Diario de un adolescente precoz colombiano

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Primer servicio de escort

Me senté y lloré por un rato, porque me vi en la calle, me sentí vulnerable y con una maleta a mi espalda, en un momento se me acercó un hombre mayor, con aspecto de guardaespaldas, que estaba en una moto grande.

Al acercarse me preguntó por qué lloraba y le empecé a comentar las razones, él estaba interesado en saber mi edad, pero le mentí diciendo que era mayor de la edad que tenía. Se ofreció a llevarme hasta la parada del autobús y allí me daba para que tomase el bus que me llevaría a casa de mi madre.

Me subí a la moto con cierto temor, pero me urgía llegar a Jamundí antes de que anocheciera y en el transcurso del viaje el señor empezó a tocarme la polla haciendo que se me pusiese dura inmediatamente, había comprendido que la situación se iba a poner interesante, así que le dije que si quería podríamos ir a su casa que yo le follaba el culo y a cambio él me pagaba 100.000 pesos. Él aceptó encantado, pero en vez de a su casa, me llevó a un sitio cutre donde pagabas para pasar el rato.

He de confesar que, para mí no era nada nuevo follarme un culo, pero sí a un hombre más mayor, así que me quité la ropa y le puse a chupármela, rápidamente se la metí por el culo, pues deseaba salir de allí rápido con el dinero. Él no era un hombre guapo y además era gordo, así que intenté no verle a la cara y le empecé a follar con cierta violencia, hasta que él se corrió, cuando vi que se había corrido, la saqué y salió untada de mierda, aquello hizo que vomitara y fui corriendo al baño a ducharme para quitarme de encima el mal olor. Cuando salí, le pedí el dinero y como habíamos concretado me dio los 100.000 pesos, me vestí y salí de ese cuchitril.

Sin querer había hecho el papel de escort y me sentí feliz pues había ganado dinero muy fácil y en tan poco tiempo, incluso me dio tiempo para sacarle otros 50.000 pesos más sin que se diera cuenta, con lo cual mi felicidad era enorme y contaba el dinero camino a la parada del bus con una sonrisa gigante, mis problemas habían pasado.

Podía pagarme el taxi, pero preferí no hacerlo, pues quería que el dinero me durara mientras solucionaba mi problema económico. Al llegar a Jamundí me encontré con una realidad diferente a la que había pensado, pude ver que era un pueblo sin gracia y al llegar a casa de mi mamá, sentí que no era mi sitio, pero quería tener la experiencia de vivir con mi familia.

Fue tanta mi depresión en la primera semana, que solo pensé en morirme y dejar de existir, así que un día salí por la calle, por si me ilusionaba el pueblo, pero mi depresión fue a mayor, echaba de menos a Diego, sin querer sentía cosas por él, aunque nunca se lo confesé, él también sabía perfectamente que así era, pues nos pasábamos horas acariciándonos sin decirnos nada, pero mirándonos fijamente.

Estaba loco, solo al saber que había perdido la oportunidad de estar con Diego, no lo soportaba, así que pasando por una tienda lo primero que pude ver fue veneno para ratas, así que compré tres sobres y me regresé a casa.

Al llegar a casa, mi madre me vio destruido, ella sabía que algo me pasaba, pero mostró más interés en seguir viendo TV, así que aproveché para sacar jugo de la nevera y subirme a mi habitación, encerrarme y tomarme el veneno que había comprado. Yo era la adoración de mis hermanas gemelas y querían estar todo el tiempo conmigo, pero al ver mi habitación cerrada, se metieron por su armario y pudieron pasar a través de él a mi habitación. Cuando entraron, fueron a despertarme, notaron que no racionaba y empecé a convulsionar.

Sus gritos asustaron a mi madre y a mi hermana, que entonces estaba empezando su primera relación con un chico y todos subieron, al verme inconsciente, el novio de mi hermana me cogió en brazos y me llevó corriendo a una parada de taxi, para el hospital.

