Mi Amigo El Maltés

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Mi Amigo El Maltés
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Mi

Amigo

el

Maltés

Juan Moisés de la Serna

Editorial Tektime

2021

“Mi Amigo el Maltés”

Escrito por Juan Moisés de la Serna

1ª edición: abril 2021

© Juan Moisés de la Serna, 2021

© Ediciones Tektime, 2021

Todos los derechos reservados

Distribuido por Tektime

https://www.traduzionelibri.it

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros medios, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

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Prólogo

En la vida siempre hay algo

de lo que se puede hablar

si nos ponemos tranquilos

y lo queremos narrar.

Esa es la intención tengo

al empezar el renglón

que de mis dedos saliendo

estoy en este rincón.

Cuenta que en el pasado

en esta isla había

un habitante aislado

que muy tranquilo vivía.

De él te quiero contar

algo muy desconocido

que me acabo de enterar

y narrártelo he querido.

AMOR

Dedicado a mis padres

Contenido

Capítulo 1. En la vida siempre hay algo

Capítulo 2. Con ingenio se consigue

Capítulo 3. Empezó la primavera

Capítulo 4. Mucho tiempo ha transcurrido

Capítulo 5. Rápido pasan los días

Capítulo 6. Los sueños, ¡Qué maravilla!

Capítulo 7. La vida pasa deprisa

Capítulo 8. Muchos aciertos y errores

Capítulo 9. El dormido o despierto

Capítulo 1. En la vida siempre hay algo

En la vida siempre hay algo

de lo que se puede hablar

si nos ponemos tranquilos

y lo queremos narrar.

Esa es la intención tengo

al empezar el renglón

que de mis dedos saliendo

estoy en este rincón.

Cuenta que en el pasado

en esta isla había

un habitante aislado

que muy tranquilo vivía.

De él te quiero contar

algo muy desconocido

que me acabo de enterar

y narrártelo he querido.

Malta en una antigüedad muy remota, no era una isla como ahora la conocemos, formaba parte de tierra firme, igual que Sicilia, Córcega, o las mismas Islas Baleares. todas esas tierras eran componentes de una gran península.

Italia y África por aquel entonces se encontraban juntas, el mar Mediterráneo no existía y aunque parezca extraño, todo estaba poblado de innumerables y grandísimos árboles habitados por especies hoy desconocidas.

La protohistoria o los hechos sucedidos en aquellas lejanas tierras en aquellos lejanísimos tiempos, puede que así de pronto nos resulte raro aceptarlo, pero quien sabe qué sucedía, alguien nos puede afirmar como era la vida por entonces, que clase de vida había, nadie existe con una información veraz, entonces tampoco me podrá rebatir con conocimiento de causa lo que pongo aquí, porque ¿Por qué no pudo ser así?

A veces cuando caen en nuestras manos relatos que nos chocan porque no lo habíamos escuchado nunca, les ponemos con una interrogante, eso dice de nosotros que al menos nos lo vamos a plantear.

No nos negamos rotundamente a aceptar algo solamente porque nos es desconocido, porque por el mismo motivo, podríamos negar la existencia por ejemplo de los aborígenes australianos, habitantes de unos lugares poco conocidos, pero que no por eso dejan de ser reales.

Claro que cuando ellos nos dicen que llevan en esos mismos lugares unos 40.000 años, solemos poner una sonrisa como diciendo, “¿A mí me la vas a dar?, ¡hace tanto tiempo, imposible!”

Qué sabemos nosotros de lo que estamos hablando, acaso entonces los habíamos visitado, sin embargo, el que los conozca sabe que es posible que lo que nos están narrando puede ser verdad.

¿Por qué?, ¿qué es verdad o mentira en los hechos del pasado?, ¿acaso no podemos comprobar hoy en día sin movernos de nuestra casa, cómo un mismo hecho, por ejemplo, los efectos de un terremoto, cuando nos los comentan por televisión según la cadena que nos los presente nos darán una versión o quizás otra, pero muy diferente?

Es por eso por lo que estas líneas no van a estar escritas con la intención de que nadie las crea, solo son informativas que podrán servir de entretenimiento a unos y de reflexión a otros, porque en el fondo, ¿sabes si fue así?

