Numerología

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Numerología
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Numerología,

escalera hacia la integralidad

Jaytaram

© Numerología, escalera hacia la integralidad

© Jaytaram (www.jaytaram.com)

Copyright©2020 by Jaytaram

ISBN: 978-84-18411-42-7

Trabajo editorial:

Publicación: 2021

Derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, por cualquier medio o proceso electrónico, digital o mecánico (sistemas gráficos, microfílmicos, fotográficos, fonográficos, de grabación y videográficos), sin la previa autorización escrita del autor y editor.

Estas restricciones se aplican también a las características gráficas de la obra y su edición.

Introducción

Al seguir un camino evolutivo se conquistan algunos tesoros en el transcurso de la jornada, son tesoros invisibles pero increíblemente valiosos. Así considero a esta preciosa joya de comprensión que conseguí sobre la Numerología.

Siento profundamente que me fue entregada por el Maestro por alguna poderosa razón, y no creo que sea otra que compartir esta comprensión que toma forma en esta obra.

Es lo que revela la Numerología explicada desde una nueva perspectiva.

Les apoyará a reconocer e identificar lo que han logrado y lo que aún les falta para avanzar en el camino hacia la realización integral.

Otoño del 2018

Sergio Marcelo Abarzúa Rodríguez - Jaytaram

Prólogo

Todos los seres humanos, de una u otra manera, buscamos la evolución. Y, aunque hayamos olvidado nuestra historia de vida, cuando profundizamos en nosotros mismos, vislumbramos leves reminiscencias acerca del compromiso que adquirimos antes de escoger la vida actual. Estos momentos que surgen de la introspección nos permiten ir tomando conciencia que, desde el primer día de nacidos, estamos siendo guiados y orientados para lograr alcanzar, cada vez, un peldaño superior en los desafíos, conquistas y triunfos de nuestras vidas.

En la década de los años 70, nuestro Mentor creó un sistema de desarrollo humano integral que contemplaba la meditación, el yoga y la conciencia corporal, así como también incluía conocimientos básicos ancestrales de la escuela pitagórica, entregando técnicas específicas basadas en su estudio y experiencia personal.

Este fue el conocimiento que más nos impactó a los primeros discípulos que colaboramos aprendiendo de un sistema que, aún en su fase inicial, ya demostraba su potencial de transformación.

Particularmente, quiero referirme a los inicios y a la expansión que tuvo este método desarrollado por nuestro Mentor y Maestro, el cual comenzó la iniciativa de salir del esoterismo u ocultismo. En esa época los secretos del autoconocimiento permanecían celosamente guardados entre grandes misterios, ya que eran transmitidos solamente de Maestro a discípulo. Ese fue el inicio de la apertura para que el conocimiento hermético saliera del cascarón y fuera accesible para todos.

En el sistema Cóndor Blanco incluimos cada una de las experiencias personales que recibimos de tantas enseñanzas de parte de nuestro Mentor y Maestro en tiempos difíciles de desarrollo y de circunstancias cotidianas, políticas y religiosas, lo cual realmente ayudó a forjar una enseñanza que es ya indestructible y que comienza con la entrega de los símbolos secretos llamados «letras y números».

Estos códigos fueron nuestros emblemas de batalla para salir a la sociedad en la década de los 80, comenzando con los primeros seminarios en América Latina, que se sostuvieron en busca de una mayor expansión hacia el norte del continente, e iniciando los viajes a México y Estados Unidos.

Los viajes tenían como objetivo entregar estos conocimientos que él había recibido como legado de la escuela pitagórica. Un objetivo que se logró gracias a sus aportaciones en cuanto a fórmulas y contenidos, resumiendo así una enseñanza mucho más extensa y compleja. Fue orientada entonces hacia el desarrollo humano de una manera integral, a la vez que nos permitía profundizar en cada uno de estos números y letras, internalizando y ahondando en cada significado. Obtuvimos entonces una dirección y una forma de interpretación nunca antes conocida, que nos sirvió para crecer y a la vez dio nacimiento a la base de la metodología de Numerología en Cóndor Blanco.

