Perro negro, 31 poemas

Text
Read preview
Mark as finished
How to read the book after purchase
Font:Smaller АаLarger Aa

Para Séneca

Nullus dolor est, quem tempus

non minuat.

Séneca

Deja al tiempo en paz, Séneca,

Deja al viento el agro

en el que Phileros enterró

a su séptima mujer.

Y Phileros paciente

espera a la octava

sabiendo que no la puede evitar.

Viste, Séneca,

nadie ama a su mujer porque es hermosa

sino porque es la suya,

Si me pides memoria te diré que

cuando la primera cuadrilla de helicópteros

cruzó sobre Roma,

los pilotos alzaron sus brazos

saludando a las nubes

y el pobre Phileros

echado en un rincón de su cuarto

—Vía del Quirinale, vista al patio—

rasgó la pared con sus uñas

se metió un sorbo de vino al estómago

y envuelto en su raída capa bermeja

se lanzó por la ventana.

El pobre Phileros yace en el suelo

y ahora lo hace arriba en la colina.

Y tú le irás a hablar al Senado

para que financie tu próximo epigrama.

Pero la raída capa de Phileros

pesará demasiado sobre tus hombros.

Contra Catón

Te fuiste de orza, Catón

No es a Cartago a quien

Hay que destruir a Delenda.

II. La lechuza no es ave guanera

(Poemas)

Lleva al marrano más allá de los cerros

Lleva al marrano más allá de los cerros

y regresa antes de que comiencen las lluvias.

Cenaremos, me dirás que me amas y encenderás

la última vela que nos queda en el armario

para que pueda leer y tú jugarás con el perro

pastor que mantiene unidas las ovejas del rebaño

y luego

saldremos juntos a contemplar la luna (las lluvias

habrán cesado) y entonces me dirás

(los pinos apenas se mecen con el viento

la cerca de las vacas necesita repararse)

que mañana partes para las montañas.

Me propondrás dormir

afuera y entonces

entendí que tu serenidad era real y un beso

y con el aire como solitario desayuno

no tendré noticias tuyas sino hasta después

de un año. El tono de mi vida habrá cambiado.

Perderé la costumbre de leer y pasaré

las noches (los días me serán casi imperceptibles)

tratando de entender las constelaciones.

Miraré Orión y también algún capitán extraviado

en el Índico lo hará y hasta llegaré a ver la

estrella polar desde el hemisferio sur.

Las noticias dirán que lograste llegar

a Europa, que te civilizas,

y que un finlandés próspero maderero

te divierte interminablemente entre los pinos

(sus pinos) marrones. Recordaré entonces

nuestra última noche. Y luego dos, tres, cinco

hijos y dos cesáreas y el finlandés

en Nápoles y luego en Grecia

y luego en Austria tu salud comenzará con la tos

a derrumbarse pero el finlandés en Dinamarca

y entonces quedará muy poco de ti apenas

un borroso recuerdo mío y una tarde y el

finlandés perdido en el mejor desierto africano y

entonces ya no tendré las redondas constelaciones

encima y todo paraíso estará

irremediablemente perdido.

Vete ahora;

lleva al marrano más allá de los cerros.

Dónde está mi mujer, mi mujer

¿Dónde está mi mujer, mi mujer

la mujer que más amé?

¿En qué distante lugar del mundo?

¿Sobre qué valles navega ahora

con su temible orgullo?

¿Con qué hombres se acuesta?

¿Dónde está mi mujer, mi mujer

la mujer que más amé?

Ella mira las nubes con sus

redondos ojos tristes

ella dice parecen árboles y ella

no sabe nada de árboles.

¿Dónde está mi mujer, mi mujer

la mujer que más amé?

¿Dónde está con sus brazos largos

y el jabón blanco que usa?

Ella escucha los sonidos de las estrellas con sus

redondas orejas tristes

ella dice parecen cerezas y ella

no sabe nada de cerezas.

¿Dónde está con su memoria fresca?

¿Donde está bajo los nogales que no hacen sombra

esparciendo su vientre matinal sobre la hierba?

¿Dónde está mi mujer, mi mujer

la mujer que más amé?

Ella besa los labios con sus

redondos labios tristes

ella dice parecen paraísos perdidos y ella

tan débil como el sol

no sabe nada del sol.

Y no sabe nada del mar y ella

no sabe nada del viento.

Ella acaricia los cuerpos con sus

redondas manos tristes

ella dice parecen columnas de arena y ella

tan tierna como la luna

no sabe nada de la luna.

¿Dónde está mi mujer, mi mujer

la mujer que más amé?

¿Dónde está la brisa que deshilvana sus pestañas?

¿Dónde está el patio en el que lava

el pequeño acuario?

¿Dónde están las noches sin lluvia?

Ella muerde los cuellos con sus

You have finished the free preview. Would you like to read more?