La cafeína del liderazgo en un mundo "light"

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1 Delimitación de obligaciones de cada cargo según la división de trabajo que se ha realizado

2 Autorización para realizar un desempeño

3 Desempeño de las obligaciones

4 Delimitar específicamente las competencias

Los distintos directivos que administran la empresa se rigen por el principio jerárquico de autoridad, de tal forma que cada uno de ellos está bajo el control y la supervisión de un superior, y cada trabajador es responsable ante su mando directo. Todavía son muchas las empresas que mantienen este sistema y numerosos los consultores que se empeñan en aplicarlo como si de una panacea se tratase.

A veces todo lo que necesitamos saber es que alguien cree en nosotros.

Hoy en día el liderazgo también puede despuntar, florecer y desarrollarse mediante relaciones afectivas de cooperación, pues todos nosotros somos emocionales. Es lógico que mantengamos un trato con las personas de nuestro alrededor y que se genere un cierto nivel de influencia entre ellas. Cada vez adquiere más importancia el que los individuos creen sus propios mapas de relaciones personales y profesionales, los incrementen y cuiden como uno de sus patrimonios más valiosos. Recordemos del refranero español aquel aforismo que dice «dime con quién andas y te diré quién eres». Ciertamente podríamos señalar muchos matices, pero no por eso deja de ser menos cierto.

Se cuenta que, a finales del siglo XIX, Charles Flint estaba en dificultades financieras. Como conocía un poco a John Pierpont Morgan18, decidió pedirle un préstamo. Morgan lo invitó a dar un paseo por los alrededores de Battery (Manhattan). Después de hablar aproximadamente durante una hora, el desesperado Flint exclamó: «Pero, señor Morgan, ¿Qué hay del millón de dólares que necesito que me presten?» J.P. Morgan extendió su mano para despedirse diciendo: «Oh, no creo que tenga ningún problema para obtenerlo ahora que nos han visto juntos».

Uno de los elementos que forman parte del perfil del líder es su capacidad para establecer y desarrollar relaciones con otras personas.

Carlos Slim Helú, el hispano más rico del mundo, es hijo de un cristiano maronita que emigró del Líbano a México para abrir una tienda textil. Quedó huérfano muy joven. Hizo algo de dinero hasta que, en la década de los ochenta, en una crisis que paralizó a México con fuga de capitales, realizó inversiones para hacerse con varias empresas; el poder político le entregó la telefónica Telmex que se convirtió en la primera piedra de su imperio, fruto de sus buenos contactos políticos.

Parece existir una correlación muy estrecha entre la capacidad de establecer una red amplia y efectiva de relaciones, la generación de nuevas oportunidades de negocio, la excelencia en la dirección de personas y la fidelización de los clientes. La experiencia demuestra que la habilidad para desarrollar contactos no es una capacidad innata, genética, sino más bien resultado del ejercicio y del aprendizaje, algo adquirido con la práctica. Existen muchos factores que estimulan el desarrollo de esta habilidad: el haber residido en el extranjero durante largas temporadas, formar parte de familias numerosas o entornos familiares amplios, manejar varios idiomas; la movilidad laboral o el acceso a la formación continua a lo largo de la carrera profesional son circunstancias que propician una mejor disposición a crear contactos efectivos.

No hay un método único para tener a nuestro público interesado en aquello que decimos. En general, si el orador está seguro de sí mismo y domina el tema que trata estará dispuesto a transmitir con entusiasmo lo que quiere comunicar, llegando, a veces de forma inconsciente, al uso de una serie de recursos que hacen que el público salga convencido. Y es que una exposición no debe ser únicamente entrega de información, sino que tiene que ser un acto de comunicación. No es suficiente con tener el contenido bien elaborado, sino que hay que tener una actitud que favorezca el contacto constante con el público. Aunque solo hable el orador, el público también comunica; si el orador no se da cuenta de los mensajes que los espectadores transmiten a través de la mirada, la expresión del rostro, la manera de sentarse o la atención que prestan, no podrá adaptarse a sus necesidades, con lo cual es muy difícil que su intervención tenga éxito.

