Read the book: «El Perú imaginado», page 4

Font:

En esta típica película de serie B, los protagonistas, exploradores y aventureros de escasos escrúpulos, remontan los ríos amazónicos en pos de unos diamantes de origen inca ocultos en los alrededores. Al hacerlo, sufren los asaltos de indígenas enardecidos por la irrupción de extranjeros en sus territorios, son atacados por animales salvajes y por una partida de fieras guerreras amazonas.

*Una serie de eventos desafortunados (*Lemony Snicket’s A Series of Unfortunate Events, 2004), de Brad Silberling, tiene al comediante Jim Carrey como protagonista. Su personaje, el conde Olaf, se hace cargo de la educación de los acaudalados huérfanos Baudelaire. Su intención es, por cierto, apoderarse de la herencia de los tres niños.

En una de las primeras secuencias de la película, el Tío Monty (Billy Connolly) informa a los niños sobre un viaje que emprenderán al Perú, en búsqueda de raros ofidios:

Tío Monty: —¿Les mencioné que nos vamos al Perú?

Niños: —No.

Tío Monty: —Sí, nos vamos al Perú. Mañana temprano. ¿No les parece emocionante?

Más adelante, el tío conversa con el pérfido Olaf:

Tío Monty: —Los niños nos ayudarán con la búsqueda en el Perú. ¿Tiene usted alguna experiencia con niños?

Olaf: —Los niños son extraños para mí. Nunca los tuve, pero sé que forman parte importante del ecosistema.

La muerte del cazador de serpientes es el motivo alegado para cancelar la expedición hacia la selva peruana.

*Expats (2013), de Robyn Adams, documental filmado en Iquitos que muestra la construcción de una balsa de remos destinada a remontar el río Amazonas.

*Aventura Jurásica (*Extinction, 2013), de Adam Spinks, es una producción británica de bajo presupuesto grabada con cámaras digitales que simulan ser las que portan y usan los protagonistas, unos expedicionarios que se internan en la jungla.

En este “falso documental”, heredero de la estética del fake impuesta para el cine de terror y aventuras por Holocausto caníbal (1980), de Ruggero Deodato, y prolongada por otras películas tributarias de El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999), de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, la selva peruana está poblada por serpientes de colores nunca vistos, aves desprotegidas y feroces dinosaurios, acaso calcados de la novela El mundo perdido (The Lost World), de Arthur Conan Doyle, publicada en 1912.

La expedición científica pretende estudiar especies biológicas en peligro de extinción, a causa de la tala indiscriminada emprendida por multinacionales de escasos escrúpulos. Pero esos afanes se interrumpen con la amenaza de seres prehistóricos depredadores que atacan al ver invadidos sus territorios. El Welcome to Peru que recibe a los expedicionarios se convierte en una frase sarcástica que contrasta con la realidad.

La precariedad de la producción limita la verosimilitud dramática de *Aventura Jurásica: los efectos de realismo propuestos por el “falso documental” se desbaratan con la inocultable apariencia de un ser de quincallería que irrumpe para causar el pánico de los personajes y la hilaridad de los espectadores. Lo único antediluviano aquí es la calidad de los efectos especiales.

“Entre todas las representaciones sobre la Amazonía, la más poderosa fue aquella que la concibió como un “mundo perdido”, un lugar localizado fuera del espacio de la contemporaneidad, donde el tiempo prehistórico de la humanidad aún seguía sucediendo.”, afirma Guarían (2012, p. 64).

La imaginería del Perú como reserva de criaturas antediluvianas, monstruosas y agresivas, aparece ya en relatos literarios publicados a inicios del siglo XX. Alejandro Neyra consigna la aparición de “criaturas gigantescas y anfibias, mezcla de reptiles y crustáceos, pecaríes salvajes, peces con hocicos de cerdo que viven en los ríos subterráneos de la cordillera…” en la novela Under the Andes (1914), de Rex Stout, que se ambienta en Cerro de Pasco y Huánuco (Neyra, 2013, p. 65).

