Read the book: «Orar por el rebaño»
Elogios para Orar por el rebaño
Es común que la oración sea posiblemente la disciplina más difícil de mantener en la vida cristiana de un pastor. La actividad ministerial, la prisa de nuestra cultura, y la invasión de las redes sociales, junto con el reconocimiento por parte de nuestro enemigo del lugar primordial que ocupa la oración en el avance del reino del Señor Jesús, hacen que cualquier intento sincero de ser un pastor devoto sea un campo de batalla. Por lo tanto, debido a que está tan basado en las Escrituras y en la experiencia pastoral de los autores, este libro es muy oportuno. Así como un viajero del desierto que encuentra un manantial situado en un lugar oportuno, ¡ven y bebe de la abundante sabiduría oportuna que aquí se encuentra!
Michael Haykin, profesor de Historia de la Iglesia y Espiritualidad Bíblica, y director del Andrew Fuller Center for Baptist Studies en el Southern Baptist Theological Seminary
Esta es una pequeña joya de libro, y hay libros pequeños que pueden tener un gran impacto. Todos los creyentes saben que debemos orar más y desear orar más. Brian Croft y Ryan Fullerton, dos pastores veteranos, avivan el fuego de la oración mostrándonos la centralidad de la oración a partir de las Escrituras. La oración revela nuestra confianza en Dios y nuestro deseo por Él. Aquí podemos encontrar consejos prácticos y concretos con respecto a la oración. Este libro es convincente y alentador, y merece ser leído por muchas personas.
Thomas R. Schreiner, Profesor James Buchanan Harrison de Interpretación del Nuevo Testamento en el Southern Baptist Theological Seminary
Como pastores, nosotros no podemos cambiar los corazones de las personas a las que pastoreamos. Pero Dios puede. Dios nos llama a hablar con Él acerca de ellos. Él ha escogido usar nuestras oraciones para lograr cambios poderosos en las vidas de aquellos que están en nuestras iglesias. En este libro, Brian Croft y Ryan Fullerton desafían, animan, e instruyen a los pastores para que se involucren enérgicamente en el privilegio y la responsabilidad de orar por las personas de nuestras iglesias.
John Crotts, pastor de Faith Bible Church, en Sharpsburg, Georgia, y autor de Loving the Church: God’s People Flourishing in God’s Family [Amando a la Iglesia: El pueblo de Dios floreciendo en la Familia de Dios]
Otros libros en la serie Pastoreo PrácticoPrepáralos para pastorearVisita a los enfermosConducir funerales centrados en el evangelioConsolar a los AfligidosReunir al Pueblo de DiosOrar por el Rebaño
Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org
ISBN 978-1-629462-89-9
Originally published in English in the U.S.A. under the title :Pray for the Flock: ministering God´s grace through intecession. Copyright © 2014 by Brian Croft and Phil Newton. Previously published in 2011 by Day One Publications under the same title. Spanish edition © 2021 by Publicaciones Faro de Gracia with permission of Zondervan, 3900 Sparks Dr. SE, Grand Rapids, Michigan 49546. All rights reserved. Represented by Tyndale House Publishers, Inc.
©2021 Publicaciones Faro de Gracia. Traducción al español realizada por Victor Velasco; edición de texto, diseño de la portada y las páginas por Benjamin Hernandez. Todos los Derechos Reservados.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro— excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.
©Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina–Valera ©1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión. Utilizado con permiso.
