Mensajes para los jóvenes

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La tempestad se avecina

Los jóvenes deberían buscar más fervientemente a Dios. La tempestad se avecina, y debemos prepararnos para afrontar su furia mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. El Señor se levantará para sacudir terriblemente la Tierra. Veremos desgracias por todas partes. Miles de barcos serán arrojados a las profundidades del mar. Armadas enteras se hundirán, y las vidas humanas serán sacrificadas por millones. Estallarán incendios inesperadamente y no habrá esfuerzo humano capaz de extinguirlos. Los palacios de la Tierra serán arrasados por la furia de las llamas. Serán cada vez más frecuentes los desastres ferroviarios; en las grandes vías de tránsito habrá confusión, choques y muerte sin la advertencia de un momento. El fin está cerca, el tiempo de gracia termina. ¡Oh, busquemos a Dios mientras puede ser hallado, llamémosle en tanto que está cercano! El profeta dice: “Buscad al Señor todos los humildes de la tierra, los que obedecéis sus mandatos. Buscad justicia, buscad mansedumbre. Quizá seáis protegidos en el día del enojo del Señor”33 (The Signs of the Times, 21 de abril de 1890).

La dependencia diaria de Dios

Cuando se levantan por la mañana, ¿sienten la impotencia y la necesidad de fuerza divina? ¿Y dan a conocer humildemente, de todo corazón, sus necesidades al Padre celestial? En tal caso, los ángeles notan esas oraciones, y si éstas no han salido de labios fingidores, cuando estén en peligro de pecar inconscientemente y de ejercer una influencia que induciría a otros a hacer el mal, el ángel custodio estará al lado de ustedes para inducirlos a seguir una conducta mejor, escoger las palabras que han de pronunciar e influir en sus acciones (Joyas de los testimonios, t. 1, pp. 347, 348).

33 Sofonías 2:3.

23
Un punto débil

Podremos jactarnos de estar libres de muchas faltas de las que otros son culpables, pero aunque tengamos algunos puntos fuertes en nuestro carácter y tan sólo un punto débil, hay comunión entre el pecado y la persona. El corazón se halla dividido en su servicio, y dice: “Algo consagro al yo y algo a Dios”. El hijo de Dios debe buscar el pecado que ha acariciado y ha practicado, y permitir que Dios lo desaloje de su corazón. Debe vencer ese pecado, pues no es asunto trivial a la vista de Dios.

Alguien dice: “No soy nada suspicaz, pero cuando soy provocado digo cosas hirientes, aunque después siempre lamento el haberme airado”. Otro dice: “Tengo esta o aquella falta, pero detesto tal o cual ruindad manifestada por cierta persona de mi relación”. El Señor no nos ha dado una lista graduada de pecados de modo que consideremos a algunos de poca consecuencia y digamos que harán poco daño, mientras que otros sean de mayor magnitud y causen mayor perjuicio.

Ninguna cadena es más fuerte que su eslabón más débil. Podemos considerar cierta cadena como buena en conjunto, pero si un eslabón es débil, no se puede tener confianza en ella. La tarea de vencer debe ser el tema de estudio de cada persona que entre en el reino de Dios. No debe ser pronunciada la palabra impaciente que palpita en los labios. Debe ser apartado el pensamiento de que el carácter de ustedes no es debidamente estimado, pues debilita su influencia y produce como seguro resultado la disminución de la estima en que otros los tienen. Deberían vencer la idea de que son mártires y asirse de la promesa de Cristo, que dice: “Bástate mí gracia”34 (Review and Herald, 1º de agosto de 1893).

