El ideal griego era la inteligibilidad, encarnada y representada mejor que nada en aquello que se mantiene idéntico a sí mismo, a saber, lo que se atiene a leyes
Como el movimiento circular de los cielos ni infinitos ni incorruptibles
En la medida en que lo singular, lo contingente o lo inesperado no era susceptible de encajar en la regularidad, lo único e impredecible eran considerados aspectos inferiores de la realidad
Su encierro allí tendría que terminar alguna vez
Los griegos admiraban lo permanente, lo racional, lo bello, lo grandioso
Había leído La lección de música, una novela de Pascal Quignard
Y allí leyó que el coito de las ranas duraba tres semanas si era eyaculación precoz, y cuatro semanas si era normal
Sándor Ferenczi decía que de esa manera la rana prolongaba el sueño de una regresión ininterrumpida en dirección a la cloaca materna
Añadía que era preciso colocar a las ranas muy por encima de nosotros en la escala de los seres, y reverenciar, como si de diosas se tratara, a esos pequeños antropoides verdes cuyo espasmo se prolonga por espacio de un mes y provoca la envidiosa admiración de los hombres
Lo invadía un deseo melancólico de orden absoluto
Pesaba la falta entre lo que tenía y sus experiencias mágicas
Sus experiencias míticas, fantásticas, paradisiacas, alucinantes, extraordinarias
Las experiencias perfectas de lo que había tenido y perdido
Amarrado y ciego
En oscuridad completa y con hambre
Desgarrado por no saber
Angustiado por no poder moverse
Heráclito había proclamado hacía casi tres mil años que la armonía del universo, es decir, de todas las cosas, estaba oculta
Cuando lo real había quedado sumergido en el espacio y en el tiempo sólo quedaba esa cámara oscura adonde vibraban sus palabras
Aterido de frío y de incertidumbre
Abandonado y alterado
Prisionero y solo
Todo ese horror como si fuera una tardía consecuencia
¿Consecuencia de qué?
No lo sabía, no entendía, estaba confundido y atarantado
En un no-lugar
En quién sabe qué parte
Adonde había dejado de ser
2. La amante sin nombre, el viaje y el secuestro
Se sentía desolado por la fragilidad de su cuerpo, la volubilidad del amor, la falta de verdad que en gran medida dominaba la vida pública, las renuncias y los reveses de la amistad, la insensibilidad que acarreaba la costumbre, su encierro y la inmovilidad, más diez mil otras incertidumbres que lo desesperaban
Ridículo e insignificante, y como dispuesto, aunque ciertamente iracundo, a ser destrozado, desollado, desahuciado, hecho pedazos
Y eso apenas empezaba y parecía que no iba a terminar nunca
Devastado, abandonado allí, enceguecido, hundido, lastimado, sus miembros ateridos, dislocados, descolocados
Despojado, incomunicado, lastimado, vejado, desahuciado, arrinconado, empobrecido
Y en ayunas
Así había sido su vida: caer siete veces y levantarse ocho
Estertores y lágrimas
Gemidos
Parecía haberse dedicado con tanto ahínco a la infelicidad
Ahora sí que como todos los seres humanos, que a ninguna otra cosa se dedicaban con más entusiasmo
Como un títere con los hilos enredados
Un títere desmadejado y lleno de polvo y telarañas y el titiritero borracho
Sin piedad, obligado a sufrir, a oír, a imaginar, a quejarse
Escuchar era obedecer
Muchos hablaban al mismo tiempo, sus voces interiores se mezclaban, se contradecían, disputaban
La razón era una breve llamita y el universo una inmensa noche oscura
El silencio estaba tendido no como una especie prehistórica ya extinta sino como un animal viviente
Estaba sentado en el ancho lomo del silencio
La banalidad cotidiana
Fellini hacía lo real espectáculo o espectacular, y lo fascinaba realmente
El subjetivismo cómplice de Fellini
Cuando se dice todo, cuando la escena capital parece terminal, falta siempre lo que viene después
Era como si lo real y lo imaginario corrieran uno tras otro, reflejándose uno en el otro en torno a un punto de indiscernibilidad
Hacía que su lengua delirara
Su relato sólo podía leerse en filigrana, a través de imágenes que eran consecuencia y no acto
Ya no sabía si los acontecimientos eran presentes o pasados, imaginarios o físicos
