Read the book: «Venciendo el Temor, la Preocupación y la Ansiedad»
VENCIENDO
EL TEMOR
LA PREOCUPACIÓN
Y LA ANSIEDAD
Elyse Fitzpatrick
Co-autora de
“Mujeres Aconsejando a Mujeres”
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
Publicado por:
Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org
ISBN 978-1-629462-35-6
Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por Harvest House Publishers (990 Owen Loop North, Eugene, OR 97402-9173) para traducir e imprimir este libro al español, Overcoming Fear, Worry, and Anxiety, by Elyse Fitzpatrick.
Copyright © 2001 por Elyse Fitzpatrick. All Rights Reserved.
Published by Harvest House Publishers, Eugene Oregon 97402.
© 2012 Todos los Derechos Reservados, Publicaciones Faro de Gracia.
Traducción al español por Cynthia Piñeda Canales.
Diseño de la portada por Small Reflections, artista Greg Warner
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación de datos que la pueda reproducir o transmitir en alguna forma o por algún medio ya sea electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro, excepto citas breves en reseñas impresas sin el permiso previo del editor.
© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Contenido
Reconocimientos
Introducción Un Sombrerero Verdaderamente Loco: Paralizada por el Temor
Capítulo 1 Entendiendo Cómo Funciona el Temor
Capítulo 2 Héroes de la Biblia Que Lucharon Contra el Temor
Capítulo 3 Reemplazando Tus Temores con el Poder de Dios
Capítulo 4 Cuando Sientes Que Estás Perdiendo el Control
Capítulo 5 Temiendo a la Gente Que Nos Rodea
Capítulo 6 El Temor Causado por el Perfeccionismo
Capítulo 7 Dios Realmente Te Cuida
Capítulo 8 La Seguridad de la Soberanía de Dios
Capítulo 9 El Temor Que Resulta En Bendiciones
Capítulo 10 Lo Opuesto al Temor: el Amor
Capítulo 11 Fortaleciéndote En la Gracia
Capítulo 12 El Poder de Dios Se Manifiesta en Mi Debilidad
Apéndice A Cómo Puedes Saber Si Eres Creyente
Apéndice B Filtrando Tus Pensamientos
Apéndice C
Otros Títulos de Publicaciones Faro de Gracia
Reconocimientos
Cada frase de este libro es un mero reflejo de la misericordia de Dios al rodearme de personas piadosas que conocen la verdad y saben cómo aplicarla a la vida. Entre estas personas están Jay E. Adams, George Scipione de The Institute for Biblical Counseling and Discipleship, el personal de The National Association of Nouthetic Counselors, The Biblical Counseling Foundation y The Christian Counseling and Educational Foundation. Dondequiera que este libro sea preciso simplemente es por la fusión de lo que he aprendido de ellos.
Dios también me envió consuelo en amigos que constantemente oraron por mí y me alentaron. Primeramente entre estos amigos están Anita Manata, Donna Turner, Julie Pascoe, Hannah y Barbara Duguid, Jason y Kristin Barrie, Betsy Smith, Bonnie Graham y Eileen Scipione de IBCD y la querida gente de North City Presbyterian Church. Como siempre, el personal de Evangelical Bible Book Store, particularmente John Hickernell, quien ha sido una ayuda invaluable. Mi editor, Steve Miller de Harvest House, es un preciado amigo y ha sido una fuente constante de aliento.
Los que más se han sacrificado son mi familia y en particular mi paciente y amoroso esposo, Phil. Gracias, querido. James, Cody y Jessica, Joel y Ruth y Wesley y Hayden han esperado pacientemente mientras pasaba horas encerrada en mi oficina. Queridos, si este libro ayuda a alguien, ustedes saben que tuvieron parte en él. Y, por supuesto, otra vez gracias Mamá por toda tu inspiración y tu útil corrección.
James, Joel, Cody, Wesley y Hayden
Que mis hijos y sus hijos estén llenosdel temor del Señor,y permanezcan fuertes en la verdadque los capacitarápara conducirse como hombres.
IntroducciónUn SombrereroVerdaderamente Loco: Paralizada por el Temor
El auditorio estaba lleno de los orgullosos padres de los más prometedores estudiantes de arte dramático del condado. Tras bambalinas, los miembros de cada grupo de actores repasaban a toda prisa sus diálogos, preparándose para su turno de competir.