Hay un momento, en todo liderazgo que podamos considerar como tal, en el cual el líder debe obtener resultados, que debe concretarse en algo tangible. No se puede dirigir por el mero hecho de dirigir. Debe haber un destino, un propósito, algo por lo que los demás deseen unirse a una persona. Ese individuo es el que ha sido capaz de generar una visión cargada de expectativas; por eso otros aspiran a colaborar con él, para lograr esa misma meta y los objetivos que conlleva. Es entonces cuando se comienzan a vislumbrar los resultados del liderazgo.


Un buen líder se distingue de los demás cuando empieza a desarrollar a las personas que le rodean, permite y estimula su crecimiento individual y profesional y las eleva del lugar donde están a un nivel superior. Tiene confianza en sí mismo y no teme que otra persona pueda desplegar mejores habilidades que las suyas; incluso procura que así sea porque quiere rodearse de los mejores.

«Si aceptamos a la gente tal como son puede que les hagamos peores; pero si los tratamos como si fueran lo que deberían ser, les ayudamos a convertirse en lo que son capaces de ser».

Goethe

Cualquiera puede ejercer su poder sobre las demás personas, pero un líder hace surgir poder en los demás. Cualquiera puede mandar a otro, pero un líder capacita a otros para que puedan cumplir con su labor. En un liderazgo auténtico hay un crecimiento en los que le rodean, lo que significa que hay un progreso en el líder también. No desarrolla únicamente meros seguidores, sino que genera más líderes superiores a sí mismo.

«La gente me ve todavía como un dibujante de dibujos animados, cuando para lo único que levanto el lápiz es para firmar un contrato o un autógrafo. No soy ningún artista brillante en ninguno de los sentidos, ni siquiera un gran animador. Siempre he contratado a dibujantes con más talento que yo».

Walt Disney

El nivel más alto de liderazgo que una persona puede tener se da cuando otros lo siguen tan solo por ser quien es. Ha sido probado, la gente ha visto su integridad, él ha admitido sus errores, ha creado relaciones, cumple su palabra, los momentos difíciles han sido su crisol, su compromiso es cierto, sus acciones responsables, asume compromisos, utiliza con frecuencia el «vamos» y el «nosotros»... y ahora lo siguen porque genera confianza y admiración.

Este es el liderazgo que vamos a plantear, un liderazgo que puede ser aprendido apoyándose en unas técnicas y en un esfuerzo personal; ese liderazgo que es influencia positiva y esperanzada en los demás. Con el término liderazgo ponemos énfasis en la filosofía y en las políticas empresariales que se implementan para generar una dinámica tal que permite crear el mayor valor añadido posible.

«Una buena salud mental significa simplemente: que pueda llevarse bien consigo mismo; que pueda llevarse bien con los demás; que pueda llevarse bien con las circunstancias».

B. W. Bauler


Puede ocurrir que tengamos todo el respaldo académico, todos los títulos y experiencia sobrada para emprender la labor de dirección o ejecución de una tarea. Pero hay una credencial que únicamente la confiere la vida cuando, no solo sabemos afrontar las cosas que van mal, sino hacer que las cosas vayan bien, material y moralmente. Ni en Harvard, ni en Cambridge, ni en Oxford pueden enseñar al líder todo lo que necesita para tener éxito. La organización precisa alimentarse permanentemente de nuevos conceptos y modelos creativos de negocio, mientras que el mundo académico forzosamente está obligado a basar sus enseñanzas en el pasado o en un futuro muy cercano. Esto, en un mundo que vive sumido en el cambo constante y brutalmente acelerado, es cada vez menos necesario.

Al igual que Bill Gates, Steve Jobs nunca se graduó de la universidad. El gran genio de Apple solo cursó seis meses en el Reed College, una escuela liberal de artes en Oregón, de la cual se retiró porque era demasiado cara para sus padres de clase media. Muchos años después recordó que esa decisión le permitió tomar clases de caligrafía, algo clave para los primeros Mac.

