El sexo nuestro de cada día

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Sobre fisiología y funcionamiento sexual

¿Las poluciones nocturnas son trastornos sexuales o de personalidad?

Generalmente, la excitación y la erección preceden a la eyaculación. Ambas pueden ocurrir sin estimulación física alguna. El ejemplo máximo, lo constituyen las emisiones o poluciones nocturnas. No se ha demostrado que coincida con sueños eróticos, pero, por en la mayoría de los casos les sucede a gente joven, con abstinencia prolongada de los conductos seminales. Por lo tanto, la aparición de poluciones nocturnas indica que existe líquido en exceso en los conductos genitales.

La naturaleza es sabia y privilegia la reproducción. Como en estas edades no existe la frecuencia eyaculatoria que reclama el exceso de volumen de líquido, se produce la masturbación. Si esta es insuficiente, la naturaleza se encarga de nivelar por bajo el volumen y produce las poluciones nocturnas. Por lo tanto, estas no tienen que ver ni con la personalidad ni con un trastorno sexual.

La eyaculación femenina

Si bien las mujeres no pueden tener eyaculaciones nocturnas, con frecuencia sueñan con temas eróticos que pueden culminar en orgasmos. 70 % de personas del género femenino entrevistadas en la mayoría de los estudios publicados por diferentes medios, experimentaron orgasmos nocturnos, que luego, al despertar, recuerdan como sueños. Alcanzan su grado máximo a los 40 años de edad.

Ya en la década del 50 se decía que tanto las mujeres casadas o solteras tenían un promedio de tres o cuatro sueños eróticos por año, que culminaban en orgasmos.

En los últimos años hubo un creciente interés por este tema. Lo cierto es que, en la medida que aumenta la excitación sexual, aparecen gotas como de “sudor” en la mucosa vaginal. El órgano sexual femenino. Como dijimos, carece de glándulas; lo que aparece en forma de líquido es producto de un “trasudado”, es decir, en la medida que aumenta la vasodilatación, las arterias que bordean a la vagina permiten la aparición del líquido similar al sudor, constituido por plasma y células de descamación. Esto es el equivalente a la erección en la mujer, una señal prematura que aparece cuando ella se encuentra excitada y no indica la necesidad de penetración por parte del varón.

Se han publicado diversos trabajos científicos con casos aislados de mujeres que experimentaron fenómenos de tipo eyaculatorio. Algunos de esos autores afirman que la eyaculación femenina se produce cuando se estimula el “punto G”, que se encuentra en el techo del conducto vaginal, y que no es sino, el clítoris en su parte interna.

Abstinencia, ¿sinónimo de buena salud?

Los diccionarios y las enciclopedias definen la abstinencia como un autorrechazo, la negativa a satisfacer determinado apetito.

El intento conciente de desplazar las urgencias sexuales y de dirigir la energía en otras zonas de la vida, lejos de mejorar la salud física del individuo puede, por el contrario, traer problemas psicológicos, como: falta de deseo sexual, incapacidad para concentrarse, irritabilidad e insomnio, eyaculación precoz o rápida, insuficiencia eréctil, prostatitis, congestión ovárica y vaginal, y disminución general del apetito sexual. La función sexual es inherente a las personas, porque viene con ellas. Por ello, su privación, lejos de mejorar la salud, empeora física y psicológicamente.

El rendimiento deportivo y el sexo

La cantidad promedio de eyaculación es de 3 a 4 ml, como una pequeña cucharada de café. En función de las proteínas y grasas contenidas en el semen, la eyaculación promedio representa, quizá, un valor calórico menor de 36 calorías. Por lo tanto, es convincente la evidencia que una eyaculación normal no puede, en forma alguna, “debilitar” a un hombre, como lo han afirmado muchos entrenadores, que sin duda alguna, dicen que esto provoca que los atletas descansen temprano y vayan a la cama solos, horas antes de la competencia, para no perder el debido descanso que sí es necesario antes de las competencias.

