Amad a vuestros enemigos

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13. Agneta H. Fischer e Ira J. Roseman, «Beat Them or Ban Them: The Characteristics and Social Functions of Anger and Contempt», Journal of Personality and Social Psychology, 93, 1, julio de 2007, pp. 103-115, DOI: 10.1037/0022-3514.93.1.103.

14. John M. Gottman, «A Theory of Marital Dissolution and Stability», Journal of Family Psychology, 7, 2, junio de 1993, pp. 57-75, DOI: 10.1037/0893-3200.7.1.57.

15. Kim T. Buehlman, John M. Gottman y Lynn F. Katz, «How a Couple Views Their Past Predicts Their Future: Predicting Divorce from an Oral History Interview», Journal of Family Psychology, 5, 3-4, marzo-junio de 1992, pp. 295-318, DOI: 10.1037/0893-3200.5.3-4.295.

16. John M. Gottman, «A Theory of Marital Dissolution and Stability», Journal of Family Psychology, 7, 2, junio de 1993, pp. 57-75, DOI: 10.1037/0893-3200.7.1.57.

17. Joseph Flaherty, «Arizona Congressman Paul Gosar’s Siblings Endorse Rival in New Campaign Ads», Phoenix New Times, 21 de septiembre de 2018, https://www.phoenixnewtimes.com/news/arizona-congressman-paul-gosars-siblings-endorse-opponent-10849863.

18. Paul Gosar (@DrPaulGosar), «My siblings who chose to film ads against me are all liberal Democrats who hate President Trump. These disgruntled Hillary supporters are related by blood to me but like leftists everywhere, they put political ideology before family. Stalin would be proud. #Az04 #MAGA2018», Twitter, 22 de septiembre de 2018, 11:24 h.

19. David A. Graham, «Really, Would You Let Your Daughter Marry a Democrat?» Atlantic, 27 de septiembre de 2012, https://www.theatlantic.com/politics/archive/2012/09/really-would-you-let-your-daughter-marry-a-democrat/262959.

20. Thomas Jefferson, «From Thomas Jefferson to Henry Lee, 10 August 1824», Rotunda, http://rotunda.upress.virginia.edu/founders/default.xqy?keys=FOEA-print-04-02-02-4451.

21. Agneta H. Fischer e Ira J. Roseman, «Beat Them or Ban Them: The Characteristics and Social Functions of Anger and Contempt».

22. Kirsten Weir, «The Pain of Social Rejection», American Psychological Association, Monitor on Psychology, 43, 4, abril de 2012, p. 50, http://www.apa.org/monitor/2012/04/rejection.aspx.

23. Weir, id.

24. Stephen Hawkins et al., «Hidden Tribes: A Study of America’s Polarized Landscape», More in Common, 2018, https://static1.squarespace.com/static/5a70a7c3010027736a22740f/t/5bbcea6b7817f-7bf7342b718/1539107467397/hidden_tribes_report-2.pdf.

25. John Wagner y Scott Clement, «‘It’s Just Messed Up’: Most Think Political Divisions as Bad as Vietnam Era, New Poll Shows», Washington Post, 28 de octubre de 2017, https://www.washingtonpost.com/graphics/2017/national/democracy-poll/?utm_term=.c6b95de49f42.

26. «APA Stress in America Survey: US at ‘Lowest Point We Can Remember’; Future of Nation Most Commonly Reported Source of Stress», American Psychological Association, 1 de noviembre de 2017, http://www.apa.org/news/press/releases/2017/11/lowest-point.aspx.

27. APA, Id.

28. «Many See Potential Harm from Future Gridlock, for the Nation and Personally», Pew Research Center, 11 de diciembre de 2014, http://www.people-press.org/2014/12/11/few-see-quick-cure-for-nations-political-divisions/12-11-2014_02.

