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LA CRUZ DE CRISTO

LA REIVINDICACIÓN DE DIOSD.M. Lloyd Jones

Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043 Graham, NC 27253 USA

Primera Edición, impresa en EEUU, 2002

Publicado por:

Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043 Graham, NC 27253

ISBN 978-1-629461-40-3

Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por Banner of Truth (3 Murrayfield Road, Edinburgh, EH126EL) para traducir e imprimir este libro al español.

© Derechos Reservados, Banner of Truth Trust Traducido por R. Wayne Andersen y David Alonzo

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La cruz de Cristo: la reivindicación de Dios

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LA CRUZ DE CRISTO LA REIVINDICACION DE DIOS

D.M. Lloyd Jones

A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.“ Romanos 3:25-26

Dirigiendo su atención a las grandes palabras que se encuentran en el capítulo 3, versículo 25 y 26, de la epístola de Pablo a los Romanos, quiero recordarle nuevamente que en muchos sentidos, no hay versículos más importante en todo el alcance y esfera de las Escrituras, que estos dos. En ellos tenemos la afirmación clásica de la gran doctrina central de la expiación, y es nuestra razón para considerarlos muy cuidadosa y detalladamente. Ya he dicho que algunos han descrito esto como “el acrópolis de la fe cristiana”. Podemos estar seguros de que no hay nada digno de consideración, que sería tan importante como estos dos versículos. La historia de la iglesia muestra claramente que estos versículos han sido el medio de Dios el Espíritu Santo para traer a muchas almas de las tinieblas a la luz, y para dar a muchos pobres pecadores el primer conocimiento salvador y su primera certidumbre de salvación.

Déjeme darle un bien conocido y notable ejemplo histórico. Me refiero al poeta William Cowper. El nos dice que se encontraba en su cuarto sufriendo gran agonía de alma, y bajo una profunda y terrible convicción. El no podía encontrar la paz, y caminaba de un lado a otro, al punto de la desesperación, sintiéndose completamente agobiado, sin luz, sin aliento. Repentinamente en completa desesperación, se sentó en una silla frente a la ventana del cuarto. Había una Biblia allí, así que él la tomó, la abrió y encontrándose con este pasaje, pues él nos dice: “El pasaje que encontraron mis ojos fue el versículo 25 del tercer capítulo de Romanos. Al leerlo, de inmediato recibí poder para creer. Los rayos del Sol de Justicia cayeron sobre mí en toda su plenitud. Yo vi la completa suficiencia de la expiación, en la cual Cristo ha forjado para mi perdón y entera justificación. En un instante yo creí y recibí la paz del evangelio. Si el brazo del Dios Todopoderoso no me hubiera sustentado, yo creo que habría sido aplastado de gratitud y gozo. Mis ojos estaban llenos de lágrimas; este arrobamiento ahogó mis palabras. Yo solamente podía mirar hacia el cielo en silencioso temor, sobrecogido con amor y asombro”. Esto fue lo que hizo este versículo 25 del capítulo tres de la epístola a los Romanos por el famoso poeta William Cowper, y ha hecho la misma cosa por muchos otros.

Déjeme recordarle otra vez lo que el pasaje dice. Es la continuación de lo que el apóstol estaba diciendo en el versículo 24, la gran buena nueva de que ahora es posible que nosotros seamos “justificados gratuitamente por su gracia, por la redención que es en Cristo Jesús”. En otras palabras, ahora hay un camino de salvación aparte de la ley, el cual no depende de nuestra observancia a la misma. Este es el camino gratuito en Cristo. Dios nos ha rescatado en Cristo, y estos versículos 25 y 26 explican cómo este rescate sucedió. Pero, ¿Por qué tuvo que pasar el rescate de esta manera? ¿Cómo ocurrió esta redención?

Ya hemos considerado dos de las grandes palabras que explican esto. Ellas son las palabras “propiciación” y “sangre”. Sabemos también que la redención adquirida en esta manera, viene a nosotros a través de la instrumentalidad de la fe.

Pero el apóstol no termina así, él dice algo más. Veamos nuevamente la declaración: “A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.”(Rom.3:25-26). ¿Porqué el apóstol continuó hasta decir todo esto? ¿Porqué no lo dejó en su primera afirmación? ¿Cuál es el significado de esta afirmación adicional? Para descubrir la respuesta debemos considerar una vez más estos términos. El primero es el término “puso” y significa ‘manifestar’, ‘hacer claro’. Aquí tenemos algo que es de vital interés para nosotros, y nos lo dice de una vez que la muerte del Señor Jesucristo en el calvario no fue un accidente, sino que fue la obra de Dios. Fue Dios quien “puso a Cristo” allí. Cuán a menudo se pierde completamente la gloria de la cruz cuando los hombres la sentimentalizan de alguna manera diciendo: “Oh, El era muy bueno para este mundo, El era muy puro. Sus enseñanzas eran tan maravillosas que ¡los crueles hombres le crucificaron!” El resultado de todo esto es la conmiseración y sentir lástima por El, olvidándose de que El mismo se volvió a las hijas de Jerusalén, que comenzaban a sentir lástima por El diciéndoles: “...no me lloréis a mí, mas llorad por vosotras mismas” (Luc.23:28). Si nuestra opinión de la cruz de Cristo es tal que nos hace sentir lástima por El, entonces significa que nunca la hemos visto verdaderamente. Es Dios quien le puso a manifiesto. No fue accidente, sino algo deliberado. De hecho, el apóstol Pedro predicando en el día de Pentecostés, dijo que todo había pasado por el “determinado consejo y providencia de Dios” (Hech.2:23).

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