Escultura Barroca española. Nuevas lecturas desde los Siglos de Oro a la sociedad del conocimiento

Text
Read preview
Mark as finished
How to read the book after purchase
Font:Smaller АаLarger Aa

En el Taller de los Grandes Cristos se aprecian dos modelos de sudarios. En el primero, el perizoma es pequeño y ajustado a la anatomía. El diseño es sencillo, siguiendo el movimiento de la imagen y trazando una línea oblicua desde la cadera izquierda más alta hacia la derecha, ligeramente más baja. La moña o lazada surge del lado izquierdo, cayendo pegada de forma natural. La parte superior del tejido se pliega con un doblez ancho siguiendo la línea oblicua superior, resolviéndose el resto de pliegues en largas y suaves ondulaciones condicionadas por su realización moldeada. Muestran este tipo de modelado los Cristos de la Buena Muerte de Agüimes y el Crucificado de Sanlúcar la Mayor (Sevilla). El segundo modelo, de corto y suave plegado, está ligeramente alzado en la cadera izquierda con una pequeña abertura lateral que deja a la vista parte del muslo. Se observa en los Cristos de la Sangre (Granada), el Crucificado de Portaceli (Valladolid) y el Cristo de los Afligidos (Cádiz), siendo la abertura lateral en este último más amplia.

3.MATERIALES Y TÉCNICAS

La imaginería ligera como disciplina artística aglutina todas aquellas representaciones escultóricas devocionales realizadas en materiales de distinta naturaleza, tales como: papelón, telas encoladas, pasta o caña de maíz y madera, entre otras posibles aún por descubrir. Las técnicas constructivas empleadas en la fabricación de dichas obras varían entre imágenes de molde, modeladas, telas encoladas o talla. La característica principal que agrupa a este conjunto de obras de naturaleza y técnicas heterogéneas es la ligereza o escaso peso que las identifica, la rápida ejecución y la facilidad de manipulación y manejo.

Como ya se ha planteado en el epígrafe anterior, las imágenes ligeras españolas se han clasificado en torno a las esculturas como recurso evangelizador. La producción de las primeras imágenes ligeras de papelón de influencia nórdica, introducidas por Huberto Alemán, se considera como una producción seriada mediante moldes, “introducido personalmente por él mismo en la ciudad, y hasta en cierto modo inventado también por él mismo, aunque readaptara una técnica de fabricación de esculturas que se había desarrollado ya en los Paises Bajos bastante tiempo atrás.”[40] Este modelo de obras se denomina comúnmente como papelón europeo, proviniendo de los centros productores flamencos, alemanes e italianos, aunque son los nórdicos los que mayor conexión tienen con la península a finales del siglo XV[41].

La técnica del papelón europeo, también conocida como pasta europea, recibe su nombre del propio material utilizado. Tradicionalmente, el papel se elaboraba a partir de fibras vegetales de lino y cáñamo, que carecen de sustancias ácidas en su composición, facilitando así su conservación. Dichas fibras vegetales se mezclaban con un adhesivo, normalmente de cola orgánica. La técnica de aplicación lleva implícita el uso de moldes y su posterior desmolde, en donde el papelón húmedo se ajusta a la huella del molde y, tras secar, se desmolda.

La técnica del moldeado o vaciado tácitamente implica todos aquellos procedimientos o métodos que sean capaces de reproducir o multiplicar un objeto manteniendo la forma, llevando sobrentendido el concepto de serie. Esta técnica permite pasar las esculturas de un material de paso (molde) a uno definitivo (reproducción). La creación de un molde lleva expresa su posterior reproducción, ya que en principio, el molde es un medio técnico para la producción de copias y no un fin en sí mismo, salvo excepciones de carácter artístico. La técnica de moldeado se compone de tres elementos fundamentales[42]: el modelo original o positivo que es la forma primera, la que se quiere reproducir. Las imágenes traídas por Humberto Alemán se basaban en modelos importados desde su tierra natal, como así lo atestigua el estilismo de la Virgen del Socorro de Antequera o la Virgen de los Remedios de Villarrasa, basado en un modelo de la Virgen con el Niño en barro cocido procedente de Westfalia[43]. El molde o negativo es la forma envolvente de un objeto en donde queda plasmado el volumen, el detalle y las texturas de dicho modelo positivo pero invertido o negativo. La superficie interna del molde se llama huella. Tradicionalmente, los moldes eran fabricados en yeso[44] o barro cocido[45]. La reproducción o copia, denominada como gemelo del original, reproduce fielmente el objeto original siempre que la técnica sea adecuada.

