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La navegación por el Estrecho era complicada y peligrosa, casi titánica debido a los fuertes vientos y a las corrientes, el propio Pigafetta explicaba:

El estrecho tiene de largo 110 leguas, que son 440 millas y un ancho como de media legua y va a desembocar en otro mar llamado Mar Pacífico [...] si no fuese por el capitán general nunca habríamos navegado aquel estrecho, porque pensábamos todos y decíamos, que todo se nos cerraba alrededor12.

Ante la incertidumbre frente a esta extraña geografía, Magallanes ordenó a los capitanes de la San Antonio y de la Concepción que se adelantaran para realizar una exploración del canal, para confirmar si se trataba del ansiado paso que les abriría las puertas del Mar del Sur; Pigafetta narra: “mientras permanecimos en aquel estrecho, eran las noches solo tres horas y nos encontrábamos en octubre”. Tras enfrentar terribles penurias en un estado de absoluta ansiedad, Pigafetta dice:

Estuvimos tres meses sin probar clase alguna de viandas frescas. Comíamos galleta: ni galleta ya, sino su polvo, con los gusanos a puñados [...] olía endiabladamente a orines de rata y bebíamos agua amarillenta, putrefacta ya de muchos días13.

Cabe resaltar las características del Estrecho de Magallanes, según el Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile de 1880, “en el invierno, aunque hai sures, i surestes (se refiere a la dirección del viento), i decaídas de las tormentas son mui bravas de noruestes, i uestes, i suduestes, i con mui grandes frios, i con nieves”14.

Pese a las temidas condiciones climatológicas y geográficas, el 28 de noviembre de 1520 cruzaron el Estrecho “De todos los santos”. Tras una peligrosa travesía en la que perdieron no solo vidas, sino también barcos y la esperanza de sobrevivir, finalmente la recompensa fue: “ Un mar inmenso [...] se extendía, henchido de misterio, ante los pequeños veleros”15.

Magallanes fue asesinado y no pudo culminar su aventura, tampoco alcanzó a disfrutar de la magnitud de su hazaña. Juan Sebastián Elcano tomó el mando de la expedición iniciada por Magallanes, tras la muerte del capitán el 8 de noviembre de 1521, en el puerto de Tidor. Elcano tomó la decisión de “ [...] llegar cuanto antes a las Malucas [y la tripulación...] lanzaba gritos de jubiló”16. Las Molucas eran las islas donde se encontraban las especias más ricas y diversas del mundo conocido. Entonces, fue Elcano quien, tras cruzar el océano Índico y el Cabo de Buena Esperanza, regresaría a España casi tres años después de la partida, “el 6 de Septiembre de 1522 [...] trayendo de regreso 18 hombres y una carga de clavo para el Rey de España”.17 Fue así como culminó el primer viaje de circunnavegación al mundo. El éxito de este viaje catapultó a otros marineros, comerciantes, científicos, corsarios, piratas y aventureros a emular el gran viaje de Magallanes.

El Mapamundi de Diego de Ribero, cosmógrafo portugués al servicio de la Corona española, fue el primer planisferio en registrar la información recopilada durante la expedición de Magallanes-Elcano (Imagen 3).

De la misma manera que el mapa de Diego Gutiérrez, publicado en 1562, que también fue parte del Padrón Real, ambos incorporaron la información entregada por las expediciones oficiales a la Casa de Contratación. El mapa de Gutiérrez (1562), al igual que el de Ribero (1529), recogieron los tempranos conocimientos sobre la expedición de Magallanes-Elcano, como se puede ver en el registro del Estrecho de Magallanes (Imagen 4).


Imagen 3: Mapamundi, Diego de Ribero, 1529, cortesía de Library of Congress (LOC).


Imagen 4: Detalle de Americae sive quartae orbis partis nova et exactissima descriptio, Diego Gutiérrez, 1562, cortesía de Library of Congress (LOC).