Estuve casi tres horas inconsciente y cuando volví en sí, fue cuando escuché la voz de Diego diciéndome que yo no era su hermano de sangre, sino de corazón. Él, al verme que ya estaba despertando, me abrazó, me dio un beso y su madre Aracelly lo cogió de la mano y se lo llevó afuera y desde entonces nunca más volvimos a ser lo mismo.

Aparte de haber fallado en mi suicidio, tuve que soportar los reproches de mi madre y sobre todo que Diego nunca más me volviese a coger el teléfono, pero me prometí a mí mismo que eso cambiaría.

Mi madre me obligó a estudiar y me inscribió en el colegio público. No me gustaba la idea, pero era consciente de que debía hacerlo, así que intenté adaptarme. La convivencia con mi madre y su nueva pareja me resultaba intolerable, no me gustaba y siempre estábamos discutiendo.

Hubo un momento donde teníamos que cambiarnos de casa, porque a su pareja no le alcanzaba el dinero, así que encontraron una casa más barata y todos nos mudamos de nuevo.

El colegio nunca me gustó, no me gustaban mis compañeros, todos éramos pobres, pero algunos se pensaban que eran de mejor familia, eran los típicos acosadores y si no encajabas con ellos, te hacías el hazmerreír de todos.

Mi físico en esa época estaba cambiando, así que empezaron a llamarme “Narizyanky” y como me parecía gracioso, me reía también de sus estupideces y en ocasiones, me tocó irme a las manos, al no estar siempre de buen humor, además era bastante solitario, había cogido la costumbre de fumar, así que era el único alumno de todo el colegio que fumaba en los descansos, a pesar de las llamadas de atención de muchos profesores.

Me había convertido en un adolescente de trece años, no me gustaba nada, lo odiaba todo y si no hubiese sido por un amigo que encontré en aquel pueblo, mi tiempo allí habría sido más insoportable. Su nombre era César Augusto, como el emperador, tenía una risa contagiosa, ojos claros y su pelo era rubio. Al igual que yo, él odiaba Jamundí, el colegio, los compañeros, pero también nos unía algo más y era que los dos éramos extremadamente morbosos.

César desde un principio se dio cuenta de que me gustaban más los hombres, porque pudo notar como le miraba y eso le ponía muy cachondo, tanto que en ocasiones no íbamos a clases y nos quedábamos en su casa. Allí, él siempre permanecía solo, pues toda su familia trabajaba. Un día me llevó a su casa y me puso a prueba para confirmar sus sospechas, así que sacó una revista porno y allí mismo empezó a ponerse cachondo, yo al verle también me puse, así que nos desnudamos, nos pusimos frente a frente y nos masturbamos mirándonos. Él no pudo aguantar las ganas y me empezó a hacer preguntas en las que le confirmaba que en efecto, prefería a un hombre que a una mujer. Él descaradamente se levantó, cogió entre sus dedos su precum, me lo dio a chupar y yo lo hice encantado.

Al ver que lo hice, confirmó sus sospechas y se rio diciéndome maricón, pero le encantó, así que me la puso en la boca y le hice una mamada hasta que se corrió dentro. Ese día nos corrimos cuatro veces, pues estuvimos toda la tarde cachondos.

Un día no fuimos a su casa y nos fuimos a una zona más adentro del pueblo, allí había varios ríos, era una zona solitaria, al llegar allí nos bañamos, fumamos y él empezó a pajearse, yo luego se la chupé, pero esa tarde fuimos a más, yo me puse de espalda y le dije que me follara el culo, aunque al principio se negó, al final cedió, pues estaba deseando hacerlo, porque nunca había tenido sexo ni siquiera con chicas y me folló tan fuerte, que terminamos de hacerlo dentro del agua.

