Puercos En El Paraíso

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Puercos En El Paraíso
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Puercos en el Paraíso

Un cuento de hadas de lo más absurdo

Roger Maxson

8-4-2021



Traducido por Enrique Laurentin

Derechos de autor

Título: “Puercos en el Paraíso”

Sub título: Un cuento de hadas de lo más absurdo

Autor: Roger Maxson

Primera edición

Año de publicación: 2021

ISBNs EPUB: 9788835433798 PRINT: 9788835433804

Nombre de la Editorial: PublishDrive

Artista de portada, Adam Hay Studios

Cláusulas

Todos los derechos reservados

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, de fotocopia, de grabación, de escaneo o de otro tipo, sin el permiso escrito del editor. Es ilegal copiar este libro, publicarlo en un sitio web o distribuirlo por cualquier otro medio sin autorización.

Ficción

Esta novela es totalmente una obra de ficción. Los nombres, personajes e incidentes descritos en ella son obra de la imaginación del autor. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, sucesos o localidades es mera coincidencia.

Derechos Morales

Roger Maxson hace valer el derecho moral a ser identificado como autor de esta obra.

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Cláusulas adicionales

Los siguientes son extractos bajo uso justo, "Nobody Loves Me but My Mother" de B. B. King; "If I had a Hammer" de Pete Seeger; "Danke Schoen" letra inglesa de Milt Gabler; "I'm Henry the VIII, I Am" de P.P. Weston. Canciones gospel de dominio público o sin derechos de autor, "I've Got That Joy, Joy, Joy Down in my Heart", "I'll Fly Away" y "Bringing in the Sheaf". Por último, pinceladas de "Imagine" de John Lennon.

En cuanto al permiso para utilizar la letra de "We Shall Overcome" de Pete Seeger, et al., se han hecho todos los esfuerzos razonables para contactar con los titulares de los derechos de autor. No obstante, si alguien cree que se han infringido sus derechos de autor, puede ponerse en contacto con el autor/editor para remediar esta cuestión. Considero que la canción anterior es un regalo.

Para Chloe

¿Qué hay de malo en incitar a una intensa aversión a una religión si las actividades o enseñanzas de esa religión son tan escandalosas, irracionales o abusivas de los derechos humanos que merecen una intensa aversión?

Rowan Atkinson

Índice

  Libro Uno

  1 En la autopista 61

  2 Una carretera le atraviesa

  3 La Llegada del Rabino

  4 Cuando caen los fetos del trasero de las vacas

  5 Reglas para vivir según los catorce pilares de la sabiduría

  6 El Duelo de Banjos

  7 Temporada de Apareamiento

  8 Un Hoy maravilloso

  9 La BBC O ¿Por qué Cruzó el Toro La Carretera?

  10 Maldiciones

  11 La Promesa del Fin Llega a su Fin

  12 Maldiciones Revisadas

  13 Merodeadores de Medianoche

  14 Dentro del Rango, pero Fuera de la Razón

  15 Incitando a los Disturbios. La Muerte de Howard el Bautista

  16 Creado a Nuestra Imagen y Semejanza

  17 Tres Pepitas de Sabiduría

  18 La Escritura Sobre la Pared

  19 Su Nombre es Wassa, Wassa es su Nombre

  20 Un Interludio

  21 Puercos en el Paraíso

  22 La Emboscada

  23 Hablando de Filosofía

  24 ¿Quién es Boris?

  25 El Papa Benévolo Absuelve a los Judíos

  26 Capturando la Verdadera Natividad

  27 Boris ha muerto Todos los puercos deben morir

  28 Partidas

  Libro Dos

  29 Paraíso Obligado

  30 El Lamento de un Camionero: Cross-Country Blues Y la Radio SiriusXM 31 The Passion-Play Parade

  31 El Desfile de la Pasión

  32 El Hogar en la Pradera

  33 Entra el Reverendo Jerry Perry

  34 Tesis Teológica del Dr. Beam

  35 La Buena Noticia

  36 Continúan las Buenas Noticias

  37 Y Continúan

  38 Un Paseo Más Cercano a Tí

  39 La Costa Izquierda y la Costa Equivocada

  40 La Importancia de la Inmaculada Concepción explicada

  41 Iglesia-Estado

  42 Nada Engendra Nada

  43 La Casa sobre la Roca

  44 Un Sermón de Domingo por la Mañana

  45 Trayendo las Gavillas

  46 Nacido Libre

  47 Amanecer

  Acerca del Autor

Prefacio

Después de pasar nueve años escribiendo Puercos en el Paraíso, tras cuatro años de investigación, trepidación y miedo al fracaso, decidí auto publicar porque no quería retrasar más la gratificación instantánea y el éxito de la noche a la mañana. Otra razón para auto publicar fue que quería publicar mi libro, el que yo escribí.

