Panorama de la metaficción

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From the series: Vos Académica
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1.3 El origen de la metaficción

La metaficción es un fenómeno tan antiguo como la literatura misma. Ésta, que podría ser una afirmación temeraria, encuentra bases para su sustentación al señalar diversas manifestaciones de este tipo de las que se tiene noticia, a través del rastreo realizado por distintos investigadores:


The phenomenon of an artwork mirroring itself as it mirrors reality is of course by no means restricted to the novel: and in literature it could be traced back as far as the bard within the epic in the Odyssey and Euripides’s parody of the conventions of Greek tragedy. Renaissance theater, to cite a central instance, offers many striking examples of such artistic self-consciousness.10 El fenómeno de un arte reflejante en sí mismo como el reflejo de la realidad no está restringido de ninguna manera a la novela: y en la literatura puede ser rastreado tan lejos como el bardo dentro de la épica en la Odisea y en la parodia de Eurípides de las convenciones de la tragedia griega. El teatro del Renacimiento, para citar un modelo central, ofrece muchos ejemplos impresionantes de tal autoconsciencia artística.

De hecho, la metaficción es tan antigua como las primeras aproximaciones a la literatura. Según Karl Kao es conocido que ya Aristóteles en la Poética se refiere a una obra paródica con elementos metaficcionales:


Examples of such meta-fictional auto-references in Western literature, in fact, have been traced even further back to the Greek tradition, to works of mock-epics and the parodic writings such as that of Hegemon of Thasos mentioned in Aristotle’s Poetics.11 Ejemplos de tales autorreferencias metaficcionales en la literatura occidental, de hecho, pueden ser rastreados incluso más lejos, hasta la tradición griega, en las obras burlescas épicas y en los escritos paródicos de Hegemón de Tasos mencionados en la Poética de Aristóteles.

La metaficción es aún más clara y sorprendente durante los siglos XVI y XVII. Basta con mencionar Hamlet de Shakespeare y en la tradición literaria hispánica La vida es sueño y El gran teatro del mundo, de Pedro Calderón de la Barca; Lo fingido verdadero y Los locos por el cielo, de Lope de Vega; El vergonzoso en Palacio y La fingida Arcadia, de Tirso de Molina; El retrato de las maravillas, Los baños de Argel, La gran sultana, La entretenida y Pedro de Urdemalas, de Cervantes. Esto es aún más evidente en los textos de carácter burlesco, donde la intertextualidad, la parodia y la tematización de la ficción son necesarias en la construcción de estas obras. Tal es el caso de las comedias burlescas El cerco de Tagarete, de F. Bernardo de Quirós o de Las mocedades del Cid, de Jerónimo de Cáncer.12 Tampoco se puede dejar de lado el teatro cómico breve, en el que un gran número de textos, jácaras, loas, entremeses y mojigangas hacen referencia a su carácter ficticio.

Aunque, sin duda alguna, son dos las grandes novelas en las que pueden percibirse rasgos metaficcionales aún sorprendentes en nuestra época. El Quijote, de Cervantes y Tristram Shandy, de Laurence Sterne son obras en las que se encuentran ya muchos de los rasgos característicos de lo que en la actualidad se designa como metaficción. Aun más, pues a diferencia de muchos textos de este siglo, en estas novelas se produce no una mera demostración de genialidad formal, sino también un profundo cuestionamiento de múltiples aspectos que revelan las posibilidades de lo ficticio:


The four self-conscious novelists of the first great age of the novel (from the beginning of the seventeenth century to the end of the eighteen) are Cervantes, Fielding, Sterne and Diderot... They were the first —and Cervantes of course the first among them— to see in the mere fictionality of fictions the key to the predicament of a whole culture, and to use this awareness centrally in creating new fictions of their own.13 Los cuatro novelistas autoconscientes de la primera era de la novela (desde el principio del siglo diecisiete al final del dieciocho) son Cervantes, Fielding, Sterne y Diderot. Ellos fueron los primeros —y Cervantes por supuesto el primero entre ellos— en ver en la mera ficcionalidad la llave del predicamento de toda una cultura, y usar esta consciencia centralmente en crear nuevas ficciones de ellas mismas.

