2000 años liderando equipos

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2000 años liderando equipos
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2000 años liderando equipos

Enseñanzas del management más exitoso

Javier Fernández Aguado


Categoría: Directivos y líderes, liderazgo con valores

Colección: Biblioteca Javier Fernández Aguado

Título original: 2000 años liderando equipos. Enseñanzas del

management más exitoso

Primera edición: Octubre 2020

© 2020 Editorial Kolima, Madrid

www.editorialkolima.com

Autor: Javier Fernández Aguado

Dirección editorial: Marta Prieto Asirón

Maquetación de cubierta: Sergio Santos Palmero

Maquetación: Carolina Hernández Alarcón y Lucía Alfonsín Otero

ISBN: 978-84-18263-54-5

Impreso en España

No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares de propiedad intelectual.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).

Este libro se ha publicado con el apoyo de las siguientes instituciones y empresas:


A Marta, Sofía y Enrique, caminantes esforzados y efusivos

en un entorno proceloso.

A Isidro Fainé, líder audaz, generoso e inspirador.

A José Aguilar, amigo, sabio y humano.

A los millones de nostálgicos del Cielo, románticos peregrinos en tierra extraña que, sedientos de infinito, han contribuido a

gestar un mundo mejor.

«Somos como niños jugando a la orilla de la eternidad».

San Agustín

PRÓLOGO

Vivimos en un entorno en el que la innovación es un mantra reiteradamente invocado como si fuera la panacea de todos nuestros problemas y de la pujanza empresarial. Muchos soslayan el hecho de que sobre el futuro todos sabemos exactamente lo mismo: ¡nada! Pero no necesariamente debemos caminar a ciegas. Hemos de hurgar en nuestra historia y buscar allí tenazmente inspiración y sabiduría, no en quimeras o bolas de cristal. Los caladeros donde buscar son los de las organizaciones que nos han precedido. Como señalara uno de los referentes intelectuales del siglo XII, Bernardo de Chartrais, somos enanos que podemos caminar a hombros de gigantes, los clásicos, siendo estos no los viejos, quienes por su agudeza trascienden el inexorable desgaste que genera el paso del tiempo.

Entre las organizaciones que tienen algo que enseñar en el ámbito de la gestión de personas y organizaciones (management), destaca singularmente la Iglesia católica. Disponemos de una inconmensurable documentación porque desde el principio se empeñó por dejar constancia escrita de decisiones o sistemas de control. Durante más de dos mil años viene convocando a mentes brillantes que se comprometen a nadar y no guardar la ropa. Ninguna otra multinacional ha alcanzado una penetración tan capilar, llegando desde la cima de los más altos montes a los últimos rincones de la selva en cualquier continente. Sin embargo, nunca hasta ahora se había afrontado el estudio de los estilos de management de esta institución, compuesta a su vez por cientos de estructuras.

Leer 2000 años liderando equipos implica sumergirse en un profundo piélago. Cuestiones tan aparentemente novedosas como el interim management, el balanced scorecard o los mapas de talento han sido diseñadas y aplicadas hace siglos, sin haberse acuñado una denominación específica para las mismas. Las enseñanzas se tornan eficaces porque no son improvisaciones, sino que contamos con el contraste de personas que han aplicado, reenfocado y mejorado cada una de estas cuestiones a lo largo de siglos.

El autor de esta obra pionera y magna es Javier Fernández Aguado, persona y profesional entrañablemente apreciado por mí y con el que tengo el orgullo de contar como director de investigación de EUCIM Business School y compartir su doctrina en muchos países de Hispanoamérica.

Las obras del profesor Fernández Aguado enlazan el rigor académico con una experiencia práctica acumulada en años de trabajo primero como directivo y luego como empresario. Es relativamente sencillo encontrar sesudos investigadores del ámbito universitario y también profesionales del gobierno; lo complejo es hallar quien combine a fondo el conocimiento y la experiencia de ambos hontanares, como es el caso del autor de esta regia investigación.