Ryan: A mi amada, Christy,
quien ora con “el don de fe”
Brian: A mi amada, Cara, quien ora con una
profunda sinceridad que a mí me gustaría tener
algún día
Contenido
Prólogo escrito por Don Whitney
Introducción (BRIAN CROFT)
PARTE 1: ¿QUÉ ENSEÑA LA BIBLIA? (RYAN FULLERTON)
Capítulo 1: Un llamado a la oración
Capítulo 2: Entendiendo la intercesión (Brian Croft)
Capítulo 3: La oración y la Palabra
Capítulo 4: La oración y la fe
Capítulo 5: La oración y la experiencia
Capítulo 6: La oración y los obstáculos
PARTE 2: LA PRÁCTICA DE LA ORACIÓN
Capítulo 7: Ora deliberadamente: oración intencional por cada persona
Capítulo 8: Ora públicamente: oración corporativa en reuniones públicas
Capítulo 9: Ora pastoralmente: orando con compañeros pastores
Capítulo 10: Ora globalmente: orando más allá de tu Iglesia local
Capítulo 11: Ora sacrificialmente: combinando oración y ayuno
Capítulo 12: Ora ocasionalmente: orando en ocasiones especiales
Conclusión (Brian Croft)
Agradecimientos
Apéndice 1: Ejemplo de guía de intercesión (Bryce Butler)
Apéndice 2: Reflexiones sobre mi ayuno de 40 días (Ryan Fullerton)
LAS PERSONAS SABEN lo que hace un doctor. Debido a que pueden ver y sentir los beneficios del trabajo de un médico profesional, ellos están dispuestos a pagarle bien a un doctor por sus servicios. Por lo general, la gente sabe lo que hace un mecánico, un fontanero, un asistente de vuelo, un vendedor, y un maestro.
Pero gran parte del trabajo de un pastor es desconocido para muchos. Incluso los laicos más cercanos a su pastor a menudo no conocen los aspectos básicos de su día, lo único que saben es que el pastor se prepara para el sermón y da algunas sesiones de consejería. Tú sabes que tu pastor tiene jornadas largas de trabajo; pero ¿podrías describir con certeza de qué manera ocupa la mayoría de sus horas de trabajo? Probablemente no.
Es verdad, la preparación para el sermón por lo general ocupa la mayor parte del tiempo de un pastor durante la semana. Pero incluso en esa área, el tiempo requerido puede sorprender a aquellos que están más conscientes de los horarios de su pastor. Muchos suponen que debido al conocimiento que su pastor tiene de la Biblia y a sus dones para hablar en público, su preparación para predicar debe ser una tarea fácil y rápida. Pero la verdad es que los hombres dedicados a la predicación expositiva de la Palabra de Dios por lo general dedican de quince a veinte horas, o en ocasiones más, cada semana para cumplir con esa tarea.
Al mismo tiempo, los pastores de Dios no sólo alimentan a sus ovejas; también las protegen a través de la oración. Los pastores fieles, lejos de la vista del rebaño, a menudo pasan mucho tiempo intercediendo por ellos delante del Padre. Ahí, ellos derraman sus almas para que Cristo sea formado en cada miembro del rebaño (Gálatas 4:19), “a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” (Colosenses 1:28). Ahí, ellos lloran por los que retroceden, se afligen por los conflictos, claman por la bendición de Dios sobre la iglesia, y suplican por la salvación de los perdidos.
El tipo de pastor que Jesús describió como “el asalariado, y que no es el pastor” (Juan 10:12) puede hacer las obras públicas necesarias para recibir un cheque como pago, pero los verdaderos pastores aman al rebaño de Dios. Los verdaderos pastores aman al rebaño cuando están presentes con ellos, y aman al rebaño cuando no están presentes con nadie más que con Dios. Y una de las formas en las que muestran este amor es llevando sus necesidades (conocidas y desconocidas, tangibles y espirituales, individuales y congregacionales) a Jesús el Buen Pastor en oración. Así es como actúan los dos pastores que escribieron este libro, mis amigos Brian Croft y Ryan Fullerton. De manera que, sabemos que los pastores fieles oran por el rebaño, pero ¿cómo oran exactamente? o, mejor dicho, ¿cómo deberían orar? Orar por el Rebaño nos ayudará a responder esa pregunta.
Este libro es esencialmente una teología pastoral de la oración. Está dividido en dos secciones, en las cuales se combinan los aspectos teológicos y prácticos de la oración por el pueblo de Dios. Aquí encontrarás instrucciones bíblicas con respecto a la oración, y también encontrarás ayuda para organizar tu oración pastoral en lugar de orar aleatoriamente por el rebaño. Aquellos que son nuevos en el ministerio pastoral o que se están preparando para ser ministros se darán cuenta de que es un libro particularmente útil.