El viaje de Magallanes comprobó tres hipótesis que en la época estaban en discusión: la existencia de un pasaje interoceánico, que ofrecía a España una ruta alternativa a las ya dominadas por los portugueses para llegar a las islas del sureste asiático; la redondez de la tierra y la posibilidad de circunnavegarla. Aunque también se constató la dificultad del paso, que planteaba un reto inclusive a los marineros más experimentados y valientes. Las corrientes y los vientos dificultaban calcular la ubicación, incluso los instrumentos de navegación más sofisticados no proporcionaban un sentido claro sobre ubicación y distancia, bajo esas condiciones, por ende tantos barcos naufragaron y encallaron intentando atravesar este paso18.


Imagen 5: Detalle de Americae Nova Descriptio, Peter Koerius, 1614, cortesía Fondo Jijón, Biblioteca Nacional, Ministerio de Cultura del Ecuador.

Sir Francis Drake, el célebre corsario inglés, fue quien realizó el segundo viaje de circunnavegación (Imagen 5). Drake sorprendió a la Corona española en los mares del Sur y atacó los principales puertos de los reinos de España en América. Tras su paso fue creada la escuadra defensiva, denominada Armada del Mar del Sur, aspecto que escapa a nuestro interés en este escrito.19

Entre 1577 y 1580, Francis Drake comandó una escuadra de 5 naves y fue el primer inglés en cruzar el Estrecho de Magallanes, penetrar al Pacífico y circunnavegar el Globo. Probablemente Drake llevaba a bordo del Pelícano (luego rebautizado como Golden Hind) el famoso mapa de Ortelius de 1570.20 “Drake demostró por primera vez, que Tierra del Fuego era una isla y no la península de un continente [austral]”.21

El artista italiano Baptista Boazio dibujó unos mapas que acompañaron la obra El resumen de los verdaderos descubrimientos de Sir Francis Drake durante sus viajes a las Indias, que fue publicada en Londres por la casa editorial Biggs and Croftes, entre 1588 y 1589. El mapa muestra la ruta seguida por Drake durante su intrépido viaje de circunnavegación y por supuesto resalta la novedad geográfica de la posibilidad de un paso por el Sur, pero representa la cuenca del Pacífico bastante más estrecha que en la realidad, tal vez se buscaba resaltar la viabilidad del viaje transpacífico. Lo que ha llamado la atención es la temprana representación de Tierra del Fuego, asunto que será tratado en un artículo posterior (Imagen 6).

Tras el sorpresivo ataque del corsario, la Corona española encomendó en 1579 al navegante Pedro Sarmiento de Gamboa22, al mando del Nuestra Señora de la Esperanza y del San Francisco, una expedición que tenía como objetivo tomar posesión del paso Sur, constatar que no hubieran asentamientos ingleses y levantar las cartas geográficas de esta región. En noviembre de 1579 la expedición alcanzó los 50º de latitud sur, donde encontraron un canal que parecía ser la boca del estrecho, al que denominó “Golfo de la Santísima Trinidad”. Durante dos meses exploraron los vericuetos de este peligroso paso, en enero, arrastrados por las corrientes, fueron a dar hasta la boca del estrecho al que llamó de “La madre de Dios”. Tras un penoso viaje que duró un mes, Sarmiento de Gamboa logró llegar al Atlántico, luego se enrumbó hacia España, con intención de informar personalmente al rey sobre el hallazgo y sobre su plan de defensa. Este viaje resultó ser un rotundo fracaso, puesto que luego de dejar a los colonos en la región, Sarmiento de Gamboa fue atrapado por una flota inglesa comandada por Walter Raleigh y como prisionero fue llevado ante la reina Isabel I. En Londres fue interrogado, se dice que entregó suficiente información sobre la navegación hacia el Mar del Sur.23 Fue así como el experimento de colonizar el Estrecho fue abortado y este paso quedó abierto y sin resguardo para cualquier valiente que se atreviera a desafiar su peligrosidad y seguir las huellas de Magallanes y Drake. Sarmiento de Gamboa registró la información geográfica en su famosa carta Derrotero al Estrecho de Magallanes,24 que además imprime la leyenda de los gigantes australes en Tierra del Fuego25 (Imagen 7).


