Repertorio de la desesperación

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Repertorio de la desesperación
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Repertorio de la desesperación

Repertorio de la desesperación. La muerte voluntaria en la Nueva Granada, 1727-1848

Resumen

Este libro examina un conjunto de casos de suicidio y de intento de suicidio ocurridos en el Nuevo Reino de Granada durante el siglo XVIII y parte del XIX, para comprender, a partir de su estudio, no solo la percepción, las reacciones, las explicaciones, los castigos de los que la muerte voluntaria era objeto, sino también para develar las dinámicas sociales, los contextos religiosos, jurídicos y morales donde se inscribía el acto de autodestrucción en esa época y lugar. El análisis de este repertorio de casos ayuda a entender las actitudes colectivas frente al fenómeno. La exploración reflexiva de estos acontecimientos hace posible también conocer una serie de aspectos de la sociedad neogranadina que no aparecen muy a menudo en la historiografía colonial. Asimismo, la historia del suicidio aporta elementos clave para discernir la actitud contemporánea frente a esta conducta y las sensibilidades que compromete y despierta.

Palabras clave: historia de la muerte en la Nueva Granada, historia colonial hispanoamericana, historia de las emociones, historia del suicidio, siglo XVIII, historia cultural de la Nueva Granada.

A Repertoire of Despair. Voluntary Death in New Granada, 1727-1848

Abstract

This book examines a collection of suicide and attempted suicide cases that occurred in New Granada during the eighteenth and part of the nineteenth centuries. His goal is to understand not only perceptions, reactions, explanations, and punishments regarding voluntary death, but also the social dynamics, as well as religious, legal, and moral contexts in which the act of self-destruction was inscribed at that time and place. The analysis of this repertoire of cases helps to recognize collective attitudes towards this phenomenon. A reflective exploration of these events also allows to know some aspects of the society of New Granada that do not appear very often in colonial historiography. Likewise, the history of suicide provides key elements for discerning the contemporary attitude towards this behavior and the sensitivities that it involves and awakens.

Keywords: history of death in New Granada, Spanish American colonial history, history of emotions, history of suicide, 18th century, cultural history of New Granada.

Citación sugerida/Suggested citation

Alzate Echeverri, Adriana María. Repertorio de la desesperación. La muerte voluntaria en la Nueva Granada, 1727-1848. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2020. https://doi.org/10.12804/urosario9789587845426

Repertorio de la desesperación

La muerte voluntaria en la Nueva Granada, 1727-1848

Adriana María Alzate Echeverri

González López, Alzate Echeverri, Adriana María

Repertorio de la desesperación. La muerte voluntaria en la Nueva Granada, 1727-1848 / Adriana María Alzate Echeverri. – Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2020.

Incluye referencias bibliográficas.

1. Suicidio – Historia – Colombia –1727-1848. 2. Suicidio – Aspectos sociales. 3. Conducta suicida. 4. Colombia – Vida social y costumbres – 1727-1848. I. Alzate Echeverri, Adriana María. II. Universidad del Rosario. III. Título.

362.28 SCDD 20

Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. CRAI


DJGROctubre 27 de 2020

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995


© Editorial Universidad del Rosario

© Universidad del Rosario

© Adriana María Alzate Echeverri

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 n.º 12B-41, of. 501

Tel: 297 0200, ext. 3112

editorial.urosario.edu.co

Primera edición: Bogotá, D. C., 2020

ISBN: 978-958-784-541-9 (impreso)

ISBN: 978-958-784-542-6 (ePub)

ISBN: 978-958-784-543-3 (pdf)

https://doi.org/10.12804/urosario9789587845426

Coordinación editorial: Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo: Eduardo Franco

Diseño de cubierta y diagramación: William Yesid Naizaque Ospina

Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

Hecho en Colombia

Made in Colombia

Los conceptos y opiniones de esta obra son responsabilidad de sus autores y no comprometen a la Universidad ni sus políticas institucionales.