Una variante del filme de aventuras amazónicas nos conduce a las representaciones del canibalismo, supuestamente practicado por comunidades originarias amazónicas. Es el caso de películas como *Milagro en la selva (*Terror in the Jungle, 1968), de los estadounidenses Andy Janzack, Tom DeSimone y Alex Graton; *La máscara del zorro (*The Mask of Zorro, 1998), de Martin Campbell; *Caníbales (*The Green Inferno, 2014), de Eli Roth (ver “Caníbales”). Ver “Al inicio”, “Ayahuasca”, “Exploraciones”, “Quinina”.

Ayahuasca

Convertidas en fenómenos culturales, las prácticas chamánicas y las experiencias psicoactivas con sustancias naturales, o con ayahuasca (cuyo ingrediente activo es el DMT (dimethyltryptamina), ligadas a las prácticas de autoconocimiento, terapia, perfeccionamiento espiritual y conexión mística con el universo, motivan el interés de cineastas de todo el mundo. Desde el tailandés Apichatpong Weerasethakul hasta el franco-argentino Gaspar Noé reconocen inspirarse en la realidad y en la mitología de la ayahuasca, siguiendo la tradición de William Burroughs en busca del yagé.

En 2004, el francés Jan Kounen filma en localizaciones peruanas y mexicanas su “wéstern psicodélico” *Blueberry, adaptación del comic book de Moebius. Incorpora en la película las experiencias de sus prácticas con chamanes shipibo-conibos y su conocimiento de la ayahuasca16.

Kounen, en 2008, participa en el largometraje colectivo llamado *8, dirigido por Jane Campion, Gael García Bernal, Mira Nair, Gaspar Noé, Abderrahmane Sissako, Gus Van Sant, Wim Wenders. El episodio de Kounen, *The Story of Panshin Beka, se filma en el Perú.

Jan Kounen también realiza el corto *D’autres mondes (2004), que recrea la investigación del antropólogo canadiense Jeremy Narby y su relación con el curandero Guillermo Arévalo.

Jennifer Aniston y Paul Rudd, pareja urbana de la edad media, nostálgica de estimulos vitales, pasa una temporada en una comunidad de vida alternativa que no excluye el consumo de la ayahuasca. Ocurre en *Sácame del paraíso (*Wanderlust, 2012), de David Wain, producción de Universal que da cuenta de una tendencia que se arraiga en la cultura hip extendida entre las clases acomodadas de Los Angeles y Nueva York.

En la comedia *Mientras seamos jóvenes (*While We’re Young, 2014) del estadounidenses Noah Baumbach, los protagonistas, una pareja de esposos (Ben Stiller, Naomi Watts), en crisis de la mediana edad a causa de los años pasados en común y de la rutina conyugal, se relaciona con una pareja veinte años menor (Adam Driver, Amanda Seyfried). Intentan aceptar las diferencias generacionales.

Impulsados por su nueva percepción de la juventud y por la necesidad de encontrar estímulos capaces de alterar sus vidas estancas, acuden a los servicios de un chamán neoyorquino, especializado en conducir a jóvenes hipsters en prácticas culturales alternativas: se lanzan a una experiencia alucinatoria con ayahuasca.

En *Love (2015), de Gaspar Noé, la pareja protagonista, en busca de experiencias que enriquezcan su vida sexual, participan de una experiencia iniciática con ayahuasca, pero sin moverse del territorio francés.

*Icaros: A Vision (2016), de la argentina Leonor Caraballo y el uruguayo Matteo Norzi, es el primer largometraje de ambos artistas visuales. Combinando el registro documental con la ficción representada, la experiencia psicoactiva de la ayahuasca es recreada mediante animación digital. La película, realizada en un albergue ubicado en tierras de la comunidad Shipibo Conibo se centra en la búsqueda de la protagonista, una estadounidense que intenta encontrar en la ayahuasca una terapia contra el cáncer que la afecta. El costado testimonial y documental de la película se refuerza por la circunstancia de la enfermedad de la propia realizadora, Leonor Caraballo, estudiosa de las prácticas chamánicas en la selva peruana, fallecida en 2015.