Imagen 6: Ruta de Sir Francis Drake, Boazio Baptista, 1588-89, cortesía de Library of Congress (LOC).

En 1584 Sarmiento de Gamboa había fundado el asentamiento de “El nombre de Jesús”, y también el asentamiento “Rey Don Felipe”, cerca del actual Punta Arenas (Chile), estas pudieron haber sido las dos ciudades más australes de América, sino hubiera sido porque los colonos fueron abandonados a su suerte, mientras Gamboa sufría sus propias peripecias en manos de los ingleses y más tarde en manos de los franceses, antes de poder llegar a España e informar al rey sobre los colonos del Estrecho. Se dice que otro navegante inglés, Thomas Cavendish, encontró a los pocos sobrevivientes de aquel fracasado intento de colonización del Estrecho.

Entre 1586 y1588, Thomas Cavendish, un ex capitán de Walter Raleigh, comandando una escuadra conformada por el Desire, el Content y el Hugh Gallant, logró emular las hazañas de Magallanes y Drake. Atravesó el Estrecho de Magallanes y también alcanzó la tercera circunnavegación del globo, en el conocido como el “viaje admirable y próspero”26.

Se dice que al llegar a la costa de la Patagonia, en una bahía bautizada como “Port Desire” (Puerto Deseado), la expedición de Cavendish encontró la huella de un gigante, de más de 45 cm de largo. En el mes de enero, pleno verano austral, doblaron el Cabo Vírgenes, donde encontraron “18 españoles harapientos, entre ellos 3 mujeres, los únicos supervivientes de las dos colonias fundadas por Sarmiento de Gamboa, solamente uno fue rescatado Tomé Hernández”27. A esta expedición le tomó un mes atravesar hasta el Pacífico. En las costas del virreinato del Perú tomaron muchas presas. Cavendish retornó a Londres en 1588, cuando toda Inglaterra celebraba la vergonzosa derrota de la Armada Invencible, entonces la reina Isabel I expresó: “El rey de España ladra mucho pero no muerde. No nos importan los españoles; al fin y al cabo sus navíos cargados de oro y plata de las Indias se dirigen a nuestro país”28. Curiosamente se dice que las noticias sobre las hazañas del corsario Drake y su circunnavegación al mundo no llegaron a Inglaterra sino hasta el retorno de Cavendish, quien entregó valiosa información sobre las rutas marítimas, estas noticias habían ampliado mucho más el conocimiento sobre la geografía de las costas americanas.


Imagen 7: Detalles del mapa Americae Nova Tabula, William Blaeu, 1630, cortesía Fondo Jijón, Biblioteca Nacional, Ministerio de Cultura del Ecuador.

El mapa de América de Abraham Ortelius (1587) incluye el conocimiento resultado de las expediciones de la época. Como se puede ver, se dibuja el Estrecho de Magallanes como el paso donde además se ubica la región de “Patagones del reino de los gigantes”, que curiosamente se presenta separada mediante el Estrecho de una nueva masa continental denominada “Terra del Fuego”. Además, ubica varias embarcaciones en el Pacífico que reflejan la posibilidad de una navegación hacia Occidente y las islas del Pacífico, todo este registro cartográfico fue posible debido los sorprendentes viajes de Magallanes, Drake y Cavendish (Imagen 8).


Imagen 8: Americae sive novi orbis, nova descriptio, 1587, Ortelius, (edición de 1612), cortesía Fondo Jijón, Biblioteca Nacional, Ministerio de Cultura del Ecuador.


Imagen 9: Maris Pacifici, Abraham Ortelius, 1589 (edición de 1612), cortesía del Fondo Jijón, Biblioteca Nacional, Ministerio de Cultura del Ecuador.

IMAGINARIOS Y FANTASÍAS SOBRE EL MAR DEL SUR

Maris Pacifici es el primer mapa dedicado al Pacífico (Imagen 9), y está centrado en el viaje de Magallanes, como denota la imagen del barco de la Victoria como la figura central del mapa (Imagen 9). Además este mapa registra la información adquirida hasta entonces sobre la cuenca del Pacífico y sus promesas (Imagen 9).