El contenido de este libro fue sometido al proceso de evaluación de pares para garantizar los altos estándares académicos. Para conocer las políticas completas visitar: editorial.urosario.edu.co

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

Autora

Adriana María Alzate Echeverri

Profesora titular en el Programa de Historia de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario (Bogotá, Colombia). Historiadora de la Universidad de Antioquia. Magíster en Historia y Civilizaciones de l’ École des Hautes Études en Sciences Sociales y doctora en Historia de la Université de Paris 1, Panthéon-Sorbonne. Se desempeñó como docente e investigadora en el Departamento de Historia de la Universidad de Antioquia; fue fundadora y directora del Programa de Historia de la Universidad del Rosario. Ha sido profesora invitada en diversas universidades de América Latina. Es autora de los libros Suciedad y orden. Reformas sanitarias borbónicas en la Nueva Granada, 1760-1810 (2007); Geografía de la lamentación. Institución hospitalaria y sociedad en el Nuevo Reino de Granada (2011), y de numerosos artículos publicados en revistas académicas especializadas. Sus investigaciones exploran las políticas ilustradas de salud en la época borbónica y la construcción y circulación de saberes y prácticas médicas en el mundo colonial andino (siglos XVII-XVIII) desde la perspectiva de una antropología histórica.

Contenido

Agradecimientos

Introducción

Homicidio de sí mismo y suicidio: las palabras

Sobre las fuentes

Repertorio de la desesperación

Capítulo 1. Juzgar el suicidio: ¿cómo y por qué se castiga la muerte voluntaria en la sociedad colonial?

La muerte voluntaria en el tribunal

Textos y disposiciones legales

El juicio criminal

La parte sumaria del proceso

Reconocimiento del cuerpo del delito

Los testigos

Declaración del reo (confesión)

La parte plenaria del proceso

Las penas

El embargo de bienes

Trabajos en obras públicas

La infamia: degradación del cadáver

Capítulo 2. Motivaciones y narraciones del crimen

Impatientia doloris

Francisco Fabrica (1789)

Un “reconocimiento” complejo: miradas contradictorias

La confesión de Francisco

Las razones del acto

Declaración de testigos y embargo de los bienes

 

La desaparición

Otra razón: la melancolía

Un procedimiento irregular

José María Acevedo (1809)

Pérdida del honor

Francisco Felipe del Campo (1802)

Cargos civiles y académicos

Ministerio eclesiástico

Insignes lazos familiares

Un infortunio y la locura

El cirujano perito

El destino del cadáver

Consternación y locura

Una rivalidad mortal

Tiempos y espacios de la muerte

La teatralidad del acto

Vicente Duarte (1823)

Por culpa o para evitar una pena

Juan José Castro (1830)

Por encierro

Manuel Escudero (1800)

Toribio Bernal (1783)

Locura, furor o frenesí

Nicolás Montaras (1808)

Capítulo 3. Transmigración, ultraje y melancolía: los suicidios de esclavos

Suicidio en la travesía atlántica

Congojas de la servidumbre

Luis Venegas: por locura furiosa (1727)

Felipa de Sarachaga: en represalia por su hija (1768)

Ambrosio Mosquera: venganza por un castigo (1775)

Ignacio Manrique: pedir otro amo (1778)

Joseph Julián Macías: un maltrato atroz (1804)

Francisco Potes (1828) y Gregorio Etayo (1848)