En unos momentos de aquel remoto pasado, el clima cambió, grandes terremotos asolaron esta parte de la Tierra y todo el paisaje se transformó, pero esa es parte de otra historia que por ahora no tocaré.

Había hombres por aquí, bueno hombres, hombres como ahora se les conoce no, aun no andaban rectos, como hoy lo hacemos, pero si eran ya lo bastante evolucionados para considerarles diferentes a sus antecesores.

Ya situados un poco en la escena, empezaré por decir que esos homínidos como así los podríamos llamar, eran de una inteligencia muy superior a lo que nos podamos imaginar, había sucedido algo que los había despertado, era como si hasta entonces hubieran estado viviendo en una continua somnolencia y de pronto se dieran cuenta de su existencia, eso les hizo evolucionar muy deprisa como especie primeramente y poco después también como individuos.

Llegado a este punto, no pretendo que el lector crea a pies juntillas estas líneas, solo trato de trasmitir algo que ¿Por qué no pudo ser posible?

Como ya es sabido en sus comienzos la raza humana era herbívora, claro está aún no se les había ocurrido esquilmar ni a los animales y menos a las grandes cantidades de peces que existían, pero a los que no tenían acceso, ellos no se metían en el agua, nadie les había enseñado a nadar.

Ríos había y en sus riveras solían habitar en épocas de gran calor, allí como se sabe es más llevadera la calima, pero en cuanto empezaba el frío, como no eran tontos, se marchaban a vivir a las numerosas cuevas que había por toda la zona.

En una de estas habitaba nuestro amigo, sí, ahora veréis por qué le denomino así, él es el narrador de su historia, él que nos va a permitir conocer su entorno, sus congéneres, su hábitat.

Aun a nadie se le había ocurrido nombrarle así que no tiene nombre, pero como por alguno le teníamos que conocer le diremos “Maltés”, o sea nativo del sitio que, con el tiempo, mucho tiempo después, se le denominaría al lugar.

El maltés había nacido, como en aquellos tiempos todos lo hacían en primavera, cuando el clima es más suave, pues la naturaleza que es muy sabia permite que eso suceda así y de esa forma como ya han pasado los fríos del invierno, los pequeños poco a poco van creciendo y al llegar los calores del verano, ya están fuertes, para soportar todo lo que les venga, que no era fácil y por ese motivo había mucha mortandad.

Aun podemos observar en nuestros días, que hay numerosas especies que siguen esas pautas naturales, que las hace más fuertes para la supervivencia.

Como a todos los de su especie, cuando tuvo, lo que nosotros diríamos tres años, y digo eso por que como es natural en aquella época, no existían tales fórmulas de controlar el tiempo, solo inviernos y veranos, era lo que más se diferenciaba, pero bueno si queremos ir entendiendo las cosas, tendremos que asimilar sus conceptos, como era costumbre.

Habían transcurrido como tres años desde su nacimiento cuando su mamá, le llevó más dentro del bosque de lo que acostumbraba, para buscar comida, y un fatal accidente hizo que se encontrara solo, un despiste hizo que callera por un terraplén con tan mala fortuna, que al llegar a bajo se golpeó en la cabeza y allí se quedó.

El pequeño desde arriba vio como no volvía, esperó sentado tiempo y tiempo, esperando que en algún momento su ser querido regresara a su lado, pero no, su espera fue en vano, pasó allí varios días, de hecho, se iba, buscaba algo de comida por los alrededores y luego regresaba al mismo lugar, para ver si por fin su querida madre regresaba a su lado.

Estuvo mirando por allí para ver cómo podría él ir, si su madre no iba a él, él se las arreglaría para encontrarla, la tarea no fue fácil, aquellos terraplenes eran peligrosos y él era aún muy pequeño para andar solo por allí, nunca había estado tan lejos de su cueva, y no sabía cómo regresar, de hecho, ni se planteó hacerlo sin su madre, ¿cómo podría vivir sin ella?

 

Pensando y digo pensando, porque fue la primera vez que él lo hacía, decidió ponerse a andar cerquita del terraplén, con mucho cuidado de no caerse, fue rodeando todo aquel lugar hasta que encontró un sitio que le pareció menos peligroso y por el que con mucho cuidado fue bajando y bajando.

