La organización social del cuidado de niños, niñas y adolescentes en Colombia

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Redes que apoyan el cuidado

Las redes son un recurso importante de los hogares para cumplir con las demandas y expectativas del cuidado de NNA y pueden ser parentales, de amigos, vecinales, organizacionales y virtuales. En general, las redes parentales son las de mayor soporte material, económico y emocional y suelen activarse en situaciones específicas como los nacimientos de nuevos integrantes de la familia, momento en el cual las madres de las parturientas son el mayor soporte, pero no el único. “Yo vivía con mi hermana, entonces ella fue como el apoyo en todo ese tema del embarazo […] me lo cuidaba a raticos, tratábamos de que no se cruzaran las clases” (Adriana, PS2). Lo menos frecuente es la participación de los parientes del padre.

Cuando los hijos/as nacen en la adolescencia o en medio de los estudios universitarios, la participación de las familias es indispensable para atender las demandas de las niñas y los niños. Padres, madres, abuelos, abuelas, padrastros, suegras, tías y tíos están dispuestos a suplir las necesidades de un recién nacido, en especial ante la falta de licencias de maternidad. Para Erika este apoyo fue fundamental. Fue madre a los 14 años: “cuando la iba a bañar, siempre mi papá, o la mamá por parte del papá de mi hija, pues, me colaboró mucho, porque yo sentía mi hija como tan tierna, tan débil, que me daban nervios”.

En el cuidado de la infancia y adolescencia las redes parentales tienen un papel muy significativo, en todas las posiciones sociales: bien para cumplir con tareas específicas que se desarrollan durante periodos cortos, generalmente unas horas al día, o bien de manera permanente o prolongada para asumir trabajo doméstico o extradoméstico que permita atender las necesidades de los hijos/as en cuanto a provisión y gestión del tiempo libre. En algunos casos los apoyos duran varios años, como le pasó a Diana (PS2): “Me vine y trabajé en una casa de familia. […] a él si me tocó dejarlo en el Tolima, yo les mandaba a mis abuelitos para que le compraran lo necesario”. El abuelazgo es un fenómeno, pero a la vez un recurso del que las familias se valen para garantizar el bienestar de la infancia y la adolescencia (Marín-Rengifo y Palacio-Valencia, 2015).

No solo las familias son apoyo, también las y los vecinos pueden serlo, sobre todo cuando cuidadoras y cuidadores se ausentan de la vivienda por periodos ocasionales cortos o regularmente para cumplir horarios de trabajo. El cuidado que proveen se basa en garantizar la seguridad en espacios públicos o en las viviendas, facilitar sumas de dinero o celebrar fechas especiales. La compensación por esta labor, en dinero o especie, suele ser escasa y se presenta generalmente cuando el apoyo es casi cotidiano. Por supuesto, la confianza ocupa un lugar muy importante cuando se encarga a los vecinos del cuidado de los hijos/as. Aunque es un riesgo, y a pesar del temor, en muchos casos no hay opción. “No le encargo mis hijos a nadie, porque, pues, uno no sabe las otras familias cómo son, ni nada de eso. Entonces eso no me gusta” (Lucía, PS3).

A las amigas y amigos se recurre ante eventualidades como la necesidad de cuidado por unas horas o pocos días en ausencia de las/los cuidadoras/res principales, el préstamo de dinero o el apoyo emocional. La confianza en los amigos para resolver asuntos del cuidado está mediada por la empatía con aquellos que no pertenecen a la red parental, y no siempre comparten el vecindario, y con quienes se establecen relaciones de solidaridad: “[…] unos amigos que fueron mi bastón en ese momento del divorcio. Unos amigos que quiero mucho se fueron para Miami; entonces Juanita se fue para Miami y allá estaba […] matada, feliz” (Andrea, PS4).

