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La vieja escuela

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El comienzo de la programación y los programas del Normandie

Las películas que exhibía el Normandie en la década de los ochenta tenían diferentes fuentes: distribuidoras de películas conocidas como las Majors (20th Century-Fox, Warner Bros., Columbia Pictures, Universal Pictures, Disney, etc...); distribuidoras de películas nacionales (Conate, CCN, Fénix, Transeuropa, Chilefilms, entre otras); embajadas e institutos binacionales; universidades, como USACH, UCV o la Universidad Católica; compra de películas usadas a distribuidoras; compras de películas para reestrenar y compras en el extranjero de películas que nunca llegaron a estrenarse en Chile.

Las reposiciones y los estrenos se organizaban de dos formas, en ciclos o películas unitarias. Estas exhibiciones se acompañan de guías de programación (grillas) y textos de formación y apreciación sobre las obras, en formato papel, que se encuentran en el archivo digital y se analizan en el siguiente capítulo. Las críticas de las películas unitarias no contenían las fechas en que serían exhibidas, así como tampoco las tenían algunos programas de ciclos. Es por ello que de estos materiales no puede deducirse la cartelera día a día del cine, aun cuando puede deducirse del contraste con los materiales fechados.38

Las películas unitarias solían ser presentadas en trípticos, y de estos en el archivo se conservan alrededor de ciento cincuenta que hacen referencia a películas de alrededor de cien directores de cine. Aquí se encuentran directores como Kurosawa, Tarkovsky, Bertolucci, Saura, Scola, Fellini, Coppola, Truffaut, Bergman, Skolimowski, Camus, Weir, Attenborough, Herzog, Wenders y Allen, entre otros. Entre las películas presentadas unitariamente se destacan algunos estrenos como Vértigo, de Hitchcock, donde la publicidad decía “una de las 10 mejores películas de la historia del cine” además de incluir un anuncio de próximo estreno Balkan Express, de Branko Baletić, traída por Los Filmes de la Arcadia y con un texto de presentación escrito por el encargado de negocios de a.i.R.S.F. de Yugoslavia. El texto habla de la presencia yugoslava en Chile e incluye una nota de la realizadora chilena-yugoslava Nieves Yankovic, pese a no exhibir una película suya. Otras películas estrenadas gracias a Los Filmes de la Arcadia fueron Daniel de Sidney Lumet; Agua y jabón, de Carlo Verdone; Todo se puede enriquecer, de Mauro Severino; Giordano Bruno, de Giuliano Montaldo, que fue auspiciada por el Instituto Chileno Italiano de Cultura; Café express, de Nanni Loy.


Portada y contraportada del tríptico de Vértigo. Archivos Normandie.

Los ciclos de cine de películas extranjeras auspiciados por diversas embajadas o institutos bilaterales de cultura son los más importantes por su calidad y variedad. El primer caso en este período es el “Ciclo de cine social italiano”, en cartelera entre octubre y diciembre de 1982, a cuatro meses de la inauguración del cine arte y a dos meses del comienzo de la programación que lo caracterizaría. Fue patrocinado por la Embajada de Italia y la Pontificia Universidad Católica de Chile, organizado por el Instituto Chileno-Italiano de Cultura (IIC), la PUC, la Oficina extensión-UC, la Facultad de Letras de la Universidad Católica de Valparaíso, la Cineteca Chilena, y Filmoarte Ltda; y contaron también con el auspicio de la Corporación de Televisión de la PUC y con la colaboración de Turbo pulverizadores agrícolas Fabrizio Lévera, de Isla de Maipo.39 El texto de presentación sugiere:

“Probablemente la denominación “cine social”, tan vagamente generalizante, aplicada al cine italiano difumina aún más sus límites, en cuanto se refiere a una cinematografía en la que la sociedad y sus estructuras ocupan un lugar preponderante. Trátese de tragedias en tono mayor, melodramas, comedias costumbristas o “cine cívico”, los conflictos individuales o colectivos, aparecen siempre insertos en un contexto histórico y social preciso, de modo que, como ninguno, el cine italiano ha logrado esa síntesis dialéctica entre el drama de seres singulares y el de las estructuras sociales en que se hayan insertos.”