El dominio del pensamiento

Deben apartarse del terreno encantado de Satanás y no permitir que sus mentes sean disuadidas de la alianza con Dios. En Cristo pueden y deben ser felices y adquirir hábitos de dominio propio. Aun sus pensamientos han de ser sujetados a la voluntad de Dios, y los sentimientos puestos bajo el control de la razón y la religión. La imaginación no les fue dada para permitir que anduviera desbocada siguiendo su propia voluntad, sin que se hiciera esfuerzo alguno para restringirla o disciplinarla. Si los pensamientos son malos, los sentimientos también lo serán; y los pensamientos y los sentimientos combinados constituyen el carácter moral de la persona. Cuando deciden que como cristianos no se requiere que dominen los pensamientos y los sentimientos, caen bajo la influencia de los ángeles malos e invitan su presencia y su control. Si ceden a sus impresiones y permiten que sus pensamientos se encaucen en dirección de la sospecha, la duda y el descontento, se contarán entre los mortales más infelices y la vida de ustedes resultará un fracaso (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 289, 290).

34 2 Corintios 12:9.

Sección III

En realidad no hay nada más invencible, aunque parezca totalmente desamparada, que la persona que acepta su incapacidad y confía totalmente en los méritos del Salvador. Dios enviaría en su ayuda a todo ángel del cielo en lugar de permitirle que sea vencida (Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 20).

24
Hacia adelante y hacia arriba

Desearía poder describir la belleza de la vida cristiana. Empezando en la mañana de la vida, gobernado por las leyes de la naturaleza y de Dios, el cristiano avanza progresivamente hacia adelante y hacia arriba, acercándose cada día más a su hogar celestial, donde lo espera una corona de vida, y un nombre nuevo, “que ninguno conoce sino el que lo recibe”.35 Crece constantemente en felicidad, en santidad, en utilidad. El progreso de cada año excede al del año anterior.

Dios ha dado a los jóvenes una escalera que han de ascender; una escalera que llega de la Tierra al cielo. Dios está por encima de esa escalera, y los rayos de su gloria iluminan cada peldaño. Observa a los que van subiendo, listo para enviar ayuda cuando la mano afloja y el paso vacila. Sí, díganlo con palabras llenas de ánimo, que ninguno de los que suben perseverantemente por esa escalera dejará de obtener entrada en la ciudad celestial.

Satanás presenta muchas tentaciones a los jóvenes. Juega el partido de la vida para obtener su corazón, y no dejará de probar un solo medio para engañarlos y arruinarlos. Pero Dios no los deja luchar sin ayuda contra el tentador. Tienen ellos un Ayudador todopoderoso.

Mucho más fuerte que su enemigo es aquel que en este mundo, y en forma humana, hizo frente y venció a Satanás, resistiendo toda tentación que hoy día sobreviene a los jóvenes. Él es su Hermano mayor. Siente hacia ellos profundo y tierno interés. Los vigila constantemente, y se regocija cuando tratan de agradarle. Cuando oran, él mezcla con sus oraciones el incienso de su justicia, y las ofrece a Dios como sacrificio fragante. En su fuerza pueden los jóvenes soportar la dureza como buenos soldados de la cruz. Fortalecidos con su poder, son hechos aptos para alcanzar los elevados ideales que tienen delante. El sacrificio hecho en el Calvario es la prenda de su victoria.

Dios no es irrazonable

La iglesia de Dios está compuesta de vasos grandes y pequeños. El Señor no pide nada que sea irrazonable. No espera que los vasos más pequeños tengan la capacidad de los más grandes. Espera retribución de acuerdo con lo que el hombre tiene, y no de acuerdo con lo que no tiene. Hagan lo mejor que puedan, y Dios aceptará los esfuerzos de ustedes. Emprendan el cumplimiento del deber que tengan más a mano y llévenlo a cabo con fidelidad, y el trabajo será completamente aceptable para el Maestro. En el deseo de hacer algo grande, no pasen por alto las tareas más pequeñas que les esperan.

Guárdense de descuidar la oración secreta y el estudio de la Palabra de Dios. Estas son las armas contra aquel que se esfuerza por obstaculizar el progreso hacia el cielo. El primer descuido de la oración y del estudio de la Biblia hace más fácil el segundo. La primera resistencia a los ruegos del Espíritu prepara el camino para la segunda. De este modo se endurece el corazón y se hace insensible la conciencia.