Puercos en el Paraíso, una historia de hadas de lo más absurda, es una sátira política, literaria y divertida también, digo yo. Si la novela parece un poco larga, hay una razón para ello. Es un ejercicio de libertad de expresión, y de libertad religiosa, una crítica a la religión en la política, concretamente al evangelismo estadounidense. La idea de la novela empezó a tomar forma en 2007. Influido por “Rebelión en la granja” de George Orwell, encontré mi misión, o ella me encontró a mí.

 

Ser religioso es una condición que elige por el individuo que nace en uno antes de que el niño tenga una posibilidad de opción o elección. No ridiculizo a las personas religiosas, per se. Sin embargo, hago a los líderes religiosos lo mismo que ellos hacen a los demás, y me divierto haciéndolo.

La etiqueta religiosa de alguien es elegida según algunas características del individuo. A menudo, la etiqueta religiosa depende del lugar de nacimiento. Si alguien nace en la India, es razonable suponer que esa persona será hindú. Del mismo modo, si alguien nace en Pakistán, usted tendrá otro gentilicio.

En el Occidente infiel, hay un abanico de opciones religiosas. En los Estados Unidos, existen las corrientes protestantes, las congregaciones bautistas del norte o del sur, los presbiterianos, los luteranos, los metodistas y los episcopales. Hay una prima cercana, la iglesia católica, y no olvidemos a los mormones de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días de Jesús. La competencia es buena, y cada corriente o persuasión odia a la otra. Hoy en día, una cuestión acuciante recorre la arquidiócesis de la Iglesia católica estadounidense. Los obispos se preguntan si el presidente católico estadounidense debería comulgar como consecuencia directa sobre su posición sobre el aborto. Como si a alguien le importara lo que piensan estos pedófilos. Se han convertido en algo obsoleto, desgastado, irrelevante, al estilo de todas las religiones actuales.

Hoy, gracias a Dios, nacen más "nones" que monjas o renacidos. Más "nones" en más hogares no religiosos significa esperanza, una promesa de cosas buenas por venir. A medida que un mayor número de estos jóvenes "nones" asciendan en el escalafón y lleguen a puestos de poder político, salvarán al mundo de su curso de autodestrucción por las armas, la codicia, el cambio climático, una promesa y una oración de una vida mejor allá arriba. Hasta ese momento, sin embargo, tenemos lo que tenemos y debemos hacer lo que podamos para alejar el mal que hacen los religiosos o, mejor dicho, los ridículos. Espero haber aportado mi granito de arena, aunque sólo sea en una pequeña porción. ¿Qué es un cuento de hadas? Animales que hablan. ¿Qué es lo absurdo? Los animales parlantes llevaron a la religión.

Roger Maxson

Libro Uno

1

En la autopista 61

En una granja israelí localizada en la frontera con Egipto, una vaca Jersey dio a luz a lo que parecía ser un ternero rojo de proporciones bíblicas. Los musulmanes del pueblo que daba a la granja israelí gritaron y señalaron con gran consternación. Varios hombres se agarraban la cabeza mientras otros se retorcían las manos y gemían y se escurrían de un lado a otro. Se llamó a la oración de la tarde.

Mientras tanto, en el lado israelí, se hizo un silencio sobre la tierra, se dió un respiro colectivo, seguido de la afluencia de gente que acudía a la granja situada justo al sur de Kerem Shalom para presenciar lo que posiblemente podría ser el milagro que seguramente daría paso al Mesías y con él al fin del mundo. Tanto judíos como cristianos se reunieron alrededor de la valla de la propiedad en sus respectivos lugares, dependiendo de quiénes fueran. E independientemente de quiénes fueran, cristianos o judíos, todos estaban fuera de sí por la emoción.