Tentativas de suicidio como estrategia

Tímida evidencia de una mutación

Capítulo 4. Escolios

Suicidio indígena

Métodos de la muerte voluntaria

El ahorcamiento

Las armas blancas

Lugares, tiempos y circunstancias

Los armazones

La casa

La cárcel

La prisión

Los días y las noches

Consideraciones finales

Fuentes y bibliografía

Agradecimientos

Debo mi gratitud a una gran cantidad de personas que sería imposible mencionar aquí. Estoy en deuda con los estudiantes y egresados que participan desde hace tiempo en el Semillero Crimen, Cuerpo y Muerte en el Mundo Colonial, de la Universidad del Rosario, por su generosidad al ayudarme con la transcripción de varios expedientes judiciales y por su serena gentileza y espíritu crítico cuando les solicitaba, una y otra vez, mirar los avances y las versiones diferentes de los textos que componen este libro. También con quienes tomaron cursos de Colombia Colonial conmigo durante varios semestres, por leer en forma aguda y analítica algunos capítulos. A los colegas del Programa de Historia y de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, por las amables sugerencias y comentarios que realizaron a ciertos capítulos, presentados en el marco del Coloquio de Profesores de la Escuela; encontrarán en estas páginas el registro de algunas de las lecturas y perspectivas que me aconsejaron.

Tuve también la fortuna de conversar sobre este problema y estos escritos en distintas ocasiones con profesores del Departamento de Historia de la Pontificia Universidad Javeriana, especialmente con Juana Marín Leoz y María Camila Díaz; agradezco su benévola, detallada y concienzuda lectura, que me permitió mejorar tanto el estilo como el contenido del texto. Asimismo, los estudiantes de la Maestría en Historia de la Universidad del Atlántico, los colegas y alumnos de la Maestría y el Doctorado en Historia de la Universidad Nacional de Tres de Febrero en Buenos Aires (Argentina), me aportaron preguntas y precisiones muy interesantes.

Una buena parte del tercer capítulo lo realicé durante un año sabático que me concedió la Universidad del Rosario, en el cual efectué una estancia de investigación en el Laboratorio de Historia Social de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Brasil), donde conté con la atención entusiasta de Manolo Florentino y de Carlos Valencia Villa, de la Universidad Federal Fluminense.

Amigos y familiares me ayudaron de diferentes formas durante el proceso de investigación y escritura de este libro, en el transcurso del cual me volví insufriblemente monotemática; reconozco y valoro la tolerancia y el respaldo de mis hermanas, Paula y Claudia; de mis amigos de siempre Beira Aguilar, Carolina Galindo, Carlos Cardona, Wilson Herrera, Néstor Miranda y Juan Felipe Córdoba. Los aciertos y virtudes de este libro deben mucho al apoyo, consejos y recomendaciones de todos; el resto es de mi entera responsabilidad.

Introducción

¿Qué angustiosos tormentos, qué ocultas desdichas, qué horribles desencantos convierten a esas personas […] en suicidas? Indagamos, presumimos al punto dramas pasionales, misterios de amor, desastres de intereses, y como no se descubre jamás una causa precisa, cubrimos con una palabra esas muertes inexplicables: “Misterio, misterio”.1 Guy de Maupassant

El suicidio ha sido objeto de reflexiones filosóficas, teológicas, sociológicas y médicas a lo largo de los tiempos, pero solo hasta hace poco la disciplina histórica se ha detenido en su estudio y en el análisis de los diversos contextos y prácticas vinculados con la autodestrucción.

Este libro examina un conjunto de casos de suicidio y de intento de suicidio (quince) sucedidos en el Nuevo Reino de Granada durante el siglo XVIII y parte del siglo XIX, para comprender a partir de su estudio no solo la percepción, las reacciones, las explicaciones, los castigos de los que la muerte voluntaria era objeto en esa época, sino también para develar las dinámicas sociales, los contextos religiosos, jurídicos y morales, así como las tramas de significación en que se inscribía el acto de autodestrucción. El análisis de este repertorio de casos ayuda a comprender las actitudes colectivas frente al fenómeno.

La exploración reflexiva de estos sucesos hace posible también conocer una serie de aspectos de la sociedad neogranadina que no aparecen muy a menudo en la historiografía colonial. Asimismo, indagar la historia del suicidio puede aportar elementos clave para comprender la actitud contemporánea frente a esta conducta y las sensibilidades que compromete y despierta.