En pocas palabras, Orar por el Rebaño, el cual fue escrito por dos pastores que son hombres de oración, te enseñará acerca de la oración por el pueblo de Dios. Si te encuentras en el ministerio pastoral, querrás considerar este libro. Si eres miembro de una iglesia, considera la opción de regalarle este libro a tu pastor. Los creyentes deberían sentirse bendecidos al saber que un pastor ora por ellos personalmente de esta manera. Para mí, eso es una gran bendición.
Don Whitney
LA ORACIÓN ES el aspecto más difícil de mantener en el ministerio pastoral. Cuando me convertí en pastor principal, mi vida y mi ministerio de repente se volvieron muy ajetreados (con más ocupaciones de las que había tenido antes). Yo sabía cuál era mi llamado; y sabía qué era lo que debía hacer. Sin embargo, semana tras semana, veía que las cosas que se suponía que tenía que hacer se apretaban dentro de mi agenda debido a las urgentes demandas de mi tiempo. Y la tarea que parecía apretarse cada vez más era la oración.
No estoy solo en esta lucha. La oración requiere tiempo. Y por lo general, la oración es mucho más fructífera cuando se realiza en un lugar tranquilo, sin interrupciones ni distracciones. Pero probablemente las necesidades de oración de la gente no son las que ocupan gran parte de tu tiempo de oración. Si fallas en tu tarea de orar, nadie se dará cuenta. Y apartar tiempo para orar requiere de intencionalidad y planificación. Así que, en medio del ministerio, con gente que quiere tu tiempo y tu atención, además de muchas tareas urgentes que cumplir, es fácil descuidar el tiempo de oración.
Un pastor sabe que predicará cada siete días, sin importar cuán apretado sea el resto de su horario. El sermón debe estar listo sin importar lo que pase, por lo tanto, los pastores siempre apartan un tiempo específico para eso. También hay personas enfermas en el hospital, cuyo sufrimiento no puede ser ignorado. Esas prioridades tienen un gran peso sobre tu conciencia, así que, incluso cuando estés muy ocupado, encontrarás tiempo para atenderlas. La gente muere inesperadamente, y el pastor le dará prioridad a la familia y a la funeraria mientras hacen planes para el funeral. Las reuniones del personal de la iglesia, las reuniones con los ancianos y los diáconos, y otras reuniones del comité se planifican con antelación, y se convierten en prioridades predeterminadas en la agenda de un pastor. Como pastor, no puedes faltar a una reunión, porque otras personas dependen de que estés presente para que ejerzas tu liderazgo.
Pero en el caso de la oración las cosas no son así.
La oración puede llegar a tener un peso sobre tu conciencia, pero nadie te va a hacer recordatorios ni quejas. Las personas por las que no oras no están conscientes de que están siendo olvidadas en tus oraciones. Las peticiones de oración pueden ser parte de tu lista de actividades por un día, pero fácilmente pueden ser olvidadas a medida que enfrentas demandas más urgentes. Muchos pastores, incluido yo, pueden ir semana tras semana descuidando la oración por la iglesia. Al principio, podemos escuchar una suave voz que nos recuerda nuestra responsabilidad de orar por ellos, pero poco a poco esa voz se desvanece y se pierde entre el ruido de la vida ocupada y el ministerio. Y si pasa suficiente tiempo, estos recordatorios (e incluso el deseo de orar) tarde o temprano desaparecerán. Irónicamente, un pastor puede estar tan ocupado esforzándose por cuidar a su gente que nunca se toma un tiempo para orar por ellos.