Citando a André Bazin la presentación del ciclo agrega:

“Los filmes italianos… rechazan, implícita o explícitamente, utilizando el humor, la sátira o la poesía, la realidad social que utilizan; pero saben también -hasta cuando toman posiciones muy concretas- no servirse de esta realidad como un medio. El que la condenen no les obliga a emplear con ella la mala fe. No olvidan que el mundo, antes de ser condenable, “es”, simplemente. Lo que voy a decir es probablemente estúpido […] pero decidme si al salir de ver un filme italiano no os sentís mejores; si no sentía el deseo de cambiar el orden de las cosas y de hacerlo, convenciendo a los hombres, al menos a los que pueden llegar a convencerse de que sólo la ceguera, los prejuicios o la mala suerte son los causantes de que hagamos daño a nuestros semejantes. […] Yo estaría dispuesto a considerar su humanismo como el principal mérito, en cuanto al fondo, de los filmes italianos actuales.”


Portada e interior del folleto de ciclo de cine italiano. Archivos Normandie.

Desde este primer ciclo vemos marcadores claros de la programación del Cine Arte Normandie: colaboración con otras instituciones culturales para conseguir tanto las películas mismas para su exhibición, como la escritura de las críticas; la puntualización del contexto como esencial para entender cada obra; una interpelación directa al público; y sobre todo, un ejercicio de apreciación con una moral clara: una perspectiva humanista, centrada en el respeto por las personas.

Además del apoyo y colaboración del IIC, encontramos también a instituciones de cultura europea o latinoamericana. Por ejemplo, entre noviembre y diciembre de 1986 se dio el Ciclo de Cine Alemán, patrocinado por la Embajada de la República Federal de Alemania y el Instituto Chileno-Alemán de Cultura, Goethe Institut y organizado por la Cineteca Chilena y Filmoarte Ltda. La presentación de este ciclo comienza con una cita del Manifiesto de Oberhausen, de 1962, declaración del nacimiento del Nuevo cine alemán. En octubre y noviembre de 1989 se exhibió la semana de cine francés, con el patrocinio de la Embajada de Francia y organizado por Unifrance Internacional, el Instituto de Cultura Francesa -quienes además presentan el ciclo al público- y Filmoarte. Este ciclo fue exhibido tanto en Santiago como en el Cine Arte de Viña del Mar. El texto de presentación se cuestionaba: “¿Por qué una semana de Cine Francés en Chile? Para el placer de los espectadores incondicionales por supuesto, pero también para dar a conocer nuestro cine a un público que tiene demasiada poca oportunidad de ver películas francesas, sea en las salas o en la televisión.” Paralelo a este último mes se exhibió también uno de los últimos ciclos realizados en la sede de Alameda, fue la Segunda Muestra de Cine Colombiano, con el auspicio de CNN Video, Los Filmes de la Arcadia y Filmoarte.


Portadas ciclos alemán, francés y colombiano. Archivos Normandie.

Tras el primer ciclo de cine italiano vinieron ciclos de cine norteamericano y ciclos temáticos. Entre enero a marzo de 1983, se realizó el “Primer ciclo de cine de medianoche: tendencias del cine norteamericano actual” el cual fue auspiciado por el Instituto Chileno Norteamericano de Cultura. Le siguieron entre abril y junio del mismo año el “Ciclo de Cine Fantástico” y entre julio y octubre el “Programa cine de medianoche: ciclo el cine de humor.” Así, continuando la utilización de horarios alternativos de exhibición programación que se habían utilizado en el Toesca, el Normandie llenó de fantasía y humor la noche santiaguina.


Portadas trípticos de Cine de medianoche, impulsados por el Cine Arte Normandie. Archivos Normandie.