Por su parte, las redes organizacionales para favorecer el cuidado operan bajo ciertos parámetros más o menos institucionalizados. En el caso de las entidades sin ánimo de lucro ofrecen programas que vinculan a los niños, niñas y adolescentes en actividades para el uso del tiempo libre, donde aprenden habilidades sociales, reciben materiales escolares y complementos alimenticios. En el medio escolar es factible encontrar redes formales e informales que apoyan el cuidado a través de actividades culturales, o que dan apoyo en situaciones que les afectan emocionalmente. También las organizaciones religiosas tienen la particularidad de favorecer la conexión con otras redes que ofrecen actividades de esparcimiento, pero su mayor importancia está en brindar apoyo y soporte emocional a los miembros de las familias.

Igualmente, son recursos las redes virtuales que permiten superar los límites de la distancia y altos costos económicos del pasado, y tienen variada funciones: contenidos educativos, movilización de causas colectivas, supervisión de las actividades de NNA e, incluso, la contratación de servicios para garantizar el cuidado material. Sin embargo, son problemáticas y aumentan las demandas de cuidado cuando difunden contenidos inapropiados y requieren ser vigiladas, como en el caso de NNA que utilizan redes virtuales para formar sus propias redes de contactos. Así lo relata Nidia sobre su hija de 16 años:

[…] resultó con el cuento de estar recibiendo invitaciones que nada que ver; hasta sugerencias de que se metiera a esas páginas de bulimia y anorexia. ¡No! O sea, todo lo que no debía, ella todo lo tuvo a su alcance y no… no supo manejar la situación. Ahí me tocó… de policía cibernético.

En el uso de las redes también existen diferencias según posición social. Así, en la PS1 es característico que las cuidadoras ejerzan el cuidado como su actividad principal y poco deleguen trabajo en otras personas, lo cual puede explicar la precariedad de sus redes parentales, aunque hay una mayor presencia de las redes institucionales. Una diferencia significativa es la situación encontrada en la PS2, donde hay un papel protagónico de las redes parentales, ya que la mayoría de las personas cuidadoras laboran fuera de la vivienda y confían principalmente en sus familiares para atender las necesidades del cuidado. En la PS3 la asunción del cuidado es similar a las personas cuidadoras de la PS1 en cuanto a redes familiares, las amistades se requieren principalmente por el soporte emocional y las redes organizacionales a las que recurren son para gestionar y apoyar en temas de salud o bienestar con personas en condiciones similares. Por el contrario, en las PS4 y PS2 las redes parentales son robustas debido a que también la mayoría de las cuidadoras y cuidadores trabaja fuera del hogar y, a pesar de comprar servicios de cuidado en el mercado, hay actividades de cuidado directo y gestión de cuidado que prefieren delegar solo a sus madres, padres o parientes cercanos. En las posiciones 3 y 4 el uso de redes virtuales es preponderante. En síntesis, contribuyen a reducir la carga las redes familiares o vecinales que ayudan en el cuidado directo o doméstico, las redes sociales que aportan soporte emocional principalmente, las organizacionales que ofrecen programas para el uso del tiempo libre o dotaciones específicas, como materiales escolares o complementos alimenticios e, incluso, las redes tecnológicas que facilitan la comunicación y el control.

Estrategias de cuidado basadas en la reconfiguración de los hogares

Estas estrategias están presentes en todas las posiciones sociales y consisten en organizar formas de convivencia con parientes o no parientes para apoyar las labores domésticas, el cuidado directo y/o la gestión. El tipo de conformación de estos hogares varía: en la mayoría de los casos los hogares se organizan bajo la modalidad de extensos, lo que favorece tanto la distribución de las tareas de cuidado como el ahorro en el gasto. En este caso la limitación estructural del cuidado se suple con una estrategia activa.

Lyda (PS2) invitó a convivir a su hermano para que le ayudara con el cuidado de sus hijas. Su labor central es hacerse cargo del desayuno, ya que ella debe salir muy temprano porque su trabajo se lo exige. Juana (PS1) vive con su madre y su compañero sentimental —que no es el padre de sus tres hijas—. Para cuidar se apoya en su madre y en su compañero aporta económicamente al hogar; ella contribuye a la economía familiar fabricando y vendiendo “arepas” en el centro de Bogotá. Jessica (PS4) al separarse reorganizó un hogar extenso, reunió en la misma vivienda a su madre, sus hijos, su hermana y su sobrina. En consecuencia, hizo un pacto de mujeres con su madre y hermana. Su madre cuida a sus hijos y a su sobrina mientras ella y su hermana trabajan. Las dos son cuidadoras responsables, pero no ejercen el cuidado directo. Es la abuela quien ejerce tal labor y con los recursos compartidos sostienen las necesidades de todos. Al convivir en el mismo hogar, alcanzan a pagar un arriendo de una casa grande y sienten la tranquilidad de contar con su madre como cuidadora principal. Constituyen así un hogar extenso, monoparental femenino. Esta estrategia ha sido destacada en otros estudios (Puyana, 2014).