Los Cristos ligeros novohispanos, la segunda clasificación planteada, se han venido considerado como fabricados mediante moldes, error que lleva a pensar que son imágenes estrictamente seriadas. Las diferencias notables en cuanto a tamaño, postura, disposición de paños de pureza, resolución de cabellos y barbas y, en definitiva, su expresividad plástica, han ido evolucionando de unas imágenes primitivas más arcaicas, en donde el molde unifica más la producción, para ir evolucionando a formas más libres, siendo iguales pero no idénticas[46]. Por ello, son susceptibles de agruparse en torno a talleres u obradores, dirigidos por un maestro, presentando la producción de cada uno gran uniformidad, como así lo ha planteado el investigador Pablo F. Amador Marrero[47].

La impresión esbozada mediante técnicas de molde es frecuente en la producción de crucificados ligeros novohispanos (Fig. 4). En ellos, el cuerpo se divide en dos partes; la anterior y la posterior. El proceso consiste en aplicar al molde de barro, yeso o madera[48], un aislante o desengrasante en la huella para facilitar su desmoldado. Destaca en este sentido, la extracción de un fragmento arcilloso del interior del Cristo de Telde, confirmándose así el material con el que se realizó el molde original[49]. Según los datos arrojados por pruebas endoscópicas de fibra óptica practicadas al Cristo de Zacatecas (Córdoba) y al Cristo del Capítulo (Cádiz), se observan restos de polvo blanco adheridos a la horma de ambas esculturas, verificándose como sulfato cálcico sin aglutinar mediante análisis en el de Córdoba[50]. A continuación, el papel europeo[51] o amate[52] se encolaban en diferentes direcciones, dándole la forma a la estructura, adquiriendo gran consistencia una vez seca. Las hormas anterior y posterior se cosían o unían con tiras de papel. Ejemplos de cosido han sido confirmados por los restauradores Leonor Labastida Vargas[53] en el Cristo de San Agustín de las Cuevas de Tlalpan, (D. F.), y Pablo F. Amador Marrero en el Cristo de Valverde de Leganés (Badajoz). A partir de la copia positivada se superponen sucesivas capas. En algunas imágenes, apenas se recrecen los volúmenes con pasta de caña de maíz, como en el Cristo de Telde[54], prácticamente realizado en papelón. Mientras, en otros, como el Cristo del Capítulo, la horma es recubierta por vástagos de médulas de caña de maíz, engrosando el volumen de la obra, para ser tallada una vez seca o modelada por presión cuando aún estaba húmeda[55]. La nueva superficie se recubre con pasta de caña, trabajando los detalles y terminando así el modelado de la pieza. El conjunto se recubre nuevamente con papeles adaptándose a la forma, sirviendo de estrato intermedio entre el volumen de la escultura y la capa de preparación y su posterior policromía. Para la realización de los volúmenes generales de la cabeza, se seguía el mismo procedimiento tecnológico de fabricación expuesto. Los detalles, como el bigote o la barba, eran modelados después de haber sacado la forma de la matriz. En los brazos y piernas, fabricados de forma independiente, se tomaban como moldes trozos de madera cilíndrica, recubriéndolos con gruesos cartones encolados y, una vez secos, se reiteraban los moldes cilíndricos de madera, como ocurre en el Cristo de la salud de la Palma[56].


