La cafeína del liderazgo en un mundo "light"

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LA CAFEÍNA DEL LIDERAZGO EN UN MUNDO «LIGHT»

El estímulo de los valores del líder en una sociedad con actitudes de bajo contenido energético

Félix Velasco


Título original: La cafeína del liderazgo en un mundo «light»

Primera edición: Diciembre 2017

© 2017 Editorial Kolima, Madrid

www.editorialkolima.com

Autor: Félix Velasco

Dirección editorial: Marta Prieto Asirón

Maquetación de cubierta: Sergio Santos Palmero

Maquetación: Carolina Hernández Alarcón

Colaboradores: Belén Rodríguez León

ISBN: 978-84-16994-59-5-

No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares de propiedad intelectual.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).

«Los pasos de los grandes líderes son como truenos que hacen retumbar la Historia. A lo largo de los siglos –desde los antiguos griegos hasta hoy, pasando por Shakespeare–, pocos temas han resultado tan fascinantes para dramaturgos e historiadores como la personalidad de los grandes líderes. ¿Qué les hace destacar? ¿Qué explica esa electricidad peculiar, indefinible, que corre de los conductores de pueblos a los pueblos guiados por ellos?»

Richard Nixon

Introducción

¿Quieres ser un líder? En caso afirmativo te diré que no eres la única persona que tiene ese sueño; aprender a liderar es la esperanza de muchos individuos que realizan cursos de management. Aunque también deberías tener claro que hay poquísimos líderes, a pesar de ser uno de los conceptos más utilizados en cualquier área de la sociedad.

A lo largo de estas páginas vamos a tratar de orientarte para que ese sueño pueda hacerse realidad, eso sí, siempre que estés dispuesto a modificar tus hábitos cotidianos y a poner tu voluntad a trabajar con empeño, decisión y constancia. ¿Lo estás?

Lee este libro con tranquilidad y sin agobios, intenta sacar las ideas que te sean más provechosas para crear o mejorar tu propio sistema de liderazgo optimizando así tu calidad de vida personal y profesional. En unos casos tendrás que hacer pequeñas rectificaciones en tu modo de comportarte y relacionarte, en otros el esfuerzo será posiblemente mayor. Ten por seguro que no te convertirás en un líder en dos días; necesitarás una total dedicación y un empeño constante, al igual que comemos todos los días o respiramos a cada instante. Pero estoy convencido de que el ser humano nace libre, responsable y sin excusas. Si quieres, puedes. ¿Te parece difícil?

Posiblemente ya lo has procurado más de una vez; tal vez ya empieces a estar harto de intentarlo, incluso puede ser que lleves «toda la vida» pretendiéndolo. Numerosas personas que han asistido a cursos impartidos por auténticos profesionales lo han conseguido; otras lo lograron durante un corto periodo de tiempo pero se cansaron del esfuerzo que supone y volvieron a sus costumbres y modos de actuación rutinarios. ¿Quieres probar?

Decía S.C. Lewis que «el futuro es algo que cada cual alcanza a un ritmo de sesenta minutos por hora, haga lo que haga y sea quien sea». No vivimos en un mundo estanco ni sólido, sino en uno tan cambiante como un líquido o un gas. Los sólidos conservan su forma, permanecen en el tiempo viviendo su presente. Los líquidos y los gases están en continua transformación, fluyen, se filtran, son imprevisibles.

«Tempus fugit, sicut nubes, quasi fluctus, velut umbra», el tiempo se escapa como una nube, como una ola, como una sombra. No se ahorra, no se guarda, solo se administra.

Los profesionales deben contemplar su futuro como una evolución permanente y constante, donde lo importante la actitud, las competencias personales y el talento. El expediente académico, aunque necesario, tendrá cada vez menos valor porque será muy difícil competir con otro profesional que sienta pasión por lo que hace y busque la excelencia.

