Cartas II (Edición crítico-histórica)

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17d

Ayuda de personas ajenas a la Obra

Por tanto, en esos centros trabajarán pocos socios de la Obra. Han de ser sobre todo nuestros colaboradores y amigos, quienes se encarguen de la mayor parte de la labor docente: hombres y mujeres bien preparados profesionalmente, de buena conducta, que puedan entender la fisonomía propia de esa actividad apostólica, y que estén dispuestos a trabajar con empeño —siempre con la remuneración que sea justa, más que justa: generosa—, que de este modo conocerán mejor, practicarán y enseñarán a practicar el espíritu sobrenatural de la Obra.

17e

Colaboración de los no católicos

Trabajarán allí católicos y no católicos, porque sentimos predilección por el apostolado ad fidem: personas nobles y leales que, al acercarse a nosotros con ocasión del trabajo profesional y sentirse ganadas por la amistad sincera y el cariño de mis hijos, irán perdiendo toda posible aversión o indiferencia hacia la Iglesia, y colaborarán gustosas en nuestro apostolado al menos por su valor humano; y que, con la oración y la mortificación de todos, y con una delicada y prudente catequesis, podrán llegar a recibir la gracia de la conversión y el gozo de la fe, sobre el fundamento de su rectitud, pudiéndose más tarde decir de ellos aquella alabanza que recogen los Hechos de los Apóstoles: estaba instruido en el camino del Señor, y hablaba fervorosamente, y enseñaba con diligencia todo lo referente a Jesús[26].

17f

Se hará preciso, con el tiempo, organizar para esos maestros cursos de formación, en los que mejoren sus condiciones didácticas, cambien impresiones sobre las experiencias personales de su trabajo y se enciendan en deseos de aprovechar su tarea profesional, para hacer un apostolado eficaz en las almas de sus alumnos.

18a

Labor específica de los socios

Aunque pocos, es necesario que haya siempre algunos miembros de la Obra en esos centros, porque no podemos dejar de tener el control de la dirección —espiritual, pedagógica y económica— de esas labores, de modo estable y garantizado. Si no fuera así, carecerían de eficacia apostólica y perderían, para nosotros, su razón de ser: porque el Opus Dei, corporativamente, no desarrolla ninguna actividad que no sea eminentemente apostólica.

18b

Autonomía de dirección

Esa necesaria autonomía de dirección —exigida por nuestro afán de almas: non quaero gloriam meam[27], sólo nos mueve la gloria de Dios—, comprenderá tanto lo que se refiere a la formación espiritual y humana que se imparte en el centro, como la disciplina interna y las actividades apostólicas que, desde ese centro, se desarrollen.

18c

Será necesario, por consiguiente, al promover una de estas labores, estudiar detenidamente, de acuerdo con las particularidades del momento, los aspectos legales y técnicos, de modo que se evite la posibilidad de intervenciones extrañas, que mermen la autonomía de dirección o la condicionen.

18d

Por eso, deberán establecerse normas precisas que aseguren también el respeto de la disciplina interna del centro y su labor de formación. No podemos tolerar, por ejemplo, que actividades culturales, artísticas, etc., que surjan alrededor del centro o de algún modo estén vinculadas a él, obstaculicen su buen funcionamiento: como no podemos tolerar en el cerebro o en otro órgano vital un cuerpo extraño —aunque sea un diamante— que entorpezca su función.

19a

Apertura social

Precisamente porque todas nuestras obras corporativas han de ser eminentemente apostólicas, estarán también abiertas a todos. No hacemos discriminación de ningún género, ni somos clasistas. Nos interesan todas las almas.

19b

Por eso, aunque un centro determinado de enseñanza no esté destinado específicamente a personas de condición humilde o de escasos recursos económicos, se procurará en todos los casos que también esas personas puedan frecuentarlo o, al menos, beneficiarse de alguna forma de la labor docente y de formación que allí se realice.

