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Perspectivas Críticas de la Contabilidad Contemporánea

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Notas

1 En una suscripción pueden existir varios usuarios, con lo que se tendría diferencia entre el número de suscriptores y el número de usuarios.

2 El término activo intangible es abordado más adelante desde la NIC 38.

3 Stakeholders hace referencia a todos los interesados en el actuar de la empresa.

4 Una nueva versión del Modelo Intellectus se dio a conocer en octubre de 2011; el cambio más relevante fue la incorporación del capital innovación como un componente del CI. Esta investigación se realizó con base en el modelo del año 2003.

5 Conocidas en inglés como International Financial Reporting Standards (IFRS).

6 Según la NIC38, un activo es identificable si es susceptible de ser separado o escindido de la entidad y vendido, transferido, dado en explotación, arrendado o intercambiado, ya sea individualmente o junto con un contrato, activo identificable o pasivo con los que guarde relación, independientemente de que la entidad tenga la intención de llevar a cabo la separación, que surja de los derechos contractuales o de otros derechos de tipo legal, con independencia de que esos derechos sean transferibles o separables de la entidad o de otros derechos y obligaciones.

7 Parte de las deficiencias de la contabilidad y del modelo NIIF (IFRS, en inglés) radican en los criterios de medición, ya que los modelos económicos aplicados se basan en el valor de cambio y no en el valor de uso, lo cual sería una de las características de muchos de los intangibles que posee la organización.

8 “Las NIIF como un estándar global han tenido un impacto tremendamente beneficioso para los inversionistas, que carecían de comparabilidad en épocas anteriores a las NIIF; varios estudios científicos han demostrado que la introducción de las NIIF ha contribuido a reducir el costo del capital” (Hoogervorst, 2012).

9 Puede verse mayor información en Gómez (2007).

10 Se tomó la estructura vigente para el primer trimestre del año 2011. En el estudio base, medido en el mismo periodo de 2005, el índice estaba conformado por 25 acciones. Para el estudio base, se tomaron veintiún (21) empresas que tenían portal web.

11 Bancolombia es emisora de dos y Corficolombiana, de tres acciones vinculadas al índice.

12 Como se buscaba que los estados financieros estuvieran disponibles en los portales web, las consultas, tanto para el estudio de 2005 como el de 2011, fueron realizadas en los primeros quince días del mes de mayo.

13 No obstante, en los portales web que tienen sitio para recursos humanos, la información con mayor frecuencia es la relacionada con la capacitación. De hecho, es uno de los indicadores con mayor calificación en los dos años objeto de estudio.

14 En los dos años de estudio, la desviación estándar es la mayor de todos los componentes y también es la única que presenta crecimiento, lo que estaría indicado que el comportamiento de la divulgación de información por parte de las empresas del IGBC, es menos homogéneo, en 2011. En otras palabras: hay varias empresas con índices alejados a la media.

15 Abarca información sobre tiempo, inversión y cantidad de personas en programas de capacitación.

Anexo 1. Modelo de capital intelectual utilizado


La divulgación de información: una mirada desde la teoría de la economía política en contabilidad

Stella Maldonado García

Introducción

Durante los últimos años, el fenómeno de la divulgación de información social ha experimentado un importante incremento, evidente en el crecimiento del número de empresas que presentan sus informes corporativos en plataformas virtuales como la del Global Reporting Initiative (GRI), o a través de iniciativas como el Extensible Business Reporting Language (XBRL). La divulgación de información es vista desde diversas perspectivas, dependiendo del lente teórico por medio del cual se analiza. Por ejemplo, en el ámbito administrativo, es frecuente que este fenómeno sea presentado como un elemento de gestión favorable para el esquema competitivo de la empresa. Frente a tal perspectiva, la academia ha estudiado el fenómeno desde diversos ejes temáticos, sin lograr un consenso sobre cuáles son las motivaciones que impulsan a las empresas a divulgar información de carácter social.

Esta reflexión gira en torno al sustento teórico que acompaña los hallazgos sobre la divulgación de información social. Sin embargo, más que una disertación teórica, es la exposición de algunos elementos para repensar los marcos teóricos desde los cuales se explica la dinámica divulgativa de las empresas.

 

En la teoría económica y administrativa, es común darle características de sujetos animados a los objetos, las situaciones, los constructos sociales, etc. Se suele decir que el mercado está nervioso, penaliza, se complace o tiembla. De la misma manera, el mercado premia, y conceptos como el de reputación corporativa se convierten en un galardón logrado, a partir de diferentes prácticas y rutinas empresariales que otorgan legitimidad. Así, el cumplimiento de responsabilidades morales y civiles por parte de las empresas, se convierte en objeto de premios, así como en plataforma de una retórica corporativa que magnifica el cumplimiento de las obligaciones contractuales con la sociedad.

