Read the book: «Negra oscuridad, misericordia gloriosa»

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«Siempre que mi amigo David Powlison ofrece consejos sobre cómo lidiar con las dificultades, yo escucho. Lejos de pronunciar clichés desde una posición cómoda, David toma anclas de las Escrituras y las fija firmemente a nuestro pensamiento, proporcionando pasos prácticos para abrazar al Dios de la Biblia, quien, por cierto, escribió el libro más importante acerca del sufrimiento. La sabiduría de David me ha ayudado a través de gran parte de mis años como cuadripléjica, y recomiendo Negra oscuridad, misericordia gloriosa ampliamente. Es una guía maravillosa para aquellos que, cada día, viajamos por el camino arduo y manchado de sangre hacia el Calvario».

Joni Eareckson Tada, fundadora, Joni and Friends International Disability Center

«Algunas veces navegar entre los consejos de los demás cuando nos encontramos en medio del sufrimiento puede ser una prueba adicional. Powlison disipa todo eso al dar a los lectores el evangelio —mostrándoles el firme cimiento de la Palabra. Él pone la brújula de la Palabra de Dios en nuestras manos temblorosas y nos apunta al verdadero norte: Cristo mismo».

Gloria Furman, co–editora, Word–Filled Women’s Ministry; autora,The Pastor’s Wife [La esposa del pastor]

«Tierno, refrescante y profundamente bíblico, Negra oscuridad, misericordia gloriosa es un vaso de agua fría para los que están en el desierto del sufrimiento. Desde la perspectiva de un compañero en el sufrimiento y un consejero sabio, Powlison nos guía amablemente a encontrar la bondad de Dios, Su gracia y Su presencia reconfortante en nuestro dolor. Vemos cómo Dios está trabajando en nuestras pruebas y cómo puede obtener oro de nuestras aflicciones. Mi libro está lleno de anotaciones y sé que consultaré esta obra una y otra vez».

Vaneetha Rendall Risner, autora,The Scars That Have Shaped Me: How God Meets Us in Suffering [Las cicatrices que me han formado: Cómo Dios nos encuentra en el sufrimiento]

«Ya que David Powlison entiende que “el verdadero bien en nuestras vidas a menudo emerge en el crisol de sufrimientos considerables”, él es capaz de guiarnos en un taller sobre el sufrimiento y la gracia de Dios. Y eso es exactamente Negra oscuridad, misericordia gloriosa — un taller en el cual Powlison nos lleva a través de las Escrituras, el himno “Cuán firme cimiento”, y nuestras experiencias (y las suyas), para que veamos la bondad de Dios y busquemos la gracia de Dios en y a través de nuestro sufrimiento».

Juan R. Sanchez, Pastor, High Pointe Baptist Church, Austin, Texas; autor,1 Pedro para ti y Siete amenazas que enfrenta toda iglesia

«Este es un libro corto que está lleno de sabiduría bíblica para la vida real. Mi anhelo es colocar este libro en las manos de aquellos que encuentran difícil conectar las promesas de la Biblia con la realidad dolorosa de la vida en este mundo de una manera que traiga paz».

Nancy Guthrie, autora,Hearing Jesus Speak into Your Sorrow [Escuchando a Jesús hablar en tu dolor]

«¡Sí, y amén! David Powlison une el sufrimiento con el poderoso y tierno Dios que está con nosotros en nuestros sufrimientos y en Quien estos tienen significado y propósito. Encontrarás un panorama general que te infundirá esperanza y ánimo, así como pequeñas perlas de sabiduría que querrás pegar en la pared para meditar y considerar. Como siempre, David lo hace de manera práctica, personal y “ordinaria”. ¡Si vives en este mundo caído, querrás leer este libro!».

Elizabeth W. D. Groves, profesora de Antiguo Testamento, Westminster Theological Seminary; autora,Grief Undone [Aflicción deshecha] y Becoming a Widow [Convirtiéndose en viuda]

Publicado por:

Publicaciones Faro de Gracia

P.O. Box 1043

Graham, NC 27253

www.farodegracia.org ISBN: 978-1-629462-67-7

Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por Crossway para traducir e imprimir este libro, God´s Grace in Your Suffering, al español

God´s Grace in Your Suffering Copyright © 2018 by David Powlison Published by Crossway a publishing ministry of Good News Publishers Wheaton, Illinois 60187, U.S.A. This edition published by arrangement with Crossway. All rights reserved. © Traducción al español por Anna Lopez, Copyright 2020 por Faro de Gracia. Todos los Derechos Reservados.

