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Hombres, masculinidades, emociones

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Ante la petición del personal del CCF a que los padres se apeguen al reglamento, los progenitores con frecuencia muestran enojo, tristeza y frustración. Dichas emociones se manifiestan con conductas como empuñar las manos, llanto o alejarse del lugar, las cuales podrían leerse como contención emocional, pues se saben observados por estar en un CCF. Estas conductas fueron registradas tanto en el diario de campo como en el desarrollo de las entrevistas.

La contención emocional y el manejo emocional también reflejan la experiencia emocional, pues son un intento por controlar lo que se siente. En ocasiones esta contención da cuenta de los mandatos de masculinidad que constriñen la experiencia emocional en los hombres.

En la experiencia emocional de los HNECH están presentes los cuatro componentes de la emoción, primero perciben una sensación corporal que después expresan con gesticulaciones y posteriormente dan significado a su sentir para intentar nombrarlo con base en las normas sociales en las que están inmersos, y con los vocablos que han aprendido para ello.

Las emociones asociadas al proceso de juicio y separación de sus hijos e hijas por parte de los HNECH fueron amenaza, angustia, coraje, depresión, derrota, dolor, frustración, importancia, incertidumbre, injusticia, miedo, nostalgia, preocupación, odio y tristeza; sin embargo, predominaron en las narrativas la tristeza, la frustración, la impotencia y la incertidumbre. Cada una de ellas fue experimentada en diversos momentos de la vida de los HNECH.

Mario se casó a la edad de 31 años. Nació su hija, pero vivió con ella muy poco tiempo, por lo que no le fue posible participar en su vida durante sus primeros años de vida. Ante esta situación, Mario experimentó diversas emociones, como leemos a continuación:

MVSR: ¿Y cómo viviste el proceso de separación?

Mario: Pues, nace la niña y al mes y medio fue cuando nos separamos, entonces ella me dio por donde más me dolía, esa es la realidad [muestra tristeza bajando la cabeza] y sabía que la única forma de tenerme iba a ser por la niña y como no fue así ella tomó coraje y me hizo esto, entonces [suspira] el no tener algo que deseabas, que siempre habías esperado, es muy difícil, en verdad es frustrante. Todo lo que se refiere a mi hija, excepto las tres horas que estoy aquí con ella es felicidad, porque por lo menos la veo, de ahí en más todo para mí es triste; es triste la parte en que ella se va, como ahorita, yo no sé si llega bien [se quiebra la voz y muestra llanto] yo la única forma que tengo para saber si llegó bien es hasta la siguiente semana que la veo, yo no sé en qué se va, si llega bien, ¿cómo le fue?; ya a partir de que se va ya no es felicidad, porque te digo, puedo ir con un familiar y cuando platico de ella siempre es tristeza porque no está conmigo. Para mí aparte de las tres horas aquí con la niña para mí todo es tristeza hablar de la niña. Porque el hecho de que, o sea, como yo me voy en el carro y llego en media hora a mi casa y ella se va en camión después de aquí y hacen dos horas de camino, la inseguridad, la intranquilidad; yo llego a mi casa como 15 a las 2:00 y siempre en mi casa comemos 2:30, créeme que ni me dan ganas de comer porque digo, yo aquí sentado comiendo bien a gusto y mi hija yo creo que va en el segundo camión y ni sé cómo llega. Todo para mi es tristeza, si me preguntan es tristeza, si me pongo a pensar es tristeza, porque me llegan los malos pensamientos de si ¿está bien? ¿Se enfermó? O a veces que no viene aquí [CCF] ¿porqué no viene?, o sea, ¿no vino porque está enferma? ¿No vino porque su mamá no quiso venir? O si venía pero ¿si les pasó algo?, entonces esa es la parte que es triste pues. Las tres horas aquí [CCF] pues sé que está bien, o si está enferma pues estarla cuidando pero es todo, pero de ahí en más ya no sé nada de la niña, o sea, en toda la semana yo no sé nada de mi hija.