El suicidio no solo es misterio, también es tabú. Es una conducta arcana, enigmática y de difícil comprensión, relacionada con la prohibición. El tabú se funda en una interdicción, es aquello (cosa, objeto, persona, palabra) que se sustrae al uso corriente porque está investido de una potencia sagrada o sobrenatural. Su transgresión genera consecuencias graves en quien la hace, es amenazado por un grave peligro o por una calamidad. El tabú lingüístico, la restricción de pronunciar una palabra, puede ser provocada por el miedo, el decoro o la delicadeza. El tabú del que es objeto la palabra “suicidio” (y la conducta) es producido por el temor a las fuerzas sobrenaturales que desata e incita a que la palabra se evite y se reemplace por otras (eufemismos) que desplazan esa conexión con el peligro que pondría en escena la pronunciación de la palabra tabú. Asimismo, el tabú es contagioso, por lo que es preciso un rito de purificación para conjurarlo. En el léxico de todas las sociedades, existen variados tabúes lingüísticos, cuya evasión o sustitución pretende atenuar la potencia negativa de las palabras que inspiran temor o rechazo.2 El pudor para hablar del suicidio tanto en el presente como en el pasado está enraizado en sistemas de valores y creencias remotos, complejos y profundos que se estudiarán en esta obra.

El suicidio conduce a una constelación intelectual enlazada, entre otras, con la percepción de un tipo de muerte (la muerte voluntaria), en una época y un lugar determinados, y con una manera de encontrarse, desde la historia, con el sufrimiento. Este asunto está relacionado con preocupaciones muy lejanas en el tiempo; los problemas que se han estudiado desde hace más de quince años están vinculados entre sí y unidos también a este nuevo trabajo. Una parte del libro Suciedad y orden (2007) trató sobre la muerte:3 se realizó el análisis del desplazamiento de los cementerios fuera de las iglesias y las ciudades en el Nuevo Reino de Granada. En ese contexto, se exploraron temas que volverán a aparecer en esta investigación desde otra perspectiva, pues para comprender la muerte voluntaria será necesario interrogarse también sobre la historicidad de la actitud ante este tipo de muerte y ante el cadáver, y sobre la transformación de algunas prácticas funerarias, entre otras. Posteriormente, Geografía de la lamentación (2012)4 exploró el mundo hospitalario neogranadino que estaba impregnado ineluctablemente de la naturaleza misma de la institución: ser un lugar donde se encontraban la pobreza, la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. En este sentido, la pregunta por la muerte y por el sufrimiento vuelve a ser planteada aquí, pero desde un punto de vista distinto.

La investigación se inscribe dentro de la historia cultural y de las sensibilidades. Sondea el mundo de percepciones y de sentimientos de los hombres y de las mujeres del pasado frente a las conductas “suicidas”, lo que implica, de cierta forma, un esfuerzo de vinculación de la psicología con la historia; también aspira a poner en evidencia lo difícil que resulta interrogarse sobre el acto de autodestrucción. Se trata de un problema perturbador, que invade con insistencia tanto la conciencia como la vida cotidiana.

 

El fenómeno del suicidio ha sido estudiado desde diferentes ópticas y saberes, para distintas épocas y lugares, pero no ha gozado de la misma importancia en la historiografía neogranadina, ni hispanoamericana colonial. Se han realizado, sobre todo, investigaciones concisas y breves sobre el significado de la muerte voluntaria para algunos grupos étnicos en determinados periodos (diversas comunidades indígenas, ciertos grupos de africanos traídos como esclavos a la América española), durante los primeros tiempos de la Conquista y en el periodo de la trata de esclavos, pero hay muy pocas obras que aborden específicamente el problema del suicidio en otros momentos. Solo recientemente aparecieron algunos libros y tesis muy interesantes respecto del suicidio esclavo en Cuba y en los Estados Unidos. Los trabajos realizados en este último país, aunque no pertenecen a Hispanoamérica, han alimentado discusiones interesantes sobre el asunto, especialmente en relación con el suicidio de los esclavos.5 Es también una cuestión que ha sido estudiada para el Brasil colonial.6 En la mayoría de la bibliografía sobre el problema en el mundo colonial español, el suicidio aparece como un aspecto más que evidencia la resistencia de los grupos africanos o indígenas sometidos a servidumbre y a maltrato, o sus creencias ancestrales al respecto.7 El estudio de la muerte voluntaria en sectores diferentes de los mencionados, como los españoles, los criollos o los mestizos, permanece marginal.8