Cualquiera reconoce que la Iglesia católica ha transformado la vida de millones de personas, casi siempre para bien. Analizar la capacidad de liderazgo de quienes han emprendido múltiples organizaciones dentro de su seno es ya de por sí apasionante. Además, en el libro se puede encontrar el análisis de una docena de los principales CEOs (romanos pontífices) de los casi doscientos setenta que se han sucedido desde san Pedro hasta nuestros días. El estudio objetivo y documentado de fenómenos tan asombrosos como los templarios, las Cruzadas o la Inquisición, junto con el riguroso examen de los tres principales concilios –IV de Letrán, Trento y Vaticano II– completan este libro. Concluye la obra con una síntesis de las características comunes a muchas iniciativas que se han sucedido a lo largo de dos milenios.

La obra es respetuosa a la vez que objetiva. No ensalza ni denigra; sencillamente expone y analiza sucesos que pueden servirnos a la hora de pilotar las organizaciones propias. En tiempos como los que estamos viviendo, en los que patologías tan perversas como el supremacismo o un folclórico nacionalismo excluyente han infectado tantos cerebros, es alentador contemplar cómo miles de cabezas señeras y corazones henchidos de ilusiones han superado localismos caricaturescos para emprender aventuras en servicio de sus contemporáneos con vigorosas reformas internas.

Tras investigaciones como Roma, escuela de directivos; Egipto, escuela de directivos; El management del III Reich; o ¡Camaradas! De Lenin a hoy, el lector puede conocer las características ciclópeas de esta nueva exploración en la que a través de una introspección histórica Fernández Aguado nos ayuda a desarrollarnos como personas para optimizar nuestras organizaciones.

Quien se inspira y se atreve a emprender la aventura de crecer en liderazgo a partir de la sabiduría del «Drucker español» se sitúa en condiciones de obtener lo mejor de sí mismo y también de aquellos con quienes colabora.

Marcelo Eduardo Servat

CEO/EUCIM Business School

PRESENTACIÓN

En 2019 publiqué el estudio más completo que hasta el momento se ha llevado a cabo sobre la obra de Javier Fernández Aguado desde la perspectiva de la elaboración de la teoría científica social. En ese ensayo expliqué que le conocí en julio de 2016 con ocasión de una conferencia por él impartida en Valencia para la Asociación Española de Directivos (AED). Captó mi atención su excepcional habilidad como conferenciante, el amplísimo conocimiento desplegado y su capacidad de combinar profundos conocimientos con aplicaciones prácticas, aspecto que no es frecuente. Charlé con él en esa ocasión compartiendo algunas ideas. Durante una comida meses después, le trasladé el pasmo de que una teoría de ciencias sociales del calado de la suya no hubiese alcanzado el eco que merecía. Empecé entonces a analizar su trayectoria intelectual.

Como estudioso y CEO de una consultora de referencia no es fácil que me sorprendan los profesionales que voy conociendo, ni los textos que de ellos leo. Sin embargo, el trabajo del profesor me impactó y me llevó a profundizar. Además, me introdujo el gusanillo de estudiar autores clásicos que él cita y que de no haber recalado en la obra del profesor hubiera tardado años en considerar tan relevantes.

En la investigación a la que hago referencia (El sabio discreto. Análisis de Javier Fernández Aguado y su teoría de Buen Gobierno, HGBS, 2019) ofrecí un análisis de su pensamiento desde el punto de vista científico y en particular desde la perspectiva de la forma en la que se ha construido su obra y cómo se enmarca en las fases de elaboración de un modelo teórico de construcción de teoría social. Identifiqué elementos clave de su formulación y de su aportación a la ciencia del management que nos permiten validar el rigor científico de sus planteamientos, la utilidad de los modelos que nos ha facilitado para interpretar la realidad y su profundo conocimiento de los sabios clásicos. Mostré entonces cómo el pensador español ha sabido combinarlos con el conocimiento empresarial desarrollado a partir de la Revolución industrial (empleé como modelo para la revisión e interpretación de su obra «The Cycles of Theory Builidng in Management Research». Working Paper. 05-057. P. Carlile y C. Christensen. Harvard Business School, 2004).