El origen de lo metaficticional da cuenta de la discordancia temporal entre el fenómeno y su designación. La razón de tal desacuerdo parece encontrar justificación en el hecho de que, si bien es cierto que esta tendencia se produce casi desde los inicios de la literatura, no había sido diferenciada porque los estudios sobre las obras que la presentaban se habían centrado en otros aspectos y porque la metaficción se había producido de manera más o menos dispersa en épocas literarias distintas.

Es sólo hasta el siglo XX que un abundante número de textos presentan rasgos metaficcionales. Cuando los críticos empezaron a identificar estas obras con el subsecuente análisis de sus recurrencias temáticas y formales, se impuso la necesidad de diferenciar, caracterizar y delimitar esta tendencia narrativa: “But it has been the twentieth century that has seen metafictional works beginning to appear with insistent regularity”.14 [Pero ha sido en el siglo veinte donde se ha visto que las obras metaficcionales empiezan a aparecer con insistente regularidad]. Así, la proliferación de textos metaficcionales en el siglo XX provocó, a su vez, una numerosa aparición de estudios alrededor de este fenómeno, el cual, a pesar de su antigüedad, no había sido estudiado hasta hace pocas décadas. Es imposible negar, sin embargo, que lo metaficcional siempre ha estado presente en la literatura y que su presencia se hizo notoria sólo hasta hace poco tiempo debido a su intenso contraste con la estética realista de los siglos anteriores:


Self-reflexivity itself is a deeply ingrained quality in the Western literary tradition. It is now simply being brought to a head by the hyper meta-sensibility of postmodernism in the wake of the demise of nineteenth-century high realism.15 La autorreflexividad es una cualidad arraigada profundamente en la tradición literaria occidental. Ahora simplemente es enfatizada por la hipermetasensibilidad del modernismo a la luz de la desaparición del hiperrealismo del siglo XIX.

1.4 El concepto de metaficción

La tardía delimitación y denominación de este fenómeno responde, según Hutcheon, a una fosilización de la crítica que no aceptaba modelos que se encontraran fuera de los tradicionales y que fue incapaz de reconocer, hasta Gass, una nueva tendencia en la narrativa, a pesar de que ya tenía siglos de haberse manifestado:


What was a temporary stage in literature became a fixed definition in criticism from this point on, any form which revealed a moving beyond that stage could only be dealt with in negative terms (as not really a novel, or at best as a new novel or perhaps as a metafiction) rather than being treated in terms of a natural, dialectical development of the genre.16 Lo que fue un estado temporal en la literatura se convirtió en una definición fija en la crítica. A partir de este punto, cada forma que revelara un movimiento alejado de ese estado sólo podía ser tratado en términos negativos (no realmente como una novela, si acaso como una nueva novela o quizá como metaficción) mejor que ser tratada en términos de un natural desarrollo dialéctico del género.

Este no fue el único problema para el estudio de tal narrativa, ya que la identificación del fenómeno y su denominación no implicaron un estudio sistemático sobre un hecho ya delimitado; así pues, este término, inventado en la década de los setenta, no fue aceptado de manera uniforme. Paralelamente a lo propuesto por Gass, múltiples nombres fueron acuñados para referirse a los textos que presentaban rasgos metaficcionales: “The similar modes have been variously termed: ‘the introverted novel’, ‘the anti-novel’, ‘irrealism’, ‘the self-beggeting novel’”.17 [Los similares modos narrativos han sido denominados de varias formas: “la novela introvertida”, “la antinovela”, “la novela autoengendradora”.]