“Son los próximos,” dijo nuestra maestra, la Sra. Archer. “Sólo recuerden lo que hemos trabajado y… rómpanse una pierna.” Todos sonreímos sabiendo que la frase “rómpanse una pierna” era una manera de hablar en el medio artístico para decir “buena suerte.” No pensamos que necesitáramos suerte; habíamos repasado tantas veces esos diálogos que parecían un acto reflejo para nosotros. Nos sentíamos confiados — y ¿por qué no? Después de todo, éramos los mejores. Los cinco, actores y actrices que dramatizábamos la famosa fiesta para tomar el té de Alicia, salimos al escenario, la multitud guardó silencio y las luces se encendieron.
“Me encanta tomar el té,” me dijo Alicia a mí, el Sombrerero Loco. Mientras ella estaba sentada ahí mirándome, esperando a que respondiera con mi diálogo, algo totalmente espantoso sucedió. De repente me sentí que estaba viendo la escena como un espectador—todo se puso borroso y parecía como si estuviera perdiendo contacto con la realidad. En el fondo de mi mente sabía que debía estar haciendo algo. ¿No había algo que debía decir? Mientras los segundos que parecían horas pasaban, me desorientada más y más. Mis manos estaban sudando y mi corazón latía con fuerza. Sentía que me iba a desmayar. En algún lugar del fondo de mi mente vagamente escuchaba a mi maestra susurrar frenéticamente mis diálogos desde fuera del escenario. ¿Se suponía que debía decir esos diálogos? Ni siquiera podía recordar cómo hablar. Nada de lo que estaba pasando a mi alrededor tenía sentido.
“Me encanta tomar el té,” me dijo otra vez Alicia, esta vez mirándome. Yo quería responder para hacerla feliz, pero muy dentro de mi corazón no podía entender lo que ella quería. No sabía quién era yo o qué estaba haciendo ahí con todas esas luces sobre mí. La audiencia comenzó a murmurar. Mis compañeros actores y actrices me miraban con incredulidad. Sólo estaba sentada ahí, al otro extremo de la mesa, aturdida. ¿Quién era yo… qué me estaba pasando? En lo único que podía pensar era en cómo escapar. Así que sólo me puse de pie y deambulé fuera del escenario. Entonces el resto del elenco, humillados y furiosos, me siguieron.
Sabes, puedo recordar impresionantemente esa escena a pesar de que ocurrió hace 30 años. Está congelada en mi mente con todas las otras grandes humillaciones de mi vida. Me gustaría decirte que fui tras bambalinas, me recuperé y rápidamente continué con nuestra presentación, pero ésa no sería la verdad. No, de hecho, ese fue el fin de mi gran oportunidad para llegar al “estrellato,” al igual que el fin de algunas amistades de mi clase de arte dramático. Ese día me sentí más como un Sombrerero Loco de lo que siempre hubiera querido.
El temor es increíblemente poderoso, ¿no es cierto? Puede borrar tu memoria y hacer que tu corazón lata fuerte. De hecho, te puede paralizar. Puede hacer que un soldado entrenado se convierta en un niño que llora, tal como el aterrado soldado de infantería de la película Salvando al Soldado Ryan. Él sabía que debía levantarse y salvar a su compañero pero se sintió completamente incapaz de moverse.
Mientras pasemos tiempo juntas examinando nuestros temores y ansiedades, voy a compartir más de estos momentos contigo — tanto de mi propia vida como de la de otros. Desde las grandes humillaciones hasta las pequeñas y molestas ansiedades que bailan como espectros alrededor de los límites de nuestros pensamientos, quiero que sepas que no estás sola. Sé lo que es permanecer despierta en la noche con ese sentimiento de aprensión pensando, Las cosas son demasiado buenas, esto no puede durar, o ¡Las cosas están tan mal, esto nunca cambiará! Sé lo que es preocuparse, sentir los músculos de mi cuello tensos y mi estómago revuelto. He pasado días luchando con el pensamiento de que todo está al borde del colapso. He dejado que mi mente recorra cada vericueto—imaginando que los niños están muertos o que mi esposo ya no me ama o que tengo alguna terrible enfermedad o…y así sin parar.