Y nosotros sabemos que eso no está bien. Nuestra falta de oración revela una falta de fe, y exhibe el hecho de que nuestras prioridades están desordenadas. De hecho, el objetivo de este libro es subir el volumen para que oigas esa suave voz que te habla al corazón, la voz que has aprendido a ignorar en medio de tu ministerio. Nuestro objetivo no es hacerte sentir culpable ni manipularte para que ores. No, nosotros confiamos en que el Espíritu de Dios, a través de Su Palabra, hará el trabajo necesario para convencerte y aumentar tu deseo de orar.
Tenemos la esperanza de cumplir ese objetivo a través de resaltar un tema que es recurrente a lo largo de las Escrituras. Tú tienes un llamado único de Dios para venir ante Dios en nombre de tu gente, rogándole a Dios que obre y se mueva entre ellos. En pocas palabras, tienes un llamado a interceder por tu rebaño. Y nuestro llamado a interceder por nuestra gente sigue el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, y es posible gracias a Su gloriosa intercesión por nosotros.
En las siguientes páginas vamos a observar cómo la obra de oración sigue un patrón bíblico consistente que se aplica a los líderes de Dios (parte 1). En la segunda mitad del libro vamos a resaltar algunos de los aspectos prácticos de la oración, los cuales esperamos que te ayuden a estar mejor equipado para orar por tu rebaño. Estas son herramientas para ayudarnos a impulsar esta disciplina tan necesaria para nuestra vida y nuestro ministerio, restaurando la oración a su lugar apropiado.
Y con la finalidad de ofrecerte un mejor servicio y compensar mis deficiencias en la oración, le he pedido a mi querido amigo, Ryan Fullerton, que sea mi compañero de escritura en esta obra. Yo entiendo lo que la Biblia enseña y lo que Dios espera de nuestras vidas de oración como pastores, pero Ryan ha sido un ejemplo de eso a lo largo de muchos años. Yo he desarrollado algunos sistemas y procesos que me permiten pastorear y orar eficazmente por mi iglesia, pero Ryan tiene una pasión genuina por la oración, una pasión que a menudo me hace falta. Ryan no sólo ha sido un fiel pastor de su rebaño durante más de una década, sino que me ha desafiado, más que nadie en mi vida, a orar fervientemente por mi propia alma y por las almas que están a mi cuidado.
Oramos para que Dios se complazca en utilizar este libro corto para inspirar y motivar a todos los pastores del Señor Jesús, para que sean intercesores más fervientes y fieles a favor del pueblo de Dios. Tenemos la esperanza de que nuestros lectores encuentren esta motivación cuando contemplen la realidad de que Jesús está intercediendo por nosotros ante el Padre. Jesús aboga por nosotros a medida que nosotros oramos por nuestra gente. Y nuestra obra está basada en Su intercesión por nosotros. Que estas gloriosas verdades sobre nuestro Mediador suban el volumen de la voz de nuestra conciencia y nos lleven a la oración ferviente y fiel.
SI ESTÁS LEYENDO este libro, probablemente tienes un deseo de orar por tu gente. Lamentablemente, los deseos no siempre son suficientes para lograr algo. Cuando nuestro Señor Jesucristo se dirigió a su círculo íntimo de discípulos, diciendo: “quedaos aquí, y velad conmigo” (Mateo 26:38), estoy seguro de que ellos tenían el deseo de apoyar con sus oraciones a Aquel a quien amaban. Desafortunadamente, ese deseo no fue suficiente. Más bien, se convirtieron en una memorable ilustración de una dolorosa verdad que todo pastor ha experimentado en lo que respecta a la oración: “el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (26:41). ¿Cuántas veces has tomado la decisión de orar por tu gente y te has quedado dormido porque tus ojos “estaban cargados de sueño” (26:43)?
El objetivo de este libro es cultivar una pasión por la oración en el corazón de cada pastor. Cada pastor necesita estar en sintonía con el enfoque de los apóstoles del Nuevo Testamento: “Nosotros persistiremos en la oración” (Hechos 6:4). De manera más específica, queremos animarte a orar por las personas que Dios ha puesto bajo tu cuidado como su pastor. En los siguientes capítulos, pintaremos un cuadro de cómo las promesas de Dios alimentan nuestras oraciones, cómo podemos luchar para crecer en la oración, y cómo podemos planear la oración por nuestra gente de forma proactiva en las diferentes oportunidades que Dios nos da para interceder por ellos. Pero antes de echar manos a la obra, necesitamos estar dispuestos a confrontar nuestros ídolos del ajetreo y el sueño, y debemos comprometernos con la gran obra de la oración. Debemos armarnos con el entendimiento bíblico que nos atraerá hacia la oración.