En el vasto terreno del documental se halla el mayor número de aproximaciones testimoniales a las prácticas del chamanismo, así como al entorno cultural que las rodea. Enumeramos algunos títulos:

*Eduardo, el curandero (*Eduardo the Healer, 1978), de Richard Cowan, auspiciado por The Drug Abuse Council of the U.S. Department of Health, Education and Welfare, muestra las prácticas chamánicas de Eduardo Calderón, con el cáctus San Pedro en una localidad cercana a Trujillo, en la costa norte del Perú.

*L’Ayahuasca, le serpent et moi (2004), del francés Armand Bernardi, realizada para Artline Films, France 5 y Procirep, indaga en los usos psicoterapéuticos de la ayahuasca.

*Sacha Runa: Spirits of the Rainforest (2005), de producción estadounidense y dirigido por Sean Adair, registra las actividades del chamán Agustín Rivas Vásquez en la localidad amazónica de Tamshiyacu, en Loreto.

La austríaca *Heaven Earth (2008), de Rudolf Amaral y Harald Scherz, sigue a un grupo de viajeros europeos llegados a la Amazonía para participar en ceremonias con ayahuasca, a la vez que entrevista a chamanes en la ciudad de Iquitos.

*Ayahuasca Diary (2009), de Christian Moran, acompaña el recorrido de cuatro estadounidenses que llegan al Perú en busca de ayahuasca con el fin de tratar sus enfermedades: cáncer, reumatismo, artritis y psoriasis. Lo mismo ocurre en *Metamorphosis (2009), de Keith Aronowitz, filmada en Iquitos, que documenta las posibilidades de transformación personal asociadas con el uso de la ayahuasca.

*The Shaman & Ayahuasca: Journeys to Sacred Realms (2010), de Michael Wiese, se acerca a la llamada “planta madre” y a su repercusión en la conciencia de aquellos que buscan experiencias trascendentes. Focaliza su indagación en los testimonios de José Campos, curandero, y del artista Pablo Amaringo, fallecido poco después del rodaje.

*A Crooked Line (2010), de William Sabourin O’Reilly, traza una crónica de la trayectoria de una familia estadounidense que acompaña a su hijo, adicto a las drogas, en viaje de sanación por la Amazonía peruana.

*DMT: The Spirit Molecule (2010), documental de Mitch Schultz, investiga las cualidades de la dimethyltryptamine (DMT), una molécula de los organismos vivos considerada como potente psicoactivo.

*Vine of the Soul: Encounters with Ayahuasca (2010), de Richard Meech, documenta el viaje de un médico hacia el territorio amazónico en busca de la ayahuasca, llamado el “vino del espíritu”.

*Stepping Into the Fire (2011), producción estadounidense de Ouroboros y Ross Evison, documenta el viaje espiritual por la Amazonía de un hombre de éxito, de origen estadounidense, que busca conjurar una crisis personal en su periplo peruano.

*Icaros, de la argentina Georgina Barreiro (2014), sigue la trayectoria de Mokan Rono, un joven de la comunidad Shipiba residente en los alrededores del río Ucayali, que se inicia en el conocimiento de la ayahuasca guiado por un chamán y una curandera. Periplo que atrae también a ciudadanos de América Latina en *Ajawaska, fragmentos de un viaje a las alturas (2013), mientras que *Krieger (2013) retrata a Mickey, un joven adicto a las drogas, en su viaje por el Perú. Busca superar su adicción con prácticas chamánicas, que incluyen el consumo de Ayahuasca como un modo de cotejo íntimo con sus debilidades y miedos.