En respuesta a estos pensamientos llenos de temor, he dicho y hecho algunas cosas muy tontas. Algunas de ellas, en retrospectiva, son en realidad muy chistosas, mientras que otras han dejado huella de consecuencias tristes. A propósito voy a compartir contigo muchos de estos incidentes personales para que puedas ver que todas nos parecemos en nuestras respuestas emocionales. También voy a compartir algunas historias de mujeres que he aconsejado—mujeres como tú y como yo. Lo voy a hacer porque quiero que sepas que no estás sola.
De hecho, eso es exactamente lo que la Biblia enseña: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana…” (1 Corintios 10:13). Los temores que tú y yo enfrentamos realmente no son del todo únicos; este versículo enseña que todas estamos casi en el mismo barco. Aunque el enfoque y la intensidad de nuestros temores puedan ser diferentes, toda persona que ha vivido ha tenido que luchar con ellos. Tal vez desde tu perspectiva no parezca de esa forma, pero incluso ésas que parecen ser las más valientes entre nosotras han tenido que vencer el temor.
Aquel Que Venció el Temor
Éste no es sólo un libro sobre nuestras luchas y fracasos comunes. Aunque nos es útil saber que no estamos solas, me doy cuenta que tener conciencia de ese hecho no nos ayudará a vencer el problema. Los pasajeros del Titanic hubieran estado felices de poder tomar la mano de alguien, pero al final eso no detuvo que el barco se hundiera bajo las aguas glaciales. No, tal como ellos, nosotras necesitamos a alguien lo suficientemente fuerte para rescatarnos de la oscuridad de la noche y del frío aterrador que amenaza con paralizar nuestras almas. Necesitamos a alguien que sea más fuerte que nuestros temores.
Jesucristo es ese alguien. Él es el único que conoce íntimamente todos nuestros pensamientos y temores. Él es el único capaz de liberarnos. Esto se debe a que Él ha enfrentado por nosotras el mayor de todos los temores— el temor a la muerte y a la separación de Dios— y ha salido victorioso. La Biblia enseña que una razón por la que Él abandonó el cielo y vino a la tierra fue para “librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” (Hebreos 2:15).
Nuestros temores son como cadenas alrededor de nuestros corazones —nos paralizan, atrapan y esclavizan. Pero Jesucristo tiene la llave que puede abrir y hacer desaparecer todos tus temores. Él puede hacer esto porque Su amor es más poderoso que tus temores. Su plan es enseñarte, alentarte y transformarte en una persona que confíe en Él— incluso frente a tus preocupaciones y ansiedades más difíciles. No promete hacerte perfecta aquí en la tierra, pero sí promete trabajar poderosamente en tu corazón ahora y finalmente, en el cielo, liberarte por completo de todo temor.
La promesa de Jesús está disponible para cada creyente. No supongas que este libro está escrito sólo para personas que tengan un conocimiento profundo de la Biblia. La clave es que tú eres una hija de Dios, una que ha recibido a Jesucristo como su Salvador personal y su Señor.
Si no estás segura si eres cristiana o no, detente ahora y ve al apéndice A en la parte posterior de este libro. Allí descubrirás el plan de Dios para hacerte una nueva persona. Sólo piensa—quizá Dios usará tu lucha con tus temores para llevarte a Él. No tengas miedo de que Dios te rechace si no entiendes todo sobre la vida cristiana. Si sabes que necesitas un Salvador, entonces Él te está llamando hoy.
El Viaje Hacia la Libertad
Desde el día que me alejé aturdida del escenario hace muchos años, Dios ha transformado mi vida. He hablado frente a grandes multitudes y he hecho muchas entrevistas por radio y televisión. Reconozco que este cambio es resultado del poderoso trabajo de Dios en mi vida. No te estoy pidiendo que pongas tu confianza en mí o en mis palabras. Puedo ver cómo he crecido gracias a la bondad de Dios en mi vida, pero todavía soy débil de muchas maneras. Lo que he escrito aquí no lo ofrezco como respuesta a todos tus problemas, pero te indicará quién sí lo es.
Así que, ¿por qué no comenzar este viaje a través de este libro pidiéndole a Dios que te ayude a poner tu confianza en Él? Después de todo, Él es el único que ha conquistado al temor y a la muerte y es el único que puede transformarte. Él es El Que Cambia el Corazón y está más interesado en liberarte de lo que quizá sepas. Así que, inclina tu corazón ante Él, pon manos a la obra y comencemos nuestro viaje hacia la libertad.