29. Joshua Bleiberg y Darrell M. West, «Political Polarization on Facebook», 13 de mayo de 2015, https://www.brookings.edu/blog/techtank/2015/05/13/political-polarization-on-facebook.

30. Itai Himelboim, Stephen McCreery y Marc Smith, «Birds of a Feather Tweet Together: Integrating Network and Content Analysis to Examine Cross-Ideology Exposure on Twitter», Journal of Computer-Mediated Communication, 18, 2, enero de 2013, pp. 40-60, DOI: 10.1111/jcc4.12001.

31. Neil Malhotra y Gregory Huber, «Dimensions of Political Homophily: Isolating Choice Homophily along Political Characteristics», Stanford Graduate School of Business Working Paper n.° 3108, octubre de 2013, https://www.gsb.stanford.edu/faculty-research/working-papers/dimensions-political-homophily-isolating-choice-homophily-along.

32. «Partisan Animosity, Personal Politics, Views of Trump», Pew Research Center, 5 de octubre de 2017, http://www.people-press.org/2017/10/05/8-partisan-animosity-personal-politics-views-of-trump.

33. Id.

34. «Partisanship and Political Animosity in 2016», Pew Research Center, 22 de junio de 2016, http://www.people-press.org/2016/06/22/partisanship-and-political-animosity-in-2016.

35. David Blankenhorn, «The Top 14 Causes of Political Polarization», American Interest, 16 de mayo de 2018, https://www.the-american-interest.com/2018/05/16/the-top-14-causes-of-political-polarization.

36. «Reelection Rates over the Years», Open Secrets, Center for Responsive Politics, https://www.opensecrets.org/overview/reelect.php. Los resultados corresponden a las elecciones de 2012, 2014 y 2016; en el momento de escribir este libro, aún no estaban disponibles los resultados de las elecciones de mitad de mandato de 2018, pero es muy probable que la proporción de representantes y senadores reelegidos sea parecida a la de las elecciones previas: superior al 90 por ciento.

37. Matthew D. Lieberman, Social: Why Our Brains Are Wired to Connect, Nueva York, Crown, 2013, p. 247.

38. Id.

39. Julianne Holt-Lunstad, Timothy B. Smith y J. Bradley Layton, «Social Relationships and Mortality Risk: A Meta-analytic Review», PLOS Medicine, 7, 7, julio de 2010. DOI: 10.1371/journal. pmed.1000316.

40. «The Health Benefits of Strong Relationships», Harvard Women’s Health Watch, diciembre de 2010, https://www.health.harvard.edu/newsletter_article/the-health-benefits-of-strong-relationships.

41. «Emory Brain Imaging Studies Reveal Biological Basis for Human Co-operation», nota de prensa, Emory Health Sciences, 19 de julio de 2002, http://whsc.emory.edu/_releases/2002july/altruism.html

42. Id.

43. Lieberman, loc. cit.

44. Platón, The Republic, trad. de Benjamin Jowett, Los Ángeles, Madison Park, 2010, p. 75. [Traducción española: República, trad. de J. M. Pabón y M. Fernández-Galiano, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1997, 462 a-b (N. del T.)].

 

45. Aristóteles, Nicomachean Ethics, trad. de W. D. Ross, Stilwell, Digireads.com, 2005, 8.1 [Traducción española: Ética a Nicomáquea, trad. Julio Pallí Bonet, Madrid, Gredos, 1993, libro 8, 1, p. 239 (N. del T.)].

46. Salmos 133, 1. [En la versión española, todas las citas de la Biblia proceden de la Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2011 (N. del T.)].

47. Mateo 12, 25.

48. Bhagavad Gita, trad. de Stephen Mitchell, Nueva York, Harmony Books, 2000, p. 186. [Traducción española: El Bhagavad Gita. Canto del Señor, trad. de Julio Pardilla, disponible en línea en http://www.sociedadbiosofica.org/libros/Gita/gita.pdf, p. 105 (N. del T.)].