Entonces ya había olvidado a Diego, tenía a alguien con quien divertirme de verdad, César y yo nos convertimos en más que amigos, fuimos muy cómplices desde entonces, él me veía como su novio, porque cada vez que quería me follaba o me ponía a mamarle la polla y yo estaba encantado de hacerlo.

Un día estábamos en clase de educación física, pero era tan aburrido, que nos salimos y nos fuimos a caminar por el colegio, pero como siempre, terminábamos haciendo algo morboso, fuimos a unos baños y allí me pidió que vigilara porque se iba a pajear, yo me senté en los lavabos, en frente estaban los sanitarios y al lado la puerta, estábamos masturbándonos mientras nos mirábamos, yo descuidé la puerta y apareció la gorda del salón y empezó a gritar: “Sam se está masturbando” y así por todo el colegio haciendo que todos se enteraran.

Ese día tuve mucha vergüenza, pero como le dije a la directora: “Quien no se ha hecho una paja”, pero esto no evitó mi suspensión del colegio y desde ese día, nunca más volví a hablarle a mi amigo César, me enfadé con él, por haberme dejado solo y juntarse con los demás para reírse y ponerme el apodo de “Masturbín”.

Poco a poco perdí las ganas de ir al colegio, no me interesaba nada, lo odié desde el primer día y dada la situación no pensaba volver, hasta que un día recibí la llamaba de Alba Liliana llorando.

En la llamada, me estaba informando que su hermana Yeimy había tenido un accidente en Sameco y se había quemado, me pidió que me fuera para su casa porque no había quién se hiciera cargo del negocio. Arreglé mis cosas y le pedí a Ramiro que me prestara dinero para el transporte, pero él no tenía.

Le pedí a mi vecina Martha que me prestara el dinero, pero esta me dijo que me fuera con su pareja en su coche, que él me dejaría en la entrada de Cali y así poder llegar más temprano, su pareja era un hombre moreno alto y especialmente simpático. En el camino íbamos hablando y cada vez que hablaba él, pudo sentir que mi mirada indicaba que él me gustaba y poco a poco fue tomando un papel más descarado.

No había tomado el camino que todos cogen para ir a Cali, en cambio tomó uno más oscuro y solitario. Mientras hablábamos, tocó el tema de si tenía novia, pero yo le dije que me gustaban los hombres, pero que nadie lo sabía, fue tanto su interés, que me hacía más preguntas, como: ¿Qué veía en los hombres, que no veía en una mujer? Y le dije: “La polla”, pero su morbo iba más allá, me dijo que, si me gustaban las pollas grandes o pequeñas, pero yo jugué haciéndole un reto y le dije que depende, que tenía que verla primero.

 

Nada más decirle esto, él frenó en un sitio del camino y sacó la polla, que ya estaba dura y me dijo: “¿Te gustan así?”, al verla no tuve ninguna negativa y se la mamé dentro del coche hasta que me folló la boca y me la llenó de leche, después de esto, él me pidió discreción y hubo un silencio hasta que me dejó en la parada del bus en Cali.

Al llegar a allí, se me había olvidado pedirle prestado para el bus. Como ya era muy tarde solo quedaba que pasara el último bus del día. Cuando por fin llegó, antes de subir le pregunté si podía llevarme, pero este ya iba vacío, solo llevaba su copiloto que era el encargado de recibir el dinero, recuerdo que el chófer era un hombre alto de unos cuarenta y siete años y su ayudante era un chico rubio de casi unos veinte años. Al ver la historia que les conté, los dos me aceptaron y subí, pero estos me dijeron que me sentara a su lado.

La escena me dio cierto morbo, aparte que ya venía caliente de haberle mamado la polla a mi vecino, pero estaba dispuesto a realizar otra fantasía, si esta se presentaba.

Los dos mostraron mucho interés en mí, empezaron a hacerme preguntas, entre ellas mi edad y como siempre mentía, decía que era mayor de lo que era, ellos dos me dijeron que eran pareja y que los dos también vivían en Remansos de Comfandi.