Hoy presento este nuevo estudio del profesor Fernández Aguado, uno de los más ambiciosos que ha realizado hasta el momento. Se trata nada más y nada menos que de un estudio sobre el management a través de 2000 años, desde los orígenes de la Iglesia católica hasta el presente. No resultaría sencillo encontrar un autor alternativo. Es ingente el conocimiento manejado, tanto desde la perspectiva organizativa como desde la historia de una institución tan innovadora y revolucionaria como la Iglesia católica.

 

En las siguientes páginas, el lector encontrará una novedosa y significativa contribución a las ciencias sociales mediante la cuidadosa y detallada observación, el estudio y la investigación, la formulación de hipótesis, teorías y modelos que permiten describir, categorizar e interpretar la realidad de forma cierta, generando ventajosas herramientas de diagnóstico y predicción que habilitan para actuar de forma eficaz y coherente.

La formación académica previa del autor, tanto en ciencias económicas como en filosofía, y su incansable investigación de autores clásicos y contemporáneos han condicionado su producción intelectual, entregándonos un científico social del gobierno de organizaciones y personas, tan profundo como prolífico, reconocido a nivel internacional. No en vano, Luis Huete, profesor del IESE, le ha calificado como un sabio del Renacimiento por lo vasto y profundo de su conocimiento.

Desde el análisis del management predicado por Jesucristo hasta las claves del funcionamiento del proceso de selección (cónclave) de un CEO (el papa), el lector puede disfrutar aprendiendo y aprender disfrutando, y sorprenderse con los concursos hípicos promovidos por Pablo II, o ante la dimisión de Celestino V.

En 2000 años liderando equipos se nos desvela una gratísima historia de la Iglesia católica, además de indicaciones de grandísima utilidad para el manejo de personas y organizaciones en pleno siglo XXI.

Con esta investigación se confirma una vez más por qué Javier Fernández Aguado es el único estudioso español del área de empresa que figura en todos los libros que hablan de los mayores expertos contemporáneos, como por ejemplo: Management español los mejores textos, Ariel, 2002; Grandes creadores de la historia del management, José Luis García Ruiz, Ariel, 2003; Who’s Who en el management español, Francisco Alcaide Hernández, Interban Network, 2006; Los imprescindibles del management, Salvador Molina, Ecofin, 2015

Se entiende también el acierto de Nuria Ramos y Sergio Casquet al seleccionarlo como uno de los diez intelectuales españoles más significativos en Pensadores españoles universales (LID Editorial).

No quiero entretener más al lector. Añado solo que le deseo que disfrute y aprenda tanto como yo lo he hecho al profundizar en esta magnífica obra llena de conocimientos teóricos y de referencias sumamente prácticas. La disfrutarán tanto o más que el resto de obras del autor.

Ricardo Hernández García

Fundador y CEO de HGBS

INTRODUCCIÓN

Cuando autores contemporáneos presentan como revolucionaria la metodología OODA –Observar, Orientar, Decidir y Actuar– no puedo sino sonreír. Algo parecido me sucede cuando proponen (Scott Galloway, en The four) que los fundadores de las organizaciones más evolucionadas del mundo contemporáneo –Google, Amazon, Facebook o Apple– han logrado su posicionamiento gracias a que sus promotores han sabido congregar de forma innovadora ventajas competitivas para el liderazgo como la diferenciación de producto, la visión estratégica integral, el alcance global, la simpatía de sus servicios o productos, o la integración vertical.

Todas esas características y muchas más no son novedosas; han sido promovidas, analizadas y experimentadas en organizaciones del entorno de la Iglesia católica a lo largo de los últimos dos mil años. Los protagonistas del libro que tiene entre las manos supieron originar start ups, suscitar spin offs y generar mayor compromiso que ningún empresario europeo, africano, americano, australiano o asiático. Autores tan relevantes como Behnam Tabrizi, de Stanford University, autor del libro The Inside-Out Effect, de haber conocido ejemplos y situaciones como los que vamos a analizar hubiera afinado sus reflexiones sobre compromiso y alineación de aspiraciones de los stakeholders. ¿Y qué decir, en ese mismo sentido, de su teoría de la brújula de la transformación?

