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Amargura

LA RAÍZ QUE CORROMPE

Lou Priolo


Publicado por:

Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org

ISBN 978-1-629461-25-0

© Copyright, 2008 por Lou Priolo. Todos los derechos reservados. All rights reserved.

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08865–0817.

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Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, procesada en algún sistema que la pueda reproducir, o transmitida en alguna forma o por algún medio –electrónico, mecánico, fotocopia, cinta magnetofónica u otro– excepto para breves citas en reseñas, sin el permiso previo de los editores.

© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Contenido

Amargura – La raíz que corrompe

¿Qué es la amargura?

Evidencias de la amargura

Conceptos bíblicos básicos sobre el perdón

La clave para transformar tus sentimientos

Síntomas de fatiga en la batalla

Peleando para ganar

Venciendo el mal con un buen arsenal

Apéndice A: Amargura contra Dios

Apéndice B: Amando a otros desde lejos

Manifestaciones del amor

Apéndice C: Amando en ausencia (hoja de trabajo)

El amor es sufrido

El amor es benigno

El amor no tiene envidia

El amor no es jactancioso

El amor no se envanece

El amor no hace nada indebido

El amor no busca lo suyo

El amor no se irrita

El amor no guarda rencor.

El amor no se goza de la injusticia

El amor se goza de la verdad

El amor todo lo sufre

El amor todo lo cree

El amor todo lo espera

El amor todo lo soporta

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Amargura – La raíz que corrompe

Franco llegó a casa después de un largo día en la oficina. Después de devorar una sopa recalentada, se dirigió a cepillarse los dientes. En el momento en que abrió el cajón del tocador y observó el tubo de la pasta dental que su esposa había exprimido desde la mitad (por enésima vez), se enfureció. Cerró con furia el cajón, agitó sus manos y comenzó a acosar a Wilma en un tono bastante irritado.

“¡Esa mujer! Siempre exprime la pasta dental desde en medio. Le he pedido mil veces que lo haga desde el extremo. ¡Pero nunca me escucha! Sería mejor hablarle directamente a la pasta dental que pedirle a ella que haga algo por mí. Es la más mujer más necia que he conocido. ¿A ella le gustaría que yo ignorara sus incesantes peticiones? ¡Para nada le agradaría!”.

En este punto, Franco dejó de hablar pero continuó meditando sobre la pasta dental mientras internamente planeaba su venganza.

“Le enseñaré una lección. Ella odia cuando alguien de la familia olvida tapar la pasta dental después de utilizarla. Así que, no la taparé. Mañana, cuando ella se cepille los dientes, ella estará furiosa porque ‘olvidé’ taparla y esto arruinará toda su mañana. Y, quizá, si tengo suerte, la pasta se endurecerá y cuando ella intente utilizarla no podrá. Y, quizá, mirará el tubo de la pasta y la apretará con demasiada fuerza y un poco de la pasta endurecida volará y le golpeará entre los dos ojos”.

Ahora, permíteme preguntarte, ¿vale la pena gastar toda esa energía por un tubo de pasta dental? ¡Difícilmente! ¿Qué tipo de reacción merece un tubo de pasta dental que ha sido repetidamente exprimido desde la mitad? Si el incidente de la pasta dental no puede ser pasado por alto, entonces (como máximo) el tiempo, esfuerzo y pensamiento que uno debería dedicarle es algo como las siguientes líneas:

“¡Oh, mira eso! Ella nuevamente exprimió el tubo de la pasta dental desde la mitad. Quizá debemos comprar un tubo de pasta dental para cada uno”. Cuando invertimos enormes cantidades de energía emocional por decepciones triviales, es un buen indicativo de que podemos tener amargura.

¿Qué es la amargura?

Una de las palabras bíblicas para la amargura literalmente describe el sabor amargo de algunos alimentos y bebidas. El verbo traducido “amargarse” significa “cortar” o “pinchar”. Puedes pensar en la amargura como una herida interna y auto-infringida, y así es. Pero la Biblia dice que esta actitud de resentimiento y falta de perdón también cortará y lastimará a otros.