Paralelo a la programación de medianoche, existían los domingos en la mañana ciclos de “Amigos del cine arte.” En estos ciclos, los amigos del cine, que tenían carnet para acreditarlo, podían entrar gratis, aunque estaban abiertos a todo público como función de pago normal. Sobre este modo de atraer al público:

“Fue una operación de Alex y de Sergio, de armar este club de amigos, como forma de fidelizar. Era una perspectiva que entendíamos como necesaria, porque había una evolución también en el campo cinematográfico chileno, que demandaba cómo ir afianzando ciertas iniciativas y en ese sentido el club de amigos fue bien importante durante varios años.”40

El segundo ciclo de Amigos del cine arte estuvo dedicado al “Cine policial francés.” El tercero fue entre marzo y junio de 1983 y se dio la “Muestra de Cine Británico.” El cuarto ciclo de Amigos del cine arte fue sobre “Cine Norteamericano actual: vigencia de la generación del cincuenta” y se comenzaba a exhibir solo cuatro meses después de la última película del primer ciclo de cine de medianoche. En el primer año y medio del Normandie se puede notar una tendencia de organizar ciclos en torno al cine norteamericano, clásico y contemporáneo a esa época. Al cine norteamericano se suma también el británico, en el tercer ciclo de Amigos del cine arte, y la semana de cine australiano en mayo de 1983, poblando así el primer año y medio del cine arte de películas angloparlantes.

 

Algunos de los ciclos de los Amigos del cine arte. Archivos Normandie.


Publicidad Amigos del Cine Arte Normandie. Colección Cine Arte Normandie.

El quinto ciclo de Amigos tuvo una programación sobre “El cine y la mujer” entre noviembre de 1983 y abril de 1984. En el texto de presentación del ciclo, José Román nos dice:

“Se suele reprochar al cine la imagen menoscabada que ha entregado de la mujer a lo largo de su historia como expresión artística, subordinada siempre al hombre, eje de los peligros, tensiones y conflictos de sus relatos. [...] El machismo en el cine no ha sido sino un eco del machismo en la sociedad. Por otra parte, la imagen femenina se ha ofrecido como reflejo social y a la vez como modelo a imitar.”

El texto exploraba, desde referentes feministas, la estética de la mujer en la obra y presentaba a algunos directores que representan en sus obras a las mujeres de modo diferente a como se hacía en el pasado. En el texto se indicaba: “cuando Antonioni enfrenta a sus mujeres a la pusilanimidad masculina o a su inconsciencia o alienación, hace temblar las bases de la pareja burguesa. Por su parte, Bergman demuestra que la angustia existencial, los conflictos de identidad y la desesperanza, suelen ser mejor llevados por las mujeres que por los hombres.” Esta presentación concluye diciendo: “en general se trata de obras que no postulan un feminismo a ultranza, ni examinan con un revanchismo maniqueo las relaciones de la pareja, como suele suceder con cierto cine actual. Por el contrario, en los filmes citados hay una aproximación a la naturaleza humana a través de protagonistas femeninas, integrándolas con plenitud de derechos a los conflictos, heridas, heroísmos y fracasos que antaño se consideraban reservados al mundo masculino.” De este modo, la concepción de humanismo iba más allá de concepciones de justicia social, sino que exploraba referentes de modos para enfrentar lo social, en donde, por ejemplo, las mujeres tenían roles de igual importancia a los protagonistas masculinos.

Durante noviembre y diciembre de 1985 se exhibe el Ciclo de la comedia italiana en múltiples salas de Chile. En Santiago se dio en el Cine Arte Normandie y en el Cine UC, en Viña del Mar en el Cine Arte, en Concepción en el Cine Romano, y en La Serena en el Teatro El Centenario. Junto a ello se realizaron diversas actividades como el foro sobre la comedia italiana en el Aula Magna de casa central de la Universidad Católica y varios preestrenos para Chile como Agua y jabón (Carlo Verdone, 1983), Fiebre de caballo (Steno, 1976), Comencemos de a tres (Massimo Troisi, 1981) y Todo se puede enriquecer (Mauro Severino, 1976). Algunas exhibiciones se dieron solo en el cine Normandie como Querido papá (Dino Risi, 1979), Cuarto de hotel (Mario Monicelli, 1981), Café express (Nanni Loy, 1980), Brancaleone en Las cruzadas (1970) y Amantes y mentirosos (1979), ambas de Mario Monicelli.