Por otro lado, en el mercado todo es susceptible de ser considerado como mercancía que se oferta y se demanda. Las fantasías infantiles, los más íntimos sentimientos maternos, la guerra, el sufrimiento y, por supuesto, la información, con la capacidad de influenciar la forma de vida de las personas, también son considerados como una mercancía –quizás costosa– para las empresas, pero efectiva a la hora de captar mercados. Aunque las dinámicas sociales han cambiado, esas transformaciones parecen no tener claro el impacto de las empresas, sus consecuencias y limitantes, ni su interrelación con la sociedad. La consigna desde el mercado es clara: producir y aumentar la acumulación de riqueza, sin mediar sobre lo humano. Y, aunque el mercado también penaliza, el sistema ha sabido refrescarse, logrando cambiar las percepciones de los consumidores.

En consecuencia, la información empresarial se ha convertido en una mercancía y en un medio para justificar y legitimar las acciones de las compañías. Nótese, por ejemplo, la reacción de la empresa Pacific Rubiales, cuando fue llevada al escenario público por conflictos laborales e investigaciones por posibles irregularidades legales y tributarias. En este caso, la firma acudió a la publicidad, buscando ganar una buena reputación, un ansiado premio por el que se pueden invertir jugosos recursos1. Este comportamiento se ha convertido en una práctica común de las empresas. Cuando la BP se vio enfrentada, en 2010, al escándalo por el derramamiento de petróleo en el Golfo de México, inició una escalada publicitaria sin precedentes.

Según un artículo publicado por El Mundo de España, la multinacional petrolera aumentó en un 6200 % su gasto en publicidad en Google, un canal de comunicación altamente consultado. De acuerdo con El Mundo, la empresa invirtió casi EUR 3.000.000 en publicidad, en solo un mes (Europa Press, 2010). La intención, claramente, era mejorar la percepción de la sociedad sobre la empresa y posicionarse como una corporación ética, nueva categoría empresarial que ha hecho escuela durante las últimas décadas.

El tema de la información corporativa (financiera y no financiera), es el que ocupará las siguientes líneas. La motivación de reflexionar sobre este tema se relaciona con la proliferación de artículos, unos científicos y otros informales, tratando de explicar el fenómeno divulgativo empresarial y las bondades de la nueva tendencia informativa (como elemento competitivo de gestión). Hace tan solo 30 años, si no menos, las empresas no tenían mayor interés en dar a conocer sus actividades. El secreto empresarial era una característica propia de la gestión, sobre todo en los países subdesarrollados.

Factores como la debilidad del Estado frente a las grandes corporaciones; la influencia de estas en los medios de comunicación –especialmente de las multinacionales y las empresas oligopólicas–; la debilidad en la legislación; el bajo poder de los grupos de presión; la cultura de confidencialidad que permite el camuflaje de prácticas que van en detrimento de la sociedad y su entorno, entre otros, han influido en la práctica del secreto empresarial (Araya, 2006). Un poco de información acerca de algunos de sus negocios y resultados financieros, era todo lo que las empresas reportaban. Sin embargo, esta situación ha cambiado y, ahora, las empresas invierten recursos financieros y humanos tratando de emitir información sobre sus actuaciones.

Así pues, las multinacionales han jugado un papel importante en este cambio, ejerciendo presión sobre las compañías en América Latina. Dicha presión ha impulsado la creación de iniciativas de reporting, como el Global Reporting Initiative (GRI), las cuales han logrado cierto nivel de homogenización de la información reportada. En materia de informes, se evidencian avances en países como Chile, Brasil y México (KPMG, 2011). Sin embargo, según el informe presentado por KPMG en 2011, estos avances no garantizan la calidad y rigurosidad de la información divulgada y, al parecer, la retórica sigue acompañando los informes, sin que se logre aún una divulgación de información relevante sobre las actividades de las compañías (Marín et al., 2012). Por el lado de la academia, el interés se ha centrado en conocer las motivaciones que llevan a las empresas a divulgar información, pues, al hacerlo, se exponen ante los consumidores y el público en general.

Ahora bien, ¿qué ha hecho que las empresas se interesen en informar públicamente sobre sus actividades?; ¿cuáles son los detonantes de esta nueva dinámica de divulgación?; y, ¿qué divulgan las empresas? Estas son las preguntas abordadas en el presente capítulo. Sin embargo, el camino apenas comienza. Ya sea por la pluralidad de opiniones, unas a favor y otras en contra; porque no hay una única respuesta y cada situación, de acuerdo con el contexto, se explica a partir de su propia realidad; o porque el lente con el cual se está haciendo la observación no es el más adecuado, no se ha llegado a un consenso.