Los mapas que incluyen el Maris Pacificum o Mar del Sur de finales del siglo XVI evidencian todavía un marcado desconocimiento y, por qué no, también la persistencia de alegorías medievales. Su iconografía incluye barcos navegando hacia el Asia, monstruos marinos e intentos de ubicación, sobre todo de las islas, pero también incorporan la posible existencia de una gran masa continental al sur de América, la nomenclatura de estos mapas usa varios nombres como: Terra Incógnita, Terra Australis, Tierra Magallánica, Tierra patagónica e inclusive Tierra de Patagones del reino de los gigantes, para referirse a esta nueva masa continental no descubierta todavía. Estos registros confunden los mitos medievales con los nuevos conocimientos, resultado de las recientes expediciones que se atrevieron a cruzar el paso del Sur.

El imaginario sobre la existencia de habitantes gigantes del Estrecho de Magallanes fue una constante en la cartografía del siglo XVI, se presentó desde muy temprano, de hecho en 1507 en su Cosmographie introductio, Mathias Ringman (Geógrafo francés, siguiendo las reflexiones de A. Vespucio) escribió: “ Pero lejos hacia el polo antártico es una cierta tierra, una tierra cual una raza de hombres desnudos habita...”29

En agosto de 1520, al llegar a las costas de la Patagonia, Pigafetta, marinero de la expedición de Magallanes, narra cómo “de las entrañas de la tierra, presentase de improvisto en la playa un hombre casi desnudo, de talla gigantesca...”30. Más adelante agrega:

En signo de paz seguramente, cantaba y danzaba al propio tiempo, echándose a la vez polvo sobre la cabeza. Magallanes sabía algo de aquella mímica primitiva, pues enseguida envió a tierra un marinero –con orden de hacer los mismos gestos, en señal de paz y amistad.31


Imagen 10: Magellanica, The New World, John Ogilby, (edición de1671), cortesía del Fondo Jijón, Biblioteca Nacional, Ministerio de Cultura del Ecuador.

También el famoso Mapamundi de Diego de Ribero incluye la inscripción de Tierra de Patagones, situación que refleja cómo Ribero estuvo familiarizado con la descripción de esta región presentada por los sobrevivientes de la expedición de Magallanes, quienes detallaron a los patagones como hombres corpulentos, casi gigantes, cubiertos de pieles (Imagen 4).

La persistencia sobre el mito de los gigantes de la Patagonia se encuentra en mapas posteriores, como se ve en el mapa Magellanica de John Ogilby32 (Imagen 10), obra encargada por la Corona inglesa, donde se puede identificar la supuesta existencia de gigantes, seres monstruosos y columnas de fuego en el paso por el Estrecho. Tal vez la representación de los gigantes patagones se encuadra en la descripción del “buen salvaje”, aquel ser idólatra, semidesnudo, que para los europeos representaba la mezcla de salvajismo e ignorancia. En la iconografía de estos mapas también podemos encontrar la presencia de animales y monstruos marinos, una referencia mitológica presente en los relatos de marineros y por supuesto en la literatura que hacía referencia a las exploraciones por aquel paso Sur. Igualmente, en el mapa América, de John Ogilby, mediante la iconografía se introduce la dinámica relación entre el mundo conocido (Europa) y el registro etnográfico del Nuevo Mundo, cargado de la imaginación y fantasías de los primeros exploradores. En diciembre del año de 1770 Samuel Wallis, al mando de la corbeta Dolphin, al llegar al cabo Vírgenes:

desembarcó con la determinación de aclarar de una vez para siempre las historias sobre los gigantes patagones, resucitada por Byron. Al medirlos, descubrió que los más altos eran simplemente personas de elevada estatura entre 1,80 y 2,05 metros, aproximadamente.33