49. Thomas Paine, Common Sense, Project Gutenberg, 9 de junio de 2008, https://www.gutenberg.org/files/147/147-h/147-h.htm.

50. James Madison, The Federalist Papers, 14, Avalon Project, Lillian Goldman Law Library, Yale University, 2008, http://avalon.law.yale.edu/18th_century/fed14.asp.

51. John Adams, «From John Adams to Jonathan Jackson, 2 October 1780», Founders Online, National Archives, última modificación, 13 de junio de 2018, https://founders.archives.gov/documents/Adams/06-10-02-0113.

52. George Washington, «Washington’s Farewell Address», Avalon Project, Lillian Goldman Law Library, Yale University, 2008, http://avalon.law.yale.edu/18th_century/washing.asp.

53. Marcos 10, 46-51.

54. «Brief Biography», Office of His Holiness the Dalai Lama, https://www.dalailama.com/the-dalai-lama/biography-and-daily-life/brief-biography.

55. Pico Iyer, The Open Road: The Global Journey of the Fourteenth Dalai Lama, Nueva York, Borzoi Books, 2008.

56. Eknath Easwaran, Essence of the Dhammapada: The Buddha’s Call to Nirvana, Tomales (California), Nilgiri Press, 2013, p. 263. [Traducción española: El Dhammapada. El camino de la rectitud, capítulo 17, disponible en línea en http://www.oshogulaab.com/BUDA/TEXTOS/budadamapada.htm (N. del T.)].

2
¿Puedes permitirte el lujo de ser buena persona?

Es una historia archiconocida. Un tipo de aspecto corriente y moliente –llamémosle Michael– conoce a una mujer hermosa. A pesar de que ella parece estar fuera de su alcance, empieza a pasar tiempo con él y Michael parece gustarle. Él le prepara la cena, la escucha atentamente y la trata con un respeto exquisito. Las cosas van bien hasta que un día ella conoce a un imbécil –llamémosle Todd– que la trata fatal, pero es guapo y seguro de sí mismo. La mujer se enamora de Todd y relega al pobre Michael a la categoría de amigo. Michael sabe que Todd no la tratará como es debido y que la cosa probablemente acabará mal, pero eso no le sirve de consuelo.

Es la paradoja del «buen chico», y parece que la mayoría de la gente cree que responde a la realidad. Ve a la sección de autoayuda de cualquier librería y verás títulos para hombres como Deja de ser buen chico: cómo echarte novia, y libros para mujeres como ¡Deja de salir con idiotas! A juzgar por esos títulos, cuando se trata de amoríos, los chicos buenos siempre pierden.

Lo mismo ocurre con la política, y olvídate de lo de «chicos»: vale para todos. ¿Quieres ser un ganador en nuestra cultura del desprecio? No puedes ser bueno, porque eso es señal de debilidad. Fíjate en los libros más vendidos sobre política, y encontrarás multitud de títulos que tratan a los del bando contrario –sea el que sea– como unos mentirosos, ladrones, traidores y locos. Además, en el test de mercado político por excelencia, las elecciones, ¿vemos hoy algo que pueda indicarnos que ser un pedazo de pan es una estrategia ganadora? Por supuesto que no. Sumérgete en el fango o vete a casa.

Tu madre te decía que fueras bueno o buena, lo sé. Pero, pobrecita, es un consejo pésimo en esta dura realidad. No puedes permitirte ser bueno, ¿verdad?