Otra forma de recomposición del hogar lo constituyen madres de bajos recursos económicos que conforman un hogar superpuesto para compartir gastos con un esposo, resultando una estrategia de supervivencia y de adaptación a la vulnerabilidad social que el medio impone, aunque son comunes los temores a que a hijos/as enfrenten diversas formas de violencia con las nuevas parejas. Javier Pineda (2008) ha encontrado este fenómeno para Bogotá, y aunque resalta el empoderamiento femenino en contra de la violencia y el maltrato y, por tanto, las rupturas familiares, también señala la búsqueda de estabilidad económica y emocional de las madres, lo que lleva a la conformación de estas formas familiares. De todos modos, es la forma familiar menos estudiada, porque en las encuestas estos hogares no se contabilizan y la convivencia con hijos/as de varias uniones genera múltiples conflictos (Jiménez, Barragán y Sepúlveda, 2001).

 

Estrategias a partir de las expectativas del cuidado

Como ya resaltamos, existe otro conjunto de estrategias encaminadas a garantizar los objetivos del cuidado en materia de bienestar de NNA que incluyen el desarrollo corporal, el crecimiento intelectual y la seguridad, para los cuales cuidadoras y cuidadores buscan actividades complementarias a la educación formal y al cuidado doméstico, espacios y recursos para la prevención y el control de riesgos como la drogadicción, el embarazo temprano o la vinculación a pandillas.

La búsqueda de actividades extracurriculares

La mayoría de las personas entrevistadas desean que sus hijas e hijos desarrollen cualidades artísticas y/o deportivas como parte de su crecimiento personal y como estrategia de uso del tiempo libre. Las cuidadoras/es pertenecientes a las posiciones sociales 3 y 4 pasan el fin de semana llevando a los NNA a actividades como escuelas de futbol, baloncesto, patinaje y danza, entre otras. “Vamos a la liga de baloncesto de siete a una. Luego nos vamos relajadas al Jardín Botánico, vamos charlando. Luego llegamos a la casa a hacer oficios y cosas que hay que hacer” (Ruth, PS4). Marcela (PS1), impulsada por formar su hija en el arte y los deportes, todos los fines de semana la lleva a los conciertos públicos, talleres, busca piscinas y participa en las actividades extracurriculares del jardín infantil. Johana, por su parte, establece estrategias que incluyen llevar dos veces por semana a patinaje a sus hijas —programa gratuito de la Alcaldía— y a su hija mayor a un curso de la Cruz Roja, que le ofrecerá nuevas posibilidades, incluso profesionales.

Sin embargo, las posibilidades de alcanzar estas metas de desarrollo artístico, deportivo o lúdico varían también por posición social. Para las posiciones 1 y 2 la estrategia choca con la estructura y es más intensa la brecha entre lo deseado y la realidad, por los costos de transporte y alimentación, la falta de recursos económicos y el escaso tiempo de madres y padres para acompañar, situación que se hace más dramática cuando el sistema escolar no provee ningún tipo de actividades complementarias de formación integral o no agencia el enlace y vínculo con la oferta de la ciudad.