19c

Clases para todas las gentes, sin discrimación económica

Si se trata, por ejemplo, de colegios de segunda enseñanza, habrá clases para obreros, empleados, etc., en las horas convenientes —al terminar la jornada de trabajo, ordinariamente al final del día—, por lo menos varias veces por semana, si no es posible hacerlo todos los días. No se les cobrará prácticamente nada —algo sí deben pagar, porque conviene que les cueste un pequeño sacrificio económico—, y utilizarán los mismos edificios y el mismo material didáctico que se empleen para los demás alumnos. Alguna vez, también los profesores serán los mismos. De ordinario, la labor docente la llevarán colaboradores y amigos nuestros bien preparados y, cuando sea necesario, otros profesores regularmente contratados y bien pagados. En cualquier caso, esas clases se darán con la misma dedicación y el mismo empeño que las demás.

20a

Eficacia apostólica

¡Qué espléndida labor apostólica vais a hacer, hijas e hijos míos, en esos centros! No sólo penetrando de sentido cristiano vuestra actividad docente y todo el ambiente nacional e internacional de la enseñanza, sino además con un verdadero apostolado capilar con las familias y en todo el ámbito social que os rodee.

20b

No ha de haber ninguna actividad promovida por el centro o vinculada a él, tanto si se desarrolla en su sede como si se hace fuera, que no sea siempre al mismo tiempo lugar de trabajo de las obras de San Rafael y de San Gabriel.

20c

Vibrad, esforzaos por ser santos según el espíritu que Dios nos ha dado, y saldrá espontánea, como una necesidad de vuestra caridad apostólica, esa labor: ¡ay de mí si no evangelizara![28]. Sentid siempre, dondequiera que estéis, esa urgencia de poner en marcha, con hondura, los apostolados propios de la Obra: la labor de San Rafael y la de San Gabriel, que el Señor nos pide.

21a

La formación de los alumnos

Unas palabras sobre los alumnos y las alumnas, que habéis de formar. Sois instrumentos de Dios, para una maravillosa obra de arte sobrenatural. Hacedlo a conciencia, puesta vuestra mirada en Cristo, que es el modelo. Los pintores, en efecto, poniéndose delante la tabla cada día, la van pintando y repintando convenientemente. Y lo mismo hacen los que pulen la piedra, que quitan lo superfluo, o añaden lo que falta. Así, ni más ni menos, vosotros: estáis labrando estatuas. Todo vuestro tiempo ha de consagrarse a preparar, para Dios, estas estatuas maravillosas. Cercenad lo superfluo, añadid lo que convenga, y examinad todos los días qué buenas cualidades tienen naturalmente, a fin de aumentarlas, y qué defectos también les vienen de la naturaleza, para corregirlos.

21b

Desarrollar su personalidad

Desarrollad la personalidad de los estudiantes, ayudándoles a administrar con rectitud y sentido sobrenatural su libertad, proporcionándoles los medios para vencer en la lucha ascética, dándoles doctrina, formación sólida, criterio para no ser ya niños, que fluctúan y se dejan llevar de todo viento de doctrina por el engaño de los hombres, que para engañar emplean con astucia los artificios del error, sino que, al contrario, abrazados a la verdad, en todo crezcan en caridad, llegando a Aquel que es nuestra Cabeza, Cristo[29].

21c

Libertad de las conciencias

Nosotros respetaremos siempre la libertad de las conciencias, y jamás obligaremos a nadie a tener un director espiritual determinado, que es cosa opuesta a nuestro espíritu porque no somos exclusivistas, ni dificultaremos la labor de cualquier sacerdote o religioso que desee trabajar con las almas. Por eso, exigiremos también que los demás respeten nuestro derecho a atender las almas; y el derecho de los que se acercan a nuestros apostolados, porque libremente lo desean.

22a

Colaboración con los padres

En vuestra labor, tened muy en cuenta a los padres. El colegio —o el centro docente de que se trate— son los chicos y los profesores y las familias de los chicos, en unidad de intenciones, de esfuerzo y de sacrificio. Esta es una de las razones por las que, en los centros que no sean de grado superior y, en general, si los alumnos son todavía muy jóvenes, no tendremos nunca internado: los chicos deben estar con sus padres; internado, sólo para mayores, y con las puertas bien abiertas.

22b

Buscamos hacer el bien primero a las familias de los chicos, luego a los chicos que allí se educan y a los que trabajan con nosotros en su educación, y también nos formamos nosotros al formar a los demás. Los padres son los primeros y principales educadores[30], y han de llegar a ver el centro como una prolongación de su familia. Para eso es preciso tratarles, hacerles llegar el calor y la luz de nuestra tarea cristiana. Tened en cuenta además que, de otra forma, podrían fácilmente destruir —por descuido, por falta de formación o por cualquier otro motivo— toda la labor que los profesores hagan con los estudiantes.

