La Enfermedad De Parkinson En Tiempos De Pandemia

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La Enfermedad De Parkinson En Tiempos De Pandemia
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La Enfermedad

de Parkinson

en Tiempos

de Pandemia

Juan Moisés de la Serna

Mª Esther Gómez Rubio

Marcos Altable Pérez

Editorial Tektime

2020

“La Enfermedad de Parkinson en Tiempos de Pandemia”

Escrito por Juan Moisés de la Serna; Mª Esther Gómez Rubio y Marcos Altable Pérez

1ª edición: julio 2020

© Juan Moisés de la Serna, 2020

© Ediciones Tektime, 2020

Todos los derechos reservados

Distribuido por Tektime

https://www.traduzionelibri.it

Para referenciar:

De la Serna, J.M.; Gómez Rubio, M.E. y Altable Pérez, M. (2020). La Enfermedad de Parkinson en Tiempos de Pandemia. Montefranco, Italia. Editorial Tektime.

Declaración:

Los autores están conformes con los contenidos incluidos en el manuscrito, manifestando que no existen conflictos de intereses

Aviso Legal

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros medios, sin el permiso previo y por escrito del editor.

La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

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Puede contactar con CEDRO a través de la web www.conlicencia.com o por el teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47.

Prólogo

La enfermedad de Parkinson ha sido ampliamente estudiada a pesar de ello a diario se están produciendo avances en cuanto al diagnóstico y tratamiento se refiere, de ahí la importancia de estar informado, tanto por parte del personal sanitario, como de pacientes y sus familiares.

A continuación se presenta un texto accesible donde se plantean los aspectos más relevantes de esta enfermedad desde una perspectiva actualizada, tanto que incluso se lleva a abordar la pandemia actual y su implicación en dicha enfermedad.

El texto cuenta con el excepcional testimonio de la Dra. Mª Esther Gómez Rubio, Psicóloga Clínica y Neuropsicóloga, Facultativo Especialista de Área del Hospital Nacional de Parapléjicos (SESCAM) quien nos comparte su experiencia de primera mano con la enfermedad de Parkinson.

Igualmente, cuenta con la valiosa contribución del Dr Marcos Altable Pérez, Neurólogo y fundador de Neuroceuta en Ceuta quien comenta sobre la sintomatología no motora y los aspectos neuropsiquiátricos de la enfermedad de Parkinson así como sus implicaciones en esta pandemia.

Sobre los autores:

Dra. Mª Esther Gómez Rubio, Psicóloga Especialista en Psicología Clínica, Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación (sección Filosofía), Máster en Neuropsicología Cognitiva, Máster en Psicopatología y Salud, Máster en Modificación de Conducta, Facultativo Especialista de Área del Hospital Nacional de Parapléjicos (S.E.S.C.A.M.).

Licenciada en Filosofía en U.C.M., Psicóloga especialista en Psicología Clínica U.N.E.D., P.I.R. Hospital de la Princesa (Madrid), Máster Psicopatología y Salud U.N.E.D., Máster Modificación de Conducta U.N.E.D., Máster Neuropsicología Cognitiva U.C.M. y F.E.A. S.E.S.C.A.M. personal adjunto del Hospital Nacional de Parapléjicos.

https://youtu.be/CDDDsNGV0Eg

Dr. Marcos Altable Pérez, licenciado en Medicina, especialista en Neurología, Máster en Neurología Pediátrica y Neurodesarrollo, y Máster en Neuropsicología.

Con múltiples publicaciones en diversos espacios (revistas científicas y congresos nacionales e internacionales, periódicos, páginas web, capítulos de libros, etc.) compaginando el ejercicio clínico en Ceuta, con el continuo estudio y actualización en la Neurología, Neuropediatría y Neuropsicología.

Dr. Juan Moisés de la Serna, Doctor en Psicología, Máster en Neurociencias y Biología del Comportamiento, y Especialista en Hipnosis Clínica, director de postgrados en TECH Universidad Tecnológica y en Universidad Europea Miguel de Cervantes; docente postgrado y director de T.F.M. en la Universidad Internacional de la Rioja y en la Universidad Internacional de Valencia.