Cuando un gerente o un directivo asume ciertos comportamientos aprendidos en un libro o en una escuela de negocios pero que no resultan sinceros o acordes con su verdadera personalidad, su liderazgo quedará cuestionado; digamos que se percibirá como algo falso. Las relaciones humanas y los conflictos que surgen de estas relaciones no se resuelven con ingeniería o reingeniería; los individuos no responden cuando ven menoscabada su dignidad o sospechan que son «utilizados». La amabilidad y la cortesía son un claro exponente de madurez, educación y grandeza de espíritu, son signos universales de integración y cálido acercamiento a otras personas. En cuestiones de liderazgo, ¡importan las personas; tanto el líder, como sus seguidores y las personas con las que interactúa. No descuides lo que más quieres; aférrate a ello como a tu vida, ya que sin ello la vida no vale nada.

Puedes leer el discurso de despedida que Bryan Dyso pronunció en 1991 al dejar su cargo de presidente de Coca Cola descargándote el contenido de este bidi:

 

Ser un buen amigo o encontrar un buen amigo son las dos cosas difíciles, porque implican la renuncia a dos egoísmos y la suma de dos generosidades. Suponen, además y sobre todo, un doble respeto a la libertad del otro y esto sí que es casi como pedir un milagro. Favorece la amistad una personalidad comunicativa y amable, el temperamento jovial y una alegría contagiosa, ser bondadoso y sincero, el deseo de hacer el bien, dedicar tiempo a los demás, un carácter franco y sincero, la cortesía, la cordialidad, el respeto, la reciprocidad en afectos y sentimientos. El destino de la persona está determinado en gran medida por la amistad; las amistades que mantengas o elimines de tu vida marcarán una parte importante de tu porvenir.

La posición de líder no es ningún privilegio especial del cual disfrutar pues implica una verdadera responsabilidad, siendo él quien debe efectuar los mayores sacrificios. Un líder sin valores es un líder vacío y más tarde o más temprano dejará de serlo. Su permanencia como tal está estrechamente relacionada con los fines que persigue, con los valores que asume, en su capacidad de formar líderes, de que sus seguidores no se hagan dependientes o adictos a su liderazgo y que ellos mismos se conviertan en líderes. Así el líder a la larga se convierte en líder de líderes.

Dirección por objetivos

La «dirección por objetivos» constituye un modelo administrativo de liderazgo muy difundido. Su aparición se produce en 1954, considerándose a Peter F. Drucker como su creador. Surgió cuando la presión económica de la época generó dentro de las empresas una administración por presión, y esta presión ejercida sobre los gerentes no consiguió mejores resultados porque los dirigentes de las empresas interpretaban la apatía de la gente en producir los resultados esperados como rebeldía. En respuesta, las empresas hacían más fuertes los controles y con ello se cerraba más el círculo vicioso: mayor control, mayor resistencia; mayor resistencia, mayor control. En ese momento, la dirección por objetivos, como método de evaluación y control sobre el desempeño de áreas y organizaciones en crecimiento rápido, comenzó con ideas de descentralización y dirección por resultados, eliminando los órganos de staff, quedando a cargo de cada división la creación de los servicios que se necesitaran para alcanzar sus objetivos, lo cual fortaleció el liderazgo de cada jefe operativo.


«Como el resto de mi vida va a desarrollarse en el futuro, quiero estar bastante seguro de qué clase de futuro va a ser. Por eso hago planes».

Charles Catering

El ser humano, al no estar sujeto al presente como el animal, puede evocar el futuro que prevé, comparar las ventajas de la satisfacción inmediata a las de la satisfacción diferida, hacer balance de lo que proyecta y tomar decisiones al respecto.

No tengas miedo al futuro, no te ha hecho nada. Afróntalo con decisión, ilusión y esperanza. Mañana puedes hacer realidad tus sueños si pones los medios.

Aunque algunos sueñan con mover montañas y nunca han intentado quitar esa piedra con la que tropiezan a diario en su camino. Sobran teóricos «de salón». No aceptes una crítica constructiva de aquellos que nunca han construido nada. Necesitamos menos palabras y más acción.

