Todas mis palabras son azores salvajes

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Todas mis palabras son azores salvajes
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Todas mis palabras son azores salvajes

Gloria Fortún


Primera edición: febrero de 2021

TODAS MIS PALABRAS SON AZORES SALVAJES © 2021 Gloria Fortún

© de esta edición: Dos Bigotes, A.C.

Publicado por Dos Bigotes, A.C.

www.dosbigotes.es

ISBN: 978-84-122617-3-8

eISBN: 978-84-122925-1-0

Depósito legal: M-803-2021

Impreso por Kadmos

www.kadmos.es

Diseño de colección:

Raúl Lázaro

www.escueladecebras.com

Todos los derechos reservados. La reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, deberá tener el permiso previo por escrito de la editorial.

El papel utilizado para la impresión de Todas mis palabras son azores salvajes es cien por cien libre de cloro y está calificado como papel reciclable.

Impreso en España — Printed in Spain

Contenido

renegadas

Las Pussy Riot del Amor

Autobiográfico

La vaquera

El Cantar de la Mía Diosa

Road trip

Tierra prometida

pandemia

Quiero ser metro

Quiero ser fauna

Reencuentro

TÍTULOS DE DOS BIGOTES

A las comensales.


Tengo un lago en la boca,

tiembla y brilla cuando la abro

como el mar en la noche.

Nada de lo que diga detendrá el tiempo.

Resguardo mi última verdad,

irreductible amor sin casa,

dentro de un palacio-cuaderno.

Necedad es dar instrucciones al corazón.

Te quiero como si fuera un destino,

misterioso regalo bautismal

acumulado por nuestro encuentro tardío.

Siempre alzaré los ojos para mirarte.

Y hago lo que puedo con este asentamiento,

este enfervorecido poblado interior,

para ti barbaridades luminosas, para mí penas prolíficas.

Tú eres mi historia gigante.

Tengo este cuerpo y este corpus.

Y te voy a decir una cosa: nada es pequeño en el amor.

Y te voy a decir otra: este mundo es minúsculo para una tía como yo.

Y te voy a aclarar cuál es mi peso ideal. Mi peso ideal es tu cuerpo encima del mío.

Y tú, tú algún día dirás. Ella era única. Y era mía.

Tener tanto que perder es bonito.

La moral es secundaria, siempre va después de la relevancia emocional. No hay ley, ni religión, ni código ético que puedan trascender mi verdad sentimental. Vivir de esta forma tiene su precio. Para poder dormir por la noche tengo que dejar el corazón en la mesilla, junto a las gafas.

Por las mañanas siento una vulnerabilidad desconcertante que se va difuminando a lo largo del día. El café me sabe metálico, como si tuviera un tumor cerebral. Todo lo que hay por la calle se afila con el dolor. Mobiliario urbano, navaja suiza.

En la oficina: buenos días, ¿qué tal? Y yo: todo bien (mientras me cubro el pecho con la mano para que nadie vea la sangre de mi corazón traspasando la camisa de H&M Big & Beautiful).

Mi pobre Alma Nagasaki.

mi corazón olla ardiente

que cargo gritando ay

gritando apartad quema

gritando hacedle un sitio

gritando pero dónde la dejo

hay días así

ay

y yo que me hago preguntas en todos los umbrales será en esta habitación donde me bese en este hospital donde me entere en este bar donde me diga en esta biblioteca donde lo encuentre en este hotel donde me pierda también he querido saber en la puerta que da a mis cuatro décadas lograré anteponer la verdad a la realidad me acordaré de cuando tenía veinte y derribaron las torres y mi madre seguía luz y aún podía ser una promesa de cualquier cosa y Malasaña era mi reino y nunca mais y no a la guerra me acordaré de cuando tenía treinta y vigilaba el arenero del parque sonriendo y con ganas de matar un libro latiendo en el bolso pero había que charlar odio charlar y las resacas dejaron de ser llevaderas y un día compré mi primer bote de cereales solubles también aquí me pregunto claro con los calcetines descolocados la carne díscola el Alma en pubertad el corazón esplendoroso y una aventurera insolente y brutal percepción de mi belleza será aquí donde por fin todo se rompa para meter los dedos en las grietas y agrandarlas y que en esta destrucción quepan nuestros sueños y broten salvajes cuando los saque manchados heridos y alegres será aquí

El último día que comimos juntas le escribí: «Si me lanzo a tus brazos, te tiraré».

«Yo diría que no, Fortún», me respondió, «soy fuerte».

Pues eso es justo lo que quiero. Que puedan conmigo.


Y nuestra historia es la que sigue. Me importa contarla porque ya no te sirven las cartas de amor. Opinas sobre ellas como si fueras una crítica literaria. Y yo estoy triste y mi tristeza es una monarquía absoluta. A todo el mundo le diré que me lo he inventado y mi derecho de escritora será inapelable. Pero tú sabrás, si te lo cuento todo te acordarás, será como un mapa, nuestros fluidos los ríos, nuestras miradas su leyenda, vuelve conmigo (sagrada ficción que se destruye con solo tocarla).

¿Qué palabras curan ese tipo de amnesia, lo consiguió Jeanette Winterson, corrió Vita a los brazos de Virginia al leer Orlando, cómo, cómo se extraen los suspiros de ese Qatar que es ahora mismo tu corazón petrolífero? Quisiera decirte tantas cosas, o mejor, querría entregarte el sentimiento hecho materia, para que vieras reflejada en su maravilla la tuya. En mi amor tú ves debilidad y yo veo arte. Podría decir: no hay nada sin lo nuestro. Y subyugarme a los cánones del amor romántico. La verdad es peor. Todo sigue sin lo nuestro.


Esto de enamorarse de una señora de la cabeza a los pies es lo que tiene. Una que donde tú vas, ya haya ido y vuelto. Una que desdeñe la inercia y no quiera ser el ejemplo de nadie. Una con sus buenas tetas, sus estrías, los hijos crecidos y un ligero recuerdo de cuando vivía Franco. Una a la que complicar gustosamente la vida. Una que te diga, fóllame ya mi amor que envejezco. Una que se vuelva loca con el mechón que se escapa de tu coleta. Una que atraviese sin piedad a quien se atreva a dañarte. Una con quien no encuentres sosiego, ni ofertones en La Manga del Mar Menor, ni hipoteca. Una hermana loba con la que poder salvajear. Una que te deje el cuerpo hecho cielo. Una señora de la cabeza a los pies.

Deliciosa mujer que afirma

ser demasiado mayor para mí,

deliciosa mujer que me explica

que ya tiene su vida organizada,

no vaya yo a desbaratárselo todo

justo ahora que por fin estaba tan tranquila,

deliciosa mujer que insiste

en que también a mí se me caerán las tetas,

deliciosa mujer que me escucha

con una ceja levantada y una pierna inquieta.

Deliciosa mujer yo le juro

que si nos dejan repetir vida

me pienso poner delante de usted

con quince años

y decirle:

señora, enséñeme todo lo que sabe.

Con un gesto

perezoso, insolente y seductor

pasas el brazo

por detrás de tu cabeza

y desnudas tu axila.

Así averiguo la tonalidad

de otro vello anhelado.

Un día

esta locuaz poeta

hará un pacto con las diosas

en tu nombre,

dejará marchar sus palabras

sobre dragones

de escamas purpúreas

y deslizará su silencio ondulante

por tu secreto

recién desvelado.

Lo haré como una guerrillera:

despacio,

camuflándome entre los arbustos

sin dejar

 

ningún recoveco

inexplorado.

A centímetros negativos de ti

mi amor

por fin.