Análisis político del trabajo de las mujeres y la población adulta mayor

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Análisis político del trabajo de las mujeres y la población adulta mayor
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Análisis político del trabajo de las mujeres y la población adulta mayor. Evidencia empírica para Colombia

Colección Publicaciones de Posgrados de Derecho y Ciencias Políticas

© Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá

© Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales

© Vicedecanatura de Investigación y Extensión

© Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales Gerardo Molina, Unijus

© Andrea Paola García Ruiz

Primera edición, 2020

ISBN: 978-958-794-244-6 (papel)

ISBN: 978-958-794-246-0 (digital)

ISBN: 978-958-794-245-3 (ibd)

Serie Publicaciones de Posgrados de Derecho y Ciencias Políticas

Dolly Montoya Castaño

Rectora Universidad Nacional de Colombia

Hernando Torres Corredor

Decano Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales

Alejo Vargas Velásquez

Vicedecano de Investigación y Extensión

Preparación editorial

Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales Gerardo Molina, Unijus

Viviana Zuluaga

Coordinadora editorial

Fabio Toro

Coordinador académico

Ricardo Camacho

Corrector de estilo

María Libia Rubiano

Diagramadora

XXXX

Imagen de portada

Conversión a ePub

Mákina Editorial

https://makinaeditorial.com/

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

Este libro es resultado de una tesis meritoria presentada en 2016 como requisito parcial para optar al título de la Maestría en Estudios Políticos Latinoamericanos de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá, cuyo director fue César Augusto Giraldo Giraldo, y cuyos jurados fueron César Rendúeles Menéndez, Ph.D. en Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid y Ana Isabel Arenas, máster en Ciencias Económicas de la Universidad Católica de Lovaina.

A mi madre, Martha Lucía Ruiz Ponce, por haber dedicado su vida

a brindarnos los valores y herramientas necesarias para asumir la

vida de manera reflexiva y crítica.

Agradecimientos

Ami madre, por su ilimitada ayuda y apoyo en todos los días, semanas, meses y años que necesité para la realización de esta tesis; por ser mi soporte familiar y consejera diaria.

A mi compañero Mario Orozco, quien durante estos años ha entendido la importancia de la distribución igualitaria de las tareas de cuidado al interior de nuestro hogar. A él, por apoyarme en mis proyectos académicos y laborales.

Al profesor César Giraldo, por sus sugerencias como director de este trabajo de investigación.

A Diana Milena Ávila, por sus aportes e incondicional apoyo durante todo el proceso de investigación.

A Carlos Duque, por la recomendación bibliográfica de uno de los textos que orientaron este trabajo.

A la Universidad Nacional de Colombia, por brindarme las herramientas necesarias para estudiar los problemas latinoamericanos; especialmente, al cuerpo docente de la Maestría en Estudios Políticos Latinoamericanos, por orientar mis estudios y respaldarme en desarrollar un enfoque feminista de la economía.

Contenido

Lista de figuras

Figura 1. Estructuras poblacionales por edad para Colombia, América Latina y el Caribe, y promedios por grupos de países según niveles de ingreso (2018)

Figura 2. Tendencias de la estructura poblacional colombiana 1964-2018, por grupos de edad

Figura 3. Estructura de los nacimientos según edad de la madre y el padre (2017)

Figura 4. Composición de la población de 20 años y más según la realización de actividades de trabajo

Figura 5. Distribución porcentual de la población trabajadora (2018)

Figura 6. Distribución porcentual de la población trabajadora al interior de los cuadrantes según sexo (2018)

Figura 7. Distribución porcentual de la población trabajadora al interior de los grupos de edad, por cuadrantes (2018)

Figura 8. Brecha de género en el tiempo total de trabajo semanal según cuadrante y grupo de edad (2018)

Figura 9. Tiempo total de trabajo, según sexo. Países seleccionados

Figura 10. Composición porcentual de las personas trabajadoras con educación de nivel superior