Por otra parte, cada resistencia a la tentación hace más fácil la resistencia. Cada negación de sí mismo hace más fácil la abnegación. Cada victoria ganada prepara el camino para una nueva victoria. Cada resistencia a la tentación, cada acto de abnegación, cada triunfo sobre el pecado, constituye una semilla sembrada para vida eterna. Cada acto altruista da nueva fuerza a la espiritualidad. Nadie puede tratar de parecerse a Cristo sin hacerse noble y fiel.

Desarrollar la confianza

El Señor reconocerá todo esfuerzo que hagan para alcanzar el ideal que él tiene para ustedes. Cuando fracasen, cuando por traición sean inducidos a pecar, no se sientan imposibilitados para orar, no se sientan indignos de presentarse ante el Señor. “Hijitos míos, esto os escribo para que no pequéis. Pero si alguno hubiera pecado, Abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo el Justo”.36 Él espera con brazos extendidos para dar la bienvenida al hijo pródigo. Vayan a él y cuéntenle sus errores y fracasos. Pídanle que los fortifique para un renovado esfuerzo. Nunca los chasqueará, nunca burlará la confianza de ustedes.

Tendrán pruebas. De ese modo pule el Señor la tosquedad del carácter. No murmuren. Con las quejas hacen más dura la prueba. Honren a Dios con una sumisión alegre. Soporten pacientemente la presión. Aunque sean perjudicados, mantengan el amor de Dios en el corazón. “Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal, haz el bien; busca la paz, y síguela. Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos”.37

 

“Guardaos de dar pasos desesperados; el día más oscuro habrá pasado si esperáis hasta mañana”. “En quietud y en confianza está vuestra fortaleza”.38 Cristo conoce la fuerza de las tentaciones y el poder de ustedes para resistir. Su mano está siempre tendida con compasiva ternura hacia cada criatura que sufre. Dice a los tentados y desanimados: “Hijo por quien he sufrido y muerto, ¿no puedes tener confianza en mí?” Y también: “Como tus días dure tu fuerza”.39

“Encomienda al Señor tu camino, confía en él y él obrará”.40 Él será para vosotros como la sombra de una gran roca en una región desierta. Dice: “Venid a mí... y yo os haré descansar”,41 con el descanso que el mundo no puede dar ni quitar.

No se puede describir con palabras el gozo y la paz de aquel que acepta al pie de la letra lo que Dios dice. Las pruebas no lo perturban, los desaires no le afectan. Ha crucificado el yo. Día tras día pueden hacerse sus deberes más abrumadores, sus tentaciones más fuertes, sus pruebas más severas; pero no vacila, pues recibe fuerza igual a su necesidad (The Youth’s Instructor, 26 de junio de 1902).

El costo de la victoria

Cristo sacrificó todo por el hombre para hacerle posible conquistar el cielo. Ahora le toca al hombre caído mostrar lo que sacrificará de su parte, por causa de Cristo, para alcanzar la gloria inmortal. Los que tienen exacta noción de la magnitud de la salvación y de su costo, jamás murmurarán porque tengan que sembrar con lágrimas, y porque el conflicto y la abnegación sean la suerte del cristiano en esta vida (The Signs of the Times, 4 de marzo de 1880).

35 Apocalipsis 2:17.

36 21 Juan 2:1.

37 Salmos 34:13-15.

38 Isaías 30:15.

39 Deuteronomio 33:25.

40 Salmos 37:5.

41 Mateo 11:28.

25
El perfeccionamiento del carácter

Cristo no nos ha dado la seguridad de que sea asunto fácil lograr la perfección del carácter. Un carácter noble, cabal, no se hereda. No lo recibimos accidentalmente. Un carácter noble se obtiene mediante esfuerzos individuales, realizados por los méritos y la gracia de Cristo. Dios da los talentos, las facultades mentales; nosotros formamos el carácter. Lo desarrollamos sosteniendo rudas y severas batallas contra el yo. Hay que sostener conflicto tras conflicto contra las tendencias hereditarias. Tendremos que criticarnos a nosotros mismos severamente, y no permitir que quede sin corregir un solo rasgo desfavorable.