También les dije que era gay, que no tenía pareja, pero que sería rico tenerla. Los dos empezaron a besarse y al llegar al barrio nos fuimos por los lados del Jarillons y allí me dijeron que los dos querían hacerme una mamada.

Acepté pues ya tenía mi polla muy dura. Al sacarla pudieron observar que estaba muy húmedo y me tocó confesarles que ya había mamado una polla para llegar a Cali, los dos me la mamaron, pero yo también quería mamar, así que los dos se las sacaron y entre todos nos las mamamos hasta corrernos. Sin querer había hecho nuevos amigos. Me dijeron que cada vez que quisiera me podría venir a su casa.

Al llegar a casa de Don Hernando, me tuve que encargar de preparar el café y alistar* todo para que a las 12:30 de la tarde pudieran salir todos a trabajar, pues Doña Rosalba estaba en la clínica con su hija Yeimy y Alba no sabía preparar nada. Así estuvimos varios días, hasta que se fueron calmando las cosas y de nuevo me quedé viviendo en casa de Don Hernando y trabajando también.

Allí empecé de nuevo frecuentar a mis antiguos conocidos, pero esta vez solo con los de la cuadra de la casa de Don Hernando, Antony, Felipe, Wilmer, Jonathan y Cristian, estos eran mayores y sabían perfectamente que me gustaban los hombres. A mi regreso había vuelto más descarado y sobre todo mis gestos me delataban. Aunque no admitía que me gustaban, incluso a mi amigo Diego, cada vez que le veía le llamaba “Bebé”, por lo guapo que era.

Pero a este, solo le gustaba ponerse cachondo poniéndome cachondo a mí, en muchas ocasiones, mientras jugábamos, me mostraba la polla dura para que pudiese ver lo gorda que la tenía, pero nunca se atrevió a más.

Me tenía que hacer cargo del cuidado de Sebastián, mantener la casa limpia y preparar la comida y en las tardes, tenía que ir al hospital donde habían trasladado a Yeimy, porque en la clínica no había unidad de quemados, pero en el hospital público sí.

Muchas mañanas, antes de que llegase Don Hernando, me pasaba por la casa de Wilmer, que vivía a cinco casas más abajo de la casa de Don Hernando, él y yo habíamos hecho muy buena amistad, yo era muy morboso en muchas ocasiones, me iba a su casa, fumábamos y por ahí derecho nos masturbábamos y especialmente yo le hacía sexo oral.

Aunque debía ir todas las tardes al hospital a cuidar a Yeimy, me mezclé directamente con los enfermeros de la unidad de quemados, allí ellos me reclutaron y me pagaban mensualmente 300.000 pesos para que aparte de cuidar a Yeimy, me encargara de jugar con los otros niños que allí había, notaron que mi presencia les hacía moverse más y jugar, pero al salir todas las noches del hospital pasaba por un puente oscuro, siempre me encontraba un enfermero que también trabajaba allí, nos poníamos a fumar y nos sentábamos a hablar de diferentes cosas.

Su nombre era Alejandro era un chico bajo, muy guapo, pero yo no quería faltarle al respeto y le trataba muy serio, pero en una ocasión cuando ya teníamos confianza, él me confesó que era gay, que yo le gustaba y no más decirme esto, me besó y mandó su mano a mi polla, pudo ver que la tenía dura. Allí mismo en el puente, me bajó los pantalones y me hizo una buena mamada, así varias veces, hasta que un día me pidió que le follara y yo lo hice encantado, pero después de eso nunca más le volví a ver.

Drogas, Sexo y Fiestas

Dada la situación de Yeimy y que estaba mejorando, la trajeron a casa de sus padres, así que dejé el trabajo como voluntario en la unidad de quemados, para volver a trabajar en Sameco. Cuando volví, me encontré con Michín y el Rolo, pero esta vez venían con otro amigo que le llamaban “El Tieso”.