Agradecimientos

Desde aquí mi agradecimiento a todas las personas que han compartido con sus conocimientos especializado sobre la enfermedad de Parkinson, especialmente a Dª. Marian Carvajal Paje y a Dª. María Caridad Marín Valero de la Federación Española de Párkinson e igualmente a la Dra. Mabel Velandia Ramos Audióloga (Colombia); al Dr. Horacio Pérez-Sánchez investigador principal del grupo de investigación “Bioinformatics and High Performance Computing” (España), y al Dr. Cesar Rengifo, Médico Toxicólogo en el Servicio Médico de la Cooperativa de Servicios Múltiples (Venezuela).

Índice

Aviso Legal

Prólogo

Sobre los autores:

Agradecimientos

Capítulo 1. Introducción a la enfermedad de Parkinson

Síntomas y Signos de la enfermedad de Parkinson

Síntomas No Motores de la enfermedad de Parkinson

Origen de la enfermedad de Parkinson

Diagnóstico de la enfermedad de Parkinson

Entrevista sobre la Federación Española de Parkinson

Capítulo 3. Contextualizando la Pandemia

La denominación del COVID-19

Sintomatología por COVID-19

Cambios en la atención sanitaria

La enfermedad de Parkinson y COVID-19

Capítulo 4. Testimonio de una Psicóloga y Neuropsicóloga con Parkinson

Antes del Parkinson:

Primera reacción ante al diagnóstico:

Diagnóstico de Parkinson a una Neuropsicóloga:

De la negación a la aceptación

¿Cómo afrontar el Parkinson?

Evolución de la enfermedad en mi caso particular:

Cierre

Capítulo 5. Emociones ante el COVID-19

Depresión y la enfermedad de Parkinson

Ansiedad y la enfermedad de Parkinson

Neuropsiquiatría en la Enfermedad de Parkinson

Entrevista sobre el Programa Contigo de la F.E.P.

Bibliografía

Capítulo 1. Introducción a la enfermedad de Parkinson

Si nos fijamos en los resultados ofrecidos por Google, sobre las tendencias de búsqueda de la temática de la enfermedad de Parkinson, en sus distintas acepciones alrededor del mundo desde el 2004 hasta el 2020, se puede comprobar que el primer país más preocupado sobre ello son Puerto Rico, seguido de España, Países Bajos y Francia y Chile; en sexta posición Portugal, seguido de Italia, Canadá y Finlandia ocupando Estados Unidos la posición decimotercera de los sesenta y ocho países que componen el resultado de Google, siendo la última posición ocupada por Vietnam.

Hay que indicar que esto no refleja el número de casos de pacientes con este tipo de enfermedad en función del país, si no las veces que este término ha sido buscado, esto es, puede haber un país en donde se da poca incidencia de la enfermedad de Parkinson, pero la población está muy sensibilizada, con lo que tendrá muchas búsquedas en Google al respecto.

O al revés, una población en donde existe una alta incidencia de la enfermedad de Parkinson y en cambio exista una escasa conciencia de este problema, y casi no se produzcan búsqueda sobre ello.

A resaltar que entre los quince primeros puestos de países que buscan este término, nueve provienen del continente europeo.

 

Igualmente hay que señalar que de forma global se ha producido una caída del uso de dicho término con los años, quedando en el 2009 por debajo del 25% de las búsquedas que se realizaban en el 2004, situación que se mantuvo hasta 2014 en donde se produce un cambio de tendencia, ahora creciente hasta nuestros días.

Un hito dentro de la búsqueda de Google con respecto a la enfermedad de Parkinson se produjo el 15 de agosto del 2014, cuando la esposa de Robin Williams confirmó que el actor tenía la enfermedad de Parkinson, una noticia que impactó tanto que la gente se puso a buscar qué era eso de la enfermedad de Parkinson, y a partir de entonces se observó una ligera recuperación en este término de búsqueda.

A pesar de lo anterior esto no informa sobre el número de afectados, sino del interés mostrado por los usuarios de Google sobre la enfermedad de Parkinson, luego quedaría conocer en qué medida ha ido avanzando dicha enfermedad.