En la época de los 90, llegó un joven estudiante de esoterismo, Sergio Marcelo Abarzúa (el autor), quien venía con todo el entusiasmo, el interés y miles de preguntas y cuestionamientos... no solo acerca de los números sino del Universo y de la vida extraterrestre, asuntos que en ese entonces eran muy desconocidos para la mayoría, pero no tanto para él, que ya conocía una parte esencial de los distintos tipos de seres que estaban encarnando en este planeta.

Desde un inicio, los discípulos de la enseñanza Cóndor Blanco supimos que no todos los seres que compartimos y habitamos este sistema solar provenimos de una misma galaxia, de un mismo plano o de una misma confederación o hermandad. Marcelo poseía un vasto conocimiento intuitivo y albergaba estas inquietudes de conocimiento profundo; era una persona que se perfilaba claramente como un futuro aprendiz. Junto con él y otros discípulos aprendimos mucho.

Era interesante poder ir descubriendo que en medio de la vida cotidiana coexistimos seres que vienen del planeta Tierra y otros que tienen esencias más sutiles y vienen de un sistema espacial como servidores, guías o colaboradores. Estos seres vienen para encausar a tantos que han perdido el norte o han quedado rezagados o pegados por muchas vidas en esta tierra, sin poder descubrir cuál es su verdadero camino de evolución o sin encontrar la alternativa para poder realizar parte de su misión. Cada uno de estos interrogantes siempre encontraron respuesta en nuestro sabio Mentor y Maestro.

A veces, simplemente basta con la sensación de acercarse un paso más hacia la verdad: la presencia de un hombre sabio es suficiente para activar el buscador interior, aquel que no descansa hasta llegar al conocimiento profundo, o experimentar en la acción cotidiana el significado que pueden imprimir en nuestra vida estos conocimientos maravillosos, como son la Numerología y el análisis de las letras.

Así comenzó un estrecho contacto entre este buscador y los demás discípulos, que dura hasta el día de hoy, forjando lazos de hermandad, basada en el reconocimiento, el respeto, la lealtad y la confianza cultivados en el interior de esta tribu.

Recuerdo que en ese entonces las pruebas del camino eran cada vez más intensas y más difíciles, al enfrentar cada uno de los desafíos necesarios para lograr el discipulado. Cada uno de nosotros debía demostrar su compromiso estudiando a fondo cada número, su significado, e interiorizar en su propia naturaleza para descubrir su origen, su esencia, su misión... Realmente se necesitaba buscar profundamente dentro del ser interno: el verdadero motivo de su vida, el porqué de su actuar, y encontrar el sentido que cada individuo puede darle al contexto de familia, preparación, estudios, vocación y profesión, trascendiendo los patrones, las creencias, los mitos y la forma en que estos fueron transmitidos principalmente por nuestros padres y educadores. Todo para trascender un modelo que ya entonces estaba desactualizado, y más hoy en día, porque no se adapta a las necesidades de tantos niños y jóvenes que se sienten diferentes, que buscan más allá de lo que está escrito o de lo conocido, que viven constantemente inconformes y desfasados a una realidad que les obliga o les exige mantenerse en un sistema de vida cotidiano y repetitivo. Por suerte, son cada vez más los que se dan cuenta de la importancia de despertar y de la urgente necesidad de un cambio que marque una diferencia. Así, vemos cómo día a día este despertar se produce de una manera más acelerada y a más temprana edad.

Después de conocer nuestra esencia y saber por qué estamos aquí, el pasar a reconocer nuestras actitudes, la forma en cómo hemos vivido, aquello que deseamos o queremos y principalmente cómo nos vamos relacionando en las diferentes etapas que recorremos desde niños hasta la formación de un adulto, nos permite percibir que los patrones aprendidos y los hábitos adquiridos no nos sirven como guía en nuestra propia autorrealización. La imitación no es el método ni el sistema para llevar una vida extraordinaria, diferente, ni para alcanzar el éxito, la felicidad ni el brillo personal.

El estudio profundo de la Numerología es una herramienta y un arma extraordinaria para encontrar y confrontar nuestros egos o nuestros caprichos, así como también nos da la seguridad para enfrentar al propio saboteador interno disfrazado de indefenso y débil.