23a

Carácter profesional y laical

Nuestro apostolado —repetiré mil veces— es siempre trabajo profesional, laical y secular: y esto deberá manifestarse, de modo inequívoco, como una característica esencial, también —y aun especialmente— en los centros de enseñanza que sean una actividad apostólica corporativa de la Obra.

23b

Actividades ni oficial ni oficiosamente católicas

Siempre se tratará, pues, de centros promovidos por ciudadanos corrientes —miembros de la Obra o no—, como una actividad profesional, laical, en plena conformidad con las leyes del país, y obteniendo de las autoridades civiles el reconocimiento que se concede a las mismas actividades de los demás ciudadanos. Además, de ordinario se promoverán con la condición expresa de que no sean nunca considerados como actividades oficial u oficiosamente católicas, es decir, con dependencia directa de la jerarquía eclesiástica.

 

23c

Trabajo de ciudadanos en uso de sus derechos

No serán centros de enseñanza, que la Iglesia jerárquica fomenta y crea de distintos modos, conforme al derecho inviolable que le confiere su misión divina; sino iniciativas de los ciudadanos, en uso de su derecho de ejercer una actividad de trabajo en los distintos campos de la vida social y, por tanto, en la enseñanza. Y en uso del derecho de los padres de familia, a educar cristianamente a sus hijos: porque la familia tiene inmediatamente del Creador la misión y por lo tanto el derecho de educar a la prole, derecho inalienable por estar inseparablemente unido a una estricta obligación, derecho anterior a cualquier otro derecho de la sociedad civil y del Estado, y por lo mismo inviolable por parte de toda potestad terrena[31]. El Estado debe asegurar el ejercicio de ese derecho, facilitando los medios, vigilando del modo oportuno para que se ejerza con rectitud, y debe completarlo donde los padres por sí o por otros no puedan llegar, o donde claramente lo exija el bien común. Por lo tanto, es injusto e ilícito todo monopolio educativo o escolar, que fuerce física o moralmente a las familias a acudir a las escuelas del Estado contra los deberes de la conciencia cristiana, o contra sus legítimas preferencias[32].

24a

No pueden agruparse con las labores eclesiásticas

Está claro, pues, que las labores corporativas de la Obra no podrán ser nunca consideradas como labores oficial u oficiosamente eclesiásticas; ni podrán agruparse o clasificarse de alguna forma —y con ningún pretexto— con instituciones de este tipo. De la misma manera, los representantes o los profesores de esos centros de enseñanza nunca formarán parte de organismos, asociaciones o federaciones que agrupen a centros eclesiásticos o religiosos, ni participarán en reuniones, congresos, etc., organizados por estas entidades.

24b

Motivos

Esta manera de proceder, hijas e hijos míos, es una exigencia fundamental de nuestro espíritu: porque nuestro apostolado es eminentemente laical, y no podemos emprender ninguna actividad que implique una transigencia en este punto. Además es también exigencia —por eso nos ha dado el Señor este espíritu— de la mayor eficacia de nuestro trabajo apostólico, en servicio de la Iglesia y de todas las almas.

24c

Y así, nuestros centros de enseñanza no comprometerán jamás a la Jerarquía eclesiástica, aunque en ellos se imparta una sólida formación cristiana y se sigan con esmero las orientaciones del Magisterio en materia de enseñanza. Nuestra labor es de seglares católicos y responsables, que usan en servicio de Dios todos sus derechos de ciudadanos corrientes y sienten en su alma la urgencia de la misión apostólica, que todos los fieles cristianos tienen, como miembros del Cuerpo de Cristo.

25a

Medios económicos: los colaboradores

¿Y los medios económicos para toda esa labor? La Obra es pobre —lo será siempre— y no puede sostener estos gastos. Pero tenemos un sistema encantador, que consiste en crear esos instrumentos apostólicos con el dinero de los demás: de los padres de los alumnos, de los colaboradores, de los amigos, a quienes se asegurará una renta justa, por el capital que hayan invertido, y se les ofrecerá la ocasión de cooperar activamente y con generosidad para su mismo bien, para el bien de sus familias y para el bien de la sociedad, en una fecunda labor cristiana.