Figura 11. Ingresos totales expresados como unidades del ingreso promedio de la economía por grupo de edad, sexo y cuadrante

Figura 12. Incidencia de la pobreza en la población trabajadora por grupo de edad, sexo y cuadrante (porcentaje)

Figura 13. Composición de la población según relaciones de parentesco

Figura 14. Porcentaje de las personas con mayores ingresos que tienen la jefatura del hogar

Figura 15. Porcentaje de las personas trabajadoras en la jefatura del hogar

Figura 16. Porcentaje de las personas trabajadoras que cotizan a un fondo de pensiones

Lista de tablas

Tabla 1. Clasificación de las actividades y unidades de producción

Tabla 2. Estructura adaptada para el análisis de la población trabajadora total

Tabla 3. Reformas estructurales de primera generación (1990-1991)

Tabla 4. Profundización de la desregulación económica y creación de nuevos mercados (1992-1998)

Tabla 5. Principales razones para no buscar trabajo, por sexo

Tabla 6. Jefatura de hogar por grupo de edad y sexo (en miles de personas)

Introducción

Las sociedades latinoamericanas enfrentan fuertes procesos de exclusión social que pueden ser acentuados en situaciones concretas y temporales de la vida, tales como la vejez, periodos de desempleo o falta de ingresos. Otras situaciones que pueden acentuar la exclusión social pueden darse incluso de forma permanente, tales como ser mujer, pertenecer a grupos étnicos, tener alguna discapacidad, expresar orientaciones sexuales o identidades de género diversas, etc. Estas situaciones ocurren en contextos mediados por relaciones sociales de poder que profundizan y reproducen los rasgos de la desigualdad social.

Este documento aborda la discriminación económica, en particular la asociada a las relaciones sociales que condicionan a las personas que trabajan en la producción de bienes y servicios orientados a la satisfacción de necesidades humanas. Para ello se adopta la clasificación del trabajo propuesta por Jacques Gouverneur (2005), en la cual el conjunto total del trabajo de la economía se puede caracterizar según el tipo de producción (mercantil o no mercantil) y según el carácter salarial del trabajo (bajo relaciones salariales o no salariales).

Algunas tendencias de la economía feminista han clasificado el trabajo en productivo y reproductivo, entendiendo el primero como aquel en el cual “las personas se convierten en un medio destinado a lograr el fin de la acumulación de capital, en la segunda, su bienestar constituye un fin en sí mismo” (Pérez Orozco, 2006, p. 17); sin embargo, esta clasificación agrupa en el trabajo productivo una parte del trabajo que contribuye al proceso de acumulación, pero que no se realiza en el marco de relaciones salariales, por lo que permite la generación de ingresos precarios para la subsistencia. Este tipo de trabajo es considerado trabajo informal, modelo que en América Latina tiene alta participación como forma de vinculación al mercado de trabajo; por tanto, su desagregación es importante en un análisis político del trabajo en un país latinoamericano.

Otras investigaciones clasifican el trabajo entre formal e informal, utilizando para su desagregación variables como el tamaño de la empresa o negocio (número de personas) o la vinculación a los sistemas de protección social. No obstante, en este binomio (formal/informal) queda por fuera del análisis el trabajo reproductivo –que es el realizado gratuitamente al interior de los hogares para la producción de servicios de cuidado–, cuya construcción social ha sido asignada principalmente a las mujeres.

Por lo anterior, se adopta el esquema analítico de Gouverneur, ya que incorpora tanto la producción de no mercado como el trabajo no asalariado (autoempleo, informal, no remunerado), cuyo valor analítico es relevante en el trabajo total de la economía colombiana.