*Ayahuasca (2014), de Fabiola Simonetti y Coto Cañas, registra la preparación de una experiencia chamánica en Iquitos y pretende trazar un retrato crítico de la comercialización de esa práctica, afectada por el turismo y la manipulación mercantil.

También retrata la presencia cultural de la ayahuasca en la Amazonía peruana el documental *El espejo del espíritu (2014), de João Meirinhos.

Belaunde Terry, Fernando

*La dama de hierro (*The Iron Lady, 2011), de Phyllida Lloyd, es un filme biográfico sobre Margaret Thatcher, que desempeñó el cargo de primera ministra del Reino Unido entre 1979 y 1990. La película recrea, entre otros del período gubernativo de Thatcher, el episodio de la Guerra de las Malvinas.

“El presidente Reagan y el presidente Belaunde de Perú han propuesto el retorno de la paz”, le informa un ministro al personaje interpretado por la actriz Meryl Streep. Se alude al arquitecto Fernando Belaunde Terry (1912-2002), fundador del partido político Acción Popular, quien fuera dos veces presidente del Perú (1963-1968 y 1980-1985)*.

Bollywood, Kollywood y Nollywood

Centro neurálgico de la producción fílmica en la India, en los estudios de Mumbai (Bombay) se producen más de mil títulos anuales. La denominación de Bollywood, nacida de la contracción de los términos Hollywood y Bombay, en alusión del Hollywood de Bombay, comprende a las películas creadas en esa industria. Filmadas mayoritariamente en lengua hindi, se han convertido en productos de exportación de rentabilidad asegurada y en imagen emblemática de la cultura popular del país.

A su turno, Kollywood designa a la industria de películas en lengua tamil. La apelación proviene de la contracción de los toponímicos Kodambakkam, sede de la industria fílmica tamil, ubicada en la ciudad de Chennai (antes Madras) en el estado de Tamil Nadu, y Hollywood.

Producida por Bollywood, con rodaje parcial en Estados Unidos, en la película, (*Swades: We, the People, 2004), de Ashutosh Gowariker, encontramos al personaje encarnado por el actor Shah Rukh Khan (estrella central del cine de Mumbai) alertando sobre la amenaza que se cierne sobre la tierra: la escasez del agua (ver “Apocalipsis”).

En una conferencia de prensa que aparece en el primer tercio del filme, el personaje del científico, funcionario de una institución que administra vigilancia satelital sobre eventos de nieve y lluvia que alteren los volúmenes de agua en el planeta, alerta sobre el peligro de la carencia de agua en el futuro cercano. Afirma que no es difícil imaginar que en el siglo XXI ciudades como Beijing, Amman, Nueva Delhi, Santiago, Jakarta, Mexico, Lima, entre otras, perecerán.

*Robot (*Enthiran, 2010), de S. Shankar, es una superproducción india en lengua tamil, con la participación de los actores Rajnikanth, Aishwarya Rai y Danny Denzongpa. Comedia de ciencia-ficción realizada con un elevado presupuesto, la acción se ambienta en el año 2200 y narra la historia de un robot que se humaniza y encuentra el amor con la novia de su creador.

Una secuencia coreográfica de esta producción kollywoodense corresponde a la performance de la canción tamil Kilimanjaro, incluida en el filme a la manera de un clip, segregado de cualquier continuidad narrativa. Teniendo como fondo el Huayna Picchu, así como edificaciones de piedra y auquénidos interrumpidos en su apacible pastar, un grupo de bailarines brasileños, emplumados y con vestuario evocativo de las ficciones colonialistas británicas en el África, en el estilo de Zulu (1964), de Cy Endfield, en fusión con la estilización propia de los atuendos que portan las escuelas de samba durante las celebraciones del carnaval en Río de Janeiro, actúan como soporte coreográfico de los protagonistas.