A los términos anteriores deben sumarse otros: “a proliferation of critical terms used to designate it: ‘fabulation’, ‘surfiction’, ‘parafiction’, ‘superfiction’, ‘post-contemporary fiction’, and (the most persistent) ‘postmodern fiction’”.18 [Una proliferación de términos críticos usados para designarlo: “fabulación”, “sobreficción”, “paraficción”, “superficción”, “ficción poscontemporánea” y (el más persistente) “ficción posmoderna”].

Existen también otros conceptos por medio de los cuales se designan este tipo de textos: “literatura del agotamiento” (“literature of exahustion”), novela reflexiva (“reflexive novel”), “novela autorrepresentacional”, “ficción narcisista” (“narcissistic fiction”) y narrativa “autoreveladora”, e incluso designaciones como “mímesis abortiva” (“abortive mimesis”) y “la muerte de la muerte de la novela” (“the death of the death of the novel”).

 

Todas estas voces dan cuenta de la complejidad del fenómeno, pues hacen referencia a la multiplicidad de factores, formas y estrategias que se manifiestan en textos de este tipo y, al mismo tiempo, revelan las concepciones particulares de los planteamientos que se han producido sobre este aspecto. Sorprende sobre todo la diversidad de formulaciones, incluso entre aquellas que adoptan términos similares o supuestamente referidos al mismo elemento.

Muchas de las expresiones mencionadas resultan problemáticas en la designación de este fenómeno. Algunas de ellas son reduccionistas, ya que sólo dan cuenta de una de las múltiples características de lo metaficcional; tal es el caso de los conceptos novela reflexiva (reflexive novel), novela engendradora (self-begetting novel) y novela autoconsciente (self-conscious novel) que sólo aluden a algunos de los rasgos que implica un texto metaficcional.

Otras pretenden englobar todos los aspectos implicados por este fenómeno, pero son usadas por un solo autor, lo que supondría cambiar únicamente una etiqueta por otra, por ejemplo, en vez de usar “metaficción” utilizar “surfiction” (“sobreficción” en español, según la traducción de Dotras) y hacer aún más caótica la terminología al respecto.

Algunas nociones, por otra parte, son demasiado generales e imprecisas, por lo que resultan de inmediato inadecuadas para determinar a este tipo de textos. Tal es el caso de antinovela, pues abarca textos no necesariamente metaficcionales, tal como ya lo había señalado William Gass. Resulta sorprendente, entonces, que el término antinovela siga siendo analogado a metaficción por su carácter subversivo y crítico de lo establecido:


The meaning of the antinovel seems too wide to serve as a description of metafictional works, because a not considerable number of novels appear as protests against established artistic forms without possessing metafictional characteristics”.19 El significado de la antinovela parece demasiado amplio para servir como una descripción de los trabajos metaficcionales, porque un considerable número de novelas aparece como una protesta contra las formas artísticas establecidas sin presentar características metaficcionales.

De igual forma, a pesar de que insistentemente suele denominarse bajo el concepto de ficción posmodernista, sobre todo en la crítica angloamericana, resulta también inaceptable aplicarlo a todos los textos incluidos en esa categoría, porque aluden a lo que se denomina como metaficción, pero también a otras obras que no manifiestan rasgos que permitan considerarlas como tales.

La relación metaficción-posmodernismo todavía en los últimos años no parece ser claramente diferenciada, basta con mencionar algunos títulos de exploraciones actuales, como Russian Postmodernist Metafiction, de Nina Kolesnikoff, publicado en 2011, en el que pareciera que la metaficción es un rasgo inherente a los textos posmodernistas. Ya Smyth, casi veinte años atrás, explicaba que esta conexión era de inmediato establecida porque el posmodernismo incluía muchas obras con rasgos metaficcionales, los cuales, sin embargo, no son inherentes a este tipo de obras: “Postmodernism can include self-reflective, metafictional novels or more disparate literary forms like the nonfiction novel, essay autobiography and combinations of realism and fantasy”.20 [El posmodernismo puede incluir novelas autorreflexivas, metaficcionales o algunas otras formas literarias dispares como la novela de no ficción, el ensayo, la autobiografía y las combinaciones de realismo y fantasía.]