Ahora bien, muchas pueden ser las características que dan lugar a exclusiones o desventajas económicas en la forma de vinculación al trabajo total de la economía, tales como la pertenencia étnica, la clase social, el género, la edad, etc.; no obstante, en este documento se analizan dos grupos poblacionales exclusivamente: las personas mayores y las mujeres, en razón a su rol en la denominada crisis de los cuidados, la cual hace referencia al momento histórico en el que la demanda de cuidado supera ampliamente a la oferta, y se caracteriza por una reorganización del trabajo salarial remunerado y el trabajo de cuidados no remunerado, donde se evidencia una fuerte división sexual del trabajo (Tudela Vázquez, Rodríguez Medela, García-González y Salguero Montaño, 2014). Es decir, por una parte, la dinámica demográfica tendiente al envejecimiento presiona al alza la demanda de cuidado; y, por otra parte, las mujeres –sobre quienes ha recaído tradicionalmente la responsabilidad del cuidado– han visto reducida su disponibilidad de tiempo para el cuidado ante los permanentes desafíos de la supervivencia y el riesgo de vulnerabilidad social.

 

La crisis de los cuidados en las sociedades europeas ha sido ampliamente expuesta, en tanto que en las latinoamericanas empieza a mostrarse en prospectiva. En consecuencia, es preciso visibilizar la discriminación sistemática de las mujeres y de las personas adultas mayores, en el marco de la crisis de los cuidados, como un problema que hasta ahora ha sido abordado de manera incipiente, invisibilizado como realidad, y, en consecuencia, no incorporado en la agenda pública, en la cual se tienden a reforzar los roles de género y discriminación contra las personas mayores (Arrubla Sánchez, 2013).

Lo anterior motiva la ejecución de un análisis político de los perfiles socioeconómicos de las personas que trabajan en una economía como la colombiana, para dimensionar la existencia o no de diferencias sistemáticas desfavorables para las mujeres y las personas mayores, según su vinculación con la producción y el trabajo. Asimismo, se aporta evidencia empírica que pueda ser útil en la conceptualización del trabajo en Colombia, y que contribuya a fomentar la equidad social y a contrarrestar las consecuencias negativas de la crisis de los cuidados.

Esta investigación se realizó mediante el método deductivo: aporta evidencia empírica para Colombia con datos del año 2018 sobre los perfiles sociales según el tipo de producción que efectúan y su forma de vinculación al trabajo, para verificar la hipótesis de que existen patrones diferenciales por sexo y grupos decenales de edad. La evidencia empírica aportada se basa en estadísticas descriptivas, a partir de las cuales las variables de edad y sexo se usan para fundamentar el análisis político de los patrones de discriminación descritos. La vejez es entendida como un proceso que supera el alcance de una edad específica, de manera que los indicadores se presentan de tal forma que vislumbren tendencias por grupos de edad y no solamente resultados de edades concretas.

De esta manera, se hace un aporte a la generación de evidencia empírica sobre la dimensión y caracterización del trabajo en el funcionamiento económico, con perspectiva de género y de ancianidad, que refleje realidades cotidianas, pero poco consideradas en el análisis político para la formulación de políticas públicas que puedan contribuir a la superación de inequidades sociales.

En el marco de dicho propósito, esta obra se divide en tres capítulos. El primero, titulado “Conceptualización del trabajo con perspectiva de género”, presenta el referente teórico de la investigación y el esquema analítico propuesto por Gouverneur, realizando algunas adaptaciones que reflejan características de un país latinoamericano como Colombia; además, se mencionan los aspectos metodológicos y las características de los indicadores descriptivos. También se realiza una breve revisión teórica sobre la conceptualización del trabajo, señalando las principales limitaciones de los enfoques clásicos, marginalistas, latinoamericanos y feministas.

El segundo capítulo, “Mujeres y población adulta mayor en el contexto de la crisis de los cuidados”, está compuesto por dos apartados. El primero caracteriza la crisis de los cuidados, mostrando el papel de las mujeres y la población adulta mayor en el desbalance entre la oferta y la demanda de cuidados, que a su vez configuran las situaciones de vulnerabilidad derivadas de sus relaciones con el trabajo y la producción. El segundo apartado contextualiza de manera general la economía colombiana, haciendo énfasis en las políticas implementadas en la década de los noventa relacionadas con el mercado laboral, y evidenciando procesos de precarización y flexibilidad laboral, característicos de economías neoliberales, dependientes y profundamente patriarcales.