Esta reflexión no dará respuesta alguna. Solo busca hacer un llamado a analizar de manera más fina el fenómeno de la divulgación de la información social, las diferentes teorías sobre el incremento en la divulgación y la retórica de la información divulgada, así como la intención del discurso emitido por las empresas. Es una reflexión que busca generar la sana desconfianza sobre algunos elementos dados por ciertos en las investigaciones, en especial acerca de los paradigmas utilizados hasta ahora, para explicar el contenido, la calidad y la cantidad de la información divulgada.

Sobre las teorías utilizadas en el análisis de la divulgación de información

Los ejes teóricos a partir de los cuales se explica el fenómeno divulgativo de las empresas son diversos. Como la teoría administrativa no cuenta con herramientas explicativas del fenómeno, se han rescatado elementos de las ciencias sociales, con el fin de definir marcos de análisis que den para proveerse de marcos analíticos sólidos que permitan, a su vez, un análisis bajo otras perspectivas diferentes a las planteadas por las teorías económicas (Gómez y Ospina, 2009; Gray et al., 2009). En este sentido, también se encuentra una falta de análisis crítico, inclusive desde las ciencias sociales, para visibilizar las diferencias en las prácticas de revelación de la información financiera y social (Gray et al., 2009). No obstante, su utilización ayuda a entender las razones que llevan a una empresa a divulgar información voluntaria, en donde se incluyen elementos de su actividad social y medioambiental.

En el análisis de la información divulgada se han descrito diferentes ejes teóricos. Por ejemple, está la teoría de la actuación social, en donde la responsabilidad social corporativa (RSC) puede estar explicada por los efectos económicos y sociales que se producen en la activad empresarial, con lo que la información divulgada incluirá estos aspectos. Segundo, se encuentra la teoría del valor para el accionista, según la cual la responsabilidad de la empresa es netamente económica y, al cumplirse esta, se genera beneficio social (aunque la prioridad es la rentabilidad, y aquellas actividades que disminuyan el rendimiento del accionista serán rechazas por la organización). La tercera es la teoría de los grupos implicados, que reconoce la existencia de efectos sobre grupos sociales diferentes a los accionistas y los empleados, y en donde la información relevante bajo este modelo de pensamiento tendrá un enfoque netamente financiero. Por último, se halla la teoría de la ciudadanía empresarial. Esta considera que la empresa, como parte de un conglomerado, deberá aportar a la comunidad de su entorno más cercano en un sentido benéfico y filantrópico, bajo la premisa de que todo ciudadano debe apoyar a su comunidad y que la empresa, como una especie de ciudadano, también debe hacerlo (Melé, 2007).

Bajo este esquema, hay dos grandes grupos, a partir de cuales se pueden categorizar las diferentes teorías que ayudan a explicar la dinámica divulgativa. Por un lado, están las teorías de enfoque económico, la teoría de los modelos de decisión, la teoría de los costos de transacción y la teoría de la agencia. En otro lado, se ubican las teorías de tipo social, en donde se enmarcan la teoría de la economía política, la teoría de los stakeholders y la teoría de la legitimidad (Archel y Husillos, 2009; Milne y Adler, 1999; Tilling, 2004; Williamson, 1989). A continuación, se describen algunas de las teorías utilizadas en los estudios sobre la divulgación de información financiera y no financiera.

Enfoque de los modelos de decisión

En este enfoque2, la divulgación de información social está sujeta a su utilidad en una perspectiva de stakeholders. Desde la mirada racional en el marco del modelo capitalista, la información será “útil”, siempre y cuando aporte a mantener y aumentar el valor de la firma. Serán útiles todos aquellos datos o reportes que minimicen riesgos y ayuden a la toma de decisiones racionales, desde el punto de vista económico. En ese sentido, la información social se considera útil, solo mientras disminuya los riesgos de posibles boicots por parte de los grupos de interés. Por lo tanto, la información será valorada de manera positiva, siempre y cuando ayude a prever los costos generados por las externalidades negativas que puedan dar lugar a reclamaciones o demandas de los stakeholders.

Teoría de los costos de transacción

Desde este enfoque, los jugadores del mercado tendrán unos costos de transacción, cuando se encuentran en el escenario económico y desean realizar un contrato. Dichos costos están relacionados con la regulación y el control del mercado. Un costo de transacción es aquel en el que incurren los jugadores para realizar un intercambio económico. En un mercado perfecto, no hay costos de transacción. No obstante, como hay jugadores con mayor o menor poder, y existen asimetrías en la información que genera los costos en los contratos, no existe un mercado perfecto.