Un judío ortodoxo saltó de alegría. "¡Estamos salvados! El mundo se acaba", cantó un poco de manera impúdica. Se revisó a sí mismo y a su sombrero.

Stanley, el semental belga negro, salió trotando del establo. Se preguntaba a qué se debía tanto revuelo. Vio a toda la gente reunida en la valla de la propiedad, hombres y mujeres, incluso niños esta vez. "¿Qué es todo esto?", dijo. "Si creen que voy a montar otro espectáculo, se equivocan".

"No están aquí por ti, Stanley", dijo Praline, la líder de la raza Luzein. Ella y Molly intentaban pastar mientras sus corderos se amamantaban de ellas, ambas madres primerizas con Molly, la Border Leicester, la orgullosa madre de gemelos.

"Qué más da", dijo y salió trotando a pastar bajo los olivos.

En medio del pasto, bajo el sol y Dios y el cielo, la Jersey amamantaba a su ternera recién nacida. No se trataba de una ternera cualquiera, sino de una verdadera ternera roja que mamaba de las tetas de una simple Jersey. "Es un milagro", gritó alguien. "Que alguien llame a un rabino".

"Por favor, alguien, cualquiera, llame al rabino Ratzinger para que verifique este milagro de nacimiento".

Con toda la atención puesta en la recién nacida de Blaise, se volvió hacia Mel. "Mel, ¿qué es todo esto? ¿Por qué está toda esta gente aquí y se presta tanta atención a Lizzy? No me siento cómoda con esto, Mel. Mel, ¿qué significa todo esto?"

Mel, la mula que fungía como cura, aseguró a Blaise, la vaca Jersey, que no había nada de qué preocuparse. Su ternera recién nacida era muy especial. Un regalo de Dios, que siempre será tratada como la realeza. "Mientras tu ternerita viva, seguirá siendo especial y será tratada como tal por los pueblos judíos y cristianos de todo el mundo, y todos los pueblos del mundo llegarán un día a conocer y experimentar su presencia".

Los medios de comunicación de todo el mundo llegaron en masa para documentar el acontecimiento, instalando equipos de cámara para lo que iba a ser, una vez verificado por un rabino o un comité del mismo, el anuncio oficial y la declaración de la autenticidad del ternero. Fox News de Estados Unidos estaba en el lugar listo para informar en directo.

Julius, el loro residente, junto con los dos cuervos, Ezequiel y Dave, observaban el desarrollo de los acontecimientos desde la sombra del gran olivo situado en el centro del prado. Molly y Praline pastaban cerca de los bancales, con sus corderos recién nacidos permaneciendo a su lado.

"Imagino que Molly está especialmente hambrienta ahora que mantiene a tres", le dijo Billy St. Cyr, una cabra de Angora, a Billy Kidd, una magra cabra Boer de color marrón y fuego.

"Sí, supongo que sí", respondió Billy Kidd como si le importara mientras roía la hierba amarilla de los arbustos.

"Julius", dijo Dave, "¿qué está pasando aquí? ¿Qué es todo esto?"

"Permítanme explicarles cómo se desarrollan los acontecimientos ante nuestros ojos. Me temo que no se lo van a creer, pero ahí va. Es un cuento de hadas de lo más absurdo. La buena noticia es que tenemos tres años antes de tener que hacer las maletas por el Armagedón. La mala noticia es que no tendremos dónde ir porque el Armagedón trae consigo el fin del mundo tal y como lo conocemos. Ese es el plan de todos modos".

"Lo siento", dijo Ezequiel. "¿Qué dijo?"

"Algo sobre un cuento de hadas", le dijo Dave.

"Me gustan los cuentos de hadas".

"Dudo mucho que este te guste", dijo Dave.

"Antes de llegar al feliz fin de la vida tal y como la conocemos", continuó Julius, "tendremos que esperar a ver si es digna de un sacrificio ritual deportivo de derramamiento de sangre. Mientras tanto, sin embargo, nadie debe hacer de esa bestia una carga. Sin embargo, si yo fuera tú, no le diría a Blaise lo de cortarle el cuello a la pobre".

Blaise llevó a su ternera al santuario del granero, lejos de la multitud de curiosos.