Proust, hablando de Gérard de Nerval, afirmaba que un soñador mediocre no volvería a ver los lugares que había conocido en el sueño, ya que sólo se trataba de un sueño, mientras que un verdadero soñador lucharía por reconstruirlos justamente porque se trataba de un sueño
Ozu decía que la vida era simple y que el hombre no cesaba de complicarla agitando el agua durmiente
No estaba muerto, puesto que su vida no había desfilado todavía ante sus ojos
Después de veintiséis transfusiones de sangre, Jack Kerouac murió en un hospital de una hemorragia por rotura de varices esofágicas
Hesíodo, en su Teogonía, hizo una descripción de los orígenes del mundo ex nihilo y habla de cómo nacieron los dioses y la tierra, los ríos y el mar limitado por altas olas
Las solas no las casadas
Las altas olas y los astros brillantes
Al principio había sólo tres dioses primigenios, Caos, la Tierra de amplio seno y después Eros
Hesíodo veía la historia como denegación y extrañamiento de lo divino
El hombre estaba cautivo entre dos Érides
Eris, la diosa griega de la discordia, la injusticia y la crueldad
Y su hermana responsable de la diligencia y la ambición
El tiempo humano quedaba caracterizado por la tensión de estas dos fuerzas en conflicto
La épica homérica estaba imbuida por el tiempo en cuanto duración, pero no como proceso continuo universal
En Homero nunca se encontraba el tiempo como sujeto de un verbo
En la orilla derecha del Sena el esplendor gótico de las calles medievales, el muelle
Corneille, la avenida Jeanne d’Arc y la plaza del Mercado
¿Desde cuándo vives aquí?, preguntó el director de la Editorial
Y la joven editora que lo acompañaba preguntó qué era ese edificio en la orilla opuesta
El Consejo General del Sena Marítimo, aclaró el desdichado
Dos se hacían compañía, pero tres eran una pareja
Unas francesas en bicicleta hicieron babear y deshacerse en elogios al director
Era un hombre enorme, muy alto y gordo, y, al saludarlo, en la mano le dejó en la palma una moneda de oro, un Centenario
El desdichado les invitó una trucha con salsa de almendras, una bullabesa, una raya a la mantequilla negra, una mousse de frambuesa, salsa de chocolate y un soufflé también de chocolate
Desde que vivía en Rouen nunca comía ni bebía nada que no estuviera citado en la obra de Proust
La cuisine retrouvé
Lo más llamativo de Proust era su combinación de la más exacerbada sensibilidad con la más absoluta tenacidad
Perseguía los matices de una hoja seca hasta la última mácula
Había redactado primero el final de su epopeya íntima, Le temps retrouvé
El futuro de su relato era anterior al relato, representaba su clave y origen
La joven editora fue la primera en preguntar por su manuscrito
El director dijo que una cerveza fría le ofrecía a su edad una fuente de placer más fiable que hacer el amor
La lucha del bien contra el mal, murmuró la joven editora mientras hojeaba su manuscrito, no hay nada más trivial
Una sinopsis de trivialidades
El novelista, como los científicos, no está construyendo una casa, se defendió, tampoco está colocando los cimientos de una casa, digamos que simplemente se encarga de la limpieza de una habitación, y con más precisión, de una recámara
El papá de T. S. Eliot fabricaba ladrillos
Los problemas del novelista eran consecuencia de un mal uso de la gramática, de una mala comprensión de la realidad, y requerían no una solución, sino una disolución
La joven editora lo miraba con arrobamiento
El método para resolver esos problemas no consistía en elaborar nuevas teorías sino en reunir recordatorios de cosas que todos conocemos
Vestía un traje sastre negro y tenía un cuerpo armónico y unas piernas de concurso
Ahora las novelas se veían reducidas a un ejercicio de destreza, y el nimbo del novelista estaba desapareciendo
Conflictuado entre la necesidad de resistirse a ser asimilado y la necesidad de adaptarse, rubricó el director
La joven editora se detuvo en una página y rió con franqueza, siguió leyendo y volvió a reír
Entonces tomó el manuscrito en su totalidad y se fue a arrellanar en un sillón, embebida con la lectura
El director le preguntó si no tendrían más soufflé, y agregó que se sentía como en Combray
¿A la sombra de las muchachas en flor?
