El valor histórico-arqueológico del mar

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Fuentes para el estudio de la Escribanía de Marina. El estado general de la Armada, las disposiciones testamentarias y el reglamento de escribanos

Existen numerosas fuentes que se han utilizado por la historiografía para explicar la normativa y la documentación de la Escribanía de Marina (Garrido, 2019). Sin embargo, existen otras que aportan información sobre estos organismos, aunque originariamente fueron creadas para otro fin o no posean una vinculación directa con dicha institución. Las fuentes analizadas nos permiten ampliar la información que disponemos, no solo de la Escribanía de Marina, sino de los responsables de custodiar y emitir su documentación: los escribanos.

La primera de estas fuentes es el Estado General de la Armada. Esta es una publicación emitida por el Ministerio de Marina e impresa por la Imprenta Real desde el año 1786 hasta 1942, aunque con algunas interrupciones en su publicación. Esta obra recibe a lo largo de su redacción varias denominaciones “Almanaque Náutico y Estado General de Marina”, “Estado General de la Armada Nacional”, etc. En ella, se recogen la existencia y destino de los cuerpos militares y administrativos de la Armada, así como datos acerca de su reglamentación.

Esta fuente bibliográfica recoge los diferentes cargos y organismos que conforman los departamentos marítimos: intendentes, asesores, comisarios, etc. Esta información nos permite completar los datos obtenidos de los protocolos notariales sobre los Escribanos de Marina. Así pues, en el periodo comprendido entre 1786-1820 se recogen los nombres de los escribanos que ejercían en los diferentes partidos del departamento, así como del Escribano Mayor del mismo. Ante la falta de protocolos, por razones de diversa índole, esta fuente se convierte en imprescindible para completar los vacíos documentales existentes en las escribanías, pues permite conocer la continuidad de un notario cuyos protocolos están incompletos o incluso descubrir el nombre de otros, desconocidos hasta el momento, debido a que sus protocolos no han llegado hasta nuestros días. Este es el caso de la Escribanía del Partido de Motril o de Sanlúcar, donde, debido al incendio del archivo municipal en las primeras décadas del siglo XX, se desconocían los nombres de estos escribanos.

El Estado General de la Armada muestra los datos oficiales de cada periodo, lo que hace que no se aprecie determinada información que sí queda registrada en los protocolos notariales, como es la sustitución de un escribano por otro y su justificación. Este es el caso de Luís Giorla, escribano de marina en la ciudad de San Fernando, quien en un documento de 1844 indica lo siguiente: “en el registro de la escribanía de Don José María Warletta y Moro que por su indisposición despacho6”. Por el contenido del documento, en concreto por su suscripción, podemos conocer la interinidad del cargo que ostenta, algo que explica que Giorla solo realizará sus funciones durante el año 1844: “yo el notario de los reinos, escribano público del número de esta ciudad e interino mayor de marina de este Departamento7”.

En el artículo 164 del Tratado X de las ordenanzas de 1748 hace alusión a la figura de un escribano que posee unas características diferentes a los de la capital del partido, y que se puede relacionar con la interinidad de este escribano. El nombramiento de este, a diferencia del resto, es realizado por el ministro de marina; carecen de fuero y sueldo, siendo la única recompensa a sus funciones la obtención de méritos para optar a la escribanía de la provincia.

Otro ejemplo de ello, lo encontramos entre los meses de marzo y abril de 17658. En este periodo ejerce José Morcillo, como Escribano Mayor del Departamento. Pese a ello, los documentos son suscritos por Francisco Castellanos, sin indicar justificación alguna. Sin embargo, previo a estos documentos, encontramos un poderdonde Morcillo otorga potestad a Castellanos para ejercer sus funciones ante su ausencia9. De ahí que los documentos concernientes a este periodo sean suscritos por Castellanos como escribano mayor del departamento. Otro dato importante que nos aporta el poder, es que Castellanos, pese a seguir ejerciendo en la escribanía pública, está jubilado como escribano de marina.

La justificación a estas sustituciones, ya sea a través de un poder adjunto o en las suscripciones del documento, no solo se relaciona con los notarios, sino que en diversos documentos también se produce con el intendente del departamento marítimo. Ejemplo de ello es un desistimiento de albacea de don Juan de Cuenca y Ulloa, albacea testamentaria del Escribano Mayor del Departamento Marítimo de Cádiz, José Morcillo Calderón de la Barca. En dicho documento se expresa la indisposición del escribano y del intendente del Departamento:

Ante mi (Christobal González Tellez) Escribano de su Magestad y de diligencias de la Escribanía Mayor de Marina que fue del cargo de Don Joseph Morcillo Calderon por cuya indisposición despacho, y testigos del son Don Juan de Cuenca y Ulloa, Comisario Real de Guerra de Marina y Contador Principal de ella, que en virtud de Real Orden despacha la Intendencia General de Marina por indisposición del Señor Intendente propietario […]10.