25b

De este modo, además, el centro de enseñanza será algo suyo, que defenderán como ciudadanos, si llega el momento de tener que defenderlo; y fácilmente extenderán su colaboración a los demás aspectos —y no sólo al económico— de la actividad docente y apostólica, como cooperadores de la verdad[33].

25c

Ayuda del Estado

Por otra parte, será justo contar con las ayudas y subvenciones, que el Estado tiene la obligación de conceder a este género de instituciones, por el servicio que prestan a la sociedad: porque principalmente corresponde al Estado, en orden al bien común, promover de muchas maneras la educación y la instrucción de la juventud. Ante todo y directamente, favoreciendo y ayudando a la iniciativa y a la acción de la Iglesia y de las familias[34].

25d

Colaboración de otras entidades

Se podrá pensar también en la colaboración económica de entidades privadas —industriales o de otro género—, a cambio de trabajos de investigación científica, útiles para su actividad o para sus fines. Esta colaboración, mutuamente provechosa, deberá quedar vinculada al centro docente de que se trate, y no al profesor o al grupo de profesores que en un momento determinado trabaje allí: de este modo se garantiza la continuidad, y se facilita también una mayor retribución económica para todos los que trabajen profesionalmente en esas obras corporativas.

26a

Las Residencias universitarias

Entre las labores corporativas de la Obra en el campo de la enseñanza —que serán muy variadas: también aquí puedo deciros que es un mar sin orillas—, no han de faltar nunca las Residencias universitarias, instrumentos espléndidos para el apostolado de la doctrina, que hemos procurado tener desde el comienzo.

26b

Eficacia y características

Quiero ahora recordaros, hijas e hijos queridísimos, algunas características de este importante trabajo apostólico, en el que con tanto fruto venís trabajando muchos de vosotros, llenos de amor de Dios y con espíritu de sacrificio. Los que conmigo habéis vivido el principio de esta labor, sabéis que no es un trabajo fácil, pero también habéis tenido ya tiempo de ver su necesidad y de agradecer a Dios la eficacia apostólica de esta tarea. A los demás, a cada uno, cuando haya de experimentar las dificultades iniciales, digo con el Apóstol: el labrador ha de fatigarse antes de percibir los frutos. Entiende bien lo que quiero decir, porque el Señor te dará la inteligencia de todo[35].

27a

Ambiente de familia

Nuestras Residencias reúnen, en un ambiente sereno de familia cristiana y de estudio, a jóvenes universitarios decididos a dedicarse seriamente a su preparación profesional y dispuestos a mejorar su formación humana y, si son cristianos, su vida sobrenatural.

27b

El ambiente de familia es un elemento esencial de la Residencia, que no puede faltar nunca, que es indispensable para el apostolado. Por eso, es necesario cuidar —desde el primer año de su funcionamiento— la selección de los residentes. A muchos, se les deberá haber conocido previamente a través de la obra de San Rafael, que debe preceder, acompañar y seguir toda actividad corporativa de apostolado con la juventud. No importa si al principio no se llenan todas las plazas disponibles: en cuanto el primer grupo de residentes haya comenzado a vivir nuestro espíritu y se haya formado nuestro ambiente, la Residencia se llenará, y no habrá plazas suficientes para atender todas las peticiones que lleguen.

27c

Por la misma razón, para conservar el tono de familia de que vengo hablando, si la Residencia fuese muy grande, se hará necesario formar grupos reducidos, como si fueran distintos vecinos de la misma casa; y la misma disposición del edificio deberá acomodarse a este criterio.

28a

Trato con los residentes

Los residentes, por su parte, han de saber que —al ser admitidos— se establece un acuerdo entre la Residencia y ellos, y que contraen así unas precisas obligaciones, correlativas a los derechos que adquieren. La Residencia les ofrece los medios de formación —cultural, humana y religiosa—; un ambiente de familia y de estudio, alegre y sereno; y unas condiciones dignas de alojamiento, alimentación, servicio, etc. Y ellos se obligan a respetar las normas del reglamento, que son bien poca cosa, y que no constituyen ninguna disminución de su libertad: al contrario, son precisamente una manifestación de su recto ejercicio, para quien tenga la suficiente madurez humana.