El individuo que necesitan las empresas, según el concepto de «knowmad» creado por John Moravec, combina el «know» (conocimiento) y el «nomad» (nómada): un profesional que es valorado por su capacidad de adquirir conocimiento personal y que no tiene una edad determinada; cualquiera puede serlo siempre que reúna ciertas características: creatividad, innovación, colaboración, motivación, adaptación, flexibilidad, etc. Pero los ciclos de cambio cada vez más cortos e intensos convierten la innovación de ayer en el estándar de hoy y la obsolescencia de mañana.

Aunque tú decidas no moverte, ¡el mundo sigue girando! Así que aprovecha las oportunidades y construye tu propio futuro. El futuro llega siempre, mientras algunos se entretienen en el presente... y cada instante ya es pasado. Afirmaba Henri Lenormand que: «si las pasiones y los sueños no pudieran crear nuevos futuros, la vida sería un engaño».

En las últimas décadas han proliferado individuos sensacionalistas llegados de los lugares más recónditos de la geografía mundial, desde el Tíbet hasta el Amazonas, y que han logrado congregar a un buen número de adeptos, prometiendo éxitos para cualquier actividad imaginable: ser feliz, dirigir personas, paz interior, equilibrio emocional, comunicar, solucionar problemas... Son una especie de buhoneros del lejano Oeste que llevan en su carromato todo tipo de artículos, brebajes y pócimas capaces de aliviar o solucionar todos los males y necesidades humanas. Hay quienes han utilizado esos métodos que imparten los autodenominados «expertos en autoayuda» que pregonan lo fácil que resulta ser un líder con unos sencillos ejercicios y unas «terapias». Tanto, que no suponen esfuerzo alguno y permiten alcanzar la meta deseada muy rápidamente; algunos incluso publican manuales del tipo «sea un líder en 10 minutos» o con títulos similares. Lo que logran es parir individuos obsesivos, patológicos, autistas o sedados que se creen líderes pero que no lo son de forma auténticas. Otros prefieren sistemas muy estrictos pero que generan un efecto péndulo, pues las personas que los siguen, al ver que no funcionan adquieren hábitos opuestos y contrarios a lo que es un auténtico liderazgo; también hay quienes tratan de copiar a personas famosas o influyentes, asumiendo formas de actuar y modos de obrar que no les son propios y que los convierten en seres ridículos alejados de la realidad empresarial y social.

A pesar de los fracasos y frustraciones experimentados con muchos de estos métodos, hay personas que perseveran en su convencimiento de que el liderazgo es necesario para dirigir su empresa y su vida personal. Las organizaciones invierten una parte muy importante de sus presupuestos anuales en la formación de sus directivos tratando de que estos se conviertan en auténticos líderes, guías y ejemplo para sus subordinados. Estos esfuerzos constituyen la materia prima para construir riqueza y justicia en el siglo XXI y demuestran que su capacidad de liderazgo debería ser el conocimiento racional y no la visceralidad ni la sensiblería a la que nos tienen acostumbrado algunos.

Quienes me llaman para que imparta cursos, les haga consultoría o les facilite procesos de coaching para enseñarles a liderar demandan un sistema que no les haga actuar como «payasos» o comportarse como «tiranos», todo lo cual les hace sentir infelices y no genera ningún resultado positivo. Exigen un método que les permita encontrarse cómodos con los nuevos hábitos adquiridos, que de eso trata dirigir personas.

Con este libro ponemos a tu alcance unas reflexiones y planteamientos sobre los conocimientos, actitudes, competencias personales y el talento necesarios para que puedas establecer tu propio sistema de liderazgo conforme a tu modo de vida y a tus necesidades concretas, pues esas exigencias son distintas para cada persona y entorno.

Es probable que seas de los que han estado buscando la fórmula mágica del liderazgo. Es posible que hayas empleado dinero, tiempo y esfuerzo para conseguirla. ¡No te desanimes! Los especialistas en management ayudamos a las personas que trabajan en las organizaciones, pero naturalmente solo si estas se dejan y desean colaborar. ¡Hay que tener auténticos deseos de ser un líder! No se puede lograr el éxito sin un cierto coste y se deben realizar algunos sacrificios.