Es mi esperanza que este capítulo te recuerde que es Dios quien te llama a orar y que este alto y santo llamado debe estar entre tus prioridades como pastor. Con esto en mente, quisiera armarte con seis verdades bíblicas que pueden llevarte a hacer de la oración una prioridad en tu vida.
1. No orar por tu gente es pecado. La falta de oración es pecado. Necesitamos ser honestos con respecto a esa realidad. Un pastor que no ora por su gente es tan antibíblico como un pastor que se rehúsa a predicar la Palabra de Dios. Una de las realidades más dulces de ser cristianos es saber que ahora somos “siervos de la justicia” (Romanos 6:18). A pesar de que “los deseos de la carne” nos llevan hacia el pecado (Gálatas 5:16), los creyentes tienen un deseo insaciable de hacer lo que es correcto. Debido a que Dios ha escrito Su ley en nuestras mentes y en nuestros corazones (Jeremías 31:33; Hebreos 8:10), deseamos amar la justicia y aborrecer la maldad (Salmo 45:7; Hebreos 1:9). El Espíritu nunca les permite a los cristianos tolerar el pecado en sus vidas. Por amor a los congregantes a los que sirven, los pastores nunca deben estar felices tolerando la falta de oración en sus vidas, porque la falta de oración es pecado.
El profeta Samuel lo dejó muy claro cuando le prometió al pueblo de Israel que oraría por ellos: “Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto” (1 Samuel 12:23). Samuel reconoció que el hecho de no orar por el pueblo de Dios era un pecado contra Dios. Samuel era un líder entre el pueblo de Dios. ¿Cómo podría afirmar que estaba cuidando de ellos si no estaba llevando sus necesidades delante de Jehová Jireh (Génesis 22:14), el Único que podía proveer para suplir esas necesidades? Y, ¿cómo podría Samuel afirmar que estaba guiando al pueblo de Dios si no los guiaba a buscar al Señor en oración? Dejar al pueblo de Dios sin oración es dejarlos sin cuidado, sin provisión y sin guía, “como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36). Como pastores, estamos llamados a huir del pecado y a perseguir la justicia. Y necesitamos aprender a huir del pecado de la falta de oración y a perseguir el hábito justo y maravilloso de orar por nuestra gente.
2. La oración por nuestra gente es algo que glorifica a Dios . Uno de mis versículos favoritos de la Biblia con respecto a la oración es el Salmo 50:15: “Invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás.” Uno de mis mentores ministeriales solía decir: “La vida cristiana está llena de problemas. Si un cristiano no está saliendo de algún problema, entonces está a la mitad de un problema, o en camino a enfrentarse con un problema.” De hecho, nadie debe suponer que la vida cristiana será sencilla. Jesús prometió que en esta vida tendremos aflicción (Juan 16:33), y esa es una realidad todavía más segura para todos aquellos que somos llamados a guiar al pueblo de Dios. Sin embargo, cada día de aflicción es un día en el que tenemos el privilegio de honrar y glorificar a Dios. Al consolar a los enfermos, disciplinar a los recién convertidos y aconsejar a las personas en situaciones difíciles, a veces podemos sentir que nos distraemos de nuestra verdadera vocación, pero pensar de esta manera es un error. Cada problema que se cruza en nuestro camino es una oportunidad para honrar a Dios a medida que clamamos a Él pidiéndole ayuda; y ¡Él nos ayudará! Cuando responde a nuestras oraciones y obra en las vidas de las personas por las que estamos orando, Él recibe la gloria. Cuando conforta a los enfermos o soluciona algún problema que hemos estado teniendo, Él recibe la gloria porque Él es quien hizo la obra. Sigamos el consejo de John Newton (1725–1807), quien escribió estas palabras en uno de sus himnos:
Ven, Alma mía, prepara tu atavío, Jesús
responde tu oración con alegría;
Él mismo te ha pedido que ores cada día,
¿Por qué razón entonces tu oración
rechazaría? ¿Por qué razón entonces tu
oración rechazaría?