28b

Responsabilidad

Habéis de procurar que todos los residentes colaboren desde el principio y activamente en el buen funcionamiento de la labor: que se sientan en su casa, con responsabilidad, sin interferir en el gobierno que corresponde sólo a la dirección de la Residencia, y sin pretender alterar el espíritu que la anima. Que aprendan a ejercitarse en buenas obras, para atender a las apremiantes necesidades, y que no sean hombres infructuosos[36].

28c

Libertad

A nuestras Residencias nadie viene forzado, sino libremente. Y el que viene, sabe que tenemos un espíritu determinado y un cristiano modo de vivir. No puede nadie pretender, en nombre de un falso concepto de la libertad, que la vida en la Residencia se adapte a las pretensiones de alguno que quisiera llevar, dentro de nuestra casa, una conducta que no fuera noble y digna. Si un estudiante no se encuentra bien en el ambiente de la Residencia, habrá que aconsejarle que vaya a otro sitio, al mismo tiempo que se le asegura que podrá contar siempre con nuestra amistad y con nuestra ayuda.

28d

Nosotros respetamos la libertad de todos —incluida la de quien no encaja en nuestro plan de trabajo—, y es justo que los residentes respeten nuestra libertad, para disponer las cosas como mejor nos parezca: es preciso que todos vivamos como libres, y no como quien tiene la libertad por cobertura de la maldad, sino como siervos de Dios[37].

29a

Ambiente de estudio

Decía que nuestras Residencias son lugares de formación humana y espiritual, donde los estudiantes adquieren la honda persuasión de que, como buenos ciudadanos y como buenos católicos, tienen el deber grave de alcanzar una sólida formación profesional.

29b

De ahí, que sea necesario un ambiente de estudio intenso y constante, que todos deben contribuir a mantener. Habrá que conseguir de nuestros amigos y colaboradores, y también de los residentes más antiguos, que pongan con alegría parte de su tiempo a disposición de los estudiantes más jóvenes, para orientarles y ayudarles en su estudio, y para facilitar de este modo su formación profesional. En éste y en los demás aspectos de la vida de la Residencia, es muy importante que los residentes colaboren con generosidad, sintiéndose responsables de los demás y de la marcha de la casa.

30a

Gran peso económico

Nuestras Residencias nacen todas con un defecto original: porque destinamos espacios no pequeños a esos locales que deben servir para la labor de formación: oratorio, sala de estudio, biblioteca, salas de estar, etc.; sin contar, además, la casa destinada a la Administración. Esto, entre otras cosas, supone un peso económico muy grande, bastante mayor que el de las demás Residencias universitarias.

30b

Vale la pena

La Obra es y será pobre: vivimos de nuestro trabajo. Sin embargo, no dejaremos nunca de poner Residencias, porque son un instrumento prácticamente necesario para el apostolado de la doctrina, que tenemos la obligación de hacer; y no ahorraremos sacrificios, para poder cumplir gustosamente con este deber. Quaerite primum regnum Dei, et iustitiam eius: et haec omnia adiicientur vobis[38]; buscad con rectitud de intención el cumplimiento de la voluntad de Dios, su gloria en servicio de todas las almas, y no nos faltarán los medios necesarios.

31a

Conclusión: eficacia del apostolado en el campo de la enseñanza

Hijas e hijos queridísimos, la labor apostólica, que nos espera en el campo de la enseñanza, es inmensa y urgente. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad asentada sobre un monte, ni se enciende una lámpara y se la pone bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que hay en la casa. Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos[39].

31b

Preparación profesional

Rezad y trabajad con sentido sobrenatural y con alegría, amorosamente fieles a vuestra vocación, esforzándoos por ser santos, que éste es el fundamento de toda eficacia apostólica. Estudiad con seriedad, adquirid una sólida y profunda preparación profesional, procurad mejorar cada día vuestra formación doctrinal. Tened la firme esperanza de que el Señor, que está empeñado en que se haga la Obra de Dios sobre la tierra, hará pronto realidad estos sueños que Él mismo pone en nuestro corazón, y su luz penetrará todos los sectores de la enseñanza.