Capítulo 1 EntendiendoCómo Funciona el Temor
“Somos criaturas tan extrañas que es probable quenos dolamos más con los golpes que nunca caen sobre nosotrosque con aquéllos que realmente caen.”1— Carlos H. Spurgeon Autor y predicador británico del siglo diecinueve
Había conocido a Kathryn por varios años antes de que viniera a hablar conmigo. Kathryn parecía una mujer confiable y trabajadora con una fe firme. Aunque era tímida, obviamente hacía verdaderos esfuerzos por mantener amistades en nuestra iglesia y en la comunidad.
Al comenzar nuestro tiempo juntas, me enteré de problemas en su vida que nunca antes había sospechado. Kathryn me dijo que se estaba volviendo cada vez más temerosa y que le preocupaba estar desarrollando agorafobia. Agorafobia es el nombre que comúnmente se le da a una manera de responder a la vida que lleva a evitar ciertas actividades o situaciones. Un agorafóbico busca evitar cosas como manejar, hacer cola, comprar o asistir a mítines o reuniones sociales y hasta negarse a salir de casa.
Mientras Kathryn seguía compartiendo su historia conmigo, vi qué doloroso era para ella admitir que le daba miedo ir de compras a nuestro centro comercial techado. ¿La razón de su temor? Temía quedar atrapada muy lejos de una salida y que esto le produciría náuseas y vómitos. El temor de Kathryn se había vuelto una soga alrededor de su cuello que diariamente la apretaba y la mantenía atada más y más cerca de casa. Kathryn estaba experimentando la verdad de las palabras de Spurgeon: “nuestros temores infundados son nuestros principales verdugos.”2
Kathryn sabía que su temor era irracional, sobre todo porque lo que ella temía—vomitar en el centro comercial—realmente nunca le había pasado. La culpa empeoraba su confusión porque sentía que le estaba ocasionando problemas a la familia y, en particular, a su esposo. También creía que sus temores irracionales eran pecaminosos, así que estaba preocupada por su salvación y pensaba que era una decepción para el Señor.
¿Qué estaba pasando en la vida de Kathryn? ¿Tenía acaso algún extraño problema místico? ¿Sólo necesitaba orar y leer más su Biblia? ¿Podía incluso encontrar en la Biblia respuestas concretas a su problema? ¿Cuál era exactamente esta emoción que parecía dominarla y de donde provenían estos sentimientos?
Entendiendo el Lado Físico del Temor
En los próximos capítulos vamos a examinar con detenimiento el temor, sus causas y sus consecuencias. Vamos a considerar lo que la Biblia dice de porqué nos volvemos temerosas y cómo superar nuestros temores. Pero primero comencemos dando un vistazo al lado físico de esta emoción.3 Como todas nuestras emociones, el temor se experimenta tanto en nuestra mente como en nuestro cuerpo, provocando intensas respuestas físicas.
Físicamente el temor es una reacción que sentimos al percibir el peligro. Porque Dios nos ama, nos creó con la habilidad de responder rápidamente al peligro. Aquí está un ejemplo: Imagina que tu auto se apagó en una vía del tren. Escuchas un silbido y alzas la vista y ves que un tren se dirige justo hacia ti. Tan pronto como estos hechos se registran en tu cerebro, tu cuerpo automáticamente se pone en “hiperactividad.” Tu cerebro recibe la advertencia de que el peligro es inminente y le ordena a tu cuerpo que rápidamente libere varias hormonas, incluyendo adrenalina. Una vez que estas hormonas son liberadas en el torrente sanguíneo, de inmediato sucederán ciertos cambios físicos. Tus músculos se tensarán para prepararte para la acción. Tu ritmo cardiaco y tu respiración se acelerarán para darte oxígeno y fuerza extras. Incluso tu visión y tu audición se agudizarán. Tu pie pisará el pedal del acelerador hasta el fondo y te moverás más rápido de lo que pensaste que fuera posible. Todos estos cambios ocurrirán instantáneamente, en una fracción de segundo.
Siempre que nos enfrentamos al peligro es fácil ver cómo la gracia de Dios alcanza hasta la forma como fuimos creadas. Los atributos físicos que nos ayudan a protegernos del peligro son realmente un buen regalo, ¿o no? El diseño de Dios de nuestro cuerpo es impresionante, como lo dice el Salmo 139:14, “porque formidables, maravillosas son tus obras”. Dios nos ha dotado con estas habilidades físicas para que podemos sobrevivir en lo que a veces es un mundo peligroso.