Mitos sobre la masturbación

La masturbación frecuente conduce a la idiotez o a la locura —o a toda desgracia y mal imaginario—. Probablemente, la forma más fructífera de responder a la máxima capacidad sexual del individuo es mediante la autoestimulación. La masturbación es una palabra con mucho desprestigio en la sexología, constituye un acto perfectamente normal en muchachos y muchachas, hombres y mujeres, que alcanza su máxima expresión durante la juventud, pero que se mantiene, en general, durante toda la vida.

Históricamente, se ha achacado a este tema una serie interminable e increíble de males, enfermedades o condiciones de salud, en particular durante el siglo xix y comienzos del xx. Fue objeto de grandes discusiones y, en general, se la caratuló como “terrorismo ideológico”. Las descripciones de la masturbación se encuentran plagadas de ignorancia, argumentos falaces, supersticiones y vergüenza. Por lo tanto, sorprende poco que mucha gente, en especial los ingenuos, hayan llegado a creer que la masturbación es una práctica dañina, anormal o infantil. Solamente según circunstancias extremadamente raras, puede considerarse como una anormalidad sexual, especialmente porque la mayoría de los hombres y de la mujeres la practican o la han practicado alguna vez en sus vidas.

Los jóvenes viven obsesionados sobre la normalidad o anormalidad de la masturbación. Si le preguntamos a alguien de más de 35 ó 40 años de edad, puede jurar que nunca se masturbó o que lo hizo hace ya mucho tiempo. Su práctica tiene un halo vergonzante, que no admite réplica cuando se confiesa. Lo cierto es que la práctica de la masturbación se vuelve dañina o no conveniente cuando —como cualquier otra práctica— se hace en forma exclusiva y se deja de lado otras actividades cotidianas o comunes. Si alguien realiza deportes, es algo que no llama la atención; pero si este se lleva a cabo durante ocho o diez horas por día, con exclusión del trabajo o el estudio o el contacto social con otras personas, constituye un impedimento. Entonces, el problema es la frecuencia. Lo mismo sucede con la masturbación, que practicada con moderación y a modo de descarga del líquido seminal en exceso, no impide en absoluto que la persona siga trabajando, estudiando, o en contacto productivo con otros. Ahora, si es prácticamente la única actividad que realiza en el día, si permanece encerrado horas; si evita, de tal modo, el contacto social y productivo, estamos frente a un panorama patológico.

¿Orgasmos simultáneos = Embarazo?

El fenómeno del orgasmo no tiene nada que ver con la actividad reproductiva. Si bien muchas parejas buscan tenerlo al mismo tiempo —con la finalidad de gozar del acto sexual intensamente—, nada tiene que ver esto con la fecundación del óvulo.

¿El coito debe evitarse durante el embarazo?

Este siempre ha sido un mito muy difundido, pero carece totalmente de base científica real. Salvo problemas ocasionados por el tamaño del abdomen de la mujer durante el período de gestación, nada tiene que ver la penetración con ningún riesgo que esta pueda ocasionar.

De todas formas, en cada caso el obstetra verá particularidades de su paciente, pero en condiciones normales hay parejas que realizan el coito hasta pocos días antes del parto.

Dos grandes mitos del embarazo

•El hecho de que una mujer orine luego de un coito o que tenga relaciones sexuales de pie, ¿evitará que se embarace?

Esta es una fantasía muy difundida. El conducto que lleva la orina —denominado uretra— se encuentra por encima del conducto vaginal, no tiene ninguna relación ni compromiso en el acto de la reproducción. Por lo tanto, la idea de orinar luego de una relación sexual no permite ni evita la probable acción de los espermatozoides en el interior de la vagina o el útero. La confusión puede surgir, porque la uretra en el hombre es el mismo conducto que lleva la orina y el que transporta los espermatozoides. Algunas posiciones de todas las variantes existentes para tener relaciones sexuales, son más favorables para embarazar a una mujer. Pero todas dependen de las condiciones físicas existentes, de la posición uterina, de las condiciones del esperma, etc. En verdad, una vez producida la eyaculación, el movimiento ascendente de los espermatozoides, en dirección del útero y las trompas, no puede ser detenido por el solo hecho de tener relaciones sexuales de pie.