Henry Miller decía que si tuviera que nacer de nuevo renacería como parque
El deseo de Nietzsche era ser un dichoso e indiferente animal marino
La joven editora se levantó del sillón y trastabilló para enseñarle al director un párrafo que había llamado su atención
Sus personajes podían actuar, percibir, experimentar, pero no podían dar testimonio de las relaciones que los determinaban
La joven editora pasaba las páginas con cierta torpeza y señalaba las partes que le entusiasmaban
El desdichado autor le miraba las piernas
Cassavetes decía que se trataba de deshacer el espacio no menos que la historia, la intriga o la acción
¿Cómo deshacernos de nosotros mismos y deshacernos a nosotros mismos?
En nuestra vida erótica la incertidumbre es delicia, la torpeza pasión
Sus voces interiores se detenían, recomenzaban, se invertían, se aceleraban o disminuían
La mamá de Proust le decía “mi lobito”, dada su avidez afectiva
Si fue el sexo lo que nos trajo a la familia, el sexo es también lo que nos saca de la familia
De la tristeza a la ira, de la duda a la certidumbre, de la resignación a la revuelta
Bergson destacaba como modelo sólo tres flujos: el de la conciencia, el del agua que corre y el del pájaro al volar
La joven editora alzó la cabeza y miró fijamente a su anfitrión para preguntar ¿y por qué lo condenan a muerte?
El desdichado autor del manuscrito al que se refería sentenció: Todos estamos condenados a muerte
Lo que producimos continuamente no son errores sino vidas alternativas
Le hubiera gustado ser el novelista del cuerpo femenino
De un deseo anárquico y dulce
Cuando nos equivocamos somos todo lo transgresores que podemos ser
Sartre y Albert Schweitzer eran primos
Creía oír voces provenientes del pasado que exigían ser reconocidas
Sentía en su interior vidas que se disputaban la posibilidad de ser vividas
No pensaba entre pensamiento y pensamiento
Winnicott llamaba a la realidad como algo en torno a lo que era posible tener ilusiones
El olvido no existía, sólo el recuerdo, o para ser más precisos, lo que olvidamos no existe, sólo lo que recordamos
Leer un libro constituye una versión tardía del amamantamiento materno, una especie de proceso de alimentación visual
Se consigue leer, pero no somos nosotros mismos quienes leemos
El pasado, el presente y el futuro siempre se mantienen aparte uno del otro, se perturban el uno al otro y se niegan a formar una unidad
Bastante más tarde la joven editora leyó en voz alta diferentes líneas del manuscrito
Celebraba sus puntos de vista dudosos, las hipérboles y las elipsis, los claroscuros y las ambivalencias, los efectos lumínicos y los sonoros, la simulación de olores, las chispas de adjetivación paradójica, las metáforas sorpresivas, el hiperrealismo, lo grotesco, lo dramático y lo metaliterario
Cuando más descuidada estaba, festejó, saltaba la liebre de la teoría literaria
A él le complacía esa conversación y le gustaba mirar a la joven editora tan entusiasmada
Concebía la novela como una especie de desbroce del pensamiento, sí
Los ojos secos, el corazón helado, la cabeza inflamada, el estómago conflictuado
¿De dónde venía ese sol negro?
¿Esa oscuridad?
¿De cuál galaxia insensata sus rayos invisibles y pesados lo clavaban al suelo, a la cama, al silencio, a la depresión?