Te habrás dado cuenta que dije que el temor es una reacción que sentimos al percibir el peligro. A propósito definí el temor de esa manera porque algunas veces nuestras mentes perciben o imaginan un peligro que realmente no está ahí. Todo el mundo ha experimentado la sensación de despertar de una pesadilla con el corazón latiendo rápido y respirando aceleradamente. En estos momentos, el peligro al que nuestro cuerpo está reaccionando está completamente en nuestra mente. A pesar de esto, nuestro cuerpo responde como si enfrentáramos una amenaza real. Como puedes ver, nuestras mentes sí afectan nuestros cuerpos de maneras muy poderosas— y Kathryn admitía esto.
El temor de Kathryn de vomitar en el centro comercial era irracional. Aunque su temor era infundado, su cuerpo no podía diferenciar entre las alarmas verdaderas y las falsas. Sólo respondía de la manera en que se suponía que debía hacerlo. No importaba que el peligro no se justificara. Siempre que iba al centro comercial tenía miedo de experimentar todos los cambios físicos a los que les tenía temor y esto la hacía sentir náuseas y la convencía de que probablemente perdería el control y se sentiría avergonzada. Como ves, realmente tenía miedo de tener temor.
Nuestros cuerpos no sólo responden al miedo equipándonos para evitar o atacar el peligro; también hay ocasiones en que los químicos de nuestro cuerpo actúan en nosotras de maneras más sutiles. Si estamos ocupadas atendiendo otro asunto o si estamos acostumbradas a movernos en altos niveles de estrés, a veces no nos daremos cuenta de lo cambios que se dan. No sabremos lo que está pasando en nuestros cuerpos hasta que pase algún incidente que los haga evidentes.
Disculpe, Mis Ansiedades Se Están Manifestando
Mi esposo Phil y yo vivimos en San Diego, California, una ciudad en la frontera de Estados Unidos y México. Hemos hecho muchos viajes a México y siempre me da miedo cruzar la frontera de México de regreso a Estados Unidos. En este punto fronterizo, tan cruzado en el mundo, las filas casi siempre son largas y la espera para llegar al punto de control es tanto tediosa como angustiosa.
En una ocasión en particular, cuando mi esposo y yo cruzábamos la frontera de vuelta a los Estados, ambos recibimos toda una sorpresa. Parte de la rutina que los oficiales de la Patrulla Fronteriza practican es preguntarles a los viajeros dos cosas: ¿Cuál es su nacionalidad? y ¿Qué trae de México? Ambos Phil y yo respondimos “Norteamericana” a la primera pregunta y entonces yo respondí “Fruta” a la segunda. ¡No se pueden imaginar nuestro susto a mi respuesta! La razón era porque no llevábamos ninguna fruta de México y sabíamos que cruzar fruta por la frontera era ilegal. Ambos sólo nos quedamos sentados ahí, horrorizados y sorprendidos, con nuestras bocas abiertas. Finalmente recuperé mi compostura y dije, “Quiero decir, nada.” Afortunadamente el oficial simplemente me miró como si estuviera loca y nos dio la señal para que pasáramos. Todo el camino a casa Phil me siguió observando de reojo— ¡creo que pensaba que él sabía dónde estaba la verdadera fruta!
En este incidente ligeramente divertido, no sabía qué tan miedosa y estresada me ponía al cruzar la frontera hasta que mis acciones me hicieron consciente de ello. Este incidente me abrió los ojos a mi nerviosismo innecesario en la frontera y también a mi ceguera hacia mi verdadero estado emocional.
El Círculo Vicioso
El temor no sólo afecta tu cuerpo y tu comportamiento, lo contrario también es cierto. Si eres una persona con una predisposición a reaccionar de forma temerosa, será más probable que experimentes los síntomas físicos del temor si bebes demasiada cafeína, consumes demasiada azúcar o no descansas o te ejercitas lo suficiente.4
Si por lo general te sientes estresada por tus responsabilidades o temerosa por tu vida, no te sentirás cómoda descansando y probablemente no te darás el tiempo para comer correctamente o ejercitarte. La incapacidad de relajarte o de dormir profundamente agudizará tu sensibilidad a la aprensión y al peligro provocando que se libere más adrenalina en tu cuerpo que, a su vez, puede causar incluso más problemas de sueño. Tomar cafeína para vencer la sensación de cansancio y pereza causada por la falta de sueño simplemente empeorará el problema.