Sumergirse en la historia de la Iglesia implica embarcarse en una dilatadísima sucesión de peripecias que ni J. K. Rowling, Julio Verne, Emilio Salgari o Karl May hubieran sido capaces de escribir aun dando rienda suelta a su exuberante imaginación. Esto sí, al igual que cuando uno se engolfa en los textos de esos autores, también aquí resulta imprescindible desarrollar sensibilidad hacia lo intangible, superando la rastrojera de lo cotidiano para no quedar aherrojado por lo material. Quien padece de inteligencia roma para lo sagrado no levanta la vista más allá de lo físico. Y no me refiero necesariamente a la fe, sino a una manera de percibir el mundo más allá de lo corporal. Son muchos quienes cuando se señala al cielo miran el dedo. Frente a la filosofía de la sospecha o de la nesciencia, el reto intelectual ante sucesos y decisiones que vamos a contemplar reclama finura para captar que no todo, ni lo bueno ni lo malo, puede ser comprendido con términos meramente racionales. Boecio (480-520), nacido en los estertores del Imperio romano de Occidente, formuló una desafiante pregunta que impregna actuaciones que examinaremos: Si Deus unde malum? Si Dios ha creado y gobierna el mundo, ¿por qué existe el mal?

Las denominadas soft skills o habilidades comportamentales y directivas, han marcado tanto las organizaciones civiles como las eclesiásticas. Si Bonifacio VIII (1294-1303) o Urbano VI (1378-1389) hubieran incorporado en su estilo de gobierno las enseñanzas de un buen programa de liderazgo, habrían evitado graves daños. ¿O es que los cardenales electores no habrían reaccionado de otra forma si cualquiera de esos dos papas, recién elegidos, no hubieran menospreciado, demonizado y zaherido su dignidad? El cardenal Corsini debería haber sido santo de altar para digerir el que Bartolomeo Prignano, apenas convertido en Urbano VI, le calificara en público como estúpido. Martín V (1417-1431) echaría el cierre al cisma de Occidente, de treinta y nueve años de duración e iniciado en buena medida por el zoquete Urbano VI. Martín V cicatrizó heridas gracias a sus actitudes conciliadoras y agradable trato, que quedó empañado por su obsesivo nepotismo. (Entre los aciertos, en su afán de consenso, haber convocado a personas procedentes de ambas obediencias).

A lo largo de veinte siglos emplearon, ante litteram, instrumentos conceptuales como el Interim management (gobierno temporal), el mobbing (acoso), las tecnologías exponenciales, la sociedad hiperconectada, la visión periférica, el outside insight (perspectiva externa), megatendencias, la definición de puestos, el branding (imagen de marca), el mapa de talento, closed loops (bucles), sociedad líquida, tiempos VUCA, reingeniería de procesos, exonomics (economía exponencial), internacionalización, unicornios, resiliencia, la gestión de la diversidad, franquicia, fake news (noticias falsas), deepfake (falsedades de tomo y lomo), océanos azules, inflexión estratégica, redes de valor, sistemas colaborativos, managing by wandering around (gobernar estando presente), la percepción de las ventajas competitivas como los cubitos de hielo, que duran poco tiempo y no como diamantes, y de otro modo el IoT (Internet of Things) o el IoE (Internet of Everything). No manejaban esta terminología (salvo en el caso del interim), pero conocían y aplicaban los factores que explican esos conceptos. Vamos a tratar, en fin, de personas reales, no de figuras de cartón piedra.

Resulta casi risible que personajes como Stefano Mastrogiacomo, diseñador del Team Alignment Map, plantee como novedoso en el siglo XXI preguntas como (Objetivo): ¿qué intentamos conseguir juntos?; (Compromisos de unión): ¿quién hace qué?; (Recursos): ¿cuáles necesitamos?; (Riesgos comunes): ¿qué puede evitar que tengamos éxito?

Fueron cuestiones recetadas por la práctica totalidad de los emprendedores que indagaremos, aunque las explicitasen con otras palabras.