Todo era diferente, las grandes arboledas que había en el lugar conocido, ahora no las podía ver por ningún lado, menudo problema tenía pues no sabía dónde estaba, y al rato de llegar abajo se encontró con algo que no se esperaba, la barriga le dolía.

Estaba muerto de hambre, el esfuerzo de la bajada le había dejado exhausto, y no tuvo más remedio que echarse a descansar, pero ¿dónde?, estaba acostumbrado a dormir sobre un árbol, cuando no estaba dentro de la cueva, y ahora ni veía árboles ni cuevas, ¿Cómo lo podría hacer?

Esa circunstancia le hizo tener que pensar de nuevo, y eso a lo que no estaba acostumbrado le costaba mucho, como es natural, por lo que nuestro amigo el pequeño maltes, tuvo que encontrar una solución, tumbarse en el suelo, era la primera vez que lo hacía, de esa forma, sin nada que le protegiera, se echó con cuidado y miró hacia arriba, el sol le daba de plano, y aunque sintió un intenso dolor en los ojos, no le quedaban fuerzas para continuar andando, así que al poco de estar allí de esa postura el cansancio le venció y quedó dormido.

Quizás fuera un sueño, sí, posiblemente el estar allí al sol algo le afectó, porque cuando al mucho rato se despertó, ese sol ya no estaba donde él le había dejado, de hecho, ni siquiera había una luz que le permitiera ver donde se encontraba, pero sí que se dio cuenta de que allí arriba había muchos puntitos de luz, ¿qué sería aquello?, pero ¡qué bonito era!

Se quedó allí tumbado en el suelo, a pesar de que no se encontraba muy cómodo, ya que la superficie donde se había acostado estaba formada por innumerables piedritas, algunas con aristas un poco incomodas, el siguió allí por un buen rato mirando aquellos puntitos en lo alto, nunca los había visto, claro es que ahora estaba en un lugar diferente.

Antes, hubo un tiempo en que había vivido dentro de una gran cueva, desde ella no podía ver el cielo y en las ocasiones que había dormido en los árboles, estos tenían las copas tan frondosas que no dejaban poder admirar el firmamento como ahora lo estaba haciendo.

También podía ser porque a esa hora de la noche en su anterior vida con su querida mamá estaba durmiendo a su lado y no despierto como se encontraba en esos momentos, pero ahora que se acordaba de su mamá, ¿dónde se encontraría?, tenía que seguir buscándola, para eso había llegado hasta allí.

Se levantó deprisa para iniciar la búsqueda una vez que ya había descansado, pero no pudo por más que lo intentó, en ese terreno no podía andar, no hacía nada más que caerse, pues los pies no soportaban el dolor que le producían esas afiladas piedras del suelo.

Decidió sentarse a pensar qué hacer, otra vez le tenemos pensando, tarea que no era fácil para un pequeño que estaba acostumbrado a que todo se lo dieran hecho como es natural, era la madre la que le indicaba por donde caminar, a qué árbol subirse y sobre todo qué comer.

Sí, eso era a hora lo que más prisa le corría, si ya le dolía la barriga antes del sueño ahora que ya había descansado tendría que buscar algo de comida.

No podía soportar más ese dolor, desde luego a cada momento echaba más en falta a su madre, la de problemas que tenía desde que ella desapareció.

Sí, tenía que encontrarla, se aguantaría el dolor de barriga, y la buscaría, seguro que cuando la encontrara todo eso se le pasaría, y sin saber cómo algo le salió de la garganta, fue un grito.

Él nunca antes había gritado, ni había escuchado a nadie hacerlo, pero cuando lo escuchó, no solo se asustó si no que trató de correr pensando que quizás es que se acercaba algún peligro, pero no, no le era fácil correr por encima de aquellas piedras y enseguida dio con sus huesos en el suelo, pero algo volvió a pasar según caía volvió a gritar y entonces fue cuando se dio cuenta de que era él quien había producido ese raro ruido.

No sabía cómo ni por qué, pero lo volvió a intentar y otra vez lo escuchó. Sí, ya estaba seguro era él quien lo había hecho, y ahora tenía un nuevo problema, ¿para qué serviría eso?, la de cosas que le pasan a uno cuando no está su madre al lado.