La dirección por objetivos constituye un sistema de gestión y una forma de liderar que aporta a la organización conocimientos técnicos que permiten utilizarla como:

1 Un sistema de planificación: es decir, un proceso para crear un esquema conciso y claro de la visión, desarrollando, analizando, comunicando e implementando la estrategia seleccionada. Exige diseñar un plan de actuación mediante la definición de unas tácticas concretas, lo cual permitirá a la empresa conocer:Las actividades que deben realizarse por mínimas que estas seanQuién debe realizarlasCuándo deben acometerseCómo deben ejecutarseQué recursos disponibles se van a utilizar

2 Un sistema flexible de dirección: esta flexibilidad se apoya en un sistema fluido de información ascendente y descendente que permite:Detectar las desviaciones que posiblemente van a sucederAnalizarlas de forma correcta y coordinadaComunicarlas a quien tiene la responsabilidad, tanto de la ejecución del proyecto, como de la obtención de los objetivos fijados por la organización junto con el equipo, para que se puedan introducir cuantas medidas correctoras sean necesariasHay empresas que son extremadamente flexibles y encuentran siempre la manera de hacer frente a crisis financieras, mercados que se cierran, necesidades que ya no existen, necesidades que aparecen. La flexibilidad es muy necesaria y oportuna en un mundo en constante cambio. Los líderes deben tener un ojo en esa flexibilidad y el otro en las oportunidades. Por este motivo es importante que tengan una visión de futuro y que puedan encontrar oro donde otros solo ven arcilla. Por lo tanto hay que apoyarse en un sistema flexible y continuo de evaluación que permita analizar el proceso de ejecución de las actividades planificadas y el grado de obtención de los efectos deseados. Este sistema de evaluación descansa en la definición de indicadores que, en tanto instrumento de medida, permiten evaluar el estado de realización de un proyecto o el grado de consecución de los resultados previstos.«El mejor ejecutivo es el que tiene suficiente sentido para escoger hombres adecuados para realizar lo que él quiere que se haga, y con el suficiente control de sí mismo para abstenerse de entrometerse con ellos mientras lo hacen».Theodore Roosevelt

3 Un instrumento de motivación-participación: la dirección por objetivos se basa en la participación de todos los implicados en el proceso, como elemento imprescindible para lograr integrar los objetivos personales y los de la propia organización.

«La capacidad ejecutiva consiste en colocar los hombres adecuados y mantenerlos voluntariamente en el punto superior».

Herbert Stockwell

Si quieres leer más sobre el sistema de dirección por objetivos, puedes hacerlo descargándote el contenido de este bidi:


La dirección por objetivos ha demostrado ser un instrumento de motivación que por su propia dinámica esencialmente participativa favorece la constitución de equipos de trabajo como célula idónea de la nueva cultura organizacional.

Conocer nuestro propio estilo de liderazgo y el de las personas que integran nuestro equipo es una ventaja competitiva que nos ayudará a triunfar en los negocios y en la vida.

Hoy más que nunca el liderazgo va más allá de planificar, realizar presupuestos, organizar, gestionar el personal, controlar y solucionar problemas. Es la capacidad de guiar correctamente a la organización en el proceso de continua transformación que deberá afrontar para adaptarse a los cambios que se producen en su entorno y en el mundo.

3. El auténtico trabajo

del líder es liderar

«El modo de alcanzar el éxito es: primero tener una idea definida, clara, práctica (una meta, un objetivo); segundo tener los medios necesarios para lograr sus fines (inteligencia, dinero, materiales y métodos); tercero aplicar todos sus medios a tal fin».

Aristóteles

En toda organización existe un capital humano, unos recursos, un capital económico invertido, tal vez socios, una cúpula directiva, una labor a realizar, y no pocas barreras que superar a la hora de encontrar clientes y usuarios y que estos sitúen sus productos y servicios en la categoría de imprescindibles. Todos esos factores, y otros muchos que surgen cotidianamente, forzarán al líder a buscar constantemente un punto de equilibrio, buscando soluciones a los problemas más dispares. Si lideras correctamente obtendrás resultados. ¡Nunca te desanimes!