En 2003, Geoffrey Urbaniak y Peter Kilmann, dos psicólogos de la Universidad de Carolina del Sur, decidieron estudiar si las mujeres realmente eligen a los imbéciles en lugar de a los chicos majos, como supone todo el mundo.57 Reclutaron a 48 voluntarias de una facultad de letras de una universidad progresista del noreste de los Estados Unidos y les hicieron leer el guion de un simulacro del popular programa de citas televisivo de los años setenta The Dating Game, en el que una concursante interrogaba a varios hombres escondidos detrás de una pantalla y luego elegía a uno únicamente en función de sus respuestas. En el guion simulado, una concursante imaginaria llamada Susan tenía que elegir entre dos hombres llamados (no por casualidad) Michael y Todd. Michael permanecía constante y neutral, mientras que a las participantes se les asignaban al azar tres versiones distintas de Todd:

El primero era Todd Bueno, amable, atento y emocionalmente expresivo. Cuando se le preguntaba cuál era su definición de «hombre de verdad», Todd Bueno respondía:

Un hombre de verdad es alguien consciente de sus sentimientos y los de su pareja. Alguien que sea amable y atento y que no vaya de macho. También es genial en la cama y pone el placer de su pareja por encima de todo. Desde luego, yo diría que soy un hombre de verdad.

El segundo era Todd Medio, que daba respuestas neutrales. Le decía a Susan:

Un hombre de verdad sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Es alguien que trabaja con ganas y se divierte también con ganas, y que es bueno con la mujer a la que ama. Además, es genial en la cama. Desde luego, yo diría que soy un hombre de verdad.

El tercero era Todd Borde, insensible, egocéntrico y machista:

Un hombre de verdad sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Es alguien que sabe quién es, pero que desconcierta a los demás y no entra en todo ese rollo de expresar los sentimientos. Además, es buenísimo en la cama y puede decirle a su pareja lo que a él le gusta. Desde luego, yo diría que soy un hombre de verdad.

En todos los escenarios, Todd compite contra el neutral Michael, que le dice a Susan:

Un hombre de verdad permanece sereno. No deja que el mundo lo deprima. Se muestra seguro de sí mismo, firme y mantiene una actitud positiva en todo momento. También besa muy bien. Y desde luego, yo lo soy.

Después de leer el guion, se les preguntó a las participantes si Susan debía elegir a Todd o a Michael. ¿El resultado? Todd Bueno se impuso a Michael en el 81 por ciento de los casos, mientras que Todd Borde derrotó a Michael sólo en el 7 por ciento de los casos. Cuando se les preguntó por sus preferencias personales, casi el 70 por ciento de las mujeres eligieron a Todd Bueno en lugar de Michael, y sólo una prefirió a Todd Borde frente a Michael. No sólo Todd Bueno resultó la opción más votada, sino que las participantes también lo calificaron como más inteligente e igual de interesante que Todd Borde (lo que contradice la creencia popular de que las mujeres consideran a los chicos buenos menos interesantes o interesantes que los imbéciles). «Los resultados respaldan la idea de que las preferencias de las mujeres coinciden con sus comportamientos y que prefieren a los chicos buenos –escriben los autores–. Cuanto más agradable era Todd, más a menudo lo elegían y lo valoraban como más deseable en diferentes contextos relacionales».

Por ahora, todo bien. Pero en el estudio (como en The Dating Game) las mujeres no podían ver a Todd y Michael. La premisa del programa era forzar a las mujeres a elegir en función de la personalidad, no de la apariencia. Pero en la vida real, todos sabemos que la atracción física importa. Urbaniak y Kilmann quisieron averiguar si las mujeres escogerían a un imbécil atractivo antes que a un chico bueno de aspecto corriente.

Para averiguarlo, decidieron replicar su estudio, pero esta vez mostraron a las mujeres fotos de Todd y Michael. Los niveles de belleza y la «amabilidad» de Todd variaban, mientras que la apariencia y personalidad de Michael se mantenían invariables. Los resultados fueron claros y concluyentes: cuando su aspecto era parecido, Todd Bueno superaba a Michael. Pero el resultado más sorprendente fue que Todd Borde perdió el 85 por ciento de las veces frente a Michael, aunque Todd fuera más guapo. Constataron que Michael resultaba «elegido por una mayoría aplastante a pesar de ser menos atractivo que Todd. La mayoría de las mujeres rechazaron al hombre insensible aunque fuera más atractivo físicamente que su rival».