Edición por Paula Bautista. El diseño de la portada y las páginas fue realizado por Francisco Adolfo Hernández Aceves.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio –electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro –excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.

Las citas marcadas por un asterisco son la traducción del autor. Las itálicas en las citas de la Escritura indican un énfasis añadido.

© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Todos los derechos reservados.



A los hombres y mujeres con quienes tengo el privilegio de trabajar en Christian Counseling & Educational Foundation. Su fe, amor, sabiduría y talentos significan mucho para mí personalmente. Ustedes dan riquezas al cuerpo de Cristo. Ustedes se dan a sí mismos. Gracias.

Y te suplicamos muy humildemente que, por Tu bondad, oh Señor, consueles y socorras a todos aquellos que, en esta vida transitoria, se hallan angustiados, tristes, necesitados, enfermos o en cualquier otra adversidad.

Libro de oración común

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el

cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para

que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.

2 Corintios 1:3–4

Contenido

INTRODUCCIÓN

1 TU SUFRIMIENTO ES IMPORTANTE

2 CUÁN FIRME CIMIENTO

3 ESCUCHA BIEN

4 YO ESTOY CONTIGO

5 ESTOY CONTIGO POR UN PROPÓSITO

6 MI PROPÓSITO AMOROSO ES TU TRANSFORMACIÓN

7 VOY A DEMOSTRARTE MI AMOR HASTA EL FINAL DE TU VIDA

8 NUNCA TE DEJARÉ

CODA

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INTRODUCCIÓN

Job, su esposa, y sus tres amigos coincidían en dos cosas. Nuestra vida aquí es «corta de días y llena de turbaciones» (Job 14:1 LBLA), y la mano de Dios está íntimamente involucrada en nuestras dificultades. Pero el conflicto y la confusión se apoderaron de ellos cuando trataron de explicar exactamente cómo se conectan Dios y las dificultades.

Ellos discutieron la causa de los problemas de Job; nadie entendía el trasfondo del drama cósmico. Discutieron acerca de lo que Dios estaba haciendo; nadie entendía que Dios tenía propósitos de bien más allá de la comprensión humana y que Él no estaba castigando a Job. Discutieron sobre la validez de la fe y fidelidad que Job profesaba; nadie entendía que Job era un creyente genuino y a la vez una obra en progreso. Y ellos discutieron acerca de quién necesitaba hacer qué en respuesta a la aflicción; nadie entendía que el Señor aparecería, y que sería Él quien haría las preguntas, que Sus propósitos se cumplirían. El Señor mismo describió a Job como un «varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal» (Job 1:8). Pero ¿quién podría haber predicho la travesía tempestuosa que comprobó ese hecho?

Miles de años después, los humanos seguimos viviendo poco y seguimos sufriendo mucho. Y nuestros problemas aún nos dejan perplejos. ¿Por qué me está pasando esto? ¿Dónde está Dios? ¿Qué está haciendo? ¿Cómo es la fe? ¿Cómo se revela el Señor? ¿Por qué es tan tempestuosa la travesía?

Y ¿qué impacto tiene el hecho de que entre las aflicciones de Job en aquel entonces y tus aflicciones ahora, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros? Job dijo:

Yo sé que mi Redentor vive,

Y al fin se levantará sobre el polvo;

Y después de deshecha esta mi piel,

En mi carne he de ver a Dios;

Al cual veré por mí mismo,

Y mis ojos lo verán, y no otro,

Aunque mi corazón desfallece dentro de mí. (Job 19:25–27)

El Redentor de Job vino a él al fin. El Señor respondió desde un torbellino, y Job dijo: «Ahora mis ojos te ven» (Job 42:5). Pero nosotros vemos aún más claramente. Desde donde estamos, vemos a Jesucristo. Vemos más del Redentor. Vemos más de cómo lo hizo. Decimos más de lo que Job podía decir: «Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo» (2 Corintios 4:6). Nosotros vemos. Pero nuestras vidas siguen siendo cortas y llenas de sufrimiento.

Este es el interés principal del libro que sostienes. Cuando enfrentas problemas, pérdidas, discapacidad, y dolor, ¿cómo es que el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo se encuentra contigo y te consuela? ¿Cómo es que la gracia y la bondad te alcanzan, te tocan, trabajan contigo y te acompañan a través de aguas profundas? Probablemente ya sabes algo de la «respuesta correcta». Considera tres verdades contundentes.