“Parece ser que el número de casos diagnosticados de párkinson ha aumentado en los últimos años.

Las razones las encontramos principalmente en el envejecimiento de la población y en una mayor precisión en los diagnósticos que cada vez se realizan mucho antes y en personas más jóvenes, tanto que un 15% de los 10.000 diagnósticos anuales se produce ya en menores de 45 años.

Al mismo tiempo, la esperanza de vida ha aumentado en personas con esta patología, por lo que realmente se puede asegurar que la esperanza de vida de estas personas es similar a la de personas sin la enfermedad”. Marian Carvajal Paje, F.E.P.

Antes de entrar a abordar la definición sobre la enfermedad de Parkinson hay que tener unas nociones básicas de las bases neuronales, así es importante conocer que el encéfalo se divide en tronco encefálico, el cerebelo, el diencéfalo y el cerebro.

- El tronco encefálico consta a su vez de tres partes, bulbo raquídeo (donde se regulan funciones como la respiratoria, el diámetro vascular y los latidos cardíacos; además del hipo, la tos o el vómito); protuberancia (participa en la regulación de la respiración); y mesencéfalo (contiene la sustancia negra, y participa de la regulación de la actividad muscular).

- El cerebelo, es el encargado de la coordinación motora fina y gruesa, además de participar en la postura, el equilibrio y el tono muscular.

- El diencéfalo, se divide en tálamo (encargado de la integración de información, la conciencia, el aprendizaje, el control emocional y la memoria) e hipotálamo (regula el comportamiento y las emociones, la temperatura corporal, la sed y el hambre, los ciclos circadianos y estados de conciencia, la secreción hormonal de la hipófisis y la regulación del sistema nervioso autónomo).

- El cerebro, donde se desarrollan las funciones cognitivas, decisiones conscientes, aprendizajes relacionales, o el lenguaje entre otras muchas.

Hay que aclarar que hay dos tipos de comunicación que se pueden llevar a cabo a nivel neuronal, la eléctrica y la química. La primera se realiza mediante impulsos eléctricos que se originan en las dendritas y en el soma y se conducen por el axón hasta los botones terminales mediante la desporalización de la membrana neuronal; mientras que la química se lleva a cabo mediante sustancias denominadas neurohormonas que actúan como mediadoras en la transmisión de información a otras neuronas y células del organismo.

El proceso se inicia dentro de la neurona, la cual transmite información mediante desporalizaciones propagadas, generadoras de potenciales de acción, con cambios de potencial en los canales de calcio y potasio, hasta llegar a la hendidura sináptica, donde se liberan las vesículas que contienen neurohormonas (primer mensajero químico o neurotransmisor), que atravesarán el espacio interneuronal hasta llegar a los receptores de la neurona diana, la cual puede afectar en la superficie de la membrana celular (hormonas proteicas, peptídicas y catecolaminas) o dentro de la célula, en el citoplasma o en el núcleo (hormonas esteroides y tiroideas).

Los neurotransmisores se pueden clasificar en grupos de amina (norepinefrina, epinefrina, dopamina, 5HT); aminoácidos (glutamato, GABA); purinas (ATP, adenosina); gases (óxido nítrico); péptidos (endorfinas, taquicininas); y acetilcolina.

En concreto la dopamina tiene una función inhibitoria, participando del estado de alerta, además suele estar asociada a la consecución del placer y el deseo sexual, activando el sistema nervioso simpático, necesario para los nuevos aprendizajes, basados en el deseo por conseguir el refuerzo.

Generado en el Locus Níger, en la parte ventral del tegmento mesencefálico, llega hasta el núcleo accumbens, la amígdala, el área septal lateral, el núcleo olfatorio anterior, el tubérculo olfatorio y el neocórtex.

“La enfermedad de parkinson es un trastorno neurodegenerativo que afecta al sistema nervioso, produciéndose una progresiva degeneración de las neuronas ubicadas en la sustancia negra y que son las encargadas de producir dopamina.