Desde esta breve perspectiva general, puedes ver con qué facilidad el temor puede empezar un círculo vicioso de pensamientos fuera de control, respuestas físicas, imaginaciones y atención descuidada del cuerpo que sirven para traer más temor y agudizar las respuestas físicas. Es fácil ver cómo los resultados del temor pueden crear mayor temor, llevando a una total esclavitud.
El Temor Es Crónico
Juana, una mujer que luchaba con el miedo crónico, trabajaba como asistente de enfermera certificada en una casa de reposo de la zona. Como Kathryn, tenía una fe sólida en Dios y quería agradarlo. Vino para platicar conmigo porque estaba teniendo problemas en su trabajo. Se dio cuenta que cada vez que entraba al cuarto de un paciente gravemente enfermo, se sentía abrumada por el terror. Su cuerpo reaccionaba con síntomas como fuertes latidos, dolor de pecho, falta de aire y debilidad. Le aterraba desmayarse o atemorizar a su paciente o de alguna manera lastimarlo. Sentía que estaba fuera de control y pensaba que podía estarse volviendo loca. Podía decir que realmente disfrutaba su trabajo pero le daba miedo tener que cambiar de carrera. De hecho, sus problemas con algunos pacientes se habían vuelto tan graves que habían provocado resentimientos con otras enfermeras asistentes y conflictos con su supervisora.
Mientras analizábamos sus dificultades, dijo que había tratado de superar sus temores orando cada mañana y pidiéndole a Dios que la ayudara a no pensar en su miedo. No estaba consciente de ningún pensamiento de temor que desencadenara sus sentimientos de pánico; parecía que sólo salían de la nada.
El temor, como todo lo demás en la vida, puede volverse crónico. De hecho, se puede convertir en un hábito tan arraigado que realmente parece que sale de la nada. Las personas que han experimentado lo que comúnmente se conoce como ataques de pánico reportan sucesos repentinos de intensa ansiedad que parecen no tener ninguna base en sus pensamientos. Esta intensa experiencia puede parecer tan misteriosa y desconcertante que el temor a ella fácilmente se puede volver un factor que controle la vida de quien la padece.
Déjame ilustrarte cómo las respuestas emocionales pueden volverse crónicas.5 Piensa en el proceso de bajar las escaleras. Cuando usas las escaleras por primera vez estás consciente de cada escalón y miras con cuidado a dónde vas para no caerte. Pero si las escaleras se vuelven parte de tu rutina diaria, rápidamente desarrollarás el hábito de bajarlas sin pensar. Incluso puedes tener una conversación o llamar a alguien por tu celular mientras vas de un lado a otro por los escalones en los cuales una vez tuviste que concentrarte. Con el tiempo ni siquiera estarás consciente de ellos. De hecho, si eres deportista, los tomarás de dos en dos o de tres en tres al mismo tiempo. O incluso podrías sentarte en el barandal y deslizarte sólo por diversión.
Ahora, si en tu primer intento de bajar las escaleras hubieras imaginado lo que hubiera sido brincar desde arriba hasta abajo de un salto, entonces probablemente hubieras sentido temor y habrías desarrollado sentimientos de nerviosismo mientras realmente bajabas. Si tu temor hubiera persistido, podría haberse vuelto crónico. Aunque en tu mente sabes que tu temor es irracional, aun así, tendrá un efecto en ti por la manera en que has dejado que tu imaginación influencie tu percepción.
Ahora, en nuestro proceso de pensamiento, un ataque de pánico es como brincar del escalón de arriba al de abajo. En vez de considerar una situación paso por paso (como lo deberíamos hacer al bajar por las escaleras) rápidamente saltamos de nuestro pensamiento inicial al pánico descomunal.