En la ya obsoleta sociedad de la fuerza, lo importante era controlar; incluso llegó a instaurarse la figura del controller, un profesional encargado de controlar y ajustar los presupuestos de los diversos departamentos en los que se divide una empresa, el «Gran Hermano» que todo lo ve, todo lo sabe, que de todo tiene información y todo lo vigila. Por desgracia, algunos gerentes y directivos actuales siguen siendo el gran «cuello de botella» de la empresa al mantener esta actitud ya arcaica, muestra de su propia inseguridad y desconfianza. En la nueva sociedad del conocimiento las funciones del líder son otras bien distintas.

«Es preciso obrar como hombre de pensamiento y pensar como hombre de acción».

H. Bergson

Las empresas y sus líderes se juegan mucho en los procesos de cambio. Algunos de estos procesos suelen ser largos y otros más breves e intensos, los recursos que se precisa movilizar pueden ser grandes o pequeños, pero en todos ellos las posibilidades de fracaso son siempre altas. Cuando esto ocurre, la organización acaba en peor lugar que cuando inició el proceso, pues el fracaso quema las herramientas de gestión utilizadas y casi siempre a los directivos que las impulsaron. Por el contrario, un proceso de trasformación llevado a buen término regenera, rejuvenece y reinventa el negocio: mayor crecimiento, más cohesión interna, mejora de la rentabilidad, mejora de la cultura empresarial, afianza el liderazgo, etc.

Liderar un proceso de esta naturaleza debería ser la gran responsabilidad de los presidentes y consejeros delegados de nuestras empresas, y es también el gran desafío que va a poner a prueba las habilidades, creencias y fuerza de voluntad de sus impulsores. Ante un reto de esta naturaleza no es de extrañar que muchos abdiquen de sus responsabilidades, dedicando sus energías a actividades más gratificantes y con menor riesgo a corto plazo. Sus omisiones las pagamos los accionistas, empleados, proveedores, clientes y usuarios en general.

El auténtico empresario, al igual que el líder, no nace, se hace con el esfuerzo diario de lucha y superación que el mismo compromiso de vivir exige. Es falsa y cómoda la creencia de que el ser líder es una actividad reservada a personas con un supuesto talento innato del que los demás mortales carecen. Todos podemos ser emprendedores y empresarios; seguramente lo hayamos sido, tal vez sin darnos cuenta, como al formar una familia, tratando que tenga una estabilidad económica, emocional y social, esforzándonos y dotándola de los medios económicos necesarios para ello. La propia condición humana nos exige superación, idear proyectos, ponerlos en práctica, rectificar los errores, mejorar los procesos… ¡en todas y cada una de las áreas de la vida!

Es más, la Humanidad, desde las épocas más remotas, se ha visto obligada a luchar contra la escasez de recursos, la incertidumbre y los cambios constantes e inesperados que nos llevan irremisiblemente a un continuo proceso evolutivo. Se ha enfrentado a sus adversidades de distintas maneras, ya sea organizándose en tribus, comerciando con los habitantes de otros territorios, creando tecnología (la rueda, la tuerca, el molino, la carabela, los satélites artificiales, el ordenador, el teléfono…), estableciendo vínculos y normas de conducta, solucionando o paliando, de la mejor forma posible, sus problemas y necesidades. Esto fue, y sigue siendo, una relación humana. Pero también el ser humano se ha visto en la necesidad de enfrentarse a quienes se aferran al «es imposible». No hace tanto tiempo que hemos conquistado el aire, siendo muchos los que afirmaban que «si el hombre pudiera volar, habría nacido con alas»; hoy en día más de 100.000 personas se encuentran a bordo de aviones a cualquier hora del día.

Los jóvenes empresarios tienen un papel fundamental en la labor de promover un marco adecuado para el correcto desarrollo evolutivo empresarial contemporáneo. Un porcentaje muy elevado de las pequeñas empresas son nuevos negocios creados y dirigidos por jóvenes empresarios.

«El mejor antídoto contra la frustración es no creerse con derecho a nada porque solo así conocerá la incomparable felicidad de lograr aquello que desea y por lo que tanto ha trabajado».

Carmen Posadas

Son los líderes quienes crean el futuro, con nuevas inquietudes, proyectos y ánimos, teniendo la responsabilidad de impulsar el cambio económico y social que necesitamos, basándolo en unos valores éticos que pongan al ser humano en el centro de la actividad empresarial.