En el capítulo final se presenta evidencia empírica para Colombia (2018) con base en el esquema adaptado de Jacques Gouverneur; se analizan variables como: razones de no búsqueda de empleo, tiempo total de trabajo, nivel educativo, nivel de ingresos, pobreza, relaciones de parentesco, aseguramiento en salud y aportes a pensión.

Finalmente, se presentan algunas conclusiones y recomendaciones.

Conceptualización del trabajo con perspectiva de género

El concepto de trabajo tiene un uso coloquial muy amplio1. Su origen etimológico está asociado a la palabra latina tripalium, la cual hace referencia a un instrumento de tortura utilizado en la Roma antigua. En las escuelas de pensamiento económico, el concepto ha tenido diversas interpretaciones y guarda estrecha relación con el tipo de producción que permite. En consecuencia, se encuentran diversas perspectivas del concepto trabajo en las diferentes corrientes para el análisis económico: clásica, marginalista, keynesiana, neoinstitucionalista, regulacionista, decolonial, feminista, entre otras.

No obstante el uso generalizado del concepto trabajo en el pensamiento económico, es preciso reconocer la invisibilización histórica del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, realizado principalmente por las mujeres. Este tipo de trabajo ha constituido uno de los principales condicionantes de la autonomía de las mujeres y del ejercicio pleno de sus derechos.

En general, el pensamiento económico desconoce los efectos negativos para las mujeres de la división sexual del trabajo, por lo que la economía feminista vislumbra el género en la construcción teórica y formula propuestas orientadas a transformar las relaciones desiguales de poder entre mujeres y hombres. Los sesgos de género en la economía se evidencian en todos sus campos de acción, en la historia económica (Federici, 2010) e incluso en la política fiscal (Villota, 1999); en la mayoría de ellos es posible reconocer que la desproporcionada carga del trabajo de cuidado no remunerado asignado a las mujeres es un factor condicionante de sus relaciones sociales y económicas.

Esta situación basada en la construcción social del rol femenino ha puesto en desventaja económica y vulnerabilidad social a un grupo poblacional que llega a ser mayoría en la población total colombiana. Por lo anterior, este documento adopta la conceptualización feminista del trabajo a la luz del esquema económico marxista propuesto por Jacques Gouverneur2 (2005), según el cual el trabajo comprende la totalidad de acciones orientadas a la satisfacción de necesidades humanas y no se acota en las relaciones netamente mercantiles. Este esquema general clasifica el tipo de producción (mercantil o no mercantil) y el carácter salarial del trabajo (relación salarial o no salarial).

De esta forma, la naturaleza intrínseca de las relaciones de producción y la relación salarial del trabajo configuran los clasificadores que servirán para evidenciar la existencia de patrones diferenciales que permitan identificar discriminación3 hacia las mujeres y las personas adultas mayores. Se realiza una adaptación de lo propuesto por Gouverneur, en razón a que las economías latinoamericanas presentan ciertas particularidades en las relaciones laborales, tales como la desigualdad social, la flexibilización y la precarización laboral, de manera que las definiciones no se adaptaban del todo a las realidades observadas. Otros aspectos metodológicos y características de los indicadores utilizados se describen como insumo para la construcción de la evidencia empírica presentada en el segundo capítulo. En la segunda parte de este capítulo se realiza una breve revisión teórica sobre la conceptualización del trabajo, señalando las principales limitaciones de los enfoques clásicos, marginalistas, latinoamericanos y feministas.