Cuando el rabino Ratzinger y los miembros de su congregación llegaron, esta vez estaban preparados, armados con paraguas. Muchos pensaron que se trataba de una medida de precaución para protegerse del sol. Sin embargo, Julius y los cuervos lo sabían muy bien. Un miembro de la congregación sostuvo un paraguas sobre el rabino cuando entraron en el aparcamiento del granero. El rabino Ratzinger asintió, reconociendo a Bruce, y se detuvo. Dijo: "Ha hecho usted un gran sacrificio por la humanidad y se le ha dado una oportunidad para hacerlo bien. Gracias, Sr. Bull". Un miembro de su grupo susurró al oído del rabino. "Oh, sí, por supuesto. Gracias, Sr. Steer. Usted hizo algo muy bueno antes de hacer algo muy malo. El Señor obra de maneras misteriosas".

Los cuervos tenían a Julius. Para todos los demás, estaba el rabino Ratzinger.

Así el rabino expresó, "Asegúrate de darle a esta ternera la vida de Riley. No la pongas bajo el yugo o ya no será digna. Pule sus uñas. Dale un lecho de plumón para que descanse su hermosa e inmaculada cabeza y un campo de tréboles. Hay que protegerla y cuidarla. Examinaré a la cría ahora, y dentro de tres años, volveré a examinarla. Si en ese momento, ha permanecido sin ser molestada e impoluta, ella será realmente digna de los rituales de purificación necesarios para allanar el camino para el Mesías. No debe haber tres pelos blancos, negros o marrones en el cuerpo o la cola de esta vaquilla. Recuerde, ella tiene que permanecer como una ternera roja pura para que los rituales de purificación funcionen, para que seamos considerados dignos de subir una vez más las escaleras del Monte Santo y entrar en el templo del Santo de los Santos. Esto es, por supuesto, una vez que destruyamos la mezquita y reconstruyamos el templo sagrado.

"En tres años, encontraremos al niño puro de corazón. Ya lo tenemos, viviendo en una burbuja bajo el cristal, un niño puro de corazón, impoluto. Allí permanecerá virgen. No sólo eso, sino que el niño no desperdiciará su semilla en la tierra. Porque cuando el muchacho tenga la edad de mancharse, se le colocará un par de guantes diseñados para que el muchacho puro de corazón permanezca así. En cualquier momento que el muchacho intente profanarse, recibirá una descarga de electricidad como señal de Di-s, como si fuera un rayo. Sin embargo, no hay que temer, ya que nuestra descarga eléctrica es mucho menos severa que el rayo de Di-s. Una vez que el muchacho haya completado la misión que Di-s le ha encomendado de degollar al ternero rojo, le haremos un gran Bar Mitzvah".

Desde las ramas del olivo, Julius y los cuervos deseaban que el rabino y compañía estuvieran sin esos paraguas.

El rabino entró en el granero, y toda la multitud contuvo colectivamente la respiración. Cuando reapareció, el rabino dijo que era digna de la vigilia de tres años, y las multitudes suspiraron, y luego vitorearon y aplaudieron. Algunos se desmayaron, mientras otros lloraban de alegría.

Cuando se preparaba para abandonar el cebadero y, por tanto, la granja, el rabino Ratzinger se acercó al antiguo toro Simbrah. El rabino volvió a decir para que todos lo escucharan: "Ha hecho un gran sacrificio, y ha sufrido mucho por el pueblo de Israel, y por todos los pueblos de la humanidad. Ahora, dentro de tres años, e impoluto, este becerro rojo será sacrificado por la mano del muchacho puro de corazón cuando le corte el cuello y nos haga dignos de reconstruir el tercer templo que dará paso al Mesías y destruirá toda la tierra para que volvamos a vivir como antes, como en un cuento de hadas de felices para siempre". Mientras la multitud rugía, algunos se desmayaron debido a toda la excitación y el calor.

"Eso sí que tiene sentido lógico para mí", dijo Julius. "Yo mismo no podría haberlo dicho mejor".

Mel entró en el establo y encontró a Blaise con su recién nacida. "Es imperativo que entiendas que mientras tu vaquilla viva, no se le hará ningún daño".

"A ella", dijo Blaise. "Ella no es un 'eso'".