Ven, Alma mía, acércate a tu Rey, Con
peticiones abundantes ante Él;
Pues su gracia es mucha, y su poder, ilimitado,
Y nadie nunca puede pedirle demasiado;
Y nadie nunca puede pedirle demasiado.1
Si le pedimos al Señor que obre en medio de nuestros problemas, le daremos la gloria que Él merece.
3. Somos llamados a imitar a los líderes que oran por su gente. Hebreos 13:7 nos insta a pensar en los líderes de la iglesia: “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.” Si examinamos a los grandes líderes de la iglesia cristiana, hay algo que tienen en común: estaban comprometidos a la oración. Podemos ver eso en la vida del apóstol Pablo, quien les dijo a los Colosenses que él y sus compañeros no habían cesado de orar por ellos desde el día en el que escucharon acerca de sus vidas (Colosenses 1:9). ¡Qué ejemplo de perseverancia! No dejaron de orar desde el primer día que supieron acerca de las ovejas colosenses. Consideren eso, hermanos, e imiten esa forma de vida. También consideren el ejemplo de Epafras, de quien Pablo dice: “el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere” (Colosenses 4:12). Así que, recordemos el ejemplo de hombres piadosos como Pablo y Epafras; ellos eran hombres de oración.
4. Orar por tu gente refleja la prioridad de la iglesia primitiva. En el día de Pentecostés, el derramamiento del Espíritu Santo sobre el pueblo de Dios fue una respuesta a la oración. Los primeros líderes cristianos, junto con un poco más de cien seguidores de Cristo, estaban orando y esperando cuando Dios se movió repentinamente con poder (Hechos 1 – 2). Los primeros cristianos “perseveraban (…) en las oraciones” (Hechos 2:42), y a medida que la iglesia crecía y las demandas del liderazgo aumentaban, los líderes se dieron cuenta de que necesitaban restablecer sus prioridades. Un descuido en el cuidado de algunas viudas les ayudó a darse cuenta de que no podían hacer todo. Pero ¿en qué debían enfocarse? ¿Debían centrarse en hacer misericordia o en la administración? Esas eran opciones buenas y espirituales (Romanos 12:6 – 8), pero los líderes de la iglesia primitiva sabían que había algo que era mejor. Y bajo el liderazgo del Espíritu Santo, ellos proclamaron: “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:2 – 4).
¿Ahora puedes ver cuál es la prioridad? Para los líderes de la Iglesia de Dios no existe la opción de descuidar la oración, ni el estudio y la enseñanza de las Escrituras. Por supuesto, tampoco era una opción que la Iglesia dejara a las viudas morir de hambre. Pero los líderes se dieron cuenta de que perderían todo si descuidaban su oración. Toda la generosidad requerida para cuidar de las viudas se habría secado si los líderes no hubieran seguido sumergiendo sus baldes en el pozo de la misericordia de Dios, a través de la oración por el pueblo de Dios. Si queremos tener ministerios que se parezcan a los ministerios del Nuevo Testamento, entonces debemos entender y practicar la prioridad que se le daba a la oración en el Nuevo Testamento.