El trabajo en el esquema macroeconómico de Gouverneur

Gouverneur describe el proceso de producción macroeconómico entendiendo que: 1) la producción global se realiza con dos fuerzas productivas básicas: el trabajo humano y la naturaleza, y 2) la finalidad de la producción es la satisfacción de necesidades humanas, de manera que la riqueza social se basa en el trabajo. Para describir los aspectos sociales del trabajo, presenta una distribución de la totalidad del trabajo en dos esferas: la profesional y la no profesional. La esfera profesional es aquella en la cual las actividades de producción son llevadas a cabo, en principio, con el fin de obtener un ingreso (tabla 1, cuadrantes A, B y C). Por su parte, la esfera no profesional corresponde a aquella en la que las actividades de producción son realizadas principalmente de manera gratuita (tabla 1, cuadrante D).

Estas dos esferas se conforman por la conjugación de dos criterios: el carácter mercantil o no mercantil de los bienes y servicios producidos, y el carácter asalariado o no asalariado de la fuerza de trabajo. La tabla 1 presenta la estructura analítica de clasificación de las actividades y unidades de producción.

Tabla 1. Clasificación de las actividades y unidades de producción


Producción mercantilProducción no mercantil
Trabajo asalariadoA. Empresas asalariadasA1. CapitalistasA2. Públicas(Subsisten con las ventas)(Trabajo indirectamente social, heterónomo)C. Instituciones de interés públicoC1. PúblicasC2. Privadas(Subsisten con financiamiento público)(Trabajo directamente social, heterónomo)
Trabajo no asalariadoB. Empresas independientesB1. IndividualesB2. Colectivas(Subsisten con las ventas)(Trabajo indirectamente social, heterónomo)D. Esfera no profesionalD1. Organizaciones voluntariasD2. Hogares(Subsisten con contribuciones voluntarias)(Trabajo social o privado, autónomo)

Fuente: (Gouverneur, 2005, p. 33).

Carácter mercantil de los bienes y servicios producidos

Las personas que trabajaron se clasifican según la destinación mercantil o no mercantil de la producción que realizaron, esto es, si los bienes o servicios producidos son destinados o no principalmente al mercado. De esta forma, el trabajo será considerado indirectamente social si su utilidad social es reconocida mediante la venta en el mercado de los bienes y servicios producidos (tabla 1, cuadrantes A y B). El trabajo directamente social será aquel cuya utilidad social es reconocida de manera directa por una autoridad pública, es decir, el mercado no media en el reconocimiento de su valor social, sino que tiene un reconocimiento directo (tabla 1, cuadrante C: personas empleadas en la prestación de servicios de gobierno).

Por su parte, en el cuadrante D de la tabla 1 (el único en la esfera no profesional) se ubican dos tipos de trabajo según la forma de asignación de valor social: el trabajo privado y el social. El trabajo privado es útil solo para la misma persona que realiza la producción, mientras que el trabajo social es aquel dirigido a la satisfacción de necesidades de personas diferentes a la que realiza la producción.

Gouverneur ejemplifica estas categorías de análisis haciendo referencia al trabajo realizado en hogares unipersonales como característico del trabajo privado, y al trabajo en organizaciones no gubernamentales como característico del trabajo social. Sin embargo, la mayor cantidad de trabajo que se ubica en el cuadrante D es el trabajo doméstico y de cuidados que se ejecuta en los hogares (no solo unipersonales) para la satisfacción de las necesidades del propio hogar, y para la conservación y mantenimiento de la fuerza de trabajo de las generaciones precedente, presente y futura, el cual representa aproximadamente el 20 % del producto interno bruto (PIB) en varios países de América Latina ( DANE [Departamento Administrativo Nacional de Estadística], 2013).

Por lo anterior, la terminología utilizada para describir el cuadrante D se reformula más adelante a fin de incorporar los aportes de la economía feminista en relación con el trabajo reproductivo y dar cuenta de las particularidades de las economías latinoamericanas, donde la crisis de cuidados tiene importantes implicaciones en relación con la migración, la exportación de fuerza de trabajo de cuidado y, en general, las cadenas globales de cuidado.