Otro dato significativo que nos aporta el estudio de los Estados Generales de la Armada es la aparición y supresión de partidos dentro del departamento, que corrobora lo observado en la normativa y en los protocolos notariales. Tal y como hemos mencionado con anterioridad, en la última década del siglo XVIII se produce la desaparición del Partido de Tarifa y la creación del de Algeciras. Esto permite deducir que se trata de un traslado de la sede de Partido, por motivos que a día de hoy desconocemos, al llevar a cabo sus funciones el mismo escribano y debido a la proximidad territorial de ambas.

Pese a la complementación de ambas fuentes, el Estado General de la Armada y los protocolos notariales de marina, que prácticamente abarcan todo el periodo de esta institución, seguimos encontrando algunas etapas donde la información acerca de estas escribanías, y de sus escribanos, es casi inexistente. Para subsanar esta falta de datos acudimos a otra fuente de información: las disposiciones testamentarias. En estos documentos encontramos alusión a la profesión ejercida por la persona que pone por escrito sus últimas voluntades, encontrando en algunos casos a los notarios que ejercían en la escribanía de marina.

Este es el caso de Francisco de Paula Espinosa, escribano de marina del Partido de Algeciras, quien en su testamento indica su profesión de la siguiente manera: “[…] Escribano que soy de Marina de la Provincia de Algeciras […]11”. La búsqueda de estos nombres no se realiza de forma aleatoria, sino observando a las personas que suscriben los documentos de los escribanos de marina, pues en muchos casos entre estos se encuentran los sucesores en el cargo. Esto se observa en la ciudad de Cádiz, donde en los documentos elaborados por Manuel José de Mesa aparece en las suscripciones como testigo Francisco de Castellanos, su sucesor en la Escribanía.

En las disposiciones testamentarias no solo se recogen características del oficio de escribano, sino que también se describen cómo estaba formada la oficina de la escribanía. En el testamento de Pedro Felipe de Montes se recogen los instrumentos que conformaban su escribanía, entre ellos un tintero, un razo de plumas, candeleros, una campanilla y avíos de afeitar en plata, espadines de puño, ganchos y conteras, así como juegos de hebillas de corbatín, etc.12.

La última fuente utilizada en nuestro análisis se centra más en las características propias de los escribanos de marina, en concreto de la ciudad de Cádiz, que en la propia institución. Se trata del Real Despacho, Concordia y Ordenanzas del Número de Escribanos de la ciudad de Cádiz, que fue publicado por la imprenta de Manuel Ximénez Carreño, en 1785. Este reglamento desarrolla los requisitos que los escribanos públicos debían de cumplir para ejercer sus funciones en la ciudad de Cádiz. Este documento, aunque hace referencia a los escribanos públicos, muestra algunas características que son comunes a los de marina, algo que se explica si tenemos en cuenta que las funciones públicas y de marina pueden y suelen recaer en la misma persona (Garrido, 2019).

Para mostrar estas características utilizaremos como ejemplo a cuatros escribanos de marina de la ciudad de Cádiz, donde dichas particularidades quedan recogidas en sus escritos y disposiciones testamentarias.

Como señalaba el Real Despacho de 1785, el escribano para llevar a cabo sus funciones debía ser vecino o natural de la ciudad donde ejercerá el cargo de escribano, y así mismo deberá destacar por sus habilidades y buenas costumbres. Ejemplo de ello es la figura de Manuel José de Mesa, escribano de marina de la Ciudad de Cádiz, en cuyo testamento se indica ser hijo del capitán don José de Mesa Dávila, así como secretario de su Majestad y natural de la ciudad de Cádiz13.

En cumplimiento de la obligación que se recoge en el Real Despacho, en el que se obliga al escribano a ser un hombre “temeroso de Díos”, fue práctica común que en sus disposiciones testamentarias se mencionase a Dios y a las costumbres religiosas. Es reseñable el caso de Pedro Felipe de Montes14quien manifiesta que es hermano de numerosas hermandades de la ciudad, que su entierro sea con el hábito de la orden capuchina si falleciera en Cádiz, y si no fuese así con el de la orden franciscana, que se pasease su féretro por varias iglesias antes de su sepultura y que se realizasen 2000 misas por su alma, explicando incluso quienes deben participar en ella, entre otros aspectos.