Esta exploración abarca no solo el homicidio de sí mismo (suicidio consumado), también las prácticas relacionadas con él (tentativas) y las reacciones que tales comportamientos desencadenaban en la sociedad de entonces. ¿Cómo eran explicados o juzgados? ¿Cómo lo enfrentaban las autoridades criminales y eclesiásticas? ¿Cómo y por qué se castigaban? Se entiende como tentativa la “acción con que se intenta experimentar, probar o tantear una cosa”.9 Algunos conciben el intento de suicidio como un llamado, como un signo de alguien que aún espera respuesta, hasta un umbral, que, una vez superado, se convierte en efectivo.10 El trabajo no se detendrá en el estudio del “suicidio institucionalizado”, como el del soldado vencido que se mata por honor o de formas como el duelo que son casos sometidos a rituales previstos con solemnidad. Tampoco se ocupará de los procesos de suicidio conocidos por el Tribunal de la Inquisición.11

A pesar de la importante dimensión psíquica del fenómeno estudiado, esta investigación no aspira a examinar la existencia mental de quienes se quitaron la vida o de quienes buscaron hacerlo. Aunque es equivocado pretender, como lo sugiere una buena parte de la literatura psiquiátrica, que la mayoría de los suicidios tienen una raíz patológica,12 sí es evidente que, en algunos casos, la motivación se debe a una perturbación mental. Múltiples registros casuísticos demuestran que no es posible ligar el suicidio siempre con una patología o con una enfermedad específica como la depresión.13 Pensar la muerte voluntaria siempre como resultado directo de una enfermedad mental es reduccionista, de una excesiva simplificación, cierra la pregunta por los motivos y esconde los sufrimientos de distinta naturaleza que han agobiado a los seres humanos a lo largo del tiempo.

La exploración de algunos rasgos de la vida y, sobre todo, de la muerte de personas, en su mayoría anónimas, ignotas y ocultas, que, en general, constituían solo un registro difuso en los archivos de la administración de justicia (si acaso), pone de presente, entre otros, el problema sensiblemente planteado por Michel Foucault en “La vida de los hombres infames”, cuando anotaba que deseaba estudiar “una antología de vidas” de hombres signados por la adversidad, que eran, al mismo tiempo, “existencias contadas en pocas líneas o en pocas páginas, desgracias y aventuras infinitas recogidas en un puñado de palabras”.14

Las situaciones dramáticas que se registran en los expedientes legales, en que alguien que intenta quitarse la vida es puesto frente a la máquina judicial que busca descifrarlo y juzgarlo, pero que, sobre todo, lo castiga, vuelve su vida aún más desgraciada de lo que era. Asimismo, la confiscación de los bienes o la condena a infamia que sufre el cuerpo de quien se suicida muestra estas escenas como piezas de una siniestra tragedia. El contacto con el poder empapa estas realidades de más miseria y crueldad.15

Estas vidas, que estaban destinadas a transcurrir y a desaparecer sin que fuesen mencionadas, han dejado huellas gracias a su fugaz relación con el poder. Solo se puede llegar a ellas a través de las declaraciones, las tácticas o las mentiras impuestas que suponen las relaciones de poder en los tribunales de justicia. Para que algo de esas vidas y de esas muertes llegara hasta nosotros fue preciso que un “haz de luz”, durante un instante, se posase sobre ellas; una luz que les venía de fuera fue lo que las arrancó de la noche en la que habrían podido, y quizá debido permanecer; esa luz fue su encuentro con el poder. Sin este choque ninguna de las palabras de los que intentaron suicidarse habría permanecido para recordarnos su trayectoria.16