Lo que también es común a todas las posiciones sociales es el deseo de alcanzar recursos suficientes para lograr el ideal de vacaciones en familia. Cuidadoras y cuidadores principales manifestaron su interés de llevar a los hijos e hijas fuera de la ciudad para que aprovechen otros espacios de recreación. Así lo expresa Gladys (PS1): “Él les dedica las vacaciones a los niños; son 18 días al año. Los domingos vamos al parque, a veces vamos a Mesitas, a veces a Girardot, al zoológico de Santa Cruz, al campo, adonde estemos nosotros con nuestra familia”. Son deseos y prácticas que parecen mostrar la apropiación de un discurso moderno hacia la infancia, influido por la televisión y los medios virtuales,27 las reuniones de padres y madres en las escuelas y colegios e, incluso, por los eventos que programa el distrito capital. El contraste según los ingresos es alto, pues los padres y madres adinerados llevan sus hijos e hijas al exterior bajo la perspectiva de ampliar sus referencias acerca del mundo (Clara, PS3). Otro grupo resiente la falta de programas de uso del tiempo libre tipo para NNA de medianos ingresos.

Vigilar, controlar, prevenir y proteger

Un conjunto de acciones de cuidado, especial pero no exclusivamente dirigidas a las y los adolescentes, se centra en la necesidad de controlar tiempos y espacios de riesgo para prevenir los consumos de sustancias sicoactivas, la vinculación a grupos que transitan en la paralegalidad o los vínculos con actores delincuenciales. Si bien estos son riesgos, sobre todo en zonas pobres de la ciudad, resultan una oferta atractiva para las y los jóvenes porque se conectan con intereses de la vida juvenil, como la emancipación familiar, la pertenencia a un grupo, reconocimiento social, recursos económicos y posibilidad de consumos múltiples tanto de dispositivos tecnológicos como de ropa y medios. Estos escenarios de precarización y vulnerabilidad social intensifican los conflictos entre las y los adolescentes y sus cuidadores.

Es de anotar que, independiente de la posición social, el conflicto está asociado con las tensiones entre la necesidad de construir capacidades de autonomía y responsabilidad, aceptar límites y controles y equilibrar el deseo y la rebeldía, con la responsabilidad y los compromisos escolares, los tiempos de ocio, los oficios domésticos y el autocuidado. A esto se suma la segregación que la cultura dominante hace de los y las jóvenes, a quienes se estigmatiza como plenos de problemas y, a los más empobrecidos, responsables del deterioro y la violencia (Reguillo, 2012).

En la PS1 y en la PS2 el capital cultural para atender los conflictos es menor y parece más fuerte la presencia de los pares como referentes válidos. Entre los hogares aquí estudiados, las estrategias con los adolescentes varían sustancialmente: mientras en PS3 y PS4 el cuidado se centra en el diálogo, además de apoyar los intereses deportivos y lúdicos, en PS1 y PS2 el cuidado se centra en vigilar los desplazamientos, impedir tiempos libres o vacíos que los expulse a la calle y, con ello, a amistades peligrosas. En estos últimos, es frecuente la negación de permisos para asistir a fiestas y celebraciones, por miedo de madres y padres a los conflictos interpersonales y las respuestas violentas que, con frecuencia, ocurren en estos barrios pobres donde se concentran los mayores niveles de violencia.

No, como nosotros no vamos a fiestas, si uno va a fiestas es problema fijo. Cuántas cosas no han pasado. Más por acá, la gente, no sé, es muy poco civilizada. Porque son problemáticos, cualquier cosa se empujaron, y ya tienen su problema. (Milena, PS1)

De aquí al colegio, son como cuatro cuadras. Pero entonces yo, desde la calle veo cuando ella baja, o muchas veces se me demora. Le digo: “mire tantos casos que suceden, cuántos niños no se roban, cuántas niñas las cogen, se las llevan, las violan, las matan y listo”. (Gladys, PS1)

Al temor por la inseguridad del contexto se suma la desconfianza en las relaciones vecinales, por los riesgos de abuso sexual y la vinculación a grupos ilícitos. Las pandillas y las agresiones físicas entre jóvenes fueron de común referencia entre quienes entrevistamos. Por ejemplo, Sandra, habitante de Ciudad Bolívar, hace alusión a que su descanso es: “acompañar y proteger a su hijo adolescente, jugador de futbol el fin de semana” porque teme que, si él desarrolla esta actividad sin su compañía, sea gravemente agredido. Otro es el miedo al abuso sexual de las niñas. Un terrible evento que tensiona el cuidado y genera mayores exigencias a cuidadoras y cuidadores.