El método de numerología Cóndor Blanco exigía como uno de los requisitos el haber trabajado unos cuantos años en el autoconocimiento y la autoobservación para poder vivenciar todas las etapas que anteceden a lo que podríamos llamar las fases previas, tanto en la búsqueda como en la experiencia personal, y de esta manera estar preparados para recibir una energía que activase nuestro don como principal objetivo e iniciar el camino del discípulo aprendiz.

Todo este proceso duraba alrededor de diez años de preparación intensiva en seminarios, en eventos y en los antiguos campamentos que se organizaban periódicamente en lugares retirados de las grandes urbes, campamentos que se dieron con entrenamientos que preparaban a la mayoría de los buscadores para formar instructores, monitores y capacitadores integrales que transmitieran esta enseñanza de la manera más fiel y leal posible, manteniendo los principios y dando a conocer el origen de lo que hoy en día conocemos como Organización Internacional Cóndor Blanco.

 

Después de muchas pruebas y más de diez años de preparación, Marcelo pasó a ser un discípulo con un nombre nuevo: Jaytaram. Todo este proceso finalizaba la primera etapa preparatoria para dar inicio como facilitador de los seminarios de Numerología, iniciándose con éxito en Chile y posteriormente encargado como instructor internacional en México, Venezuela, Colombia y Brasil.

Me siento tremendamente grata y honrada de conocer a personas con consciencia, con el deseo de servir desinteresadamente y que asumen un deber y una responsabilidad de conducir y entrenar a otros en esta gran misión de continuar expandiendo la Numerología y hacer de ella una filosofía de vida.

Jaytaram, junto con otros dedicados discípulos, han seguido la trayectoria que nos ha llevado a obtener grandes éxitos por el trabajo realizado a nivel personal, grupal y organizacional, dirigiéndonos a un variado mercado que abarca tanto el área comercial y empresarial, así como a educadores, psicólogos y terapeutas en general, que recurren cada vez más a esta noble ciencia y este fino arte que llamamos Numerología, la cual facilita enormemente la tarea de realizar un diagnóstico asertivo y cada vez más preciso sobre el comportamiento humano.

Nosotros tenemos, como principio, vivenciar permanentemente los números, y la experiencia nos avala para poder hablar profesionalmente de una manera simple y profunda. El principal objetivo es poder transmitir el conocimiento tal cual, como lo hemos recibido. Por eso nos vemos en la necesidad de contar nuestras experiencias personales y las vivencias específicas compartidas en tantos años de enseñanzas y aprendizaje y así dejar un testimonio escrito que resume los años de discipulado y la experiencia directa con este trabajo. Esta historia es la base que dio lugar a este relato: Numerología, escalera hacia la integralidad.

Sikin Dax

Objetivos de este libro

Uno de los objetivos principales de esta obra es acercar a la sociedad —y a todos los que busquen el conocimiento interior— un sistema evolutivo y planificado que tiene como base el inicio en el estudio de los números.

Otro objetivo es poder esclarecer, a través de este viaje, todo el proceso de crecimiento e integración de un ser humano que tenga el anhelo de prosperar y el deseo de ser feliz, que son necesidades naturales en su camino de vida.

Cada día son más las personas que se preguntan o cuestionan cómo poder trazar metas y conquistar sus ideales de vida. Por esto decidimos entregar este libro, como una guía que puede introducirles a observar sus actitudes, comportamientos y desafíos, para avanzar y prosperar descubriendo su propia manera de interrelacionarse.

En este proceso de crecimiento e integración de un ser humano la ciencia de la Numerología describe magistralmente un ciclo completo de nueve niveles (representados por números), donde se plantean diferentes etapas y diversos desafíos propios que se manifiestan con claridad en la medida que la persona experimenta y vivencia cada nivel.

Cuando se ha logrado dominar e integrar cada uno de los desafíos en los distintos niveles (que se entregan en su totalidad en los seminarios de formación), el individuo alcanza un estado de realización completa e integral.

Aquí se comparte una descripción resumida de todo el proceso que implica el trabajo con cada uno de los números; tanto es así que está direccionado también a quienes desean observarse y comprenderse un poco más sin haber aprendido la metodología, como también a todos aquellos que conocen en parte estas enseñanzas y quieren profundizar hasta convertirse en verdaderos consultores profesionales.