Es posible identificar en el relato la tristeza, no solo nombrada por el entrevistado, sino también expresada corporalmente (información registrada entre corchetes). Aunada a la tristeza por no tener consigo a su hija se encuentra la incertidumbre de no saber qué sucede con su hija el resto del tiempo en que no la ve hasta llegar la siguiente convivencia, así como la frustración que le genera haber deseado la llegada de su hija, no tenerla y únicamente sentir felicidad en los momentos que comparte con su hija.

En las entrevistas fue posible escuchar la expresión «cárcel de convivencia», haciendo referencia a aquellas prohibiciones por parte del CCF en las convivencias supervisadas o a las medidas de cohesión institucional implementadas por los juzgados. Dado que la convivencia supervisada se desarrolla únicamente dentro de las instalaciones del CCF, algunos padres refirieron sentirse atrapados en una cárcel, tal como lo narra Mario:

MVSR: ¿Qué ha significado para ti venir al CCF?

Mario: Pues lo principal es ver a mi hija, o sea, venir al CCF fue conocer a mi hija, pero nunca estuvo en mi mente que el momento en que iba a disfrutar a mi hija iba a ser en un CCF, que solo iba a ver a mi hija tres horas que no iba a poder llevar a mi hija ni siquiera a la tienda, como si estuviéramos en la cárcel.

Mira te voy a contar algo para que te des cuenta que cada que ella está mal yo la he ayudado, le he ayudado con medicina, yo no tengo la aplicación de uber en mi celular porque tengo carro, pero le he dicho «si te sientes mal pide un uber, yo te lo pago» eso fue todavía el año pasado, en diciembre y me dijo «sí está bien, es que me siento muy mal» nada más en lo que llega el uber deja que la niña desayune conmigo y luego ya se van y el uber se quedó como a tres cuadras y no tienes una idea de lo que sentí, Marce quería llorar pero me aguanté, ¿sabes lo importante que fue para mí? cruzar la puerta del CCF con mi hija de la mano, o sea, fueron sentimientos encontrados, de alegría, de emoción, de tristeza y de coraje porque mi hija va a cumplir 6 años y es la primera vez que camino en la calle con mi hija, la primera vez que cruzo una calle con mi hija porque te digo que el uber estaba como a tres cuadras, la acompañé porque se sentía mal y hasta raro se me hizo que aceptó, créeme que yo iba en la rampita, a lo mejor me vas a decir exagerado pero no es exagerado, es para que veas el sentimiento que siente uno como papá, no sé si los demás sientan lo mismo pero, cuando iba por la rampita y veo la puerta, no sabes el sentimiento que sentí de decir ¡voy a salir de esta madre con mi hija! Nada más porque ella no lo hubiera permitido pero me dieron ganas hasta de tomarme una foto y si le hubiera dicho seguro me mandaba a la chingada, pero por poco hasta le pido que me tome una foto saliendo de la puerta del CCF con ella, o sea, no sabes lo frustrante que es venir aquí, o sea, decir: veo a mi hija en un lugar cerrado con un policía en la puerta; a veces salgo a la tienda porque a la niña se le antoja algo, pero nunca la he llevado yo, las primeras veces la niña me decía: —es que no sé qué quiero, ¿me llevas contigo a la tienda? — o sea, ¿cómo le digo que no la puedo sacar? Entonces por un lado sí está bien lo del CCF porque la veo, sé que está bien, pero por otro lado es muy frustrante, es triste no poder salir de aquí con ella, no tomarle fotos, o sea, tener que convivir con mi hija, ¡mi hija!, aquí encerrado, o sea, son dos cosas, alegría y lo demás es frustración.