A lo largo de este libro se citan numerosas obras de autores, consultores, empresarios, historiadores, filósofos, poetas, psicólogos, estadistas, militares… Sería buena idea que las leyeses con atención, reflexión y buscando la aplicación práctica para tu caso concreto.

No soy partidario de métodos drásticos; prefiero «enseñar a aprender» intentando que las penurias del día a día sean las menos posibles sin imponer un modelo predeterminado, sino más bien modificando hábitos de vida. Además, es evidente que se necesita un cierto grado de conocimiento de la especialidad en la que se trabaja. Entonces todo será más fácil.

Nunca pido a mis clientes que alteren su rutina cotidiana ni sus trabajos habituales mientras aprenden las técnicas de liderazgo; estas no se pueden practicar en un laboratorio totalmente aséptico o en una burbuja de cristal que nos aísle de la realidad cotidiana. En cambio les hablo sobre las elecciones que tienen a su alcance y están dispuestos a convertir en realidad, les pido que asuman unos principios y valores en los que realmente crean profundamente, una especie de regla de oro que se convertirá en la esencia de su liderazgo personal.

 

El management se encuentra en unos momentos de intenso perfeccionamiento. Esto demanda personas especializadas en las diversas áreas, individuos competentes para amoldar los mejores instrumentos de gestión a las necesidades reales de los empresarios. En excesivas ocasiones sucede que en el trajín cotidiano en la empresa se acaba gestionando a los individuos como si fuesen máquinas. Es el momento de implantar una de las utilidades más valiosas del liderazgo: la facultad de poner en juego lo mejor de cada persona que forma la empresa.

La vida no es un proceso mecánico, no es una ciencia... es un misterio impredecible. No hay nada seguro. Está llena de incertidumbres y sorpresas, ¡esa es su belleza! Y la propia disposición de mantenerse en esa incertidumbre, y a pesar de ella, es muestra de valor y superación.

La Historia y la vida del ser humano es un gran proyecto; en ella pone su voluntad, su creatividad y su esfuerzo en superar problemas que le afligían, siendo flexible, demostrando adaptabilidad al medio hostil que lo rodeaba. Estas son cualidades que las empresas deben fomentar en sus líderes desde sus inicios.

En 1780, en Newgate, Inglaterra, se dice que por disturbios callejeros encarcelaron a William Addis. En aquella época los dientes se lavaban frotándolos con un trapo o con una tela de lino con sal u otras sustancias. Como los trapos de prisión no debían de ser muy fiables, Addis buscó un sustituto más higiénico. Se guardó un hueso de la cena y con un pequeño soborno a uno de sus guardias consiguió unas cerdas, que unió y pegó en unos agujeros hechos antes en el hueso. Al salir de prisión fundó la compañía Addis y comenzó a comercializar sus cepillos.

Sin embargo, aprender a adaptarse a los cambios, desarrollar creatividad ante los problemas, voluntad para afrontar dificultades, no son sino algunas de las características claves del líder, pues en realidad se necesitan un conjunto de aptitudes para crear una organización que de manera inteligente pueda afrontar situaciones adversas. A todos los líderes les caracteriza una preocupación por un propósito guía, una visión superior.

La esencia del liderazgo tiene que ver con las personas, su desarrollo y crecimiento individual. Su principal protagonista no son las estructuras, los planes, los recursos…; es el hombre y su planteamiento ético, profesional, social y psicológico. En consecuencia, todo líder debe tener presente que su relación es con individuos cada día más informados y mejor educados que entienden muy bien que el éxito de la organización a la que pertenecen depende en gran medida del nivel de compromiso, dedicación y capacidad profesional de quienes la integran.

La clave del management actual reside en impulsar el desarrollo humano a la par del profesional del líder y de su equipo. Una cosa es administrar y otra es liderar. Administradores hay muchos, los líderes están casi extintos. Hacen falta líderes porque apenas los hay.