Primero, es obvio tanto a partir de la Escritura como de la experiencia, que Dios nunca establece una zona completamente libre de problemas. Él nunca promete que tu vida será fácil, segura, pacífica, saludable y próspera. Por el contrario, tú y yo sin duda experimentaremos peligros, dificultades, turbaciones, enfermedades y pérdidas. Y algunos de los hijos amados de Dios tienen vidas particularmente llenas de dolor físico, pobreza, traición, aislamiento y pérdida. Para todos nosotros, la muerte es la aflicción final inminente e inevitable. Somos como lirios en el Valle de la Muerte después de la lluvia. Florecemos por un momento. Luego el viento pasa sobre nosotros, y ya no estamos, y no queda rastro. Esa es la descripción de los benditos y amados hijos de Dios de acuerdo con el Salmo 103:15–16. Y, por supuesto, la gente apartada de Dios también vive vidas cortas y llenas de turbaciones. No podemos reconocer si alguien tiene o no el favor de Dios observando qué tan tormentosa es su vida.

Segundo, es obvio tanto a partir de la Escritura, como de la experiencia, que también recibimos alegrías y buenas dádivas de la mano de Dios. El lirio es hermoso en su temporada. La mayoría de las personas experimentan algo bueno —cuidado familiar tal vez, y pan diario, festejos ocasionales, buena salud en cierta medida, amigos y compañeros, momentos de belleza, la oportunidad de llegar a ser buenos en algo, amor comprometido, la risa de los niños, trabajo bien hecho, el placer inocente de descansar después del trabajo, y quizá un sueño reparador. No hay garantías para ningún bien terrenal, pero todas las buenas dádivas pueden ser disfrutadas con gratitud.

Algunas personas parecen ser bendecidas de manera extraordinaria con alegrías temporales. Job disfrutó de bendiciones excepcionales al principio y al final de su vida — Satanás había acusado al Señor de darle a Job una vida cómoda para comprar su fe. Y personas arrogantes, en conflicto con Dios y llenas de autosuficiencia, también pueden disfrutar de una vida fácil con buena salud, riquezas en aumento y la admiración de otros. Así es como el Salmo 73:3–12 describe a las personas que florecen aún cuando menosprecian al Señor. No podemos reconocer si alguien tiene o no el favor de Dios observando qué tan fácil o libre de problemas es su vida.

Tercero, es obvio a partir de la Escritura —y puede llegar a ser muy manifiesto en la experiencia— que Dios habla y obra a través de la aflicción. Como dice C. S. Lewis: «Dios nos susurra en nuestros placeres, nos habla en nuestra conciencia, pero nos grita en nuestro dolor: ese es Su megáfono para despertar a un mundo sordo».1 El propósito de este libro es anclar tu experiencia más profundamente en la bondad de Dios. El sufrimiento revela lo genuino de la fe en Cristo. Y el sufrimiento produce fe genuina. Por ejemplo, cuando luchas bajo la aflicción, los Salmos se vuelven reales. La fe verdadera se profundiza, se hace más brillante y crece en sabiduría. Creces en tu conocimiento de Dios. Cuando eres un creyente genuino, eres y seguirás siendo una obra en progreso.

El sufrimiento es tanto la prueba de fuego como el catalizador. Revela y forma la fe. También expone y destruye la fe falsa. Las aflicciones exponen esperanzas ilusorias puestas en dioses imaginarios. Esa desilusión es algo bueno, una gran misericordia. La destrucción de lo que es falso nos invita al arrepentimiento y a creer en Dios como Él verdaderamente es. El sufrimiento trae un anticipo de la pérdida de todas las cosas buenas para aquellos que no profesan fe en el único Salvador del mundo, el regalo inexpresable de Dios, el Dador de Vida. La aflicción incita a la incredulidad. Y posteriormente a la amargura, la desesperanza, la adicción, ilusiones cada vez más desesperadas, o una autosatisfacción cada vez más mortal —o hacia una reconsideración de lo que perdura. El perder aquello para lo que estás viviendo, cuando esos tesoros son vanidades, nos invita a un arrepentimiento profundo. Podemos reconocer si una persona tiene o no el favor de Dios al observar cómo responde a la aflicción.