"Por supuesto, no quise faltar al respeto, querida", dijo Mel. "Ella no es un 'eso', como tú dices. Sin embargo, es la ternera roja y, por tanto, la nueva ella-eso del mundo civilizado".

2

Una carretera le atraviesa

Los dos cuervos volaron desde el desván del granero de dos pisos de bloques de hormigón y se posaron en las ramas del gran olivo situado en el centro del pasto. El pasto formaba parte de un moshav de 48 hectáreas en Israel que limitaba con Egipto y el desierto del Sinaí. A pocos kilómetros al sur de Kerem Shalom, no estaba lejos del paso fronterizo de Rafal entre la Franja de Gaza y Egipto. El moshav de 48 hectáreas, o granja de 118 acres, se erigía como un oasis en el árido desierto, con olivos y algarrobos, limoneros, pastos de color verde pardo y cultivos utilizados como forraje para el ganado. En los pastizales, los puercos salpicaban el paisaje, pastando en la hierba marrón y verde, y descansaban en las orillas de arcilla húmeda de un estanque alimentado por un sistema de filtros acuáticos subterráneos que suministraba agua a éste y otros moshavim de los alrededores.

 

Ezequiel y Dave estaban encaramados, ocultos entre las ramas del gran olivo. Ezequiel dijo: "En un día como hoy se puede ver eternamente".

"Piedra arenisca, hasta donde alcanza la vista", dijo Dave y erizó sus brillantes plumas negras.

"Oh, mira, un escorpión. ¿Quieres uno?" Dijo Ezequiel.

"No, gracias, ya he comido. Además, dudo que al escorpión le importe mucho ser mi comida de la tarde".

"Tienes tanta empatía por las formas menores de las criaturas entre nosotros".

"Puedo permitirme la empatía cuando estoy lleno", dijo Dave. "Cuando estoy vacío, no tanto".

"Siempre eres generoso con los animales de la granja".

"Sí, bueno, empatía con las criaturas menores entre nosotros".

Mientras los animales domésticos de la granja, dos razas de ovejas, cabras, una vaca Jersey y una yegua alazana pastaban en los pastos, otros, en su mayoría puercos, se refugiaban del sol del mediodía, lejos de los rebaños, manadas y manadas enloquecidas, descansando en las orillas del estanque en relativa paz. Una carretera corría de norte a sur, dividiendo el moshav por la mitad, y en este lado de la carretera, a los musulmanes de la cercana aldea egipcia no les gustaba el espectáculo de los sucios puercos tomando el sol.

Mel, la mula sacerdotal, serpenteaba a lo largo de la línea de la valla, con cuidado de no perder de vista a dos judíos ortodoxos que atravesaban el moshav por el camino de arena, como hacían a menudo en sus paseos diarios. El camino iba en paralelo entre el pasto principal de un lado y la explotación lechera del otro.

"Judío, puerco, ¿qué diferencia hay?"

"Bueno, mientras mantengan el kosher".

"Recuerda mi palabra, un día esos puercos serán nuestra ruina".

"Tonterías", respondió el que se llamaba Levy.

"De todos los lugares de la tierra para criar puercos, Perelman eligió este lugar con Egipto al oeste y la Franja de Gaza al norte. Este lugar es un polvorín", dijo Ed, el amigo de Levy.

"El dinero que Perelman gana con las exportaciones a Chipre y Grecia, por no hablar del Palacio del Puerco Tirado de Harvey en Tel Aviv, hace que el moshav sea rentable".

"Los musulmanes no están contentos con que los puercos se revuelquen en el lodo", dijo Ed. "Dicen que los puercos son una afrenta a Alá".

"Pensé que éramos una afrenta a Alá".

"Somos una abominación".

"Shalom, pastores de puercos", llamó alguien. Los dos judíos se detuvieron en el camino, al igual que la mula, que pastaban justo dentro de la valla. Un egipcio se acercó. Llevaba un pañuelo sencillo en la cabeza y ropas blancas de algodón. "Esos puercos", señaló, "esos asquerosos puercos van a ser vuestra ruina. Son una afrenta a Alá; un insulto a Mahoma; en definitiva, ofenden nuestra sensibilidad".

"Sí, estamos de acuerdo. Son un problema".