La dopamina es la sustancia fundamental para que el movimiento del cuerpo se realice correctamente.” Marian Carvajal Paje, F.E.P.

Altos niveles de dopamina mejoran la motivación, el buen humor y el deseo sexual. Su inhibición por su parte produce desmotivación, indecisión, bajada de la libido e incluso depresión. Por tanto la enfermedad de Parkinson va a producir una serie de cambios a nivel neuronal tal y como se muestra en una investigación realizada desde la Universidad de Módena conjuntamente con la Universidad Reggio Emilia (Italia) [1].

En el estudio participaron 40 personas, 24 pacientes con la enfermedad de Parkinson diagnosticados desde hace 5 años, con una edad media de 60 años, y 15 personas de su misma edad sin la enfermedad. A todos se les pasó por un registro con resonancia magnética funcional donde se escaneaba el cerebro en busca de diferencias morfológicas significativas de los cerebros de los pacientes con la enfermedad de Parkinson frente a los sujetos control.

Los autores encontraron diferencias en cuanto al volumen de la sustancia gris del cerebro especialmente reducida en los pacientes con la enfermedad de Parkinson en la corteza parietal derecha y en la estructura interna del cerebro, en el putamen, responsable de la vía motora y encargada de ejecutar los movimientos aprendidos.

Dos años después se volvió a realizar el mismo estudio con los mismos participantes para ver cómo habían cambiado sus cerebros, aumentando ahora la edad media a 62 años, encontrándose además diferencias significativas en el núcleo pediluvio y en el núcleo pedunculopontino y la región motora del mesencéfalo. Según los autores, es importante descubrir cómo el avance de la enfermedad de Parkinson va afectando a nuevas áreas ya que permite conocer también cómo tratarlo. Hay que indicar, tal y como se verá más adelante, que el padecer la enfermedad de Parkinson va a estar asociado en un alto porcentaje a sufrir trastornos del estado de ánimo.

Los trastornos del estado de ánimo suelen producirse como resultado de las alteraciones cerebrales que afectan a los ganglios basales, lóbulos frontales y algunos agentes químicos cerebrales como la dopamina, la serotonina y la noradrenalina.” María Caridad Marín, F.E.P.

Síntomas y Signos de la enfermedad de Parkinson

Es importante conocer que desde el ámbito clínico se lleva a cabo una distinción entre síntomas y signos, a la hora de describir lo que le pasa a la persona:

- Hablamos de signos para referirnos a un dato objetivo que recoge directamente el médico, sobre el estado de salud del individuo, como, por ejemplo, un número reducido de leucocitos en sangre, como resultado de una analítica; alteración en las ondas P según el electrocardiograma; o la presencia de placas “seniles” y neurofibrillas evidenciadas por una T.A.C. (Tomografía Axial Computarizada).

Luego los signos son evidencias indirectas que han de ser interpretadas por el médico sobre los distintos índices que muestra el organismo.

- Los síntomas, por su parte, son la expresión subjetiva de un paciente, sobre un mal funcionamiento de su organismo.

Equivaldría a las quejas o dolencias manifestadas por el paciente sobre su enfermedad; así como la intensidad percibida de molestias o dolores, y suele ser lo primero que evalúa un médico cuando se entra a consulta y pregunta, ¿Qué le pasa?, ¿Qué le ha traído a aquí?

Una vez recogidas las impresiones, el médico suele ahondar en dichos síntomas, con preguntas como, ¿Desde hace cuánto que le pasa?, ¿Estas molestias las definiría como dolorosas o incapacitantes?

A la hora de completar el historial, para establecer si la persona padece un cuadro clínico, el valor de los signos es determinante, frente al de los síntomas, los cuales se tienen en cuenta como indicios a explorar, sin valor diagnóstico por sí mismos.

Hay, además, que realizar una nueva distinción entre los síntomas positivos y los negativos, no se trata de valorarlos como “buenos” o “malos”, ya que cualquiera de ellos es indicativo de que hay un problema de salud y por tanto son todos valorados como “malos” al ser negativos para el normal desarrollo de la vida de la persona:

El síntoma positivo, se define como aquel que está presente cuando no se espera que aparezca en una persona sana de la misma edad, por ejemplo, en la enfermedad de Parkinson, un síntoma positivo sería la presencia de temblores, algo que no se presenta en una persona sin la enfermedad de Parkinson.