Por ejemplo, Juana se sorprendió cuando recordó que la primera vez que había experimentado un sentimiento de pánico había sido cuando trataba de cuidar a su padre que estaba crónicamente enfermo y era demasiado demandante. Lo amaba y tenía miedo de desagradarlo o hacerle daño al darle la medicina equivocada. De joven respondía con miedo a las situaciones en las que tenía que cuidar a alguien. Al meditar en su niñez se percató de que había escogido la enfermería porque disfrutaba ayudar a otros y todavía albergaba inquietudes por cometer un error o que los demás la desaprobaran. No estuvo consciente de sus temores durante sus años de adolescente o universitaria, pero cuando regresó a cuidar a personas gravemente enfermas, respondió justo como lo había hecho de niña. Puedes ver cómo el temor de Juana, aunque irracional en su situación, tenía su origen en el pensamiento racional y la experiencia.
Mientras hablábamos, Juana recordó otra situación que parecía pertinente. Cuando por primera vez fue a trabajar a la casa de reposo donde le dieron empleo, de repente a uno de sus pacientes le dio un paro cardíaco. Juana respondió correctamente y le avisó a su supervisor, pero después recreó el incidente una y otra vez en su mente. La perseguían pensamientos como, ¿Y si el hombre hubiera muerto? ¿Y si el supervisor no lo hubiera podido ayudar? ¿Era yo la responsable de su problema? ¿Cómo podría alguna vez enfrentar a la familia de un paciente o a mí misma si el paciente moría? Estas preguntas, y otras como esas, plagaron sus pensamientos por varios días hasta que el incidente desapareció de su memoria. No fue sino hasta que comenzó a luchar con los ataques de pánico junto a la cama de sus pacientes que fue consciente del poderoso efecto que esta prematura experiencia había tenido en ella.
Las personas que sufren de ataques de pánico muchas veces reportan sensaciones similares. Parece que sin ninguna premeditación o advertencia el cuerpo comienza a bombear adrenalina. Eso hace que los ataques de pánico y ciertos tipos de fobias, como el miedo a las alturas o a los espacios cerrados, sean tan difíciles de entender. La mayoría de las víctimas no están conscientes de los pensamientos de predisposición que originan la sensación de temor. Sólo parecen venir de la nada. Sin embargo, en vez de ser terriblemente misteriosos, la verdad sobre los ataques de pánico y los temores es realmente fácil de entender. Las personas los experimentan porque han desarrollado un hábito. Cuando se encuentran en una situación dada, ni siquiera tienen que pensar en sus temores—sólo reaccionan. La mente trabaja tan rápida y habitualmente que mentalmente saltan del escalón más alto hasta el más bajo sin ningún esfuerzo. Esto, a su vez, los hace pensar que sus emociones están fuera de control o que se están volviendo locos. Entonces comienzan a tratar de evitar estas situaciones “fuera de control,” lo que permite que el hábito se vuelva más y más paralizador.
Algunas personas luchan con los temores en situaciones sociales. Temen que dirán o harán algo que parecerá tonto y por eso las evitan. Otros tienen temores a la enfermedad o a la muerte, mientras que otros tienen el temor de hablar con extraños o frente a grandes audiencias. Algunas personas evitan las relaciones íntimas, a pesar de que están solas y desean estar casadas, sólo porque tienen miedo de cometer un error o sentirse decepcionados. Existen tantas formas de temor como situaciones en la vida.
Los Rostros de Nuestros Temores
Como puedes ver, la predisposición de una persona para ser temerosa puede estar motivada por una combinación de factores. Primero, parece que algunas personas, por su personalidad básica, están más inclinadas en esta dirección que otras. En los próximos capítulos analizaremos con más detenimiento los factores de nuestra personalidad que nos hacen temerosas. Algunas personas parecen tener cuerpos sensibles que reaccionan de manera más extrema al temor o que están más conscientes de los cambios que ocurren en sus cuerpos.
La historia personal también juega un papel importante en la habilidad que una persona tiene para manejar los problemas de la vida. Si creciste con padres temerosos—una madre que siempre huía de las dificultades de la vida o un padre que se ocultaba— entonces probablemente seas más temerosa. Si creciste en un hogar donde existía un alto nivel de abuso o deshonra o donde sentías que nunca podías complacer a nadie, probablemente lucharás. Pero la historia de tu niñez no es la única historia importante que tienes. También tienes tus experiencias como adulto, que en algunos casos son más importantes que las que tuviste de joven. Por ejemplo, si te costó trabajo conseguir un empleo, entre más entrevistas sin éxito hayas tenido, más temerosa te volverás de conocer personas o intentar vender tus habilidades y, por lo tanto, tendrás más problemas para conseguir trabajo.