Portada del ciclo de comedia italiana en múltiples sedes. Archivos Normandie.

Como vemos, no todas las películas exhibidas en los ciclos del Normandie eran exclusivas del cine, pues circulaban en un pequeño circuito de salas dedicadas al cine arte que empezó a emerger en este período, y que tenían estrecha relación con el Normadie -en particular el Cine UC, con el que se compartían criterios de programación-.41 Esto implicó, por ejemplo, que parte del Festival de Cine UC se diera en el Normandie, y que incluso algunos de sus catálogos los escribiera Sergio Salinas. En los archivos del Normandie, podemos encontrar dos folletos de Festivales de Cine UC, el primero fue el ya mencionado de septiembre de 1989.


Programación 13 años de Festivales Cine UC, celebrado en el Normandie y en el Cine Arte de Viña de Mar. Archivos Normandie.

El archivo tiene un formato que no tuvo ninguno más, bastante grande con un doblez en la mitad, e impreso azul. Las películas las presentan Cine UC y Filmoarte. La programación incluyó Terciopelo azul, de David Lynch (1986), cuya reseña fue presentada por José Román. El honor de los Prizzi de John Huston (1985), Fanny y Alexander (1982) y Sonata otoñal (1978) ambas dirigidas por Ingmar Bergman, fueron presentadas por Luis Cecereu Lagos, profesor de Teoría del Arte de la PUC y Sergio Salinas escribió sobre Nos habíamos amado tanto, de Ettore Scola (1974). El programa dice que su contribución es gentileza de Los Filmes de la Arcadia.42


Texto de presentación de Será posible el sur, con publicidad de Los Filmes de la Arcadia. Archivos Normandie.

A través del tiempo, la relación con el director de programación del Cine UC, Ignacio Aliaga, generó la creación de Los Filmes de la Arcadia en 1987, única distribuidora de cine arte de ese momento. Esto calzó con el momento en que las distribuidoras cinematográficas habían comenzado a subir los precios y obstaculizar el arriendo de películas. La distribuidora permitió mayor independencia de las grandes compañías, gracias a la adquisición de material propio a las distribuidoras de Buenos Aires, lo que diversificaría la oferta de programación en los años noventa. Al respecto, Ignacio Aliaga, uno de los socios de Los Filmes de la Arcadia, recuerda:

“... Nos dimos cuenta de que estaban muy cerrados los caminos para obtener material, cada vez había interés por ampliar, digamos, las líneas de programación, ¿no? Nos dimos cuenta de que era necesario tener alguna acción que abordara ese problema, que generara una apertura mayor de la cultura cinematográfica que estábamos trabajando. Arcadia por lo tanto era un proyecto que tenía como función servir a los espacios cinematográficos, en esa época, a fines de los ochenta (...) Nos sentábamos y analizábamos y veíamos las cosas que interesaban y después hacíamos una retrospección en Buenos Aires, porque ahí estaban los distribuidores, entonces conversamos los tres y decíamos ‘ya, hagamos el empeño’. Era una buena cosa buena, sí, porque además hay que pensar que en ese tiempo las únicas opciones de distribución que habían en Chile eran las norteamericanas, o de alguna empresa chilena como CONATE, CCN, Cinematográfica Biobío (...) pero su objetivo era comercial, lo nuestro abrió un campo nuevo que era poner el acento en la calidad de la película.”43

Otras películas traídas a Chile y exhibidas en el Cine Arte Normandie y Cine Arte de Viña fueron Alexander Nevski, de Serguéi Eisenstein (1938), cuyo tríptico contenía fotos y bocetos originales de rodaje; Fresas salvajes, de Ingmar Bergman (1957), Siberiada, de Andrei Mikhalkov-Konchalovsky (1979), El sacrificio (1986) y Stalker, (1979) ambas de Andrei Tarkovsky. Cuando se publicitó esta última, se incluyó como publicidad una cita de la crítica publicada en el New York Times. También se exhibieron Cuchillo al agua, de Roman Polanski (1962) y El resplandor, de Stanley Kubrick (1980), presentada en Ciclo de Cine Fantástico de medianoche. Todas las películas antes mencionadas se convirtieron en clásicos del Cine Arte Normandie.