Algo que no había experimentado hasta esos momentos lo que ahora llamamos soledad, él no sabía llamarlo así, pero sí, ese sentimiento se apoderó de él.

No sabía qué hacer, hacia dónde dirigirse, qué comer o cuándo dormir, y claro poco a poco como surgen las cosas naturales, fue desarrollándose dentro de él un instinto de supervivencia ese que hasta esos momentos no necesitó pues todo lo que había necesitado se lo había proporcionado su madre.

¿Cómo puede uno subsistir en un entorno desconocido hostil, inhóspito?, eso fue lo primero que tuvo que aprender, él estaba acostumbrado a subir por los grandes troncos de aquellos árboles que hasta esos momentos le habían proporcionado no solo el alimento si no el refugio a la hora en que la luz del sol no estaba.

Sí, desde pequeñín en que era su madre la encargada de cargarle había subido a dormir a las ramas de los árboles, y allí permanecía hasta que de nuevo se podía ver, toda la noche oscura no era propicia para otra cosa.

Luego ya sabía bien que cuando se marchaba la luz tenía que buscar refugio, pero ahora en este nuevo lugar, ¿dónde se podría refugiar?, no veía nada que le pudiera servir, mirara por donde mirara todo era lo mismo piedras y más piedras pero solo eso, unas más grandes que otras pero ni un solo árbol podía divisar al que acercarse a descansar y la verdad es que comprobaba como cada vez le faltaba menos a la luz para desaparecer completamente como ya sabía que sucedía.

¿Qué podía hacer para resolver este nuevo problema que se le había planteado?, casi tan grande como la falta de comida, que por cierto ya le tenía bastante molesto, todo el día llevaba sin poder probar bocado, pues por más que se empeñó en buscar ni una sola brizna de hierba encontró por todo aquel extraño lugar.

Agotado de la triste experiencia del día, cuando ya no podía ni ver lo que pisaba, y después de caerse en dos ocasiones, decidió no dar ni un solo paso más.

Allí recordó de pronto lo que le había sucedido a su madre, que había desaparecido por un lugar y no la había vuelto a ver, eso hizo que se detuviera allí mismo y se echara en ese inhóspito paraje, al menos descansaría.

Así le pasó que enseguida cogió un sueño tan profundo que ni siquiera se enteró cuando dos bultos moviéndose sigilosamente se le acercaron y después de olerle cosa que no pareció que les agradó, le dejaron allí tumbado y desaparecieron tan sigilosamente como habían aparecido.

Y menos mal que él no los vio por qué si no seguramente se hubiera dado un gran susto, aquellos extraños eran de los pocos habitantes de aquellos parajes que por la noche cuando el sol no calentaba, ya que a ellos no les gustaba el calor, bueno pues aprovechando la noche salían en busca de comida, pero cuando después de verle a lo lejos se acercaron, era tan mal el olor que desprendía que los dos decidieron que eso no podía ser comestible y le dejaron donde estaba sin tan siquiera rozarle.

¡Cuanto durmió!, como estaba tan cansado más de lo que lo solía hacer, cuando se despertó fue porque el calor ya le estaba haciendo sudar, eso le asustó pues nunca le había pasado, pues era su madre la que se encargaba de despertarlo y a las horas de máximo calor hacer que estuviera bajo los árboles y de esa forma no notaba esos ahogos que en esos momentos estaba experimentando, ¿qué podría hacer?, mal empezaba el nuevo día.

Recordó a su madre y buscó alguna sombra, pero al igual que las búsquedas que inició el día anterior también fue infructuosa, nada había por aquellos lugares que le sirviera para protegerse de ese sol abrasador.

Se puso a caminar, pero ¿a dónde se podía dirigir?, todo lo que él podía distinguir mirando a donde mirara era lo mismo, una gran llanura llena de piedras, esas que ya conocía bien, pues marcas de ellas tenía por el cuerpo, producidas por las diversas caídas del día anterior, algunas estaban marcadas el sitio con la sangre que se había secado después de estar un rato saliendo. Eso fue otra de las cosas que no entendía, ¿qué era eso que le salía?, y además si se tocaba le dolía más.