¿Alguna vez te has preguntado si hay alguna prueba de que Dios exista? Bueno, ahí la tienes. No hay de qué.

Entonces, ¿de dónde sale el tópico de que los chicos buenos son menos atractivos para las mujeres? Un estudio realizado en 1999 por dos investigadores canadienses, que analizó a mujeres en edad universitaria, descubrió que bueno suele utilizarse como eufemismo caritativo en lugar de dependiente, débil, predecible, aburrido, inexperto y poco atractivo.58 En frases como: «Es… buen chico». En cambio, cuando los hombres son buenos de verdad, las mujeres los prefieren.

No es sólo el hecho de ser bueno lo que atrae a las mujeres. Resulta que ser generoso con los necesitados hace que los hombres les parezcan más guapos. En 2009, investigadores holandeses y británicos enseñaron a estudiantes universitarias uno de los tres vídeos protagonizados con el mismo actor. En el primero, el actor hacía un generoso donativo a un mendigo callejero; en el segundo, sólo daba un poco de dinero, y en el tercero, el actor no daba nada. Cuanto más daba, más guapo les parecía a las mujeres del estudio.59

Unos años más tarde, psicólogos del Reino Unido descubrieron algo parecido. Mostraron a varias mujeres fotos de dos hombres diferentes (uno muy guapo, el otro mucho menos) y les preguntaron por lo deseables que resultaban dichos hombres en distintas situaciones. En una de ellas, los dos hombres van caminando por una ciudad muy concurrida y se dan cuenta de que hay un vagabundo sentado a la puerta de un café. Uno decide entrar en el café a comprar un bocadillo y una taza de té para el sin techo, mientras que el otro finge estar ocupado hablando por el móvil y pasa de largo. Tanto si eran guapos como si no, los hombres que actuaban de forma altruista eran considerados más deseables para las relaciones a largo plazo. De hecho, los hombres muy altruistas pero poco atractivos fueron clasificados como más deseables que los hombres menos altruistas pero más atractivos. Con respecto a las relaciones a corto plazo, los hombres guapos y altruistas eran también los más valorados. (El estudio puso de manifiesto, en cambio, que las mujeres consideraban ligeramente más deseables para las relaciones a corto plazo a los hombres guapos y no altruistas que a los hombres poco atractivos pero altruistas. Los imbéciles, al parecer, a veces pueden ser buenos para un rollo, pero a la larga el chico bueno se acaba quedando con la chica.)60

Por cierto, si parece que me estoy centrando sólo en los hombres aquí, es porque todas las investigaciones se han centrado en ellos. Se ha escrito muchísimo menos sobre si los hombres prefieren a las chicas majas. En general, los pocos estudios que se han hecho sobre el tema constatan que los hombres suelen preferir a las mujeres amigables y simpáticas… porque lo interpretan como una expresión de interés sexual.61 (En este momento, sé que te estás tapando la cara con las manos.)

 

La bondad te lleva muy lejos en el amor, pero ¿y en el trabajo? En 2015, investigadores de la Universidad de Georgetown y de la Escuela de Administración de Empresas de Grenoble llevaron a cabo un estudio en centros laborales en el que se planteó la siguiente pregunta: «Ser amable te hace ganar amigos, pero ¿te ayuda o te perjudica en tu carrera?».62 Para averiguarlo, examinaron el efecto de ser amable y cortés en el trabajo en tres situaciones concretas: (1) que nos pidan consejo, (2) que nos consideren líderes y (3) en el rendimiento laboral.