5. Orar por el pueblo de Dios los llevará a cambiar. Como pastores, deseamos ver que nuestra gente crezca y cambie. Esa es una de las razones por las que hacemos lo que hacemos. Anhelamos ver que el Señor Jesucristo haga que su pueblo crezca a la estatura de Cristo por el poder del Espíritu Santo. Y debido a que tenemos ese anhelo, hacemos lo que pensamos que le ayudará a nuestra gente a crecer. Preparamos sermones porque creemos en el poder que la Biblia tiene para cambiar vidas. Vivimos de una manera ejemplar delante del rebaño porque sabemos que la gente sigue a sus líderes. Pero ¿acaso también oramos con la misma intención? ¿También estamos creyendo que el poder de Dios que sustenta nuestros esfuerzos se desata a través de la oración? Es verdad, necesitamos las oportunidades de consejería, predicación y entrenamiento. Pero debemos confesar que todos estos esfuerzos son inútiles sin el poder de Dios desatado a través de la oración. El apóstol Pablo veía a la oración como uno de los medios principales para promover la santificación del pueblo de Dios. Esto es lo que él oró:
Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad.
Colosenses 1:9 – 11
Para el apóstol Pablo, el conocimiento, la sabiduría, el entendimiento, las vidas cambiadas, los frutos, la fortaleza, el poder, la paciencia, y la longanimidad eran cosas que venían a través de la oración.
En su carta a los Filipenses, Pablo escribe: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” (Filipenses 1:9 – 11).
Aquí vemos una vez más que el amor, el conocimiento, el discernimiento, la pureza, y los frutos de justicia para gloria y alabanza de Dios son bendiciones que vienen a través de la oración. ¿Las congregaciones a las que servimos manifiestan estas características? Posiblemente no lo hacen porque no se lo hemos pedido a Dios (Santiago 4:2). ¡Oh, Dios, muévenos a orar!
6. A través de la oración los hombres ordinarios pueden hacer cosas extraordinarias para Dios. Durante años, los ancianos de la iglesia a la que sirvo han buscado ser obedientes al llamado de Dios para orar por los enfermos de acuerdo con Santiago 5:14. Cada vez que nos reunimos con uno de los santos sufrientes de Dios para pedirle al Señor que los sane, soy animado por un solo versículo del libro de Santiago. Santiago nos recuerda que “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses” (5:17). Siempre he creído que Dios ha sido muy misericordioso al colocar este versículo casi al final del capítulo 5.
Piensa en esto. Santiago acaba de decirle a los enfermos que llamen a los ancianos de la iglesia para que oren por ellos con la esperanza de que sean sanados. Parece que Santiago no tiene en mente que la sanidad ocurrirá de la nada, sino más bien es algo que debemos esperar que Dios haga. Él escribe: “Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará” (5:15). ¡Qué promesa! En pocas palabras, los ancianos son llamados a pedirle a Dios que haga un milagro. Pero Santiago sabe que el pastor promedio pensará: “¿Quién? ¿Yo? ¡Tan solo soy un hombre ordinario!” Así que, Santiago se anticipa a esa objeción y escribe: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (5:17–18).
Es como si Santiago estuviera diciendo: “Ancianos, ustedes son iguales a Elías, aquel que Dios usó para cambiar los patrones climáticos durante tres años y medio. Seguramente Dios podrá usar hombres promedio como ustedes para hacer cosas extraordinarias.” ¡Qué palabras tan animantes! No necesitamos ser personas extraordinarias para que Dios haga cosas extraordinarias a través de nuestro ministerio. Más bien, debemos aceptar plena y alegremente el hecho de que somos personas ordinarias y debemos aferrarnos a las extraordinarias promesas de Dios.
Hermanos, mi esperanza es que estas seis verdades tengan un impacto en sus conciencias y muevan sus corazones a tener una pasión más profunda y puedan tomar la resolución de orar. Entreguen sus vidas a la oración por su gente. Nuestra obediencia fluye de mentes que son transformadas por la palabra de Dios (Romanos 12:1–2). Así que deja que tu mente sea renovada de tal manera que seas llevado a tomar una nueva determinación de orar. La oración da gloria a Dios, sigue el ejemplo de los grandes hombres del pasado, refleja la prioridad de la iglesia primitiva, cambia a nuestro pueblo, y es usada por Dios para permitir a los hombres ordinarios hacer cosas extraordinarias. ¡Que Dios nos ayude a orar!
The free excerpt has ended.