La vida a veces no es nada fácil y él lo tuvo que ir aprendiendo todo tan deprisa que de un momento a otro ya conocía algo nuevo, recordó como de su garganta le había salido algo raro que escuchó, y lo volvió a intentar, quizás se lo hubiera solo imaginado, pero no, asombrado volvió a escuchar su sonido ese que podríamos decir gran chillido, pues deseoso de volverlo a oír esta vez y por miedo a que no le saliera como el que recordaba, hizo más esfuerzo para hacerlo y le salió tan grande que no solo oyó una vez eso tan raro si no que le pareció que lo volvía a oír.

Miró por todos lados pero no había nadie más que él, luego ¿qué era aquello?, como podía el decirlo una vez y lo oía más, así estuvo un buen rato, había descubierto no solamente su voz si no el eco, y eso le gustó tanto que hasta que no le empezó a molestar la garganta de tanto haberla forzado no lo dejó.

Quizás pasaran horas, no lo sabrá nunca, pues tampoco tenía modo de medir el tiempo, lo que si es que eso le sirvió de distracción y además sirvió para que algo se moviera en la distancia, lo que le hizo andar hacia donde había visto el movimiento.

Cuánto tiempo y cuántas caídas le costó llegar hasta el lugar a donde le había parecido que había algo, no lo sabría, lo que sí encontró al llegar fue en el suelo una zona donde no había piedras, le pareció raro pues después de todo el suelo recorrido todo pedregoso, el que allí no las hubiera era extraño.

Y claro, él curioso como son todos los niños se acercó, y se acercó hasta comprobar como allí había algo diferente, un agujero, como una entrada y por supuesto que ni se lo planteó, se coló en aquel lugar.

Como estaba muy oscuro enseguida se acurrucó en él, al menos allí no le daba el sol, eso ya le gustó, pues además del cansancio que tenía, el sol le estaba molestando.

Al poco de estar en aquel sitio olió algo desconocido, y palpando por el suelo llegó a tocar algo, que, aunque no sabía qué era se llevó a la boca enseguida. Eran unas raíces que le vinieron estupendamente, con ellas calmó el hambre que no le dejaba tranquilo, y una vez saciado con aquello desconocido se dispuso a descansar, allí estaba todo tan oscuro luego debía de ser la hora de dormir.

El pequeño estuvo allí descansando tranquilo, y aunque aún no se había recuperado de la pérdida de su madre el cansancio y todas las experiencias que había vivido en tan intensa jornada le habían hecho madurar rápidamente, parecía que hubieran pasado años, su cabecita había descubierto cosas nuevas forzada por la necesidad de sobrevivir.

Estaba descansando durmiendo y los grandes ronquidos que salían de su garganta despertaron a aquellos que cerca estaban también compartiendo aquel espacio, pero que al estar tan oscuro no había podido ver.

Dos habitantes de la llanura, esos que a lo lejos le divisaron y que el mal olor les hizo desistir de curiosear, pero ahora esos sonidos al despertarles experimentaron de nuevo ese mal oliente cuerpo, ¿qué era aquello que se les había metido en su cueva?, ¿cómo se habría atrevido? y dispuestos estaban éntrelos dos a darle un escarmiento cuando el pequeño en esos momentos abrió los ojos.

Algo le había avisado del peligro, no tuvo casi tiempo de reaccionar pero sí guiado por su instinto de supervivencia le hizo dar un gran salto para atrás, echo que le libró de un buen mordisco que aquellos dos estaban dispuestos a darle como castigo por la intromisión.

El salto que dio el pequeño fue tan desafortunado que le hizo dar con la cabeza en el techo de aquella oquedad, y le abrió una gran brecha por donde le empezó a manar sangre en abundancia y eso le salvó la vida.

Aquellos dos se asustaron y huyeron despavoridos no volviendo a verles más, de echo él no había acabado de ver su apariencia pues la cueva en todo momento había permanecido oscura.

Él mareado posiblemente a causa de la pérdida de la sangre se acurrucó pero antes de hacerlo y posiblemente llevado por aquel intenso dolor que debía de tener en la cabeza, lanzó un gran chillido o gruñido, como lo queramos llamar, pero fue suficiente para que él se quedara tranquilo, además era como un aviso a los que pudiera haber por los alrededores de que él era más fuerte y más poderoso, ya que podía lanzar sonidos.