Los números entregan a cada uno aquello que busca, quiere y merece, siempre que esté dispuesto a recibirlo.

¿Qué es la Numerología?

La Numerología Cóndor Blanco es un método completo en sí mismo, un proceso integral que describe de principio a fin «un camino y una escala evolutiva», representando procesos del ser humano en su desarrollo y crecimiento hacia la integralidad y la totalidad.

Suena complejo, pero no lo es. La metodología es simple, es «fácil de aprender, pero desafiante de dominar», pues al ser completa, profunda y reveladora, hace que conocerla a fondo exija mucha práctica, análisis, estudio y, sobre todo, bastante observación de uno mismo y de los demás.

Cuando hayas corroborado la exactitud y profundidad que te ofrece el método (que se enseña en los seminarios), tu lógica se haya convencido y el escepticismo dé paso al deseo de comprender, harás una real observación de los procesos del comportamiento y comenzará a revelarse ante ti una nueva perspectiva de lo que considerabas «la realidad» y aquello que «somos» los seres humanos.

Junto con el hecho de conocerte más y entender a los demás de una mejor manera, empiezas a abrir nuevas puertas del conocimiento universal, aparecen dudas que antes no tenías, preguntas más difíciles de responder, y comienza el «camino del buscador».

Lo superficial y aparentemente «normal» va perdiendo importancia, entonces surge la necesidad de atender tu ser interno y esto se hace cada vez más relevante. Comienzas a dedicar tiempo a actividades diferentes, cambian los intereses y sientes mayor conexión contigo mismo y con el entorno natural, parece que ahora realmente respiras la vida y miras tu vida hacia atrás, con todo lo que has vivido, observándolo como si fueras otra persona.

Más que la propuesta de un cambio, el sendero de la Numerología te garantiza un avance hacia dentro de ti, hacia el despertar de tu consciencia, de lo que no muere con el tiempo, lo trascendente, lo verdaderamente importante: ¿quién eres tú?, ¿de dónde vienes? y ¿hacia dónde vas?

Comencemos entonces... y vamos a hacerlo con un breve texto al estilo «cuento» para introducirnos en el tema.

PARTE I

Capítulo 1

En otro tiempo y lugar


Viaje interdimensional, Jaytaram. Óleo 70 x 80.

Viajo por el espacio a altísima velocidad.

Nebulosas, asteroides, planetas y soles de múltiples formas y colores se suceden sin parar. Dentro de mi nave, la sensación de asombro y agradecimiento es inmensa; es una jornada en que me inundan una plenitud y una felicidad tan vastas como el Universo que atravieso. Más que un viaje en una astronave, es como danzar por el espacio. No me falta nada; mi presencia está completa. Ni rastro de interferencias de pensamientos y emociones ajenas; es la soledad absoluta sin sentirse solo, apreciando la magna obra de la creación que se despliega en todo su esplendor al recorrer el cosmos. Me siento inmensamente feliz por todo lo vivido y experimentado, feliz de retornar a casa. He cumplido mi misión y regreso al hogar con alegría y plenitud.

Y mientras regreso hacia mi origen, hago un repaso de esta magnífica experiencia vivida en la Tierra, recordando mi partida de hace muchísimo tiempo, hace milenios, en un lejano lugar de otra galaxia.

Cierro los ojos y revivo la acogedora atmósfera de tono suave y tenue luz que invita a la contemplación en mi cálido planeta de diecisiete lunas. Este se ubica en una nebulosa magenta, en el otro extremo de la galaxia. En él la vida es tranquila, armoniosa; hay respeto entre sus habitantes y las cosas transcurren en concordancia al pulso y ritmo de la vida. La evolución es un proceso natural. El despertar es algo que sucede como parte del avance normal donde se abre la visión de todo, tal como es y ha sido desde el origen. Hay perfección, amor y compasión mística, lo cual incita a los adultos a querer apoyar a otras civilizaciones desaventajadas respecto a estos grados de evolución.

Yo no era un adulto. Sentía que a esta perfecta paz y armonía le faltaba intensidad y emoción. Esto me motivó a querer descubrir otros lugares, vivir aventuras, correr riesgos, exponer mi vida si fuera necesario, para animarme a tomar esta gran decisión, la cual implicaría mucho más de lo que nunca imaginé.