Solo con verle, sentí como si ya le conociera, de inmediato existió entre los dos una complicidad de miradas, pero en ningún momento cruzamos palabras, pues el Rolo y Michín, no dejaban de joderme, diciéndome que lo tratara bien, pues él era el bebé del parche*.

Ni el Rolo, ni Michín, nunca habían salido del coche, pero él esa noche salió y se sentó en la banca de madera que había al lado de donde yo cocinaba.

Cuando le vi bajar pude ver que era un chico alto, rapado, sus ojos color miel que resaltaban en la oscuridad, pensé que eran lentillas, pude ver que su cuerpo era perfecto, su ropa le quedaba ajustada, su piel era blanca y delicada, tendría veintitantos años. Yo estuve todo el tiempo tímido, su presencia era muy imponente.

Todo el tiempo miraba como trabajaba y me hacía muchas preguntas respecto a mi trabajo, pero en un momento dado, Don Hernando me regañó, porque le estaba prestando mucha atención a ese cliente, él se disculpó y dijo que no quería causarme problemas con mi jefe, se levantó, me pidió la cuenta que eran casi 12.000 pesos y me dejó una propina de 100.000 pesos y en unos de los billetes me dejaba su número de teléfono, con una nota diciéndome: “Llámame, eres un chico muy interesante y me gustaría conocerte”.

Rolo y Michín estaban analizándonos desde dentro del coche y cuando el Tieso subió, me llamaron y me dijeron: “Que, de ahora en adelante, no les tenía que cobrar ni la hojaldra, ni el café, porque me habían presentado a mi marido.” Yo me puse a reír y les dije: “Tan huevones mis amores”, se marcharon riéndose y jodiendo al Tieso.

Sin duda haber conocido al amigo del Rolo y Michín, me había dejado muy intrigado, pues nunca pensé haber llamado la atención de un hombre de esas características y más que me hubiese dejado su número. Pero aparte de haberle conocido también me había dejado problemas, pues Omar y José, que eran los otros trabajadores de Don Hernando, querían que compartiera con ellos el dinero que él me había dejado y yo para evitar problemas se lo di todo y pude anotar su número en una servilleta. Sin darme cuenta, boté* aquella servilleta y nunca le pude hacer la llamada.

Pasaron varios días y había perdido la esperanza de contactar con el Tieso, hasta días después que apareció Michín solo en un coche, me llamó y me aconsejó que le llamara, le dije lo que había pasado y que me tocó dar el dinero, así que Michín me dijo: “Ya vuelvo”. Pero esta vez regresó con tres coches más.

Recuerdo que pude ver el coche de Michín y no sabía de quién eran los otros coches, los cristales eran oscuro, así que no podía ver quien había adentro, me acerqué al coche de Michín y me dijo que fuese a la camioneta oscura, era una camioneta Ford F150 azul, al llegar allí tuve que subirme al escalón porque no llegaba a la ventanilla y cuando bajo la ventanilla, vi su cara riéndose de verme haciendo piruetas para poder alcanzar.

Nada más verme, abrió la puerta y dijo que me sentara, luego salió del coche y fue a donde Don Hernando, le pago lo que yo ganaba de salario y le pidió algunas cosas para comer en el coche, yo estaba muy nervioso pues no sabía realmente que quería el Tieso, pero me dejé llevar, me gustó la forma de cómo les trato y que trabajasen para él, mientras hablábamos dentro de su coche.

Lo primero que me dijo fue su nombre, Martín, me pareció igual de hermoso que él y me empezó a contar que estaba interesado en establecer una amistad conmigo, ellos me habían visto desde unos años atrás y estaba deseando tener un amigo como yo. No comprendía exactamente lo que me quería decir, pero sospechaba que era algo sexual.

