Read the book: «Alaíde Foppa»

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Alaíde Foppa

Selección y nota introductoria de

Elisa Díaz Castelo


Universidad Nacional Autónoma de México

México, 2020

Contenido

Nota introductoria Elisa Díaz Castelo

Oración

El hilo de oro

Morir como árbol herido...

¿Quién eres tú?

Herida

¿Queda algo todavía?

Mis hijos

Mujer

Ella se siente

Solsticio

Despedida

Destierro

Casi un adiós

Promesa

Otra vez, juventud

Las manos

Los huesos

Mujer

Las palabras

Días

El tiempo

Semblanzas

Nota introductoria

La primera vez que escuché el nombre de Alaíde Foppa fue durante el examen profesional de mi admirada amiga Diana del Ángel, cuyo trabajo académico se enfoca en rescatar la obra poética de escritoras dejadas a un lado por el canon. El examen se realizó en la división de estudios de posgrado de la unam, un edificio semicircular de concreto, por partes iguales futurista, al más puro estilo de Metropolis, y ruinoso, pues está construido en una zona remota de Ciudad Universitaria y lo rodean plantas que crecen sin orden ni concierto. La mañana del examen llovió y me empapé en la larga caminata entre la estación del metrobús y el edificio, para luego perderme en uno de los pasillos semicirculares y entrar en el salón equivocado. Sin embargo, la agreste carrera de obstáculos que supuso desembocar en el sitio conecto valió la pena pues gracias a ese examen aprendí más de la obra de autoras de quienes no se habla lo suficiente, como Rosario Castellanos, y me enteré de la existencia de otras, como Alaíde Foppa.

Cuando me propusieron participar en este proyecto, de inmediato pensé en Foppa. Me sedujo la condición de nómada de esta escritora de madre guatemalteca y padre argentino nacida en Barcelona, su compromiso con el activismo político de izquierda y su papel central en el movimiento feminista mexicano. Sin embargo, encontrar bibliografía suya resultó ser una experiencia tan kaflriana como llegar al examen de mi amiga aquella mañana lluviosa. El inicio del proyecto coincidió con el estado de excepción de la cuarentena y todas las bibliotecas públicas, por no decir las librerías, estaban cerradas. De cualquier modo, constaté en linea que las librerías eran de poca ayuda pues ni siquiera Amazon, esa bestia virtual de muchas cabezas, tenía a la venta sus libros. Entonces comencé a recurrir a mis amigas y amigos lectores, intercambié con ellos largas notas de voz, mensajes de texto y correos electrónicos, pero la única persona que tenia un libro suyo había decidido seguir la receta del Decamerón y pasar la cuarentena en una casa fuera de la ciudad. Por suerte, estos amigos me pasaron los datos de otras personas y finalmente logré formar una red de contactos con mujeres expertas en literatura mexicana y dos de ellas, una poeta y una académica, me abrieron la puerta de sus casas, en plena pandemia, para que pudiera consultar los libros de Alaíde Foppa. La odisea que supuso encontrar bibliografía de esta poeta no sólo me confirmó la importancia de las redes de mujeres, sino que fortaleció mi convicción de que proyectos como Vindictas. Poetas latinoamericanas necesitan existir.

Mientras hacía lo posible por conseguir los libros de Foppa, leía sus poemas disponibles en línea y aprendía más sobre su vida. Nacida en 1914, creció en Europa, entre países y lenguas diversas, y me pareció admirable y consecuente su decisión de tomar la nacionalidad guatemalteca y volver a Guatemala en 1943, donde muy pronto se involucró en grupos políticos de izquierda que se oponían a la dictadura de Jorge Ubico Castañeda. Foppa se casó con Alfonso Solórzano y, ya que ambos habían colaborado con la revolución, se exiliaron en México, donde ella comenzó a dar clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Además de convertirse en la directora del Departamento de Literatura Italiana, Foppa encabezó uno de los primeros movimientos feministas en este país y fundó junto con otras compañeras la primera revista feminista mexicana, fem. Varios de sus hijos se involucraron en el Ejército Guerrillero de los Pobres en Guatemala para oponerse al gobierno y en 1974 mataron a uno de ellos, Juan Carlos. A partir de entonces, ella se dedicó con aún mayor entrega al activismo político y, cuando volvió a Guatemala a visitar a su madre en 1980, policías del G2 del Ejército de Guatemala la raptaron y la torturaron hasta que murió de un ataque al corazón. Tenía 66 años. Sus restos no han sido encontrados.

La vida y la muerte de Alaíde Foppa me cimbraron. Si bien hemos escuchado varias veces aquella vieja consigna de que todo acto es político, reeditar la obra poética de Foppa lo es especialmente, pues contradice el deseo de silenciarla que sin duda fue el motor de su asesinato. Hablar y escribir de Alaíde Foppa es rebelarse ante la tiranía de quienes la desaparecieron. Editarla y pensar sobre su obra y su legado es la forma de buscarla que tenemos sus lectoras.

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