El síntoma negativo, por su parte, se define como la ausencia de una capacidad o habilidad que sí se encuentra en una persona sana de su misma edad, por ejemplo, un síntoma negativo puede ser la ausencia del habla, en el caso de una persona que ha sufrido un trastorno craneoencefálico a consecuencia de una caída y al consiguiente golpe en la cabeza, algo presente en una persona de su edad.

Es importante destacar que la distinción entre positivo o negativo se hace siempre en comparación con otros de su misma edad, ya que hay síntomas que pueden estar presentes o ausentes a determinadas edades y no en otras.

“La presencia de síntomas motores tales como temblor, lentitud de movimientos (bradicinesia), rigidez e inestabilidad postural pueden suponer que una persona padezca esta enfermedad.

No obstante, no todos los temblores son debidos al párkinson ni todos los síntomas tienen por qué darse en su conjunto.

Es necesaria una evaluación precisa por parte del neurólogo especialista para descartar otras posibles patologías que presentan síntomas similares.

De la misma manera, existe un marcador emocional que es la presencia de un trastorno de ánimo por depresión y que se da previo a la aparición de los síntomas motores.

De hecho, para muchas personas los síntomas no motores del párkinson (depresión, apatía, desmotivación, trastornos del sueño…) son en su conjunto más incapacitantes que los síntomas motores anteriormente citados.” Marian Carvajal Paje, F.E.P.

Aunque cuando uno piensa en la enfermedad de Parkinson lo hace en sus síntomas principales asociados con el movimiento, no son los únicos, ni siquiera los que más influyen en la calidad de vida del paciente.

Sabiendo que entre el 40 y 80% de los pacientes con la enfermedad de Parkinson deben lidiar además con un problema añadido, el dolor, algo que va directamente en detrimento de su calidad de vida y de las relaciones sociales.

El dolor, cumple una función de aviso al cerebro de que algo no va bien, pero cuando este es crónico, debido a un trauma o enfermedad se convierte en una gran molestia, que afecta no sólo al normal desempeño sino también a su capacidad cognitiva.

El dolor puede cambiar el humor, e incluso “nublar la razón”, eso unido a un fenómeno denominado de sensibilización, por lo que aquel que sufre un dolor crónico, lo vive mucho más intensamente cada día, “aguantando” cada vez menos su presencia.

De ahí que además de la intervención en la enfermedad de Parkinson, estos pacientes deban recibir el tratamiento oportuno para combatir este dolor que los acompaña, pero ¿Se puede mejorar el tratamiento del dolor en la enfermedad de Parkinson?

Esto es precisamente lo que ha anunciado mediante una nota de prensa la empresa Mundipharma International [2] según la cual la empresa ha concluido con éxito la primera investigación rigurosa sobre el tratamiento del dolor en pacientes con la enfermedad de Parkinson analizando los efectos del tratamiento con oxycodone-naloxone (OXN PR).

 

Entre las características del estudio destaca que se realizó empleando un grupo control al que se le administraba un placebo, así como un diseño de doble ciego, donde ni el paciente, ni los enfermeros que administraban la sustancia sabían si estaban recibiendo el medicamento o el placebo. Evaluado mediante autoinforme empleando para ello una escala de valoración del dolor, medido en varios momentos, hasta cuatro meses desde la administración.

Los resultados muestran diferencias significativas entre los dos grupos, los que recibieron medicamentos frente a los que recibieron placebo, durante los primeros tres meses, perdiendo la eficacia a los seis meses del inicio del tratamiento.

Entre los efectos secundarios no deseados del tratamiento se observó en el 17% de los pacientes, náuseas y estreñimiento.

La nota de prensa no informa del número de participantes, su género, ni en qué etapas de la enfermedad se encontraban.

Una de las limitaciones del estudio es precisamente el método de recogida de datos mediante autoinformes, ya que actualmente se pueden emplear otros métodos más fiables para ello.