Una última característica a destacar es ser descendiente o tener lazos de consanguineidad o parentesco con otros escribanos. En este caso concreto, cabe destacar la figura de Francisco de Castellanos y José Morcillo Calderón. Ambos escribanos se sucedieron en el cargo en la Escribanía de Marina; sin embargo, en un primer acercamiento a los documentos no detectamos vínculos de consanguineidad. Pero profundizando en la disposición testamentaria de Castellanosencontramos las relaciones de parentesco15. Según este documento, Antonia de Castellanos, hija legítima del escribano, contrae matrimonio con José Morcillo, llevando a cabo sus capitulaciones matrimoniales el día 25 de octubre de 176316. A raíz de esto, en ese mismo año Morcillo comienza a ejercer sus funciones como escribano público en la notaría número 11 de Cádiz, y al año siguiente, en la Escribanía de Marina, en ambos casos como sucesor de Castellanos.

 

El patrimonio documental: conservación y recuperación

El patrimonio bibliográfico y documental custodiado en archivos y bibliotecas es una de las principales herramientas con las que cuenta el investigador para llevar a cabo sus análisis y estudios. Sin embargo, en ocasiones este patrimonio se encuentra en situaciones deplorables que provocan la necesidad de una actuación inmediata para impedir que su degradación continúe y, por tanto, se pierda la información que contiene.

Hoy en día, las condiciones de conservación de las instalaciones que custodian la mayor parte de este patrimonio son adecuadas, aunque mejorables en muchos de los casos. La falta de actuación y las condiciones ambientales y antrópicas en las que estos documentos y libros se encontraban ha provocado que una parte importante de estos estén en un pésimo estado de conservación.

La ausencia de planes de actuación y de medidas de prevención y restauración hace que los fondos de la Escribanía de Marina hayan sido diezmados con el paso del tiempo. La custodia de este patrimonio en unos edificios que no poseían las medidas de seguridad necesarias, tiene como consecuencia que gran parte de los fondos de escribanías, como las del partido de Sanlúcar de Barrameda y Motril, se perdiese en los incendios de ambos archivos municipales a comienzos del siglo XX. Entre los fondos notariales contenidos en dichos archivos existía información relativa a ciudades tan importantes como Jerez de la Frontera o Arcos de la Frontera en el caso del Partido de Sanlúcar, o Almuñécar o Salobreña en el de Motril.

De la misma manera, la desaparición de una buena parte de cómo estaba estructurada esta institución, la Escribanía de Marina y de su departamento marítimo, se debe al incendio del Archivo General del Departamento Marítimo de Cádiz, albergado en la escuela de Suboficiales de la ciudad de San Fernando. Este incidente tuvo lugar el 2 de agosto de 1976. Entre los fondos perdidos se encontraban los archivos de Cuba, documentación relativa a los territorios españoles en América del Norte, México, América Central o Puerto Rico. De esta catástrofe patrimonial se salvaron algunos documentos que previamente habían sido transferidos al Archivo General de la Marina “Álvaro de Bazán”.

Además de estas pérdidas, existen lagunas documentales en esta institución y, a día de hoy, desconocemos los motivos. En el caso de la ciudad de Cádiz, en el Archivo histórico Provincial, desde comienzos del siglo XIX se detectan diversos saltos temporales en los protocolos; sin embargo, en los Estados Generales de la Armada, se registran a los notarios en dichos años.

Las causas de las pérdidas de dicho material podrían justificarse en los conflictos políticos, sociales y bélicos del momento o las condiciones inadecuadas en que se encontraban almacenados, que han provocado que no llegaran hasta nuestros días.

La recuperación del patrimonio documental no solo se basa en la conservación y restauración de los fondos, sino en la localización de parte de estos que se consideraban perdidos. El estudio institucional nos ha permitido localizar algunos de estos documentos, los cuales se albergaban en otras secciones que pertenecían a otras instituciones, que en algún momento puntual tuvieron relación con la Escribanía. El primero de los casos es el referente a Francisco de Castellanos. La documentación emitida por este notario se encuentra dividida, tal y como hemos indicado anteriormente, entre el único legajo del año 1762 de la Escribanía de Marina y los restantes documentos de marina albergados en los protocolos de la escribanía pública.