 

31c

Que Nuestra Madre Santa María, Sedes Sapientiae, os bendiga: y que su intercesión os acompañe siempre en vuestro camino de apóstoles, portadores de luz, de paz y de alegría.

31d

Madrid, 2 de octubre de 1939

6. Notas del texto

[1] Matth. XXVIII, 19.

[2] Matth. XXVIII, 20.

[3] Numquid non sapientia clamitat, et prudentia dat vocem suam? In summis excelsisque verticibus supra viam, in mediis semitis stans, iuxta portas civitatis, in ipsis foribus loquitur (Prov. VIII, 1-3).

[4] ...ad consummationem sanctorum in opus ministerii, in aedificationem corporis Christi: donec occurramus omnes in unitatem fidei, et agnitionis Filii Dei, in virum perfectum, in mensuram aetatis plenitudinis Christi (Ephes. IV, 12 y 13).

[5] Iamvero in iis omnibus rebus, in quibus eius educandi munus versatur, hoc est «in fide atque in institutione morum, divini magisterii Ecclesiam fecit Deus ipse participem, eamdemque divino eius beneficio falli nesciam: quare magistra mortalium est maxima ac tutissima, in eaque inest non violabile ius ad magisterii libertatem» (Ep. enc. Libertas, 20 Iun. 1888) (Pius XI, enc. Divini illius Magistri, 31-XII-1929: AAS XXII (1930), p. 54).

[6] ...instaurare omnia in Christo (Ephes. I, 10).

[7] Quod est in corpore anima, hoc sunt in mundo Christiani. Dispersa est per omnia corporis membra anima: et Christiani per mundi civitates. Habitat quidem in corpore anima, sed non est e corpore: et Christiani in mundo habitant, sed non sunt e mundo (Epistula ad Diognetum, 6).

[8] Iustitia elevat gentem; miseros autem facit populos peccatum (Prov. XIV, 34).

[9] Benedictione iustorum exaltabitur civitas, et ore impiorum subvertetur (Prov. XI, 11). →

[10] Quam sine fictione didici, et sine invidia communico, et honestatem illius non abscondo (Sap. VII, 13).

[11] ...in ipso vita erat, et vita erat lux hominum: et lux in tenebris lucet, et tenebrae eam non comprehenderunt... Erat lux vera, quae illuminat omnem hominem venientem in hunc mundum. In mundo erat, et mundus per ipsum factus est, et mundus eum non cognovit. In propria venit, et sui eum non receperunt. Quotquot autem receperunt eum, dedit eis potestatem filios Dei fieri, his, qui credunt in nomine eius (Ioann. I, 4 y 5, 9-12).

[12] ...studium ad scientiam ordinatur: quae sine caritate inflat, et per consequens dissensiones facit, secundum illud Prov. 13, 10, inter superbos semper sunt iurgia; sed cum caritate aedificat, et concordiam parit (S. Thomas, S. Th. II-II, q. 188, a. 5 ad 2).

[13] Etenim, quoniam omnis educandi ratio ad eam spectat hominis conformationem, quam is in hac mortali vita adipiscatur oportet, ut destinatum sibi a Creatore finem supremum contingat, liquido patet, ut nulla veri nominis educatio esse potest, quae ad finem ultimum non ordinetur tota, ita, praesenti hoc rerum ordine Dei providentia constituto, postquam scilicet se ipse in Unigenito suo revelavit qui unus «via, veritas et vita» est, plenam perfectamque educationem dari non posse, nisi eam, quae christiana vocatur (Pius XI, enc. Divini illius Magistri, loc. cit., p. 51). →

[14] ...maxime institutio ipsa catholicae fidei omnino conformis in litteris et disciplinis vigeat, praesertim autem in philosophia, ex qua recta aliarum scientiarum ratio magna ex parte dependet... (Leo XIII, enc. Inscrutabili, 21-IV-1878: ASS X [1877-1878] p. 590). →

[15] Cfr. Pius XI, enc. Divini illius Magistri, loc. cit., p. 77 ss.

[16] Tertullianus, De idololatria, 14. →

[17] Sed religiosis competit principaliter intendere studio litterarum pertinentium ad doctrinam quae secundum pietatem est, ut dicitur Tit. 1, 1. Aliis autem doctrinis intendere non pertinet ad religiosos, quorum tota vita divinis obsequiis mancipatur, nisi inquantum ordinantur ad sacram doctrinam (S. Thomas, S. Th. II-II, q. 188, a. 5 ad 3).