Le dejé claro que era menor de edad y que no podía decidir nada aun, porque no tenía la experiencia, era mi escape a lo que me estaba proponiendo, no le conocía y por su pinta seguro que se dedicaba a negocios turbios, y debido a mi experiencia en Zarzal, ya había tenido suficiente. Así que él entendió y aceptó, pero no regresó a Sameco por mucho tiempo.

Pero Michín y Rolo venían constantemente a Sameco con diferentes amigas y siempre les atendía yo, porque sabía perfectamente lo que les gustaba, un día Don Hernando y yo nos pusimos a discutir y ellos estaban presentes, fue tanto mi enfado, que me quité el delantal y dejé de trabajar, ellos al ver cómo me trataron, se bajaron del coche y me invitaron a una fiesta que estaban haciendo en su casa.

Acepté pues tenía ganas de salir corriendo. En camino a su casa pude ver que estábamos yendo hacia la zona noble del norte de la ciudad, cuando llegamos a la casa del Rolo, había muchísima gente y hasta DJ, la música solo era electrónica, sin duda me sentí en mi sitio, desde que llegué, bailé hasta que me quedé dormido en la habitación del Rolo, él me había dado éxtasis en la bebida y me había sentado muy mal.

Al despertar ese día a las 02:00 de la tarde, el Rolo estaba dormido a mi lado y al lado de él, estaba una mujer muy hermosa, los dos estaban completamente desnudos y pude ver que su polla estaba muy dura mientras dormía y no sé qué me pasó, mi impulso fue darle una mamada. Él despertó y al ver que estaba pegado a su polla, lo único que se le ocurrió fue follarme la boca y correrse en mi boca y volver a quedarse dormido.

No di crédito a lo que había vivido esa madrugada, pues había renunciado a mi trabajo y me había ido con dos completos desconocidos para mí, pero que se habían ganado mi confianza con nuestras complicidades en Sameco.

Esa tarde después de todo bajé a la casa de Doña Aracelly, necesitaba que ella me diera trabajo y como vivía cerca, me fui caminando a su casa, allí me puse a hablar con ella hasta que logré que me diera trabajo y me dejase vivir de nuevo en su casa, así que me dirigí hacia Remansos a casa de Don Hernando y al llegar tuve que aguantar las impertinencias de su hija Alba y de todos, pero ya tenían mis cosas en bolsas de basuras y con esas mismas, salí de esa casa, cogí un autobús y me fui a casa de su hermana Aracelly.

Para su sorpresa, esa madrugada vieron que estaba trabajando para Doña Aracelly una vez más, se enfadaron muchísimo con ella y pasaron varios días hasta que le volvieran a hablar, pero antes fueron días de discusiones y enfados para todos, pero yo estaba enfocado en trabajar y estudiar, quería terminar mis estudios, Doña Aracelly me apoyaba para que pudiese terminarlos, pero la situación en Sameco empeoró, empezaron a hacer unas construcciones allí, lo que no facilitaba las ventas que cayeron drásticamente.

Tuve una idea y se la comenté a Doña Aracelly, ella se ilusionó mucho, vio que me preocupaba también por ella, ya que tenía muchos gastos, tanto en Sameco como en su casa, así que encantada me apoyó. Consistía en llevar cosas en canastas, en termos y vender en una zona donde había muchos coches para la revisión tecno mecánica y al no haber nada parecido allí, seguro que con un café estarían encantados.

Nada más llegar con las cosas para vender, empecé a gritar para que me escucharan: “Tinto*, café en leche y chocolate”, empezaron a salir una gran masa de gente y en menos de veinte minutos ya había terminado todo lo que había llevado, pero no había alcanzado a terminar la fila de coches, pues era una fila de casi dos kilómetros. Las ventas se habían triplicado, cuando su hermano se enteró, empezó a venirse para hacerme la competencia.