Escribió Unamuno que el cientificismo o fe ciega en la ciencia es una enfermedad de la que no están libres ni aun hombres ilustrados: «Sobre todo si esta es muy especializada, (…) hace presa en la mesocracia intelectual, en la clase media de la cultura, en la burguesía del intelectualismo (…). Los felices mortales que viven bajo el encanto de esa enfermedad no conocen ni la duda ni la desesperación». Pascal lo expresaba de otra manera: «¿Qué razón tienen los ateos para decir que no se puede resucitar? ¿Qué es más difícil, nacer o resucitar? ¿Que sea lo que nunca fue o que lo que ha sido sea de nuevo? ¿No es más difícil venir que volver? La costumbre hace fácil concebir el nacer; la falta de costumbre hace lo otro imposible. ¡Chabacana manera de juzgar!». Autores tan supuestamente novedosos como Yuval Noah Harari –Sapiens, de animales a dioses; Homo Deus, breve historia del mañana– deberían profundizar en esta historia espiritual rabiosamente humana antes de formular constructos auto-explicativos donde, tras espectaculares artificios intelectuales, un abrumador repertorio de datos filtrados, saltos lógicos y guiones chanchulleros, proponen de forma voluntarista, omni abarcante, ayuna de conocimientos metafísicos y en formato de cursilonas revelaciones, los axiomas que habían salido a defender. Reducir la religión a un cuento, eso sí que es un cuento, aunque solo sea por la simpleza de sustraer algo que con diversas formas, pero muchas veces con parecidas esencias, ha forjado el devenir de la humanidad y ha estado presente en todas las culturas. Presentarse como el lúcido que muestra que todo hasta él es milonga no deja de ser una proterva milonga propia de la verborragia de quien con voz atiplada asegura que su crecepelo es el mejor. Aun dando por cierta esa presuntuosa y aventurada afirmación, quedaría claro que el hombre, a diferencia de otras especies, es un ser simbólico, espiritual, necesitado de dar sentido a vacíos existenciales. Incluso, por seguir a modo de charada los razonamientos deterministas de Harari, cabría suponer que la fe es en el fondo una eficaz herramienta evolutiva. Entre otros aspectos, sirve para fortalecer una comunidad o para proporcionar consuelo y guía al individuo en momentos de zozobra. La ciencia es una herramienta necesaria y extraordinaria –pensemos en los avances médicos y tecnológicos–, pero no sustituye a la religión y viceversa. Sus propósitos son distintos. Están condenadas a convivir sin remisión, mostrando las contradicciones humanas en una dialéctica trabucada pero beneficiosa cuando la habilidad comportamental de la humildad está presente.

Este libro no es de historia, aunque acumule mucha en sus páginas. Tampoco es de filosofía, aunque hormiguee el pensamiento y la reflexión. No es un texto de religión ni de teología. Es fundamentalmente un análisis de estilos de gestión de personas y organizaciones (management). Se trata de un análisis científico en el ámbito de las ciencias sociales.

Laicismo no es objetividad. Esa aproximación implica parcialidad con frecuencia sectaria. Conviene desmontar ese extendido cliché, dada su bobería categórica. Yerran quienes afirman que la Iglesia católica es una institución inmovilista. El mensaje que predica trata de identificarse con Jesucristo, el mayor y más auténtico revolucionario que ha existido, y con maneras inagotablemente innovadoras. Por eso, y porque los hombres que a ella pertenecen han de esforzarse una y otra vez por otear el cielo para no quedar apoltronados, anclados en lo tangible, se ha reiterado una y mil veces que Ecclesia semper reformanda, la Iglesia ha de permanecer siempre abierta al cambio, que no significa destrucción, a diferencia de lo que sostienen quienes quieren ver el mundo arder solo por el placer de contemplar las llamas. Resulta donosa la metáfora del árbol de hoja caduca que cada primavera es otro sin dejar de ser el mismo. Parafraseando a Chesterton, en el corazón de todo aparente conservador anida un rebelde.