Homicidio de sí mismo y suicidio: las palabras

Algunas palabras, como fenómenos de larga duración, llegan quedamente de las profundidades de los tiempos y tienen la ventaja de aflorar, de nacer y de aportar así elementos de una cronología sin los cuales no hay ninguna historia que merezca ese nombre.17 Su uso es inseparable del pensamiento, pues las palabras son su soporte recóndito, por ello, el problema merece una corta digresión. El término “homicidio de sí mismo”, que se usa en este libro para designar lo que hoy se denomina “suicidio”, se empleó hasta principios del siglo XIX en los tribunales neogranadinos. La expresión puede parecer rara en una primera aproximación, pero es importante, significativa e histórica.

La comprensión de la conducta suicida pone en juego una gran variedad de aspectos, pertenecientes a diferentes ámbitos de pensamiento. Se puede entender el suicidio como la muerte que se produce una persona a sí misma, con total conciencia de la acción, como resultado de su propia voluntad.18 Pero la definición dada por Émile Durkheim en su célebre obra El suicidio (1897) se convirtió en canónica: “se llama suicidio toda muerte que resulte mediata o inmediatamente de un acto, positivo o negativo, realizado por la misma víctima”.19

El suicidio es un concepto moderno. En inglés, la palabra surgió solo alrededor de 1650 y en las lenguas francesa e italiana no lo hizo antes del siglo XVIII. En español, hasta el siglo XVIII, lo que hoy conocemos como “suicidio” se designaba con las expresiones “homicidio de (contra) sí mismo” o “asesinato propio” (o nombraba el método que se había elegido para terminar con la vida: “se envenenó”, “se ahorcó”, etc.). El término “suicidio” entra en el Diccionario de la lengua española en 1817 como “el acto de quitarse uno a sí mismo la vida”.20 La voz se forma a semejanza de homicidio; viene del latín sui (de sí mismo) y caedere (matar). En el Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y forense (1838), aparece la entrada “homicidio de sí mismo” y remite ya a la palabra “suicidio”, que es definida así: “Homicidio de sí mismo o la acción de quitarse a sí mismo la vida”.21

Existe cierta unanimidad sobre las dos ideas que se conjugan en el término “suicidio”. La primera es que la víctima es causa, autor de la propia muerte; la segunda, que el autor es consciente y obra voluntariamente, busca matarse queriéndolo.22 De ahí que no se aborden en este libro situaciones como la muerte por sacrificio o el fallecimiento ascético, producto del martirio.

La muerte voluntaria era considerada un crimen contra Dios y contra la sociedad, así como una transgresión a las leyes de la naturaleza; además, quien se daba muerte no solo era considerado una víctima, sino también un criminal y un pecador. La invención de la palabra “suicidio”, a juicio de algunos pensadores, reflejaría una persecución penal menos rigurosa del “homicidio de sí mismo” y un hito en el proceso histórico de su despenalización y patologización.23 A pesar de la aparición del neologismo, la estigmatización social hacia esta conducta transgresora no desapareció,24 también sufrió algunas transformaciones en ciertas sociedades.25

En este libro, se utilizarán las expresiones homicidio de sí mismo, muerte voluntaria y suicidio indistintamente para nombrar esta conducta; el empleo del último término es anacrónico, pero se hizo para aligerar la escritura y facilitar la lectura.

Sobre las fuentes

No es fácil hallar fuentes para el estudio del suicidio. En la sociedad colonial, muchas veces la muerte voluntaria no se denunciaba; se ocultaba intencionalmente o se disimulaba como accidente o muerte natural por las penas de índole corporal y pecuniaria que la justicia establecía para las tentativas o los suicidios consumados y por los castigos que la Iglesia imponía sobre el entierro.