En los siguientes capítulos podrás conocer las habilidades que necesita un buen dirigente, las dificultades con las que se encuentra, los motivos por los que fracasa, las tareas básicas que debe realizar... y entonces estarás en condiciones de elegir ese conjunto de principios, relacionados entre sí, que te permitirán practicar un liderazgo inteligente, teniendo presente que el líder se caracteriza por su pasión por aquello que hace. Somos el resultado de las experiencias que vivimos, la educación que nos dieron, la formación que elegimos, los libros que leemos, los lugares que visitamos, las personas con las que compartimos nuestra vida y las decisiones que tomamos.

Félix Velasco

1. «Tempus fugit, sicut nubes, quasi fluctus, velut umbra»

«Quien sea capaz de ver la totalidad es filósofo,

quien no, no».

Platón

Desde su origen, el hombre se ha agrupado en comunidades que para subsistir tuvieron que tomar decisiones, coordinar esfuerzos y llevar a cabo acciones enfocadas hacia el progreso y el bienestar común. Así pues, toda organización humana es una realidad antropológica, una agrupación de personas que comparten una meta común. Desde tiempos remotos las organizaciones sociales han sido dirigidas por personas que se han encargado de guiar sus pasos hacia fines determinados. En los albores de la Historia el concepto de autoridad estaba rodeado por una especie de aura mágico-religiosa.

El líder era concebido como un ser superior al resto de los miembros del grupo, con atributos y cualidades especiales. Los héroes de las batallas eran elegidos por los pueblos para liderar su rumbo; sus palabras y sus acciones tenían gran poder sobre el destino de gran número de personas. El héroe era por lo general un varón ilustre y célebre por sus hazañas y virtudes; en la mitología era un ser engendrado por un dios y un ser humano. Para Homero1, la figura del héroe está representada por un guerrero notable por su bravura. Hesíodo2 hace del héroe un ser mítico, casi siempre bienhechor, que habita en las islas Afortunadas bajo la égida de Cronos. A partir del s. V pasó a ser un mortal semidivinizado después de su muerte al que se rendía culto. El héroe epónimo era el que daba su nombre a un determinado lugar.

En definitiva, un individuo, al demostrar su superioridad ante la comunidad, se convertía en su líder. Podemos constatar que a través de la Historia, en los diferentes pueblos y culturas de todos los tiempos surgen siempre hombres y mujeres que se destacan por ejercer esta función. Incluso se consideraba que estos poderes o atributos especiales se transmitían biológicamente de padre a hijo o que eran un don de los dioses, es decir, que nacían con ellos.

El arte es la expresión más bella de alma capaz de recrear las cosas más grandes y hermosas de este mundo definiéndolas por sus detalles. Hasta donde llega la memoria humana, el arte de liderar ha sido uno de los imperativos esenciales del hombre.

El liderazgo en la vida de los pueblos es también una expresión natural en el origen y desarrollo del ser humano. La supremacía personal, la influencia individual, se dio ya en sociedades sin estado desde la época primitiva cuando el hombre aún era cazador, pescador y recolector. El líder era el hombre más hábil y más fuerte. Con el transcurso de los siglos, en la época de la Grecia clásica, el liderazgo comenzó a pasar de la fuerza a la inteligencia. Allí empieza la incesante búsqueda de un liderazgo a favor del bienestar colectivo, lo que hoy se conoce como «bien social».

Sócrates, 335 años a. C. hablaba del liderazgo como un arte, la más noble y grande de las artes, donde el artista no impone el interés del más fuerte sino que defiende el interés del más débil sobre el que tiene autoridad.

Sin embargo, el liderazgo como disciplina sistemática es muy joven y reciente.

Desde el origen de la Humanidad, pasando por todas las cunas de las distintas civilizaciones hasta nuestra época, el liderazgo fluctuó entre el bien y el mal, pudiendo ser eficaz y ejemplar para las sociedades, pero también su azote y reprensión, solo que en este caso no deberíamos llamarlo liderazgo sino tiranía, dictadura o terrorismo; las palabras son importantes, tienen connotaciones concretas. Tampoco es conveniente adjetivarlo para crear matices que lo alejan de su auténtica esencia o desvían de su verdadero significado.