La mezcolanza de bien y mal en los directivos de la Iglesia ha sido una constante. Escribía Amiano Marcelino (330-395), historiador de la época del papa Dámaso I (366-384): «No es extraño que para obtener un premio tan importante como es el obispado de Roma, los hombres compitan con tanto ímpetu y obstinación. Recibir los espléndidos donativos de las principales mujeres de la ciudad; viajar en carrozas majestuosas y vestidos espléndidamente; sentarse ante una mesa más abundante y lujosa que una imperial, estas son las recompensas de una ambición triunfante». También sobre vidas no ejemplares leemos en san Pedro Damián (1007-1072) las frases con las que fustigaba al clero y sus meretrices: «Me dirijo a ustedes, queridas de los sacerdotes, pedazos del diablo, veneno de la mente, dagas del alma, hierbas venenosas para los bebedores, muerte para los que comen, pecados personificados, ocasiones para la destrucción. A ustedes me dirijo, y digo, rameras del enemigo de antaño, aves de rapiña, vampiros, murciélagos, sanguijuelas, lobas indecentes. Vengan a oírme, rameras, camas en que se revuelcan los cerdos, alcobas de sucios espíritus, ninfas, sirenas, arpías, Dianas, tigresas malvadas, víboras furiosas…».

 

Frente a casos tétricos tendremos ocasión de visualizar a innumerables personas –¡la mayoría!– que han encontrado en la antropología y los mensajes católicos motores que les han impulsado a desarrollar existencias plenas con entrega, excelencia y heroísmo, y alentado de ese sublime modo un retorno a la metafísica, huyendo de la superficialidad conductista. Nos escabulliremos, por innecesario, del afán malsano de explorar vidas ajenas sin respeto ni discernimiento. Hablamos de una institución compleja, cobijo de corrientes diversas, incluso enfrentadas, que pulveriza la atolondrada imagen de la Iglesia como realidad monolítica. La Iglesia ha sido motor; solo en momentos puntuales ha ido a remolque.

Ha sido preciso realizar un punzante esfuerzo de criba para espigar individuos e instituciones que han realizado aportaciones de calado a la ciencia artística que consiste en gestionar personas y organizaciones. Esto no supone necesariamente desinterés por los no citados. Lo mismo puede decirse sobre los papas elegidos. Muchos podrían haber sido objeto de investigación, pero ha resultado inevitable optar. El criterio ha sido recoger aportaciones significativas desde el punto de vista de la gestión.

Este libro puede interesar tanto a quienes dirigen como a quienes son gobernados en cualquier organización financiera, mercantil, política, pública, no lucrativa y, ¿por qué no?, religiosa. Las claves son en buena medida las mismas, ya que trabajan con la misma materia: el ser humano. En las que hacen referencia a Dios la dificultad se incrementa. No se trata solo de pilotar equipos para un fin colectivo, sino que han de añadirse el respeto y preocupación por la evolución espiritual de los implicados. Ese anhelo de trascendencia ha sido imitado torticeramente por otras organizaciones que aspiran a la eternidad, ya fueran el Reich de los mil años o el Paraíso en la Tierra que proponía el comunismo. Sin olvidar que, como veremos reiteradamente, más allá de normas, leyes, reglamentos, constituciones, vademécums, praxis… lo que más motiva es el ejemplo.

Que son precisos directivos preparados lo explicaba santa Teresa de Jesús en una misiva del año 1563 al padre García de Toledo: «Deseo grandísimo (…) siento en mí de que tenga Dios personas que con radical desasimiento le sirvan (…); que como veo las grandes necesidades de la Iglesia (…), que me parece cosa de burla tener por otra cosa pena, y así no hago sino encomendarlos a Dios, porque veo yo que haría más provecho una persona del todo perfecta, con fervor verdadero de amor de Dios, que muchas con tibieza» (Relaciones espirituales, rel. 3, n. 7).

Quienes pertenezcan a la Iglesia de forma diocesana o a través de cualquiera de sus múltiples organizaciones comprenderán de manera especial la reflexión de Rahner: «Si hubiera solo un adoctrinamiento sobre Dios hecho desde fuera, igual que me cuentan que existe Australia, yo, a fin de cuentas, hoy no podría ser cristiano. Tengo que tener que ver con Dios, desde dentro, desde el centro de mi existencia; y debo obrar de forma que esta interioridad penetre cada vez más mi vida. En otras palabras –que corren el riesgo de resonar demasiado patéticas– se podría decir: ‘Hoy, si no se es místico, no se puede ser tampoco cristiano’» (Rahner, Confesare la fede).