Fig. 4. Cristo de Churubusco. Dibujo de Rolando Araujo Suarez. Esquema construtivo A.- 1ª. Estructura de papel amate, B.- Cañas de maíz, C.- 2ª estructura de papel amate, D.- Tubo de papel amate y E.- la policromía. Foto tomada de: ARAUJO SUÁREZ, Rolando, HUERTA CARRILLO, A. y GUERRERO BOLÁN, S.: “Esculturas de Papel Amate y Caña de Maíz. Museo Franz Mayer”. Cuadernos Técnicos 1. México, 1989. Citada en AMADOR MARRERO, Pablo Francisco: “Imaginería ligera novohispana en el Arte Español de los siglos XVI-XVII”. Directores: María Luisa de los Reyes Hernández Socorro y Elisa Vargaslugo Rangel. Universidad de las Palmas de Gran Canaria, Departamento de Filología Moderna, 2012, p. 607.

La técnica del modelado está basada en un sistema aditivo para la creación de la forma de una manera directa, mediante la utilización de un material dúctil y maleable, que admite adhesiones del mismo, y al que se le aplica presión en busca de la caracterización definitiva. Tradicionalmente, el material más conocido es el barro o la arcilla, que permite su posterior policromado, pero no serían incluidos como materiales ligeros por el elevado peso final de las obras.

Sin embargo, como se ha podido comprobar, en los Cristos ligeros novohispanos, el modelado se practica sobre la pasta de maíz aglutinada con tatzingueni, creando una pasta o engrudo esponjoso, o bien, sobre las cañejas aún húmedas, que constituyen el segundo estrato volumétrico en las imágenes fabricadas a partir de una impresión esbozada. A diferencia de las pastas novohispanas, las europeas están fabricadas mediante masillas de serrín de madera y/o fibras de lino y cáñamo aglutinadas con colas animales, como se describe en la siguiente cita: “[…] llamaron pasta o engrudo fuerte de Flandes a un betún resultante de machacar y macerar lienzo, cola de pez, serrín de madera, papel, piel de conejo y otros ingredientes no bien determinados: se aplicaban en moldes sacados del modelo o boceto en barro de las figuras proyectadas, a los que nombraban perdidos cuando lo destruían al utilizarlos por primera vez y moldes de piezas si se aprovechaban para obtener de ellos cierto número de esculturas idénticas. Desde luego fue un material de consistencia, pese a su aparente fragilidad, como lo prueba el que se conservan imágenes de tamaño grandioso, natural y académico en relativo buen estado a los cuatro siglos de su labrado.”[57]

 

La caña de maíz o maguey es un material prehispánico, desconocido en España y, por ende, en Europa, que se introdujo a partir del siglo XVI mediante el comercio con las Indias. El maíz era un material versátil que se usaba tanto como alimento como para la fabricación de deidades u objetos cotidianos. Como recurso plástico, la caña de maíz descortezada o en pasta se introdujo en el arte español mediante las imágenes de Cristos ligeros de origen novohispano. Estos materiales se caracterizan por su poco peso y la facilidad de su manipulación o tallado, ya que no presentan gran resistencia mecánica. Además, la mejora introducida por los españoles en las herramientas propició perfeccionar las técnicas de los indígenas que apenas “labraban sin hierro, con solo piedras”[58].

En su preparación, la caña de maíz, al igual que ocurre en el proceso de elaboración de la madera para la talla de escultura, se corta cuando aún está verde y se deja secar lentamente, tapándola para evitar que se ponga blanda. Una vez seca, se corta de forma longitudinal y rectangular. También se someten a un proceso de estabilización frente al ataque de microorganismos mediante el lavado en agua limpia repetidas veces y secado posterior al sol[59] o cociéndolas y añadiendo elementos fungicidas. Esto es conocido como el curado de la caña. La cañeja se obtiene seccionando el tallo de la caña por los nudos, posteriormente se pela, obteniendo trozos más o menos regulares, creando un volumen de entramado longitudinal bien ordenado. Las cañejas se aplicaban para crear el volumen interior y/o también para crear un volumen que fuera posteriormente tallado o a veces modelado por hundimiento.

La pasta de origen vegetal se mezclaba con un aglutinante para crear un material modelable que permitía, una vez seco, mantener la forma. Se han utilizado en imaginería ligera pastas vegetales obtenidas de fibras naturales sin transformar, como las de caña de maíz, y las transformadas, como el papel, el lino, el cáñamo, el algodón, etc.[60], también clasificadas en pasta mexicana de caña de maíz y pasta europea. Se han propuesto dos modelos[61] de pasta mexicana: una gruesa o triturada, que da como resultado creaciones más groseras, localizadas en la zona de Michoacán (México), y otra pasta más fina o molida, relacionada con el Taller de los Grandes Cristos o el Taller de Cortés, localizadas en España.

