Las medias fantasmas de Leda R.

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From the series: Minimalia erótica #177
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Las medias fantasmas de Leda R.
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Primera edición, mayo de 2005





Director de la colección: Alejandro Zenker



Cuidado editorial: Elizabeth González



Coordinador ade producción: Beatriz Hernández



Coordinadora de edición digital: Itzbe Rodríguez Ciurana



Diseño de portada: Luis Rodríguez





Fotografía de interiores y portada: Alejandro Zenker



Modelo: Leda Rendón





© 2005, Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V.



Calle 2 núm. 21, San Pedro de los Pinos



Teléfono y fax (conmutador): 5515-1657





solar@solareditores.com







www.solareditores.com










www.edicionesdelermitano.com







ISBN 978-607-8312-57-3



Hecho en México








A Leda Rendón,

 que no es, ay, mi Leda R.








Leda,

 la dama,

 esposa de Tíndaro rey de Esparta,

 fue seducida por Zeus metamorfoseado en cisne

 y puso un huevo del que nacieron los Dioscuros;

 también tuvo a Helena y Clitemnestra.

 En recuerdo de su propia astucia,

 Zeus

 colocó en el cielo las efigies del Cisne y el Águila

 .La unión de Leda y el Cisne

 fue representada en el arte antiguo

 y sobre todo por los renacentistas:

 Leonardo, Miguel Ángel, Correggio,

 pues la

 Mitología

 era buen pretexto para representar

 desnudos femeninos en actitud de

 éxtasis.




Nadia Julian,

 Dictionnaire des Mythes,

 Marabout, Bélgica, 1962.






De pronto,



Leda



se había desnudado,



aparecía entera y desnuda ante mis ojos



(su rostro,



su cuello,



su busto,



su seno,



sus pechos,



su vientre,



su ombligo,



sus caderas,



sus piernas,



sus piececillos



de «la blancura más bailable»)



en mis ojos,



Leda de mis ojos,



aun si yo



no era más que un fantasma en



los ojos de Leda,










un fantasma que Leda podría hacer desaparecer con solamente un parpadeo,



Leda desnuda perdonándome la vida,



es decir por un instante no parpadeando para no hacerme desaparecer, como en mi cuento de



LA MUJER DEL OASIS,



en el que el extenuado y sediento viajero perdido en el desierto vio que la hermosa mujer del oasis venía hacia él cargando un ánfora en la que el agua danzaba al ritmo de sus caderas y gritó:



¡Por Alá, dime que esto no es un espejismo!,



y la mujer respondió:



No, el espejismo eres tú,



y,



tras un parpadeo de la mujer,



el hombre desapareció,



ése era el cuento,



pero quien en realidad parpadeaba ante el esplendor de la súbita desnudez de Leda era yo,



soy yo,



que parpadeo como parpadeaba Buster Keaton



en el cine mud

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