Las fuentes empleadas para explorar las muertes voluntarias son diferentes de las vinculadas con las muertes naturales. Los registros de defunción no prestan ningún auxilio al investigador, porque los suicidas no tenían derecho a los ritos ni a la inhumación religiosa. El investigador debe entonces dirigirse a los archivos judiciales, ya que en esta época la muerte voluntaria era tratada como un crimen, como un delito; pero tampoco allí las fuentes son muy abundantes, por la poca eficacia de la administración de justicia (parsimonia de comunicaciones, negligencia de los funcionarios, falta de jueces en algunos lugares, irregularidades en los procesos) o por la pérdida o el mal estado de algunos archivos o fondos documentales. Estos archivos son también muy fragmentarios (casos de los que solo se encuentra la sentencia o la declaración de un testigo); por ello, debe recurrirse a fuentes más variadas.

A esas dificultades sobre las fuentes se añade otra: un suicidio no se estudia como si fuera una muerte producto de de una enfermedad, de una peste o de una epidemia, porque la muerte voluntaria posee una significación que no es tanto de orden demográfico, como sí del filosófico, religioso o moral. El silencio y la disimulación que lo han rodeado durante mucho tiempo han instaurado alrededor suyo un clima de misterio.26

Con todas sus limitaciones, los archivos judiciales resultaron muy útiles para este trabajo. Los tribunales de justicia son lugares de expresión, no solo de relaciones de poder, también de representaciones culturales y sociales, y de los tejidos emocionales vigentes en un momento y territorio específicos. Allí se hace evidente lo que es considerado permitido o prohibido, justo o injusto, falso o veraz, simulado o auténtico en la sociedad estudiada.27 Se exploraron con cautela los fondos judiciales pertenecientes al periodo colonial y a una parte del periodo republicano en varios archivos, especialmente en el Archivo General de la Nación, el Archivo de Bogotá, el Archivo Histórico de Antioquia, el Archivo Central del Cauca, el Archivo Histórico Judicial de Medellín, así como el Archivo Nacional de Madrid y la Sección de Libros Raros y Curiosos de la Biblioteca Nacional de Colombia.28

Las crónicas de Indias, las relaciones de méritos, los repertorios de anécdotas de la época y la prensa también se emplearon como fuentes, aunque en menor proporción. Los artículos o las noticias recogidos en esta última indican la naturaleza de las normas vigentes en una sociedad y su forma de concebir este tipo de muerte. La prensa muestra algunas de las tensiones que atravesaban esta sociedad, a veces, signadas por la pesadumbre o la desesperación.

***

Las emociones aparecen de diversas formas en el trabajo histórico y más en exploraciones de esta naturaleza. Los procesos criminales por homicidio de sí mismo generan conmoción y estremecimiento en el historiador, es casi inevitable que se presente una identificación emotiva del investigador con el inculpado. Las emociones conforman el paisaje de la vida mental y social. Es necesario considerarlas como una respuesta inteligente a una percepción de valor, porque ellas están imbuidas de raciocinio y discernimiento, no son instintivas, irracionales o “animales”; también contienen en sí mismas una conciencia de valor e importancia, y expresan la vulnerabilidad constitutiva de los seres humanos.29

Las estructuras mentales y los estados de la sensibilidad dejan rastros y huellas en todas partes, hay que interrogarlos, intentar reconstruirlos y aprehender esa dimensión huidiza, para comprender las complejas realidades del pasado.30 En los archivos criminales, como los que se indagan, la emoción se revela como un actor social, las formas procesales —interrogatorios, testimonios, declaraciones, confesiones y sentencias— están cargadas de emociones; aunque, a veces, sea difícil percibirlas con claridad, es necesario tenerlas en cuenta, explorarlas, descifrar su sentido y darles un espacio en la reflexión.