 

Le pedí a Aracelly venir más temprano, sobre 10:30 de la noche, para que me diera tiempo a organizar, preparar y así cuando fuesen las 12:00 de la mañana, ella llegaría y me podría ir antes y no perder clientes. Un día cuando llegué, Michín estaba en el parking donde nosotros estábamos y se sorprendió al verme tan temprano allí y sobre todo solo.

Esa noche él estaba solo, se bajó de su coche y vino adonde yo estaba, mientras organizaba, él me hablaba, pero como siempre terminábamos hablando de sexo, se rio de mí porque el Rolo le había contado que ese día le había hecho una mamada mientras él dormía, le respondí que no me pude contener, que el Rolo tenía una polla muy grande, que me encantaba y me dio morbo con solo pensar que se había follado a esa chica y vérsela, que aún estando dormido, estaba muy dura y entonces no lo dejé pasar.

Michín al escuchar lo que le decía, se le puso la polla dura y me mostraba el capullo entre la cremallera del pantalón, me pidió que se la mamara, yo ni corto ni perezoso, me lo llevé hacia una parte oscura, me arrodille y empecé a chupársela, pero esta vez me puso contra unas tablas, me bajó los pantalones y me empezó a meter esa polla gorda, estaba tan caliente que vio la mía dura y empezó a tocármela y me dijo que me la quería chupar, le dije que lo hiciera, mientras la chupaba se corrió en su mano y le dije que pusiera su leche en mi polla y que la chupara, para luego yo correrme en su cara.

Sin duda fue un momento muy morboso, Michín era el típico machote que no pensé que le pudiera gustar mamar una polla, pero a mí me lo hizo. Me puse de nuevo la ropa y fui al puesto para traer servilletas, pude notar que uno de los vigilantes del parqueadero* nos había estado espiando.

Michín vino, se tomó un café, se fumó un cigarrillo y al momento su carro ya estaba listo y así pudo irse, pero el vigilante vino y empezó a ponerme conversación, me dijo que le había gustado mucho lo que vio, que le encantaría correrse en mi cara mientras yo le hacía una mamada, me puse a reír y le dije que, si tenía buena polla y me dijo si quieres vamos y la ves.

Fuimos al mismo sitio y sin duda la tenía grande, se la mamé, pero me había quedado con ganas de que me la metieran por el culo, así que me puse de espalda para que lo hiciera, me folló hasta el punto de correrse dentro.

Fue su primera experiencia sexual con un hombre y en especial con un chico de catorce años, me dijo que le había encantado y que cuando yo quisiera, él me follaba de nuevo.

Sin duda esa noche había tenido mucho morbo, tanto que cuando llegó Aracelly y todos regresaron de vender, me puse a buscar al vigilante porque quería mamarle de nuevo la polla y así lo hice dentro de un carro.

Habían pasado casi dos meses y su hermana Dora, había regresado de nuevo a Cali para hacerse una cirugía estética y se iba a quedar en casa de Aracelly, en muchas ocasiones, noté que no le caía del todo bien, pues yo me encargaba del negocio mientras Aracelly cuidaba de ella.

Sin embargo, en ocasiones su sobrino Robinson venía a ayudarme, pero varias veces le pillé robando, igual que a Yeison. Un día me cansé y les despedí provocando así un tsunami familiar, pues Dora no aceptaba que yo tuviera esa capacidad de despedirles, sabiendo que ellos eran familia y yo no, en un momento de discusión en casa, me trató mal e incluso me humilló diciéndome que yo era un arrimado*.

Estaba claro que Yeison y Robinson se hicieron las víctimas frente a su familia y lo achacaron a que era una forma de llamar la atención y lo peor es que Aracelly sabía que ellos eran capaces de robar, pues en muchas ocasiones les pillamos, pero nadie fue capaz de hacer lo que yo hice y en vez de tener el apoyo de Aracelly frente a la humillación de su hermana Dora, se mostró pasiva y solo rebajó la tensión diciendo que no era nada importante.