En el tema de la información social, los contratos dependen de este insumo, ya que existe información que puede generar mayor o menor riesgo, con lo que los costos del contrato dependerán del control de tales riesgos, a partir de la medición (North, 1968).

Siguiendo a Williamson (1989), las instituciones ayudan a disminuir los costos de transacción cuando comienzan a mediar en el mercado. La información y los mecanismos de control entran a hacer parte del entramado institucional que regula los contratos y, por lo tanto, los mercados (North, 1993). Así, entre más desarrollados sean los sistemas de información y de control, mayores serán los costos de transacción para los jugadores de dicho mercado.

Teoría de la agencia

Esta teoría se relaciona con el paradigma de la utilidad, según el cual, el objetivo de la información contable (y de la contabilidad, en particular) es informar, por parte del agente administrador a los accionistas e inversores, sobre el resultado de las actividades de la empresa, en términos de beneficio económico. La relación tipo agencia se configura cuando un agente depende de la acción del otro. Cuando existe un “contrato explícito” entre los dos agentes, en el cual uno de los dos (el administrador o gerente, en el caso de la organización) se compromete a ejecutar las acciones necesarias en beneficio de la otra parte (el accionista o inversor) (Jensen y Meckling, 1976; Pratt y Zeckhauser, 1991).

En palabras de María Gracia García (2003),

El contrato generalmente incorpora delegación de autoridad, de forma que el agente toma ciertas decisiones en nombre del principal. En este contexto, el objetivo básico de esta teoría es determinar, dadas ciertas hipótesis relacionadas con las personas, la organización y la información, cuál es el contrato más eficiente para gobernar la relación principal-agente, tomando como referente el control del comportamiento del agente. (p. 10).

 

El problema de la agencia se presenta:

[…] en situaciones de información asimétrica, es decir, bajo los supuestos siguientes (Arrow, 1991): (a) información oculta o selección adversa –una parte de la transacción dispone ex ante de información privada sobre determinados estados de la naturaleza que no es observable por la otra parte–, y (b) acciones ocultas o riesgo moral –acciones ex post no observables adoptadas por una de las partes de la transacción con el fin de maximizar su utilidad, en detrimento de la otra parte –. (Gracia, 2003, p. 10).

Teoría de la legitimidad

Muchos estudios basan su análisis sobre la información divulgada por las empresas, a partir de la teoría de la legitimidad (Archel, 2003; Guthrie y Parker, 1989; Husillos, 2007; Patten, 1992). Para autores como Richardson (1987, citado en Gómez y Ospina, 2009), la información empresarial (la contabilidad, en este caso) puede considerarse como una institución legitimadora, ya que tiene la posibilidad de elegir el mensaje, evitando las penalizaciones que pueda tener la divulgación de información adversa (De Fuentes, 1993). En términos generales, esta teoría parte de la existencia de una aceptación general que afirma que las acciones de las empresas están enmarcadas en acciones, las cuales, desde el punto de vista social, son aceptadas por la mayoría, en la medida en que han sido institucionalizadas, constituyendo un marco de aceptación general (Suchman, 1975, citado en Tilling, 2004).

Refiriéndose al tema de la legitimidad, Patten (1992) manifiesta que las organizaciones, como instituciones sociales, permanecerán vigentes siempre y cuando actúen de acuerdo con el conjunto de valores socialmente establecidos, ya que es la sociedad la que garantiza su supervivencia y crecimiento3. En ese sentido, la sociedad reclama información y transparencia, y dichos reclamos se satisfacen a través de la emisión de informes, tanto financieros como no financieros.

Este paradigma supone una alineación entre el comportamiento de las organizaciones y las expectativas sociales. Así, su comportamiento será aceptado por todos (Narver, 1971, citado en Abbott y Monsen, 1979). En consecuencia, las decisiones de las organizaciones tendrán en cuenta las externalidades negativas, buscando minimizar los riesgos y mantener la confianza del inversor, su cuota de mercado y el valor de la firma. Para ello, las empresas utilizan información emitida a los diferentes usuarios, tratando de enviar mensajes positivos sobre su comportamiento social y ético, y presentando una imagen corporativa sana, alineada con los valores sociales imperantes.

Teoría de los stakeholders

Esta teoría, una de las más usadas para explicar la divulgación de información social y medioambiental, reconoce que, en las organizaciones confluyen muchos actores con diferentes intereses, quienes están al tanto de la actividad de la empresa y, de manera implícita, identifica también la necesidad de emitir información para estos grupos de interés.