•¿Una mujer puede embarazarse si traga líquido seminal?

Este mito muy difundido, no tiene ningún fundamento.

Métodos anticonceptivos efectivos

En verdad no hay método anticonceptivo que permita tener el 100% de seguridad de no quedar embarazada. Ni las pastillas, ni el espiral, ni el método del ritmo (contar los días) ni ningún otro, incluso el preservativo (puede presentar fallas o romperse) impiden total y absolutamente el embarazo con un ciento por ciento de seguridad.

Los mitos personales

Los mitos personales desempeñan la función de explicar y guiar la conducta humana de manera análoga al rol desempeñado por los mitos culturales y religiosos en todas las sociedades. Además, nos permiten organizar nuestras experiencias —biológicas, personales, familiares, sociales y culturales— y esto les otorga cierta significación y sentido psicológicos. La familia de origen es donde la mitología personal tiene su génesis. Las mitologías personales constituyen complejos de temas afectivamente cargados, que poseen tres componentes fundamentales: el Yo, el Yo-en-relación-con-los-demás, y los ideales interiorizados de otros seres significativos.

Se sostiene que las personas intentan reelaborar los conflictos irresueltos con otros seres significativos simbólicamente mediante una selección también significativa de cuento de hadas, folklóricos, versos infantiles, novelas, películas, series televisivas, etc. Estos se entrelazan con los temas de la propia mitología personal. Son retenidos como importantes, porque se considera que sugieren soluciones. A menudo, se recuerdan partes ficcionales de una trama en vez de acontecimientos verdaderos de la infancia. Cuando esto ocurre, el cuento de hadas o el relato se convierte en una pantalla donde se proyectan recuerdos de acontecimientos significativos de la niñez. En este caso, la ficción puede compararse al contenido manifiesto de un sueño que puede ser tratado como un deseo o un intento simbólicamente disfrazado de resolver un conflicto interrelacional importante, que pugna por expresarse o encontrar feliz resolución.

 

Cuando uno piensa en los padres, los hermanos, los abuelos, y las relaciones personales con ellos, lo que en realidad se recuerda es una reconstrucción de los acontecimientos y experiencias con versiones idealizadas de esas personas. La verdad o exactitud poco tienen que ver con ellas. Esas relaciones reconstruidas se convierten en modelos de las expectativas que uno tiene de los roles conyugales y familiares y los temas de las relaciones.

Como resultado de las experiencias con miembros significativos del género opuesto, y la repetida exposición a los modelos familiares y otras relaciones entre el varón y la mujer, o marido y esposa, se desarrolla la idea de la pareja ideal, que tiene componentes concientes e inconscientes y se convierte en la norma con que se juzgan y evalúan todas las parejas en perspectiva.

La pareja ideal posee, en muchas ocasiones, ciertas características de los propios padres y otras personas significativas, como también aspectos del Yo. Como se postuló anteriormente, los individuos buscan personas parecidas a cierto ideal interno. Cuanto mayor es la coincidencia entre lo que uno espera de la pareja y el modo cómo en la realidad se conduce, mayor resultará la satisfacción de la persona con la pareja.

Las experiencias ambientales y otras personas sirven, a menudol:, como estímulo que activa un tema personal particular. En estos casos, un individuo puede buscar situaciones o sujetos que inconcientemente colaboran representando roles complementarios y dramas propios del tema personal.

Este proceso permite que la persona establezca relaciones (aparentemente) nuevas y diferentes que, no obstante, tienen pautas familiares y resultados que se pueden pronosticar, y que, con frecuencia, comprende una constelación de identificaciones en un intento de reelaborar y corregir conflictos pasados irresueltos.

La pareja ideal, como también la relación que tiene con el Yo, se convierten en temas centrales cuando se busca activamente una relación formal. Se la elige porque se percibe que existe posibilidad de “encajar” bien dentro de la mitología personal del individuo.

De la niñez a la adolescencia: el porqué de tantos cambios.

El descubrimiento de reacciones sexuales en el recién nacido o en el niño pequeño asombra a muchos que consideran a la sexualidad como una adquisición de la vida adulta.