Con toda probabilidad, se puede afirmar que la introducción de la caña de maíz como elemento constructivo, es la aportación más singular y destacada de la plástica virreinal novohispana al campo de la escultura española, constituyendo el hallazgo de restos de dicho material en una obra casi una prueba irrefutable de su procedencia.

Otra de las técnicas características de imágenes ligeras son los paños encolados. Se desarrolla a partir de empapar un tejido o papel en cola diluida y, una vez que ha secado parcialmente, pero aún es fácilmente maleable, se modela dando la forma definitiva. Este método es utilizado en la manufactura de los sudarios de los Cristos ligeros novohispanos. Destaca la reutilización de códices tributarios en los sudarios y lazadas tanto del Cristo del Capítulo[62] como en el de Telde[63]. De telas encoladas son los sudarios de los Cristos cordobeses del Punto y las Mercedes[64]. Destaca el uso de telas de cáñamo, en el modelado de los pies del Cristo de Vera Cruz de Cádiz, y hecho con tela y pasta, el Crucificado de Fuente del Maestre[65].

La tela, como material constructivo, en la manufactura de escultura, se ha utilizado con diversas funciones. Además de lo ya referido en el modelado de las formas de Cristos ligeros, comúnmente se utiliza como refuerzo de los ensambles o uniones de piezas de madera u hormas, para evitar que se abran con los movimientos estructurales, y traspasen a los estucos, agrietándolos. También, se han utilizado en esculturas articuladas, permitiendo el movimiento de las articulaciones, concretamente los hombros, permitiendo al Cristo mantener una doble función: crucificados o difuntos.

Como material y procedimiento técnico expresivo, el uso de las telas encoladas ha estado muy vinculado a la imitación de paños y tejidos que envuelven a las figuras. La recreación de mantos, túnicas, sudarios, o cualquier otro elemento indumentario con esta técnica está acompañada de una mayor expresividad y movimiento, adquiriendo grandes dosis de volumen, obteniendo un resultado matérico muy realista, aunque no siempre acompañado del mismo efecto en la distribución de los pliegues. La técnica de paños encolados se ha considerado como un proceso relativamente sencillo, frente a la dificultad de crear imitaciones textiles talladas en madera, considerándose a veces como de segundo orden. Las ventajas que presenta frente a otros procedimientos como la talla, además de su facilidad de manipulación, se traduce en la inmediatez a la hora de obtener resultados eficaces a corto plazo, propiciando la fecundidad del taller. Se utilizó frecuentemente esta técnica en las imágenes procesionales de finales del siglo XV y XVI, hasta que se fueron paulatinamente sustituyendo por las talladas en madera y vestidas con tejidos históricos.

La madera es un material orgánico ampliamente trabajado en la tecnología constructiva de esculturas. Usado con fines más rudimentarios, tomando forma de pequeñas espigas, pernos o cajas que se embuten, refuerzan o sustentan las articulaciones o uniones de piezas del soporte de una obra. Muestra de ello son los pernos, colocados para insertar la cabeza o las extremidades al tronco, a menudo, observados a través de los estudios radiográficos[66] de los Cristos crucificados novohispanos, cuya función principal es ser elemento estructural o de soporte de manos y pies, en donde recae un gran peso. O bien, como estructuras internas en primeras imágenes ligeras de papelón de influencia nórdica. En la imaginería procesional articulada, se han utilizado frecuentemente piezas de madera con formas de bola o de galleta para articular los hombros, antebrazos o piernas.