A pesar de ello es una gran noticia ya que es el resultado de una investigación rigurosa que ofrece una alternativa a los pacientes con la enfermedad de Parkinson con lo que aumentar su calidad de vida, al reducir el dolor que siente, aparte de tener que padecer el resto de los síntomas de la enfermedad.

A pesar de lo anterior, hay que tener en cuenta que se debe realizar más investigaciones para comprobar que la eficacia de este tratamiento del dolor no interfiera en el empleado para la enfermedad de Parkinson, pues ya ha sucedido en otras ocasiones, que cuando se intentan tratar dos problemas a la vez, a veces los efectos positivos de los medicamentos se anulan entre sí, haciendo perder la eficacia de la intervención.

Por lo que sería conveniente corroborar los datos anteriores con distintos tipos de medicamentos y en distintas fases de la enfermedad para comprobar en qué condiciones es más efectiva la intervención del dolor a través de este método, buscando nuevas alternativas para aquellos pacientes que no responden adecuadamente a este tratamiento, ya sea por encontrarse en una fase avanzada o porque muestre otras patologías asociadas a la enfermedad de Parkinson.

Pero volviendo a los síntomas más evidentes de la enfermedad de Parkinson, los problemas que se presentan en los movimientos, no todos pueden ser atribuidos a esta enfermedad, ya que están también presentes en otras enfermedades, de ahí la importancia de conocerlos y establecer el diagnóstico diferencial oportuno.

A pesar de lo que se pueda pensar, tanto los profesionales como las personas ajenas a las ciencias de la salud, tienen cierto conocimiento sobre las patologías y psicopatologías más frecuentes, pero además existe todo un abanico de enfermedades, trastornos y síndromes que son desconocidos ya sea por su escaso nivel de incidencia o porque no recibe la suficiente atención de los medios de comunicación.

Es por ello por lo que existen los manuales de consulta como el Vademécum en el caso de los médicos y los manuales de diagnóstico, como el C.I.E.-10 [3] o el D.S.M.-V [4]en el caso de los psicólogos y psiquiatras.

A estos se suele acudir cuando un caso no es todo lo suficientemente claro como debiera, al presentarse síntomas que no pertenecen al cuadro clínico que se tiene, o porque no se puede establecer un diagnóstico que conforme todos los síntomas observados.

Pero son tantas las clasificaciones en categorías y subcategorías, sobre síntomas y síndromes, trastornos y enfermedades, que se requiere de cierta especialización para poder dar una mejor atención.

Así los profesionales se especializan por edades, por ejemplo, en los trastornos del desarrollo en la infancia, o por grupos de enfermedades que comparten algunos elementos en común, como por ejemplo las enfermedades neurodegenerativas.

A pesar de todo lo anterior, los profesionales de la salud deben actualizarse periódicamente para conocer las “nuevas enfermedades” o aquellas que han cambiado su incidencia en la población y que ahora son más comunes, o que se presentan en conjunto con otras enfermedades o trastornos, pero ¿Existe relación entre Síndrome de Pisa y la enfermedad de Parkinson?

Esto es precisamente lo que trata de explorarse desde el Hospital “Moriggia-Pelascini”, el Instituto de Ciencias de Pavia, el Instituto de Ciencias de Montescano (Italia) y la Universidad de Tel-Aviv (Israel) [5].

El Síndrome de Pisa se define como una torsión sostenida del tronco de al menos 10 grados, que se puede observar tanto mientras se permanece sentado o de pie, pero que desaparece en cuanto la persona se acuesta.

En el estudio setenta y cuatro pacientes diagnosticados con la enfermedad de Parkinson, a los cuales se les tomaron medidas E.M.G. (ElectroMioGráficas), para comprobar el nivel de desviación de la persona, para ello se realizaron en distintas posturas, incluido mientras permanecían acostados.

Se evaluaron en tres momentos diferentes, en reposo, contraídos hacia la posición natural de los músculos y contraídos al lado contrario al natural.

Se observó que en el 78% de los pacientes se mostraban diferencias significativas en cuanto a la desviación muscular, especialmente sensible para ello el músculo oblicuo externo del abdomen, que fue el que más información proporcionó de todos los evaluados.