[…] hace como un mes que pasó eso. Yo me fui a trabajar cuando llegué a las dos de la tarde a la casa, llegaron las dos niñas. Mi sobrinita y mi niña menor, la de siete años. Llegó y me dijo: “mami, mami, mire lo que pasó”. Yo dije: “¿qué pasó?” “¡Ay! Es que lo que pasa es que Don Luis —así se llama el señor—, él nos invitó a que fuéramos a su apartamento, que fuéramos a tomar chocolate con sándwich. Nosotras subimos y, pues, nos dio el chocolate con eso; pero después de que nosotras nos comimos eso, Don Luis, el señor nos cogió a Nicole y nos cogió a mí y nos metió la mano entre la vagina”. (Dolly PS1)

La desconfianza hacia vecinos y parientes fractura las redes sociales y limita disponer de ellas para el cuidado, tan necesario para estas madres y padres. Es por ello que quienes cuidan sienten un contexto adverso que presiona su accionar, intensifica la carga de cuidado y la exigencia de recursos para cuidar, a lo que se suma una respuesta social e institucional débil respecto a la protección y cuidado de las y los adolescentes.

Allá abajo hay uno, le llaman el parque de los viciosos, porque realmente, dañaron el parque terriblemente, porque se ponen [los jóvenes] cuando están trabados, a patearlo y no. Y arriba hay uno al lado del CAI;28 pero tú lo ves y es plagado de muchachos metiendo alcohol. Pero pasa uno por ahí, digo ahí entra a ese parque, y sale trabado al otro lado. De hecho, hay gente que dice que la policía ahí recoge como sus cuotas, porque han dicho que hay mucha corrupción ahí entre esos policías que están ahí. (Nydia, PS2)

En contraste, en los sectores de mayores ingresos, las viviendas se encuentran rodeadas de sistemas de vigilancia que previenen violencias contra la población y facilitan las estrategias de cuidado y la recreación de NNA. En las entrevistas realizadas a niños y niñas de PS4 identificaban claramente los sitios seguros, como sus conjuntos residenciales cerrados, acompañados por padres y madres y custodiados por personal contratado para tal fin, y los sitios riesgosos como la calle o los límites exteriores de sus áreas de vivienda.

El barrio es muy bonito. Justo afuera de mi ventana hay dos parques. Dentro del conjunto tenemos otro parque y cerca está el centro comercial Hayuelos, que creo que es el más bonito de Bogotá, porque además tiene muchas cosas para niños. Yo puedo llevar a Tomás y entretenerlo; me sale además muy económico. Hayuelos se ha enfocado en hacer cosas para entretener a los niños. Ellos hacen como estaciones ecológicas en todo el centro comercial, en donde el niño juega y aprende. Me parece un lugar maravilloso; yo estoy muy contenta en el sector. Tomás estudia ahí cerquita a diez minutos del apartamento, es un sector que para mí ofrece todo. (Ada, PS4)

Entre PS3 y PS4, la infancia y la adolescencia implican para sus cuidadores/as programas de fin de semana que cambian y se vuelcan hacia compartir las actividades lúdicas. Es el caso de Fabio (PS4), quien acompaña a su hijo en el gusto por la música. Además de pasar con el chico buena parte del tiempo libre cantando y tocando instrumentos en un estudio de grabación en la casa, procura invitar a sus amigos y compartir con ellos el fin de semana. Por su parte, Susana (PS4) relata sus actividades como cuidadora de adolescentes el fin de semana: “ahorita están en los quince años, entonces son fiestas, yo las llevo y las traigo en mi carro”. Olga (PS3), madre de tres adolescentes, desde que tuvo que hospitalizar a una de sus hijas a partir de una fiesta, decidió intensificar su presencia y lleva y recoge a sus hijas de todas sus actividades y apoyada en su celular rastrea todo el tiempo el lugar donde se encuentran, en especial cuando van de fiesta en las noches. De nuevo encontramos contradicciones entre la expectativa plasmada en la estrategia, como es el desarrollo social y emocional de NNA, y las posibilidades de logro, por las condiciones sociales.