 

Otra de las categorías diferenciadoras del trabajo en el esquema de Gouverneur es la de la autonomía/heteronomía de la producción realizada. El trabajo se considera autónomo cuando la reproducción del proceso productivo está sujeta a sus propias normas internas, es decir, existe mientras existan las contribuciones voluntarias en que se basa. Y se considera heterónomo en los casos en que el proceso productivo depende de las leyes del mercado, de modo que su supervivencia está sujeta a la demanda y a relaciones competitivas con sus rivales (producción mercantil), o porque su producción está sujeta a normas externas, por ejemplo, a lo establecido por las autoridades públicas (producción no mercantil).

Carácter asalariado de la fuerza de trabajo

El atributo de asalariado o no asalariado divide a las personas que trabajan de acuerdo con el carácter mercantil o no de la fuerza de trabajo empleada en el proceso de producción. Las personas asalariadas venden su fuerza de trabajo, mientras que las otras personas se autoemplean como independientes, son empleadoras capitalistas si están en capacidad de comprar fuerza de trabajo adicional, y personas trabajadoras en los hogares y en organizaciones voluntarias, quienes no reciben remuneración por su trabajo.

1. Las personas asalariadas (cuadrantes A y C) tienen las siguientes características:

1. Son legalmente libres para trabajar o no para otra persona. 2. Si trabajan para otra persona, lo hacen a través del “mercado de trabajo”: es allí donde, a cambio de un salario, ofrecen su fuerza de trabajo a los posibles empleadores. 3. El que vendan su fuerza de trabajo a cambio de un salario se debe a que en la mayoría de los casos están económicamente obligados a hacerlo: como carecen de los medios de producción necesarios (tierra, instalaciones productivas, equipos), no pueden producir por sí mismos y vivir del consumo directo o de la venta de sus productos; como carecen de activos transferibles (inmuebles, títulos), tampoco pueden vivir de ingresos de la propiedad; por tanto, para garantizar su subsistencia u obtener los ingresos necesarios, no tienen más opción que vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario. (Gouverneur, 2005, pp. 27-28)

Según estas características, hacen parte de esta categoría: las personas empleadas, funcionarias, trabajadoras temporales, personas que participan en programas de empleo, etc. (Gouverneur, 2005).

2. Las personas no asalariadas (cuadrantes B y D) pueden ser capitalistas, personas que se autoemplean, o trabajadoras en organizaciones voluntarias o en los hogares. Gouverneur las describe así:

Las capitalistas tienen las siguientes características: 1. Poseen medios de producción propios (empresas) y subsisten debido, no a la venta de su fuerza de trabajo, sino a la venta de bienes o servicios producidos en sus empresas. 2. Para producir bienes o servicios en sus empresas, compran la fuerza de trabajo de asalariados. (Gouverneur, 2005, p. 28)

Por su parte, las personas que se autoemplean o son independientes presentan dos características distintivas:

1. Al igual que los capitalistas, poseen medios de producción (empresas) y viven, no de la venta de su fuerza de trabajo, sino de la venta de bienes o servicios producidos en su empresa. 2. A diferencia de los capitalistas, no compran la fuerza de trabajo de asalariados para producir dichos bienes o servicios, sino que los producen personalmente. (Esto no excluye que los independientes puedan ser ayudados por familiares –los “ayudantes”– pero la fuerza de trabajo de estos no es comprada en el mercado laboral). (Gouverneur, 2005, p. 29)

Este grupo de personas realiza una producción mercantil simple; mercantil en la medida en que producen para la venta; simple porque no dependen de la compra de la fuerza de trabajo de otras personas (Gouverneur, 2005). En esta categoría se incluye a las personas que llevan a cabo trabajo de cuidado remunerado en los hogares, ya que se trata de personas independientes que prestan servicios cuyo reconocimiento de la utilidad social es indirecto porque media la venta de un servicio, mas no la venta de fuerza de trabajo para generación de ganancias.