Pese al despliegue escenográfico de Machu Picchu, ese segmento de la película no incluye referencia alguna de ubicación y el Perú no cumple ningún otro papel dramático o escenográfico en *Robot.

Nollywood es la apelación genérica que designa a la producción fílmica nigeriana. En ella encontramos una película que lleva el nombre de *Peruvian Hair Wahala (2013), de Frank Chinedu Nwoko.

Caníbales

La mitología del lugar cruel, escenario propicio para la realización de sacrificios humanos, y la figura amenazante del guerrero degollador precolombino imponiendo su cuota de sangre en el triunfo, abren líneas imaginarias de asociación del nombre del Perú con el mal. El canibalismo, práctica nefanda para el imaginario de occidente, es señalado como natural de los pueblos amazónicos en varios títulos del cine internacional.

Pervivencia del estereotipo que construye a las “razas monstruosas”, la mitología del caníbal amazónico es de larga data. Peter Burke analiza una xilografía de origen portugués que representa escenas de canibalismo y “que circulaba por Alemania unos seis años después de que los portugueses desembarcaran por primera vez en Brasil en 1500” (2001, p. 161). La popularidad de ese grabado ayuda a:

… definir como caníbales a los habitantes de todo un continente. En este sentido contribuyó a la creación de lo que ha dado en llamarse el ‘mito del caníbal’, esto es, el proceso en virtud del cual una cultura (no siempre la occidental) deshumaniza a otra afirmando que sus miembros se comen a la gente. (Burke, 2001, p. 161)

Para el cine internacional, algunos habitantes de la Amazonía peruana, para decirlo como Burke, han “comido” a mucha gente.

*Milagro en la selva (*Terror in the Jungle, 1968), dirigida por los estadounidenses Andy Janzack (responsable de la dirección de las secuencias que transcurren en jungla), Tom DeSimone (responsable de las secuencias que transcurren en el avión) y Alex Graton (responsable de la escena del templo), es una producción del empresario peruano Enrique Torres Tudela, autor del guion. La cinta se filma en el Perú, con un reparto encabezado por Jimmy Angle (Henry Clayton, Jr.), Robert Burns, Fawn Silver, Joan Addis, y los peruanos Cholita Suray, Fernando Larrañaga, entre otros. El rodaje se hace al amparo del régimen legal dictado por el presidente Manuel Prado en 1962, que decreta exoneraciones tributarias para las empresas de cine extranjeras que, asociadas con otras de capitales peruanos, filmen en el territorio peruano.

Enrique Torres Tudela, el productor y guionista de la película, peruano residente en Estados Unidos, dedicado a la producción de cintas de muy bajo presupuesto para la televisión, había actuado en algunas cintas de serie B con el nombre de Ricky Torres y grabado como cantante un disco de larga duración, acompañado por Les Baxter, músico de las películas que produjo en el Perú (Yrigoyen y Torres Rotondo, 2014).

Creado por el novelista Johnston McCulley, el personaje de El Zorro, hijo de una rica familia de California, es una figura legendaria17. Enmascarado y justiciero, se convierte en presencia fílmica desde los tiempos del cine silente gracias a los esfuerzos acrobáticos del actor Douglas Fairbanks, que le presta su fisonomía inicial. Desde entonces, actores tan diversos como Tyrone Power, John Carroll, Guy Williams y hasta el comediante mexicano Germán Valdés, “Tin Tan” han llevado sus misteriosos atuendos, procurando perpetuar el aire latino del seductor (Mérida, 1997, 16).

En *La máscara del zorro (*The Mask of Zorro, 1998), de Martin Campbell, Alejandro Murrieta, conocido como El Zorro, encarnado por el español Antonio Banderas, emblema del latin lover en el Hollywood de los años noventa, es informado acerca de los hábitos culinarios de cierta tribu “salvaje” del Perú.

—¿Sabía que los indios Campa, del centro del Perú, solían devorar a sus enemigos muertos para adquirir su poder?