La amargura es el resultado de no perdonar a otros. Si guardas amargura contra alguien, significa que realmente no has perdonado a esa persona. Para decirlo de otra manera, la amargura es el resultado de responder inapropiadamente (no bíblicamente) a una ofensa. La Escritura compara la amargura a una raíz:

Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados. (Hebreos 12:15)

Las raíces deben ser plantadas. Así que, permíteme preguntarte, “¿Cuál crees que es la semilla que al ser plantada produce la raíz de la amargura?”.

Hablando generalmente, es una herida. Cuando alguien te hiere, es como si esa persona arrojara una semilla en el terreno de tu corazón. En ese punto, puedes elegir responder de dos formas diferentes. Puedes recoger y desechar la semilla al perdonar a tu ofensor, o puedes comenzar a cultivar la semilla al repasar la herida una y otra vez en tu mente. La amargura es el resultado de permanecer demasiado en una herida. Nuevamente, es indicativo de que alguien no ha perdonado realmente a su ofensor (Mateo 18:34-35).

La mejor amiga de Verónica, Betty, había estado planeando una pijamada para las chicas del grupo juvenil. Todo el verano, la fiesta fue el tema de discusión. Todos estarían ahí. Tres días antes de la pijamada, Verónica se enteró de que unos viejos amigos de la familia vendrían a la ciudad el fin de semana de la fiesta. Aunque la fiesta de Betty estaba agendada desde meses atrás, el padre de Verónica quería que abandonara sus “bobos planes de fiesta” y se quedara en casa para recibir a los invitados. Verónica sabía que todas las chicas populares estarían en la pijamada, además de todas sus amigas. Por si fuera poco, ella se había comprometido a ir a la fiesta mucho antes de que supiera de los planes de su padre. Los padres de Verónica le insistieron en que se quedara en casa. Una semilla, una herida, había sido plantada en su corazón.

La semilla de Verónica podía fácilmente convertirse en raíz de amargura:


Pensamientos internos de Verónica Cultivación de la amargura de Verónica
“¡No puedo creer que me haga esto! He estado planeando ir a esta pijamada todo el verano”. Verónica entierra uno o dos centímetros más la semilla en su corazón.
“Él es tan egoísta. Solo piensa en lo que él quiere”. Verónica cubre con más tierra la semilla.
“Nunca me permite divertirme si piensa que sus planes perfectos pueden ser trastornados”. Verónica airea la tierra.
“¿Por qué tengo un padre como él?” Verónica riega la tierra.
“¡Es un perdedor!” Verónica fertiliza la herida y comienza a germinar.
“¡No puedo esperar para irme de esta casa! Así nadie arruinará la diversión”. Verónica deshierba su pequeño retoño y sus raíces crecen más profundas.
“¡No puede hacerme esto! Le daré una probada de su propia medicina. Lo avergonzaré de tal manera que deseará haberme enviado a la pijamada en una limosina”. Verónica pone los últimos toques en el invernadero que contiene su planta y comienza a cobrarle a las personas para entrar en él.

Verónica permitió que sus sentimientos heridos la paralizaran y no le permitieran tomar la acción apropiada (como obedecer y quizá apelar a su padre amablemente), contestando su “ofensa” una y otra vez en su mente y, en consecuencia, guardó amargura contra él.

Evidencias de la amargura

¿Cuáles son las señales de que hemos guardado amargura contra alguien? En mis casi veinticinco años de consejería, me he cruzado con algunas posibles señales de la amargura. Las ofrezco para su consideración. ¿Con cuántas de ellas te puedes identificar? Comienza pensando en las personas más cercanas a ti.

Dificultad para resolver conflictos . Intentar resolver conflictos con alguien que no estás dispuesto a perdonar es como intentar construir un rascacielos sin poner un fundamento sólido. La amargura condenará al proyecto antes de que comience.

Actos de venganza . Ya sea que tenga la forma de un mal comentario a otra persona, un comentario malévolo a la cara del ofensor o alguna forma de altercado físico, tomar la venganza en nuestras manos es una manera de no perdonar.

Aislamiento . Cuando le aplicamos a nuestros ofensores “la ley del hielo”, estamos siendo vengativos. Estamos diciendo (esencialmente), “Mira, te he dicho una y otra vez cuánto me molesta que hagas (o no hagas) esto. Pero simplemente no lo entiendes. Así que, la única forma que conozco para mostrarte cuánto me lastimas es darte un poco de tu propia medicina. ¡Cuando considere que has experimentado un poco de lo mucho que tú me has herido—quizá en uno o dos días—te comenzaré a hablar nuevamente!”.