Quienes practicaban la bondad se impusieron en las tres categorías. Cuando los colegas ven a un compañero de trabajo amable y cortés, es «más probable que acudan a esa persona en busca de consejo sobre cuestiones de trabajo y que la vean como un líder», concluyeron los investigadores. Los colegas de las personas agradables las consideraban más competentes, y sus supervisores valoraban más su rendimiento. De hecho, los investigadores hallaron que el rendimiento era mejor precisamente por el hecho de ser buenas personas. Resulta que ser amable «aumenta la probabilidad de que otros busquen –y presumiblemente intercambien– información y consejo, lo que, a su vez, aumenta el rendimiento». Si quieres que te consideren un líder en potencia, te asciendan y te aumenten el sueldo, sé amable con tus compañeros de trabajo.

Sociólogos y psicólogos lo tienen muy claro: los chicos buenos en el amor y la buena gente en el trabajo no son los que pierden. Al final, resulta que tu madre tenía razón. Como siempre.

¿Y qué pasa con el liderazgo? Durante mucho tiempo, la gente aceptaba la idea de que Todd Borde podía hacerlo bien en un alto cargo político o empresarial, siempre y cuando fuera guapo y tuviese labia; dicho de otro modo, que fuera un político o un ejecutivo como los de las películas. Y de hecho, muchos estudios han demostrado que el público manifiesta una clara preferencia por las personas extrovertidas y atractivas para los puestos de liderazgo.

Últimamente, sin embargo, nuestra opinión al respecto se ha vuelto más matizada. En 2013, los investigadores de la revista Psychological Science demostraron que los votantes acostumbran a elegir a políticos guapos, no porque seamos terriblemente superficiales, sino porque mentalmente lo asociamos con el hecho de que la persona está sana.63 (Al parecer, la gente quiere líderes a los que no les vaya a dar un patatús.) Esto concuerda con estudios neurocientíficos recientes que indican que el atractivo físico es una señal intuitiva para posibles parejas acerca de la capacidad de quien lo posee para engendrar hijos o mantener una familia.

Sin embargo, los rasgos positivos de la personalidad también resultan muy importantes cuando elegimos líderes. La psicóloga social Amy Cuddy, que ha estudiado a fondo las personalidades de los líderes, afirma: «La manera de influir y de liderar es empezando por el afecto. El afecto es el vehículo ideal para la influencia: facilita la confianza, la comunicación y la absorción de ideas».64 Cuddy cita un estudio de 52 mil líderes, que fueron clasificados en función de su simpatía y su eficacia en el liderazgo. Dicho estudio indica que sólo el 0,05 por ciento de los líderes (uno de cada dos mil) se situaban en el cuartil inferior en cuanto a simpatía y en el cuartil superior en cuanto a su eficacia en el liderazgo. La gente no quiere obedecer a un borde a menos que la obliguen.

De manera similar, el estudio de Georgetown/Grenoble indicaba: «En vez de perjudicar a los líderes por hacerles parecer débiles o demasiado comedidos, el comportamiento respetuoso aparentemente les permite aumentar su influencia». Los investigadores concluyeron lo siguiente: «Para los líderes actuales y en potencia, la cortesía parece ser muy valiosa, ya que fomenta la cordialidad y con ello permite que se establezcan o consoliden los vínculos o relaciones, además de ser indicativa de las dotes de liderazgo».

Pero dejemos a un lado los datos por un momento. Piensa en tu propia vida. ¿Qué jefes has tenido que te hayan gustado y hayas admirado? Seguro que no eran unos bordes. Ahora pregúntate cuáles son los ejemplos de liderazgo que te inspiran. ¿Son los de gente horrible? Lo más probable es que se trate de líderes aupados por los demás gracias a su virtud y bondad, a menudo contra todo pronóstico. En su bestseller The 5 Patterns of Extraordinary Careers (‘Los 5 modelos de trayectorias extraordinarias’), los autores especializados en gestión empresarial James M. Citrin y Richard A. Smith explican que los grandes líderes alcanzan el éxito impulsados por seguidores que los aman.65

Uno de mis ejemplos favoritos, que ilustra esta idea con un alcance histórico universal, es el de Nelson Mandela. Pasó veintisiete años encerrado como preso político por un gobierno que había institucionalizado la injusticia racial.66 Lo obligaron a realizar trabajos forzados agotadores, partiendo rocas cada día. El resplandor del sol en la cantera en la que se vio obligado a trabajar le causó un daño irreversible en los ojos. Dormía en una celda en la que apenas podía tumbarse cuan largo era.