Antes de la Primera Guerra Mundial en 1914, la mayor parte de los integrantes de la fuerza laboral de todos los países desarrollados eran empleados, aunque no trabajaban para una organización: prestaban servicios a un amo, textualmente a un amo, como mano de obra contratada o como aparceros, empleados domésticos, o aprendices u oficiales en tiendas de artesanos. Solo los obreros de las fábricas trabajaban para una organización y, de todas formas, solo representaban una pequeña minoría: no superaban 10% de la fuerza laboral. Sí, las cosas han cambiado.

El hecho de que en la actualidad se hable de liderazgo no significa que los líderes se hayan «inventado» hace poco, sino que su importancia en una sociedad globalizada, y más aún, en las empresas como organizaciones básicamente humanas, ha hecho recaer la atención sobre ellos. En una comunidad moderna, el líder no es necesariamente el jefe, aunque esto sea lo más deseable. Observando empresas caemos rápidamente en la cuenta de que no es lo mismo ser jefe que ser líder.

Las cualidades que identifican al jefe son:

 El poder: como dominio, imperio, facultad y jurisdicción que se supone para mandar o ejecutar una cosa

 La costumbre: como hábito, modo habitual de obrar o proceder establecido por tradición o por la repetición de los mismos actos y que puede llegar a adquirir fuerza de precepto

 La investidura: como carácter que se adquiere con la toma de posesión de ciertos cargos o dignidades

Y las cualidades que podemos resaltar como identificativas del líder son otras bien diferenciadas:

 La autoridad moral

 El poder de convencer

 El conocimiento y la habilidad para lograr los objetivos

La autoridad moral

«Nada tiene tanto éxito como una buena reputación».

John Huston

La autoridad moral del líder es el poder que tiene una persona sobre otra que le está subordinada en función del crédito y la confianza que por su mérito y fama se le da en determinada materia. La autoridad moral se conquista con la coherencia entre el hacer y el ser; es el resultado de una práctica efectiva de los valores, las decisiones libres y la racionalidad del pensamiento.

También se establece en función de la edad, la dignidad o la dependencia filial, todas ellas cualidades muy desnaturalizadas en nuestra actual «yuppi-progresista» sociedad light. A la gente no le gusta aquello que no puede entender; le molestan los sentimientos que no comparte y acaba por odiar todo aquello que envidia.

La forma de ejercer la autoridad siempre ha de ser acorde con la salvaguarda de la dignidad del hombre.

Es la autoridad moral que poseen aquellas personas en las que se confía y a las que se respeta porque se cree en ellas y en la tarea que están llevando a cabo. No es fe ni servidumbre a ciegas, ni consecuencia del arrastre de un deteriorado carisma personal, sino una reacción consciente y libre que esas personas producen gracias a su honestidad, su valía y su actitud hacia los demás.

Peter Drucker señala en su libro Gerencia para el futuro que la esencia del liderazgo radica en el desempeño, y por tanto no se trata de una cuestión de carisma. El carisma es en realidad «la perdición de los líderes», porque «los vuelve inflexibles, convencidos de su infalibilidad, incapaces de cambiar: Dwight Eisenhower, George Marshall y Harry Truman fueron líderes singularmente eficientes y, sin embargo, ninguno de ellos tenía más carisma que un pez muerto».

La autoridad moral, base de la credibilidad, nace del ejemplo, de la coherencia entre las palabras y el comportamiento. El jefe militar que ordena ocupar una trinchera enemiga mientras él huye hacia la retaguardia, el gánster que exige honradez, el corrupto que pide que los demás sean honestos, el político que se llena los bolsillos de dinero público o abusando de su cargo, podrán pronunciar sonoras proclamas, arengas y discursos, pero solo convencerán a los tontos y a los fanáticos.

«Los esclavizadores saben bien que mientras está el esclavo cantando a la libertad se consuela de su esclavitud y no piensa en romper sus cadenas».

Vida de Don Quijote y Sancho, Miguel de Unamuno

El poder de convencer

«Es más fácil hacer leyes que gobernar».

