El poder del pensamiento evolutivo

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El poder del pensamiento evolutivo
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Índice

El Sendero

I - En el principio

II - La verdad es simple

III - Yo estoy en Todo

IV - Así como es adentro es afuera

V - El poder de decidir sobre sí mismo

VI - Dios es el Universo mismo

VII - Que la Paz sea contigo

VIII - El Amor Construye

IX - Infinitos Mundos

X - El campo Magnético

XI - Toda información captada

XII - Saber orar

XIII - Somos entes energéticos

XIV - Comunicación Corazón-Cerebro

XV - El mundo invisible y el mundo visible

XVI - La inspiración

XVII - La oración

XVIII - La necesidad y el movimiento

XIX - Todo se mueve para mayor beneficio

XX - Para pensar

XXI - Saber pensar es saber actuar

XXII - La imagen y semejanza

XXIII - Solo atraigo lo que ya poseo

XXIV - Lo semejante atrae a lo semejante

XXV - Somos dioses en cuerpos de bestias

XXVI - El lenguaje oculto que vive en todos

XXVII - Oración para atraer el bien cotidianamente

XXVIII - Oración para bendecir

XXIX - Oración para la evolución

XXX - Invocación

El pensamiento evolutivo

El poder

del pensamiento evolutivo

El poder

del pensamiento evolutivo

Daniel Marcelo Godoy


© de esta edición, Daniel M. Godoy

Buenos Aires, Argentina

Director Editorial: José Marcelo Caballero

Colaborador: Javier Valentín Espósito

ISBN - 978-987-47607-7-7

Primera edición ilustrada 2021

Diseño de tapa: Mercedes Dejar

Diseño de interior: Maitreya Design

Reservados todos los derechos.

Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, transmitida por un sistema de recuperación, en ninguna forma ni por ningún medio, sin el permiso expreso por escrito del autor.

Impreso en Argentina

Printed in Argentina

El Sendero

Entonces caminé por un sendero de piedras y espinas, pero mis ojos miraban al sol naciente en el horizonte infinito y mi espíritu bebía del agua que el camino ofrecía a mis preguntas


Yo no sabía quién era. La incertidumbre increíble de sentirme nada, el terror de no ser, la nube gris que nublaba mi yo, el afán de seguir, la mirada sin vida del mundo que giraba (que gira), siempre igual, sin respuestas; esclavos del miedo, del dolor, del no puedo. Pero yo caminaba…

De pronto quise que las espinas del camino no lastimaran mis pies, entonces las heridas cicatrizaron y por un momento nada hacía imposible mi marcha, ni las espinas que seguía pisando. Entonces el dolor al verse vencido envió al fantasma del miedo…

El sol había recorrido su invariable camino a través de la jornada y las sombras de la noche ponían barreras en mi camino para que no avanzara. Y los monstruos en la oscuridad amenazaron con matarme si seguía. Mi deseo era que el sol naciera nuevamente y que nunca volviera a oscurecer; pero los monstruos seguían aquí, allí, allá, burlones, creídos, amenazantes…enemigos sin causa. Y como yo tampoco tenía causa alguna para ser enemigo, al pasar junto a uno de ellos le dije: “¡salud hermano!”…fue un instante solamente, una luz más brillante y más cálida que la del sol y con destellos de eternidad iluminó mi marcha.

De pronto comencé a cansarme, había recorrido un largo trecho desde que partí; y faltaba tan poco…y quería llegar.

El “NO PUEDO” estaba sentado a la vera del camino, sonriéndome, invitándome a quedarme, a no seguir, ofreciéndome refugio. Estaba cansado, entonces me ofreció confort en un mullido lecho de mentiras azules y NO SEGUIR, entonces el “YO QUIERO” me observó desde su lugar en el camino, señaló una meta sin promesas sobre la cumbre que se divisaba al final del sendero. “EL NO PUEDO” agregó a su lecho azul gran cantidad de piedras brillantes, irresistibles ilusiones de colores… pero ilusiones al fin, tendió a mi alrededor sensaciones corporales y materiales…sólo eso, sensaciones al fin. Quise seguir en busca de algo verdadero, que perdurara, el “YO QUIERO” ya había seguido por el camino. Quise alcanzarlo y el cansancio desapareció. En ese instante el espíritu del “NO PUEDO” se desvaneció junto con sus ofrendas.

Llegando a la cumbre divisé una áurea figura sin tiempo…se adelantó a mí y como saludo dijo: “yo soy tú, desde antes, desde ahora, desde siempre para siempre”. Y desde entonces yo fui conmigo y el TODO en la NADA fue en mí.

Daniel Marcelo Godoy

Escuela de Ciencias del Pensamiento

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