¿Cómo reaccionó Mandela ante sus perseguidores? Muchos de nosotros podríamos haber contraatacado con desprecio o hubiéramos caído en la desesperación. Mandela, en cambio, se hizo amigo de sus captores, aprendió su idioma y los trató con afecto. Incluso se interesó por su deporte favorito, el rugby. Quizás estés tentado de decir que Mandela sufría el síndrome de Estocolmo, la tendencia de los rehenes a simpatizar con sus captores; que la opresión y la brutalidad habían surtido efecto.

Pues te equivocas. Mandela estaba convencido de que sólo la bondad podía imponerse en una lucha moral. Creía que las personas, aunque las persigan de forma injusta, tienen que tratar a los demás con bondad y respeto, y que lo contrario sería un defecto suyo.

Por supuesto, Mandela no murió en prisión, sino que fue liberado en 1990 y puso fin al apartheid a la vez que iniciaba una nueva era en la que Sudáfrica iba a restañar sus heridas. Se esforzó por corregir los errores de las últimas décadas, y lo hizo de la misma manera que en la cárcel. Se reunió con Betsie Verwoerd, la viuda del arquitecto del apartheid, Hendrik Verwoerd, para dar forma a un programa de reconciliación y bondad. En 1993, junto con F.W. de Klerk, presidente de Sudáfrica en aquel entonces, Mandela recibió el Premio Nobel de la Paz por su labor en pro de un cambio pacífico y democrático. Fue elegido presidente de Sudáfrica en 1994, lo que significa un enorme triunfo para la causa de la solidaridad nacional. Y en un profundo acto de unidad nacional, Mandela exhortó a todos los sudafricanos a animar al equipo de rugby del país en el Mundial de 1995. Bajo el lema de «Un equipo, una nación», los Springboks de Sudáfrica –que hasta entonces habían simbolizado las divisiones raciales del país– se llevaron a casa el trofeo.

Mandela es recordado merecidamente como uno de los líderes más ilustres de la historia. Su grandeza se debe a su fuerza y valentía, sin duda, pero también a la bondad que mostró hacia todos, incluso hacia sus captores. En la vida moderna, a menudo se nos enseña que tenemos que elegir entre la bondad y el éxito; Mandela demostró no tenemos que escoger, sino que, por el contrario, podemos aprender de su estilo de liderazgo alegre y amable, a la vez que luchamos contra la cultura del desprecio.

¿Por qué hay tantos Todd Bordes hoy en día en la política, los negocios y los medios de comunicación? Desde luego, resulta ilógico en mercados tan eficientes como éstos. La pregunta tiene respuesta, como verás en el próximo capítulo. Mientras tanto, de todos modos, lo que tienes que recordar es lo siguiente: tanto si eres político como directivo de empresa o un simple ciudadano común que desea cambiar el país, puedes permitirte el lujo de ser bueno. En realidad, lo que no puedes permitirte es el lujo de no serlo.

¿Cómo se puede ser buena persona? Yo podría decirte que, si necesitas preguntarlo, es que tienes un verdadero problema. Pero ésa sería una respuesta facilona, porque no siempre está claro en el mundo de hoy. La mayor parte del tiempo, nos sentimos asediados y poco propensos a la bondad. En vista del carácter corrosivo de nuestra experiencia, para ser bueno de verdad hacen falta años de meditación y estudio intenso. Si estás dispuesto a hacer el esfuerzo, ¡genial! Pero ésa es una solución a largo plazo. ¿Quieres un par atajos?