[18] Cfr. Pius XI, enc. Divini illius Magistri, loc. cit., p. 63.

[19] Dirige me in veritate tua, et doce me, quia tu es Deus, salvator meus, et te sustinui tota die (Ps. XXIV, 5).

[20] Natura enim parentes habent ius suum instituendi, quos procrearint, hoc adiuncto officio, ut cum fine, cuius gratia sobolem Dei beneficio susceperunt, ipsa educatio conveniat et doctrina puerilis. Igitur parentibus est necessarium eniti et contendere, ut omnem in hoc genere propulsent iniuriam, omninoque pervincant ut sua in potestate sit educare liberos, uti par est, more christiano (Leo XIII, enc. Sapientiae christianae, 10-I-1890: AL vol. X, p. 39). →

[21] Quae quidem norma iustae libertatis scientiae provehendae simul est norma, quae violari nequit, iustae libertatis docendi probe intellectae; eaque servari debet quotiens aliis doctrina traditur, at ex graviore sane iustitiae officio cum traditur iuventuti, tum quia in ipsam praeceptor, publicus privatus, non absolutum sed participatum ius habet; tum quia omnis puer seu adolescens christianus sanctissimum ius habet ut secundum Ecclesiae doctrinam, veritatis quidem columen ac fundamentum, edoceatur (Pius Xl, enc. Divini illius Magistri, loc. cit., p. 68).

[22] Ego sum lux mundi: qui sequitur me, non ambulat in tenebris, sed habebit lumen vitae (Ioann. VIII, 12).

[23] Sed quia per divinos effectus in Dei contemplationem manuducimur, secundum illud Rom. 1, 20, Invisibilia Dei per ea quae facta sunt, intellecta conspiciuntur: inde est quod etiam contemplatio divinorum effectuum secundario ad vitam contemplativam pertinet, prout scilicet ex hoc manuducitur homo in Dei cognitionem (S. Thomas, S. Th. II-II, q. 180, a. 4 c). →

[24] Si vos manseritis in sermone meo, vere discipuli mei eritis: et cognoscetis veritatem, et veritas liberabit vos (Ioann. VIII, 31 y 32).

[25] Matth. V, 19.

[26] Hic erat edoctus viam Domini: et fervens spiritu loquebatur, et docebat diligenter ea, quae sunt Iesu (Act. XVIII, 25).

[27] Ioann. VIII, 50.

[28] Vae enim mihi est, si non evangelizavero (I Cor. IX, 16).

[29] ...ut iam non simus parvuli fluctuantes, et circumferamur omni vento doctrinae in nequitia hominum, in astutia ad circumventionem erroris. Veritatem autem facientes in caritate, crescamus in illo per omnia, qui est caput Christus (Ephes. IV, 14 y 15).

[30] Cfr. Pío XI, enc. Divini illius Magistri, loc. cit., p. 59 ss.

[31] Habet igitur familia proxime a Creatore munus proptereaque ius prolis educandae; quod quidem ius cum abiici nequeat, quia cum gravissimo officio coniunctum, tum cuivis societatis civilis et reipublicae iuri antecedit, eaque de causa nulli in terris potestati illud infringere licet (Pius XI, enc. Divini illius Magistri, loc. cit., p.59).

[32] Itaque nefas est, Civitatem educationis institutionisque causam ita ad se redigere totam, ut familiae, contra christianae conscientiae officia vel contra quam legitime malint, physice aut moraliter ad Civitatis ipsius scholas liberos suos mittere cogantur (Pius XI, enc. Divini illius Magistri, loc. cit., p. 64).

[33] ...ut cooperatores simus veritatis (III Ioann. 8).

[34] Praecipue vero Civitatis est, ut commune bonum postulat, educationem ipsam iuventutis atque eruditionem pluribus modis promovere. Primum ac per se, operae ab Ecclesia familiisque susceptae favendo atque opitulando (Pius XI, enc. Divini illius Magistri, loc. cit., p. 63).

[35] Laborantem agricolam oportet primum de fructibus percipere. Intellige quae dico: dabit enim tibi Dominus in omnibus intellectum (II Tim. II, 6 y 7).