Esta investigación, repito, puede atraer también a no creyentes. En el caso de Europa la historia de la Iglesia se encuentra engarzada en lo que somos, desde nuestros valores hasta la creación de las naciones históricas. Aunque, en sentido estricto, el increyente absoluto no existe, porque, como ironizaba Chesterton, quien no cree en Dios, al margen de una Iglesia específica, no es para no creer en nada, sino para creer en cualquier cosa. Sin Dios, la criatura deambula perdida, no logra entender quién es. Jesucristo lo explicitó: «Sin mí no podéis hacer nada».

La historia de la Iglesia se halla repleta de ejemplos de personas comprometidas, como las que Marc Raibert anhela para su Boston Dynamics en pleno siglo XXI. A la vez, zangolotean personajes o colectivos deleznables, que producen rechazo a cualquiera con un mínimo de sensibilidad. Estos no han captado en su correcto sentido la expresión de Raibert cuando señalaba que el éxito de su empresa consistía en aplicar el principio build it, break it, fix it (constrúyelo, rómpelo y arréglalo). Si existe buena disposición, los errores sirven para seguir avanzando. Pablo VI resumía la historia de la humanidad en dos palabras: miseria y misericordia, miseria del hombre y misericordia de Dios. La Iglesia, tantas veces al borde del colapso parcial o global, ha mostrado una resiliencia inigualable, gracias a esa necesidad espiritual que se antoja inagotable en el ser humano. Alguien con sentido del humor, cuando falleció el chalado autor alemán que había proclamado «Dios ha muerto. Firmado: Nietzsche», punzó: «Nietzsche ha muerto. Firmado: Dios». Quizá un héroe ciclópeo como Juan Pablo II (1920-2005) tenía en el trasfondo de su pensamiento esas reflexiones cuando se preguntaba retóricamente ante miles de jóvenes chilenos: «¿Es posible construir un mundo sin Dios?; ¡Sí!, pero solo haciéndolo contra el hombre».

San Juan XXIII escribió en Mater et Magistra algo que podría haber sido refrendado por cualquiera de los responsables de organizaciones de la Iglesia en cualquier momento histórico: «Nuestra época es recorrida y penetrada por errores radicales, está angustiada, removida por desórdenes profundos; es, sin embargo, una época en la que se abre al impulso de la Iglesia una posibilidad inmensa de fe». Anticipando turbulencias tras el Concilio Vaticano II por él convocado, añadía algo también universalmente válido: «No escuchemos a los pájaros de mal agüero. No vamos a tener miedo. El miedo no puede venir más que de una falta de fe». Pueden observarse los paralelismos con estas reflexiones de Rodolfo Glaber (980-1047) a comienzos del siglo XI: «Mientras la irreligiosidad aumenta en el clero, así también crecen en el pueblo los deseos procaces e incontenibles. Después, las argucias y mentiras, los fraudes y homicidios contagiaron a casi todos, arrastrándolos a la perdición. Puesto que las tinieblas de la ceguera han invadido de la peor manera el ojo de la fe católica, es decir los más elevados cargos de la Iglesia, por eso su pueblo, que desconoce el camino de la salvación, se lanza hacia el desastre de su perdición. Con razón sucede que los mismos prelados son abatidos por aquellos a quienes debieron tener sometidos y ven que se rebelan aquellos a quienes desviaron del camino de la justicia con su ejemplo. Y no es extraño además si, al encontrarse en ciertas situaciones difíciles, no son escuchados mientras gritan, puesto que ellos a causa del exceso de avaricia se cerraron a sí mismos la puerta a la misericordia (…). Cada vez que deja de existir la religiosidad de los pontífices y se flexibiliza el rigor en la observancia de las reglas por parte de los abades, y al mismo tiempo se debilita la disciplina de los monasterios, y, siguiendo su ejemplo, el resto del pueblo se vuelve transgresor de los mandamientos de Dios, ¿qué otra cosa queda excepto que todo el género humano al mismo tiempo, por su voluntad de perdición, se lance al antiguo precipicio y al caos?».