Portada tríptico Alexander Nevsky y contraportada de La apuesta del comerciante solitario con la publicidad de Stalker. Archivos Normandie.

De particular interés de Los Filmes de la Arcadia parecen ser las obras sobre música tales como Pieza inconclusa para piano mecánico, de Nikita Mijalkov (1976), Mahler, de Ken Russell (1974) y De Mao a Mozart, de Murray Lerner (1979), concierto del famoso violinista Isaac Stern en China. Esta película se publicitó contando que había recibido el Oscar a Mejor Largometraje Documental 1981 y el Premio OCIC 1981, por su aporte a la comprensión entre los pueblos. Acá entonces también podemos ver una vertiente del humanismo en la producción musical.

Los Filmes de la Arcadia también contribuyó con Cuida tu revés, de Jacques Tati (1937), que formó parte de la retrospectiva Jacques Tati, organizada en conjunto con el Servicio Cultural de la Embajada de Francia y que se exhibió en El Biógrafo.44 La Embajada Argentina apoyó con Será posible el sur, de Stefan Paul (1985) obra sobre Mercedes Sosa estrenada en Chile en noviembre de 1988, y una de las primeras compras de Los Filmes de la Arcadia.45 La crítica fue escrita por María Eugenia Meza -una de las pocas críticas mujeres-. Otra película latinoamericana estrenada por Filmoarte fue Tiempo de morir, de Jorge Alí Triana (Colombia, 1985). Se exhibieron otras obras latinoamericanas, como por ejemplo La historia oficial, Luis Puenzo (Argentina, 1984), que se exhibió en el Normandie tras su distribución comercial, gracias a Eduardo Contreras, publicista de CCN y creador de Villarrica Films, que había previamente sido parte del Cine Club Omega.

El último día de funcionamiento en Alameda 139, se exhibió en tres horarios Las aventuras del Barón Münchausen, de Terry Gilliam (1989), que como en otros años, destinaba la venta de entradas a beneficio del personal que trabajaba en el cine.46


Personal de cine con el afiche de la última función sede Alameda. Colección Cine Arte Normandie.

El carácter formativo de la programación

El cine Normadie era reconocido por sus preferencias por el cine europeo, considerado frecuentemente de carácter menos comercial y más ‘artístico’. Por eso las películas de estreno norteamericanas eran consideradas como una excepción por el público:

“... yo recuerdo de haber ido más bien a ver películas de los maestros europeos, ir a ver películas de Fellini, de Bergman, porque además ellos los tenían en su colección. Entonces, recuerdo haber visto películas soviéticas, las películas de Nikita Mijalkov, de Andrei Konchalovsky, esas cosas recuerdo haberlas visto en el Normandie. Recuerdo también haber visto París, Texas [1984] todas estas de Wenders [...] Entonces lo asocio harto al interés por cine autoral más bien europeo, sin perjuicio de que dieran otras cosas.”47

Como señala quien fuera un asiduo espectador del Normandie, Alberto Fuguet:

“Vi La ley de la calle [Francis Ford Coppola, 1983] en el Cine Arte Normandie, en septiembre de 1984, en una función de la tarde, llovía. Ver cualquier película en el Normandie en aquella época era una garantía de calidad. Además, me quedaba cerca de la Escuela de Periodismo de la U. de Chile. Por otro lado, era una película rara en esa sala, más acostumbrada a dar Fassbinder. Era gringa, de Coppola y con actores que yo conocía de filmes comerciales de antes: Matt Dillon, Diane Lane, Mickey Rourke. Me acuerdo claramente: me quedé pegado en el asiento. Salí y pagué de nuevo la entrada para verla otra vez. Lo positivo es que es una influencia buena, de la que se puede aprender.”48

 

La experiencia del Cine Normandie marcó, en muchos casos, la relación de los espectadores con el cine a futuro (ver recuadros). Es evidente que, independientemente de la procedencia de las películas, para los espectadores el solo hecho de estar programadas en el Normandie les otorgaba cierto sello de calidad y aseguraba estar viendo películas, de algún modo, importantes. El énfasis que el Normandie ponía además en su programación, a través de las críticas y comentarios impresos, reforzaba continuamente esta idea, y los espectadores podían sentir que tenían acceso al “buen cine.”