 

Y esto no es fácil. Habrá que competir; la travesía por esas aguas no será sencilla. Hoy competir por el futuro es competir por una cuota de oportunidad, más que por una cuota de mercado.

Llevamos ya años adentrándonos en el mar de la nueva sociedad post-capitalista, a la que hemos dado en llamar la «sociedad del conocimiento». En el caduco sistema capitalista, el capital era el recurso de producción crítico y estaba totalmente separado y hasta en oposición con el trabajo. En la nueva sociedad hacia la que los actuales vientos impulsan nuestro velero con fuerza y rapidez, el «saber» es el recurso clave. No puede ser comprado con dinero ni creado por capital de inversión, solo quizá, «alquilado» durante un tiempo. El saber reside en la persona: en el trabajador del conocimiento, en el empresario del conocimiento, en el líder del conocimiento.

En el momento que nos ha correspondido vivir, en el que la globalización y la interdependencia mundial crean un nuevo contexto para el trabajo y las relaciones humanas, es evidente que el progreso hacia una mejor calidad de vida se sustenta en la suma de esfuerzos conjuntos. La responsabilidad de esforzarnos por conseguir un mundo mejor nos obliga a asumir los desafíos y aprovechar las oportunidades que hoy se nos ofrecen. De ahí la importancia de hacer fructificar los recursos de que disponemos de la forma más inteligente posible, organizando y planificando. Ya solo los políticos mediocres y cínicos que aún predican nacionalismos totalitarios, ideologías trasnochadas, y los fanáticos vulgares que los apoyan, no comprenden que el mundo evoluciona.

«El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que el predijo».

Winston Churchill

Todos tenemos dos opciones: avanzar hasta alcanzar el futuro deseable, o detenernos y esperar que llegue el futuro que otros han trazado. Es inevitable, el futuro llega siempre. Es en ese punto donde se diferencia a un líder, a un emprendedor o a un empresario de aquellos otros que optan por no adentrarse en ese océano. Pero no todo el que se convierte en empresario lo hace por la misma razón. Existen al menos tres formas básicas de llegar a serlo:

 Por necesidad o fuerza mayor: no se busca ser emprendedor, sino que las condiciones externas (muchas veces negativas) nos llevan a esta situación y acabamos por aceptar el rol

 La ocasión que llega: la oportunidad que se presenta y se decide no dejar pasar. No son pocos los que estando en el momento justo y el lugar adecuado saben aprovecharla, sacar partido de ella, y se convierten en empresarios

 Por decisión propia planificada: cuando nos hemos propuesto a conciencia desarrollar nuestros propios negocios, ya sea porque hemos visualizado un sueño cargado de esperanzas e ilusiones, o porque no queremos seguir dependiendo de otros y deseamos ser los responsables de nuestro propio futuro profesional

Trabajar para crear un futuro es al mismo tiempo competir con otros que también están por la misma labor. Un futuro que en ocasiones tiene puntos comunes o se desarrolla en el mismo espacio físico o temporal que el de otros proyectos. De ahí brota la imperiosa e intensa necesidad de ser los primeros en dominar las oportunidades que van surgiendo, de crearlas en la mayoría de las ocasiones, delimitando de ese modo un nuevo espacio competitivo de crecimiento, desarrollo, calidad e innovación.

El que podamos tomarnos un refresco o un café en una fábrica, en una estación de tren, en un aeropuerto o en otro sitio cuando apetezca, se lo debemos a Herón de Alejandría19. Además de la primera máquina de vapor (eolípila), y la fuente de Herón (máquina hidráulica), también inventó la primera máquina expendedora: un recipiente con una ranura en su parte superior por la que se introducía la moneda, que, al caer, accionaba una palanca conectada a un émbolo que subía y dejaba salir una cierta cantidad de agua para beber. Aparentemente no se parecía externamente en nada a las máquinas que conocemos en la actualidad pero que se basan en el mismo principio: vender bebida sin camarero.