Aquí tienes el primero: finge. Aunque no tengas ganas de ser amable, actúa como lo haría una buena persona. Muy pronto, te convertirás en una persona más agradable y cosecharás las recompensas.

Parece ilógico porque la mayoría de nosotros damos por sentado que nuestros actos son consecuencia de nuestras emociones. Si nos sentimos felices, nuestras acciones transmiten felicidad. Si sentimos alegría, sonreímos. La acción deriva de la actitud. Esto es así en algunos casos, pero no siempre. La sabiduría tradicional nos ha enseñado que la actitud también es consecuencia de nuestros actos. En palabras del maestro budista vietnamita Thich Nhat Hanh: «Algunas veces tu alegría es la fuente de tu sonrisa, pero otras, tu sonrisa puede ser la fuente de tu alegría».67

Investigaciones científicas recientes demuestran que eso es cierto. Ésta es la conclusión de la «teoría de la autopercepción», que sostiene que actuar «como si» uno sintiera algo provoca dicho sentimiento. Uno de los pioneros en esta clase de investigaciones es James Laird, psicólogo de la Universidad Clark en Worcester (Massachusetts). En 1974, realizó una serie de test en los que indujo a los sujetos a obligarse a sonreír o a fruncir el ceño. Para que no supieran cuál era su objetivo, les puso electrodos falsos en la cara y les dijo que estaba probando «la actividad de los músculos faciales en distintas condiciones». Luego mostró a los sujetos fotos de niños jugando y de miembros del Ku Klux Klan manifestándose mientras los sujetos fruncían el ceño o sonreían. Después, les hizo una prueba para medir su estado de ánimo. Comprobó que los participantes «se describían a sí mismos como más felices cuando presentaban una expresión sonriente y más enojados cuando mostraban una expresión con el ceño fruncido», con independencia de la imagen que estuvieran viendo.

En un segundo experimento, Laird utilizó el mismo sistema, pero esta vez proyectó a los participantes dibujos animados mientras los obligaba a sonreír o a fruncir el ceño. A los sujetos les pareció que «los dibujos animados vistos mientras sonreían eran más graciosos que los dibujos animados vistos mientras fruncían el ceño». «La manipulación del comportamiento expresivo del rostro era suficiente para producir cambios en las descripciones de la experiencia subjetiva de las emociones», concluyó Laird.68

La sonrisa es un arma poderosa para los líderes que buscan difundir positividad y unificar a los demás. De hecho, una sonrisa es tan poderosa que puede reducir el sesgo racial. En 2006, un equipo de investigadores hizo que 73 sujetos mantuvieran la sonrisa mientras veían fotografías de hombres blancos o negros desconocidos. Después, los investigadores sometieron a los participantes a un test de asociación implícita (TAI), que mide el sesgo racial. De «un sesgo racista significativamente menor contra los negros entre los participantes a los que se había inducido a sonreír sin explicarles por qué durante la observación previa de las caras de negros que entre los participantes a los que se había inducido a sonreír sin explicarles por qué durante la observación previa de las caras de blancos».69 Parece que es difícil odiar cuando sonríes.

¿Por qué la sonrisa, ya sea espontánea o deliberada, nos hace más felices y agradables? Porque, de hecho, el acto de sonreír estimula la parte del cerebro que está asociada con las emociones positivas. En 1993, los psicólogos Paul Ekman y Richard Davidson pidieron a un grupo de estudiantes universitarios que mantuvieran nueve expresiones faciales diferentes durante veinte segundos cada uno mientras realizaban un electroencefalograma (EEG) para medir la actividad eléctrica del cerebro.70 Descubrieron que tanto las sonrisas impostadas como las sonrisas espontáneas producían el mismo efecto fisiológico: podemos activar los centros de felicidad del cerebro obligándonos a sonreír.

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