Las personas trabajadoras en organizaciones voluntarias realizan trabajo en organizaciones que “dependen de la afiliación voluntaria y el trabajo impago brindado por sus miembros; a la vez, dichas organizaciones proveen bienes y servicios gratuitamente a los mismos miembros y/o a otras personas” (Gouverneur, 2005, p. 31).

Las personas trabajadoras en los hogares ejecutan trabajos “sin contrapartida monetaria, por y para miembros de los hogares. Esta definición no implica que los productores y los beneficiarios del trabajo pertenezcan a un mismo hogar: abarca también los servicios provistos entre hogares distintos” (Gouverneur, 2005, p. 30).

Para Gouverneur es claro que las categorías de trabajo expuestas no son necesariamente excluyentes; por ejemplo, una parte de la actividad mercantil asalariada (cuadrante A) puede encontrar una fracción de su ingreso en recursos asignados por una autoridad pública; o una parte del trabajo hecho en las organizaciones voluntarias (cuadrante D) puede ser asalariado. No obstante, cada cuadrante conformado tiene propiedades que lo caracterizan de manera principal y que permiten comprender el funcionamiento del sistema económico predominantemente capitalista, donde otras formas de producir se articulan para la reproducción social y el mantenimiento del sistema.

Ahora bien, por varias razones es necesario hacer adaptaciones conceptuales y ajustes a la estructura de análisis formulada en esta sección: 1) en razón a que la estructura planteada por Gouverneur fue diseñada para ser un esquema analítico del funcionamiento del sistema económico que involucra una categorización del trabajo total de la economía, pero no es un esquema analítico para identificar la discriminación laboral; 2) la estructura laboral latinoamericana está caracterizada por importantes procesos de flexibilización, como la colombiana, se ha organizado en función de dichos procesos y ha naturalizado relaciones laborales precarias que no responden a los esquemas del análisis macroeconómico; y 3) la fuente de información utilizada recopila la percepción microeconómica de las personas que participan en los procesos productivos y cómo las personas perciben su relación con el trabajo, no necesariamente su real situación en el sistema, es decir, una persona puede considerarse independiente por la relación jurídica que tiene con quien le emplea, pero económicamente su trabajo se subordina a una relación capitalista de producción.

Aspectos metodológicos y estructura adaptada

Aspectos metodológicos

La fuente de información utilizada en este análisis es la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) implementada en Colombia en el año 2018 por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística ( DANE ). Para 2018 se contó con datos válidos de encuestas a 231 129 hogares y 762 753 personas ( DANE , 2018).

Esta encuesta, de cobertura nacional, tiene como objetivo proporcionar información sociodemográfica básica y describir la estructura de la fuerza de trabajo colombiana. Su marco conceptual se basa en los conceptos armonizados internacionales y las recomendaciones consolidadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). No obstante, las categorías de trabajo adoptadas en 2013 en la 19.a Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo no han sido incluidas en la GEIH, por lo cual no reflejan completamente el panorama del concepto de trabajo promovido internacionalmente por la OIT, organización tripartita de gobiernos, empleadores y trabajadores.

La encuesta tiene tres unidades de análisis: 1) las viviendas, donde se recopila información sobre su tipología y características físicas; 2) los hogares, con preguntas relacionadas con la conexión, acceso y costo de los servicios públicos, tenencia de activos, entre otras; y 3) las personas, sobre quienes se aplica la mayor cantidad de preguntas; estas están relacionadas con características generales (sexo, edad, parentesco, estado civil), particularidades de afiliación a la seguridad social (salud, pensión y riesgos laborales), educación (alfabetismo, asistencia escolar, nivel educativo alcanzado, años aprobados y títulos obtenidos) y características de su vinculación o desvinculación del mercado laboral (rama de actividad, ocupación, tipo de contrato, acceso a prestaciones, tiempo trabajado y posición ocupacional, duración del empleo, horas normales y efectivas trabajadas, honorarios, tamaño de la empresa, sitio de trabajo, duración entre empleo anterior y actual, ingresos, empleo secundario y subempleo) ( DANE , 2013).

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