Hay que tener en cuenta que tal y como informan los autores, se trata de una primera aproximación para la determinación de un método válido para detectar la presencia del Síndrome de Pisa en pacientes con la enfermedad de Parkinson, por lo que se requiere de nueva investigación al respecto para poder así establecer un procedimiento de diagnóstico más efectivo

El estudio no informa sobre las características sociodemográficas de los pacientes de la enfermedad de Parkinson, ni su edad, ni su género… aspectos fundamentales si se quiere extrapolar los resultados a otras poblaciones.

A pesar de lo anterior, el uso de la electromiografía, técnica muy simple y extendida en la práctica médica, hace que el diagnóstico del Síndrome de Pisa sea más sencillo y eficaz sobre todo si se realiza la evaluación sobre el músculo oblicuo externo del abdomen.

Hay que tener en cuenta, que como en cualquier otro caso, el padecer dos patologías al mismo tiempo, en este caso la enfermedad de Parkinson y el Síndrome de Pisa no hace sino empeorar el pronóstico de la persona, dificultando su recuperación.

Además, el infradiagnóstico del Síndrome de Pisa sólo sirve para ocultar síntomas que van a estar presente, interfiriendo con la calidad de vida del paciente con la enfermedad de Parkinson, mientras no reciba el tratamiento oportuno.

A este respecto, falta todavía por conocer cómo se ha de tratar el Síndrome de Pisa, y si este tratamiento va a conllevar algún tipo de contraindicación con el recibido para la enfermedad de Parkinson.

Igualmente, y dentro de los problemas del movimiento que podría inicialmente atribuirse a la enfermedad de Parkinson, pero que se precisa de un diagnóstico diferencial, cabe realizarse la distinción con respecto a la distonía neurocirculatoria, la cual se puede definir como la modificación del correcto “uso” de la musculatura por parte del organismo.

Un ejemplo de esta modificación es cuando hemos realizado ejercicios sin el calentamiento previo oportuno, lo que puede conllevar que durante las horas siguientes sintamos calambres.

Igualmente, el ejercicio excesivo de un grupo de músculos puede hacer que temporalmente éstos queden “flojos” y flácidos, recuperando su “tono” muscular, pasadas unas horas.

Teniendo en cuenta que la musculatura repartida por todo el cuerpo permite a la persona realizar los movimientos gracias a su capacidad de contracción y relajación de los tejidos que lo componen.

Todo ello “guiado” desde el sistema nervioso central, quien da las órdenes que permite realizar los movimientos de forma coordinada.

Nada más que hay que pensar en todos los grupos de músculos implicados en el andar, y que sin un “plan” establecido, sería dificultoso e incluso imposible poder hacerlo tan “armoniosamente”.

Así y volviendo sobre la distonía, cuando esta es crónica, se denomina síndrome distónico, en donde se ve alterada la tonalidad de la musculatura, ya sea total o parcialmente, normalmente asociado a causas genéticas o por un traumatismo craneoencefálico, lo que se puede expresar con pérdida de fuerza en los músculos, calambres, espasmos involuntarios, temblores, y descoordinación de los movimientos, acompañado en algunos casos de dolor.

Además de los signos, entre los síntomas está la inquietud por sus movimientos, tratando de ocultar sus manos y pies, carraspeo frecuente, debido al cambio de tonalidad de la voz, todo lo cual va a conllevar agotamiento físico y psicológico, dificultades para concentrarse, alteraciones del estado de ánimo debido a esa sensación de falta de control de su propio cuerpo, problemas digestivos y alteraciones del sueño, lo que en algunos casos le conduce a la depresión.

Síntomas parecidos a los que expresan los pacientes, con síndrome de Tourette también denominado de tics crónicos, donde se dan también signos motores involuntarios expresados a modo de tics, que producidos crónicamente van a interferir en el normal desarrollo de la vida social, ya que suelen estar asociados a la coprolalia, que es la emisión de palabras obscenas y socialmente inadecuadas, causadas por su falta de control.