Las primeras aproximaciones al reconocimiento de estos nuevos grupos de interés, según Archel (2003), se encuentran en el trabajo de Ansoff (1965). Sin embargo, Idowu y Towler (2004) manifiestan que los indicios más claros de la aparición del concepto de los grupos de interés o stakeholders se encuentra en 1975, cuando el Comité de Estándares Internacionales reconoció, a través de The Corporate Report, la existencia de siete agentes diferentes a los accionistas, que deben ser informados sobre la actuación de la organización. No obstante, es Freeman (1984) quien promovió el término de stakeholders, definiéndolo como todo grupo o individuo que puede ser afectado por el logro de los objetivos de la organización.

El reconocimiento de tales agentes generó un cambio en la emisión de la información sobre RSC, pues, cada uno de estos grupos, en su carácter de agentes legitimadores con capacidad para presionar de acuerdo con sus propios intereses, empuja a la empresa a emitir información que satisfaga sus expectativas. Los informes empresariales han evolucionado en este sentido, iniciando con información de carácter netamente contable dirigida a sus accionistas, hasta emitir informes que cobijan a todos los stakeholders, tratando de conciliar intereses y de eliminar riesgos (Husillos, 2007).

Teoría de economía política de la contabilidad

Cuando se habla de la teoría de la economía política, se entra al campo del “marco social, político y económico en el que se desarrolla la vida humana” (Gray et al. 1996, como se citó en Aranguren, 2008, p. 87). Las organizaciones y sus actividades son una manifestación de un orden establecido, directamente relacionado con el enfoque económico que guía a la sociedad. En este sentido, los reportes de divulgación de información son el resultado de la necesidad, inherente a la actividad humana, de informar.

El nivel de complejidad de lo que se comunica está en concordancia con el desarrollo de las instituciones sociales (aquí, económicas), que exigen más o menos información, dependiendo del estado de desarrollo en el que se encuentren. En este orden de ideas, según la presión de los grupos interesados, las organizaciones reaccionarán de manera proactiva divulgando más información sobre RSC.

Guthrie y Parker 1989, (como se citó en Aranguren, 2008, 87) afirman que, desde esta perspectiva, “los informes contables se contemplan como documentos sociales, políticos y económicos y la información contenida en los mismos tiene la capacidad de transmitir un significado social, político y económico a un grupo plural de destinatarios de dichos informes” Retomando a Larrinaga (1999), el carácter neutro, ahistórico y apolítico que se le ha dado a la contabilidad provoca que la información sea acomodada, de acuerdo con la relación de fuerzas de poder que estén jugando en la arena política y económica. Es decir, trasladándonos al entorno de las organizaciones, la contabilidad responde a los grupos de interés que tengan mayor fuerza (Husillos, 2007).

Con el fin de presentar el uso de las diferentes teorías, se seleccionó una muestra de artículos de análisis de la divulgación de información social4, los cuales, tomando total o parcialmente la teoría de la legitimación5, develan el papel del contexto en relación con las actividades de divulgación de información empresarial.

En este sentido, autores como Abbott y Monsen (1979), Adams, Hill y Roberts (1998), Aranguren y Martínez (2010), Archel y Lizárraga (2001), Campbell et al. (2003) y Husillos (2007), encontraron que las empresas logran legitimidad a partir de la información divulgada y, además, dan gran importancia al contexto en el cual las empresas operan. A partir de la evidencia analizada, se puede decir que la divulgación de información voluntaria sobre responsabilidad social corporativa influye en la percepción que los grupos de interés tienen sobre la empresa, y ayudan a mantener o reparar su reputación.

En esta misma línea, encontramos el trabajo de Archel (2003), en el que se da especial importancia al contexto, en particular a los lineamientos jurídicos y sociales afincados en la sociedad. Así, las empresas buscarán legitimidad cumpliendo las normas jurídicas y los lineamientos sociales, generalmente aceptados en contextos particulares. Siguiendo esta afirmación, en contextos sociales en donde la norma jurídica y social es exigente, las empresas divulgan información de calidad; mientras que, en contextos con normas jurídicas y sociales laxas, las empresas divulgarán información de baja calidad o no divulgan.

Desde otro enfoque, y entendiendo la información contable como un elemento institucional de legitimización, Gómez (2009) considera que la información divulgada se constituye en un discurso que sirve de manera particular a la organización, ya que su fin último es mejorar su imagen, divulgando aspectos positivos y ocultando u omitiendo información negativa que pueda dañarla ante los grupos de interés. En ese sentido, la información no está concebida como un proceso de accountability sino, más bien, como una herramienta para el mantenimiento de la imagen.