Siguiendo la más ortodoxa tradición del filme de vampiros aclimatada a los tiempos digitales, Bella (Kristen Stewart), protagonista de *Crepúsculo (*Twilight, 2008), de Catherine Hardwicke, inquieta por el comportamiento y los poderes de Edward Cullen (Robert Pattinson), un pálido y melancólico compañero de clases por el que se siente atraída, decide iniciar una pesquisa. Revisa textos que describen los rasgos esenciales de personajes siniestros que forman parte del legado mitológico de antiguas culturas. Con ayuda de Google, su búsqueda de seres malignos se detiene en la figura de “El despiadado” (Apotamkin, “The Cold One”) y de los ritos para conjurarlo, repasa imágenes de horror y canibalismo en China, India, Egipto y el Perú.

Un clic sobre el link del nombre del país la conduce a la historia del “desmembramiento del demonio”, ilustrado con un grabado que representa la escena de la tortura de un hombre al que se descoyunta y mutila para ahuyentar al espíritu maligno. Aunque no se mencione la ingesta posterior del cuerpo, *Crepúsculo deja establecido que los antiguos peruanos se afilian, en línea ascendiente, a las prácticas ancestrales de vampirismo que disimula el enigmático Edward Cullen.

*Caníbales (*The Green Inferno, 2014), de Eli Roth, se filma en las inmediaciones de Tarapoto, en la región San Martín, ubicada en el nororiente peruano. Hasta ahí llega un grupo de jóvenes universitarios neoyorquinos impulsados por el deseo de proteger a una comunidad nativa de la tala ilegal de árboles emprendida por una pérfida multinacional.

Pero las buenas intenciones no los protegen de los peligros que identifican a ese lugar. Justine (Lorenza Izzo), la protagonista, persiste en realizar un viaje desaconsejado por su padre (Richard Burgi), que le advierte que el “Perú es peligroso”:

Padre: —Perú es peligroso. No puedes invadir un país solo porque ves que se hacen cosas inmorales.

A lo que Justine responde:

Justine: —Lo sé. Pero debemos hacer algo para proteger los bosques.

Al llegar al Perú, los jóvenes descubren las manipulaciones de los ambientalistas que los condujeron a la misión amazónica y sufren un accidente de aviación. La aeronave cae en plena selva y los supervivientes son cautivos de una comunidad de caníbales.

Eli Roth, el realizador de Hostel y su secuela, cintas que consolidan la tendencia del torture porn18 en el cine estadounidense mainstream, refiere aquí al cine italiano de explotación de los años setenta y a títulos como Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, 1980) de Ruggero Deodato, o El país del sexo salvaje (Il paese del sesso selvaggio, 1972) de Umberto Lenzi.

Y como en esos filmes de antropofagia (que la película menciona en una videografía esencial del subgénero inserta en los créditos finales), en *Caníbales el componente gore se instala sin ambages, con la representación gráfica de actos violentos, como descuartizamientos e ingestas destinadas a crear repulsión, tal como ocurre en los modelos italianos. Dado el destino de sus protagonistas, condenados a morir, la película se entronca con el llamado splatter film, subgénero pródigo en la representación de cuerpos humanos eviscerados (McCarty, 1989).

La violencia se atempera con el humor y la sátira. Es irrisoria la ingenua vocación de esos ciudadanos estadounidenses llegando a los confines de un mundo que desconocen, representado como una suma de esterotipos. Aquí, en medio de la selva peruana, la buena conciencia occidental de los viajeros coloniales, pletórica de discursos humanitarios y caritativos, se enfrenta a la barbarie monda y lironda, al engaño intencionado de ambientalistas “tercermundistas”, y a la voracidad de la tribu de caníbales que contradice, con cada uno de sus actos, la leyenda del buen salvaje, pletórica de nativos generosos, en comunición cabal con lo natural e incapaces de ejercer violencia alguna. Ver “Aventuras (amazónicas)”.