Por su origen, no obstante, la metaficción no es una tendencia que sólo haya aparecido en lo que algunos teóricos denominan narrativa posmodernista, pues como ya se mencionó, también se produjo en periodos y textos difícilmente englobados por esta categoría, además de que no es el único tipo de ficción producido en este periodo, por lo que no se presuponen recíprocamente:


Metafiction is not the only kind of postmodern fiction, and nor is it an exclusively postmodern kind of fiction. It is neither a paradigm nor a subject of postmodernism. Terms like “metafiction’ and ‘postmodernism’ are not sustained by any common essence among their referents.21 La metaficción no es el único tipo de ficción posmodernista, y no es una forma exclusiva de ficción posmoderna. No es ni un paradigma ni un sujeto del posmodernismo. Términos como “metaficción” y “posmodernismo” no son definidos por ninguna esencia común entre sus referentes.

La presuposición posmodernismo-metaficción todavía no ha sido resuelta y muchos estudiosos los siguen implicando en una relación intrínseca. Estos autores parecieran implicar que el posmodernismo no es posible sin la metaficción y que, si bien ésta es un fenómeno presente en la literatura desde sus inicios, sólo adquiere su verdadera madurez y función en la narrativa posmodernista. Sin embargo, también es claro para muchos otros teóricos de este fenómeno que posmodernismo y metaficción no están imbricados necesariamente.

Otras denominaciones tienen una carga negativa, aunque no sea ese el objetivo de los autores que los utilizan, lo cual va en detrimento de lo metaficcional, ya que se concibe en términos desfavorables, como una especie de antiliteratura. Aquí se incluirían ficción narcisista (“narcissistic fiction”), mímesis abortiva (“abortive mimesis”) y novela introvertida (“introverted novel”). Es evidente que no son claras las propiedades implicadas por los textos designados de esta manera, tales apelativos parecieran querer otorgar rasgos que poco tienen que ver con la ficción misma y que resultan muy poco explicativos de lo que refieren.

La causa de tal proliferación terminológica tal vez tenga que ver con los múltiples factores que la metaficción implica, como afirma Waugh, es “an elastic term which covers a wide range of fictions”22 [un término elástico que cubre un gran rango de ficciones].

En la actualidad todos esos términos suelen englobarse bajo la categoría más general de metaficción, y aunque todavía coexisten con ella como parte de la historia de esta categoría, ya se ha alcanzado la uniformidad en la utilización de este concepto. En 1995, según Currie, todavía estaba ausente en los diccionarios sobre terminología literaria:


Because metafiction is not strictly a kind of fiction, because previous definitions have no often confronted its complexity, the term ‘metafiction’ has never really established an assure place in the lexicon of critical terms” Porque la metaficción no es un estricto tipo de ficción, porque definiciones previas no han enfrentado su complejidad, el término “metaficción” nunca ha conseguido un lugar en el léxico de los términos críticos.

Hoy en día, el uso y aceptación de este término está más o menos generalizado y ya nadie pone en duda su estabilización como concepto,23 así como los diversos elementos que lo caracterizan, sobre todo debido a los diversos trabajos elaborados durante la década de los ochenta y los noventa sobre este aspecto.

Resuelta la cuestión terminológica, hay que advertir también que lo metaficcional, así como las múltiples formas y estrategias que adopta, no son exclusivas de la literatura, también se han producido en las demás áreas del arte, fenómeno al que Christensen ha denominado meta arte y del cual proporciona distintos ejemplos:


Meta-art, which turns its attention upon the work of art itself, is prevalent in all media and art forms. To mention just some areas: in painting is represented by the works of Georges Braque and in drama by Pirandello. Meta-art occurs in film (Fellini), music (J.W. Mastherson) and even in literary criticism.24 El meta arte, el cual vuelve su atención sobre el trabajo del arte mismo, prevalece en todos los medios y formas del arte. Para mencionar sólo algunas áreas: en pintura es representado por los trabajos de Georges Braque y en teatro por Pirandello. El meta arte ocurre en cine (Fellini), música (J. W. Mastherson) e incluso en crítica literaria.