 

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El tiempo que estuvo en aquella cueva hizo que tomara alguna decisión, pues se dio cuenta que seguir buscando a su madre era inútil. Si ella le buscaba seguro que habría vuelto a donde le dejó, en aquel lugar lleno de árboles, y echó de menos aquella vida anterior donde no tenía ninguna preocupación, solo ir de un lado a otro al lado de su madre unas veces y otras encima de ella cuando ya estaba cansado y no quería seguir trepando.

Total, él era un pequeño, ¿qué se le podía pedir?, pero y ahora ¿qué podría hacer cuando se cansara y no quisiera seguir andando?, eran muchas cosas nuevas las que le habían pasado en tan poco tiempo pero él tuvo que tomar decisiones también rápidamente. En aquella cueva no se podía quedar más pues aquellos extraños seres que sintió podrían volver y no quería quedarse a averiguar si eran amistosos o no.

Decidido a regresar a sus arboledas, en donde sabía que tenía comida y protección de ese sol abrasador salió poco a poco de allí, primero sacó la cabecita con mucho cuidado.

Aun recordaba el golpe, seguramente que le molestaría aun la brecha que se había hecho pero la sangre había dejado de manar, al menos no la notaba correr por la espalda, esa sensación rara que experimentó, de algo caliente recorriéndole el dorso, también fue nueva, pero como había sido después del impacto de su cabeza con el techo, no quería volver a tenerla por lo que tendría que tener cuidado.

Estuvo unos momentos mirando a todos los lados, para ver si había algún peligro, no quería sorpresas pues ya había tenido suficiente por el momento. Al comprobar que no había nada que se moviera en toda la distancia que podía abarcar con la mirada, decidió salir

Una sorpresa inesperada le esperaba, aquellos dos habitantes de aquel lugar no se habían marchado así sin más, resultaron ingeniosos, habían hecho en el tiempo en el que él había estado dormido, una trampa, en la que nuestro amiguito cayó sin poderlo evitar.

A unos pocos pasos del agujero que servía de entrada a la cueva, habían cavado y él que cuando entro no lo había visto, al llegar a ese sitio cayó en aquella trampa. Era un agujero en el suelo, y claro, como cayó de cabeza y esta ya la tenía bastante dolida pues el batacazo fue más efectivo.

Cuando se le pasó un poco el dolor y la sorpresa, que no se sabe qué de las dos cosas fue más grande, se las apañó para lanzar un terrible chillido, el más grande que hasta esos momentos le había salido y hasta él mismo se asustó, pero eso hizo que aquellos dos energúmenos que le habían hecho la trampa le ayudaran a Sali.

Eran lo que ahora podríamos decir unos hurones, pero su tamaño seria aproximadamente como una vaca de las de ahora.

Como pudieron se las ingeniaron para sacar al intruso de aquella ingeniosa trampa, no podían dejar a ese ser tan poderoso allí, no habían escuchado nunca nada igual.

Les pareció al rato de salir de la cueva oír algo que no conocían, pero nunca se imaginaron que podría ser producido por alguien, es por eso por lo que de mutuo acuerdo decidieron liberar de aquel sitio a ese desconocido que hacía ese ensordecedor ruido.

Una vez fuera de esa trampa en la que había caído nuestro amiguito se llevó las manos a la cabeza, su pobre cabecita la de golpes que se estaba llevando últimamente, ya no tenía ni un solo centímetro sin que le doliera, parecía que todo le iba a parar allí.

Hubo algo que le sorprendió, como ya estaba amaneciendo pudo ver, aunque solo fue por un instante a dos desconocidos que le miraban allí quietos, debían de ser los que le habían ayudado a salir, pues había notado como algo le había sujetado de cada pierna y había tirado. Bueno seguramente de no ser de esa forma nunca hubiera podido salir de aquella trampa pues en la postura que estaba le hubiera sido imposible poder hacerlo.

Estaba mirando fijamente a aquellos dos desconocidos cuando vio con sorpresa como se metían en la cueva de la que él hacía poco había salido, entonces imaginó que seguramente serian ellos los que había notado mientras dormía que se le acercaban.

Los acontecimientos iban demasiado deprisa, y sin pensarlo dos veces los siguió dentro, claro que como estaba un poco mareado de la caída se le olvidó que la cueva tenía techo y ¡zás!, de nuevo lo probó.