Si la muerte no existiera tal vez nadie redactaría nada
Toda imaginación era abierta o secretamente melancólica
En Rimbaud todo estaba dicho a los diecisiete años
Era un vagabundo que atravesaba Francia a pie, que se iba a Austria y volvía
La suya no fue una partida brusca
Había sido muy buen estudiante, descollaba en textos latinos
Cuando partió sólo había publicado Una temporada en el infierno, que quedó almacenado. Salvo siete ejemplares, en el local de un librero belga
Las Iluminaciones y el Relicario se publicarían en su ausencia y él no llegaría a enterarse
Nunca supo que él era Rimbaud
Toda escritura es amorosa
El acto sexual es una versión jurídica del erotismo
Parecía estar dentro de un gran ataúd, a oscuras, encerrado
El ADN se descubrió en 1953
Y la sexualidad debía residir por entero en el campo de lo visible
Creyó oír unos pasos y balbuceó: Tengo hambre
Asombrado de la lentitud y la dificultad con que había pronunciado esas palabras
Sintió en la boca una invasión y mordió con lentitud y hasta cierta gula
Era una pizza de queso de plástico y pepperoni insípido
Le daban de beber un líquido que no lograba identificar
Era como un refresco sin gas o agua sucia o cerveza rancia y adelgazada
Creía haber tenido mucha hambre y después de tres bocados ya no podía comer más
Anaxágoras se suicidó negándose a comer
Quería preguntar por qué lo tenían ahí, ¿hasta cuándo?, ¿qué necesitaban?
Pero no podía formular ninguna palabra, y además había preguntado eso mismo muchas veces, cada vez que sentía la proximidad de alguien, y nunca le habían contestado, nunca le respondían
Le limpiaron con una servilleta de papel las comisuras de la boca y creyó oír la sonrisa, el gesto de burla, su presunta sofisticación
Calculaba que sólo dos personas le llevaban de comer, cuando le llevaban, pero cuando salieron de la habitación, cuando se alejaron, creyó oír las pisadas de tres personas
Ya ni siquiera podía creer en lo que oía
Se cerraban las puertas blindadas y volvía a rodearlo el bloque de cemento
Había cierto movimiento en la casa, como si desplegaran una alambrada fortificada, radares, cámaras de vigilancia en cada esquina
¿Por qué le temían tanto?
Estaba allí amarrado, ciego, borracho de voces interiores, de pensamientos, asustado, débil, esperanzado, lastimado, vencido, inquieto
Kerouac tenía dos meses por delante para escribir tranquilamente en la ciudad de México
Pasó todo el tiempo en la buhardilla del departamento del anciano Bill Garver, terminando Tristessa y empezando una nueva novela sobre sus experiencias en la montaña y luego en San Francisco, titulada The Angels in the World, misma que años después terminaría publicándose como Desolation Angels
Este proyecto era un experimento narrativo tan intensamente salvaje y personal como sus diarios, y pensaba retenerla durante mucho tiempo, hasta que la publicación de las otras novelas produjera algún entendimiento sobre su obra
Formas evanescentes parecían detallarse en la oscuridad, pero nunca se definían
Darwin decía que nuestro registro fósil es comparable a una biblioteca de la que sólo quedan algunas páginas, palabras, letras
La definición del amor según Baudelaire: Un oasis de horror en el desierto del aburrimiento
Según Freud cada uno de nosotros tiene una historia
Cada uno tenemos una pistola cargada que apuntamos hacia nosotros mismos
Una sola cara fue suficiente para lanzar mil barcos de guerra a mar abierto y para provocar una legión de sufrimientos en su corazón
Cerraba los ojos e imaginaba el rostro de su esposa, el cuerpo de su esposa, los días transcurridos al lado de su esposa
Hipnotizado por sus ojos
Trataba de dominar a su esposa, tal vez no tanto para gozarla libremente, sino para sofocar en ella una voluptuosidad que presentía tan fuerte y tan violenta que agotaba y relativizaba para siempre la suya
Se quitó la ropa del viaje y se metió en un traje de seda blanco equilibrándose difícilmente
En nuestra vida erótica nunca hacemos nada a medias, aseguraba Adam Phillips
Nunca era del todo acertado decir que alguien era posesivo con su pareja, porque cada miembro de la pareja es el otro
Ésta es la razón por la que nadie se separa nunca de nadie
Y también la razón por la que la gente nunca está junta
¿Sería Freud amante de la hermana de su propia esposa?
