidad y tipología vendrá dada por la arquitectura manifestada en el jardín, dándose infinidad de posibilidades comerciales.

11 Deportes y espectáculos: en función de la escala del jardín, se pueden establecer espacios predeportivos en la menor e incluso estadios en la mayor. También para el caso escénico los espacios ajardinados de mayores dimensiones encontrarán un gran potencial.

4. Técnicas utilizadas en el diseño de jardines

En este apartado se van a tratar los factores a tener en cuenta para el diseño de los jardines, así como los principios que han de regir el diseño de estos.

4.1. Factores a tener en cuenta

El principal y básico, la naturaleza, entendida como agente físico que incide directamente sobre el medio.

Habrá de tenerse muy presente ya que poco o nada podremos manipular en su contra. Por tanto las condiciones climáticas del lugar serán el primer parámetro que habremos de depositar en nuestro diagnóstico. Junto a ellas el resto de factores que arrojan el medio físico y lo caracterizan: suelos, vientos, topografía, orientación, insolación y sombreo. Tras la investigación sobre las incidencias del medio físico, habremos recabar información sobre las preferencias de la propiedad, los recursos visuales y puntos focales a potenciar o anular, y otros aspectos paisajísticos y de caracterización del ámbito como son la flora existente, arquitectura de los edificios de la propiedad, accesibilidad desde los exteriores, infraestructuras viarias circundantes, ruidos, vecindades y usuarios potenciales del ardín. Con toda esta información habremos finalizado un buen diagnóstico que nos servirá para poder comenzar a trabajar en gabinete y evaluar las distintas posibilidades que arroja la intervención.

4.2. Principios de diseño

Con los resultados del diagnóstico nos centraremos en el proceso de evaluación que nos llevará a definir las siguientes máximas:

1 Zonificación del jardín. Se define la primera estructura y distribución de usos y formas del jardín que servirá de base para ir trabajándola.

2 Líneas y senderos deseados. Con la definición de las distintas áreas del jardín evaluaremos cómo comunicarlas.

3 Relación arquitectura-edificio-jardín. De la arquitectura de acabados del edificio y las construcciones auxiliares deberemos obtener una lectura para que el jardín no sea una pieza sin nexo de unión con lo construido.

4 Relación edificio-jardín. Las visuales desde el interior del edificio hacia el jardín, los accesos y salidas, en definitiva, el cómo relacionamos la casa con el jardín, habrá de ser un momento especial de evaluación y estudio.

Estas habremos de incrementarlas partiendo de una idea basada en un espacio neutro o lo que es lo mismo, hemos de pensar en que tenemos un edificio sobre un espacio vacío con límite en los cerramientos periféricos. Nuestro plan a partir de aquí será vestir este vacío para que lo construido parezca estar dispuesto en su perfecta ubicación.

Tendremos en este momento suficiente información para desde la evaluación de la misma, iniciar lo que sería el proceso de proyección técnica, que habrá de seguir la siguiente cronología documental a producir:

1 Bocetos conceptuales y zonales. Boceto primario que narra la distribución y áreas objeto del jardín.

2 Bocetos de circulaciones. Boceto de los senderos y caminos que comunican las distintas áreas.

3 Plano de planta base. Plano que recoge el primer diseño con la información básica del jardín.

4 Plano de planta estructural. Plano de estructura. Ya a partir del plano base se definen en él con total concreción la resolución estructural del jardín sin entrar en detalles constructivos.

5 Plano de detalles. En este plano se definen los planos constructivos, explicando con total descripción la resolución de todos los elementos construidos que requieran de un especial despiece.

6 Plano de plantaciones. Este documento recibe la información sobre las especies a integrar así como su ubicación en el espacio a tratar. Este plano puede tener continuidad si se llegasen a definir las plantaciones por estratos.

7 Plano de infraestructuras, mobiliario, etc. Al igual que el de plantaciones, en este tipo de planimetría se define el tipo de luminarias, por ejemplo, si estamos hablando de un plano de infraestructura eléctrica. Por ello habrá varios planos de infraestructuras según necesidades.

8 Secciones y alzados. Las secciones describen el desarrollo en vertical de alguna zona elegida del jardín susceptible de ser clarificada para su desarrollo constructivo.

9 Perspectivas. Este documento es la realización que requiere de una preparación y virtud artística muy clara pues con ella se pretende mostrar el aspecto real de alguna zona del jardín ya realizado.


Importante

El dibujo técnico es básico para planificar y ejecutar con precisión sin que haga falta una especial condición artística para su desarrollo.

5. Elementos de un jardín

En un jardín podemos encontrar dos tipos de elementos, los vegetales y los no vegetales, ambos tipos de elementos se describen a continuación.

5.1. Elementos vegetales

Este debe ser el componente más llamativo y básico de cualquier jardín que se precie. De cara a su clasificación y uso proyectual, parámetros como el volumen y su apariencia foliar-estacional, nos deparan los siguientes estratos:

1 Estrato arbóreo perenne.

2 Estrato arbóreo caducifolio.

3 Estrato arbustivo perenne.

4 Estrato arbustivo caducifolio.

5 Estrato de vivaces y pratenses.

6 Estrato de trepadoras.

En cada uno de ellos podemos encontrar géneros y especies distintas, que mantienen en común su talla y su foliación. Estos dos caracteres son elementos esenciales de cara a dar al proyecto la escala objeto del mismo.

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