La influencia de la tradición cultural judeocristiana ha motivado un rechazo hacia estas ideas, que aún hoy algunos pretenden discutir basándose en prejuicios morales y doctrinas religiosas, pero sin la mínima base científica. Hasta los más firmes opositores del psicoanálisis se vieron obligados a admitir la existencia de comportamientos decididamente sexuales desde el nacimiento: el viejo mito de “la inocencia infantil” se revela tan absurdo como frágil.

Se trata de una sexualidad rica, viva y altamente estimulante para el desarrollo del pequeño. Todo niño accede, desde los primeros instantes de su vida, a un complejo mundo de placeres sensuales que son explorados y vividos directa y libremente, sin otros impedimentos ni fronteras que las que le imponga, necesariamente, la educación recibida.

Parece no quedar duda, hay que reconocerlo, que la sexualidad en el pequeño existe desde su nacimiento. A partir de allí el bebé es agitado por sentimientos de origen físico, su cuerpo siente placer de abrigo, de ser mecido, alimentado o simplemente de acostarse. En cambio, si sus necesidades básicas no son satisfechas, sus músculos se ponen tensos, su cuerpo se estremece de angustia, y llora.

De esta manera, el niño comienza a aprender sobre sexo. Mediante sus sensaciones comienza a conocerse y a apreciarse y por lo tanto conocer y apreciar a los demás. Naturalmente, lleva muchos años la transformación de estas primeras sensaciones corporales en las complejas emociones del ser maduro. Sin embargo, todos los pasos están relacionados, y ninguno es más importante que los que da en su primer año, aún antes de haber pronunciado su primera palabra.

Apenas comienza a respirar, los esfuerzos del niño y sus sentimientos se dirigen a satisfacer su apetito. Mediante su primer e intenso acto reflejo, la succión, aprende a alimentarse del seno o del biberón. Este acto alivia sus dolores de hambre pero, al poco tiempo, se convierte en un placer. Gorgotea y suspira, se conmueve ante la deliciosa sensación de sentirse lleno después de lo desagradable que era estar vacío.

El beso, en el comportamiento adulto, es una supervivencia del erotismo infantil oral. Por medio de la succión realiza su primer contacto con otra persona, su madre. La relación madre-hijo es capital. Ella se convierte, gracias a los cuidados que proporciona y a las sensaciones que despierta, en el “… objeto del primero y más profundo de los amores, prototipo de todas las relaciones amorosas ulteriores” (Sigmund Freud1), pero también es causa de sus mayores sufrimientos cuando se separa mucho de él.

Hacia el segundo y tercer año de vida el niño aprende a soportar las frustraciones cuando se enfrenta al control esfinteriano: siente placer en retener, expulsar, tocar su materia fecal, y tienden a emplear palabras groseras relacionadas con la función anal. Muchas actividades sociales han nacido de la manipulación simbólica de las heces. Es el origen de la limpieza, del regalo, del juego, de las armas y también del dinero; se opone generalmente a la avidez y la dependencia de la fase oral, el tesón, el gusto por la mesura y la economía de la fase anal.

¿Cuándo comienza la curiosidad sexual? En toda época, a partir del año y medio de edad. Así como el niño o la niña descubrió sus dedos, se dará cuenta de sus genitales y los querrá tocar e inspeccionar. Autoerotismo que bañará de placer diferentes zonas que se convertirán en erógenas.

Es importante, para el desarrollo del pequeño, tener una clara visión de cada sexo como una guía para su propia conducta. Como el rol de la madre resulta ser el más activo durante los primeros dos años, hay una tendencia en determinadas familias a dejarle que sea el progenitor dominante en la vida del niño. Se debe saber que los varones necesitan un hombre con el cual identificarse y las niñas lo necesitan como contraste.

Entre los 3 y los 5 años de edad, los niños experimentan todos los sentimientos del conocido Complejo de Edipo (ver Hacerse un hombre o una mujer). Desde los 5 ó 6 años hasta la pubertad parecería que el sexo queda olvidado al entrar en un período llamado “de latencia”. El pudor se vuelve importante, es la etapa del ingreso escolar, por ello se necesita que sus impulsos físicos encuentren satisfacción en la adquisición de conocimientos y en diferentes juegos y entretenimientos.