A Freud lo operaron treinta y tres veces para erradicarle el cáncer de su boca y garganta
En eso sonó el teléfono y la secretaria del director de la Editorial preguntó si podía pasar
Él se metió a toda prisa en una camisa también blanca de seda y dijo que sí, claro, que estaba invadiendo su espacio
Se cambió también los calcetines y los zapatos
Entró el director y le preguntó sonriente que dónde iba a ser la boda
Lo saludó de mano y le dejó en la palma otra moneda de oro
Lo apresuró a que se pusiera la corbata, también de seda blanca, y ante la angustia del desdichado que no podía cargar con la cartera, ni pluma, ni con su moneda de oro, el director le dijo que no se preocupara, que podía dejar todo allí, que estaba seguro, y además no tenía que pagar nada, y plumas habría siempre cerca para lo que quisiera hacer con ellas
En la hacienda adonde se iba a llevar a cabo la ceremonia encontró a multitud de amigos y amigas
El techo era muy alto y se sentía un poco de frío
A James Joyce le hicieron veinticinco operaciones en los ojos
¿Quién nos iba a decir que algún día te iba a enseñar las fotos de mis hijos?
¿Cuántas canas hacía que no te había visto?
Una chica muy pícara le dijo que salía con él hacía muchos años
No la reconocía y la miraba inclemente
¿Esa belleza arrebatadora implicaba la armonía como una ley o era una gracia arrebatada a toda ley?
Que él siempre la llevaba a su casa al dejar la Universidad y que se iba cada vez por caminos distintos
Sería para dilatar la llegada, arriesgó esforzándose por recordarla
Buscaba a gran velocidad referencias, recuerdos, certidumbres, pero sólo acumulaba perplejidades
Ni siquiera podía asumir cómo se llamaba
Lo femenino era cierto o lo femenino era insoluble
La anatomía era el destino según Freud
Aunque ahora en su encierro recordaba a esa mujer como en fogonazos
Su frescura, elegancia, delgadez, luminosidad, solidaridad, simpatía
La sensación de sentirla absorbida en una suma de instantes que se eternizaban
El pasado era como una ciudad prehispánica perdida, llena de templos fabulosos, calles laberínticas, personajes maravillosos y sacrificios
El brillo de sus ojos, su temperatura, la suavidad de su piel
Abolido todo recuerdo del pasado y toda preocupación por el futuro, la sentía abrirse a una multiplicidad incomprensible de la violencia del amor
Y esos instantes amorosos eran en sí mismos eternidades
¿La evocaba o invocaba?
Esa mujer convocaba violentamente las fuerzas que la subvertirían
Sus cabellos muy largos, brillantes, como caoba ennegrecida
Sus ojos muy grandes
Su risa
La impaciencia de sus límites por ser desbordada
La vida en alta tensión
La necesidad de gastar toda su juventud para mantenerse a la par con ese desencadenamiento que lo traspasaba
¿Estaría inventándose su propia historia?
¿Haciendo su propia película?
Esperaban todo de esos encuentros, hasta llegar a confundirse con el cosmos
Trataba de encontrar esos recuerdos y ordenarlos como una prueba de su existencia en el presente, en ese hoyo negro, aunque hubieran sucedido hacía muchos años
Su pasión era como una inmensa encrucijada de ilusiones y disoluciones carnales
Brindaron con gusto
¿Qué había ocurrido sino el paso de los años?