Con el equivalente en la Tierra, tendría unos ocho años de edad, carecía aún de la madurez suficiente y tomé de forma impulsiva la decisión de salir de casa a buscar aventuras y conocimiento. Aun así, siempre me acompañaba una certeza interna que me hacía sentir más adulto y más seguro que un niño normal de mi edad.

Sentía un llamado a explorar y abandonar el confort de mi hogar; quería conocer aquellos otros lugares del Universo en donde los seres sufrían mucho antes de conocer algo tan perfecto como lo era mi planeta. Sumado a esto, estaba mi todavía inmadura compasión, la cual me empujaba a querer ayudar. Todo esto me llevó a tomar la gran decisión de aventurarme.

Miré al Sol, miré las bellas lunas, miré a mis padres, miré mi hogar por última vez y pedí al gran Sol Central, el padre del Universo, su protección y guía; pedí su bendición para esta aventura y sentí que me decía: «Estás autorizado». Tuve la certeza de que no estaría solo en mi viaje y partí.

Subí a mi nave con mi pequeña mochila de excursiones, mis músicas preferidas, cristales y mis telas de protección, y tomé rumbo hacia el otro extremo de la galaxia, donde se rumoreaba que había una bella civilización en apogeo.

Ya en el interior de mi pequeña nave, tecnológica, hermosa y confortable, gran compañera y amiga de muchas experiencias, me sentía muy seguro para lanzarme a la aventura. No solo era un vehículo sino una prolongación de mí mismo, una expansión de mi ser que me podía llevar a donde quisiera. Con ella pude conocer increíbles lugares de este y otros mundos, incluso otras dimensiones, investigando diferentes seres, culturas y civilizaciones: algunas bellas, mágicas y de altísima vibración; otras densas, oscuras y tristes… Viajaba siempre motivado por conocer y descubrir, buscando comprender los misterios de la vida, la creación, la evolución y las existencias…

Mi actitud frente a la evolución y la iluminación era un tanto científica; sobre todo, me encantaba y me apasionaba indagar y comprender cómo hacen las hermandades y fraternidades de luz para apoyar a otros en el proceso de tomar conciencia y que decidan iniciar su viaje al despertar, crecer y evolucionar.

Fue un largo recorrido con varias detenciones temporales en distintos lugares, hasta que llegué al increíble planeta Tierra, que en ese entonces estaba habitado por una civilización magnífica: la atlante, con seres hermosos y refinados, cultos y de gran evolución, con ciudades que solo la imaginación puede mostrarnos hoy. Conocían grandes secretos hoy olvidados, poseían naves espaciales, contacto interdimensional y disfrutaban de una larga vida... definitivamente una mágica y magnífica cultura. La sensación que me transmitían era de glamour y majestuosidad, pero también algo de frialdad e indiferencia. Impactaban y deslumbraban, pero había que estar siempre atento y no bajar la guardia, pues faltaba amor en muchos de ellos.

Yo era pequeño y sutil, más etéreo que físico; eso facilitó que en esa incursión en la tierra pudiera quedarme en una de las mágicas y bellas ciudades de cristal situadas en el interior de la corteza terrestre, llamadas «intraterrenas». Estas existían en paralelo a las ciudades de la superficie, con un avance evolutivo y ritmo de vida distinto, no se cruzaban unas con otras y para muchos de la superficie era como si no existieran (similar a lo que sucede en la actualidad).

Aquí compartí mucho con el mundo elemental, aprendí sobre secretos de la creación, cuidados de la tierra y el arte de la construcción secreta: esta es la forma correcta de crear y materializar, ya sean construcciones o el objeto que sea, respetando el orden y ritmo del Universo; integrando, agregando y combinando lo que ya es a lo que se crea, transmutando lo existente (sin desequilibrar o destruir para conseguirlo, opuesto a lo que se hace actualmente).