Otro de los casos son los documentos pertenecientes a la Escribanía Mayor del Departamento de Cádiz durante el ejercicio de José Morcillo. Ante la inexistencia de protocolos de marina de este notario en la capital gaditana, se trazaba un doble planteamiento: por un lado, que su labor al frente de la Escribanía se hubiese producido, pero sus documentos no hubiesen llegado hasta nuestros días; por otro lado, que Morcillo no hubiese ejercido en la ciudad de Cádiz al no existir documentos que lo evidencien.

Durante el ejercicio de Morcillo, tiene lugar el traslado de la sede del departamento a la vecina ciudad de San Fernando. Esto nos lleva a plantearnos si este escribano, tal y como sostienen las ordenanzas, lleva consigo para su custodia los protocolos notariales emitidos por él durante el desarrollo de su actividad en la capital gaditana. Al analizar el primer protocolo notarial de la Escribanía Mayor de San Fernando, observamos que los primeros documentos están datados en la ciudad de Cádiz y, por tanto, corresponden al ejercicio de Morcillo en la anterior capital departamental.

Este tipo de situaciones son habituales en muchas instituciones, pues en algunos de los casos los documentos que estas emitieron o custodiaron no se encuentran en su lugar de origen, sino que por diversas razones, ajenas o no a la institución, han sido trasladados y forman parte ahora de fondos de otros organismos que en algún momento tuvieron relación con dicha institución.

Este es el caso descrito por Manuel Ravina (2006) en su estudio “Las Cortes de Cádiz y el Protocolo Notarial”, donde nos plantea un contexto determinado: la llegada de refugiados a la ciudad de Cádiz durante la Guerra de Independencia. Entre los refugiados se encuentran notarios de la ciudad de Madrid que solicitan al Cabildo de la ciudad de Cádiz el poder ejercer en las escribanías de la ciudad para poder subsistir. Esto provoca la emisión de un edicto que establece que tres notarios puedan ejercer, aunque en la práctica se tiene constancia de que fueron muchos más, a cambio de que sus documentos se recojan en los protocolos de la ciudad de Cádiz. Sin embargo, gracias a este estudio, sabemos que esta situación en muchos de los casos no se produjo, lo que provoca que existan documentos notariales emitidos en la capital gaditana custodiados en los archivos de protocolos de Madrid.

Este caso, y lo anteriormente expuesto, resalta la importancia del estudio de la historia de la institución, no solo para conocer su funcionamiento y organización, sino para saber qué sucesos políticos, sociales, culturales o económicos le afectan directa o indirectamente y provocan que sus fondos sean trasladados o diezmados.

La difusión del patrimonio

Como sostiene Bellido Gant (2008), la difusión debe entenderse como un proceso encaminado a dar a conocer el patrimonio para que este sea valorado y disfrutado. La aplicación de las nuevas tecnologías en los archivos y bibliotecas ofrece nuevas posibilidades, no solo desde el punto de vista de la conservación, sino de la difusión del patrimonio a través de estos nuevos medios digitales. Esta realidad conlleva la regulación de este proceso mediante normativas y reglamentos, tanto nacionales como internacionales, que establecen las actuaciones destinadas para tal fin.

La difusión se convierte, por tanto, en uno de los principales pilares de la gestión documental, siendo su objetivo establecer un vínculo entre el patrimonio y la sociedad a la que se pretende hacerlo llegar (Martín, 2007). En los últimos años, las diversas instituciones culturales están llevando a cabo la creación de plataformas digitales que dan a conocer sus fondos y colecciones, permitiendo su consulta de una forma directa, sin la necesidad de tener que trasladarse hasta las instituciones que los custodian.

En el caso del patrimonio documental andaluz, tal y como sustenta Antonia Heredia (2002), esta nueva realidad se hace efectiva a finales del pasado siglo, al ampliar las posibilidades de difusión y acceso al patrimonio gracias a la aplicación de las nuevas tecnologías en los archivos al producirse la incorporación de las nuevas tecnologías. Será a partir de esta fecha cuando los principales archivos e instituciones culturales comiencen a difundir sus fondos a través de la red, mediante las primeras páginas web de estos organismos.

Esta nueva posibilidad de acceso al patrimonio documental y bibliográfico se convierte en imprescindible para llevar a cabo análisis como el presente estudio, permitiendo consultar fuentes de diversos archivos e instituciones de vital importancia para la investigación. Hablamos de plataformas como la Biblioteca Virtual de Defensa, para el caso de los Estados Generales de la Armada, o el Repositorio Tecnológico de Monterrey, en el caso de la normativa. Las facilidades que ofrece este medio permiten la utilización de diferentes fuentes, favoreciendo un estudio más completo, algo que sería más complejo sin el acceso a través de la red a este patrimonio.