El sexo estaba en todos lados salvo en la sexualidad, decía Barthes
Se sentía cómodo frente a ella, seguro de sí mismo, seductor
Dijo que el goce sexual sólo era posible porque iba acompañado por un momento de muerte del pensamiento, de un momento en el que se mataba el Yo
Todo amor era una forma disfrazada de narcisismo o de dependencia
La persona deprimida, decía Kristeva, era un ateo taciturno y radical
El presidente del jurado describía su novela con grandes aspavientos, pero aún no lo identificaban como el ganador
Él la miraba y ella lo miraba
Todos somos vigilantes y vigilados, inquisidores y víctimas
No todos guardaban silencio
Había como trescientos invitados
Sentía hambre y después de unos cuantos bocados se había saciado
Hablaban como reconociéndose
Como si estuviera sacrificando una realidad tangible a cambio de algo que no existía
Todo eso era demasiado real, demasiado cercano para ser verdad
Le gustaba su perfume
Y eso era lo fascinante, el exceso de realidad, la hiperrealidad de esa mujer
Todo placer o todo amor eran una ilusión
Parecían repetir indefinidamente la necesidad de un nuevo encuentro
Un esfuerzo banal
Había una parte de cada uno de nosotros que era real e incomunicable a un yo superficial
Para Platón el amor era un conflicto y un enigma
Balzac era un maleducado
Stendhal era aburrido en las conversaciones
Baudelaire era un obseso
Chateaubriand decía que cada hombre llevaba en sí un mundo compuesto por todo aquello que había vivido y amado. Al que siempre regresaba, incluso cuando recorría y hasta podría parecer que habitaba un mundo extraño
En Claude Lévi-Strauss, en Flaubert, en Proust, era la memoria quien hacía el viaje
Quizás todos vivimos nuestras vidas como relatos y todos vivimos simultáneamente más de uno, algunos más personales que otros
En esa oscuridad, a veces, sentía una presencia cercana
Pedía que le quitaran la venda de los ojos o cualquier otra cosa
Nunca le contestaban
¿Lo habrían confundido con el director de la Editorial?
Ese hombre era uno de los más ricos del mundo
No llevaba ninguna identificación sobre sí mismo
Kant sentía con agudeza las limitaciones de las facultades intelectuales del hombre
El Papa de Arlés era un sacerdote
Salieron de la hacienda después de la entrega del premio y la mesa de prensa y se dirigían a la Editorial para recoger su maleta y llevarlo al hotel
¿Tu esposa va a llegar mañana?
Eso espero, dijo él, quedó de encontrarme en el hotel, hace meses que no nos vemos
¿Dónde está?, preguntó el jefe de difusión de la empresa
Es antropóloga y está haciendo un libro sobre la medicina indígena en Chiapas, empezó
Había poco tráfico a esa hora de la noche
Temía pensarlo, pero aceptó publicar el libro en la forma en que estaba y el premio millonario, sólo por la oportunidad de verla de nuevo
¿Envejecer juntos o rejuvenecer juntos?
Era tan adorable su esposa
Niña fresca, terrestre, su verano, su noche, su verde, su sistema planetario, su paraíso perdido y reencontrado y de nuevo perdido
Siempre había algo que resistir, algo que desafiar
El vehículo desplegaba una aventura sofocada que se cocía por decirlo de algún modo
Alejamiento de la vida habitual, coexistencia de cuerpos, violencia de la velocidad
Todo debía llevar a alguna situación extrema
No estaban en ninguna parte y por lo tanto eran irresponsables
Sin imágenes ni sentidos que apoyar, tejiendo vínculos que debía dominar a la brevedad
En eso los bloquearon tres coches de los que bajaron hombres y mujeres enmascarados y armados
Manténganse tranquilos, relájense, dijo el chofer al mismo tiempo que frenaba, seguramente quieren el coche
Pero lo querían a él o quizás los querían a todos
Iban cuatro personas en ese coche y nadie reía
¿Dramaturgia o ritual?
El chofer les ofrecía las llaves cuando al desdichado lo metieron entre dos o tres personas al piso bajo el asiento trasero de una camioneta
Lo tiraron en el suelo y una mujer le puso unos audífonos con música grupera a todo volumen y en eso el vehículo se puso en marcha
Recordaba la confusión, la sorpresa, el miedo, la resignación, la consternación, la risa nerviosa, su impotencia, su dependencia
Mientras la camioneta avanzaba a gran velocidad le amarraron las manos y los pies
Por favor quítenme los audífonos rogaba gritando
Se los quitaron para vendarle los ojos con gran rudeza
¿Qué habría pasado con los demás?