La realidad de los elementales, para quien no ha oído hablar de ellos, es el mundo invisible de los elfos, duendes, gnomos, silfos, hadas y muchos otros que coexisten en dimensiones paralelas a la nuestra y son seres vinculados a elementos básicos de la naturaleza: tierra, agua, aire, fuego, minerales, vegetales; se sustentan y cuidan de ellos. Cuando un ser humano incursiona en uno de estos elementos y se relaciona de verdad con él, si lo cuida, lo respeta y lo valora conscientemente, alguno de estos seres podría percibirlo y manifestársele, incluso podría generar un vínculo de hermandad con él y acompañarlo en esa vida, apoyándolo en su proceso de progreso y evolución. Por lo mismo, cuando se daña a los elementos o a la naturaleza, se daña también a estos seres y en consecuencia nos distanciamos y enemistamos aún más con ellos.

 

Con mi sutileza etérea y mi habilidad natural para pasar desapercibido, era fácil insertarme en cualquier cultura, ser uno más de ellos y aprender, asimilando sus hábitos de vida y sus grandes conocimientos. Así lo hice en el mundo elemental, explorando en especial esa magnífica ciudad intraterrena. Se percibía un aura mística en ella; las formas y los colores eran hermosos y muy diferentes a los tonos que se aprecian en el exterior. La energía y armonía de la comunidad era similar a la de mi planeta, así que me era muy grato permanecer en aquel lugar que tenía cierto aire familiar. Aun así, mi instinto aventurero siempre terminaba ganando y me llevaba a salir a la superficie a recorrer las ciudades atlantes. ¡Mi objetivo era investigar y descubrir! Para eso había dejado mi planeta natal.

Hacía solo unos siglos que había sucumbido la civilización de Lemuria1 cuando llegué al planeta. Muchos de los sobrevivientes me contaron terribles historias de guerras hechas con grandes poderes, magos, brujos y guerreros; daría para escribir muchas novelas épicas sobre lo que allí sucedió.

Pero en ese momento esos tiempos quedaban lejos; disfrutaba de su apogeo la majestuosa, glamorosa, culta, mágica y evolucionada Atlántida.

Las construcciones eran algo diferentes a lo que había visto en mis viajes, sus habitantes vivían una larga vida y eran gobernados bajo un ancestral reinado milenario. Había de distintos estilos. Algunos, un tanto fríos e intelectuales; otros, amorosos y compasivos, pero todas irradiaban magnetismo y una belleza misteriosa y distinta. Su sola presencia despertaba una gran curiosidad en cualquier extranjero.

Nadie podía imaginar jamás que algún día podría ser abatida esa magnífica sociedad atlante. Todo parecía perfecto y en orden, cada cosa en su lugar; tecnología y arte en concordancia. Pero en la realidad dual hasta en lo más perfecto hay algo contrastante. Así fue como la ciencia sin conciencia desarrolló experimentos que nunca debieron llevarse a cabo; algo similar a lo que sucede en estos tiempos en la humanidad (errores de los que parecemos no aprender y esperemos que no se repitan).

El nivel de conciencia de nuestra sociedad actual no representa ni un diez por ciento del grado evolutivo de la Atlántida; por lo tanto, es muy fácil que volvamos a caer. Sin embargo, un alto grado evolutivo tampoco garantiza nada, pues el comportamiento de las personas de entonces se sigue repitiendo y se manifiesta, mostrando la verdadera intención de cada ser. Intenciones, acciones y resultados que lo llevan a avanzar o retroceder evolutivamente, afectando su vida, su entorno y el proceso que necesita vivir el planeta, que también es un ser.

Por eso, es crucial recuperar el conocimiento que se perdió y que se despliega como la creación a través de los números. Esta sabiduría ancestral puede y debe apoyar el proceso de despertar la conciencia del ser humano, para que abra su corazón, active su buscador interno, le ayude a autoobservarse y que logre ser autorresponsable (dejar de culpar a otros o a al entorno).

Compartiendo las enseñanzas de la Numerología, podemos favorecer en parte el minimizar el riesgo de volver a cometer un error tan grave como el de la caída de la Atlántida, colapsarnos... o, incluso, autodestruirnos. Evitarlo implica que cada uno se despierte a una conciencia más elevada e integrada al todo.

1. Algunos mundos que se asemejan en parte a este, serían los descritos en Calabozos y Dragones, El Hobbit, o El Señor de los Anillos.

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