"¿Problema?", dijo el egipcio. "Sólo hay que ver lo que son los problemas". A lo largo de las orillas de barro del estanque, un Gran Blanco, o jabalí de Yorkshire, vertía agua fangosa sobre las cabezas de otros puercos que se revolcaban en el barro. "¿Qué es eso?"

"Eso es algo que no hemos visto nosotros".

"No son puercos ni animales de granja, estos animales. Son espíritus malignos, djinns, del desierto. Ellos traerán la destrucción de este lugar alrededor de ustedes. Son una abominación. Maten a las bestias. Quemen su hedor de la tierra o Alá lo hará. Porque es la voluntad de Alá, la que prevalecerá".

"Sí, bueno, me temo que no podemos ayudarte", dijo Levy. "Verá, este no es nuestro moshav".

"Somos meros transeúntes", dijo Ed.

"¡Allahu Akhbar!" El egipcio se dio la vuelta y se dirigió hacia la ladera soleada que separaba los dos países. Sólo una valla separaba la granja israelí de 48 hectáreas del escarpado desierto del Sinaí, azotado por el viento. Una vez que el egipcio llegó a la cresta de la colina, desapareció en su pueblo.

"Condenados", dijo Ed. "Tiene razón. Todos estamos condenados. De todos los lugares de la tierra para criar puercos, este porquero, este moshavnik Perelman, eligió este lugar".

"Mira", dijo Levy. "¿Qué se cree que es, Juan el Bautista?"

"Eso es un problema, me temo", dijo Ed. "Es una abominación".

Afuera, bajo el sol de la tarde, delante de Dios y de todos, el Gran Blanco se puso de pie, y desde el estanque dejó caer una porción de barro húmedo sobre la cabeza de una gallina de plumas amarillas: "¡Bog! Bog!", gritó la gallina, enterrada como estaba con barro hasta el pico. Para los animales de la granja, el Gran Blanco era conocido como Howard el Bautista, un perfecto, y casi que en todos los sentidos. Mientras los dos hombres continuaban más allá del límite de la granja, la mula se volvió hacia el olivo que se alzaba en medio del pasto principal. Las ovejas Border Leicester y Luzein pastaban entre los algarrobos y olivos más pequeños mientras las cabras roían la hierba de matorral que crecía a lo largo de las laderas superiores en terrazas que ayudaban a conservar el agua.

En el centro del pasto pastaban Blaise, la Jersey, y Beatrice, la yegua alazana. "Dios mío, Beatrice", dijo Blaise. "Desde luego, Stanley se ha fijado en ti".

"Es un fanfarrón", dijo Beatrice. "No hay que verle más".

En el terreno vallado detrás del granero blanco de bloques de cemento, el semental belga negro resoplaba y relinchaba y se pavoneaba en toda su gloria y fanfarronería. Era un caballo grande con hombros anchos que medía 17 manos o, como preferían los sacerdotes de las iglesias locales, 17 pulgadas.

"¿Supones que sabe que la puerta ha sido abierta?" dijo Blaise.

"No importa. Basta con mirar a todos esos humanos. ¿Quién dijo que los hombres eran piadosos?"

Desde la cresta de la colina de arenisca marrón, los hombres y niños musulmanes observaban con expectación cómo las mujeres de la aldea ahuyentaban a las jóvenes. Mientras que, en el lado israelí, los judíos y los cristianos, y entre ellos los monjes de los monasterios cercanos, adoraban un desfile. Stanley no decepcionó. Se encabritó sobre sus musculosas patas traseras y pateó el aire, mostrando su destreza y su enorme miembro, empapado como estaba, sembrando su semilla en el suelo bajo él para todos los que lo vieran, y eran muchos. La multitud lo aclamó mientras Stanley resoplaba y se pavoneaba por el establo. "Si Manly Stanley quiere desfilar y hacer el ridículo, lo hará sin mí".

"Manly Stanley", se rió Blaise. "¿De verdad, de todas las cosas?"

"Sí, querida, ya ves", sonrió Beatrice, "cuando Stanley está conmigo, suele estar a dos velas".