Nadie diga: “No puedo remediar mis defectos de carácter”. Si llegan a esta conclusión, dejarán ciertamente de obtener la vida eterna. La imposibilidad reside en la propia voluntad. Si no quieren, no pueden vencer. La verdadera dificultad proviene de la corrupción de un corazón no santificado y de la falta de voluntad para someterse al gobierno de Dios.

Proponerse un blanco elevado

Muchos a quienes Dios ha calificado para hacer un excelente trabajo, realizan muy poco porque intentan poco. Miles pasan por la vida como si no tuvieran objeto definido por el cual vivir, ni norma que alcanzar. Los tales recibirán una recompensa proporcional a sus obras.

Recuerden que nunca alcanzarán una norma más elevada que la que ustedes mismos se fijen. Fíjense, pues, un blanco alto y asciendan todo el largo de la escalera del progreso paso a paso, aunque represente penoso esfuerzo, abnegación y sacrificio. Que nada los estorbe. El destino no ha tejido sus redes alrededor de ningún ser humano tan firmemente que éste tenga que permanecer impotente y en la incertidumbre. Las circunstancias adversas deberían crear una firme determinación de vencerlas. El quebrantar una barrera dará mayor habilidad y valor para seguir adelante. Avancen con determinación en la debida dirección, y las circunstancias serán los ayudadores, no los obstáculos.

Cultivar todas las gracias del carácter

Para gloria del Maestro, ambicionen cultivar todas las gracias del carácter. Deben agradar a Dios en todos los aspectos de la formación del carácter. Pueden hacerlo, pues Enoc agradó al Señor aunque vivía en una época degenerada. Y en nuestros días también hay Enocs.

Permanezcan firmes como Daniel, el fiel estadista a quien ninguna tentación pudo corromper. No chasqueen a aquel que los amó de tal manera que dio su propia vida para expiar los pecados de ustedes. Dice: “Separados de mí, nada podéis hacer”.42 Recuerden esto. Si han cometido errores, ganan ciertamente una victoria si los ven y los consideran señales de advertencia. De ese modo transforman la derrota en victoria, chasqueando al enemigo y honrando al Redentor.

Un carácter formado a la semejanza divina es el único tesoro que podemos llevar de este mundo al venidero. Los que en este mundo andan de acuerdo con las instrucciones de Cristo, llevarán consigo a las mansiones celestiales toda adquisición divina. Y en el cielo mejoraremos continuamente. Cuán importante es, pues, el desarrollo del carácter en esta vida.

Sus mandatos son habilitaciones

Los seres celestiales obrarán con el agente humano que con determinada fe busque esa perfección de carácter que alcanzará la perfección en la acción. Cristo dice a cada uno de los que se ocupan en su obra: “Estoy a tu mano derecha para ayudarte”.

Cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios, llega a ser omnipotente. Cualquier cosa que debe hacerse por orden suya, puede llevarse a cabo con su fuerza. Todos sus mandatos son habilitaciones (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 266-268).

Nuestra constante dependencia

Los que dejan de sentir que dependen constantemente de Dios, serán vencidos por la tentación. Podemos suponer ahora que nuestros pies están seguros y que nunca seremos movidos. Podemos decir con confianza: “Yo sé a quién he creído; nada quebrantará mi fe en Dios y su Palabra”. Pero Satanás está proyectando aprovecharse de nuestras características heredadas y cultivadas, y cegar nuestros ojos acerca de nuestras propias necesidades y defectos. Únicamente comprendiendo nuestra propia debilidad, y mirando fijamente a Jesús, podemos estar seguros (El Deseado de todas las gentes, pp. 345, 346).