Yo veo mal que no nos dejen tomarles fotos a nuestros hijos, aunque dicen que la medida se tomó porque alguien hizo una videollamada o algo así o que porque una señora se quejó de que le tomaban fotos a su hijo, bueno, eso es lo que se cuentan aquí los papás. Para empezar, si tú me preguntas ¿por qué le tomo fotos a la niña?, te voy a decir que porque es mi hija y punto y que su mamá no quiera eso me viene valiendo, es como si yo le dijera a la mamá «llévatela pero no quiero que le tomes fotos» ella me va a mandar a la fregada, entonces ¿porqué tú si me prohíbes que tome fotos? ¡Solo porque está en tu reglamento o porque a la señora no le gusta!, o sea, le estoy tomando fotos a mi hija con mi teléfono, es algo que tengo todo mi derecho de hacer, o sea, no estoy haciendo nada malo.

Mario describe cada una de las emociones que ha experimentado ante la imposibilidad de convivir con su hija sin ser supervisado, e incluso un intento de contención emocional en el deseo de llorar. Por una parte, reconoce que no fue hasta que llegó al CCF que conoció y convivió con su hija, pero, por otra parte, también habla de las implicaciones que han tenido las limitaciones y restricciones del CCF en la relación con su hija.

Los HNECH experimentaron emociones contradictorias tanto en el proceso de separación de sus hijos e hijas como en el juicio, por un lado, la frustración y tristeza, y por otro lado, la tranquilidad de contar con un espacio que garantice que puedan ver a sus hijos e hijas, aunque su convivencia deba ser supervisada.

Emociones experimentadas en el proceso de revinculación entre los padres y sus hijos e hijas

Los HNECH fueron divididos en dos grupos según la temporalidad de sus convivencias. Sin importar al grupo al que pertenecieron los HNECH, reportaron con frecuencia haber experimentado principalmente la emoción de frustración, impotencia, incertidumbre y tristeza tanto en el proceso de juicio por convivencia como en la revinculación con sus hijos e hijas.

En el proceso de convivencia y revinculación con sus hijos e hijas algunos HNECH reportaron haber sentido alegría y satisfacción ante logros en la relación con sus hijos e hijas. Tal es el caso de Santiago, que explica su sentir al ver a su hija y convivir con ella en el CCF.

MVSR: ¿Qué emociones podrías decir que has experimentado en la convivencia con tu hija, cómo te has sentido?

 

Santiago: Mucha felicidad, mucha ternura, yo me siento anonadado, es, yo ahorita si me preguntan qué ¿qué vuelvo a querer, si volviera a tener otro hijo?, yo preferiría mejor otra niña, hermosísimas, es un amor inmenso, es esperar el sábado y el domingo con ansias para poder estar, he dejado de hacer muchísimas cosas el sábado y el domingo por estar con mi niña y no me pesa, o sea es algo que dices ¡ha! si podemos estar, no fíjate que te van a dar de comer la mejor, vamos a ir al mejor restaurante del mundo y quién sabe qué, yo prefiero estar con mi niña.

El proceso de convivencia no supone una estabilidad en la relación paternofilial, es decir, es fluctuante, dado que existen avances, retrocesos y retos por superar, y la conciencia clara del reconocimiento de las emociones permite crear resiliencia en los HNECH. También experimentan emociones contradictorias, y es este proceso en el cual los padres generan estrategias para afrontar las situaciones emergentes en el intento por ejercer su paternidad, tal como lo expresa José María:

MVSR: ¿Qué emociones has experimentado en el proceso de la convivencia con tus hijos?

José María: digo en todo este proceso, por ejemplo aquí, aquí cuando ya conviviendo con ellos [sus hijos], mucha alegría cuando veo un avance, digo la primera vez que mi hijo me dijo, aquí te quiero, eso fue así como que, ¡híjole! me subí cinco escalones ¿no? de un jalón, pero, luego, llegar y verlo otra vez que llega y ¡no quiero hablar contigo! es así como que, pero también me ha dado, toda esta experiencia a mí en lo particular me ha dado para entender que puedo ser mejor de lo que yo pensé que era; no, no claudicar pues en esto, entonces han sido una serie de sentimientos muy diversos ¿no? que van desde la alegría así de júbilo hasta la tristeza de llorar ¿no? y hasta en un momento de odio, yo he llegado a odiar a la señora, o sea, ¡ojalá te mueras! en un momento de mucho dolor y de mucho odio ¿no? pero no, o sea, digo, yo entiendo hoy, me entiendo que bueno, yo mismo me entiendo que han sido momentos de mucha frustración, mucho dolor, pero.. pues no, o sea digo, ya en él, ahora sí que en la calma de la respiración, pues claro que no quiero que se muera ¿no?