Tenía ganas de salir corriendo de esa casa, aunque no podía, porque no tenía a donde ir, me tocó tragar y llorar, comprendía que solo estaba allí siendo utilizado, pero me concentré en mis estudios.

Un día saliendo sobre las 09:00 de la noche de clases, estaba sobre la Quinta, esperando que pasara mi autobús que me llevaría a Prados del Norte, que era donde estaba la casa de Aracelly, en un momento miré hacia atrás y venía un chico extremadamente guapo y con una sonrisa hermosa.

Me miró fijamente a los ojos, sonrío y cuando pasó por mi lado pude sentir como una energía que pasó por todo mi cuerpo. Era bajo de 1,74 de altura, llevaba una camisa blanca ceñida al cuerpo, se podía notar su gran espalda y los bíceps, un vaquero que dejaba entrever un culo precioso, ya iba a diez pasos de él y se voltió* a mirar hacia atrás, vio como había llamado mi atención y como si fuese un imán, fui caminando disimuladamente trás de él.

Tenía nervios porque no le conocía, pero quería saber más de él, seguía mirando hacia atrás y continué siguiéndole, pero cruzó hacia la Plazoleta Mercurio y sentí miedo, había poca luz y no me atrevía a cruzar, así que me senté en unas escaleras que estaban en la EPS* de Comfenalco, para disimular que estaba esperando el bus, pero ya había caminado bastante y pudo notar mi interés en él.

Paró y empezó a hacerme señas para que fuera adonde él estaba, pero yo le indicaba con mi cabeza que viniera hacia mí y así lo hizo.

Era guapo y lo sabía, su rostro era perfecto, pude ver sus manos, eran delicadas y su sonrisa me tenía cautivado, se sentó a mi lado y pude sentir su olor, simplemente me envolvió, le quería besar, deseaba hacerlo, pero luego él empezó hablar.

Lo primero que dijo: “Qué lindo eres ¿cómo te llamas?”, dije Sam, me preguntó mi edad y le engañé, le dije: “Diecisiete ya casi dieciocho”, él me preguntó que qué hacía por allí, le dije que estaba saliendo de estudiar y estaba esperando el autobús.

Se acercó a mí, me besó, sentí que mis problemas habían desaparecido, no me pude resistir y le correspondí al beso. Besaba tan rico, que por primera vez había sentido que había encontrado a esa persona que tanto deseaba, él se puso de pie y pude ver que su polla estaba empezando a ponerse dura, porque sobresalía del pantalón y no lo podía evitar, me dijo: “¿Vamos a un sitio más cómodo?” y estaba tan hipnotizado que le seguí.

Me tomó de la mano y sentí por primera vez que alguien me mostraba un poco de afecto, estaba viviendo una época difícil en mi vida, su acto de cariño hacia mí, me llenó de sentimientos y me solté a llorar, él no podía saber el porqué de mi llanto, yo no sabía su nombre, me dijo que se llamaba William, que ya me lo había dicho, pero seguro no le había prestado atención, volvió a besarme mientras me abrazaba.

Me dijo que nunca otro chico le había llorado y la verdad no sé qué decirte, no sé si sentirme bien o mal, pero tu rostro lo dice todo y hoy quiero darte una buena experiencia.

Nos fuimos caminando cogidos de la mano, pasamos por la calle Décima, a la altura de la Notaría Diez, allí había muchas travestís ejerciendo de prostitutas, nos gritaban “tan lindas, las mariquitas”, me asusté, pensaba que de pronto nos iban a robar y él me dijo que no prestara atención, que no me preocupara, estábamos atravesando el centro de la ciudad para llegar a la Avenida 2 Norte y llegamos a un sitio.

Era una casa, entramos y había en la puerta una recepción, era todo oscuro, no conocía ese sitio, pidió una habitación y pagó todo. Pude ver al fondo que había más hombres y estaban todos besándose, así que di por hecho que era un sitio para gays y que iban a follar, pero no me importaba, estaba encantado de estar con William.