Posiblemente pasó más de lo que creía pues cuando salió de aquel lugar las piernas le habían crecido tanto, que le fue imposible salir sin más, lo tuvo que hacer casi arrastrándose.

No sabía lo que le pasaba, pero aunque se miró un poco tampoco reconoció sus pequeñas manos, ahora no eran tan pequeñas, se parecían a las de su madre, ¡su madre!, ¿dónde estaba?, seguramente le estaría buscando.

Se tenía que dar prisa para volver a aquellos árboles donde solía subirse con ella a buscar alimento. Sí, ahora también necesitaba eso que solía comer, lo que ella cogía y se lo metía a la boca y tanto le gustaba.

Estaba pensando en todo eso cuando vio acercarse a esos dos desconocidos que según recordó le habían ayudado a salir de aquella trampa, pero ahora le parecieron más pequeños.

Claro, posiblemente es que no serían los mismos, lo que no se podía imaginar es que él era el que había estado, lo que se llama, invernando y durante ese tiempo había crecido tanto que casi duplicaba el tamaño de cuando había entrado.

Lector amigo en estos momentos del relato quiero que sepas que las cosas dentro de la raza humana no siempre han sido como hoy lo conocemos, que en sus principios como es natural formábamos más parte del reino animal del que procedemos y que la evolución ha ido haciendo que cada vez nos separemos más y más de nuestros congéneres, pero no por eso tenemos que dejar de reconocer nuestros orígenes.

Fuimos gigantes, fuimos enanos, nos desplazábamos torcidos, ahora derechos, ha habido muchas formas, en que durante todo el tiempo transcurrido desde que comenzamos las andaduras sobre la faz de la tierra nos hemos mostrado, pero no por eso hemos dejado de ser nosotros mismos, nuestros antepasados y nuestros futuros descendentes, estamos unidos por una línea genética, y es esa línea la que a través del tiempo adquiere diversas formas, pero solo en su capa externa.

¿Qué semejanza tiene él bebé recién nacido con él mismo cuando tiene cuarenta años?, y no podemos decir que no sea el mismo, y solo ha pasado nada de tiempo, solo ha crecido, se ha alimentado, y esos huesos que cuando empezó a vivir casi no le servían para nada, de mayor le sujetan y puede correr, ¿son los mismos huesos?, pues aunque a ojo nos parezcan que no, que ese débil ser indefenso y dependiente totalmente de otro se haya convertido con el tiempo en ese gran hombre fuerte y decidido, que no necesita a nadie para llevar su vida, es dueño de sus movimientos así como de sus decisiones.

Pues sí, todo eso puede pasar solamente con el transcurso de un poco de tiempo, ¿qué no podrá pasar cuando entre unos y sus descendientes pasan generaciones, muchas generaciones?, con todo lo que eso implica, cambios de clima, de alimentación, de formas de vida, ¿cómo podemos atrevernos a poder decir que este no puede ser su antecesor, o que nosotros antes no podíamos ser así?

Pero sigamos con nuestro amigo, ya un gran y fuerte individuo, acostumbrado a recorrer grandes distancias pues se dio cuenta en un momento que las piernas le servían para algo más que para andar y poco a poco empezó a correr. Es cierto que aún lo hacía como ahora diríamos a cuatro patas, pues aún anda apoyando las extremidades delanteras en el suelo, pero en estos momentos algo le hace tomar una drástica decisión, ha visto un árbol y después de acercarse ha podido comprobar como la fruta casi casi está a su alcance por lo que decide no trepar, va a intentar cogerla sin subirse, cosa que hasta ese momento nunca se le había ocurrido.

Primero lo intenta con una de esas extremidades, la levanta del suelo y poco a poco la va estirando, mira la fruta, le parece que está cerca y el esfuerzo es continuado, pero en un intento por llegar a cogerla levanta, posiblemente sin ni siquiera darse cuenta, la otra extremidad y es así de esa forma como por fin consigue coger ese preciado trofeo.

Se pone a comer rápidamente pues el hambre que tenía no le deja otra opción, pero cuando lo está haciendo, se da cuenta de que algo pasa, no está como otras veces, las dos extremidades las está utilizando para sujetar la fruta, y las tiene lejos del suelo, ¿qué ha pasado?

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