Conclusiones

A la hora de abordar el estudio de una institución es importante observar las modificaciones que se producen a lo largo de su trayectoria, pues nos permiten localizar la documentación emitida e incluso comprenderla. Este análisis previo nos ha facilitado advertir los diversos cambios a los que se ha enfrentado la Escribanía en su trayectoria, que han provocado la modificación territorial de la institución, del número de escribanos o de las oficinas que emiten la documentación.

Los cambios producidos en las demarcaciones territoriales son reflejados en la normativa, ya sea ordenanzas, decretos, reales órdenes, etc. o incluso en fuentes relacionadas indirectamente con la institución, como son los Estados Generales de la Armada. Sin embargo, todas ellas muestran la oficialidad de los hechos, pero cuando nos acercamos a la documentación observamos que lo contenido allí evidencia una realidad diferente a la mostrada en dichas fuentes. La unión de ambas realidades permite observar que el cumplimiento de la normativa no se produce, en mucho de los casos, de forma inmediata, algo que permite conocer las etapas de transición por las que pasa esta institución, mostrando los distintos cambios que se producen en ella hasta la consolidación de lo establecido en la legislación.

Para poder abordar este análisis es necesaria la utilización de fuentes que difieran de las convencionales —Normativa y Documentación—, aunque estas no tengan una vinculación directa con la institución o incluso fueran creadas para otro fin. En el caso del presente estudio, los Estados Generales de la Armada o las Disposiciones Testamentarias de los escribanos de Marina, emitidos en la escribanía pública, se convierten en una de las principales fuentes que permiten completar la información acerca de esta institución.

En el primero de los casos, ante la falta de documentos notariales y los emitidos por el departamento, se convierte en la única forma, hasta el momento, de conocer el nombre y la fecha de ejercicio de los escribanos que ejercieron en las escribanías de los partidos que conforman el departamento marítimo. Por otro lado, los testamentos se convierten en documentos de gran relevancia para el estudio, pues permiten obtener una visión personal de cada uno de estos escribanos, su modo de vida, creencias, vida familiar o incluso sus relaciones sociales. Esta información no hace comprobar si estos notarios cumplen o no con los requisitos establecidos por la concordia gaditana, anteriormente mencionada. Entre estos datos se encuentran los lazos de parentesco o consanguineidad, los cuales serían bastante dificultosos de averiguar sin esta fuente.

Los programas y planes de actuación llevados a cabo por las instituciones se convierten en un factor fundamental para el mantenimiento y la recuperación de los fondos patrimoniales que custodian. Sin embargo, en ocasiones, estos no consiguen sus objetivos ante el mal estado que presentan, lo que hace que su información sea inapreciable e ilegible. En el caso que nos ocupa, la falta de estas medidas ha ocasionado que gran parte de los fondos documentales de la Escribanía no hayan llegado hasta nuestros días.

 

Unido a la importancia de la elaboración y aplicación de estos planes de actuación, es necesario recalcar la necesidad de la localización de los fondos que se consideran perdidos de una institución. Para ello, el estudio de la trayectoria de la institución se vuelve vital para localizar aquellos documentos que, por diversas razones, no se encuentran en su lugar de origen. La recuperación de estos fondos a través de su hallazgo facilita completar muchas de las lagunas existentes e incluso explicar episodios que las acontecen, pues el traslado, robo o pérdida de dicha documentación también forma parte de su historia. Este método de recuperación documental es bastante complejo y en muchos de los casos se debe a una localización fortuita de los mismos, pues la propia institución no suele indicarlos o simplemente son escasas las referencias acerca de ello.

Todo esto carece de sentido sin un programa de difusión que permita acercar estos fondos a los investigadores y a la sociedad. El uso de plataformas y repertorios digitales se convierte en instrumento imprescindible para difundir y hacer más accesible el patrimonio. La utilización de estos medios digitales, a su vez, se convierte en una medida de conservación al permitir la visualización digital del documento y evitar los deterioros del original por el uso antrópico.

La documentación y las diversas fuentes utilizadas en el presente estudio aportan no solo una información imprescindible para el conocimiento de la actividad comercial y financiera de la Península y de los territorios americanos, sino de los actores que la conformaban o de las personas que asistían a ella para llevar a cabo sus documentos, convirtiéndola en un patrimonio documental trascendental para el conocimiento de la historia de la marina, del departamento marítimo y de la sociedad del momento.