Blaise y Beatrice siguieron pastando, y mientras lo hacían, se distanciaron. Stanley, fuera de la puerta, encontró su camino hacia el oído de Beatrice. Relinchó y lloriqueó; relinchó y protestó, pero no importaba lo que hiciera o lo bonito que pidiera, nada parecía funcionar. Para consternación de los espectadores, la yegua alazana rechazó los avances del semental belga negro. Sin que ellos lo supieran, era por su presencia que no permitía que el belga la cubriera, y así entretenerlos. Por mucho que Stanley se pavoneara, hiciera cabriolas, se balanceara o balanceara su miembro, Beatrice no cedía a sus deseos ni a sus bravatas. Varios hombres seguían apoyados en la valla, observando y esperando.

"Empiezo a pensar que te gusta esto, el tormento", dijo Beatrice.

"Si tuviera un par de manos, no te necesitaría", resopló.

"Ojalá las tuviera, entonces me dejaría en paz. Míralos, muy contentos de que los dejen a su aire. Tal vez, si lo pides amablemente, uno te preste dos de los suyas, o dos de ellos, y lo conviertas en una fiesta". Beatrice volvió a pastar junto a Blaise en el prado.

El granero principal blanco de dos pisos de bloques de hormigón, con el cebadero, y el toldo que se extendía en la parte trasera, y dos pastos constituían la mayor parte de la mitad de la granja que limitaba con Egipto y el desierto del Sinaí. Al otro lado de la carretera se encontraban la casa principal y las dependencias de los huéspedes, ambas revestidas de estuco, las dependencias de los trabajadores, la explotación lechera y el granero más pequeño. Un camino de arena para tractores salía de la carretera y discurría por detrás del establo entre un limonar y un pequeño prado donde pastaban 12 ““holsteins”” israelíes.

Mientras Blaise y Beatrice seguían pastando en el prado principal junto a las dos razas de ovejas, la Border Leicester y la Luzein, un pequeño número de cabras Angora y Boer pastaban a lo largo de los bancales. En otro pasto, separado por una valla y una puerta de madera, pastaba un singular y musculoso toro Simbrah de pelaje rojizo, una combinación del cebú o brahmán por su tolerancia al calor y su resistencia a los insectos y el dócil Simmental. Stanley, todo negro excepto por una delgada mancha blanca en forma de diamante que le recorría la nariz, estaba de vuelta en el lote del establo y seguía haciendo cabriolas, presumiendo.

La población de puercos no era sólo un problema geopolítico, sino también numérico. Porque proliferaban y producían un gran número de crías, a menudo desbordando los límites y los recursos naturales del moshav, donde la cría de animales era un arte practicado. Entre la población general, también vivía el loro guacamayo azul y dorado, bastante grande y muy ruidoso, que era distante y vivía en lo alto de las vigas con Ezequiel y Dave, los dos cuervos con sus lustrosas y relucientes plumas negras. Completaban la población de la granja, además de la vieja mula negra y gris, dos rottweilers de la casa de campo que pasaban la mayor parte del tiempo atendiendo a la mula, y las bandadas y manadas de gallinas, patos y gansos.

Blaise salió al estanque. Howard el Bautista estaba ahora descansando entre los otros puercos, cuando se encontraba en el momento más caluroso del día. Se puso de pie cuando vio a Blaise acercarse. "Blaise, tú que estás libre de pecado, ¿has venido a bautizarte?"

"No, tonto. Pero hace un calor horrible, ¿no estás de acuerdo?"

"Estoy de acuerdo en que te unas a mí y te conviertas en una sacerdotisa de los verdaderos creyentes de Dios, aquellos que conocen la verdad de que cada uno de nosotros tiene el poder de saber que Dios vive dentro de todos nosotros; por lo tanto, todo es bueno y puro de corazón. La nuestra es una batalla entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad. Conmigo, eres una sacerdotisa, una Perfecta, una igual. Blaise, los demás ya te aman, te escuchan y te siguen. Este es tu lugar en el sol".

"Oh, Howard, eres muy amable, pero no tengo seguidores".

"Los tendrás. Ven, este es tu momento de brillar. Aquí, la hembra es aceptada como un igual y comparte el servicio de nuestros compañeros animales, grandes y pequeños, hembras y machos por igual. Todos son buenos e iguales en la verdadera fe". Howard vertió agua turbia sobre Blaise, y ésta corrió por su cuello. "No discriminamos, ni necesitamos edificios construidos de ladrillo y mortero para adorar, ni buscamos un mediador para hablar con Dios".