León Tolstoi

El líder debe convencer al resto de la comunidad y a él mismo de la validez e importancia de la causa que abandera. Convencer no es vencer ni imponer. Por desgracia, hay momentos en los que las élites que dirigen las naciones, las organizaciones, las instituciones y las empresas parece que han perdido todo su poder de convicción, pues ni ellos mismos se creen lo que afirman y acaban por obligar a que todos acaten sus decisiones.

Es muchísimo más sencillo ejercer la tiranía diciendo que se actúa en nombre de la ley o del propio bien del pueblo, que dirigir a las personas con justicia y teniendo en cuenta sus criterios y valores. La ley siempre es ley, pero no siempre es justa. Se puede vencer porque nos sobra la fuerza para imponernos, pero no necesariamente convenceremos si nos falta la razón.

 

Convencer es vencer junto con el otro. Cuando buscamos con-vencer, tratamos de persuadir, sin imponer, a nuestro oponente de que nuestras ideas –ni mejores, ni peores, sino distintas– son las más adecuadas, a través de un discurso atractivo, lógico y argumentado; en definitiva, ponerse de acuerdo mediante el diálogo y el debate de ideas contrastadas.

El conocimiento y la habilidad para lograr los objetivos

El líder necesita el conocimiento y la habilidad para lograr objetivos encaminados a alcanzar una meta final, concreta y definida perfectamente. El liderazgo del mercado estará en manos de quienes desarrollen mejores métodos y sistemas de trabajo, utilizando la creatividad de su personal como la principal fuente de desarrollo interno para alcanzar mejoras espectaculares bajo premisas de servicio y calidad, ambas ya cuestiones inexcusables ante los nuevos retos y oportunidades que brinda el presente, teniendo en cuenta lo efímero y cambiante que este resulta.

El conocimiento es mucho más que un conjunto de información; es un conjunto de hechos acaecidos, verdades constatadas y demostrables, así como de todo aquello que almacenamos por medio de la experiencia, que obtenemos con el aprendizaje (a posteriori), o a través de introspección (a priori). Es la apreciación de que poseemos numerosos datos que se interrelacionan, de modo que por sí solos poseen menor valor cualitativo. Mediante el conocimiento nos forjamos un modelo de la realidad en la mente.

La gestión del conocimiento (knowledge management) es un concepto utilizado en el mundo empresarial que busca transferir el saber y la experiencia existentes a los empleados de la organización, de modo que pueda ser utilizado como un recurso que esté disponible para otros y así alcanzar con mayor facilidad los objetivos.

Cuando las cualidades del líder son atributos del jefe el éxito de la misión está asegurado. Cuando esto no se da, el fracaso del grupo es algo más que probable, cuando no inminente.

El factor de cambio que más influye en el liderazgo no son las nuevas tecnologías ni la innovación derivada de ellas: es la educación, pues la inteligencia artificial nunca podrá competir con la estupidez natural de algunas personas. Educar consiste en aceptar y creer en la capacidad del ser humano de evolucionar, cambiar y perfeccionarse, enfrentándose con esperanza al determinismo histórico, sociológico, psicológico y antropológico. Es confiar en la libertad del individuo, más allá de los condicionamientos que amenazan su desarrollo como persona. Deseo que algún día la educación y el ansia por aprender despierten más pasión que el fútbol y la política.

«La última de las libertades humanas, la libertad esencial, aquella que nadie nos puede arrebatar, es la de elegir nuestra actitud sean cuales sean las circunstancias que nos rodean, por difíciles, dolorosas o complejas que sean tales circunstancias. Y es precisamente esta libertad que no nos puede ser arrebatada la que hace que la vida tenga

sentido y propósito.

Si existe tal libertad, incluso ante el dolor y la muerte, el ser humano no está totalmente condicionado y determinado, sino que es él quien determina si ha de entregarse a las situaciones o hacer frente a ellas. En otras palabras, el ser humano en última instancia se determina a sí mismo; no se limita a existir, sino que siempre decide cuál será su existencia».

