Larissa y el libro mágico

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Larissa y el libro mágico
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© del texto: Sheyla Enache Lavric

© de las ilustraciones: María José Pina

© corrección del texto: Equipo BABIDI-BÚ

© de esta edición:

Editorial BABIDI-BÚ, 2020

Fernández de Ribera 32, 2ºD

41005 — Sevilla

Tlf: 912 - 665 - 684

info@babidibulibros.com

www.babidibulibros.com

Primera edición: diciembre, 2020

ISBN: 978-84-18499-84-5

Producción del ePub: booqlab

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra»



E ra un precioso día de verano, cuando en un pueblo, llamado LAS CASAS DE COLORES, una niña llamada Larissa saltaba alegre, corriendo por las calles del pueblo.

Larissa se despertó muy contenta, porque era su cumpleaños, cumplía 8 años.

A Larissa le encanta leer, así que sus padres le regalaron un libro. Se sorprendió un poco porque no parecía ser un libro normal, pero se puso muy contenta al ver que era un libro de cuentos.


Al día siguiente, sin pensarlo dos veces, cogió el libro y lo abrió, pero al empezar a leer la primera página, empezaron a salir muchos colores y se oían muchas voces desde el interior del libro…

De repente, salió un duendecillo y le dijo a Larissa:

—No te asustes, yo soy Charlie, el duende de este libro.


Este es un libro mágico, y aquí viven muchos duendes, si quieres, puedes entrar conmigo para descubrir este maravilloso mundo.

Larissa, muy convencida, dijo que sí, y juntos entraron dentro del libro.


Al entrar, Larissa se quedó muy sorprendida y dijo:

—¡Esto es enorme!

Charlie le enseñó a Larissa aquel mundo.

Estaba lleno de duendecillos, muchas setas y grandes árboles.

Las setas eran las casitas de los duendecillos… todo un mundo de magia.


A Larissa le encantó ese mundo, y Charlie se dio cuenta, así que le dijo:

—Ya que tanto te ha gustado este mundo, puedes coger este anillo, y cada vez que quieras entrar, solo tienes que frotar el cristal del anillo y al instante estarás dentro.

Larissa, muy contenta, cogió el anillo y se lo guardó en el bolsillo.



—Y para salir del libro, recuerda que tienes que dar tres vueltas sobre ti misma —dijo Charlie.

—Mi madre debe de estar un poco preocupada por mí, mañana volveré —contestó Larissa. Pero Charlie le dijo que eso debía ser un secreto. Así que Larissa dio las tres vueltas, y al instante volvió a su habitación.

Larissa estaba muy preocupada por lo que podría decir su madre, pero en realidad ella no se dio cuenta de su ausencia.


Al día siguiente, después de hacer los deberes del colegio, se acordó de su mágico libro, y sin pensarlo dos veces frotó el anillo y entró dentro de él

Al llegar, Larissa se encontró a Charlie.

—Hola, Larissa, hoy tenemos una misión.


—¿Qué misión? —preguntó Larissa muy extrañada.

—Le han robado la varita mágica a la reina de este pueblecillo mágico, y sin ella, este mundo no sería mágico.

—Pues no perdamos el tiempo y busquemos esa varita —contestó Larissa. Y rápidamente empezaron a buscar. Charlie le dijo a Larissa que esa mañana le llegó una carta en la que decía que para encontrar la varita había que buscar papelitos con pistas.

También decía la carta que la primera pista está escondida en un libro.


Así que juntos fueron a la biblioteca y empezaron a hojear los libros.

Después de un rato, se rompió el silencio:

—¡Lo encontré! —dijo Charlie, muy contento.

En el libro solo había un papel con una nueva pista que les decían que tenían que buscar debajo de un banco.


Así que los dos corrieron hasta el parque donde había muchos bancos.

Esta vez, Larissa fue quien encontró el papelito debajo de un banco.

—Se está riendo de nosotros, aquí tampoco hay ninguna pista, solo pone que la siguiente pista está en una botella—dijo Larissa.


La cosa se iba poniendo difícil, pero ellos estaban seguros de que lo iban a conseguir.

Buscaron y buscaron por todas partes, pero al final encontraron la botella detrás de un árbol gigante.

En el interior había un papel que decía:



—Lo siento Charlie, se me ha hecho tarde, tenemos que seguir con la misión mañana por la tarde, tengo que preparar mi mochila para mañana y cenar— Dijo Larissa muy triste.

—No pasa nada, Larissa, mañana lo encontraremos seguro —dijo Charlie.

Así que dio tres vueltas y enseguida llegó a su habitación. Preparó rápidamente la mochila para poder bajar a cenar, porque con tanta investigación le entró el hambre.

Al entrar en la cocina vio en la mesa su comida preferida. Su madre hizo pollo asado con patatas.

—¡Está riquísimo, mamá!


Larissa dejo el plato vacío y subió a su habitación, cogió el ordenador y empezó a jugar un rato a unos cuantos juegos, pero pronto se aburrió de los juegos, así que cogió un libro que trataba sobre una niña y su conejito loco.


A Larissa le encantaban los conejos, y estaba deseando empezar a leer ese libro. Cogió el libro y se metió en su cama para leer. Y leyó y leyó hasta que se durmió.

Al rato, entró su madre para darle las buenas noches, pero Larissa ya estaba dormida, así que le dio un beso en la frente, la arropó y salió despacito de su habitación cerrando la puerta sin hacer ruido.

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