Tal como se expuso en los relatos anteriores, las emociones forman parte de la propia narración, el contenido emocional, aun cuando no se nombre, se expresa a través del cuerpo, tal como sostiene Le Breton (1998) cuando afirma que a través del cuerpo los sujetos reflejan las significaciones que atribuyen a su relación con los otros.

En el proceso de revinculación entre los padres y sus hijos e hijas, los HNECH reportan haber experimentado tristeza, frustración, miedo y enojo. En ocasiones recurrieron a la contención emocional para evitar sumergirse abiertamente en la emoción, como lo leemos en el relato de Juan Pablo:

Juan Pablo: yo, siempre venía, me quedaba media hora y me iba, así estuve por seis meses, porque pues nunca me la traían, fue difícil en un principio, porque sí llegaba y me escondía acá atrás y hasta lloraba porque no me la traían [a su hija] y yo tenía muchas ganas de verla, pero después ya fue pasajero y ya fue diferente y ya el día que, me la trajeron pues ni yo lo creía la verdad.

MVSR: y ¿qué sintió ese día?

Juan Pablo: emociones encontradas, yo tenía muchas ganas de verla, de abrazarla de decirle que la amo mucho, pero también este… hubo una situación previa, que… no sabía yo como lo iba a ver la niña, lo que pasa que ese año diez meses que me la negaron, yo la buscaba, la llegue a encontrar dos, tres veces dentro de la casa encerrada, porque la mamá se iba a trabajar y platicábamos, pero pues, platicábamos yo estando afuera en la cochera y la niña dentro de la casa, ahí por la ventana, que platicábamos una media hora, qué se yo, etc., y yo notaba a la niña siempre muy cortante conmigo, y después como que ella se enteró que estaba yendo los sábados a verla y se la llevo con un familiar de ella [familia de la madre custodia], pero pues la final, como la llevaba con su hermano, también tuve problemas con el hermano [tío de la niña] a raíz de lo mismo y pues no podía yo llegar, me tenían amenazado, que no podía yo llegar, pero así que yo me iba y a ver con qué suerte corría, y la buscaba y todo, me di cuenta a dónde iba al catecismo, a qué templo, entonces cuando di, dije ¡ay! Qué padre aquí la veo, entonces a las 11:00 que salía del catecismo, platicábamos poquito tiempo porque también decía —me van a llamar la atención papá, porque me tienen prohibido verte a ti— platicábamos a lo mejor 5, 10, 15 minutos, dependiendo, y me acuerdo una vez que, la fui a buscar, yo sin, saber, ella corrió, o sea, corrió desesperada, o sea me vio y recorriendo el templo, en la manzana y todo, yo iba detrás de ella, pero hasta que me cayó el veinte dije: —bueno, no me quiere ver — y fue para mí, algo muy doloroso, entonces, para eso yo estaba en un proceso terapéutico, entonces cuando yo lo vi con el terapeuta y todo, me dice: —sabes qué, déjala de buscar, ella solita te va a buscar con el tiempo — creo que eso fue en marzo si mal no recuerdo, marzo-abril, y ya nos llegamos a ver hasta octubre del año pasado.

Algunos HNECH buscan asesorarse jurídica y psicológicamente como una forma de hacer frente a la situación, generando estrategias resilientes que les permitan tomar decisiones con respecto a la relación con sus hijos e hijas, de ahí que algunos padres eviten la confrontación o conflicto frente a sus hijos e hijas, o que asimilen la posible resistencia a la convivencia.