CONCLUSIONES

Los mapas son una ventana al pasado, recogen no solo los conocimientos geográficos, sino también los imaginarios, la cultura y la construcción de identidades de una época, documentan los encuentros y desencuentros con otros, en este sentido los mapas son un registro etnográfico, de imaginarios y fantasías que llenaban los vacíos de las incomprensiones de los viajeros y cartógrafos, que no dudaron en incluir seres mitológicos, monstruos y sirenas y sugerían aguas torrentosas o temibles peces con cabezas de león para representar la geografía especulativa de lugares tan desconocidos y remotos para las mentes europeas como fue el paso por el Estrecho de Magallanes. Este constituyó un empeño por dar nombre a lo que descubrían, siempre en referencia a lo conocido por las mentes europeas, como si esos territorios hubiesen sido anónimos.


Imagen 11: Peruvia, Joannes Van Doet, c., 1595, cortesía Fondo Jijón, Biblioteca Nacional, Ministerio de Cultura del Ecuador. Este mapa representa animales monstruosos en tierra firme y en los océanos, ángeles, detalles de barcos, rosas marinas y cuanta imagen con la que fantasearon los exploradores del paso Sur.

Con este trabajo se buscó aportar al conocimiento cartográfico del paso por el Estrecho de Magallanes y analizar la formación del imaginario europeo construido sobre las realidades y fantasías de aquel ansiado paso Sur, que permitía comunicar el Atlántico con el Pacífico. Se han examinado descripciones y mapas que registraron los primeros viajes marítimos que alcanzaron la circunnavegación del mundo y que conllevaron importantes consecuencias para la expansión de los imperios en el orbe terrestre del siglo XVI.34

El análisis y la confrontación de las fuentes nos han permitido subrayar, en primer término, el significativo choque cultural entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo, que en la cartografía se resuelve mediante la imposición de la versión europea basada en los paradigmas (modelos ideales) eurocentristas propios de la época; especialmente en la equívoca lectura del otro, donde los lugares y habitantes son representados como una expresión salvaje, un tanto fantasiosa del ser humano, como es el caso de las descripciones y representaciones de gigantes y figuras monstruosas que habitaban aquellas tierras incógnitas (Imagen 11).

Fueron los imaginarios, sumados a la dificultad de comunicación a nivel del lenguaje y la simbología, como bien lo anotaba Todorov35, los que condujeron a un trágico final a algunos exploradores, víctimas de sus propios equívocos, como Magallanes, asesinado en Tidor. Fue así como los exploradores de la era del descubrimiento enfrentaron las peripecias de lo desconocido y las fronteras geográficas y culturales del Novus Mundus.

En 1839 James Clark Ross y Robert Falcon Scott, exploradores y navegantes, se aventuraron a la tierra austral y en el corazón del mítico continente blanco (Antártida) afirmaron: “La Antártida es para el resto del mundo, todavía hoy, como la morada de los dioses para los antiguos caldeos: un gigantesco continente escarpado, mucho mas allá de los mares que circundan los lugares habitados por el hombre”36. Esta es una muestra más de que la curiosidad humana no se detiene, como señala Cherry-Garrard, y de que un descubrimiento invita a una nueva aventura. Para terminar, concordamos plenamente con la observación del capitán Scott: “El principal fin que tiene escribir la historia de un viaje al polo es proporcionar orientación para futuros viajes; el principal deber del escritor es para con sus sucesores”.37

NOTAS

1 Entre los años de 1507 y 1508 tal vez Vespucio realizó su último viaje, aunque la falta de documentación no permite determinar con certeza si este se llevó a cabo. Fue así como Vespucio describía las tierras, con el objeto de atraer el interés de un monarca europeo. Cita tomada de Letras Mundus Novus, de Americo Vespucio respecto a sus primeros viajes en America, al rey Manuel de Portugal. Citado en Dickson, Peter W. The Magellan Myth. Ohio: Printing Art Press Mount Vernon, 2009: pp. 35-36.

2 Según las investigaciones de Guillemard, citado en Dickson. 2009: p. 76.

3 La Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1474-1566) de Bartolomé de Las Casas fue la obra en la que denuncia las primeras injusticias cometidas en contra de los indígenas durante el periodo colonial en América.