La mano de Dios está íntimamente involucrada en nuestros problemas. Cada día te traerá «su propio mal» (Mateo 6:34). Algunas dificultades son ligeras y momentáneas —delante de ti hoy y olvidadas mañana. Otras pruebas duran una temporada. Algunos problemas reaparecen y abaten cíclicamente. Otras aflicciones se vuelven crónicas. Algunos dolores se agravan continuamente, trayendo tristeza y discapacidad a tu vida de manera progresiva. Y otros sufrimientos llegan y marcan un fin inexorable —la muerte de un sueño, la muerte de un ser querido, tu propia agonía y muerte. Pero cualquier cosa que debas enfrentar cambia a la luz de la resurrección de Jesucristo y la promesa de que tú, también, vivirás. La fe puede crecer. Puedes aprender a decir con todo tu corazón y junto con la gran nube de testigos: «No desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria» (2 Corintios 4:16–17). Podemos aprender a decirlo y decirlo sinceramente, porque es verdad.

Si eres alguien que se ha tomado en serio el libro de los Salmos, si has meditado en la segunda mitad de Romanos 8,si has estudiado el libro de Job, si has dejado que 1 Pedro penetre tu mente, entonces ya conoces la esencia de cómo obra la gracia de Dios en las pruebas. Pero siempre hay nuevos retos. La sabiduría para enfrentar el sufrimiento correctamente es como el maná —tienes que recibir sustento cada día. No lo puedes acumular, pero sí llegas a familiarizarte con la forma de ir a buscarlo y encontrar lo que necesitas para hoy.

¿Cómo va Dios a conectar tus sufrimientos con Su gracia? Puede que conozcas la respuesta correcta en teoría. Puede que la hayas conocido de primera mano en algunas situaciones difíciles. Y aún así, te darás cuenta de que no conoces a Dios lo suficientemente bien o de la forma exacta que necesitas para enfrentar la próxima cosa que aparezca en tu camino.

Tomamos la respuesta difícil de Dios y la hacemos sonar como una respuesta trillada y superficial. Él nos responde en un proceso largo y lento, pero nosotros queremos una solución rápida. Su respuesta insiste en ser experimentada a lo largo del tiempo y en los detalles. Nosotros actuamos como si solo por decir las palabras correctas se resolvieran las cosas. La respuesta de Dios implica transformarte en un tipo de persona diferente. Pero nosotros actuamos como si alguna verdad, principio, estrategia o perspectiva pudiera simplemente incorporarse a la persona que ya somos. Dios personaliza Su respuesta a los corazones con una flexibilidad sorprendente. Pero nosotros la convertimos en una fórmula: «Si solamente crees x. Si solamente haces y. Si solamente recuerdas z». Ninguna verdad importante se reduce a una afirmación con la palabra «solamente».

La respuesta correcta puede sonar predecible, pero te garantizo esto: Dios te sorprenderá. Él te hará detenerte. Él te hará luchar. Él te hará cambiar de dirección abruptamente. Te dolerá. Él se tomará Su tiempo. Crecerás en amor y en fe. Él te deleitará profundamente. Verás que el proceso es más difícil de lo que jamás imaginaste—y mejor. El bien y la misericordia te seguirán todos los días de tu vida. Al terminar el largo camino llegarás a casa finalmente. No importa cuántas veces lo hayas escuchado, no importa cuánto tiempo lo hayas sabido, no importa qué tan bien lo sepas decir, la respuesta de Dios significará algo mucho mejor de lo que jamás te hayas podido imaginar.

Él contesta dándose a Él mismo.2

1
TU SUFRIMIENTO ES
IMPORTANTE

Piensa en este libro como un taller. Adéntrate en la historia y vas a sacarle más provecho. La Escritura está diseñada para tratar cualquiera y cada una de las dificultades que enfrentamos en la vida. Así que pon tus problemas sobre la mesa. Escucha cómo nuestro Señor nos invita a hablar de manera personal.

En esencia, Jesús dice: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33). Vivimos en cuestiones específicas, no en generalidades. Estás invitado a venir honestamente con tus aflicciones particulares.

Santiago dice que te hallarás «en diversas pruebas» (Santiago 1:2). Estos son los lugares exactos donde el Señor desarrollará constancia y profundidad en tu fe. En la aflicción descubres que careces de sabiduría. Entonces pides sabiduría. Y Dios te da gratuitamente lo que necesitas.