Arranques de ira . Como observamos con Franco, la amargura nos tienta a sobre-actuar emocionalmente. Cuando tenemos amargura, no vemos cada ofensa como una marca en una pizarra limpia, fácil de perdonar, sino que como una nueva cosa en una larga lista de ofensas similares bajo un mismo título (por ejemplo, “Cosas hirientes que ella me ha dicho a través de los años”).

Sarcasmo hiriente . Comentarios irónicos, bromas pesadas, contestaciones burlonas y otros tipos de sarcasmo son generalmente producidos en un corazón con amargura.

Comunicación condescendiente . Hablarle a tu ofensor como si fuese un niño o inferior a ti no es solo una posible señal de amargura, sino que es contrario a Filipenses 2:3b, “antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”.

Críticas . Una actitud crítica, condenatoria y juzgadora puede también indicar un problema con el resentimiento. Frecuentemente, un motivo vengativo se encuentra en el corazón de un espíritu crítico.

Sospecha y desconfianza . Cuando la amargura provoca una ruptura en la comunicación (como comúnmente lo hace), las personas comienzan a sospechar unas de otras. Pequeñas “ofensas” que típicamente se pasarían por alto con un “Él no tenía la intención de herirme— yo mismo lo he hecho cientos de veces”, o un “Oh, solo está teniendo un mal día”.

Intolerancia . Similarmente, la amargura nos predispone a no tolerar (sobrellevar; Efesios 4:2) las ofensas idiosincráticas (que no son pecado). El resentimiento hace montañas de hormigueros.

Hipersensibilidad . Tratar el pinchazo de un alfiler como si fuera una puñalada en el corazón puede ser indicativo de un espíritu no perdonador. Las personas orgullosas son especialmente propensas a caer en esta trampa. “No has ofendido a cualquier persona, me has ofendido a mí. Y mi ira no se calma fácilmente”.

Impaciencia . La paciencia involucra ser capaces de mantener una perspectiva bíblica de nuestros problemas al no magnificar pruebas tolerables, de tal manera que en nuestras mentes parezcan como intolerables. La amargura provoca que perdamos la perspectiva bíblica. Magnifica ofensas perdonables para que parezcan imperdonables en nuestra mente. E intenta conducirnos a medios no bíblicos para librarnos a nosotros mismos de la prueba, en lugar de esperar a que Dios obre a través de la manera bíblica de resolver los conflictos.

Falta de respeto . Si la persona contra la que tenemos amargura es una figura de autoridad, Nuestro desprecio por esa persona eventualmente surgirá de nuestros corazones y se evidenciará a través de nuestras palabras en forme de irreverencia.

Rebelión en contra de la autoridad . La rebelión difícilmente está desligada de la amargura. Comienza con una herida, la semilla, después nace el tallo de la amargura y crece a necedad (insubordinación) y termina desarrollándose como contumacia.

Mal uso de la autoridad . Cuando la amargura contra un subordinado está en el corazón de una autoridad, puede producir una actitud tiránica que demanda muestras innecesarias de obediencia.

Depresión . Después de correr continuamente por un circuito, tú y yo finalmente desplegaremos las reservas de energía y nos agotaremos. Nuestra fuerza física será vaciada de nuestro cuerpo. El mismo principio opera a nivel emocional. Se requiere de enormes cantidades de energía emocional para mantener el resentimiento. Después de varias vueltas alrededor de la falta de perdón (varios días de amargura), la mayoría habremos vaciado nuestra energía emocional y nos agotaremos (deprimiremos).

Dudas sobre la salvación . Jesús, después de enseñarles a sus discípulos a orar “perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”, les dijo, “si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:12, 14-15). Nuestra falta de disposición de perdonar a un ofensor a la luz de todo lo que se nos ha perdonado en Cristo, debería darnos un momento para considerar si realmente estamos en la fe (Mateo 18:21-35).

Recordar con gran especificidad los detalles de una ofensa. La amargura elogia las particularidades. Realmente es posible, al repasar la ofensa una y otra vez en nuestra mente, confabular (inconscientemente reemplazar hechos con ficción) detalles que nunca ocurrieron.

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