4 Dickson. 2009: p. 91.

5 Hessler, John W. The namig of America. London: Giles Editorial for the Library of Congress, 2008: p.54.

6 Descripción registrada en una carta dirigida a Lorenzo Pietro di Medici, un banquero florentino, en el año de 1504. En Vespucci, Amerigo. Mondus Novus, Transcripción de G. Northrup, Princeton University Press, 1916, en Peter C. Mancall, Travel Narratives from de Age of Discovery, an Anthology. New York: Oxford University Press, 2006: p. 219.

7 Matthiessen, Peter. El último Sur, en “Realidades Ajenas”. Madrid: Trama editorial, 2000: p. 32

8 Noble Wilford, John. The Mapmakers. New York: Vintage books. 2001.

9 Arteche, José de. Elcano. Madrid: Colección Austra, 1972: pp. 93-101.

10 Williams, Glyndwr. The Great South Sea: English Voyages and Encounters, 1570-1750. New Haven, CT: Yale University Press, 1997: p.3.

11 Según las investigaciones de Guillemard, quien fuera un prominente miembro de la Real sociedad de Geografía. Su trabajo lo dedicó, entre otros importantes aportes geográficos e históricos, a la vida de Fernando de Magallanes, citado en Dickson, Peter W., 2009: p. 76.

12 Pigafetta, Antonio. Primer viaje en torno al Globo. Santiago de Chile: Editorial Francisco de Aguirre / Antártica, 1997: p. 19.

13 Pigafetta. 1997: p. 20.

14 Anuario Hidrográficos de la Marina de Chile. Santiago: Imprenta Nacional, 1888: pp. 65-66.

15 Arteche.1972: p. 88-89.

16 Arteche. 1972: p. 136-138.

17 Arteche. 1972: p. 138-140.

18 Williams. 1997.

19 Para más información referirse al artículo presentado por Sabrina Guerra “¡Peligro en la Mar del Sur! Drake y la creación de la Armada”, en el simposio Corso y Piratería, en Lima, junio del 2012, por publicar.

20 Williams. 1997: p.22.

21 Howgego, John Raymond. Encyclopedia of Explorations. Potts Point, N.S.W: Hordern House, 2003: p. 322.

22 Compañero de Mendaña en la búsqueda de Terra Australis, 1567-69, según Howgego. 2003: p. 419.

23 Howgego. 2003: pp. 420-421.

24 Bautista, Juan. (Editor). Pedro Sarmiento de Gamboa: Derrotero al Estrecho de Magallanes (1579-1580). En Segundo Descubrimiento del Batel Santiago. Buenos Aires: Limbos ORG, 2012. Recuperado de http://www.limbos.org/sur/gamboa.htm.

25 Howgego. 2003: pp. 420-421.

26 Bradley, Peter. Navegantes británicos. Madrid: Mapfre, 1992: pp. 232-233.

27 Bradley. 1992: pp. 232-233.

28 Se dice que la reina Isabel pronunció estas palabras cuando el Desire pasó delante del palacio real de Greenwich y su capitán saludó a la reina. Cita tomada de Bradley. 1992: p.235.

29 Dickson. 2009: p. 110.

30 Arteche. 1972: pp. 88-89.

31 Arteche. 1972: pp. 88-89.

32 Esta es la edición inglesa de su obra The New World, publicada en 1671.

33 Bradley, Peter. 1992: p .310.

34 Noble Wilford. 2001

35 Todorov, Tzvetan. Nosotros y los otros. Madrid: Siglo Veintiuno Editores, 2007.

36 Cherry-Garrard, Apsley. The Worst Journey in the World. London: Carroll & Graf. 1989: p. 7. Registra las memorias de la expedición británica a la Antártica, liderada por Robert Falcon Scott entre 1910 y 1913. Las memorias fueron escritas por Apsley Cherry Garrard uno de los sobrevivientes del desastroso viaje.

37 Cherry-Garrard. 1989: p. 31.

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