Viktor Frankl

La palabra «educar» tiene un doble sentido etimológico, y en ambos el líder puede realizar su trabajo en relación a sus seguidores:

1 Educare: nutrir, alimentar, criar, ejercitar, desarrollar y perfeccionar. Consiste en enriquecer y construir desde fuera las actitudes preexistentes en la persona

2 Educere: guiar, conducir, encaminar, orientar y sacar. Ayudar a que el individuo extraiga del interior lo mejor de sí mismo

«Possunt quia posse videntur», pueden porque les parece que pueden; este es el resultado de los esfuerzos de un verdadero formador, educador o líder. Su éxito se mide por la autoestima, la confianza y el sentimiento de competencia que es capaz de desarrollar en sus alumnos o seguidores, no solo por los conocimientos que transmite. Los profesores son los principales líderes que la sociedad necesita.

Los seres humanos no nacemos felices ni infelices, sino que aprendemos a ser una cosa u otra y, en gran parte, esto depende de nuestra elección, poniendo o quitando los medios para ello. La otra opción es la pasiva: no hacer nada y dejar que la propia felicidad esté en manos de decisiones ajenas renunciando a nuestra libertad. Aprendemos a elegir en función de la propia experiencia, la educación recibida y los límites que imponen las circunstancias, principalmente las religiosas y las políticas.

Las personas somos una «estructura abierta al cambio». Nunca acabamos de «modificarnos» gracias a que seguimos aprendiendo (ya sea algo bueno, malo, justo, injusto...) Lo importante es el rumbo que tomamos en función de cómo influye en nuestros valores aquello que aprendemos.

No revivas el ayer, ya se ha ido para siempre. Concéntrate en el presente y comienza a andar hacia el futuro. Al pasado dale de vez en cuando una breve mirada por el espejo retrovisor para saber de dónde vienes, recordando los buenos ratos y, ¿por qué no?, para no olvidar las lecciones de la Historia y de los malos momentos que has sido capaz de superar. Pero centra tu atención en el camino que quieres recorrer y en los medios de que dispones.

«No se puede dirigir empresas del siglo XXI con estructuras del siglo XX y directivos del siglo XIX».

John Kotter

En los últimos tiempos el mundo ha experimentado profundos cambios que han afectado significativamente a los esquemas que hasta hace poco se creían permanentes e inamovibles, muy especialmente en el campo del conocimiento.

El torero El Gallo3 se relacionaba con lo mejor de la sociedad de su tiempo. Cierto día alguien quiso presentarle a José Ortega y Gasset y al preguntar él quién era este señor le contestaron que era el más eminente filósofo español del momento. Entonces, el matador pidió que le explicaran en qué consistía su profesión. «Los filósofos se dedican a pensar», le contestaron. Asombrado, El Gallo contestó: «Hay gente pa tó».

Ya inmersos en el siglo XXI, nos encontramos con ciclos económicos caracterizados por los vaivenes de la Bolsa, una alta competitividad ante la globalización y una actividad empresarial muy intensa. Los expertos del management recomiendan modos de dirección más sensitiva, resaltando la importancia del capital humano. A medida que nos adentramos el siglo XXI, varias tendencias económicas y demográficas están causando un gran impacto en la cultura de las organizaciones; estas nuevas preferencias y los cambios dinámicos hacen que las empresas y sus directivos tengan la urgente necesidad de reorientarse hacia inesperados rumbos, de manera no solo local sino también mundial, pues los países y las regiones, únicos esquemas de referencia hasta el momento, comienzan a tornarse obsoletos y pierden validez y eficacia ante las nuevas realidades.


No se ha dirigido siempre del mismo modo; de hecho, la dirección moderna se ha desarrollado hace muy pocos años; la globalización, la apertura económica, la emergencia de una nueva Europa, la competitividad... son fenómenos nuevos con los que debe convivir y a los que se tienen que enfrentarse las organizaciones. En la medida en que la competitividad sea un elemento determinante para el éxito, los gerentes o líderes aumentarán sus esfuerzos para alcanzar más altos niveles de productividad y eficiencia. No me digas las horas que trabajas, dime los resultados que consigues.