Varias cosas parecen contribuir a disminuir los impulsos sexuales típicos de la edad. Por un lado, se produce un cambio en las glándulas sexuales y se hacen más activas las hormonas del crecimiento, mientras que las primeras mencionadas se calman. Otro factor es la vida más activa y variada que los niños llevan a esa edad. Están capacitados para entender más cosas y tienen menos necesidad de encontrar placer corporal en cada experiencia.

Esto no quiere decir que el niño esté sexualmente en blanco. Algunos pueden dedicarse a juegos sexuales infantiles, como mirar o tocar los genitales de otros niños o contar cuentos sucios.

Estos entretenimientos son frecuentes entre los 4 y los 10 años de edad: desaparecen dentro del baño con sus amigos e intercambian malas palabras, se pueden desvestir para mostrarse sus nalgas o sus genitales y tocarse el uno con el otro. A veces, es más velado y aparece en forma de juegos de “doctor” u “hospital”.

Durante este período es de esperar algún juego sexual de este tipo, pero si se practican con demasiada frecuencia —tanto que se olvidan los demás divertimentos— podemos pensar que existe un alto grado de ansiedad que el niño no puede manejar.

La preadolescencia

Al acercarse al final de la infancia los niños y las niñas deben estar preparados para los cambios grandes y vitales que darán madurez a sus cuerpos. La aparición de la primera menstruación y las poluciones nocturnas marcan el acceso a la sexualidad genital, acompañadas de las diversas transformaciones fisiológicas que se producen en esta época. Sacudidas que oscilan entre la renuncia ante el dejar de ser niño y el despertar del ser adulto.

Los cambios puberales aparecen súbitamente imponiendo una clara frontera entre la infancia y la adolescencia, y restan a los púberes confianza y seguridad en sí mismos. Con ello se cierra también el período de latencia de las pulsiones sexuales, y tanto el niño como la niña acceden al estadio genital, que marca el paso definitivo a la sexualidad adulta. Entonces el deseo sexual se incrementa.

La adolescencia

A menudo, durante la adolescencia, aparecen conjunta o separadamente prácticas sexuales que serán luego abandonadas. Nada en este período está aún consolidado, y la aparición de conductas homosexuales, por ejemplo, no implica una definitiva orientación hacia ello.

En medio de esta conmoción, los adolescentes deberán buscar la rica gama de emociones que brindarán significado y darán expresión a las sensaciones nuevas y adultas de sus cuerpos. Aparecen, entonces, modalidades de satisfacción: como la masturbación, prácticas homosexuales y las heterosexuales. Hay que tener en cuenta que hablamos de prácticas y no tendencias. En la conducta sexual adolescente nada está aún consolidado ni puede considerarse definitivo, y sobre todo excluyente.

La masturbación es, con frecuencia, la única forma de satisfacción sexual a la que puede recurrir el adolescente, afectado por la virulencia de los deseos y las emociones. Los varones recurren, a veces, a la masturbación mutua, colectiva. Se trata de pruebas de fuerza y audacia ante la trasgresión que se comete, amparadas en el apoyo del grupo. Al mismo tiempo, son circunstancias que obran a modo de iniciación simbólica del joven a un placer que va más allá de sí mismo.

Las mujeres sucumben en ocasiones a la seducción producida por una amistad intensa y apasionada, donde el contacto físico aparece como una prueba final de afecto mutuo cuya conquista se torna indispensable. También entre las chicas la práctica más frecuente es la masturbación mutua, las caricias y los frotamientos que obran como iniciación al placer sexual. Lo importante es que se trata de sucesos irrelevantes para la orientación de sus protagonistas, que discurre por caminos distintos y que no será modificada por una experiencia homosexual aislada.

Los jóvenes que mediante esas experiencias descubran en sí mismos tendencias latentes hacia las personas de su mismo sexo, no por ello hubieran dejado de percibirlo más tarde, en su vida sexual ulterior.

1 Sigmund Freud fue un médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX. (Wikipedia)

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