Mi papá un día me llevó al Normandie cuando el Normandie quedaba en el Centro Alameda, y me acuerdo que vimos las películas de Chaplin, de ahí me llevó a ver Brazil (Terry Gilliam, 1985) […] También fui a ver en los ciclos de verano, muy baratas además, las películas creo que estaban casi gratis o un precio ridículamente bajo, entonces iba con mi papá y veía las películas que había… yo me acuerdo una que me impactó mucho, La caja de música, de Costa Gavras (1990). Juan Pablo Vilches (entrevista, agosto 2019)


“Ahí es donde podías ver películas como Reds [Warren Beatty, 1981] o como Gandhi [Richard Attenborough, 1982], y podías como decir que no (...) a Pinocho, tu acto de resistir pasivamente y pa’ callao, ir a ver la película y llenar Gandhi, y se llenaba, yo fui con mi papá y creo que fue la primera vez que fui al Normandie, y muy impactado [...] La gente pasaba por encima de esa barrera artística para instalarse en un escenario ideológico yo creo.” Christian Ramírez (entrevista, julio 2019)


Interior tríptico Reds. Archivos Normandie.


“Vi Rumble Fish [Coppola, 1983] en el Cine Arte Normandie, que entonces estaba en la Plaza Italia. A las tres y media de la tarde, un viernes, pleno invierno. ¿Junio? ¿julio? ¿Habrá sido mayo? No me saqué el abrigo de la ropa usada por el frío que hacía en la sala. El Normandie era, sin duda, uno de mis mejores amigos. Llovía, me acuerdo, o había llovido. Creo que la vi solo. Debo haberla visto solo. Siempre pienso que las películas buenas las vi solo. Lo que es cierto. Uno las ve solo, esté con quien esté. La vi después de clases. La Escuela de Periodismo estaba cerca.” Alberto Fuguet, VHS (2017)

Bajo esta perspectiva, la selección del Normandie permitía al público sumergirse en el mundo que se les ofrecía e ir desarrollando su conocimiento y un gusto guiado por el cine, esto es, ir desarrollando una cinefilia en torno a cines nacionales, y particularmente bajo la idea de un “cine de autor.” Como explica el crítico y programador Felipe Blanco:

“Lo que pasa es que en ese tiempo, en los primeros tiempos del Normandie, o sea todavía tríptico, no hoja de mimeógrafo, se estructuraba bastante en ciclos temáticos, por lo tanto tú tenías un programa con toda la programación y tú eventualmente veías, ya, quiero ver esta, un poco la primera vez que ibas, la primera experiencia en ese ciclo, definías cuáles ibas a ver, independiente de que después algunas no las veías, típico. Pero ahí como que se armaba un poco, como que ahí ya enganchado, el efecto sicológico era básicamente el tríptico, y la organización en ciclos, porque ya tú veías una película, te gustaba, ya, me gustó quiero ver esta, esta, esta y esta. Básicamente eran películas muy desconocidas. Desconocidas porque se habían estrenado hace mucho tiempo y eran copias que estaban dando vueltas porque quién sabe qué, o de frentón eran películas nuevas que habían llegado por convenios con embajadas, o eran paquetes que estaban dando vueltas, claro el paquete de Fassbinder siempre se exhibía, se exhibía en la Católica, después pasaba al Normandie, eventualmente en el Espaciocal tiene que haber habido, pero en esos recurrentes. Entonces la experiencia era esa, era cómo estructuraban ese en torno de directores, creo que eso era muy importante, para mí al menos era muy importante.”49


Ejemplo de la programación, la hoja de doblaba por la mitad, creando un pequeño “folleto.” Archivos Normandie.