La emoción no siempre es nombrada y es posible identificarla través del lenguaje corporal, las gesticulaciones o los cambios en el tono de voz de los HNECH al narrar un acontecimiento que incluso llevó a algunos de ellos a mostrar llanto, de tal suerte que las emociones fungen como catalizadores de la acción. Muchas de las decisiones y acciones de los padres estuvieron motivadas por una emoción. Las emociones reflejan también las normas y creencias que los HNECH atribuyen a su paternidad, lo que les es permitido expresar y lo que no, además de utilizar vocablos específicos aprendidos en su cultura para describir su experiencia emocional, aunque estos vocablos no siempre caractericen la experiencia, es decir, es posible que un padre haya referido sentir tristeza, pero que en la narrativa lo que denotara fuera enojo, por tanto, lo importante es centrar la atención en la narrativa sin importar cómo la nombre el padre.

Es posible que no todos los hombres hayan adquirido un andamiaje cultural que les permita apropiarse de un extenso lenguaje emocional, sin que esto signifique que son incapaces de expresar sus emociones.

Concluyo que la experiencia emocional de HNECH en la relación con sus hijos e hijas no siempre es reconocida, ni por los propios padres ni por las demás personas, pero esto no significa que la experiencia emocional sea nula, en ocasiones es contenida y en otras es negada.

Discusión

El reconocimiento de la experiencia emocional de los hombres en el ejercicio de la paternidad, al igual que en otros ámbitos de la vida de los hombres, representa un reto para el cuestionamiento de los mandatos de masculinidad y de paternidad. En la actualidad es cada vez más frecuente observar padres que están dispuestos a expresar afectividad a sus hijos e hijas, mostrarse triste e incluso llorar con menor remordimiento o temor de aparentar debilidad.

Hace falta incorporar en las investigaciones sociales en mayor medida la exploración de la experiencia emocional principalmente de los hombres, es decir, documentar su sentir con respecto a diversas problemáticas sociales que les atañen, dado que la emoción suele ser un catalizador para la acción, de tal suerte que muchas de las cosas que hacen o las decisiones que toman están motivadas por una emoción.

El reconocimiento de la emoción, su relación con el cuerpo y los significados que estos HNECH atribuyen a su ejercicio de paternidad ofrecen un abanico de posibilidades para que ellos puedan reflexionar sobre su actuar, analizar su condición de no ejercer la custodia de sus hijos e hijas y resignificar tanto su pérdida como las relaciones en el aquí y el ahora con sus hijos e hijas.

El análisis de las emociones desde una perspectiva de la construcción social brinda elementos para la reflexividad en los sujetos, al reconocer principalmente la cultura emocional en su vida cotidiana.

Valdría la pena invertir en programas de intervención que tiendan a promover el reconocimiento de las emociones y de qué manera intervienen en nuestra vida cotidiana.

En el caso de los HNECH, no mostraron resistencia o dificultad para expresar su sentir con respecto a la experiencia emocional asociada a la relación con sus hijos e hijas, esto puede deberse a una imperiosa necesidad de ser escuchados, lo cual lleva a preguntarnos: ¿otros grupos de hombres y mujeres presentan esta misma necesidad, pero aún no han sido escuchados? De ser así, quisiera extender la invitación a los investigadores en ciencias sociales a incorporar en sus trabajos el aspecto emocional en las diversas temáticas que estudian.

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12 Véase en el apartado de Método.

13 Por guarda y custodia se entiende vivir, cuidar y asistir a los hijos. Se puede atribuir a uno de los cónyuges, a ambos o a una tercera persona.

14 El Centro de Convivencia Familiar de Guadalajara (CCF) labora desde el 2013, como resultado de un convenio de colaboración entre el Consejo de la Judicatura del Estado de Jalisco y el Sistema DIF Guadalajara para llevar a cabo los encuentros paterno filiales, buscando garantizar el derecho de los menores de edad a la familia tras la separación o divorcio de sus padres.