Pedro dice que eres «afligido en diversas pruebas» (1 Pedro 1:6). Pero en Cristo se te ha dado algo incorruptible. Dios promete guardarte con Su poder y hacer tu fe más genuina y verdadera cuando pases por el fuego.

Pablo dice que nuestro Padre y nuestro Señor Jesucristo nos consuelan en «todas nuestras tribulaciones» (2 Corintios 1:4). Nuestros problemas se encuentran cubiertos por esa promesa. Dios te consolará y te fortalecerá, dándote una capacidad creciente para ayudar a otros en cualquier tribulación que enfrenten.

David ora para sí mismo:

Mírame, y ten misericordia de mí,

porque estoy solo y afligido.

Las angustias de mi corazón se han aumentado;

sácame de mis congojas. (Salmo 25:16–17)

Y luego ora por todos los hijos de Dios:

Redime, oh Dios, a Israel

de todas sus angustias. (Salmo 25:22)

Estás invitado a traer tus necesidades, tus problemas, tus aflicciones, tu soledad al corazón de la gracia y la liberación de Dios.

Todas estas voces hablan a partir de experiencias como las tuyas—diferentes en los detalles, pero igualmente difíciles. Así que trae tu propia historia a lo que vamos a examinar juntos.

¿Cuál es el sufrimiento más difícil que has experimentado en el pasado?

¿Qué es lo más difícil a lo que te estás enfrentado ahora?

¿Qué te da miedo tener que enfrentar algún día?

Piensa en ello y sé específico. Escribe en los márgenes de estas páginas. Sigue pensando cuando hayas cerrado el libro. Ora por ello. Habla de ello con tu mejor amigo mañana. Medita en ello mientras caminas. El título de este libro es intencional. No vamos a hablar del tema general de Dios y el sufrimiento. Consideraremos cómo la gracia de Dios entra directamente a tu sufrimiento.

No te apresures. Saca un lápiz o una pluma. Tómate cinco o diez minutos —o más, lo que sea necesario para ser honesto.

¿En qué área estás batallando para encontrarle sentido a las cosas?

¿En qué necesitas ayuda?

¿En qué necesitas sabiduría?

¿En qué necesitas valor?

¿En qué necesitas misericordia?

¿En qué necesitas protección?

¿En qué necesitas fuerza?

Los regalos de la gracia de Dios son perfectos para tus necesidades. ¡Tú eres responsable de la mitad de este libro! Si haces bien tu parte, esa será la mejor mitad.

Déjame incentivarte a pensar en términos más amplios. Quizá un evento catastrófico vino a tu mente. Pero mientras sigues pensando, tal vez algo más aparece en tu consciencia. Quizá el momento crítico no ha sido tan determinante como una relación difícil y decepcionante que duró un largo tiempo. Hay muchos tipos de sufrimiento. A veces algo aparentemente pequeño es el laboratorio perfecto para crecer en la gracia. Tu Redentor te invita a considerar cualquier situación difícil, pequeña o grande, y analizarla en lo personal. Ninguno de nosotros sufre en lo general. Cada uno sufre en modos particulares. Puedes poner esos particulares sobre la mesa.

Aquí hay otra forma de verlo. ¿Qué te ha marcado? Más específicamente, ¿qué te ha marcado para bien? El verdadero bien en nuestras vidas a menudo emerge en el crisol de sufrimientos considerables. Jesús mismo «por lo que padeció aprendió la obediencia» (Hebreos 5:8). La fe y el amor brillan más clara, simple y valientemente en un lugar oscuro.

Y, ¿qué te ha marcado para mal? Nuestros pecados habituales emergen en reacción a la traición, pérdida o dolor. Al ser golpeados por algún mal, descubrimos males que operan en nuestros propios corazones. Nos sentimos rencorosos, ansiosos, abrumados, confundidos, desesperados —o ¡todas las anteriores!

Quizá lo más frecuente es que tanto el bien como el mal salgan de nosotros. Una prueba saca lo peor, y Dios saca lo mejor al encontrarse contigo y trabajar contigo. Por eso el salmista escribe:

Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra. (Salmo 119:67)

La aflicción en sí misma no es buena, pero lo que Dios hace es muy bueno, trayendo al ignorante y extraviado de regreso a casa. La dependencia constante en el Señor es uno de los frutos más hermosos del Espíritu. Y solo puedes dar ese fruto cuando has vivido algo difícil.

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