Se acordaba de la joven editora tomando video de los edificios al otro lado del Sena
¿Cómo aprender a actuar juntos?
¿Cómo ser, una vez más, dos cuerpos en público, sólidamente unidos, guardianes de la vergüenza del antro, atentos al papel que representaban?
¿Quién imponía los pasos?
Ése es el muelle Jacques Anquetil, que antes se llamaba muelle de Elbeuf
Comportarse como pareja era un arte interpretativo
Su belleza era un antidepresivo natural
No había que dejar que decayera el espectáculo
Nadie tenía la relación que se merecía
El forajido, la mujer fatal, el hereje, el agente doble, don Juan, la infidelidad se llevaba lo más atractivo
Tenía el glamour del buen secreto y de la buena mentira
Si viajaba era porque tenía que hacerlo, porque creía que había otro lugar
Remplazar la idea de la relación genuina con la idea de la relación placentera
No se escapaba del sentido mediante la desunión, la desconexión, la desterritorialización
Pensaba en el recorrido de esa camioneta y creía sentir el bulevard Raspail
Debía ser muy tarde y había poco o nulo tráfico en las calles por las que pasaban casi volando
Debían ser tres o cuatro coches en caravana
Rugiendo
Casi veía los grandes espacios que lo absorbían al salir de la Plaza de la República para precipitarse bajo tierra hasta el Pont Neuf
Ruidos como en los embotellamientos en la calle Mazarine antes del bulevard Saint-Germain
Cuando se detuvieron le pusieron una capucha en la cabeza y un gigante muy fuerte lo tomó y se lo puso doblado sobre un hombro
Sintió que caminaron unos diez, quince metros
Luego unas escaleras, una puerta, dos, tres, cuatro
El gigante tenía que inclinarse para lograr pasar y se notaba que sufría por eso
Resoplaba
Luego una escalera hasta un segundo piso
Debía ser una casa muy grande
Otras dos puertas y allí lo derrumbó sobre una cama
Decía Barthes que no hay que subestimar la capacidad del azar para engendrar monstruos, es decir, secuencias lógicas, es decir, sentido
¿Dónde estaba la lógica de todo aquello?
Aunque Flaubert se dedicó metódicamente a experimentar las diferencias y recorrer los lugares más raros y desconocidos, advirtió que la única cosa que realmente le sucedió fue el tiempo
Flaubert, al terminar su periplo, solamente constató que había envejecido
Viajó, como decía al final de L’education sentimentale, y conoció la melancolía de los trasatlánticos, los fríos despertares bajo la tienda, el asombro de los paisajes y de las ruinas, la amargura de las simpatías interrumpidas
Regresó y constató que había envejecido sin remedio
Jaime Torres Bodet se suicidó disparándose un balazo
Intervalo de pulsaciones
La noción de ficción es una muestra de ambivalencia
Se trataba del sentimiento y del fantasma de la soledad, pero anestesiado, de los goces suspendidos, de una espera y un silencio tan vacíos como colmados
Tanta calma y vehemencia renovadas en esa noche permanente
El ardor, la quemazón de esa nada
Estaba como en medio de un océano letal
En su propio mar negro
Más allá del principio del placer se publicó en 1920
En vez de buscarle sentido a la desesperación empezaba a pensar que no existía otro sentido que el de la desesperación
Antonino Liberalis relata que Minos hacía perecer una tras otra a sus esposas, pues eyaculaba serpientes, escorpiones y escolopendras
Si existo es porque me horroriza existir decía Sartre
El marqués de Sade pedía que después de su muerte nadie pudiera encontrar el rastro de su sepulcro, que ninguna piedra llevara su nombre
Y marcó al mundo y al tiempo futuro, que es el nuestro, con una huella indeleble
Sus sentidos permanecían despiertos, pero no recibían impresiones de ninguna clase
Detenerse, dormir, desaparecer
Lo habían abandonado en un no-lugar
En un infinito presente