La manifestación de lo metaficcional en las diversas expresiones humanas da cuenta de las posibilidades ofrecidas por las distintas modalidades y mecanismos de esta tendencia, las cuales vehiculan reflexiones sobre los límites y alcances de la actividad creativa.

Notas al pie

1 Luigi Cazzato, Metafiction of the Anxiety: Modes and Meanings of the Postmodern Self-conscious Novel, 2000, p. 17.

* Las versiones del inglés y francés al español son responsabilidad de la autora. El propósito es que el lector tenga a la vista un referente del texto citado en su idioma sin cancelar la comprensión y riqueza que significa el texto en el idioma original. [Nota del editor]

2 Aunque Dotras se refiere exclusivamente a la novela, su definición es válida para cualquier género narrativo.

3 Ana María Dotras, La novela española de metaficción, Ensayos Júncar, Madrid, 1994, p. 28.

4 Linda Hutcheon, Narcissistic Narrative: the Metafictional Paradox, Methuen, Nueva York, 1980, p. 6.

5 Ibid., p. 155.

6 Debe advertirse, sin embargo, que ya Barthes en 1959 había usado la palabra “metaliteratura” para explicar ese tipo de textos: “Roland Barthes avait repéré dés 1959, dans ‘Littérature et métalangage’, cette double conscience de la littérature contemporaine, ‘littérature-objet et métalittérature’”» [Roland Barthes había reparado desde 1959, en ‘Literatura y metalenguaje’, esta doble consciencia de la literatura contemporánea, ‘literatura-objeto y metaliteratura’”]. Laurent Lepaludier, “Introduction” en Métatextualité et Métafiction: théorie et analyses, Presses Universitaires de Rennes, Rennes, 2002, p. 9.

7 William Gass, Fiction and the Figures of Life, Alfred A. Knopf, Nueva York, pp. 24 y 25.

8 Patricia Waugh, Metafiction: the Theory and Practice of Self-conscious Fiction, Methuen, Nueva York, 1984, p. 42.

9 “One has to distinguish accordingly between the origin of the term, designating the phenomenon, and the origin of the phenomenon itself”. [Uno tiene que distinguir de acuerdo con el origen del término, la designación del fenómeno y el origen del fenómeno mismo] Inger Christensen, The Meaning of Metafiction, Universitetsforlaget, Bergen, 1981, p. 9.

10 Robert Alter, Partial magic: The Novel as Self-conscious Genre, University of California, Berkeley, 1975, p. XI.

11 Karl S.Y. Kao, “Self-Reflexivity, Epistemology, and Rhetorical Figures”, Clear, Vol 19, Dic., 1997, p. 59.

12 Se ha contabilizado más de 50 comedias burlescas de los siglos XVI y XVII.

13 Robert Alter, op. cit., p. 3.

14 Ibid., p. 16.

15 Karl Kao, art. cit., p. 59.

16 Linda Hutcheon, op. cit., p. 124.

17 Patricia Waugh, op. cit., p. 49.

18 Robert Alter, op. cit., p. 253

19 Inger Christensen, op. cit., p. 10.

20 Edmund J. Smyth, Postmodernism and Contemporary Fiction, Londres, Batsford, 1991, p. 13.

21 Mark Currie, Metafiction, Longman, Singapur, 1995, p. 15

 

22 Patricia Waugh, op. cit., p. 15.

23 Aunque hay que señalar que, según Laurent Lepaludier, “la tradition française optera souvent pour le terme de métatextualité» [La tradición francesa optará con frecuencia por el término metatextualidad], art. cit, p. 9.

24 Inger Christensen, op. cit., p. 9.

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