42 Juan 15:5.

26
La batalla de la fe

Muchos de los jóvenes no tienen un principio fijo para servir a Dios. Se rinden bajo cada nube, y no tienen poder de resistencia. No crecen en gracia. Aparentan guardar los mandamientos de Dios, pero no están sometidos a la ley de Dios, y ciertamente no pueden estarlo. Su corazón carnal debe cambiar. Deben ver belleza en la santidad; entonces suspirarán por ella como el cervatillo suspira por los manantiales de agua; entonces amarán a Dios y su ley; entonces será liviano el yugo de Cristo y ligera su carga.

Si el Señor ha ordenado sus pasos, queridos jóvenes, no deben esperar que el camino sea siempre de paz y prosperidad exteriores. El camino que lleva al día eterno no es el más fácil de recorrer, y a veces parecerá oscuro y espinoso. Pero tienen la seguridad de que los brazos eternos de Dios los rodearán para protegeros del mal. Él quiere que tengan ferviente fe en él, y que aprendan a confiar en él tanto en la sombra como a la luz del sol.

Fe viviente

La fe debe morar en el seguidor de Cristo, porque sin esto es imposible agradar a Dios. La fe es la mano que se ase de la ayuda infinita; es el medio por el cual el corazón renovado late al unísono con el corazón de Cristo. Con frecuencia, el águila que se esfuerza por llegar a su nido es arrojada por la tempestad a los estrechos desfiladeros de las montañas. Las nubes, en masas oscuras, airadas, se interponen entre ella y las soleadas alturas donde ha fijado su nido. Por un momento parece aturdida, y se precipita de aquí para allá batiendo sus fuertes alas como si quisiese hacer retroceder las densas nubes. Con su grito salvaje, en sus vanos esfuerzos por encontrar la salida de la prisión, despierta a las palomas de las montañas. Por fin se lanza hacia arriba para atravesar la oscuridad, y da un chillido agudo de triunfo al surgir de ella un momento después y ver la serena luz del sol. Han quedado por debajo de ella la tempestad y la oscuridad, y la luz del cielo brilla a su alrededor. Llega a su amado hogar en el alto despeñadero, y se siente satisfecha. Atravesando la oscuridad, llegó a la luz. Le costó un esfuerzo hacerlo, pero ha sido recompensada logrando el objeto que buscaba.

Es éste el único proceder que podemos seguir como cristianos. Debemos ejercer esa fe viva que penetra en las nubes que, como espeso muro, nos separan de la luz del cielo. Tenemos que alcanzar las alturas de la fe donde todo es paz y gozo en el Espíritu Santo.

Un conflicto que dura toda la vida

¿Han observado alguna vez un halcón que persigue a una tímida paloma? El instinto ha enseñado a la paloma que, para que el halcón agarre su presa, debe volar por encima de su víctima. Por eso se eleva cada vez más en la bóveda celeste, perseguida siempre por el halcón, que quiere sacarle ventaja. Pero en vano. La paloma está segura mientras no permite que nada la detenga en su vuelo, o la haga ir hacia la tierra; pero si vacila una vez y vuela más bajo, su vigilante enemigo se arrojará sobre ella y la atrapará. Repetidas veces hemos observado esta escena con interés palpitante, simpatizando con la palomita. ¡Qué tristeza habríamos sentido al verla caer víctima del cruel halcón!

Nos espera un conflicto, conflicto de toda la vida, con Satanás y sus seductoras tentaciones. El enemigo usará todo argumento, todo engaño, para enredar al ser humano; y debemos hacer esfuerzos fervientes, perseverantes, para ganar la corona de la vida. No debemos deponer la armadura ni dejar el campo de batalla hasta que hayamos ganado la victoria y podamos triunfar en nuestro Redentor. Mientras tengamos la mirada fija en el Autor y Consumador de nuestra fe, estaremos seguros. Pero debemos colocar nuestros afectos en las cosas de arriba, no en las de la Tierra. Por medio de la fe debemos elevarnos cada vez más en la adquisición de las gracias de Cristo. Contemplando diariamente sus incomparables encantos, debemos crecer más y más a la semejanza de su imagen gloriosa. Mientras vivamos así en comunión con el cielo, Satanás nos tenderá en vano sus redes (The Youth’s Instructor, 12 de mayo de 1898).

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