Crear un futuro implica el reto de marcar nuestra propia ruta de navegación, conseguir los recursos que vamos a precisar, construir la nave necesaria y empezar a navegar en un mar plagado de incertidumbres. Pero, sobre todo, el deseo ferviente de desear hacer lo que estamos haciendo y vamos a hacer.

«Yo no sé quién fue mi abuelo; me importa mucho más saber quién será mi nieto».

Abraham Lincoln

Si hojeamos los manuales de estrategia o de marketing, observaremos que suelen tratar sobre la competencia dentro de mercados existentes, el análisis de clientes conocidos, la estructura del sector industrial actual y la cadena del valor que se está generando. Estos conceptos son útiles en un mercado definido y conocido, pero ¿sirven cuando aún no existe un mercado?, ¿sirven cuando el mercado está inexplorado? Aún no disponemos de la perspectiva suficiente para saberlo pero muy posiblemente la respuesta sea que no.

Abrir un camino es más gratificante que tomar el camino de otros como referencia, porque no se llega primero al futuro dejando que otro marque el rumbo con su brújula. Pero también es más duro y difícil abrir la senda que transitar por la que otros han abierto. En este camino la rapidez es buena y la prisa mala. La velocidad adecuada se convierte en algo esencial cuando constatamos que:

 Los ciclos de vida son más cortos en productos y servicios

 Se produce una rápida obsolescencia de la tecnología

 Los tiempos de desarrollo de un producto son mucho más ajustados

 Los clientes buscan una atención y respuesta instantánea, personalizada y a medida

En un mercado conocido, las reglas están establecidas y de algún modo siempre podremos seguirlas, cambiarlas o adecuarlas. Pero en áreas de nuevas oportunidades, las reglas están por escribir, lo que complica la toma de decisiones estratégicas.

«El futuro no pertenece a nadie. No hay precursores, no existen más que rezagados».

Jean Cocteau

Se pueden señalar cuatro factores necesarios para llegar primero a las costas del futuro:

1 Comprender con extrema claridad los requisitos de diferenciación con la competencia. Y agrandar en lo posible esa diferenciación. Según Michael Porter, la diferenciación consiste en «crear algo que sea percibido por el mercado como único», y para conseguirlo podemos recurrir a diversas prácticas:Identificar los deseos específicos del consumidorEncontrar nuevas formas de vender lo mismoOfrecer una variedad en productos o en serviciosDiseñar nuevas presentaciones… y, por descontado, innovar, innovar, innovar

2 Buscar, crear y diseñar oportunidades futuras atractivas, tanto si el cliente las pide para solventar una necesidad presente como si esa necesidad aún no existe, siendo nosotros quienes debemos presentirla e intuirla

3 Ser capaces de infundir, en todos los departamentos de la organización, el valor para aceptar el desafío de embarcarse en el largo viaje al futuro, sembrando ilusión, esperanza y motivación. Rodearse de personas que compartan el proyecto, no solo por una retribución económica, sino porque trabajando codo a codo con él se realizan plenamente como personas libres y responsables

4 Siempre hay que correr un cierto grado de riesgo, eso es indiscutible, pero procuremos que sea el menor posible, pues la prudencia es el límite de los valientes para no acabar haciendo el ridículo o caer en incongruencias. Hay un abismo entre ser innovador y ser «rarito».

Lo que distingue a un líder de los demás, es que tiene una concepción propia y original del porvenir. Imagina con todas sus fuerzas un futuro posible y deseable… y posteriormente lo crea, poniendo en ello toda su fuerza de voluntad.

«Me puedo caer, me puedo herir, puedo quebrarme, pero con eso no desaparecerá mi fuerza de voluntad».

Madre Teresa de Calcuta

Planificación estratégica

Karl Clausewitz20 profundizó en el significado para hacer de ella el medio por el que un estado consigue sus objetivos, logrando la supremacía sobre el adversario, según una estrategia previamente elaborada y puesta en práctica mediante diversas acciones militares. Su parte ejecutiva es la táctica, siendo la logística aquella que se encarga de atender las necesidades materiales de la tropa para que no falten los recursos necesarios. Toda estrategia se basa en unos principios básicos para obtener la máxima eficiencia: mando unificado, economía de fuerzas y situación de constante alerta.