La técnica de la talla en madera, especialmente cuando es policromada, es uno de los procesos escultóricos más representativos del arte español. Basada en un sistema sustractivo, que parte de una masa sólida, a la que se le va sustrayendo parcialmente su materia, para ir buscando la forma concreta. En las obras novohispanas, la talla se reduce a las manos y pies, utilizando maderas blandas o semiblandas de fácil tallado, como de colorín, balsa o pino. Estas piezas se colocan una vez realizado el volumen general de la escultura, adosándose al final del proceso constructivo del soporte. La presencia de elementos en madera de colorín, como los pernos estructurales fabricados en dicho material y hallados en los brazos mediante tomografía computerizada[67], en el Cristo de la Misericordia de Garachico (Tenerife). Han llevado a confirmar su procedencia novohispana, a pesar de no haber encontrado evidencias de la utilización de caña de maíz en ningún elemento significativo. Esta obra, datada en el siglo XVI, está realizada en papelón mediante moldes en su ejecución, a excepción de las manos y pies en madera.

4.BIBLIOGRAFÍA GENERAL

A.A. V.V. Guía artística de Cádiz y su provincia. Sevilla: Fundación José Manuel Lara; Cádiz: Diputación Provincial, 2005.

ARIAS MARTÍNEZ, Manuel. Museo Nacional de Escultura. Madrid Ministerio de Cultura, 1995.

AROCA LARA, Ángel. El crucificado en la imaginería andaluza del siglo XVII. Córdoba: Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1987.

CARO QUESADA, María Josefa Salud. Los Barahona: entalladores sevillanos del Barroco. Sevilla: Arte Hispalense, 2006.

CLAVIJO GARCÍA, Agustín. Pintura colonial en Málaga y su provincia. Sevilla: E.E.H.A.: Separata de IV Jornadas de Andalucía y América, tomo II , 1985 .

FUENTES PÉREZ, Gerardo. Canarias: el clasicismo en la escultura. Santa Cruz de Tenerife: Cabildo Insular de Tenerife, 1990.

GALLEGO BURÍN, Antonio. Granada: guía artística e histórica de la ciudad. Granada: Comares, 1989.

GARCIA DE PASO, Alfonso. Aragón en Semana Santa: rito y tradición en las comarcas aragonesas. Zaragoza. Gobierno de Aragón, 2006.

GARRIDO ARANDA, Antonio. Organización de la Iglesia en el Reino de Granada y su proyección en Indias: siglo XVI. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1987.

GOMEZ PIÑOL, Emilio (coord.) [et al.] Nuevas perspectivas sobre la historia de la escultura sevillana. Sevilla: Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, 2007.

GOMEZ PIÑOL, Emilio. “Sentimiento religioso e imágenes del Crucificado en el Arte hispanoamericano del siglo XVI.” Signo de Evangelización. Sevilla y Hermandades en Hispanoamérica. Ed. Ministerio de Cultura de España y Fundación El Monte, Sevilla: 1999.

GOMEZ PIÑOL, Emilio (coord.) [et al.] La Iglesia Colegial del Salvador: arte y sociedad en Sevilla (siglos XIII al XIX). Sevilla: Fundación Farmacéutica Avenzoar, 2000.

GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y RODA PEÑA, José. Imaginería procesional de la Semana Santa de Sevilla. Sevilla: Universidad de Sevilla, Secretariado de Publicaciones, 1992.

HERNÁNDEZ NIEVES, Román. Retablística de la Baja Extremadura: (siglos XVI-XVIII). Badajoz: Diputación de Badajoz, Departamento de Publicaciones, 2004.

MENDIETA, Fray Jerónimo de (autor) y SOLANO Y PÉREZ LILA, Francisco, F. (prólogo). Historia eclesiástica indiana. Madrid: Atlas, 1973.

MORALES, Alfredo J. (coord.) [et al.] Guía artística de Sevilla y su provincia. Sevilla: Diputación Provincial de Sevilla: Fundación José Manuel Lara, 2004.

SÁNCHEZ HERRERO, José (coord.). Crucificados de Sevilla. Sevilla: Tartesos, 1997-1998.

PAREJA LÓPEZ, Enrique. F. (coord.) [et al.] Iglesias y conventos de Sevilla. Sevilla: Tartesos, 2007.

ISUSI BAQUÉ, Luis María (coord.) [et al.] Clausuras: el patrimonio de los conventos de la provincia de Valladolid. Valladolid: Diputación de Valladolid, 1999-2004.

A.A. V.V. Guía artística de Cádiz y su provincia. Sevilla: Fundación José Manuel Lara; Cádiz: Diputación Provincial, 2005.